Castigo y placer
El trabajo de toda una semana estaba todo mal hecho, todo por culpa de un error al aplicar unos porcentajes y encima mi jefe se dio cuenta justo antes de entrar a la reunión con unos importantes clientes.
¡Todo mal!
El trabajo de toda una semana estaba todo mal hecho, todo por culpa de un error al aplicar unos porcentajes y encima mi jefe se dio cuenta justo antes de entrar a la reunión con unos importantes clientes.
Justo antes de entrar a la reunión me llamó a su despacho recriminándome que todos los informes estaban mal y que no daba tiempo a rectificar el trabajo, que iba a entrar a la reunión sin nada.
Y ahora – me dijo en tono serio - ¿Qué les voy a ofrecer? Una mierda de informe que no sirve para nada.
Yo me encontraba frente a la mesa de su despacho con la cabeza baja sin saber que responder ni que hacer, me sentía fatal, todo por mi culpa.
¡Fuera del despacho! – me gritó enfurecido –
Yo salí del despacho dirigiéndome al mío maldiciendo una y otra vez el tonto error cometido por no estar centrada en mi trabajo.
Llevaba una semana de mal humor y discutiendo con mi novio, desde que empezamos a vivir juntos, todo había cambiado, solo en esta última semana habíamos tenido sexo dos veces y las dos veces me había dejado a medias, todo había cambiado, ahora todo eran prisas a la hora de follar.
Se limitaba a unas simples caricias, me hacia chupársela y rápidamente se montaba encima de mí y en cuatro o cinco embestidas se corría, se daba la vuelta y se ponía a dormir aludiendo al cansancio del trabajo dejándome caliente como una perra, por lo que me iba al baño a terminar yo sola.
Lo habíamos hablado más de una vez y siempre acaba insultándole diciéndole que era un picha floja y que no me servía ya ni para un mal polvo, mientras el volvía a disculparse por el cansancio prometiéndome que el próximo me compensaría, pero ya llevábamos más de un mes así.
¡Y ahora esto!
Seguía yo sentada en mi mesa cuando de repente se abrió la puerta y desde la misma mi jefe de muy mal humor me dijo que mañana sábado a las nueve de la mañana estuviera en su despacho y salió dando un portazo mientras escuchaba otro portazo al entrar al suyo.
Lo que me faltaba – pensé – mañana no viene nadie a trabajar y seguro que aprovecha para despedirme, aunque era la primera vez que le fallaba en los dos años que llevaba trabajando para él, sabía que era muy meticuloso y no admitía errores.
Recogí mis cosas y al entrar en el coche recibí una llamada de mi novio indicándome que cuando llegase a casa me duchara y me arreglara que nos íbamos de cena y después de copas para compensarme estos días.
¿Tú eres idiota? – Respondí – ¿te crees que esto se arregla con una cena? Mira, he tenido un mal día y no me apetece salir, vete tú con la pandilla que a mí no me apetece salir, y le colgué el teléfono.
Al llegar a casa me metí en la ducha dejando el agua caliente recorrer mi cuerpo con la intención de relajarme un poco y desconectar del mundo, salí después de secarme y me envolví con una bata.
Abrí la nevera sacando sobras de días anteriores con la intención de cenar algo rápido y acostarme.
Llevaba dos horas acostada en la cama tapada hasta el cuello y no podía dormirme, en mi mente se dibujaba la cara de furia de mi jefe y el miedo a lo que podría pasar mañana.
A la mañana siguiente el despertador sonó y a mi lado estaba mi novio roncando y con una peste a alcohol repugnante, no lo había escuchado llegar, rápidamente me metí en la ducha para despejarme y me vestí con una blusa negra y una minifalda con medias y cogiendo el abrigo salí disparada al garaje, me senté en el coche mirando el reloj relajándome un poco, aún era pronto y no era día de mucho tráfico.
Llegué a la oficina y esta se encontraba cerrada, así que con mis llaves abrí y volví a cerrar por dentro.
Buenos días – dije un poco fuerte – al fondo del pasillo en su despacho había luz, así que me dirigí directamente allí y llamando a la puerta con los nudillos pregunté si se podía pasar.
