Cavé un pozo y caí. El pozo tiene tu nombre.

Algo que tienen que saber, es que en este capítulo no hay nada de ficción. Nada inventado. Este si es real. A su tiempo, todo llega.

¿Recuerdan esta historia? Espero que si, porque llegó el final.

Victoria me enamoró de una manera increíble. Estar con ella fue la experiencia que más aprendizaje me dejó en toda mi vida. Fui feliz, si y mucho. Pero la verdad es que las cosas no salieron como esperaba o quería.

Si bien no es una frase que se cumpla el 100% de las veces, es una gran realidad “Lo que empieza rápido, termina rápido”. Creo que ese fue uno de nuestros grandes errores. Voy anticipando que tuvimos millones. Y las fallas, decepciones, desilusiones, provocan fisuras, quiebres. Y cuando algo se quiebra, no hay retorno. Lo sano dura solo una vez.

Y nuestra relación, quebró.  Nuestro amor, quebró.

Más de una persona no debe entender nada. Vamos a contar un poquito.

Esos días “conviviendo” despejaron todas mis inseguridades. Nuestra físico-química era fantástica. Podía estar horas, horas, horas y horas con ella. Y lo estuve, claro. Nuestro noviazgo creció y se afianzó mucho después de días tan perfectos. Me amaba. Y yo a ella. Era hermosa conmigo. Nos escapábamos de donde estuviéramos para vernos, yo de la facultad y ella del colegio, yo de mi casa y ella de la suya, etc. Siempre, siempre, teníamos tiempo para nosotras. Todos los días.

Vagábamos por todo el centro de la ciudad sin rumbo, hasta cansarnos. En un principio, moría de vergüenza al besarla en público cuando era de día. Pero eso fue menguando bastante, es más, muchas personas me vieron con ella. Muchas. Poco importaba en el momento.

Aprovechaba siempre que me quedaba sola para pedirle que venga a estar conmigo. Estar en todos los aspectos. ¿Se comprende? Espero que si. ¡Y que bien la pasábamos! Aprendimos mucho mutuamente. No voy a volver a escribir una escena sexual entre nosotras porque la verdad es que la vergüenza me gana, lo siento. Pero sigo admitiendo que era extraordinario. Tan chiquita y me hacía sentir tanto. Tanto.

Hoy por hoy, noto que no tuvimos tantas charlas profundas, más bien nos hacíamos reir. Y la verdad es que no me arrepiento eso. Me quedo con los millones de momentos divertidos. Siempre nos pasaba algo anecdótico. Desde un intento frustrado de robo -frustrado por nosotras, eh- hasta caminar hasta su casa porque hice que se pasara su último colectivo. –Tres horas caminando, de madrugada, solas-. Pasando por caídas, golpes, sustos y la mejor… ¡NOS LLEVARON DETENIDAS! Horas demoradas en una comisaría simplemente por tener vecinos estúpidos. Eso si, de todo nos reíamos. De todo.

Y ustedes dirán, si todo era tan lindo. ¿Cómo se dieron vuelta las cosas? Acá va, ansiosos.

Creo ya haber escrito que nunca en mis aquellos 18 años me había enamorado así. Jamás. La primera vez que estuve con quien realmente quería estar fue con ella. Por ende, no sabía que hacer. Me hacía recontra feliz, pero a la mínima…sufría. Y eso que confiaba en ella, hasta me había dado su contraseña de facebook. Pero pensaba todo el tiempo en la horrible posibilidad de perderla.

La primera vez que noté algo raro fue indisimulable lo mal que me sentí.

Estábamos en el parque, ella había ido a comprar algo para comer y yo me quedé esperándola tirada en el pasto. Minutos antes nos habíamos estado sacando fotos con su celular, que me dejó para que justamente yo me pasara las fotos al mío.ç

Desde donde yo estaba podía verla, no dejaba de mirarme y sonreir.

Fue un minuto, quise fijarme como me había agendado en su celular y me metí a mensajes. La curiosidad pudo conmigo y después de fijarme, revisé un poco, mala idea. Muy mala idea. Primero, porque es totalmente detestable revisar la intimidad de las personas. Segundo, porque me llevé la divina sorpresa de que Victoria se había mandado mensajes días anteriores con Sabrina. Si, con Sabrina. No eran más de seis, pero me hizo tan mal que dejé el celular a un costado y no volví a mirarla mas.

Tengo que admitir que claramente Sabrina era la que insistía y preguntaba mucho por Vico. Pero, casualmente, las respuestas de mi novia no estaban, las había borrado.

Fue la primer fisura en mi confianza. Me había quedado mirando el suelo sin saber que hacer. ¿Qué me escondía Victoria? ¿Por qué no me había dicho nada? ¿Por qué le respondió?

En eso estaba cuando apareció ella con la comida. Intenté con todo mi corazón aparentar estar bien. Ella es por naturaleza súper habladora y me sacaba charla sobre todas las cosas que veía, pero yo respondía con monosílabos y me concentraba solamente en comer y recomponerme por lo menos hasta llegar a casa.

-¿Te pasa algo, mi amor? – Preguntó.

Creo que debo haber tardado unos cinco minutos en decirle que no, que me dolía la cabeza y estaba cansada. Seguimos comiendo en silencio. Bastante raro e incómodo.

Algo que hasta el día de hoy no puedo controlar es cuando me quedo en blanco de palabras pero estoy pensando un trillón de cosas distintas. Suele suceder cuando pasa algo que me choca o afecta. No puedo decir ni una palabra o frase coherente. Y no es algo meditado o apropósito, simplemente se me cierra la garganta y no puedo largar nada, ni bueno ni malo. El cerebro y la lengua hacen terrible cortocircuito cuando algo no sale bien. Horrible.

Así que no pronuncié absolutamente nada en mas o menos media hora. Si ella sacaba charla, duraba lo que dura un si o un no. Me preguntó como veintisiete veces si todo estaba bien. Y yo le decía que si. No quería pelear con ella, no quería hacerle una escena, no quería.

-Se hace tarde ¿Vamos?   -Dije, levantándome y dándole la mano.

Yo no paraba de dar señales de que en realidad las cosas no estaban bien. Pero más que enojada, estaba triste. Quería llorar. Así que en vez de ir comiéndola con la mirada como solía hacer, me perdía mirando cualquier cosa que estuviera lejos de ella. Y Victoria ya no decía nada.

Caminábamos por la avenida principal cuando de repente vi en Suricata, el kiosko donde siempre estábamos –y estamos- con mis amigas tomando algo, a Cristina, Cecilia y Lucas, un amigo del secundario. Hacía mucho que no los veía, me puse muy contenta, nos quedamos con ellos un ratito, hasta que decidieron partir. En todo ese tiempo casi no cruzaba palabras o miradas con ella. Lo único que me hizo prestarle atención es que la llamaron, contestó…pero parecía que no era nadie. O no quisieron decir quien era.

Lucas se fue en bici hasta su casa. Las demás fuimos hasta las paradas de colectivo. La de Cristina quedaba justo enfrente de la de Victoria.

