Castillos en el Aire (2): Desatando la tormenta

Veía su espalda, sus hombros mientras levantaba los brazos para sacar los platos de la alacena, y especialmente su trasero, enmarcado en sus jeans. Me sorprendí a mi mismo imaginando como serían sus nalgas, si su piel estaría del mismo tono que el de su torso... Subió hasta el elástico y con los die

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Soy un chico normal, con una vida normal, una infancia feliz y una adolescencia conflictiva, pero vamos, ¿Quién no ha pasado por muchos conflictos en esa etapa de su vida? Desde siempre me ha gustado hacer amigos, y es que, mi personalidad siempre alegre y mi sonrisa rompen el hielo siempre que conozco a alguien nuevo, o al menos eso es lo que todos me han llegado a decir.

Me encontraba sentado al fondo del salón, esperando a que Joaquín llegara (siempre elegimos las mismas clases) y hablando con un grupo de chicas que me preguntaban sobre mis vacaciones, cuando lo vi entrar.

No tenía un cuerpo en particular especial, sin embargo los pectorales y los brazos si los tenía marcados, el vientre era plano y una línea de vellos, rasurados días atrás, crecía desde el centro de su pecho, cruzaba por su vientre y desaparecía debajo de los vaqueros y la goma de la ropa interior.

CAPÍTULO DOS

DESATANDO LA TORMENTA.

Abrí la cerveza y bebí la mitad del contenido de la lata, estaba en su punto exacto, refrescante y revitalizante, a pesar de ser las once de la mañana el calor parecía ser de media tarde. Reynaldo bebía agua helada, de hecho había hielos en su vaso. No sé si era el alcohol, pero ver la piel de su torso, perlada por el sudor, asombrosamente atractiva. Di un nuevo sorbo, más corto que el anterior, y volví al ordenador, pero era incapaz de concentrarme en el trabajo, mi mente era ocupada por ese chico.

-¿No tienes hambre?- escuche la pregunta sin mucha atención, solo atiné a voltear robóticamente para verle con cara de no haber entendido...

-Disculpa, no te escuché, ¿qué dijiste?

-¿Tienes hambre?- volvió a preguntar un tanto brusco –Hemos estado trabajando poco más de dos horas y me ha dado hambre.

-No, en realidad estoy bien- contesté, pero nuevamente mi cuerpo me hizo quedar en ridículo cuando mi estómago gruñó audiblemente. Reynaldo levantó la ceja derecha y yo solo pude sonreír mientras ponía mi mano sobre el estómago –Es tu culpa, me hiciste pensar en comida.

Reynaldo preparó unas pizzas congeladas, yo me senté en el comedor, no entendía que me pasaba, no podía dejar de observar a Reynaldo mientras trabajaba en la cocina. Veía su espalda, sus hombros mientras levantaba los brazos para sacar los platos de la alacena, y especialmente su trasero, enmarcado en sus jeans. Me sorprendí a mi mismo imaginando como serían sus nalgas, si su piel estaría del mismo tono que el de su torso. “ Edgar ¿qué demonios te pasa? Tú no eres joto, te gustan las chicas ”.

Sirvió las pizzas en dos platos y trajo una jarra de limonada con dos vasos desechables.

-Disculpa los vasos, pero odio lavarlos- por primera vez vi una sonrisa en el rostro de ese chico, yo estaba anonadado observándole -¿cátsup?

-¿Qué?- pregunté saliendo de mis pensamientos.

-¿Qué si quieres cátsup para tu pizza?- repitió enfadado -¿Eres siempre así de distraído?

-Si, por favor. Lo siento el calor me apendeja.

-¿Seguro que solo es el calor?- dijo seguido de una sonora carcajada. No sabía si sentirme ofendido o reír de su humor negro.

-Me he preguntado lo mismo toda mi vida.

Reímos bastante y comenzamos a comer. El ambiente se tornó en un silencio incomodo.

-Es una casa bastante linda- comenté -¿cuánto pagas de renta?

Reynaldo bebió de su vaso.

