Castigo por bajar las calificaciones (v)
Las mil y una noches...
Llegué al cuarto, y ahí esperé a Assim a que saliera del baño, estaba acostado en la cama, cubierto apenas por una sábana, y sin nada más que cubriera mi piel. Había colgado la toalla de baño en una ventana para que se fuera secando con la brisa. Mientras, recordé dónde Papá había dejado los “juguetes” y eché mano de uno de ellos… lo lubriqué, coloqué lubricante en mi culito, y lo introduje completamente, era uno de los expansores anales, esos con forma como de pera, negros, delgados en la punta, pero que a medida que van entrando van ensanchando. Cuando sentí que lo tenía completamente dentro, lo dejé ahí. Unos minutos después, entró Assim al cuarto, con la toalla enrollada en la cintura.
Habibi, que hermoso te ves, mientras esperas a hubbak…
Jajajaja… A hubbak, no, a ti, le respondí…
Ahhhh… ¿Entonces yo no soy hubbak? ¿No soy tu amor?
¿Eso quieres que seamos? ¿Novios? Le dije intrigado.
Assim se acostó en la cama aún con la toalla amarrada a la cintura, abrazándome contra su pecho descomunal y repleto de pelos, toqué su espalda, también llena de pelos, parecía como si cargara un abrigo, aún húmedos, y bajo el aroma del jabón había otro, un aroma a hombre, a macho, que me hacía desearlo. En esta posición, teniéndome cargado, sobre su regazo, con la oreja puesta sobre su pectoral izquierdo, me acarició suavemente la nariz, los labios, como delineándololos, lentamente, con un dedo, y me dijo:
¿Crees que jugaría con tus sentimientos? Sé muy bien que no voy a ser el primer hombre que esté contigo sexualmente, pero quiero que me veas como el hombre que te va a amar, proteger y estar siempre contigo. Pero eso es sólo si tú estás de acuerdo con eso, yo no pienso, ni deseo, obligarte Iñaki, yo ya tengo casi 40 años, y sé que es mucha la diferencia, siempre tendrás a tu padre en casa, pero el compartir no va a ser el mismo por cuestiones de tiempo y espacio, tu Jid, sólo Alá sabe cuánto tiempo más le queda, pero yo estoy dispuesto a jugármela por ti hayati. Yo te dije que esta iba a ser nuestra luna de miel, ya conversé eso con tu Jid, y él descargó toda la responsabilidad en ti, me dijo que ya tu no eras un niño, que ya hacías cosas de hombres, que entre él y tu padre te han estado enseñando lo que es el sexo entre hombres, aun cuando la edad no te acompaña, pero que hacerte hombre es una de las lecciones que vienes a aprender, y eso, habibi, significa ser responsable de acciones, compromisos y cada decisión que tomes en la vida. Yo quiero enseñarte muchas cosas, quiero que vivas la experiencia de tener sexo también con mujeres, tengo amigas que con mucho gusto te llevarían de la mano en ese proceso, podemos tener sexo con ellas, si así lo deseas, no te veo como un niñato al que me quiero follar y punto, yo veo muchas cosas maravillosas en ti, y quiero que tú las vivas, también quiero que las vivamos juntos, pero uno solo no construye futuro, se necesitan dos.
No necesito que me respondas inmediatamente, pero… Quiero solicitar tu permiso para enseñarte a amar a un hombre y sentirte amado de igual manera, ¿cuento con tu permiso?
Yo no sabía qué responder, si decir algo, si salir del cuarto, si llamar a Nono, quería llorar, reír, besarlo, no sabía cómo manejar esos sentimientos y emociones. Todo era nuevo para mí. Temía responder algo que después fuera un problema, no tanto para mí, sino para Assim. Ese monumento de hombre, me tenía descolocado… opté por guardar silencio y fluir.
Assim me miró a los ojos, los pude detallar perfectamente, casi pude contar cada una de sus pestañas… acercó poco a poco su boca a la mía y rozó apenas mis labios con los suyos. Se alejó un poco, para olisquear mi aliento, como queriendo memorizar mi aroma.
Hacía lo mismo con cada resquicio de mi cuerpo. Paseaba su nariz por todos lados, como si estuviera aprendiendo el aroma de cada rincón, cada olor que había en mí, a la par que iba cubriéndome de besos y caricias. Cuando encontró el expansor en mi culito, se sonrió, su mirada tenía un brillo distinto, como si estuviera tramando algo, decidió permanecer en silencio.