-Yo me quedo con Cris. Andá sola, te veo desde acá.

Tanto a Victoria como a Cristina les sorprendió  mi decisión, Vico se despidió tratando de darme un beso, que esquivé con la excusa de que había mucha gente cerca. Noté su molestia por eso. Cruzó la calle y empezó a caminar, alejándose de mi vista.

-¿Qué pasó? –Preguntó Cristina, que como siempre conoce todo sin que se lo diga.

Le conté mas o menos, necesitaba descargarlo en alguien.

-Andá a buscarla, hablá con ella. Cualquier cosa mañana nos juntamos. –La miré significativamente, sabía que ella todavía no estaba bien con todo el tema de su papá y no quería dejarla sola, entendió mi mirada y agregó:

-Sabés que yo se cuidarme sola. Ella no, andá. Mañana nos vemos.

No hizo falta más. Corrí, no había avanzado mucho. No la abracé ni le dije nada, simplemente me puse a caminar con ella.

-¿Vamos a la parada de siempre? –Preguntó.

-Si, dale. –Respondí.

Seguimos caminando en silencio. Volvieron a llamarle. Esto ya había pasado un par de veces antes y ella decía no saber quien era.

Un par de cuadras antes de llegar a nuestro destino, se frenó, me frenó y me obligó a decirle que pasaba, con la amenaza de dejar pasar su colectivo y no irse a tiempo.

No pude aguantar más, no iba a poder escapar de la situación. Le dije todo. No se sorprendió. Me abrazó, me besó y dijo que charló con ella pero solo un poco. Que Sabrina sabía que ella estaba conmigo y no quería molestar. ¿Por qué no estaban sus respuestas? Porque según ella, las había borrado porque no tenía memoria. Le creí, obviamente, pero charlamos un poco sobre eso. Quería que confiara en mi y no creyera que yo iba a enojarme, porque prefería mil veces saber por ella antes de creer que me estaba ocultando algo. Quedamos de acuerdo en contarnos todo y el problema estuvo resuelto.

Los días pasaban y nuestras cosas venían muy bien, eso si, siempre que estábamos juntas alguien le llamaba. Un día me dijo:

-Es Sabrina. Ella me hacía esto cuando estábamos juntas, los otros días me habló y le corté. Aún me busca. Y yo no quiero hablar con ella, no hablo con ella.

Pocas veces me había indignado tanto. Llamó unas tres veces más y en una atendí yo. No la insulté, pero dije cosas como que Victoria ya tenía novia, que no quería hablarle, que se dejara de molestar y corté. Volvió a llamar.

-Sabrina, dejame en paz. –Dijo Victoria, molesta y cortó.

No volvió a llamar pero me quedé bastante enojada con la situación. Algo iba a tener que hacer.

-¿Por qué no le decis vos que no me moleste más? Por facebook, yo no puedo porque la tengo bloqueada.

Me pareció una buena idea. Cuando llegue a casa la busque y le envié un mensaje.

“Sabrina, me parece que deberías ubicarte y no llamarle más a mi novia. No te quiere y no quiere hablar con vos, ya está. Dejá de molestar. A parte, ya sabe que sos vos, que patético llamar en desconocido. Buscá otra persona o madurá, no se”.

La respuesta que me llegó no la hubiera imaginado jamás.

“Está bien, no voy a volver a llamarle, pero que no te mienta. Hace un par de noches estuvimos hablando y me dijo que no le molestaba hablar conmigo, charlamos un rato largo. Me contesta siempre bien excepto cuando está con vos. Fijate porque será”.

¿Qué me está diciendo? ¿Está resentida y quiere meterse a arruinar todo? No le respondí. Le envié un mensaje a Victoria directamente.

“Che, Sabrina me dice que si habló con vos…y bien. ¿Me estas mintiendo? ¿Hablaste o no con ella? No me gustan estas cosas, decime la verdad.”

Puede que el mensaje haya sido un poco más sacado de quicio. Y también puede que me haya dejado llevar por creerme engañada y es posible que la haya dejado. Bueno, lo hice. No pensé absolutamente nada y dejé a Victoria de mala manera.

Ella se puso mal y me llamó, no quise atender el teléfono, iba a ser para peor. Lo apague para estar más tranquila. Cuando lo prendí tenía mensajes de Victoria diciéndome que tenía que creerle a ella que era mi novia antes que a una desconocida. En los primeros trataba de calmarme, juraba que no había hablado nada,  en los últimos ya estaba enojada. Me sentí un poco tarada por no creerle.

Lo peor de todo, también tenía un mensaje de Sabrina.

“Laura, discúlpame, dije todo eso porque quería meter problemas entre ustedes. Victoria no habló conmigo, es más, cada vez que le llamo me corta. Yo se que no me quiere y está con vos, voy a respetar eso. Disculpá de nuevo, me siento muy estúpida. Sean muy felices.”

La culpa que me agarró después de leer eso fue terrible. Corrí a comunicarme con Victoria.

-Perdón mi amor, a veces no pienso cuando me enojo. Quiero verte ¿Puede ser? – Le dije, entre otras cosas.

Y aunque se había enojado también, nos vimos. Estuvo toda esa tarde haciéndome sentir culpable y estuve todo el tiempo pidiéndole disculpas. Hasta que finalmente, me perdonó.

Cuando llegué a casa y me conecté, me puse a pensar en la estupidez infantil que había hecho Sabrina y el problema que nos había traído. No me podía quedar sin decirle nada, le envié un mensaje.

“Que estupidez lo que hiciste Sabrina, sos un problema en la vida de Victoria ¿Te das cuenta? Espero de verdad que no aparezcas mas, inmadura. Buscá otras personas para molestar. ¡Dejanos tranquilas!”

A los pocos minutos, llegó otra respuesta inesperada.

“Laura, creo que no tengo porque soportar que me digas estas cosas. La realidad es que le estaba haciendo un favor a Victoria, ella si me habló. Me habló totalmente bien y hasta puedo decirte de que. Que deje de mentirte para no perderte, siempre igual.”

Esta vez no iba a reaccionar mal, hice todo lo que estuvo a mi alcance para no insultarla. Ni a Sabrina…ni a Victoria. Igual decidí hablarlo con Sabrina primero.

“Perdón, pero no se si creerte. Victoria me ha jurado y recontra jurado que ella no ha hablado con vos. Y que no quiere hacerlo, ya me está cansando este tema, porque no es tan relevante y le estamos dando muchas vueltas. Elijo creerle a mi novia, confío en ella.”

“Mirá, para que me creas te digo que me habló de que te había visto ese día que llamé, que le habías dado tu campera y ella no quería devolvértela, que te compró una pulsera y se robó una igual, entre otras cosas. Es imposible saber esto si no es porque realmente le hablé. Los otros días como creyó que ibas a dejarla me llamó para pedirme que te mienta. Yo acepto que llamarla e insistir fue un error y te pido disculpas, pero pasó. Y tampoco quería decirte que arreglamos para vernos cuando yo fuera para la capital, como amigas obvio. Que no te oculte las cosas. Siempre hace lo mismo.”

