Cautiva para el placer
De golpe el miedo se apodera de todo su cuerpo, no sabe en donde está, se encuentra a merced de quien quiera que sea que la tiene cautiva.
Cautiva para el placer.
Lentamente va recobrando el sentido, intenta moverse, pero no puede, un escalofrío recorre su cuerpo. Abre los ojos y lo único que encuentra es obscuridad, respira profundo para tranquilizarse y siente un antifaz que le cubre los ojos y una barra de goma suave en la boca, que no la hace guardar silencio por completo, pero que evita que se entienda lo que dice.
Nuevamente intenta moverse, se da cuenta de que se encuentra en una cama, sus muñecas están atadas a la cabecera y puede sentir las bandas de cuero que rodean sus tobillos y que la mantienen sujeta, incapaz de moverse. Suspira al sentir una suave tela que cubre su desnudo cuerpo.
De golpe el miedo se apodera de todo su cuerpo cuando empieza a razonar, no sabe en donde está, se encuentra amordazada y vendada de los ojos, quedando a merced de quien quiera que sea que la haya llevado ahí.
Los temblores por el temor son cada vez más evidentes en su cuerpo, cuando escucha los cerrojos de una pesada puerta que se acaba de cerrar. Se concentra en los ruidos que la rodean cuando le susurran al oído.
- Tranquila, si te portas bien no te haremos mucho daño.
La voz le resulta familiar, es la voz de un hombre sereno y seguro de si mismo, pero ¿por qué dijo te haremos? ¿Cuántos son los que la tienen cautiva? Todos los ruidos a su alrededor cesan y el ambiente se llena de una melodiosa música que le acaricia los oídos mientras los peores pensamientos cruzan por su mente al darse cuenta de la proximidad de su captor. Se estremece al sentir como desliza sus fuertes manos por sus hombros.
Sobresaltada se da cuenta de que el rubor sube por sus mejillas cuando la suave tela que le cubre el cuerpo se desliza, siente la respiración de su captor sobre el cuello y sin poder evitarlo se estremece con el calor de sus labios cuando hacen contacto con su piel, besándola desde el cuello hasta el ombligo, como si no pudiera controlarse, mientras recorre su silueta con las manos y deja escapar suspiros de placer.
- Eres una delicia, no dudo que nos darás muchas horas de placer.
Ella se estremece al escuchar otra vez esa voz tan familiar y al sentir como le acaricia las mejillas calientes de vergüenza, lucha por defenderse, pero es inútil, se mueve lo poco que las ataduras se lo permiten, su cuerpo tiembla al sentir algo fresco y húmedo sobre sus senos. Tratando de imaginar lo que es, ruega porque no se trate de nada que se mueva o que la pueda lastimar.
Inmersa en la obscuridad del antifaz, las sensaciones de su cuerpo se incrementan, un suave néctar resbala por uno de sus senos y no puede evitar dejar escapar una protesta, que la mordaza convierte en gemido cuando una cálida lengua recoge el néctar en su pecho. Un nuevo gemido escapa de ella al sentir como se come lo que sobre sus senos se encuentra. Su cuerpo tiembla mientras la cálida lengua recorre sus pechos y se afana limpiando el néctar en sus pezones que aumentan por momento de tamaño, mientras un frío sudor la recorre.
- No tengas miedo, que hoy te vamos a saborear con suavidad.
Sin poder controlar los movimientos de su cuerpo, los jadeos se escapan y ella se estremece mientras su captor continúa saboreando sus ahora firmes pezones, recorriéndolos con su cálida lengua, le acaricia los pechos y el torso desnudos, durante lo que a ella le parece un largo tiempo. Un grito de sorpresa se pierde en la mordaza que la aprisiona, al sentir como le oprime y mordisquea suavemente los senos sin lastimarla. Forcejea inútilmente tratando de liberarse y respira agitada al darse cuenta de que no puede hacer nada por evitar el tormento al que está siendo sometida.
- Vas a ver como la vamos a pasar muy bien.
Cómo puede decir que ella la va a pasar bien, si está ahí contra su voluntad. No pretende rendirse, pero es imposible escapar y decide luchar por no sentir, por no dejar que su cuerpo se rinda ante las ilícitas caricias. Angustiada sale de sus pensamientos cuando siente como una mano sube por su muslo hasta perderse en su intimidad para empezar a acariciarla. Es imposible no imaginar lo que hará con ella y se estremece al sentir como juega suavemente y sin recato con su intimidad.
