Catwoman´s Prey V

Donde Catwoman y su nueva ayudante, Batcoño, llevan adelante los planes de la villana

Quinta entrega de la obra de Citizen Cane publicada en la página BDSM Library con el título original "Catwoman's Prey". Disfruten de la traducción.

V

  • Bueno, Batcoño. ¡Seguro que te has divertido mucho! – dijo riendo Catwoman una vez que Barbara fue traída hasta su presencia guiada aun por la correa. Tenía semen seco en toda su cara, pechos y muslos. Su espalda estaba cruzada por infinidad de marcas de latigazos, y sobre sus senos se apreciaban también algunas marcas de un intense rojo vivo. Estas últimas fueron un regalo del Pingüino que, antes de irse, se empeñó en quitar las pinzas de sus pezones con la fusta.

  • ¡Estás… estás tratando de convertirme en una prostituta! – protestó débilmente Barbara.

  • Querida, ya “eres” una prostituta – ronroneó riendo Catwoman. – Ya ves, Babs pronto tundra a los más ricos y famosos hombres de Gotham entre sus clientes mientras que a Batcoño se la follan todo tipo de villanos. ¿Te das cuenta? Así podrás seguir conservando tu doble vida, como a ti te gusta. ¿No es genial?

  • ¡Te odio! – escupió Barbara con las pocas fuerzas que le quedaban.

  • ¿Me odias? – preguntó Catwoman sin enfadarse por la actitud desafiante de Barbara. - ¿Por qué? ¿Por demostrarte a ti y al resto del mundo el tipo de puta que eres en realidad?

  • ¡No! ¡Tú me has obligado a hacer todas esas cosas horrible! – protestó Barbara.

  • ¿En serio? Dime, puta, ¿cuántas veces te has corrido esta noche?

  • Yo… yo…

  • ¿Eh? ¿Cuántas? ¡Vamos, contesta!

  • No… no me acuerdo… - dijo finalmente Barbara casi en un susurro.

  • ¿Ves? ¡Te has corrido tantas veces que ni siquiera puedes acordarte! ¿Y dices que yo te he obligado? ¿Cuantas veces hemos pasado ya por esto, zorra? Siempre dices que te has visto forzada, pero babeas ante la mera visión de una polla. ¡Eres una hipócrita, puta! ¡Igual que tu padre!

Las palabras de Catwoman atravesaron el corazón de Barbara que, en silencio, bajó la cabeza, pero Catwoman aun no había acabado de hablar.

  • ¿Qué, no tienes nada más que decir? Oh, vamos, ¿por qué no continúas y me cuentas lo virtuosa que realmente eres? Encuentro este tipo de conversación muy convincente, especialmente cuando tienes la boca llena de semen. – dijo la villana entre risitas.

  • ¡Eh, chicos! – dijo Catwoman volviéndose hacia sus hombres. – Parece que nuestra Batcoño no ha bebido suficiente semen hoy, ¿se les ocurre alguna forma de remediarlo?

  • ¡No! – suplicó Barbara cuando el primer hombre se acercó a ella abriéndose la cremallera. Trató de retroceder, pero otros dos matones la sujetaron. Lo único que podía hacer era ver como aquella polla erecta se acercaba directamente hacia su cara. Con una mirada dolida y humillada dibujada en su rostro, luchaba contra sí misma. Finalmente, derrotada, abrió la boca. Riéndose, el hombre empujó inmediatamente su miembro en la boca de la muchacha que empezó a chupar con los ojos cerrados.

A pesar de que, obviamente, Barbara no necesitaba de ningún estímulo, Catwoman se acercó a ella y empezó a frotar la puntera de su bota izquierda contra el coño de la muchacha, logrando que, pronto, Barbara comenzase a emitir gemidos ahogados al tiempo que la bota de Catwoman brillaba con sus jugos.

Sonriendo con malicia, Catwoman levantó el pie y comenzó a follar a Barbara con el tacón de su bota. En poco tiempo el hombre se corrió y Catwoman rió en voz alta a ver como Barbara se afanaba en tragar hasta la última gota de su semen.

  • ¿No es ese el sabor que deseas, coño? – preguntó Catwoman. - ¿Quieres, quizás, probar con este otro? – preguntó de Nuevo pero, esta vez, acercando la bota hasta el rostro de Barbara.