Pocas veces –hasta ese momento de mi vida- me había sentido tan tarada. Claramente, Victoria si había hablado con Sabrina, me había mentido, había hecho que ella me mintiera, me hizo sentir culpable, habían quedado en juntarse, etc. No sabía que era lo que me dolía más.

De manera bastante tranquila le pedí disculpas a Sabrina y no volví a hablarle. Pero no me duró mucho la tranquilidad. Esa fue la primer fisura importante de mi confianza en Victoria. Entendí que hizo todo para no perderme, pero su palabra ya no iba a tener tanto valor para mi. Juró una cosa y era mentira. Victoria tenía 14 años. Parecía no tenerlos, pero los tenía.

Hable con mis amigas, las cuales todas me dijeron que tenía que aceptar y entender que estaba con una niña. Que capaz la situación la superó, que seguramente no iba a pasar nada peor, etc., etc., etc.

Pero si que se venían cosas peores.

Cuando le envié un mensaje para decirle que por lo menos quería un tiempo por toda la situación, que ya sabía la verdad, que estaba dolida, enojada, me llegó el siguiente mensaje:

“Sabrina, sos estúpida? Que te costaba mentirle un poco más? Me volví a meter en problemas por tu culpa, te odio. Por favor, volvé a decirle que no hablamos.”

Lo triste de esto, es que es real. Victoria me envió a mi ese mensaje. Realmente era una niña.

No me acuerdo que, pero le respondí muy mal. Y la dejé, obvio. Cerré mi facebook, apagué el celular y, por primera vez, lloré por ella hasta quedarme dormida.

Victoria sabía que en las mañanas me quedaba sola, así que apareció por casa al otro día. Me pidió disculpas de mil maneras y dijo todo lo obvio, que había sido porque sabía que me iba a enojar, que no esperaba que todo se fuera de las manos, que no iba a hacer nada con Sabrina, que me quería y todo lo demás.

Le dije que nos tomemos un tiempo, que estaba desconfiada, que no era necesario mentir, pero que a la vez entendía que ella era chica y es normal hacer las cosas un poco mal a veces, para aprender. Yo ya había pasado por cosas así.

No se como lo hizo, pero a las dos horas yo ya pensaba otra cosa distinta. Quería seguir. La perdoné como si nada hubiera pasado. Pero si había pasado. No quería perderla, prefería que creciera conmigo, pero no voy a negar que sentía que me había fallado.

Todas estas situaciones deben haber sucedido entre los días lunes, martes o miércoles. El viernes mis amigas me invitaron a salir a bailar. Camila estaba en la provincia, Cristina necesitaba despejarse, Cecilia recién terminaba una relación medio tormentosa y Micaela no se que excusa tenía, pero quería. Yo también tenía ganas, así que en la noche me dirigí a la casa de Cristina, ahí nos juntaríamos todas.

Cuando llegué, ya estaban Camila y Cecilia. Parecía que estaban tramando algo o por lo menos, que iba a pasar algo que yo no sabía.

-Espero que no nos odies, Laura. Pero también viene Agustina ¡Queremos que vuelvan a juntarse! Estan peleadas hace mucho tiempo, ya pasó.- Dijo Camila, siempre la voz de la paz.

Intenté no asombrarme mucho. Pero iba a ser raro ver a Agus después de todo. Lo bueno es que yo ya estaba enamorada de otra persona. Era una buena idea, pero me puse un poco nerviosa.

Fue bastante notorio que Agustina no sabía que yo estaba ahí, porque se le transformó la cara al verme cuando llegó. Micaela dijo algo como de que ya era hora de dejar de pelear por estupideces y seguir siendo amigas. Ella no dijo nada, pero me saludó bien.

Camila y Cristina se pusieron a insistirnos para que nos demos un abrazo. Lo hicimos, fue bastante tenso y breve, porque estábamos obligadas.

-¿Cómo has estado? –Pregunté cuando nos soltamos.

-Bien. ¿Vos? –Respondió.

-Bien también, por suerte.

Jugamos a las cartas, tomamos, escuchamos música, nos arreglamos para salir. Yo trataba de no tener ninguna clase de contacto con Agustina. Victoria me llamó un par de veces cuando le dije que también salía ella, se puso intranquila. Hablamos y le aseguré que todo iba a estar bien. Después de esa charla, me dijo que se iba a dormir.

Tomamos mucho, salimos de la casa de Cristina bastante alegres todas. Casualmente, Camila, Agustina y yo éramos las que peor estábamos.

La hermana mayor de Cris nos llevó hasta la esquina del boliche, teníamos que caminar media cuadra. Yo me quedé unos pasos más atrás que todas porque me había mareado un poco. A Agustina le había pasado lo mismo, así que iba despacio también, en un momento se tropezó y tuve que avanzar rápido para agarrarla y que no se caiga. Llegue justo. Se reía de la situación. Suele perder el equilibrio cuando esta ebria.

Por alguna razón, quedamos accidentalmente de la mano. Y no nos soltamos. Tampoco decíamos nada. Empezamos a caminar de la mano hasta que Camila se dio vuelta y con mucha alegría exclamó que habíamos vuelto a ser amigas.

-¡Dense un pico de reconciliación! –Eso era bastante común entre algunas de mis amigas. Que gays.

-No, mejor no. –Dije, Agustina me apretó la mano fuerte. La mire. No dijo absolutamente nada.

-¡Uno nada más! ¡No pasa nada! –Agregó Micaela. ¿Por qué hacían esto? Claro, para ellas era bastante más simple que para mi. Cristina, que sabía casi todo, me miraba con seriedad desde un poco más lejos que Mica y Cami.

Agustina me miró. Yo la miré. Está bien, uno y listo. No pasa nada. En todo caso, Victoria también se había equivocado un poco conmigo. No estaba engañándola. Se lo contaría como una anécdota divertida. Ella sabe que Micaela y Camila de vez en cuando se dan besos en broma, aún estando Mica de novia. O podía no contárselo.

-Bueno, está bien. –Dije.

Me acerqué a Agustina y nos dimos un fugaz beso que fue aplaudido por las dos que nos incentivaban, después de eso vinieron a abrazarnos y felicitarnos por volver a ser amigas de nuevo.

Que situación tan extraña realmente. Encima, no nos soltábamos. ¿Qué carajo estaba pasando?

Cristina me separó de Agustina casi al llegar.

-Basta de estupideces, Laura. Basta. Porque después la que va a arrepentirse sos vos, idiota. –Me dijo, bastante seria. Odio con toda mi alma que me hable así. Y más cuando estoy ligeramente ebria. No le presté nada de atención y le dije que no me moleste, que sabía lo que estaba haciendo.

Bailábamos todas en ronda. Seguimos tomando, bastante. Las más débiles siempre fuimos Agustina y yo, por ende, estábamos muy ebrias. Empezamos a charlar y dejamos de bailar –en el medio del boliche-.