Me acostó boca arriba en la cama, mirándome con una mezcla entre morbo, lujuria y ternura, extendió mis brazos, dejándolos completamente abiertos, en un movimiento se desanudó la toalla, que aún lo cubría, y pude verlo, de rodillas, sobre la cama, completamente desnudo, su enorme verga, surcada completamente por venas muy gruesas, aún flácida, era más gruesa que la de Nono y la de Papá, más oscura que el resto de su piel, la cabeza, de un color marrón achocolatado, completamente circuncisa, lucía mucho más imponente todavía, y colgaba hasta casi la mitad de sus muslos, completamente velludos y duros. Sus bolas colgaban detrás de su verga, podría decir que parecían dos kiwis, de tan grandes que eran.
Luego, fue besando y acariciando mis pies, lamiéndolos, mis tobillos, a la par que iba ascendiendo, iba rozando su cuerpo con el mío, poco a poco, sentía su barba, me hacía cosquillas, pero en vez de reír, me daba placer, yo estaba dispuesto a entregarme. Cuando sentí su verga rozar mi piel, me recorrió un escalofrío… aún no estaba completamente erecta, pero ya emanaba preseminal, llegó a mi verga, que estaba totalmente enhiesta, como si de un ristre se tratara, descapulló mi verga, y empezó a lamer la punta, lentamente fue metiendo mi verga en su boca, hasta tenerla toda dentro. Él gemía, mientras mamaba, y la resonancia me daba escalofríos. Metía su lengua por surcos que yo no sabía que tenía, y casi grito del placer, pero logré contenerme.
Él iba como escalándome, como explorándome… cuando llegó a mis labios, me dio un beso, pero ese beso era como si él quisiera meterse completamente en mi boca… o como si quisiera tragarme él a mí. A la par que iba apretando mi cuerpo contra el suyo, como si quisiera incrustarme en su enorme pecho cubierto por ese pelero que me encantaba. Poco a poco fue soltándome, y al mismo tiempo iba como sentándose encima de mi cuerpo, sentí sus nalgas rozando mi verga, él cerraba los ojos y hacía como si mirara al techo, iba deslizándose, lentamente sobre mi anatomía, cuando la punta de su verga rozó mis labios, yo, abrí la boca… sentí cómo fluía su `preseminal en mi boca, casi como si estuviera acabando, Assím se tocaba los pectorales y retorcía sus tetillas. Al poco tiempo, su verga se fue poniendo màs dura, más gruesa, más larga, no cabía ya completa en mi boca.
La sacó suavemente, y se deslizó hasta quedar sentado sobre mis rodillas, cuidadosamente, fue liberando mis piernas de su cautiverio para colocar mis talones a la altura de su pecho.
Miró el expansor, y con cuidado, fue removiéndolo, procurando no hacer daño al sacarlo, hasta dejar mi culito totalmente vacío, yo sentía cómo entraba aire. Él volvió a meterlo y sacarlo, viendo que entraba y salía con facilidad. Hasta que me preguntó:
¿Hay alguno de mayor tamaño?
Hay varios, pero son de Papá… Vamos a tener que ser cuidadosos de no dañarlos y ponerlos nuevamente en su sitio, ya te muestro.
Saqué el arsenal de “juguetes”, y Assim cogió uno que se parecía bastante en grosor a su verga.
¿Te importaría si uso este habibi?
Por mí, no hay problema, le respondí, él cogió el lubricante y lo untó bien en el nuevo juguete que íbamos a probar.
Dime si te duele, y me detengo, dijo.
Vale, cuando estuvo casi la mitad dentro, me dijo:
Uuuuufffff que delicia de culo, cómo se adapta rápido, me encanta lo bien que dilata, dime una cosa, sinceramente, hal wade walidak wajidak dhikrihima fik fi nfs alwaqita?
Yo lo miraba con la mente en blanco… Él se percató de que no había entendido ni media palabra… Y sonriendo, me tradujo: ¿Tu padre y tu abuelo te han metido sus penes al mismo tiempo en el trasero? Disculpa, lo volví a hacer, dijo sonriendo tímidamente.
Sí, lo han hecho, y me ha gustado…
Habibi, eso me encanta, no imaginas cuánto, que tengas esa libertad de probar todo.
Mientras íbamos hablando, él iba metiendo cada vez más y más del juguete más grande dentro de mí, el mismo con el que vi a Papá masturbándose una vez y mamando mi verga, mis bolas, mordiendo mis tetillas, pasaba su lengua por mi cuello, lento, en una de esas me besó, y con la mano libre, después del beso, mantuvo mi boca abierta, para soltar un lapo dentro, y seguidamente volverme a besar. Él no cesaba de jugar con el dildo en mi culo, hasta lo rotaba, lo movía como si estuviera haciendo círculos, como atornillándolo… Lo retiró lentamente, sin prisas, y cuando vio mi culo completamente dilatado dijo:
Barak Allah fi aljasd aldhy eindak habiyun... 'ahibu 'an tusharikah maei. (Dios te bendiga el cuerpo que tienes amor mío… Me encanta que lo compartas conmigo. ¿Sabes que yo disfruto absolutamente todo lo de estar con un hombre, sin tapujos ni nada que se le parezca?