  • ¡Lámela hasta dejarla limpia, puta! ¡Limpia tus jugos de zorra!

De mala gana, Barbara sacó la lengua para lamer sus propios jugos de la bota. Aun no había tenido oportunidad de correrse y, mientras lamía, podía sentir como cada vez estaba más y más caliente. Una vez que hubo limpiado la puntera, sin que nadie se lo ordenase, comenzó a lamer el tacón.

  • Así que dime, puta. – dijo riendo Catwoman. - ¿Qué sabor prefieres, el semen o tus propios jugos?

“¡Por favor! ¿No me has humillado ya lo suficiente!”, sintió Barbara ganas de gritar en señal de protesta, pero estaba bien entrenada para saber qué era lo mejor para ella.

  • El… el semen. – respondió con voz apenas audible.

  • ¿Perdona? – preguntó en tono jocoso Catwoman.

  • Dije que… que me gusta más el sabor del… del semen. – respondió Barbara.

  • ¡Bueno, muchachos! – dijo Catwoman mientras reía triunfalmente. - ¡Ya habéis oído a la puta! ¡Venga, coged turno! ¡Y aseguraos de que se traga cada gota!


  • ¡Buenos días, Batcoño! ¿Cómo estás hoy? – preguntó Catwoman cuando, dos días después, Barbara fue llevada a su presencia.

  • Es… estoy bien, gracias, señora. – respondió mansamente Barbara.

Realmente se sentía bien esta mañana, ya que en vez del primer polvo de la mañana en su celda, los guardias la llevaron al baño de Catwoman y la dejaron asearse. Por segunda vez desde que comenzó su cautiverio, la primera fue antes de llevarla al club de Madame Duvall, le permitieron el lujo de darse una ducha con agua caliente y gel de ducha perfumado.

Le permitieron, incluso, ponerse algo de maquillaje y casi se echo a llorar cuando Catwoman le señaló un juego de braguitas y sujetador blancos que había sobre su cama idéntico a los que ella solía llevar antes.

  • Póntelos, puta. – dijo Catwoman. – Vamos a hacer de modelos esta mañana.

Barbara tuvo un mal presentimiento, pero hizo lo que le ordenaron. Cuando terminó de ponerse las prendas, dos de los esbirros de Catwoman se le acercaron. Primero le colocaron una mordaza de bola alrededor de su cabeza y luego procedieron a atarle las manos y los pies juntos tras la espalda. Barbara se dejó hacer pasivamente. Cuando la colocaron en el suelo, otro de los matones de acercó a ella con una Polaroid en las manos.

  • Mira al pajarito, puta. – dijo alegremente Catwoman. - ¡Y sonríe!

Barbara obedeció, levantando la cabeza hacia la cámara.

  • ¡Excelente! – ronroneó Catwoman después de que su hombre hubiese tomado varias polaroids más de Barbara desde diferentes ángulos. Luego, ordenó que la desatasen.

  • ¿Qué… qué vas a hacer con las fotos? – preguntó Barbara una vez le retiraron la mordaza.

  • Te lo contaré más tarde, puta. – contestó bromeando Catwoman. – Pero antes, vamos a probarte tu nuevo traje. ¡Mira! – dijo mientras tomaba a Barbara de la mano y la conducía hasta el armario.

Barbara se quedó sin aliento al ver el atuendo que colgaba en su interior.

  • Por… por favor, señora. – se atrevió a preguntar con timidez volviéndose hacia Catwoman. - ¿Qué… qué quieres de mí?

  • ¿Qué qué es lo que quiero? – preguntó Catwoman en voz alta. - ¡Quiero traer caos y anarquía a esta ciudad, y TÚ me vas a ayudar! Ahora cállate, querida. – dijo Catwoman recuperando su ronroneó habitual. – Venga, póntelo. No puedo esperar a ver como te queda. Más tarde te contaré mis planes o, si te apetece, podemos tener ahora una pequeña “sesión”… - dijo amenazadoramente.

  • ¡Oh, no, por favor! – suplicó Barbara. - ¡Ya, ya me lo pongo! – dijo mansamente.


  • Deliciosa, absolutamente deliciosa… - ronroneó Catwoman sin apartar la Mirada de Barbara. – Ven, mírate. – dijo mientras acompañaba a la joven frente a un espejo.