-Nada- respondió al poner el vaso nuevamente en la mesa –me la heredó mi padre.

-Lo siento, he sido imprudente.

-No te apures, no sabías- respondió con tono serio y triste. -Mi madre murió hace 13 años y mi padre hace unos meses. Esta casa es todo lo que me dejaron.

-Perdona, no quise hacerte recordar cosas tristes y…

-Te dije que no importa- dijo con enfado –y apurémonos para volver a la investigación.

Terminamos de comer y me puse a lavar los platos pese a las objeciones de Reynaldo, la verdad es que tampoco era como para no colaborar después de la comida que preparó. Volvimos al estudio y continuamos con el trabajo, pero a medida que el día avanzaba, el calor se hacía más insoportable, a pesar de tener los ventiladores de pedestal al máximo.

El sudor escurría por mi frente, mi pecho, espalda y axilas ya denotaban una enorme mancha de humedad en mi camisa. Escribía solo unas palabras y tenía que quitarme el sudor de la frente, antes de que escurriera a mis ojos.

Estaba tan absorto en el ordenador, que no me di cuenta en el momento en que Reynaldo salió de la habitación hasta que le tuve a mi lado, con una lata de cerveza en la mano.

-Gracias- sostuve la lata y me agradó la sensación de frío en mi mano –al parecer esto es lo que se necesita para este calor.

-Parece que estuviese lloviendo, estás empapado- me dijo mientras yo bebía de la lata.

-Sí, cuando salga de aquí seguro apestaré- bromee.

Continuamos trabajando, y nuevamente un archivo pdf bastante largo, escrito en lo que parecía ser chino, también estaba protegido, por lo que no podía copiar el texto y pegarlo en un traductor.

-Bonita chingadera- dije molesto –quizá esto sea lo más importante de nuestra investigación y está protegido.

-Déjame ver- respondió Reynaldo. Volvió a colocarse detrás de mí como hizo la última vez, di un sorbo largo a la lata de cerveza y me acabé el contenido, que estaba algo caliente –No te apures, tengo un amigo en China, él me podrá traducir lo que dice.

Voltee a verle y sin poder contenerme, me acerqué a él y le bese. Fueron apenas dos segundos, hasta que caí en cuenta que no era producto de una fantasía o una alucinación provocada por el calor. Me alejé de él en un segundo.

-¡Perdona!- dije apenado, su cara era de sorpresa ante algo que ni él ni yo esperábamos que ocurriese –No sé qué…- pero me interrumpió con un beso.

Fue solo un contacto entre nuestros labios, que fue creciendo en intensidad. Para mi sorpresa yo correspondía al beso, incluso cuando sentí su lengua tratando de entrar a mi boca, se lo permití sin ninguna objeción. Nuestras lenguas jugaban, saludándose como si fuesen amigas de toda la vida. Exploró mi boca a conciencia, y me invitó a hacer lo mismo en la suya. Mi mano le tomó por la nuca, y lo atraje hacia mí, como temiendo que se arrepintiese en me prohibiera seguir disfrutando de ese beso.

Mi corazón latía rápido, me faltaba aire, pero no quería dejar sus labios. Fue Reynaldo quien terminó con el beso, separó su rostro del mío y me vio a los ojos. Yo jadeaba, sudaba, temblaba y sentía un vacio profundo en mi, algo que con ninguna chica me había pasado. En sus ojos podía ver pasión, calentura, pero al mismo tiempo, una frialdad como nunca la había visto antes. Volvió a besarme con la misma pasión de segundos antes, tomo mi nuca con sus manos, y se incorporó, obligándome a levantarme del asiento. Por la diferencia de alturas, estaba algo encorvado, cosa que me pareció graciosa, y solté una pequeña risilla.

-¿Qué te parece tan chistoso?- preguntó con una sonrisa, cálida y dulce, que rompía por completo su aspecto frío de momentos antes.

