Cata y el fisgón

El día en que quise conocer a mi fisgón.

Hola soy Catalina, y con permiso de Julián hoy quiero contarles algo que me sucedió hace poco.

Diariamente llego de mi trabajo a eso de las 7 de la noche. Siempre he sido muy asustadiza, y me ha dado muchos nervios estar sola, por eso siempre llego a la casa, abro las ventanas y espero a Julian. Un día como cualquier otro, empecé a notar que diagonal a mi casa alguien me observaba más de lo normal… Mientras entraba a mi casa, me bajaba del carro, abría la puerta, notaba que alguien en la ventana de enfrente por medio de la cortina se quedaba observándome y reparando cada movimiento y que cuando abrí la ventana y las cortinas, me miraba aún más. Al principio me incómodo, pero debo confesar que con el paso de los días me genero curiosidad de saber quién era y porque sentía esa mirada tan fuerte sobre mí.

Un día decidí saber quién era esa persona, así que llegue a mi casa entre el carro, pero esta vez me pare en frente de mi casa mirando fijamente hacía donde sabía que me estaban mirando. Fueron unos segundos que parecían horas, el ambiente se tensionó y no veía absolutamente a nadie. Cuando de repente alcancé a ver que en esa ventana se asomaba un hombre, vi su silueta en medio de la penumbra y el se sintió descubierto, por lo cual se asomó un poco más donde daba la luz, se sonrió tímidamente y me dijo: “Buenas noches vecina…” – Yo quede como en shock, ya que vi que era un hombre muy atractivo, y le respondí tímidamente, cero coqueta porque obvio en mi cuadra saben que soy una mujer comprometida y ven todo el tiempo a Julián conmigo, pero en las noches normalmente llega un poco tarde después de mí. Sin embargo debo confesar que no pude quitarme de la mente aquel rostro, pues era muy agradable, sexy y me encantaba el hecho de que se tomara el tiempo de mirarme durante tantos días.

Desde ese día yo quien era la observada, me convertí en la observadora. La verdad quería saber quien era mi guapo observador. Llegaba de mi trabajo y seguía sintiendo su mirada. Pero empecé a sentarme en la sala de mi casa que tiene una ventana a la calle, abría mi ventana y colocaba música, bailando un poco mientras Julián llegaba, sabiendo que el vecino fisgón me observaba desde su ventana, pero yo me hacía como quien no era conmigo y bailaba lo más sensual posible.

Era un día cívico en mi ciudad y pude salir más temprano de la oficina, aproveche hice unas compras y llegue temprano a casa un poco encartada de paquetes. Cuando me baje del carro vi que justo en frente estaba el vecino fisgón conversando con un amigo, me miraron ambos detenidamente, y lograron intimidarme un poco, ya que ese día tenía un escote pronunciado y se notaba que me miraron con ganas. Sin embargo debo admitir que me sentí deseada y eso me calentó un poco. Intente bajar las bolsas de mi carro y de verdad venía muy encartada, el vecino fisgón rápidamente se acercó y ofreció su ayuda, y me dijo – “Veci, venga le ayudo…” – Muchas gracias le dije… Le pase un par de bolsas, abrí la puerta y estaba un poco nerviosa por la presencia de quien hace unos días sabía que era mi fisgón. Solo cruzábamos miradas en este lapso de ingreso, no hablábamos absolutamente nada, hasta que el se atrevió a romper el silencio mientras me ayudaba con los paquetes – “Vecina, con todo respeto pero está muy hermosa hoy…” – Yo no sabía que responder, solo dije gracias… pero sentí  como me puse colorada de inmediato y me intimidé, pero para pasar el momento rápidamente lo único que se me ocurrió decir fue “Vecino quiere tomar algo, esta haciendo mucho calor y quiero agradecerle por la ayuda…” – “Ah bueno vecina, le agradezco…” – Fue ingresando, le indique que se sentara en la sala mientras iba a servirle algo, el entró tímidamente se sentó y desde la sala me decía que tenía una casa muy bonita y empezó a mirar mis fotos con Julián y demás… Fui le di un jugo y le dije, permiso vecino pero tengo mucho calor y estoy algo cansada, permiso me doy una ducha, queda en su casa mientras salgo.

Tengo la costumbre de ducharme con la puerta del baño abierta y esta vez lo hice igual, pero sabiendo que mi vecino, el fisgón de hace muchos días se encontraba allí y eso de verdad que me calentaba y empecé a tocarme mientras me duchaba. No pude evitar que se salieran algunos pequeños gemidos, y sentí al momento que se acercaban al baño y cerré mis ojos para disimular y hacer de cuenta que no me daba por enterada. Sentí unos tímidos pasos cerca a la puerta y como una mirada penetrante me observaba, pero lo único que hice fue seguir con mis ojos cerrados y tocando mis pechos y mi clítoris suavemente con el agua caliente de la ducha. De repente escuche pasos rápidos y nerviosos como quien no quiere ser descubierto, abrí mis ojos y no había nadie allí. Por lo cual en voz alta pregunte “Vecino, ¿está ahí? Ya casi salgo” – Si veci, tranquila aquí estoy – me dijo. Salí de la ducha, me puse mi bata y salí a la sala de nuevo, le dije “Vecino venga le recibo el vaso muchas gracias” – Cuando salí note que estaba algo nervioso, me dijo que con todo gusto, pero no me miraba a los ojos y evitaba observarme mucho, mientras que yo confieso lo observe más y note que tenía buen cuerpo, olía muy bien, se notaba que entre sus piernas la situación le había excitado pues veía como se le marcaba la erección y el trataba de disimularla. Se paro para retirarse y yo no sabía que hacer, pues sabía que el vecino por ser respetuoso no me haría nada, pero extrañamente me excitaba la idea de un completo desconocido, mi fisgón de varios días, me hiciera suya, solo por un momento, por saber que se sentía y poder contarle a Julián y me castigara como su putica que soy.