Barbara se colocó en pie delante del espejo, hipnotizada ante su propia imagen. La máscara que ahora llevaba era idéntica a la que siempre había llevado, pero el resto de su atuendo era completamente diferente. Botas altas y guantes que le cubrían hasta por encima de los codos. La capa había desaparecido y el traje, inspirado en el de Batman, se había convertido en algo similar a un traje de baño de una pieza en látex negro. El corte era muy alto, dejando al descubierto gran parte de su culo y cubriendo apenas su coño. Dos agujeros, a la altura de la cintura, dejaban al desnudo las caderas y un gran símbolo de murciélago estaba recortado en el pecho de forma que, aparte de dejar claramente visible su escote, dejaba ver parte de sus pezones en las dos puntas de las alas del animal. “Este es el traje de Batcoño”, pensó Barbara para sí al tiempo que empezaba a sentir como sus jugos comenzaban a fluir.

  • Adorable, ¿verdad? – ronroneó Catwoman permaneciendo de pie junto a Barbara. – Pero creo que deberíamos hacerte la cera en las ingles. – agregó riendo. – Ahora escucha con atención, Batcoño. – dijo cambiando de repente a un tono de voz más severo. – Esta es tu misión para hoy…

  • Damas y caballeros, esto es un informativo especial. En las pasadas horas se han desarrollado varios ataques sobre las once prisiones de la ciudad de Gotham. Según los primeros informes, estos ataques fueron llevados a cabo por Catwoman, el Joker y el Pingüino, cada uno de ellos liderando los ataques en diferentes partes de la ciudad. Se dice también que Catwoman estaba acompañada por una asistente no identificada que, según los testigos, vestía un revelador traje con una insignia de murciélago. Varios guardias han sido asesinados y un gran número ha resultado gravemente herido. Los reclusos fueron liberados aunque la policía ha logrado capturar a un pequeño número de ellos. Se estima también que Catwoman y su asistente han liberado entre treinta y cuarenta presos. La policía recomienda a todos los ciudadanos que permanezcan en sus casas y mantengan la calma. Se especula que el alcalde, en breve, declare el estado de emergencia. Por favor, permanezcan atentos a próximos avances…

  • ¡Hey! ¿Qué coño es esto? – gritó Joe Pitcher y su voz resonó en la amplia sala.

  • ¡Oye, amigo, cierra la boca! – gritó otro hombre. – ¡Tengo un dolor de cabeza de mil demonios!

  • ¿Me estás mandando a callar, Mikey? ¡Imbécil! – exclamó Joe al reconocer la voz de su hermano. Ambos habían sido arrestados cuando trataban de atracar un banco y no se habían vuelto a ver tras ser encarcelados, hacía ya dos años. Aún aturdido por la droga que Catwoman había usado para noquearlo, Joe se esforzó por levantarse y corrió hacia donde estaba sentado su hermano.

Los dos hombres se abrazaron entre risas. Mientras lo hacían, el resto de los hombres que ocupaban la sala empezaron, también, a despertarse. Joe echó un rápido vistazo a su alrededor. La sala la ocupaban unos treinta hombres, todos con uniforme de recluso. A algunos de ellos los reconoció como compañeros suyos en la prisión de máxima seguridad. Hablando entre ellos, todos llegaron a la misma conclusión: Catwoman y su atractiva asistente habían entrado en sus celdas, los habían drogado y despertaron en aquella sala.

La estancia en la que se hallaban parecía el salón de una gran mansión, con la diferencia de que no tenía ventanas. Mientras aun discutían que hacer, las grandes puertas de madera se abrieron y, por ellas, entró Catwoman.

  • Bienvenidos, caballeros. – ronroneó Catwoman.

  • ¡Hey, Catwoman! – gritó alguien. - ¿Qué coño pasa aquí?

  • No se enfade, Sr. Bennett. – dijo sonriendo Catwoman. – Te lo explicaré todo. Como ya sabéis, hoy, mis amigos y yo, hemos hecho una pequeña visita a todas las cárceles de Gotham. Y mientras que a la mayoría de vuestros amigos los liberamos de su injusta e ilegal detención, ustedes han sido invitados específicamente a mi guarida.

