Causa y efecto

Shadow nos resume en su relato que toda acción tiene una reacción en mayor o menor medida, pero cuando esta sucede en el peor momento y en la peor situación… la reacción se puede tornar trágica.

Isabel iba sentada en el coche mirando por la ventanilla, iba pensando en cómo podía estar haciendo esto, como podía estar otra vez con su amante camino de un hotel, además siempre del mismo hotel, lo que consideraba un peligro, por mucho que él dijera que era el sitio más seguro. Llevaba poco más de tres meses con esta relación clandestina y no lo entendía. En ese momento Rafael le metió mano entre sus piernas, haciéndola gemir, eso era, justo eso. Rafael, el socio de su marido Carlos, sólo con tocarla la ponía caliente, sólo con rozarla recordaba ese primer polvo prohibido, salvaje, morboso y se mojaba toda ella de deseo por él. Pero no podía evitar sentirse sucia, estaba engañando a alguien que lo daría todo por ella, incluso su vida si se la pidiese, que la satisfacía cuando y como ella deseaba en la cama por muy agotado que llegara. El no se merecía esto, pero era superior a ella, este deseo maldito que sentía, este ardor interno.

Su mente racional la indicaba que jugaba con fuego, que si su marido, el hombre al que amaba sobre todas las cosas, sin el que moriría lentamente... le avisaba de que si él se enteraba de esto la dejaría, la repudiaría y puede que por esta estupidez que hacía al acostarse con Rafael incluso perdiera a su hijita también, lo estaba arriesgando todo por un polvo, por follar con alguien quien tampoco es que le cayera muy allá como persona, que siempre le había parecido un chulo, cuya mujer, Mirta, encima era muy amiga suya.

Estaban llegando por fin al hotel, una vez en la habitación se limitaría a follar, a disfrutar y a dejar de pensar. No quería pensar en lo que supondría para ella perder a su amado Carlos, sólo quería sentirse por unos breves instantes como la hacía sentirse Rafael, unos instantes tan breves como el tiempo en que lo tenía dentro de ella follándosela.

Rafael iba preocupado, por un lado no podía dejar de mirar de reojo a Isabel, la mujer de su socio, su nueva zorra desde hacía tres meses, siempre que quedaban la veía así, mirando al vacio, seguro que arrepintiéndose de estar follando con él, lo veía en sus ojos, menos mal que era tan puta que con sólo rozarla el coño se ponía a chorrear. El idiota de Carlos la tenía en palmitas, en lugar de darla palmetadas, seguro que le haría el amor en lugar de reventarla a pollazos como le gustaba a esta zorra, el imbécil no aprovechaba a semejante guarra,  metió su mano entre las piernas de Isabel, alcanzando su tesoro, notando como se humedecía a marchas forzadas. Irónico pensó que no era más que una puta calentorra y viciosa que se las daba de señora.

También iba preocupado por el coche, había visto de reojo encenderse un piloto rojo en el cuadro, y el rojo nunca era algo bueno, no sabía qué era, pero bueno, cuando llegara al hotel le encargaría al encargado que lo llevara a algún taller de confianza para que se lo miraran, llevaba años llevando a su puta de turno a ese hotel, por eso tenía ciertos privilegios. El personal se llevaba buenas propinas por todos estos pequeños detalles incluido el no poner su verdadero nombre en el registro. Era un experto, llevaba haciendo esto desde antes incluso de casarse con Mirta, desde que eran novios aquí era donde se traía siempre a sus zorritas.

La tarde acababa de empezar ese viernes, Carlos en lugar de estar trabajando como siempre, en lugar de quedarse en la oficina hasta las tantas, se dirigía a su casa en completo estado de shock. Había sorprendido a su adorada Isabel en algunas contradicciones, gastos extraños. Pidió a un amigo que investigara qué le pasaba, estaba muy preocupado por ella, hacía unos años cayó en el vicio del juego, se temía una recaída en él, lo que nunca pudo llegar a imaginarse era lo que su amigo descubrió y le probo con fotografías, las mismas que iban en el bolsillo interior de su chaqueta guardadas. Su adorada mujer, su vida, su amada, la razón de su existir junto con su hijita, le estaba engañando con su propio amigo y socio, con Rafael, las lagrimas corrían libremente por sus mejillas.