-El hecho que tengas que doblarte para poder besarme- contesté. “Un momento, ¿por qué te agrada que te bese? ¡ES UN HOMBRE! ¡ESTÁS BESANDO A OTRO HOMBRE!” la voz en mi interior gritaba, pero la ignoré, quería llenar ese vacío que sentía en cada ocasión que me alejaba de sus labios.

Me besó nuevamente, sus labios eran adictivos, y me abracé a su cuello. Comenzamos a movernos, algo accidentado por cierto, nuestros pies chocaban, mi espalda chocó con la orilla de la puerta, tuvimos un pequeño tropiezo, él me pisó, pero nunca terminamos ese beso.

Me llevó a su habitación, las cortinas y persianas estaban cerradas, por lo que no era mucha la luz que entraba. Al centro de la habitación estaba la cama (matrimonial para no variar), a su lado los burós y sobre ellos una lámpara de color rojizo. Frente a la cama, un centro de entretenimiento, con un televisor de plasma de 40 pulgadas sobre él, un equipo de audio y una consola de videojuegos, Al lado izquierdo un tocador, con un espejo enorme y del lado derecho las puertas de espejo del closet al lado de la ventana.

Nos paramos frente a la cama, yo dándole la espalda a la cama y él al televisor. Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, mientras las mías, frías por los nervios, se quedaron estáticas en su cintura, justo arriba de la goma de sus calzoncillos. Su boca libero la mía, para atrapar el lóbulo de mi oreja, cosa que me enciende de inmediato, y mis pequeños y mudos gemidos le demostraban el placer que sentían. Yo comencé a besar su cuello, y él hizo lo mismo con el mío. Volvió a mi boca mientras sus manos acariciaban mi mentón y bajaban por mi cuello. Comenzó a desabotonar mi camisa y a bajar su cabeza, besando cada parte de mi torso que iba descubriendo, Sacó su lengua y lamió entre mis pectorales, y sus manos de deshicieron de mi camisa, quedando con el torso desnudo, al igual que él. Después besó mi pezón derecho, y comenzó a jugar con sus dientes sobre él. Me encantaba la sensación, y mi mano sobre su nuca lo demostraba, no quería que esa sensación acabase. Hizo lo mismo con el izquierdo, y mis gemidos eran aún más audibles.

Me aventó a la cama con brusquedad y se puso sobre mí. Su peso me tenía aprisionado mientras su cabeza ahora lamía mi tableta. Cada músculo era besado, lamido, succionado. Cada surco entre ellos era la guía para su cabeza, hasta que su lengua llegó a la frontera marcada por mis jeans.

-¿Estás seguro que quieres hacer esto?- me preguntó con deseo en su voz.

-¡Cállate y hazlo!- ordené entre gemidos.

Sus manos trabajaron en el botón de mis jeans mientras me besaba nuevamente. Mis pies se quitaron uno al otro los zapatos deportivos puma color negro que llevaba. Me sacó los jeans hasta las rodillas y yo terminé de quitármelos, torpemente con movimientos de mis pies. Su lengua nuevamente llegó a la goma de mis bóxers negros tipo biker, que ya marcaba el contorno de mis 18 centímetros de verga. Reynaldo solo lo rozó con la barbilla y comenzó a besar mi muslo derecho, ascendiendo lentamente hasta que su nariz tocó mis huevos, pero volvió a bajar, ahora por el muslo izquierdo. Todo esto mientras sus manos se paseaban libremente por mi estómago. Me volvía loco, me desesperaba toda esa incertidumbre, estoy seguro que esa era su intención. Finalmente su lengua recorrió mis huevos, se los metía a la boca aun con la tela de la única prenda que faltaba por retirarme.

Subió hasta el elástico y con los dientes lo tomó y comenzó a bajar, descubriendo mi inhiesta carne a su máximo, correando gotitas de lubricante en exceso. Levanté mis caderas y la prenda salió por completo. Él ascendió lamiendo mi pierna, muslo y comenzó a lamer mi ingle. Su mejilla se frotaba en la base de mi pene.

-Me agrada el sabor salado de tu piel- dijo alejándose un poco.