  • Sí, claro, ¡menuda invitación! – interrumpió alguien.

  • ¡Paciencia, paciencia, querido! – ronroneó Catwoman. – Has sido invitado por tus habilidades especiales. Al igual que usted, Sr. Cruz, por ejemplo. Su ataque al camión blindado fue impresionante.

  • ¡Claro! – dijo el hombre encogiéndose de hombres. – Y hubiese hecho uno aun mejor si no hubiese sido por esa perra de Batgirl.

  • Entonces, ¿qué me dirías si te ofrezco mi ayuda con ese otro trabajo?

  • ¿A qué te refieres exactamente, Catwoman?

  • Os invito a uniros a mí. Ustedes trabajan conmigo y mi banda y, después, compartimos las ganancias. Después de lo que habéis visto hoy, estoy segura de que estáis al tanto de lo que somos capaces de hacer.

  • ¿Y por qué deberíamos compartir nuestras ganancias contigo?

  • Bueno, si no quieres unirte a mí eres libre de irte. Mis hombres te acompañarán de vuelta a Gotham y allí podrás hacer lo que quieras, siempre y cuando no te conviertas en un ciudadano respetuoso con la ley y el orden. – dijo riendo Catwoman. - ¡Ah, por cierto! Si te unes a mí disfrutarás además de un bono extra…

En ese momento las puertas volvieron a abrirse y uno de los secuaces de Catwoman entró tirando de una correa. El otro extremo de la correa estaba unido a un collar de cuero ceñido al cuello de una mujer totalmente desnuda excepto por la máscara que llevaba y un par de botas altas de tacón. A Joe casi se le desencaja la mandíbula mirando aquel cuerpo sexy y atlético, de pechos pequeños y firmes y un coñito esmeradamente recortado. Estaba seguro que todos sus compañeros pensaban lo mismo.

  • ¿Qué demonios…? – murmuró.

  • Bueno, puta. – dijo Catwoman. - ¿Por qué no te presentas?

  • Bu… buenas noches, se… señores. – comenzó a decir la joven con una voz que Joe estaba seguro de haber oído con anterioridad. – Me… me llamo Batcoño y soy una pu… puta. – continuó diciendo. – Antes solía ser conocida como Ba… Batgirl, pero he cam… cambiado mi nombre porque eso es lo que realmente soy. No soy na… nada más que un co… coño, y si se unen a Catwoman, podrán u… usarme cuan… cuando y co… como quieran.

Cuando la mujer terminó de hablar, Joe pudo apreciar como su cuerpo temblaba.

  • ¡Eh, Catwoman! – gritó. – Esto no es una broma, ¿verdad? ¿Realmente es esa Batgirl?

  • S… sí, señor. – En lugar de Catwoman, fue la mujer desnuda la que contestó. – Yo le a… arresté hace dos años y medio. Usted trató de dispararme con su escopeta, pero hi… hirió a su hermano en mi lugar. Él le pidió que escapase, pero usted se quedó a su lado. Así fue co… como los arresté.

  • Eso es cierto. – murmuró Joe poniéndose, junto a su hermano, en pie. – Entonces, si realmente eres Batgirl, tenemos algunos asuntos por zanjar. – dijo mientras se dirigía con calma hacia donde permanecía de pie Batcoño.

Joe miró a la mujer desnuda. Su encuentro con Batgirl había sido breve y no había tenido nunca la oportunidad de echarle un buen vistazo. Ahora se daba cuenta de que, en realidad, resultaba ser una mujer muy hermosa. Tenía parte del rostro cubierta por la máscara, pero sus labios, al descubierto, eran deliciosamente turgentes. Su cuerpo era delgado y estaba en forma. En él destacaban sus firmes pechos. Las manos las llevaba esposadas a la espalda mediante unas muñequeras de cuero. Joe sonrió, asombrado, al ver las dos docenas de líneas rojas que cruzaban su espalda y su culo, y el símbolo del murciélago tatuado justo en el nacimiento de su trasero.

  • ¿Así qué has capturado a Batgirl?