Nerviosa y confundida al no poder controlar las sensaciones de su cuerpo, se mueve inquieta cuando ya no sólo la acaricia sino que empieza a meter y sacar los dedos en ella, mientras libera una de sus piernas sin dejar de jugar con su cuerpo, cada movimiento la hace estremecerse más. Siente un vacío en el estómago mientras con un continuo entra y sale de los dedos, la hace vibrar cada vez más intensamente dejando que el sudor le empiece a correr por todo el cuerpo.
Lucha por contener los jadeos, el antifaz que le cubre los ojos se humedece ante la vergüenza y la impotencia de que su cuerpo esté siendo usado sin su consentimiento. Las caricias cesan y ella solloza cuando siente como le libera la otra pierna y la acomoda, el rubor regresa a sus mejillas al sentir que la mira, con las piernas abiertas y a merced de sus bajos instintos.
Por un momento sólo escucha la melodiosa música que la rodea, mientras la suave textura de las sábanas toca su piel y percibe el olor de su captor que llega hasta ella y se impregna en sus sentidos. Él recarga las manos en sus rodillas separándole un poco más las piernas, acaricia sus muslos hasta llegar a su entrepierna en un continuo contacto con su piel.
Un estremecimiento recorre su cuerpo cuando una lengua juega en su intimidad, el olor a excitación provoca que él se agite dejando escapar algunos suspiros que ella escucha, recorre sus piernas con suaves besos para regresar a la entrada de su intimidad donde pasea su lengua de arriba hacia abajo, una y otra ves mientras continúa acariciando sus pechos.
Ella no deja de luchar por liberarse, pero sólo logra mover sus brazos y piernas un poco, su cuerpo se sacude ante el ímpetu y la vehemencia con la que él la goza mientras su lengua no deja de entrar y salir de su vagina sin pudor, provocándole suspiros entrecortados que se convierten en fuertes jadeos cada vez más frecuentes. Los continuos movimientos de la lengua y los dedos, le provocan oleadas de placer que la van llevando a un intenso orgasmo, reprime un gemido tras su mordaza, pero no puede evitar arquear la espalda en una incontrolable respuesta de su cuerpo.
Sabe que su captor puede sentir su temblor, él controla su cuerpo sin que ella pueda evitarlo. Su respiración sigue agitada cuando siente como la toma de los pechos acariciándolos mientras le frota los pezones que vuelven a presentarse erectos y endurecidos. Su cuerpo ha vibrado como nunca, sus pensamientos divagan con esa idea cuando siente como su captor desliza y frota su erecto y grueso pene sobre su abdomen provocando que se estremezca.
- Eres nuestra y vamos a gozarte. Le susurra con la voz entrecortada, desesperada ella intenta cerrar las piernas, lo cual le resulta imposible porque él se encuentra entre ellas, la maneja a su antojo, la toma de los tobillos y le acomoda las piernas, se da cuenta de que su postura es perfecta para que la penetren sin dificultad, siente los movimientos del pene de su captor con los que la frota mientras se prepara para introducirse en ella, el erecto órgano de su captor la descubre húmeda, el calor enciende sus mejillas y su respiración se acelera cuando el pene se acomoda en la entrada de su vagina y empuja suavemente abriéndose pasado en su interior.
En la oscuridad en la que se encuentra sólo es consciente de cómo su captor se va enterrando en ella lentamente, muy lentamente, no puede controlar los temblores que se apoderan de su cuerpo mientras el grueso órgano la penetra, lo escucha disfrutar al rozar las palpitantes paredes de su vagina, ahora cálidas y húmedas. Él siente como ella se estremece mientras él sigue abriéndose paso dentro de ella y extasiado no reprime el comentario que ella escucha con vergüenza.
- Vamos a disfrutar hacerte gozar como nadie. Sin decir más la toma con suavidad acomodándola y con un sutil movimiento la penetra por completo, ella deja escapar un fuerte suspiro tras su mordaza, mientras su corazón late acelerado.
A pesar de estar aturdida, su cuerpo no deja de percibir todas las sensaciones, por un instante le parece como si nada se moviera, tras el impacto de tener aquel enorme órgano por completo en su interior, reacciona al sentir los primeros movimientos en su invadido cuerpo, él empieza a moverse lentamente dentro de ella para que sienta como la goza con cada penetración, pausadamente, disfrutando cada momento. Un estremecimiento la recorre al escucharlo jadear ante el rítmico y lento mete y saca de su cada vez más grueso órgano que la embiste.
Las manos de su captor se aferran a su cintura mientras la penetra una y otra vez doblegándola a su antojo, la disfruta sin limitaciones, nadie se interpone a sus deseos. Exaltado marca el ritmo de sus movimientos dándose todo el tiempo para gozarla, entra y sale de su cuerpo aumentando poco a poco la velocidad y la fuerza de las embestidas.
