Cautivada por un hombre mayor

Mi pollera escocesa color verde era perfecta para exhibir mis piernas, y la camisa blanca que adornaba mi parte superior daba un aspecto ingenuo pero excitante.

Cautivada por un hombre mayor

Me llamo Luciana y tengo 19 años soy Argentina pero actualmente vivo en Ecuador por razones de trabajo de mi padre.

Me encantan los hombres maduros, porque saben tratar muy bien a las mujeres y las hacen sentir importantes y muy cuidadas y además porque me da mucho morbo y lujuria tener sexo con ellos

Esto paso hace un año en Argentina, cuando fui a tomar un café al salir de estudiar.

Mi pollera escocesa color verde era perfecta para exhibir mis piernas, y la camisa blanca que adornaba mi parte superior daba un aspecto ingenuo pero excitante

En medio del café me di cuenta que un hombre me miraba, se hacía el tonto cada vez que yo le devolvía la mirada como casi todos los hombres. Aún así sentía punzante como se clavaba su mirada en mi cuerpo, en mis piernas.

El no estaba nada mal, era más alto que yo, tenía el pelo corto y muy varonil si me preguntan, estaba muy bien vestido y tendría unos 50 años.

Se notaba que era tímido, eso me cautivaba. Dicen que las personas tímidas y calladas suelen tener mucha energía guardada, y yo quería saber si era cierto. La verdad es que me calentaba mucho.

No perdía nada con probar suerte con este hombre, rápidamente tomé la decisión y aproveché para acercarme y probar suerte

"Hola" dije colocando en mi cara la sonrisa más grande y cautivadora que pude sacar. El se dio vuelta y se quedó mudo ante mí. Comenzó a tartamudear, buscando alguna palabra que lo dejara bien parado.

Te gustaría tomar un café, me dijo.

Si respondí yo

Luego de estar un rato hablando le pedí que fuéramos a un lugar más tranquilo, para conversar un poco más tranquilos.

Me invitó a su departamento .Subimos por las escaleras y llegamos su departamento. Apenas entramos comenzamos a besarnos sin nada de timidez. Así nos fuimos moviendo hasta llegar a su habitación, yo quedé sentada en la cama, y el parado enfrente de mi.

Se notaba su miembro hinchado bajo su pantalón

Me acerqué a su sexo y lo liberé de su encierro, con lengüetadas fugaces y muy suaves, lo recorro hasta que mi saliva se topa con su líquido pre seminal.

Me detuve, consiente de que de seguir así, no tardaría mucho en darme su semen caliente

Hizo que me recostara mientras se colocaba sobre mí. Sus manos empezaron a tocar mis piernas, mis pechos, mi cara, sus labios recorrían mi cuello. Sin darme tiempo a nada fue quitando mi blusa hasta dejar mis pechos a la vista.

Mi pequeña pollera a esta altura había subido hasta la cintura, lo único que me cubría en ese momento era mi bombacha blanca. Una de sus manos comenzó a bajar buscando el calor de mi entrepierna, buscándome. Sus dedos me tocaban por sobre la ropa interior, apretándola contra mi vagina que ya estaba algo mojada. El parecía saber lo que estaba haciendo ya que sus manos cubrían los lugares correctos y me hacían desear más, mucho más

Me despojó de mi ropa interior y se desnudó completamente .Me recosté boca arriba, con las piernas abiertas. Con lentos movimientos de pelvis roza mi rajita con su glande, hasta que no pude más.

"No me dejes esperando" dije.

Primero hundió la punta de su miembro suavemente, los pelos de la nuca se me erizaron, arquee mi espalda, buscando una penetración más profunda.

Milímetro a milímetro va clavando su miembro, siento el calor de su miembro, forzando las paredes de mi vagina. Nos quedamos así unos minutos de penetración suave y lenta, llena de besos, hasta que ya no podemos más y nos vimos envueltos en un ritmo frenético… Una penetración violenta y lujuriosa donde las posturas se suceden unas a otras y los bombeos son brutales. El cambio de dominador a dominado varía a cada minuto. El espejo nos devuelve, la imagen de un hombre mayor, embistiendo salvajemente a una jovencita, que se entrega a la lujuria y la pasión del momento

No podíamos más, el sudor recorría nuestros cuerpos, sabia que era el objeto de su deseo, me penetraba frenéticamente aguantando su inminente eyaculación para lograr que yo alcanzara mi orgasmo. Un orgasmo que me sorprende en el momento más inesperado. Un orgasmo brutal que únicamente puede suceder cuando te has entregado totalmente y estás a merced del placer de la persona que te está dominando. Me sigue penetrando suavemente, para que disfrute hasta la última gota de ese orgasmo. Después de unos minutos así. Su ritmo se acelera y me entrega su semen que inunda mi juvenil vagina.

Descansamos un rato abrazados. Pero soy una jovencita muy inquieta y comienze a encender nuevamente su lujuria.

Su experiencia de hombre maduro sabe como encenderme y convertirme en una hembra sedienta de sexo

Su boca recorrió suavemente cada pliegue, cada labio de mi vagina. se detuvo en mi clítoris haciendo pequeñas succiones. Se va acercando cada vez más a mi culito y chupa mi agujerito, para empezar a meter su lengua por ahí.

Me estremece de placer y transgresión. Con la palma hacia arriba introdujo su anular en mi vagina. Hasta el fondo, luego sacó el dedo para introducirlo en mi culito.

Él iba despacio para no hacerme daño, así estuvo un rato probando con dos dedos para agrandar mi hoyo. Cuando sentí que estaba lista le dije "Me parece que ya estoy lista"

El deseo me carcomía por dentro e imploraba sexo. El se acercó hacia mí y puso la punta de su lindo pene en mi entrada trasera, dispuesto a penetrarme. Con cuidado comenzó metiendo el glande por mi agujerito, lento para no hacerme daño.

El comenzó a entrar y salir de mi interior, un movimiento acompañado con caricias, me penetraba de una forma fluida, era delicioso y tan prohibido. Su cuerpo arremetía contra el mío, y los golpeteos entre los dos llenaban el cuarto junto con nuestros jadeos. Mi piel sentía claramente su respiración y su sudor.

Sentir su pene duro en mi interior era algo que me hacía sentir poderosa, Me maravillaba sentir como me penetraba.

De pronto su leche inundó mi interior, se sentía húmeda y tibia, abundante... muy abundante. No pude contenerla, era demasiada.

El se quitó de mi interior y me dio espacio para moverme. Algo incómoda me dejé caer, abrí mi cola con las dos manos y allí mismo comencé a expulsar su semen

Luego nos bañamos y nos despedimos, habíamos pasado un gran rato que de seguro no olvidaríamos ninguno de los dos