Amén, le respondí. No, no sabía, pero sí me lo imaginaba.
Quiero hacerte mío habibi, quiero hacerte el amor, y que tú también me lo hagas a mí.
Yo también quiero.
Assim estaba más que excitado, de su verga fluía preseminal como si se estuviera orinando, se exprimió bien la verga, como ordeñándola, cogió una buena cantidad de su preseminal, lo untó en las paredes de mi culo, metiendo tres de sus dedos, yo lo veía cómo aspiraba aire entre sus dientes…
Su verga, completamente tiesa, no paraba de botar cantidades enormes de preseminal, sus ojos, encendidos por la lujuria, me miraban, y me devoraban. Sentí la cabeza de su verga entrando, y poco a poco, el resto, él iba sin prisas, en silencio, disfrutando cada segundo, era nuestra “luna de miel”, o así él la había llamado.
Cuando tuve la mitad de su verga dentro, empezó a sacar y meter, lentamente, se agachó, me besaba, mie acariciaba, tocaba mi pecho, jugaba con mis tetillas, lamía mi cuello, los lóbulos de mis orejas, sin perder la cadencia que llevaba dentro de mi culo, lentamente iba metiendo más… poco a poco… yo estaba extasiado… él gemía encima de mi cuerpo, yo olía su sudor, olor a hombre, excitante, me colocó uno de sus sobacos peludos en mi cara, yo olía una y otra vez, ese olor, sin desodorante, me encanta… cuando pequeño, Papá me acurrucaba a su lado para dormir, y yo siempre buscaba el olor de sus axilas. Pero esto era distinto. Me excitaba.
Assim seguía en su vaivén dentro de mí, ya casi estaba totalmente dentro, faltaban tres dedos solamente, y de una, tras poner su mano en mi boca, los encajó ahogando mi quejido.
Él hacía un sonido de: Shhhhh…. Para calmarme. Luego se quedó quieto, dentro de mí, y luego de unos minutos, empezó a moverse, lento, y gradualmente aumentaba la velocidad de sus embestidas.
Escuchamos los gallos cantar, ya eran las 3h00, Assim aceleró las embestidas, me tomó en sus enormes brazos, se acomodó como sentado, para tomar mi cuerpo, en el aire, mientras me aferraba a él con las piernas, y embestirme salvajemente, en seguida cambió de posición, quedando él boca arriba, y yo sentado encima de su verga, cabalgando, yo me mordía los labios, para no gritar, y estaba a punto de correrme, Assim parecía leerme como a un libro, me vio a los ojos, y asintió además de hacer señas de seguir en silencio, sin masturbarme, liberé unos seis chorros de leche sobre su abdomen y pecho… él los estrujó. Y apenas me dí cuenta, sentí su verga mucho más gruesa dentro de mi culo. Como si fuera a explotar, y explotó, su leche de macho se salía por mi culo, era un escándalo lo que acababa, pero en el más absoluto silencio.
Me besó, con esa mezcla de pasión y lujuria, pero matizada con amor y pureza… Su verga aún estaba bastante firme, me miró como preguntando si la sacaba, yo con mis piernas lo halé más hacia mí, sin mediar palabra alguna. En ese momento, se hundió un poco más en mi cuerpo, y siguió bombeando dentro de mí, yo sentía cómo deslizaba suavemente en mi culo, en eso se le ocurrió usar el último juguete, levantó mis piernas hasta que mis pies quedaron sobre mis hombros, con la mirada me decía que los sostuviera, y fue metiendo el dildo en mi culo.
Sentía que me partía en dos, pero no quería que parara… Estábamos disfrutando, descubriendo lo que era capaz de hacer, el placer que podía sentir y darle, no sólo a él, sino a Papá, Nono, mis tíos, todos se me pasaron por la mente, que me follaran entre todos y follarlos a todos también, quería sentir sus leches encima de mí, que me orinaran encima, que me hicieran beber sus meaos.
En ese momento me di cuenta de algo, me había convertido en un cerdo sexual, olores, escupitajos, lefadas en la cara, meaos en la cara, beberlos, todo lo relativo al sexo, me encantaba, y me sigue gustando, se puede decir que me había despojado de vergüenza, de timidez, quería sexo, no importaba con quien fuera, ya las barreras más difíciles se habían caído, ahora era de verdad alguien a quien los escrúpulos y las críticas de la sociedad le valen madre, hasta el momento, no tenía una sola razón para decir un solo no a nada de lo que estaba viviendo, estaba gozando como nunca antes había imaginado, tal vez para unos el proceso debería haber sido más lento, más gradual, para mí fue perfecto, poniendo los términos un poco estilo ocultista: Era como si una oscuridad se apoderara de mí, y yo no estaba dispuesto a luchar contra ella.