Yo me disponía a responder, pero su lengua recorrió mis huevos, y ascendió por mi pene hasta el glande, por lo que tuve que reprimir mi gemido mordiendo mi antebrazo. Sus labios se posaron sobre la punta de mi verga, y lentamente se abrieron, guardando en su interior mi carne. Un choque eléctrico ascendió desde mi espalda hasta la cabeza, tuve que taparme la cara por el placer que sentía. Su lengua lamía cada parte de mi glande, se enroscaba a su alrededor, frotaba mi frenillo, y después, me engullía completamente y me retiraba lentamente. Nunca había sentido tal placer, ese movimiento lo repitió en varias ocasiones, todas con el mismo resultado. Mire al espejo y mi calentura se disparó al verlo reflejado, devorándome cuanto podía.

Su boca dejó mi entrepierna para ascender a mi boca, en donde pude saborear el sabor de mi propio cuerpo. Mientras sus manos manipulaban sus jeans, deshaciéndose de ellos y de los bóxers en el mismo acto.

-¿Quieres probar?- me dijo, a lo que yo le levanté y fui directamente a mamar de su verga, uno o dos centímetros más gruesa que la mía, y de una longitud similar, coronada por un glande rosáceo-púrpura, más delgado que el tronco, y surcado de venas azules. Como pensé su piel era más blanca en donde no le daba el sol.

Me metí a la boca su verga, de un bocado casi hasta la mitad, sentí una arcada, pero me controlé, su sabor era salado y su olor a hombre y a jabón me encantaba. Lamía cada centímetro, cada milímetro de su piel pasaba por mi lengua. Se quejó por los dientes, pero sabía que no lo hacía a propósito, solo era inexperiencia. Saboree sus huevos, rasurados recientemente, me metí ambos a la boca, y volví a engullir ese trozo de carne, que me llenaba.

Me tomó por las axilas y me levantó, volvió a besarme, me dio vuelta y empezó a bajar por mi espalda. Hizo que pusiera las manos y subiera las piernas sobre la cama, y siguió bajando. Su lengua recorría mi espalda y sus manos separaron mis nalgas.

-¿Qué haces?- intenté levantarme pero me detuvo.

-No te preocupes, te gustara- respondió sin siquiera levantarse, como si le hablase directamente a esa parte inexplorada, mucho menos por mí, de mi cuerpo.

Sentí que aspiró el aroma de mi culo (que suerte que me bañé temprano esa mañana) y su lengua hizo contacto con él. Mi verga dio un respingo inmediato y el placer se apoderó de mi cuerpo. Baje la cabeza y mordí el sobrecama. Sentía un placer indescriptible. Introducía su lengua tan hondo como podía, mientras su mano me pajeaba lentamente. Una que otra vez, bajaba para lamer mis huevos y volvía a su labor en el beso negro que me estaba volviendo loco. Metía un dedo y me sentía en la gloria, luego dos, tres, cuatro. Dolía al principio pero en cuestión de segundos se volvía un placer indescriptible. Mire el espejo, mi cara se notaba sonrojada, mis gestos de placer no podía creerlos. Un hombre, otro hombre me estaba llevando a un nivel de placer insospechado.

Se detuvo, caminó al tocador y saco una pequeña botella y una tira de condones. No pude negarme a lo que seguía. Vació un poco de lubricante sobre su verga y otro poco sobre mi culo, se colocó el condón, y apuntó a mi virginal orificio.

-Ahora viene lo bueno- anunció y me clavó su verga de una sola estocada.

Sentí la ola de placer más grande como nunca había sentido antes. Se retiro por completo y volvió a repetirlo. Un grito de placer salió de mi boca. Repitió lo mismo una y otra y otra vez con el mismo resultado. Mis manos perdieron fuerza y volví a morder el cubrecama, su ritmo se hizo bestial, su mano intentaba pajearme, pero era difícil por la posición, así que mi mano fue la que hizo la labor, pero no podía concentrarme en el placer que me brindaría esa zona, toda mi atención estaba en cuanto me llenaba la verga de Reynaldo.