Adelante – respondió sin apartar la vista de la pantalla del ordenador –
Me quedé de pie delante de su mesa a la espera y cuando levantó la cabeza lo único que me dijo fue que me quitase el abrigo y dejase el bolso sobre una de las sillas, que estaba encendida la calefacción.
Transcurrieron unos segundos que a mí se me hicieron eternos y de repente levantó de nuevo la cabeza y sin más comenzó a explicarme lo mal que había ido la reunión por mi culpa y los errores tan tontos que había cometido, que eso le iba a costar viajar esa misma tarde a visitar de nuevo a esos clientes y tratar de salvar la reunión.
A cada palabra suya me sentía peor y encima me dolía el haberle fallado, era una sensación extraña.
De repente se levantó y colocándose en pie frente a mi me preguntó cómo era posible que hubiese cometido esos errores de principiante, que en que estaba pensando toda la semana para hacer esa mierda de trabajo y encima mal.
Yo me sinceré y le explique que aunque no eran excusas que tenia algunos problemas en casa y con mi novio la cosa no iba muy bien.
¿Que es lo que ocurre? – Preguntó – cambiando el tono de voz a uno más suave.
Yo me dejé llevar y sin saber el porqué empecé a contarle que las relaciones íntimas con mi novio no funcionaban desde hacía algún tiempo y que era un egoísta.
Al acabar de decirle estas palabras me asombré de haberle contado mis intimidades a él, aunque llevábamos tiempo trabajando juntos codo con codo, nunca había existido la confianza para tanto.
Entonces… me quieres decir que porque tu novio no te folla bien tú no rindes en tu trabajo y lo pago yo
¿Es así? – preguntó mirándome a los ojos –
Yo no supe que responder a aquellas inesperadas palabras y lo único que se me ocurrió en ese extraño momento fue el bajar la cabeza y asentir silenciosamente.
Mi cabeza no paraba de dar vueltas a lo que estaba escuchando sin creerlo y realmente estaba confundida.
Dio un paso adelante colocándose ante mí y con voz muy serena me dijo que esto había que solucionarlo, que yo tenía que rendir en mi trabajo, pero que debía tener claro que me merecía un castigo.
Yo levanté la cabeza y lo único que se me ocurrió decir fue un “sí señor”.
Dio una vuelta a mí alrededor mientras yo seguía quieta con la cabeza gacha, volvió a colocarse ante mí y de un solo estirón, arrancó todos los botones de mi blusa dejando mis pechos al aire con mis pezones inexplicablemente duros.
No llevas sujetador – me dijo – mientras yo trataba de taparme con mis brazos las tetas.
No señor – respondí – no suelo llevarlo.
Cogiendo mis manos me las dejó a los lados de mi cuerpo dejando a la vista en todo su esplendor mis tetas.
Era incapaz de moverme ni de hacer nada, parecía totalmente anulada, allí estaba yo de pie con la blusa totalmente abierta, mis pechos expuestos ante mi jefe que tenía el doble de mi edad y yo con la cabeza gacha, no entendía lo que me ocurría pero tampoco sentía miedo, era una sensación nueva y extraña para mí.
Me acabó de quitar la blusa mientras yo no oponía ningún tipo de resistencia y cogiéndome del brazo me llevó ante la mesa de juntas que había en el despacho y me obligó a doblar el cuerpo apoyando mis tetas sobre la fría madera y con los pies en el suelo.
Demos comienzo a tu castigo – le escuché decir sin saber lo que pretendía hacer –
Levantó mi minifalda dejando mi culo totalmente expuesto y cogiendo unas tijeras que se encontraban sobre la mesa cortó las bragas por ambos lados de la cintura y de un solo estirón me las arrancó.
¿Estás preparada? – preguntó –
Desconocía sus intenciones y me encontraba tan descolocada, que mi boca era incapaz de emitir ningún sonido.
Ahora vas a recibir cinco azotes como castigo a tus errores en el trabajo y cada azote que recibas lo contarás en voz alta sin equivocarte o empezaré de nuevo ¿entendido?