-Te pusiste de novia.-Me dijo.

-Si.-Respondí.

-Con una chica. Gracias por contarme.-Parecía enojada aún.

-Te juro que quería que fueras la primera en saberlo y todo salió…-justo en ese momento empezó una canción que nos gustaba a las dos, así que nos pusimos a bailar juntas. Alejándonos de las demás-.

De repente me encontré besándola. La puta madre ¿Cómo habíamos llegado a eso? No se. Pero así estuvimos, un rato largo. Que pendeja imbécil, yo, por supuesto.

Engañé a Victoria. Encima cuando hablamos por teléfono le dije que no iba a pasar nada malo con Agustina. En cuanto empezó a aflojar el efecto del alcohol me alejé de ella y volví al grupo. No hablamos más en toda la noche.

En un momento Cristina me habló al oído:

-Te vi. Si no le decís vos, voy a decírselo yo. Y no me digas nada más.

No respondí nada. Capaz no lo sabía en ese momento, pero esa noche cave el pozo más profundo de mi vida. Me fui a sentar lejos de todas. A todo esto, Agustina ya bailaba con alguien más. Yo sabía que no la quería a ella, que estaba resentida con Victoria y sin embargo…

Quería irme. La culpa me estaba matando. Tenía que hablar con Victoria, no iba a poder ocultarle eso. Le envié un mensaje.

“Pasó algo malo. Tenemos que hablar. Mañana en la tarde nos juntemos donde siempre. Te amo.”

Y, como siempre, apagué el celular. Me fui del boliche avisándole solo a Cecilia, con la excusa de que me sentía un poco mal. Le mentí diciendo que mi papá estaba esperándome en la puerta, la realidad es que caminé hasta casa. ¿Qué iba a pasar a partir de ahora? ¿Me perdonaría Victoria? No quería perderla. ¿Y si no le decía? No, no iba a poder ocultarlo. ¿Por qué hice eso, la puta madre?

Llegue y me tiré a llorar. Que patética. No podía dormirme. Pobre Victoria. Yo sabía que la quería a ella. No necesitaba besar a nadie. ¿Tan resentida podía haber estado?

A las diez y algo, recién pude dormir. Me despertó mi perro a las cinco de la tarde, echándose de manera brusca sobre mi. La sensación de recordar todo nítidamente y que Victoria debía estar desesperada por saber que pasaba fue como tener una mochila de piedras en el centro del corazón, horrible.

Mi mamá no estaba, mejor. No quería darle explicaciones de porque me despertaba tarde o porque había llegado tan notoriamente mal la noche anterior. Había dejado un cartel, almorzaba en nuestro club, si quería podía ir. Por supuesto que no.

Prendí el celular. Creo que tenía más de treinta llamadas de Victoria, muchísimos mensajes, por todos los medios posibles.

Le llamé y le dije que necesitaba verla. No le di tiempo a preguntar nada, pedí por favor que lo más pronto que pudiera saliera de su casa y que la veía donde le había dicho, una plaza donde siempre nos juntábamos. Que la amaba también, obvio. Y corté. No recibí ninguna llamada o mensaje más de su parte.

Me duche y  preparé para lo peor. Un horrible presentimiento me decía que las cosas no iban a estar bien. Salí de casa, tuve que esperarla bastante. Llegó, tenía aspecto triste, ella también presentía que algo malo venía. Había llorado, lo supe a penas la tuve cerca.

La abracé muy fuerte. No podía mirarla a los ojos. Tampoco podía parar de llorar. La llevé de la mano hasta un banco y me quedé mirando el piso.

-¿Qué pasó? –Preguntó, con miedo.

-Hice algo estúpido. Estoy recontra arrepentida y no te quiero perder. También se que no va a volver a pasar, porque me siento recontra mal y…

-Dejá de dar vueltas, Laura. ¿Qué pasó? – Que raro era que me dijera por mi nombre.

-Me besé con Agustina. Fue solo un rato y estábamos ebrias…-Sabía que lo que le estaba diciendo la estaba lastimando muchísimo e intenté abrazarla.

-No me toques. Seguí contándome pero no me toques.

-Bueno, eso. A mi esto también me  duele porque corro el riesgo de perderte y sos lo que mas…

-¿Lo hiciste por lo de Sabrina, no? Que mal, porque yo hice todo para no lastimarte y vos para devolverme lo que te dolió. ¿Por qué con ella? ¿Por qué arruinar todo así?

A partir de ese minuto, esa hora, ese día, las cosas se quebraron para siempre. Me dijo que necesitaba un tiempo. Que no se lo imaginaba. Que la había lastimado como nadie y que no iba a poder perdonarme. Cada palabra era como un puntazo para mí. Pero poco importaba, porque seguramente a ella todo le dolía más.

Y después de eso, quedó oficialmente inaugurada la parte más patética de mi vida. Me arrastre por ella como nunca en la vida hice –ni volveré a hacer- por nadie. Le llamaba, enviaba mensajes, le decía de vernos, le escribía por todos los medios, cuando accedía a verme me quedaba con algo suyo con la excusa de volver a verla, le dedicaba canciones súper melosas sobre perder personas y la tristeza que eso generaba, iba hasta su casa, le rogaba volver. Me había vuelto una verdadera molestia en su vida. Mucho más que Sabrina.

Habían días en los que me quería y días en los que no me podía ni ver. A veces ella pedía que nos juntemos y a veces me decía que iba a ir al lugar de siempre…y no aparecía. Yo aceptaba todo porque sabía que me la estaba devolviendo. Sentía merecer todo lo que estaba pasando.

Creo que nunca estuve tan triste por perder a alguien. Por primera vez me mostré mal enfrente de mis amigas. Quebraba y me largaba a llorar. Agustina se sentía muy culpable también.

Se que pasaron como seis meses del último capítulo que subí, dudo que alguien recuerde a Karen. Una chica que dijo que gustaba de ella. Bien, pues aprovechó esta situación en la que Victoria no paraba de decir por todos lados que tenía el corazón roto para acercarse a ella, desde el primer minuto. Y lo logró. Lo peor, yo veía como Victoria iba aflojando más y más con ella porque aún tenía su contraseña de facebook. Se estaban tratando como algo más que amigas y creo que aún no había pasado una semana de todo.

Victoria ya no me quería. O tal vez si pero estaba demasiado herida. Porque cuando nos veíamos siempre decía que iba a estar conmigo a pesar de todo. Ese todo ya incluía a Karen. Le pedía por favor que se quedara en mi vida y ella me decía que si, que se iba a quedar. Nos comportábamos como si fuéramos novias, en todo sentido. Parecía todo igual. Pero cuando nos separábamos, no era lo mismo. Karen estaba avanzando muchísimo y yo daba manotazos de ahogado por recuperarla. Que triste es la sensación de ver a la persona que uno más quiere en el mundo engancharse a otra persona y olvidarse de todo tan fácil. ¿Y yo, que? Esta bien, me había equivocado pero estaba haciendo hasta lo imposible para que me perdone. Pero no lo conseguía.