  • Sí, lo he hecho. La he capturado, la he entrenado y ahora obedece todo lo que le diga. La verdad es que a veces tengo la esperanza de que no lo haga, porque cada vez que me desobedece, las cosas se ponen mucho más interesantes. – dijo riendo Catwoman. – Y si os unís a mí, también podrá ser vuestra. Sin que le hagáis ningún daño permanente, por supuesto, pero, por lo demás, podéis hacer con ella lo que queráis. Y ella obedecerá en todo.

  • ¿En serio?

  • ¡Claro! ¡De rodillas, Batcoño!

Al oír estas palabras, Batcoño se dejó caer inmediatamente sobre sus rodillas. Joe se quedó mirando el par de pechos que, apenas, se encontraba a medio metro de él. Apenas había visto a una mujer en estos dos últimos años, y mucho menos a una mujer desnuda. Poco a poco, extendió la mano para agarrar uno de los senos de la muchacha y comenzó a apretarlo suavemente. La joven no se estremeció ni protestó, simplemente permaneció allí, arrodillada, ofreciéndole sus pechos para que jugase con ellos. Un rato después, Joe se percató de que la muchacha empezó a temblar ligeramente al tiempo que su respiración se aceleraba.

  • ¿Te gusta, Batgirl… perdona, quiero decir Batcoño? – preguntó Joe riéndose.

La mujer no respondió, se limitó a mirarlo mansamente. Mirándola a los ojos, Joe recordó la noche de su arresto.

  • ¿Te gusta también esto? – le preguntó Joe dejando de acariciar el pecho de la muchacha, levantando el brazo para dejar caer pesadamente su puño sobre aquellos senos.

  • ¡Ah! – Barbara se estremeció y dejó escapar un grito de dolor cuando sus pechos se balancearon con la fuerza del golpe.

  • ¡Ah, ah, ahhhh…! – sus gritos se fueron convirtiendo en gemidos al tiempo que el hombre seguía golpeando sus pechos una y otra vez, pero seguía inmóvil, arrodillada, con la espalda recta, presentando sus pechos a su agresor. Cuando el hombre finalmente se detuvo, los senos de Barbara estaban enrojecidos y ella jadeaba y temblaba. Joe miró hacia abajo y vio como el sexo de la joven brillaba de humedad.

  • Has disfrutado, ¿verdad? ¡Mierda, Batgirl! ¡Eres una pervertida!

  • S… sí, señor. He… he disfrutado, gra… gracias. – contestó Barbara, con los ojos cerrados avergonzada.

  • Y apuesto que con esto también disfrutarás, Batcoño. – dijo Joe mientras sacaba su miembro erecto.

Cuando él apretó su verga contra los labios de la joven, Barbara obedientemente abrió la boca y engulló la polla.

  • ¡Dios, Mikey! – exclamó Joe riendo. - ¡Esta piva es sorprendente!

  • ¿En serio? ¡Déjame probar! – dijo entusiasmado Mike mientras se sacaba la polla.

Barbara chupaba con avidez la polla de Joe cuando este se retiró, dejando su boca abierta a la espera de que Mike la llenase.

  • Sí, tienes razón, es increíble. ¡Quién habría dicho que Batgirl la chupase tan bien! – exclamó y todos en la sala se echaron a reír.

Aunque avergonzada por los comentarios de los dos hermanos, Barbara realizó, no obstante, su trabajo con entusiasmo. Cuando Joe la sujetó de la cabeza, ella, obediente, abandonó la polla de Mike para volver a centrar su atención en Joe. Se dedicó a atender alternativamente a los dos hermanos hasta que estos se corrieron. Mike fue el primero en hacerlo, y Joe vio como la mujer se esforzaba por tragarse todo el semen del hombre. Mientras Barbara lo hacía, Joe siguió masturbándose hasta que estuvo a punto de correrse. Entonces presionó su polla contra la mejilla de Barbara y los primeros chorros de semen golpearon el rostro de la chica.

Al ver esto, Mike se retiró un poco y Barbara, obediente, trató de meterse las dos pollas en la boca pero sin éxito. El semen de los dos hombres chorreaba ahora por su barbilla. Aun después de que aquellas dos pollas dejaran de eyacular, Barbara seguía lamiendo con avidez la punta de aquellas vergas. “¡Dios, esta zorra sí que está caliente!”, pensó Joe.

  • Muy bien, Catwoman. – dijo Joe volviéndose hacia la villana. – Mike y yo estamos contigo.