Cuando llegó a casa no había nadie, según ella estaba con sus amigas, él sabía que como cada viernes, estaría con su socio follando, entregándose a él como una puta, con esa cara de guarra que mostraba en las fotos que le había dado su amigo. Necesitaba enfrentarla cuando regresara, lanzárselo a la cara.

Pero quizá antes de hacer nada tendría que hablar con un amigo que era abogado matrimonialista sobre cómo actuar para no perderlo todo ante ella, sabía de sobra como decidían los jueces en estos casos, sin duda eso era lo mejor, quería divorciarse de esa mujer que ahora sabía que no lo quería, pero no quería que ella se quedara con su hijita, con el único amor que ahora quedaba en su vida, con lo único que ahora le quedaba para luchar,  no podía enfrentarla ahora, no sabía muy bien qué hacer para que ella no se diera cuenta de que lo sabía todo.

No podía evitar hacerse preguntas, ¿Por qué? ¿Qué era lo que le faltaba con él? ¿Le habría querido de verdad alguna vez? ¿Sólo había sido para ella un burro que trabajara para mantenerla y darla todos sus caprichos? Estaba destrozado.

Mirta estaba en la peluquería, no podía dejar de pensar en Carlos, en el socio de su marido, el marido de Isabel, una de sus mejores amigas. Carlos, su secreto, un secreto que llevaba consigo desde que lo conoció hacía ya cinco años. Estaba enamorada de él, le quería desde el mismo momento en que le puso la vista encima cuando su entonces novio Rafael estaba mirando de convertirse en su socio, se dio cuenta de que lo que sentía por su entonces novio Rafael no debía de ser verdadero amor, con él no sentía esos pajaritos en el estomago que sentía sólo con oír la varonil voz de Carlos, cómo su corazón se aceleraba sólo con rozarse con él. Sólo se caso un año después con Rafael por la familia, y porque así por lo menos podría estar cerca de su amor.

Estaba segura de que el cerdo de su marido estaría por ahí con alguna golfa, la estaba engañando desde el inicio de la relación, no le importaba, ella también tenía sus escaramuzas, de hecho si había aguantado todo era por Carlos, estando casada con Rafael, con su socio y amigo, siendo además amiga íntima de Isabel, tenía un grado de intimidad que él no le permitiría de estar soltera... le gustaba de él esa forma de mantener las distancias con cualquier mujer, ojalá se hubiese atrevido cuando pudo, cuando Isabel cayó en el juego tuvo la oportunidad de su vida para habérselo arrebatado pero la dejó pasar por el bien de su amiga.

Muchas veces pensaba en dejar a Rafael, en divorciarse, aunque se creía muy listo tenía pruebas más que de sobra contra él, además, lo que no sabía casi nadie fuera de las familias de ambos es que el dinero era de ella, las acciones de la empresa en la que era socio de Carlos fueron compradas por el dinero de ella únicamente con el secreto fin de poder acercarse a él, y no de Rafael, además estas estaban también a su nombre, aunque Carlos pensara que era por el tema de impuestos. Se podría decir que si se divorciaran Rafael no tendría dónde caerse muerto, cuando estaba de bajón como era el caso se sentía como una imbécil por no pensar sólo en ella, por no dejar a su marido y por no haberse atrevido a ir a por Carlos a degüello, pasando por encima de su esposa, pero Isabel era una persona legal, no podría haberle hecho eso, además ver cómo él se volcó con ella cuando lo de su adicción, no podía hacer eso, ¿no? ¿O realmente era tan idiota como se sentía en esos momentos de bajón?

Rodrigo estaba solo en el taller, uno de los conserjes del hotel cercano le acababa de llevar un cochazo de alta gama, su dueño decía que se le había encendido una luz roja pero que no sabía cuál era. Jodidos Yuppies, ni para eso servían, no eran ni capaces de saber qué puta luz se le encendió, ahora tendría que mirar con lupa el puñetero coche y él había quedado a medio día con su chica con la sana intención de echar un polvo aprovechando que el jefe no estaba, les daba morbo follar en los coches de otros, le acababan de joder el día.