No podía parar de luchar por ella de mil formas y perdiendo absolutamente toda la dignidad. Hasta que un día, creo que cuando estaba por cumplirse un mes de todo esto. Cristina me llamó para preguntarme si me había metido a facebook, no era así.

-No lo hagas.

-¿Qué hay? ¿Una foto, cierto? –Y corté sin escuchar la respuesta.

Corrí hacía la computadora, con una horrible sensación en el pecho. Ya lo estaba esperando. Se veía muchísimo con Karen y siempre lo publicaba. Todos los comentarios siempre eran súper tiernos. Victoria había cambiado su contraseña de facebook, así que –por suerte- ya no tenía la posibilidad de ver que se escribían.

Aunque ese mismo día yo había estado con Victoria, ya era innegable que había algo con Karen.

Victoria Avellaneda había cambiado su foto de perfil.

Por una besándose con Karen.

Creo que el corazón se me debió haber roto hasta físicamente. Me quedé mirando la foto un rato largo, mientras sonaba una canción triste como para darle un tono aún más trágico al momento. No podría explicar lo mucho que lloré. Oficialmente se había terminado todo. Encima, sus amigos en común celebraban la parejita.

Si bien mengue un poquito en mi insistencia, porque sentía que ya todo eso no me lo merecía, me tenía a las vueltas, no era sincera conmigo incluso cuando se lo pedía, me daba esperanzas y me las rompía ¡Hasta me había negado lo de Karen cuando yo misma lo estaba viendo!

Cuando le dije finalmente que no quería hablarle más, que me retiraba de su vida, ahí recién me dijo que había hecho todo para molestarme, que no quería perderme, que Karen era algo más que una amiga pero no era nada importante, que me seguía queriendo, etc., etc., etc.,. Y yo le creí. Y aún teniendo una foto de perfil besándose con otra persona, seguí hablándole, me estaba haciendo muy mal a mi misma. Ya era enfermizo.

Dejé de stalkearla y seguirla porque meterme a su facebook era una paliza para mi misma. Todo, absolutamente todo era con Karen. Claramente me estaba mintiendo para que no dejara de rogarle. Si hubiera entrado, hubiera sabido que Karen y Victoria eran novias formales desde hacía tiempo.

No recuerdo bien que fue lo que me hizo alejarme y bloquearla de todas partes. Pero lo hice. Si, merecía sufrir. No, no tanto.

Y me alejé. ¿Para siempre? No.

No quiero hacerlo muy largo, ni quiero seguir extendiéndome. Pero esta historia es bastante más enredada a partir de acá.

Un mes después me internaron creyendo que tenía apendicitis, pero no era así. Mi hígado simplemente estaba molestando como siempre. Fue una sola noche, pero no podía parar de pensar que la necesitaba. Había cambiado mi número, así que si quería saber de ella si o si debía buscarla yo. Y la busqué.

Lo primero que me dijo es que se había peleado con Karen, que me estaba extrañando mucho, que se había equivocado, que había tratado de llamarme sin éxito, me pedía perdón. Se me pasó todo, me empecé a sentir increíblemente bien. Mi mamá no podía creer como de estar casi muerta pasé a andar por toda la habitación sin poder quedarme quieta, incluso con el suero puesto.

¡Victoria me seguía queriendo! ¡Quería verme! Pasamos toda esa noche hablando, me dieron el alta en la mañana,  quedamos en vernos al otro día, en la tarde.

Cuando nos vimos fue como que el tiempo no había pasado. Estuvimos juntas, reímos, nos perdonamos. Todo estaba bien. Una semana después, le pedí volver y me dijo que sí. Estábamos en su casa, fue muy lindo.

Después de que me fui –ese mismo día- desapareció. Le llamaba y nada. Le enviaba mensajes y nada. A su facebook tenía prohibido entrar por mi salud mental.

Pasé dos días sin saber de ella, pero insistiendo bastante. Hasta que me antendió. Karen me atendió, me dijo que no molestara más. –Exactamente igual que yo con Sabrina-. No le mandé  nada más. Horas después, Victoria me mandó un mensaje diciendo que perdonara “a su prima” porque le “había prestado el celular” y por ende “no era ella la que lo manejaba” y por eso “no me había respondido”. Siempre viéndome la cara de estúpida. Y la debo haber tenido, porque le creía.

De todas maneras, empecé a sospechar que no estaba separada de Karen y mi sospecha se confirmó cuando llegó a verse conmigo con un chupón en el cuello. Si. No me acuerdo que excusa estúpida me puso, seguía insistiendo en que ya no estaba con ella. Pasé por alto esta situación –aunque por supuesto, dolió muchísimo-.

Volvimos a estar “bien”, hasta que se desapareció otra vez y por más días. Yo ya no insistía tanto. Me di cuenta que me había vuelto a bloquear en facebook. Tenía que ser valiente y averiguar el porque. Me metí a ver que pasaba desde el de Cristina, jurándome no volver a hacerlo nunca más.

No solo estaba con Karen, si no que no parecía que se hubieran peleado en algún momento. Victoria, de nuevo, me había mentido. Y que bien lo hacía eh. Le mande un mensaje de texto diciendo que yo no era tan tarada y que no la molestaba más. Nunca fue respondido.

Pasaron un par de semanas y yo seguía sin olvidarla. Tomé de más e hice algo estúpido –como casi siempre-.

No se porque extraña razón yo tenía agregada a facebook a la mejor amiga de Karen. Le hablé contándole todas las cosas que había hecho-dicho Victoria cuando habíamos “vuelto” días atrás. Todo. Que cuidara a su amiga de ella. Entre otras taradeces más, estaba demasiado resentida. Caí unos cinco niveles más abajo en mi pozo. Bueno, ya anticipe que fue la etapa más patética de mi existencia.

Días después, estábamos en casa con Cristina. Nos íbamos a conocer a la hija de una ex compañera que había nacido hacían unos poquitos días. Cuando salí, vi dos chicas que doblaban la esquina, pero no le preste mucha atención.

Con Cris habíamos dado mil vueltas para conseguir un regalo para la bebe y cuando salimos, nos lo estábamos olvidando, se devolvió a buscarlo y yo a hacerle burla, en ese momento sentí a mis espaldas su voz llamándome por mi nombre.

Cristina fue más rápida que yo para darse vuelta. A parte, me había quedado en blanco como cada vez que pasa algo que no espero.

-Es Victoria, Laura.-Dijo, quedándose parada sin saber que hacer.

Me di vuelta lentamente y si, era ella. No sabía como reaccionar. Me saludó como si nada y me presentó a la chica con la que venía.

-Ella es Sofía ¿Sabes quien es? ¿Cierto?

Si que sabía. Sofía era la novia –14 años, también- de Leonardo. ¿Cómo habían terminado siendo amigas? Sabía que eran compañeras, pero supuestamente no se soportaban. ¿Por qué había venido con ella? Rarísimo, nunca lo supe.