Si señor – fue lo único que supe decir –
Mis manos se aferraron al borde contrario de la mesa y apretando fuertemente esperé a que cayese sobre mi culo el primero de los azotes.
¡¡Plass!! – se escuchó retumbando en todo el despacho – y su mano cayó sobre mi culo produciéndome un insoportable dolor.
Yo simplemente apretaba la boca mordiéndome los labios diciendo un casi inaudible uno.
A continuación pasó su mano por mi dolorido culo como acariciando la zona azotada produciendo una extraña sensación de clama y ternura.
¡¡Plass!! - sonó de nuevo – al mismo tiempo que de mi boca salía un “dos” y su mano de nuevo volvía a acariciar la zona azotada produciéndome un inexplicable placer.
¡¡Plass!! - volvió a caer esa mano sobre mi culo y de mi boca salía un “tres” –
Su mano de nuevo volvió a acariciar la zona azotada, aunque esta vez sus dedos se colaron entre mis piernas llegando a recorrer la totalidad de mi coño.
Estas mojada – me dijo mientras colocaba sus dedos mojados de mis jugos delante de mis ojos – eres más zorra de lo que yo imaginaba.
Yo estaba sorprendida de la reacción de mi cuerpo y de que el dolor del primer azote se hubiese convertido en una especie de placer.
De nuevo se colocó tras de mi un un cuarto y quinto azote volvieron a sonar en mi ya enrojecido culo mientras yo contaba el cuarto y el quinto.
Me quedé quieta aun tumbada sobre la mesa y los pies en el suelo como esperando una orden temerosa de que cualquier movimiento volviese a conllevar otro castigo.
No te muevas – escuché decir a mi espalda – aun así temerosa de lo que pudiese pasar de nuevo me giré y vi que buscaba algo en un cajón del escritorio y atiné a ver mi enrojecido culo que inexplicablemente no me dolía.
Noté de nuevo una mano sobre mi culo como si me estuviesen esparciendo una especie de ungüento o crema que no acertaba a saber que era.
Es una crema que te curará la rojez e hidratará tu culo – me dijo mientras me la aplicaba suavemente por toda la zona azotada –
Su mano pasó de acariciar la zona afectada a pasar los dedos por mi entrepierna y con los dedos introducirse por la raja de mi coño que hasta yo misma asombrada notaba como resbalaban flujos sin parar.
Estás cachonda zorra – me dijo sin dejar de acariciar mi coño –
Mientras mi boca emitía gemidos que yo intentaba silenciar sin conseguirlo al mismo tiempo que empujaba mi culo hacia atrás intentando notar al tacto la totalidad de su mano acariciando toda mi raja.
Bien – me dijo – has aguantado el castigo muy bien y además te has puesto cachonda
Yo no sabía lo que hacer, no entendía esa reacción de mi cuerpo y esa impasibilidad al recibir ese castigo.
De repente noté como sus dedos forzaban suavemente el agujero de mi culo que inexplicablemente cedía dejando entrar un par de dedos en el mientras yo era incapaz de aguantar mis gemidos.
Vaya con la zorra – me dijo – veo que tu culo ya ha sido profanado más de una vez y por lo que me indican tus gemidos veo que te gusta.
Ahora que ya hemos solucionado lo de tu castigo – dijo sonriendo – vamos a dar solución a tu otro problemita.
Intenté levantarme mientras él con la mano apoyándola en mi espalda volvió a colocarme apoyada sobre la mesa impidiendo mi movilidad.
Escuché como se desabrochaba el cinturón y el sonido de la bragueta al bajarse y cuando dejó caer sus pantalones al suelo y colocándose tras de mi apuntó su polla en mi ya dilatado agujero y poco a poco suavemente imagino que ayudado por la crema que me había untado y por los flujos que salían de mi coño, su polla con un poco de resistencia al principio comenzó a introducirse lentamente mientras yo abría un poco las piernas facilitándole la labor.
Una vez la tuvo dentro del todo, se quedó inmóvil durante unos segundos, hasta que cogiéndome con ambas manos de las caderas inicio un lento mete y saca que poco a poco iba incrementando en velocidad al mismo tiempo que una de sus manos iba azotando suavemente mi culo.