Estuvo mirando el coche durante un buen rato, al final cerró la puerta y salió con él a probarlo, sólo le dio tiempo a andar cien metros cuando se volvió a encender el piloto rojo y el ordenador del coche le indicó la avería. Menudo idiota, ni siquiera fue capaz de leer el mensaje del ordenador indicándole la avería. Ahora sólo tenía que verificar que era el alternador. Una pieza cara, un buen dinero esa reparación, si la perdía el jefe le mataba, con el tiempo que se llevaría esa reparación supo que se le había jodido el polvo de todas, todas. Si era el alternador iría con el tiempo justo para cambiárselo, y eso gracias a que lo tenían allí porque el listo de su jefe lo pidió por error para otro coche, una casualidad. Encima ese puto Yuppie iba a tener la suerte de que ya tuviesen la pieza allí, eso le iba a permitir salir con el coche reparado esa misma tarde.

Silvia llegó al taller donde trabajaba su chico, su jefe no estaba, a ver en qué coche podía follar con su chico, la daba morbo follar en el coche de otros... pensar que pudiesen dejarse en él por error una prenda, una mancha de semen o de flujo que pudiese encontrar al mujer o marido del propietario... El quizá ver en algún sitio ese mismo coche sabiendo que ella ha estado follando en el... eran cosas que la ponían malita. Según entró vio a su chico enredando en el motor de un cochazo, se le empezó a hacer el coño agua sólo de pensar en follar en él.

Se acercó a su chico por detrás, agarrándole por sorpresa del paquete, éste sobresaltado se volvió, al ver que era ella se abalanzó sobre sus labios, le encantaba cómo su chico se entusiasmaba cada vez que la veía, cómo se le notaba que se moría por besarla. Su anterior novio era más guapo, más fuerte, mejor tipazo y tenía la polla más grande que Rodrigo, pero no se arrepentía para nada de haberle dejado por él, Rodrigo la llenaba como nunca ningún otro chico antes. Le pidió mimosa que cerrara para follar en ese estupendo coche... no vio a Rodrigo muy convencido en esta ocasión, pero una dulce miradita, un apretoncito sobre la pija y su chico sólo pensaría en follársela, en hacer que se corriera de gusto por las patas. En tres minutos bajó el cierre y cerró la puerta de acceso, cogió a su novia por la mano y entró con ella en el asiento de atrás del lujosísimo coche.

Se encontraba cachondísima, se quitó la mini y las braguitas, el contacto del lujoso cuero contra su culito la estaba poniendo a cien... su chico fue a acariciarla, pero no quería eso, sólo quería que se la metiera hasta el fondo y se la follara lo más fuerte que pudiese, el olor del coche, ese típico olorcito a coche nuevo, a cuero nuevo la volvía loca. Cuando su chico entró tras ella, con la polla en ristre, con el preservativo puesto no pudo aguantar más, le apremió a que se la clavara sin contemplaciones. Sintió cuándo el miembro de su chico se abrió parte en su intimidad, cuándo éste empezó a embestirla, cómo su polla se frotaba con sus paredes vaginales, tocándola en lo más profundo. Estaba tan excitada que sólo le hizo falta una docena de embestidas de su chico para correrse de gusto, pero él siguió hasta hacerle alcanzar un segundo orgasmo, a la vez que su chico se corría en el preservativo.

Nada más recuperarse tumbó a su chico en el asiento trasero, colocándose luego sobre él, dejándole al alcance de la boca su coñito mientras ella engullía la estaca de su novio. Debía de reconocer que ese coche le daba muchísimo mas morbo de lo normal, de todos modos hacía casi una semana que no había follado con su chico, y eso para alguien tan caliente como ella se notaba, estaba intentando recuperar esos polvos perdidos. Tras correrse ambos se puso a gatas, con una rodilla en el suelo y la otra pierna sobre el asiento de atrás, dejando el coño rozando con el borde del asiento trasero. Quería que la rompiera el culito en esa posición, quería que se la follara así.