-¿A que venis, Victoria? – Me molestaba bastante su presencia.

-A que me aclares un par de cosas.-Dijo, seriamente.

Cristina le sacó conversación a Sofía porque se dio cuenta que la cosa venía espesa. Comenzamos a caminar hasta la esquina de casa, Victoria y yo más adelante que las otras dos.

-¿Qué cosas? –Pregunté, pero sabía por donde venía la mano.

-¿Por qué hablaste con Nicolle? ¿Vos tenés idea de los problemas que me trajiste?

-Admito haber estado ebria y resentida. Bastante. Pero no dije nada que no fuera verdad. No como vos, que venís mintiendo desde hace rato y no solamente a mi.

-Cortamos. Estarás contenta.

-¿Ah si? Como la otra vez ¿No? Ya está Victoria. Por algo me nació hacer eso y por algo pasa todo. Ya tendrías que aprender a bancarte las consecuencias de tus actos.

No se como, pero yo terminé charlando con Sofia y Victoria con Cristina. Esa chica me caía súper mal. Y no por ser la novia de mi ex novio, si no porque le dijo cosas a Leonardo sobre Victoria y yo que no eran ciertas.

-Laura, se nos hace tarde. ¿Vamos? –Dijo Cristina cuando justo apareció el colectivo que debíamos tomar.

Cuando me estaba por ir, Victoria me señaló su mejilla para que le diera un beso, pero me corrió la cara en el momento justo y terminé besándola.

-¡¿Qué haces?! –Le dije.

-Quiero hablar bien con vos. Si te mando mensajes, respondelos.

Y después de hacerme de rogar un par de minutos, incluso cuando ya me había ido, volví a caer. Era como que trataba de salir y siempre me chocaba con algo que me tiraba de nuevo para abajo. Ese algo, siempre era ella.

Nos volvimos a ver, volvieron a pasar cosas, pero esta vez no le dije que estuviera conmigo, quería estar un poco más libre. Me di cuenta que siempre que volvíamos era para lo sexual, nada más. No progresábamos en nada, decrecíamos.

De vez en cuando salía a bailar con Agustina y Yamila, pasaban cosas con Agus pero solo si estábamos ebrias.

Igual yo sabía que seguía enamorada de Victoria. Hasta tenía terror porque creía que nunca iba a poder olvidarla, hiciera lo que me hiciera.

¿Cómo fue que descubrí que seguía con Karen? ¿Y que Karen a su vez la estaba lastimando de mil maneras porque la engañaba con quien se cruzara? ¿Y que Victoria también tenía otras cosas por ahí? Por facebook. Ella sabía que yo no me metía a ver lo que ponía, pero se olvidó que algunas amigas mías todavía la tenían, ellas me dijeron.

Victoria nunca me aceptó nada, es más, siempre inventaba cosas para safar y quedar como la reina de la verdad. Pero la realidad era innegable, seguían juntas. Volví a mandarle que no quería saber de ella, que estaba cansada de que me mienta y de creerle. Ese mensaje fue respondido un par de días después, diciendo que quería hablar conmigo. No le respondí. Parecía que finalmente la había soltado.

Victoria iba a desaparecer totalmente de mi vida. No podía seguir lastimándome tanto.  Ya está, había aprendido muchísimo. Listo, fin.

Unos dos o tres meses después, a días de mi cumpleaños número 19, reapareció. Desde el whatss app de su papá. Justamente me hablaba con la excusa de que quería que estemos “amigadas” para esa fecha. Me hice la difícil hasta donde pude, lo juro. Pero –increíblemente- volví a caer. El poder que tenía esa chica sobre mi era terrible. Me manipulaba como quería.

Esta vez parecía que de verdad había terminado con Karen y en muy malos términos. No quería saber que había pasado, pero todo había salido mal, se odiaban.

Volvimos porque ahora la veía un poco más madura. Estábamos realmente bien, íbamos despacio. Si bien mis amigas la odiaban con todo su corazón, notaban que había crecido un poquito, que estaba haciéndome bien. Dejé de hacer estupideces con Agustina cuando salía, esta vez para siempre y de verdad, me estaba tomando todo muy en serio y parecía que ella también. Éramos muy felices de nuevo.

A mitades de diciembre comencé a salir un poco más seguido porque ya estábamos todas de vacaciones, eso involucraba también a Agustina. Noté que Victoria seguía sin confiar en mi. Odiaba que Agus estuviera en mi vida y yo le había aclarado que a pesar de todo, seguía siendo mi amiga y eso no iba a cambiar. Aparte, yo ya había aprendido y si estábamos juntas y bien, no volvería a lastimarla o engañarla, cosa que cumplí.

El último día del año 2013, peleamos porque siempre que yo salía se ponía bastante tonta y publicaba cosas estúpidas en facebook. Odiaba eso con toda mi alma, porque lo hacía solamente para llamar la atención. Le pedí un tiempo porque estaba un poco cansada. Lo aceptó. Sospeché que podría andar rondando Karen por ahí.

Decidí que con el 2013 también se iría Victoria. Fue un año realmente horrible. De entrada, lo que pasó con el papá de Cristina. En la facultad no me fue muy bien, tenía la cabeza en cualquier lado menos en el estudio. Juliana, que fue mi apoyo y quien más supo del inicio, nudo y desenlace de mi relación, se fue a vivir al sur con el amor de su vida –un chico, Pablo, siendo que ella era lesbiana- con quien hoy tienen a Nicolás, mi ahijado. Me pegó muy fuerte su partida. Todos mis otros compañeros también dejaron. El grupo se disolvió enteramente.

Algo bueno fue que apareció una nueva amiga, Virginia, a la cual conocía de antes por ser amiga de Camila, era mi compañera y las dos nos habíamos quedado solas, por alguna extraña razón le conté todo lo que me estaba pasando con toda la confianza. El aguante que me hizo y que me hace hasta el día de hoy es único. Conoció a las demás chicas y se volvió parte del grupo rápidamente.

En resumen, pocas cosas buenas tuvo el 2013. Pero la historia todavía no termina.

Cuando el año 2014 llevaba 5 días, Victoria cumplía años. Le envié un mensaje bastante breve y hasta un poco tonto. “Espero que tus 15 años te sirvan para madurar. Pasalo lindo. Laura”.

Me respondió que gracias, que no entendía porque yo me había enojado tanto con ella por cosas estúpidas de facebook y si podíamos hablar. No respondí.

El seis de enero me habló desde el whats app de su papa. No respondí.

El siete, volvió a insistir, un poco enojada por mi actitud. No respondí.

El ocho, no apareció. Me sentí un poco aliviada.

En la madrugada del nueve, apareció con su propio whats app. Respondí. Estuvimos hablando, discutiendo, le dije que creía que ella estaba de nuevo con Karen y que de verdad había llegado al límite, que estaba cansada, que era muy tonta e inmadura por siempre enojarse y actuar mal. Ella decía que yo no le dedicaba tiempo –mentira-, que estaba más con Agustina que con ella y era obvio que se iba a enojar, etc.