Aproveche que se puse de pie, y ya decidida a que pasara algo, tome su mano, y le dije que fuéramos juntos al sillón, nos sentamos y hubo un silencio miedoso. No quería perder más tiempo y lancé mi mano sobre su verga encima del pantalón y le mire fijamente a los ojos, y lo mejor es que me había encantado lo que toque, se sentía dura como una roca y grande como quería que fuera. Aun con mi mano en su verga, viendo mi cara de arrecha y con ganas de que me hiciera suya, no hacía nada, y sabía que era mi momento, que era yo la que debía actuar. Aunque debo confesar que me encanta ser sumisa, en ese momento por primera vez decidí sentir que era ser dominante y lo quería hacer mío, así que tome su cara, le besé, le di un beso húmedo, largo, lento y rápido. Y allí supe que lo tenía para mis dominios, él se dejaría manejar y estaba complacido con aquella situación.

Le hable  al oído y le dije que moría de ganas de mamar su verga, que me encanta lo dura que estaba. Le ordene que se bajara su cremallera, que quería ver lo duro que estaba y le pregunte si estaba húmedo, lo cual asintió con su cabeza. Por fin lo saco, y vi ese hermoso pene húmedo y baboso que gritaba que fuese chupado. No perdí ni un instante para llevarlo a mi boca, me arrodille ante semejante verga y la lamí con pasión, suave, disfrutando su lubricación, bajando de la cabeza hasta los huevos y sintiendo como se empezaba a retorcer de arrechera. Sus pies estirados, sentado sobre el sillón y yo en rodillas disfrutando de su deliciosa verga, bajaba y subía, hasta que me dijo que estaba a punto de venirse. Pare, porque no quería aun terminar el juego. Me senté sobre el, con su verga rozando mi conchita ya húmeda queriendo ser clavada, me baje la pijama y le puse mis tetas en su cara, le dije que quería que me las chupara que las tocara, que las hiciera suyas. Sin pensarlo dos veces se abalanzó sobre mis tetas y se las devoro desenfrenado, las mordía, las besaba, las tocaba como si fuera un tesoro recién encontrado por un pirata. Eso me puso aún más arrecha y me movía en círculos sobre su verga pero aun no dejaba meterla en mi coño ya húmedo y chorreando por el.

Me quite encima de el, quería que me viera y me senté al lado de el, me empecé a masturbar y el me miraba con arrechera y tocaba su verga. Mientras me masturbaba, empecé a gemir y me corrí a chorros que corría por mis muslos y el quiso bajar a tomarlos, pero no lo deje, pues quería ya ser penetraba. Me puse en cuatro y le ordene que me penetrara, pero ya!!! Quería sentir esa verga ya mismo dentro de mí, que me penetrara duro como a una puta y que me hiciera sentir que estaba con un macho. El vio mi culo allí dispuesto para el, agarro mi culo mientras me repetía una y otra vez lo mucho que le encantaba, y me hundió su verga sin pasión, mientras yo sentía como entraba delicioso hasta el fondo y me hacía gemir de pasión, era una sensación indescriptible, sentir como la verga de un hombre diferente a mi esposo me penetraba y me hacía seguir viniéndome a chorros que corrían por mis piernas y sus piernas. Me tenía allí, era suya y el era mío, saco su verga, me cogió entre sus brazos y me cargo para ponerme sobre la mesa del comedor, levanto mis piernas sobre su pecho y me la hundió hasta el fondo metiéndolo y sacándolo una y otra vez, haciéndome gemir como toda una putica y con deseos de sentir ya su leche sobre mí. No aguanto más y me dijo que se iba a correr le dije que la quería toda en mis tetas, me bajo de la mesa, me arrodille y sentí como un gran chorro de semen recorría mi cara y mis tetas, lo cual es demasiado excitante para mí. Me levante y lo besé untada de su semen, sus dientes mordían mis labios. Yo me excitaba con cada gemido de placer que aun daba  y me dijo que quería volvérmela a meter, a lo cual como toda una dama accedí y algo sorprendida por su gran aguante. Me puse en cuatro apoyándome sobre el comedor, y el volvió a hundir su verga en mi y sentí como me daba más y más duro, me nalgueaba y me decía lo rica que estaba, me decía que le parecía increíble que la vecina a la que miraba todos los días entrar a su casa la tuviera allí clavándosela solo para el y que anhelaba muchísimo poder tenerla así… y mientras hablaba, volví a escuchar un gran gemido y se vino sobre mi culo, mientras que yo no paraba de gemir y de venirme a chorros y untada de semen en mi cara, tetas y culo. Aún con susto, me pare y el corazón a mil. Lo bese de nuevo lento, arrecho y le dije: " ya te puedes ir". Él se fue y yo observaba por la ventana su expresión de alegría e incredulidad. Se tomó un momento para entrar en su casa. Y miraba hacía la mía. Yo me retiré de la ventana, tome una ducha, fui a mi habitación sin creer aún aquello que paso.

Llegó Julian, sin contarle aun nada lo bese de esa forma que el sabe que quiero que me cojan. Me llevo al cuarto y mientras me cogía le conté cada uno de los detalles de lo que había acabado de suceder y me castigó por ser su puta, esa gran puta que tiene como mujer.

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