Casual encuentro II

Despues de pensar el fin de semana en el, me consigo la gra sorpresa n mi trabajo, y no solo con esto. tambien me dejo caer en sus brazos.

  • Ella es la Lic. Marcela Villasmil. – dice López señalándome con la mano.

  • Mucho gusto señorita Villasmil, yo soy el nuevo dueño de la empresa. – dice Diego acercándose a mí y tendiéndome la mano en forma de saludo.

  • Mucho gusto. –me limito a decir recibiendo su saludo formal.

  • Bueno, me alegro que ya se conozcan, ¿quiere hablar con ella o ya me la puedo llevar para comenzar a explicarle como funciona esta empresa? – dice López colocándome un brazo sobre los hombros, mientras yo no le quito la mirada a Diego al igual que el sigue mirándome fijamente.

  • Tranquilo, no planeo interrumpir tu trabajo Lic. López. Es toda suya. – dice Diego dándose vuelta y tomando la postura que tenía cuando entramos a la oficina.

Salimos de la oficina y yo aún no me creo lo que acaba de suceder, casi quiero que me trague la tierra, pero junto a él. Paso toda la mañana con López, quien me explica todo lo relacionado con mi trabajo y con la empresa. Pero lamentablemente no logro sacarme a ese hombre de la cabeza en toda la mañana ¡maldito encuentro casual! te estas volviendo en mi pesadilla.

Llega la hora del almuerzo y evito toparme de cualquier manera con alguien, saliendo de la empresa casi prófuga, voy a almorzar algo que me haga olvidar por un momento en lo que ha sucedido estos días. Una buena ensalada cesar no estaría nada mal…

Llego a la empresa de nuevo y me meto en mi oficina lo más pronto posible –no puedo vivir asi, tengo que arreglar esto o renunciar.- digo para mis adentros cuando noto que tocan la puerta.

  • Adelante –digo sin alzar la mirada mientras la puerta se abre.

  • Espero que hayas tenido un buen provecho. – dicen mientras quedo inmóvil al oír la voz que me habla, subo la mirada y si, ahí está el. El hombre que me ha robado la vida estos últimos días.

-Muchas gracias, ¿puedes cerrar la puerta? –le digo tratando de mantener mi postura y evitando que alguien se dé cuenta de algo, algo que no existe.

  • Claro. – Dice mientras cierra la puerta detrás de él y da unos pasos hacia mi escritorio.- te ves mucho más niña que el sábado, más inteligente y por supuesto, más hermosa. – al oírlo decir esto mi corazón de frena de golpe, lo miro a la cara y me doy cuenta que esta sobre mi escritorio, casi sobre mí.

  • Creo que será mejor que renuncie. –digo mientras me levanto y tomo mi bolso.

  • Ni se te ocurra dejarme aquí de nuevo con ganas de hacerte mía, no te vas a ningún lado. –me dice mientras me toma por la cintura y me pega a el de un solo golpe – desde esa noce no he dejado de pensar en ti chiquilla, me has dejado como un carajito, queriendo darte besitos y besitos como el que te robe el sábado.

Termina diciendo mientras yo aún no paso las palabras que acaba de decirme, se acerca a mi boca intentando darme un beso y yo sin lograr hacer un movimiento para apartarlo de mi me dejo caer en sus labios, como si estos fueran la cura de la vida eterna.

Nos besamos como nunca mientras Diego me recuesta en el sillón de la oficina, pasa su lengua por mi cuello, luego entre mis senos mientras con sus manos desabrocha mi camisa, mete una mano debajo de esta y me acaricia un seno y luego el otro haciéndome gemir y besándome de nuevo en la boca para callarme. Logra desabrocharme la camisa completa y me saca los senos sobre el brasier, me los besa uno por uno como si no hubiera otra oportunidad para hacerlo, poco a poco baja su mano a mi vientre acariciándome sigue bajando hasta llegar a mi intimidad, me acaricia con sus dedos el clítoris haciéndome retorcer en ese sillón que en ese momento se siente como en las nubes, introduce dos de sus dedos sin dejar de acariciarme y al cabo de unos segundos siento como va llegando mi orgasmo, me estremezco como loca tratando de no hacer ruido con  mis gemidos y agarrándolo fuerte del cabello, Diego sube a besarme de nuevo en los labios con más intensidad que antes… se levanta, me ayuda a levantarme, me abotona la camisa me da otros besos en los senos, espera que esté completamente arreglada para salir de mi oficina, al abrir la puerta se voltea a verme y me dice.

  • Espero que visites mi oficina cariño. – y sin más, sale de mi oficina dejándome ahí, como si fuera la mujer más puta, pero sintiéndome la más feliz por lo que acabo de vivir.

Ya estaba oscureciendo cuando entra Lopez a mi oficina.

  • Marcela ¿aun sigues aquí? Yo ya me voy ¿te vas a o te quedas? – me dice acercándose a mi oficina.

  • Tranquilo, aun no me voy, tengo unas cosas que terminar aquí. – le digo sonriéndole.

  • Esta bien, nos vemos mañana. – me dice mientras sale de la oficina.

Salgo una media hora después para ver si queda aún alguien por ahí y me doy cuenta de que no queda nadie, camino hacia la oficina de Diego y toco la puerta. –Adelante- logro escuchar que dicen al otro lado de la puerta y paso a la oficina.

  • Hola

  • Hola hermosa –me responde Diego levantándose de su escritorio y tomándome de la cintura al momento que cierra la puerta detrás de mí. – me alegra mucho que hayas venido.

  • Solo quería… quería devolverte el favor.- le digo agachando la cabeza mientras que Diego con su mano me la vuelve a levantar.

Me besa apasionadamente mientras me abraza por la cintura, me monta en su escritorio y me besa el cuello, lo tomo por los hombros, me bajo del escritorio y le digo –dije que te regresaría el favor- tomo un cojín del recibidor y lo lanzo al piso, me arrodillo sobre él y le desabrocho el pantalón, bajo la cremallera y saco su intimidad, aun flexible pero dura y venosa, comienzo a besarlo por los lados, primero le chupo un testículo y luego otro, haciendo que Diego se estremezca, me toma por la cabeza mientras gime y yo sigo con mi trabajo. Subo hacia su glande y me lo meto a la boca de golpe, haciendo que mi amante suelte un pequeño gritico, me voy metiendo su miembro poco a poco a mi boca hasta llenarla toda y me muevo acelerando poco a poco el ritmo, mientras que con mis manos le acaricio los testículos, acelero cada vez más y noto que Diego se estremece demasiado y gime aún más, me dice – no pares, sigue, sigue que ahí voy- tomando mi cabeza más fuerte y empujando hacia su miembro, siento que explota en mi boca sintiendo un líquido caliente en ella, trago todo lo que puedo y sigo acariciándolo, haciendo que mi amante tiemble y me pide que pare, hago caso a su imploración, me levanto, le beso en la boca y salgo de su oficina sin mediar palabra alguna.