Me acuerdo que cuando conté por primera vez esta historia –a mi amiga la que dijo que la escribiera- me dijo:

-Decime que no volviste, ya es demasiado estúpido ¿Qué estabas esperando? ¿Otra vez a lo mismo?

Si. Otra vez a lo mismo. Volvimos a vernos y VOLVIMOS. ¿Por qué retornábamos tanto? Ni yo lo sabía, porque ya no la quería de la misma manera que antes. Siempre terminábamos mal. Pero no podía decirle que no. La metáfora perfecta es que estaba hundida.

Empecé a hablarme mucho con Leo porque la chica con la que salía, Sofía, también lo había lastimado casi de la misma manera que Victoria a mi, nos dábamos fuerzasy consejos mutuamente. Siempre fuimos muy amigos. Pero eso a Victoria no le caía para nada bien. Más que yo seguía viéndome casi todos los días con mis amigas, no podía confiar enteramente en mi. Ni yo en ella. Veíamos fantasmas en todas partes.

Pasamos mil cosas ese enero. Tengo que admitir que fue bastante lindo. Me escribía cosas tiernas todo el tiempo, ponía fotos conmigo, me expresaba mucho su cariño. Eso sí, yo ya no lo hacía. Me había vuelto bastante arisca a las demostraciones afectivas e insistencias. Es increíble como es posible cambiar la personalidad por las circunstancias vividas, porque yo no era así.

No me nacían tantas cosas, se daba cuenta y me lo reclamaba, pero no podía, simplemente no podía. Estaba bastante descuidada con nuestra relación, y ella pretendía que yo actuara como antes, después de todo lo malo.

Eso si, cuando estábamos juntas todo estaba bien. Nos seguíamos divirtiendo mucho, seguíamos teniendo  la misma piel de siempre y la pasábamos genial. Aunque empezamos a vernos con muy poca frecuencia cuando ella tuvo que empezar a estudiar y yo también. Podríamos decir que las cosas –por fin- salían como quería.

El siete de febrero pasamos la noche juntas en casa de unos amigos de ella. Cuando ya todos dormían, me dijo que creía que yo la estaba engañando y que tenía miedo. Le dije que no, que nada que ver, que yo la quería a ella, que ya había aprendido, le pregunté de donde sacaba esa idea. Y al último, me terminé enojando. ¿Buscaba una excusa para dejarme? Me dijo que no y entre otras cosas, que nunca había estado tan enamorada de mi.

Esa fue la última noche que estuvimos juntas. Dos o tres días después, me mandó que necesitaba un tiempo. Yo le dije que no entendía, pero lo aceptaba. A los minutos de mi respuesta, dijó que lo mejor era no seguir más y me bloqueó.

Definitivamente toqué fondo ese día. Primero, porque no entendía nada. Segundo, porque no iba a haber vuelta atrás. No estábamos hechas para estar juntas. No estamos hechas. Lloré muchísimo. Mis amigas vinieron a casa, simplemente a acompañarme porque en el fondo todas ya sabían que íbamos a terminar mal.

Si, así fue el final de nuestra relación.

Victoria me dejó una semana antes de rendir. Por supuesto que me fue increíblemente mal. No podía escribir nada. ¿Por qué me presenté si sabía que no había estudiado? No se.

Como observaba que todos estaban escribiendo menos yo, me puse a escribir todas las cosas malas que me había hecho Victoria y porque tenía que dejarla para siempre y no volver a su vida, ni aceptar que volviera cuando tuviera ganas.

Cuando volví a casa con la mala noticia de no haber aprobado, tiré las cosas sobre la mesa sin fijarme que la hoja con todas las cosas escritas sobre Victoria quedaba arriba de todo y me acosté a dormir.

Me despertó mi mamá a los gritos. Jamás en la vida la había visto tan enojada conmigo. O tan dolida. O una mezcla horrible de las dos cosas. No voy a contar mucho de eso, pero fueron los días más terribles de mi vida. Si necesitaba alguna señal para no volver nunca más con ella, ahí la tenía. Se me había dado vuelta todo. Mi mamá no me dirigía la palabra, quería que me fuera con mi papá o sola, pero que me fuera.

En esos días, volvió a aparecer Victoria a explicarme bien el porque de su abrupto corte: Su mamá iba a denunciarme porque descubrió que yo era cuatro años mayor que ella. Mentira. Porque su papá a eso ya lo sabía, por ende su mamá también. Le dije que la verdad es que ya no importaba, le conté lo que me estaba pasando, que estaba en un infierno en mi casa. ¿Y que hizo? Me dijo que no iba a traerme más problemas y desapareció. Yo no la busqué, ya no quería mas.

Los días fueron pasando y todo volvió a la normalidad en casa. Si bien mamá aún no acepta lo que pasó, no se volvió a tocar nunca más el tema.

Me costó increíblemente mucho dejar de quererla, dejar de estar enamorada. Porque olvidarla, creo que nunca voy a poder.

En junio volvió a hablarme, claramente con intenciones que yo trataba de ignorar. Quedamos en juntarnos incluso. Un día antes de verla, puso de foto de perfil de whats app una foto besándose con otra chica. Le dije que lo mejor era no vernos y la bloqueé. No me mando nada más. Dolió eso, pero no tanto como antes.

EL 2014 fue un año excelente. Me pasaron mil cosas buenas, empecé a trabajar en un lugar genial, que amo con todo mi corazón. En la facultad me fue súper bien, aprobé todo. Conocí compañeros nuevos, salí con otras personas pero tranquila, sin sufrimientos. Aunque no podía parar de pensar que necesitaba cerrar mi historia con Victoria, de alguna manera. Esa idea me estaba torturando.

A finales de año, empecé a escribir esta historia, primero porque mi amiga me dio la idea y porque sentí que podía ser una buena manera de dejar todo atrás. Me sirvió bastante de desahogo. Había pensado en escribir y no volver a mencionar a Victoria nunca más.

En enero de 2015, a los días de subir el primer capítulo, Victoria me agregó a facebook. La acepté –aún con todas mis amigas en contra, esperaban de nuevo lo peor- pero no la seguía. Hizo muchas cosas que daban a entender que quería hablar conmigo, muchas. Pero no aflojé. Hasta que un día, medio año después, me cansé y la borré. No me traía nada, ni bueno ni malo. A parte, sabía que ella ya estaba de novia. Y yo, por muchas cosas que no me voy a detener a contar, sentía que ya la había soltado.

El 2015 fue un año raro pero muy, muy lindo. Nos trajo una personita preciosa, que hoy por hoy compite con mi prima favorita por ser mi debilidad: Teo. Cecilia fue mamá. ¡Un bebe en el grupo! Nos tiene embobadas y nos ha cambiado muchísimo, no puedo no mencionarlo. Somos sus insoportables tías.