Sintió cuando su chico poco a poco se la empezó a meter, despacio, muy despacio hasta que estuvo toda dentro de ella. Después espero pacientemente a que ella se acostumbrara, le encantaba la delicadeza de Rodrigo, siempre había sido ella quien tenía que frenar a sus amantes, pero con su chico todavía no había tenido que hacerlo ni una sola vez. Cuando notó que pasaba el dolor le dijo que empezara a moverse, para su placer comprobó que con cada embestida de Rodrigo su coñito se frotaba contra el borde del asiento, multiplicándola el placer que sentía. Duró muy poco, igual que su chico, se corrieron ambos enseguida.

Rodrigo no pudo evitar como su polla se encabritaba al ver a su chica en esa extraña postura, ofreciéndole su culito. Se puso otra goma situándose tras ella en tan incómoda postura, poco a poco fue introduciéndosela por el culito, su chica soltaba gemiditos de dolor, una vez estuvo toda dentro espero pacientemente a que Silvia le dijera que empezara a moverse. Esto sucedió poco después.

Para su sorpresa comprobó que cada vez que embestía a su chica sus huevos avanzaban o retrocedían rozándose levemente con el borde del asiento, sentía el cuero acariciándoselos, intentaba aguantar como podía para conceder a su chica el orgasmo, pero con ese roce sabía que no duraría mucho. Afortunadamente cuando llegó sintió cómo su chica se corría a la vez que él.

Una vez se vistieron y arreglaron limpiaron por dentro todo el coche, todo el borde del asiento trasero estaba empapado en flujos de su chica, al hacérselo notar ésta se sonrojó, era algo que le encantaba de Silvia, que pese a saber que era una chica de experiencia, con él muchas veces era capaz de comportarse de ese modo, ruborizándose por una tontería sólo porque él lo había dicho. Silvia se despidió de él para regresar a su casa, cada vez estaba más colgado por ella.

Cuando el conserje del hotel llego a por el coche habían pasado más de seis horas y sólo le había dado tiempo de volver a montar todo lo que ya había retirado cuando le sorprendió Silvia, pero el coche realmente no lo había llegado ni a tocar. Para quitarse el marrón y que su jefe no pudiese decir nada, al conserje le dijo que era el alternador, pero que el coche al tener menos de dos años estaba en garantía, lo que no le dijo fue que el coche estaba usando la batería al no funcionar el alternador y que eso podría suponer que al quedarse sin batería se quedasen tirados con el coche.

A Rodrigo no le interesaba que dejara el coche, si su jefe se enteraba tendría problemas por no haberse encargado de él teniendo tiempo para hacerlo. Después de eso Rodrigo no volvió a pensar en ello, total, ¿qué podía pasar?, ¿que el yuppie se quedara sin la batería y tuviera que pedir una grúa?, anda y que se jodiera.

Rafael iba conduciendo camino del centro comercial donde habían dejado el coche de Isabel, el conserje le había dicho que sólo era un problema eléctrico, que el mecánico le había dicho que lo llevara a un taller de la marca cuanto antes ya que lo cubría la garantía. Rafael pensó que mejor así, de haber sido algo grave y ser una factura alta quizá hubiese tenido problemas para ocultárselo a su mujer...

Rápidamente su mente se desvió de esto para centrarse en la tarde que había pasado con la golfa que se sentaba a su lado, qué mujer, qué loba, era arriesgado al ser la mujer de su socio y amiga de su mujer, pero merecía la pena. Sabía que tardaría mucho en aburrirse de semejante putón, sólo tenía que cuidarla un poquito para que sus remordimientos no la alejaran de él y volvieran a llevarla con el imbécil de su marido.