Sin poder hacer nada para evitarlo, ella siente como su cuerpo responde a las continuas penetraciones y se acompasa a los movimientos de él, permitiéndole penetrarla cada vez más profundo, su sudoroso cuerpo, más sensible a cada momento, se estremece cuando juega oprimiéndole los pezones, acariciándole el busto o las nalgas y recorriendo su desnudez con su cálida bocas y sus fuertes manos, sin dejar de embestirla, entrando y saliendo de ella sin darle tregua, incansable.
Se siente totalmente sometida a su captor, los temblores son incontrolables al igual que los frecuentes jadeos ante el interminable vaivén dentro de su cuerpo. Un fuerte calambre recorre sus piernas cuando él las abre más para entrar en ella en una enajenada y constante penetración, extasiado, sabiendo que la está haciendo gozar como nadie.
Ella siente como todos sus músculos se tensan y un cosquilleo recorre su espalda desde la base hasta la nuca, aprieta las sábanas y muerde la mordaza mientras él la sujeta de las caderas para jalarla hacia su cuerpo penetrándola aún más, le encaja los dedos y sus jadeos se unen, ella estalla en un frenético orgasmo y se estremece al sentir invadido su interior por un calor que empieza a escurrirle por la ingle, él no deja de empujar, una y otra vez hasta que se vacía por completo.
Completamente exhausta, se reprocha así misma no haber podido evitar que su cuerpo respondiera al placer provocado por su captor. La combinación de jugos dentro de su vagina, escurren por su entrepierna cuando por fin él abandona su cuerpo. Ella siente las suaves manos de su captor que la acarician en un provocador masaje.
- No puedes negar que lo estás disfrutando tanto como yo.
Al escucharlo ella se reprocha y se regaña por no haber podido controlar su cuerpo, la ha forzado y lo odia, aunque no la haya golpeado y la haya tratado con delicadeza, pero cómo se puede tratar a alguien con delicadeza cuando se le está violando. Con dificultad se trata de acomodar de lado apretando sus piernas, pero inmediatamente siente como su captor la vuelve a colocar boca arriba y se acomoda entre sus piernas.
- Todavía no acabamos.
Ella trata de oponerse, quisiera poder suplicar para que la deje, para que ya no juegue con ella, pero sólo deja escapar un gemido y luego otro cuando los dedos nuevamente entran en su vagina e inician un rítmico vaivén, ella se da cuenta de que la usará a su antojo, un nuevo gemido escapa de ella cuando las manos la tocan, lo siente acomodarse sobre su pecho, besarla en el cuello y en sus firmes senos mientras juega con su intimidad para llevarla a una oleada de sensaciones que ella ya no esperaba sentir.
Su captor libera uno de sus brazos y le toma la mano que aprieta con fuerza, la besan en el cuello y saborea sus pezones mientras ella muerde la mordaza y arquea el cuerpo, la acomoda para poder penetrarla con suavidad sin dejar de jugar con su intimidad, la embiste con tranquilidad, ella lo siente nuevamente formando parte de su cuerpo y tiembla sin control mientras él no deja de estrujar sus pechos.
Su corazón late como si se le fuera a salir del pecho, está gozando otra vez y no puede hacer nada para evitarlo, agitada jadea buscando jalar aire, ¿Cuánto más podrá soportar?, se pregunta bañada en sudor mientras se estremece con fuerza, su captor se toma su tiempo para penetrarla y lo hace con vigor y sin descanso. Los dos se sacuden de pies a cabeza y él la llena mientras sus cuerpos revientan en un desmesurado orgasmo, más largo y sostenido que los anteriores. Él se vuelve a vaciar en ella mientras los dos se estremecen.
Ella no deja de respirar agitada, apretando aún la mano de él y tiembla cuando siente como su otro brazo es liberado, extasiado su captor se acuesta junto a ella que se abraza las piernas poniéndose en posición fetal y empieza a llorar afligida, al oírla su captor se acerca a ella, le quita el antifaz y la mordaza y la abraza.
- No llores preciosa, no quise lastimarte.
Ella se abraza a él conteniendo el llanto, un escalofrío la recorre mientras las piernas le tiemblan. Siente como su esposo la cubre con cariño y preocupado por su llanto le pregunta.
¿Estás bien?
Fue maravillo amor.
¿En verdad?
Cumpliste mi fantasía con creces, te amo.
Por ti haría lo que fuera.
Abrazados y disfrutando del calor de sus cuerpos, captor y cautiva se unen en un profundo y apasionado beso.
Fin
Fuego de Rosa.