A pesar de haber estado distanciadas desde marzo a noviembre del 2015, Agustina y yo seguimos siendo amigas.  Está de novia desde finales del 2014 –para mi cumpleaños, que divina- con un hombre que por alguna razón me cae muy bien. Siendo que siempre detestamos a los que nos pretendían. Se que la hace feliz, eso basta y sobra. A parte, es una parte de mi vida más que superada. Volví a mirar a Agus como mi hermana y eso me hace muy feliz. Eso si, todavía no vuelve al grupo de amigas totalmente.

Con Micaela ninguna tiene contacto. Circunstancias de la vida nos separaron. Las mismas que separaron a Agustina de mi y de todas las demás. Por ahora ninguna tiene ganas de volver a la vida de la otra.

Agustina tiene todavía cosas que hablar con Cristina, pero con Cecilia, Camila y Virginia está bien, así que eso me tiene bastante contenta.

Del pozo salí en 2015. Distintas situaciones me ayudaron a dejar atrás la parte más patética de mi vida, creo que escribir –algo que no había hecho nunca en la vida- me sirvió muchísimo. Conocer otras personas, darme cuenta de muchas cosas que tal vez en el momento pasaba por alto, tener otro ritmo de vida me hizo súper bien. Madurar, le dicen. Creía de verdad que nunca iba a poder dejarla atrás, pero lo hice. Y estoy muy orgullosa de mi.

Pero fue el 6 de enero de 2016 el día en el que finalmente se cerró todo. Creo yo, que para siempre. Si, hace muy poco. Y me hace muy bien, porque sentía que seguía estando la posibilidad de que ella reapareciera. Hoy por hoy, se que no va a pasar, porque finalmente las cosas quedaron en claro de mi parte y de la suya.

Le escribí por su cumpleaños –el 5- y terminamos hablando toda la noche, tanto que en la mañana decidimos juntarnos en el lugar de siempre. Me puse un poco nerviosa. Está de novia desde hacen siete meses, iba a respetar eso, no pasaría nada. Y no pasó. También me di cuenta que ya no tengo ganas de que pase nada con ella. No la vi como una amiga, ni tampoco como un amor. No se realmente que es lo que sentí.

Victoria hoy tiene 17 años, tres tatuajes, el pelo corto, pircings, entre otros cambios, por fuera ya no es la persona que me gustaba. Pero pude notar que ha madurado muchísimo.

Se acuerda de muy pocas cosas –según ella-. Eso me hizo enojar bastante, porque yo me acuerdo hasta de fechas. Tiene todo mezclado. En parte lo entiendo, era chica. Pero no dejo de pensar que yo estuve estancada mucho en esta historia y ella continuó con otras –bastante tormentosas según me contó-. Perdí mucho el tiempo, es cierto. Ahora tengo muchas ganas de recuperarlo, muchas.

Logré algo que nunca había pasado, me pidió perdón por todo. Me dijo que se había arrepentido de haberme dejado como lo hizo y que esperó que yo fuera a buscarla, porque ella no se animaba y cuando se animó, había pasado que mi mamá se enteró de todo, por eso decidió desaparecer.

De todo esto quería hablarme cuando me agregó en 2015, que todas las indirectas que tiraba eran para que yo le hable, ella no iba a hacerlo por miedo.

También me dijo que si no hubiera pasado lo de Agustina, nunca hubiéramos terminado. Eso, según ella, fue lo que había roto todo. Le dije que tenía razón, pero que todo estaba previsto. Por algo pasó.

Me contó toda la verdad, según lo que recordaba, aunque se mareaba y tenía que reordenarse cada tanto. Me hizo bien que finalmente no me mintiera. Si hubiéramos charlado antes, yo no habría estado preparada e iba a tener un sufrimiento enorme. Si bien no voy a contarlo, se el porque de nuestro final y no me dolió saberlo, ni un poco. Todo llegó a su tiempo.

Estoy tranquila en saber que por mi parte, hice lo que pude y bien.

Nos actualizamos en cosas de nuestra vida, habían pasado casi dos años sin vernos. Y corrió muchísima agua debajo del puente. Hemos cambiado mucho, crecido, aunque también hay cosas nuestras que estan intactas. Según ella, sigo siendo la persona que puede hacerla reir en todo momento. Según yo, sigue siendo igual de charlatana, simpática y agrandada que siempre.

Mentiría si digo que la quiero, pero si quiero lo mejor para ella, porque no la odio. No se que tan bien le está haciendo su noviazgo, pero no me voy a meter con eso. Le dije que podía contar siempre conmigo, pero que nunca íbamos a volver. Siempre iba a ser la primera en mi vida, pero también la persona que más me hizo sufrir y de eso no hay retorno. Estuvo de acuerdo conmigo.

Fue un rato bastante lindo, verla me costó peleas con un par de amigas porque creían que yo no estaba preparada. Pero al final todo salió muy bien y hasta ellas terminaron contentas. Era algo que realmente necesitábamos, porque todavía estaba abierto, lo quisiera o no. Y lo cerramos, juntas.

En fin, hasta aquí llega esta historia. Resumí todo lo mejor que pude. Se que me quedaron muchas cosas por contar, pero lo importante está. Finalmente, lo saben. No tiene un final de cuento como tenía pensado, no es para nada lo que imaginé, pero es eso o nada. Esto también lo tenía que cerrar. No quería que quedara inconcluso. Algo que tienen que saber, es que en este capítulo no hay nada de ficción. Nada inventado. Este si es real.

¿Por qué dejé de escribir? Por un par de cosas que solo sabe una sola persona, dejó de nacerme continuar con esto.

¿Por qué volví? Porque alguien me insistió de una manera bastante divertida. Y aparte, porque después de mucho tiempo, volví a tener ganas. Las cosas se dieron como para que pudiera terminarlo. Si bien lo estoy haciendo en un día y sin pensarlo mucho, seguramente con errores, muchas veces he pensado en que tenía que darle un final, por respeto a muchas personas que se engancharon y también por mi misma. Creo que cuando esté subido voy a sentir que me saqué una mochila de encima. Era una asignatura pendiente que estoy cumpliendo.

No creo volver a escribir más, así que me despido con mucha alegría de todos los que siguieron mi historia. Mi desahogo. Me trajo cosas lindas escribir y no voy a olvidarlo. Quise borrarlo muchas veces y me di cuenta que no puedo.

Le mando un abrazo muy fuerte a todos los que se prendieron, me escribieron, comentaron, valoraron, etc. Realmente me hizo muy feliz. Y más feliz me está haciendo terminarlo, justo cuando cumple un año. ¡Sean ustedes también muy felices!

¡Gracias por la paciencia! A su tiempo, todo llega.

Un abrazo enorme, a todos.

Laura :)

Te dije que no lo leyeras. Estúpida tarada, vos también fuiste una de las cosas lindas que me trajo esto, a pesar de todo. Es imposible no mencionarlo. No te agrandes al saber que sos la única persona en todo el universo que sabe quien es Laura y quien es Ro. Por algo será. ¡Gracias por absolutamente todo!