Por el contrario, la disfrutaba, la saboreaba, la hice parte de mí, y me fundí con ella y ella conmigo, somos uno.
Assim estaba bañado de sudor, encima de mi, yo movía mis caderas acompasando sus arremetidas, en una que él enderezó su espalda, sin sacarme su verga, dí un giro que quedé de estar acostado boca arriba, a posición de perrito, y me movía hacia delante y atrás, como poseso, Assim, que había querido mantener silencio, empezó a gruñir, gemir, sacó el dildo de mi culo, me tomó con sus fuertes manos por los hombros, y me decía:
¿Eso quieres? ¿Quieres sexo duro? Vas a tener sexo duro.
Me daba nalgadas que me hacían chillar, dolor, placer, humillación, romance, para mí se volvieron lo mismo, halaba mi cabello, me volvía a dar nalgadas, en un momento sacó su verga de mí, se bajó de la cama, me haló hasta que mis nalgas quedaron al aire, colocó sus manos tras la nuca, y ensartaba y sacaba completamente su verga de mí, ya su expresión facial no era romántica, era sádico, sabía que eso me gustaba, que no quería un romance de Las Mil y Una Noches, que quería un amor molotov, algo explosivo, una “no relación” porque estaba claro que en algún momento él volvería a Marruecos.
Después me volvió a ensartar, me cargó, y sin dejar de follar mi culo, que chorreaba leche de su anterior corrida, y todo el preseminal que botaba, me llevó cargado hasta donde quiso, a la sala, al baño, el comedor, me folló dónde y cómo le dio la gana, luego volvimos al cuarto, ahí me sacó su verga en seco, y me puso de rodillas en el suelo.
Abre la boca y mama la verga de tu macho, me ordenó.
Así lo hice, me la metía a la boca, no me importaba lo que tuviera pegado, el olor, sólo quería placer, darlo y recibirlo…
Assím me dijo:
Viene mi leche, ¿dónde la quieres?
Donde te dé la gana, le dije.
Empezó a mastrurbarse delante de mí, yo seguía de rodillas, y acabó en mi cara, chorreando mi cuerpo completo, me tomó de las axilas, y me subió a la cama, lamía su corrida, y me la iba dando en la boca, cuando la tuve toda, me dijo que tragara.
En seguida se puso encima de mí, y se metió mi verga en su culo, ese culo perfecto de macho moro, nalgas duras, grandes, peludas.
Sentía su calor, su estrechez, me encantaba. Assim cabalgaba encima de mi cuerpo, con su verga aún dura pegando en mi abdomen, sudando como si se hubiese dado un baño en ese momento, Uuuuuuuuffffff…
AAaaaaahhhhh… Assim… Te voy a preñaaaaarr…
Préñame, quiero esa leche dentro…. Esa es mía… AAaaaahhh Dame verga, dame leche habibi…
Tomaaaaaaaaaa…. Aaaaaaaaaaaahhhhh
UUUUuuuuuuuuuuuffffffff
Assim acabó por tercera vez esa noche y yo acabé todo lo que no había acabado.
Se despolomó encima de mí y me dijo:
Escucha esto, te voy a traducir: laqad qadayt 'afdal waqt, 'aetaqid 'anak aydana, hqana, 'aetaqid 'anah fi aljins sawf nafham bedna albaed jydana. Lo pasé de lo mejor, creo que tú también, en verdad, creo que en el sexo vamos a entendernos perfectamente bien.
En verdad que sí, le respondí.
Nos dimos un beso y le dije:
¿Nos damos un baño?
Jajaja… ¿Necesitas limpiar tu conciencia? ¿Te sientes sucio? Yo estoy bien, así pienso pasar el día. Con olor a nuestros culos, nuestras leches, todo. Además, es lunes, y tu padre no llegará sino hasta el fin de semana, ¿te gustaría que me quede y estemos los cuatro juntos?
A mí sí, hay que esperar a ver qué dice Nono y qué dice Papá.
Bueno príncipe, si quieres, duerme, yo debo vestirme, para empezar a hacer café. Ya te traigo café, yo me traje algunos sacos desde Marruecos, para preparar café tradicional árabe.
Perfecto, aunque no tengo sueño, le dije, y me bajé de la cama para ir con él a la cocina.
Entonces, ven conmigo. Así a prendes cosas nuevas. Dijo dándome un beso.
Nos vestimos y nos fuimos a la cocina.