De reojo vio cómo otra vez parpadeaba la luz roja, por lo menos ahora estaba tranquilo, sólo era un pequeño fallo eléctrico. En ese momento se empezaron a encender varias luces más en el cuadro, algunas rojas, otras naranjas y la pantallita Led del ordenador no dejaba de dar mensajes de averías. Esto le preocupó sobre cualquier otra cosa, dejó de prestar atención a la carretera para centrarse en lo que ocurría en el cuadro de mandos del coche.

Cuando oyó el chirrido de frenos levantó la vista para encontrarse con un tráiler que estaba haciendo la tijera delante suyo, intentó evadirlo saliéndose al arcén, pero la dirección asistida falló y se endureció, rápidamente subió la mano que tenía entre la pierna de Isabel para hacer fuerza con el volante y poder girar. Por instinto esta vez tiró del volante con todas sus fuerzas, desgraciadamente en ese momento volvía a tener dirección asistida haciendo que el coche se cruzara en medio de la carretera, restando metros de frenada a los demás conductores. Al cruzarse de carril varios coches fueron a impactar contra el vehículo de Rafael, empujándolo a base golpes contra el camión que se hallaba cruzado en medio de la carretera, incrustándolo en él, mientras varios coches más se unían al accidente múltiple  al no ser capaces de frenar a tiempo.

El problema de quedarse sin alternador es que el coche empieza a usar la batería, pero cuando llega el momento en que ésta ya no puede dar lo que el coche le pide, el ordenador del vehículo empieza a reducir consumo eléctrico apagando sistemas, razón de las presuntas averías, por eso la dirección se puso dura sólo un segundo, ya que al ser un sistema "primordial" el ordenador volvió a conectarla de nuevo. Fue sólo mala suerte, justo cuando la batería dijo basta, desviando la atención de Rafael hacia los testigos que se encendían de avería al apagar sistemas el ordenador, el tráiler reventó una rueda de su dirección, el conductor no pudo hacer nada por impedir que el remolque se cruzara haciendo tijera... Justo cuando Rafael intentó mover el coche con una mano el ordenador retiró la asistencia a la dirección impidiéndole mover el volante al no ir sujetándolo debidamente y endurecerse este por completo.  Justo ese segundo que tardó en subir la mano que tenía en la pierna de Isabel al volante, fue el que necesitó el ordenador para volver a conectar la dirección asistida, provocando con ello que Rafael al tirar de golpe con todas sus fuerzas del volante, sólo consiguiese dar un violeto giro que descontroló el vehículo por completo cruzándolo en medio de los otros carriles de la autopista a menor distancia de la que estaba el camión, llevándose ellos los impactos de los demás vehículos.

Carlos estaba en casa, con los ojos agotados de llorar cuando recibió la llamada de la guardia civil informándole del accidente y de que su esposa estaba ingresada en el hospital. Llevó a su hijita con una vecina y partió raudo hacia allí. En todo el camino lo único que le preocupaba era cómo estaba su mujer, su amada Isabel, todo lo que había descubierto de ella pasó a un segundo plano. Nada más llegar se encontró con que estaba en el quirófano, dos horas después el médico le atendió dándole el parte sobre el estado de Isabel, por lo visto estaba muy grave, pero hasta pasadas 48h no se sabría que ocurriría, además su corazón había quedado muy débil...

Toda su atención estaba centrada en el estado de Isabel, en rezar porque no le pasara nada, por lo menos hasta que vio allí a Mirta descubriendo en ese momento que el accidente había sido con el coche de Rafael, y dónde había sido... no le hizo falta más para saber de donde volvían los dos, la gélida garra de los celos y el odio secó su corazón de cualquier rastro de preocupación o de angustia por Isabel, por primera vez deseo que no saliera de esta, que muriera, eso solucionaría todos sus problemas, su hijita sería sólo para él, no tendría que pelear por ella, esa puta no se merecía seguir viva.

Disimulando se interesó con Mirta por el estado de Rafael, pesando que ojalá muriera también ese cerdo, pero no dejó traslucir nada ante Mirta, no quería hacerla sufrir innecesariamente. Si por suerte ambos morían ella no tendría que enterarse nunca de que su marido le había sido infiel, destruyéndose así la imagen que sin duda debía tener de él.