Prácticamente no podía respirar y mis piernas dejaron de sujetarme para aguantar todo el peso de mi cuerpo sobre la mesa, mis gemidos iban en aumento y la sensación de placer iba in crescendo al mismo tiempo que los azotes aumentaban la intensidad.
Dentro de mi confusión, yo me dejaba llevar ante aquel placer que nunca había sentido, en cuestión de segundos mis gemidos pasaron a ser gritos de placer y ya era lo único que se escuchaba en la habitación, mis gritos y sus azotes.
El seguía metiendo y sacando su polla de dentro de mi culo a una velocidad increíble y y mi cuerpo era incapaz de resistir tanto placer novedoso para mí y sin poder evitarlo exploté en un sonoro orgasmo que me dejó fuera de combate, no podía prácticamente respirar y el seguía entrando y saliendo de mi culo sin parar ni aminorar la velocidad.
Intentando recuperar fuerzas y recomponerme intenté controlar la respiración, cuando de repente note como el agujero de mi culo se expandía un poco mas y de repente su polla empezó a sufrir espasmos que yo también notaba haciendo que de nuevo al notar el liquido viscoso de su polla al correrse dentro de mi volviese a correrme de nuevo y esta vez mas fuerte que la anterior, dejándome caer del todo sobre la mesa sin fuerzas para sujetarme.
Sacó su polla aun chorreante de mi culo y con su ayuda me dejé caer sobre uno de los sillones del despacho sin capacidad de hablar ni pensar, solo quería recuperar el ritmo de la respiración.
Se volvió a subir los pantalones y me trajo un vaso de agua que bebí en dos tragos y sin respirar, mientras el sentado y ay vestido en otro sillón me miraba sonriendo.
¡Vaya! – Me dijo mientras sonreía – veo que hemos solucionado de una vez tus dos problemas
En ese momento me sentía avergonzada por haberme dejado azotar y que me follase el culo, no sabía que decir.
De repente él se levantó de su sillón y tan serio como estaba al principio me dijo que me colocase el abrigo y me fuese, que tenía que acabar el trabajo que yo no había sabido hacer.
Me levanté y colocándome la blusa como pude me puse el abrigo y al llegar a la puerta del despacho escuché que me decía que el lunes me quería a primera hora allí y que no debía traer ni sujetador ni bragas, que me quería tener a su disposición para cuando él quisiera, que a partir de ese momento seria suya.
Yo me giré hacia la puerta sin saber que decir cuando de nuevo escuché su voz diciéndome que si el lunes a las ocho de la mañana no estaba de pie en su despacho, daría por hecho que no me interesaba su oferta de seguir trabajando con él y mi nuevo puesto de trabajo
¿Mi nuevo puesto? - pregunté –
Si, tu nuevo puesto en el despacho es el de seguir siendo mi secretaria adjunta y el de mi perra personal – me dijo al mismo tiempo que con la mano hacia gestos para que me retirase –
Me di la vuelta y al salir cerré la puerta envuelta en el abrigo hasta el coche y cuando subí me quedé un rato sentada sin arrancar intentando asimilar lo que había ocurrido esa mañana.
Arranque el coche y me dirigí a mi casa donde al llegar me esperaba mi novio sonriente recién salido de la ducha envuelto en una toalla diciéndome que ya que había llegado pronto del trabajo, que me parecía si me resarcía de esos polvos mal pegados de los últimos días.
Mirándolo de arriba abajo me dirigí al baño de la habitación y quitándome el abrigo intentando evitar que viese mi maltrecha ropa le dije que me preparase una copa, que no me apetecía pegar un polvo mal pegado y que era un mierda de tío follando, que ni para eso servía.
Dicho esto entré en la ducha y dejando caer el agua caliente sobre mi cuerpo empecé a masturbarme de nuevo recordando la follada que me acababan de dar y de cómo me había gustado ser tratada como una perra.
Al salir de la ducha relajada y centrada, me dispuse a preparar la ropa que me pondría el lunes para ir a trabajar.