Casualidad en los baños
No esperes nada extraordinario, solo dos personas que dan rienda suelta al deseo que llevan dentro.
La imagen que encontré ante mí era muy tentadora, tanto que mi cabeza grabó a fuego cada uno de esos detalles. Ella se encontraba ahí parada, en aquel baño desierto, mirándose al espejo. Con ambas manos apoyadas en el lavabo, en su reflejo pude apreciar que vestía una fina camisa blanca, con menos botones abrochados de lo mínimamente decente en aquella empresa. La completaba una falda negra y corta, como me gustaban, que se pegaba a su cintura revelando cada una de sus curvas. Su pelo caía suelto por sus hombros y su mirada, perdida, contemplaba aquel reflejo sin demostrar ninguna reacción.
Parece que no se había percatado de mi presencia, pero no tenía intención alguna de descubrírsela ya que me encontraba cómodo apoyado en esa puerta. Su espalda estaba ligeramente curvada hacia delante lo que, no sé si a propósito, descubría la imagen de su sujetador blanco entre los botones y si miraba un poco más hacia abajo mmmm tenía premio. La falda se había subido ligeramente dejando a la vista un trocito de aquel culito tan delicioso y descubría su secreto mejor guardado… que no llevaba bragas.
Supongo que no debería haberme sorprendido ese detalle viniendo de ella, pero confieso que mi nivel de excitación aumentó notablemente al verlo y al saber que lo había hecho a posta. Disfrutaba jugando sucio, siendo vulnerable a ser descubierta y teniendo aquel coño empapado durante todo el día por el riesgo que podía correr.
Colgué mi chaqueta sobre el picaporte y empecé a acercarme lentamente. Mi mano derecha abandono mi bolsillo para frotar mi barbilla mientras mis ojos penetraban su reflejo. No tardaron en ser correspondidos, acompañados por una media sonrisa y un ligero alzamiento de cejas, como si la hubieran pillado in fraganti. No demoré mucho más mi acercamiento por detrás, llegando hasta ella y colocando mi mano en su cintura. Mis caderas no respetaron su espacio personal y la presionaron contra el borde del lavabo, dejándola encajada y sin margen de movimiento, no la iba a dejar escapar.
-Ya era hora de que llegases – fue lo primero que me soltó.
-¿Qué pasa? ¿Se te ha hecho dura la espera?
-No sé si…dura es la palabra – dijo intentando mover su cintura presionada – Pero el trabajo es muy aburrido, y una necesita relajarse un rato.
-¿Ah sí? ¿Entonces qué es lo que quieres hacer para relajarte?
-¿Acaso necesitas oírme decírtelo? Quiero que me folles.
Mi boca exclamó un pequeño sonido de satisfacción al escucharla. Mis manos buscaron en el interior de su camisa y encontraron su sujetador, comenzando a amasarlo por fuera.
-Sabes que me encanta que seas así de sucia expresando tus deseos.
Su respuesta fue un ronroneo que subió de volumen cuando aparté aquella prenda y pude acceder directamente a sus pechos. Su forma era circular y rosada, con aureolas grandes y tentadoras de chupar durante horas. Tenían el tamaño perfecto para agarrarlos con mi mano por completo, y no tarde mucho en hacerlo. Empecé a amasarlos, utilizando también el dedo pulgar para frotar sus pezones, sensibles al trato que estaban recibiendo, y que ella se encargó de completar escupiendo sobre ellos y dejándolos bien húmedos. Dejó reposar su cabeza contra mi pecho, ligeramente hacía atrás, mientras se dejaba hacer y disfrutaba profundizando su respiración. Mis manos se centraron en sus pezones y empezaron a apretarlos cada vez más fuerte. El placer se mezclaba con el dolor, y eso solo provoco que sus respiraciones se transformasen en gemidos cortos.
-Joder mira – dijo cogiendo mi mano – estoy jodidamente empapada – y colocándola bajo su falda.
Accedí a aquel coñito con suma facilidad, que babeaba notablemente sobre mi mano. Con un dedo recorrí sus labios vaginales, notando como estos reaccionaban a mi contacto y reclamaban su atención. Cogí ese dedo y se lo puse frente a su boquita. Ella instantáneamente supo lo que quería y empezó a chupar mi dedito hasta dejármelo completamente limpio.
-Mmmm que rica estoy – me dijo relamiéndose con la lengua.
Mi forma de darle la razón fue regresar con la misma mano a su coño para clavarle un par de dedos y empezar a jugar con ellos. Ella se dejó hacer mientras se veía siendo pajeada en el espejo y yo no tuve muchas contemplaciones en empezar a follarme su coño con mis dedos, alternando segundos de frenética actividad con paradas delirantes que la hacían retorcerse contra mi cuerpo. Dejé los dedos llenando su coñito mientras azotaba sus sensibles pezones con mi mano libre, de forma rápida y continuada. Al volver a amasar sus tetas introduje un tercer dedo en aquel coño delicioso, emitió un sonido de aprobación pero al notar que volvía a detenerme tras 10 segundos de deliciosa follada me agarró la mano.
-Joder, necesito correrme ¡ahora!, por favor, por favor… - Suplicó poniendo su voz más provocativa, sin controlar pequeñas pausas involuntarias durante la frase por culpa de lo cachonda que estaba.
Cuando me lo pedía así no podía negarme, y ella lo sabía. Coloqué mi boca a la altura de su oreja derecha.