Mirta estaba en casa cuando la llamó la Guardia Civil notificándole el accidente, cuando llegó se enteró de que su marido estaba más con un pie en el otro barrio que en este. Su sorpresa vino cuando supo quién era la otra persona que iba con él en el coche... no salía de su asombro, la nueva fulana de su marido era Isabel, su mejor amiga, la mujer de su amado Carlos. No se sintió del todo bien con ello, pero no pudo evitar dejar de desear que ambos murieran, por su marido no lloraría en absoluto, es más podría organizar una fiesta y todo para celebrarlo. Por Isabel en otras circunstancias lo hubiera lamentado, pero ahora, que hubiese engañado a un buen hombre como Carlos que tanto había hecho por ella con el cerdo de su marido, traicionándola de paso a ella también. Ojalá se muriera ella también, eso dejaría su camino expedito al corazón de Carlos.

Cuando vio a Carlos no supo bien cómo actuar, cuando le preguntó por Rafael tuvo que actuar, disimular, no podía permitir que él supiera que su mujer lo engañaba, callaría, no diría nada de nada salvo que sobreviviera. Si Isabel lo hacía, esta vez no pensaba permanecer quieta, pensaba luchar por el hombre que amaba, ya vería como conseguir pruebas contra los dos amantes y eso era fácil, su marido no lo sabía, pero ese hotel donde siempre iba creyéndose seguro, una parte de él era de uno de sus primos. Tampoco permitiría que esa puta de Isabel separara a Carlos de su niña, ya vería como lograba destruirla, pero algo haría, si es que sobrevivía, ojala que no.

Tres días después Rafael falleció, el médico le dio la mala noticia a su esposa. Mirta se preparo para organizar el funeral de su marido, cualquiera que la viera pensaría que era una desconsolada viuda. Contó con la ayuda de Carlos, quien como buen amigo de su esposo estuvo con ella todo el tiempo que pudo, que era muy escaso ya que él debía de estar pendiente de Isabel, aunque a él ciertamente no le apeteciera estar pendiente de ella, pero sabía que debía de mantener las apariencias, ya que pese a todo, si salía de esta seguía pensando en divorciarse.

Isabel pareció recuperarse, parecía que ella al menos si lograría salir de esta, pero no indemne, el médico le dijo a Carlos que sus piernas no tenían ninguna sensibilidad, su columna había sufrido daños serios, su corazón estaba dañado por el sobreesfuerzo que tuvo que hacer para lograr mantenerla con vida, estaba al borde de un colapso, con tratamiento y tiempo podría recuperarse de esto en concreto, pero nunca volvería a andar otra vez. Que cuando quisiera podía entrar a verla en la habitación, que no se asustara por todos los tubos que viera que tenía, que no había que hacer que se sobresaltase por nada, porque algo así podría ser fatal para su corazón...

Cuando entró le dio un vuelco el corazón al verla en ese estado, llena de tubos por todos sitios, entubada, con drenajes, en fin, imagináoslo. No sabía qué hacer, se iba a quedar parapléjica, pensó que ningún juez después de eso la separaría de su hija, si pedía el divorcio con ella en ese estado perdería seguro. Tendría que cargar con alguien en sus condiciones sabiendo que nunca lo ha querido, que para ella sólo ha debido de ser un burro que llevara el dinero a casa, no era justo, dios, no era justo, porque le pasaba todo esto a él que nunca había mirado a otra y había adorado allí por donde ella pisaba.

Vio en los ojos de Isabel una clara pregunta, ¿Qué me ha ocurrido? Carlos decidió contestarla teniendo cuidado para no sobresaltarla. Se limitó a decirle que había tenido un accidente con Rafael. En ese mismo momento sus ojos condenaron a Isabel, esos mismos ojos marrones que en otro tiempo el adoró, los mismos que le miraron asustados, los mismos que dejaban escapar el miedo a tener que explicarle que hacía ella con Rafael en aquel coche.