Presionó mi espalda baja, haciendo que mis piernas se deslizaran y quedara acostado del todo. Sin salir de mi, y él subió sus rodillas a la cama. Ahora mi culo estaba más estrecho, y el placer que sentía se multiplicaba. Reynaldo bombeaba con rapidez, mientras yo mordía y apretaba la superficie de la cama, pero mis gemidos ahora, por mucho que intentara reprimirlos, se volvían más audibles. El roce de mi verga con la superficie de la cama hizo que volviera a pararse. Sentía que sus manos asían con fuerza mis caderas. Su verga frotaba mi próstata y descargas eléctricas me hacían gritar de placer.

Salió de mi interior, me dio la vuelta, masajeó mi pene un poco, me puso lubricante, un condón y se metió mi verga de un solo movimiento. Comenzó a cabalgarme con fuerza, yo movía mis caderas al mismo ritmo. Estábamos tan sincronizados que me volvía loco. Era la primera vez en mi vida que sentía el placer del sexo anal, tanto que alguien me lo hiciera como yo hacerlo.

Sus gemidos comenzaron a hacerse más fuerte, mi mano, instintivamente, tomó su verga y comencé a masturbarle. Sentí como su verga se hinchaba, vi como sus huevos subían y comenzó a correrse. Levanté mi cara para no perder detalle de la escena. Jadeaba así que el primer trallazo de semen llegó a mi cara, específicamente a mis labios y entró a mi boca. Su sabor inundó inmediatamente mi lengua, pero no me desagradó. El segundo trallazo llegó a pecho; el tercer, cuarto, quinto y sexto se depositaron sobre mi vientre. Los espasmos de su culo exprimieron mi pene. Comencé a jadear más audiblemente, anunciando mi corrida. En el último instante, se bajó de mí, me quitó el condón y me masturbó hasta correrme.

Me corrí con tal fuerza que mi leche cayó en mi barbilla y el resto se mezcló con la leche de Reynaldo. Él besó mi barbilla, limpiando mi leche con la lengua y después me besó. Ahora tanto mi leche como la suya mezclaban su sabor en mi lengua. Se colocó sobre mí, nuestras leches se adherían a nuestras pieles, nuestro sudor se mezclaba.

Reynaldo se acomodó, acostándose en su cama, yo sólo le vi mientras ponía su cabeza en la almohada.

-Ven, acuéstate arriba de mi- me invitó, pero me sonó más a una orden, la cual obedecí sin chistar.

Me coloqué sobre él, mi cabeza quedó a la altura de su pecho, y me acurruqué ahí. Escuchaba su corazón bajando el ritmo hasta normalizarse. Su respiración bajaba de intensidad.

-No creí que fueras gay- me dijo.

-No, no lo soy- respondí levantando la vista –no lo era- lo besé –no sé que soy, estoy muy confundido ahora y no quiero pensar más de la cuenta al respecto. No quiero sufrir arrepentimientos por disfrutar algo que la gente dice que está prohibido.

-Entonces no pienses, solo disfruta- ahora el me besó, baje mi cabeza a su pecho otra vez –la vida está hecha para disfrutarse.

Me quedé dormido mientras decía lo último y su mano se posó sobre mi espalda, como abrazándome.

Y ambos dormimos así, desnudos y con lefa en nuestros cuerpos.


En el próximo capítulo de Castillos en el Aire:

Desperté solo en aquella habitación, Reynaldo no estaba conmigo. No tenía idea de que hora era, ni en dónde estaba el chico con quien hace unas horas había follado.

-No sé ¿qué te pasa?- pregunté, pero Fabian estaba demasiado molesto, y todo por no contestarle una llamada.

-Desde aquella investigación estás más apartado de nosotros- me gritó Gerardo -tus compas, quienes siempre hemos estado ahí para apoyarte. Y ahora nos desechas por culpa de un tipo al que apenas conoces.

FELICIDAD ¿INTERMINABLE?


Nuevamente los invito a comentar y a valorar este relato. No esperaba tener mas de 10 visitas en el anterior y ya van mas de 1000. Espero que les guste este capítulo.