-Vaya vaya, entonces te vas a correr para mí ahora mismo joder – susurré mientras mordía su oreja.
Conocía su gusto por correrse así, cómo disfrutaba de sus dedos follando su coño sin parar a toda velocidad, escuchando el chapoteo de su coño, y emitiendo palabras solitarias hasta entrecortarse y que le temblara voz para entonces…correrse. Y esto fue lo que pasó, se corrió en mis manos cumpliendo cada uno de los pasos que había previsto, y acabando con unos pesados suspiros que redondeaban una rica corrida.
-Mmmm joder quiero más.
Me separé de ella sabiendo que era lo que quería, tenía hambre, así que se deshizo de su sujetador, manteniendo su camisa entreabierta y colocó de rodillas para empezar a palpar mi entrepierna. No encontró mucho misterio, ya que mi polla se encontraba dura desde que la había visto de espaldas por primera vez, con sus hábiles manos se deshizo de mi pantalón y mi ropa interior de forma consecutiva y se encontró con mi rabo frente a ella.
Con la boca medio abierta y la mirada fija la empezó a pajear para ver como reaccionaba. Palpitaba ligeramente a su contacto y mostraba cada una de sus venas de forma marcada, signos de lo cachondo que aquella mujer me ponía. Agarre la base y golpee con el capullo ligeramente sus mejillas, a lo que ella sonrió.
-Ahora me toca a mí – fue lo que me dijo, arrebatándome la polla de mis manos.
La sujetó bien por el tronco y empezó a lamer desde la base hasta la punta, disfrutando de su golosina favorita. Yo me dejaba hacer y al sentir que atrapaba todo el capullo con su sucia boquita solo pude cerrar los ojos. A partir de entonces me dediqué a disfrutar de cómo esa boca hacía las delicias de mi polla, moviéndose arriba y abajo poco a poco, dedicando presión al capullo para después mamar de forma continua durante unos segundos. Completaba los movimientos pajeando con sus manos y buscando mis huevos con la boca para no dejar nada por probar. Mis manos se posaron en su nuca sin darme cuenta para hacer que tragara más y más, y al notar esto ella se separó de mi polla. Abrí mis ojos y me la encontré babeante frente a mí con las mejillas encendidas y restos del líquido que salía de mi polla que recogía con su propia lengua.
-Ya es hora de que me folles la boquita, ¿no crees?
No tardé mucho en encontrarme dirigiendo mi rabo a su boquita abierta y dispuesta para tragar. Agarré su pelo y la metí poco a poco disfrutando del calor de su boca. Vi que se había clavado ella misma tres dedos mientras tragaba, lo cual me puso aún más cerdo y empecé a bombear sin parar. Me follé su garganta a placer, parando para que pudiera respirar babear todo lo que se estaba tragando. Las arcadas se sucedían pero pedía más y más ya que a medida de que le faltaba el aire se tocaba más y más duro. Notaba que a ese ritmo la corrida se aproximaba y aún no era el momento de darle su leche.
Al dejar su boquita libre volvió a respirar profundamente y escupió todo lo que babeaba por la boca sobre su coño, frotando su clítoris en el momento. La ayudé a ponerse de pie, poniéndola orientada al espejo, agarré una de sus piernas y la apoyé sobre el lavabo, así la tenía perfectamente preparada para follármela sin parar.
Al estar en su espalda no pude evitar azotar levemente ese culo, no tardé clavar la polla en su coño, a pelo, sintiendo lo mojada que estaba y lo fácil que era moverse en esas condiciones.
-Y ahora me vas a follar, me vas a follar porque soy una zorrita que se lo merece.
No había terminado de hablar cuando ya había clavado mis dedos en su cintura y empezado a moverme dentro de su coño, entrando y saliendo de forma directa y dura. Movía mi cuerpo para que mi polla entrase lo más profundo posible y para que no se quejase de que no la follaban en condiciones. Notaba como contraía su coño al sentirla, como su cintura se movía hacia atrás buscándome y como no paraba de gemir sin controlar quien la pudiera escuchar. Yo gruñía tras cada acometida y buscaba más y más placer porque era demasiado rico.
Noté que su pierna no se podía sostener así que la ayudé a darse la vuelta para estar frente a mí, alzándola para que se sentase en el lavabo y así seguir follando. Mientras la sujetaba volví a recuperar el ritmo previo, sus manos me agarraban de la nuca y su boca me pedía más y más. Todo el morbo de la situación era demasiado y ambos íbamos a explotar irremediablemente. Busqué su boca con la mía con fuerza y me dejé llevar sobre su coño hasta que sentí como mordía mis labios y como lo apretaba hasta correrse unida a mí. Me quedé quieto unos segundos hasta notar como se relajaba y procedí a sacarla. Sin decirla nada se adueñó de ella volviendo a colocarse de rodillas y me pajeó con fuerza a dos manos y la boquita abierta rozando la punta.
-Mmmm ahora dame leche, me la he ganado ¿no crees?
Aparte sus manos para agarrarla con las mías y me pajee con fuerza hasta correrme en esa boquita. Salieron tres o cuatro chorros con fuerza que mancharon su carita que, sonriente, se tragaba todo lo que podía.
-Joder – fue lo único que pude decir.
Antes de ver como abrochaba su camisa, sin recuperar su sujetador, y bajaba su falda para mancharse como una buena chica por la puerta de aquel baño. Me quedé unos minutos reposando la corrida para después seguir sus pasos, y continuar con la rutina de aquel martes de septiembre.