Carlos al ver eso ya no fue capaz de callar más, el odio por su traición se apoderó de su alma haciendo que se lo soltara todo a Isabel con la secreta esperanza de que su corazón reventara de una vez. Le dijo todo lo que sabía, lo de ella y él, que Rafael había muerto, que estaba invalida, incluso la dijo cargado de odio que iba a divorciarse de ella, que iba a quitarla a la niña, que pensaba destruirla como ella le había destruido a él con su traición. Vio como la maquina que vigilaba el ritmo cardiaco se volvía loca, como la línea que marcaba sus pulsaciones se disparaba para luego quedar en una línea continua, sin saltos, pensó que con un poco de suerte, esa línea plana seria definitiva.

Oyó los pitidos de las alarmas de las maquinas, las carreras... pensó con frialdad qué era lo que debía de ir haciendo desde ese momento, paso a paso. Empezó a moverse, tocó la alarma para llamar a las enfermeras, sólo porque sabía que debía de hacerlo así, como haría cualquier esposo que deseaba que su mujer se salvara, ahora debía de poder llorar, pero sus ojos estaban secos, no sabía qué hacer. Entonces se acordó de algo que vio en una película, se sujeto unos pelillos de la nariz tirando con fuerza de ellos, arrancándoselos . Un gemido de dolor escapó de su garganta justo en el momento en que el personal médico entraba a la carrera, sus ojos se desbordaron de lágrimas, enrojeciéndose sus ojos instantáneamente por el dolor, la viva imagen del acongojado esposo.

Isabel falleció de un colapso el mismo día en que lo hizo Rafael, fallecieron ambos con sólo unas pocas horas de diferencia. Ambos esposos se apoyaron en esos momentos de dolor, ambos cuerpos fueron velados en el tanatorio en sendos cuartos situados uno al lado del otro por deseo expreso de ambos cónyuges. Por allí pasaron muchos familiares de ambos, amigos y conocidos.

Al día siguiente se procedió al entierro de ambos en distintos cementerios. Durante los días siguientes días ambos viudos, Carlos y Mirta estuvieron arreglando papeles juntos, apoyándose mutuamente en tan duros momentos. Entre los dos empezó a formarse una camaradería forjada en tan difíciles momentos, todo el mundo se alegró por ellos, por poder tenerse como apoyo mutuo.

Mirta estaba en la gloria, los dos habían muerto, tenía el camino libre para conquistar a Carlos, no pensaba cometer los errores del pasado, fuese honorable o no, pensaba aprovechar el estado de desconsuelo de Carlos para robarle el corazón, le quería para ella, no permitiría que ninguna espabilada se lo pudiese arrebatar. Seguiría dejándose consolar por él, poco a poco su amado Carlos iría cayendo enamorado de ella. Se moría de ganas de  poder hacerlo suyo por fin, nunca le contaría lo que sabía de Isabel y Rafael, eso se lo guardaría para ella, no quería que el perdiera la imagen que tenía de su amiga, no por ella, sino porque él no sufriera más de lo que ya lo hacía por alguien que no merecía ni una sola lagrima de él.

Carlos por su parte estaba pensando muy enserio en intentar conquistar a Mirta, era una mujer de bandera, no entendía como Rafael se había liado con la puta de Isabel, cuando su propia mujer era mucho más atractiva y deseable. No estaba enamorado de ella, pero le tenía un gran cariño, la consideraba una de sus mejores amigas, bueno, suya y de su difunta mujer. Sabía que Mirta era una gran mujer y su hijita iba a necesitar una nueva mamá. Además sabiendo lo dulce y cariñosa que era Mirta, ésta no tardaría mucho en lograr que él se enamorara de ella y en robarle el corazón a su niña, era sin duda la mejor opción, además no podía dejar que descubriera cómo era su esposo, mejor dejarla con la imagen idílica que sin duda debía de tener de él, sucediese lo que sucediese entre ambos, Mirta jamás se enteraría de lo de su esposo con Isabel, no merecía sufrir más por un cerdo como él.

Cada vez que ambos se encontraban, al cruzarse sus miradas, sus ojos lanzaban destellos y daban chispazos, ¿sería eso amor?

FIN