Castigar la Soberbia

Laura, una chica elegante y muy guapa, cuenta el rodaje de una película de terror que acabará en una espectacular orgía en la que ella es el plato principal.

La Soberbia

Nada hay que me fastidie más en una mujer que la soberbia. Ese mirar por encima del hombro, con desprecio, con arrogancia infinita. Y tan solo conozco una cura para tan extendido mal, la indiferencia.

Laura era un referente, ¿y qué puede significar eso?, pues una de esas personas que te encuentras a lo largo de la vida y que por uno u otro motivo te dejan huella. Ella es una mujer excepcional que pudiendo hacer valer su espectacular belleza, se decidió por la intelectualidad, estudiar periodismo y demostrar que la hermosura y la inteligencia no son antagónicas. Una conversadora infatigable, valiente y enormemente ingeniosa. Pero es que además es una auténtica delicia, una beldad clásica y espectacular. 26 años, alta, calculo que 1,75 metros; pelo largo, liso, castaño oscuro. La guinda de esta tarta es un rostro perfecto aunque algo aniñado para mi gusto. Ojos marrón claros y muy vivos, cuerpo delgado, pechos perfectos, creo que una talla 90; trasero discreto y piernas larguísimas. Dones de la naturaleza que ella adorna con una gran elegancia, ropa esmerada, siempre perfecta y oliendo a Loewe. Laura sería el más perfecto ejemplo de la burguesía acomodada del oeste madrileño. Lo único que fallaba en esa obra maestra era la soberbia.

Transcribiré, tal y como recuerdo, la conversación que tuvimos una tarde de otoño en un café del Madrid de los Austrias, una historia increíble que creí por ser ella la protagonista; un relato que he de reconocer, me ha dado no pocas alegrías. Ahí va:

Tu sesuda teoría se resume en aquello tan manido de "Tiran más dos tetas que dos carretas", vamos, que es puro Freud-

Tu ríete, pero te digo que el sexo puede conseguir más que la religión, el dinero y hasta el amor.-

Pues yo creo que generalizar sobre 3.000 millones de hombres y ponernos a todos de idiotas, es estúpido. Como lo sería decir que todas las mujeres pueden ejercer ese poder-

Todas no, pero a los caprichos de una mujer guapa no se resiste ningún heterosexual, ni un catedrático, ni un cura, ni casado ni viudo, nadie- Laura bebió de su infusión y me lanzó una de sus sonrisas hechizadoras.

Una mujer como tú te ha faltado decir-

Pues podría hacerme la modesta, pero resultaría ridículo. Te voy a contar una historia increíble que te lo va a demostrar-

Hazlo por favor -

Pues verás, esta misma conversación la tuve hace 3 meses con Ruben, un chaval con el que estaba medio liada, ¿lo recuerdas?-

No era aquel espabilao que iba de progre, de director de cine-

El mismo. Resulta que se le ocurrió rodar un corto de terror para presentarlo en un concurso de su facultad. La historia era ridícula, un homenaje a Jacinto Molina, pero me pareció gracioso y me ofrecí a participar. Durante varias semanas estuvo rodando con otra gente, viajando y haciéndose el interesante. Me ponía al tanto de sus progresos pero yo no le hacía mucho caso. En el puente de agosto me dijo que tenía que rodar mis escenas, que nos íbamos a casa de un amigo a Rascafría, un lugar precioso en la sierra de Madrid. Nos acompañaban 3 de sus compañeros de clase y la novia de uno de ellos.

Con toda naturalidad preparé el petate y hasta dejé volar la imaginación, pensando que lo mismo ganaba un premio y me ofrecía algo otro director más serio para sacar un dinerillo… no pongas esa cara, cosas más raras se han visto. Cuando conocí al resto del reparto me di cuenta de que aquel corto no acabaría en Sundance. Uno de ellos, el más alto, se llamaba Israel, era el típico moreno desgarbado, pelo rizado, blanducho y apenas abría la boca. Pertenecía a una congregación religiosa y cantaba en un coro, vamos que era un pieza.

El segundo se llamaba Fred, era un guiri irlandés, estudiante de Erasmus pelirrojo, algo sonao, con coleta, lleno de pecas y feo como la madre que lo parió. El tipo se había emparejado con una chiquita de geológicas, Marta creo que se llamaba. Una muchacha bajita, simpática, morena, delgada y con un pecho tremendo.

El tercero en discordia sería su compañero de pupitre, un tal Claudio que ya me había presentado en una fiesta. El tipo era un chulo de cuidado, le gustaba el tunning, tenía el pelo rizado y engominado, moreno de rayos UVA, bajito, vacilón, charlatán y he de reconocer que bastante resultón, aunque me cayese realmente mal.

Aquella primera noche, el viernes, llegamos muy tarde a la Casa Rural que había alquilado en las afueras de Rascafría. Estábamos muy cansados así que cenamos poco y nos fuimos a dormir.

El día siguiente se fueron a ver "localizaciones". Marta y yo visitamos el monasterio del Paular, después pasemos por los bosques y descubrí que la muchacha era bastante idiota. Ella no paraba de hablar, decía que Rubén llegaría lejos como director, que lo mismo nos hacíamos famosas, etc … yo tenía mis dudas. Por la tarde echamos una buena siesta ya que el rodaje sería nocturno.

Serían las 11 y pico cuando todos ocupamos nuestra posición y la cámara empezó a grabar. Teníamos poco tiempo, así que todo se desarrollaría en un plano secuencia, con las interrupciones mínimas. Afortunadamente ni los planos eran complicados ni los diálogos, de hecho no decíamos ni una palabra. El tonto de Ruben hablaba de hacer una peli en plan dogma, como Lars Von Trier, hay que ser panoli.

La cámara recoge el lento movimiento de dos sombras tras las cortinas de la ventana, una ligera brisa las mueve y suenan pisadas desgarbadas en el jardín. Después aparezco yo tirada en la cama, durmiendo con unas braguitas y un top blancos. Cuando la cámara vuelve a la ventana dos seres esperan en silencio dentro de la habitación. La primera vez que vi sus rostros no pude evitar sobrecogerme. El guiri había realizado las tareas de maquillaje y lo cierto es que eran impresionantes. Unos rostros horrísonos que no parecían de latex sino verdadera carne putrefacta. Color cetrino, cabello revuelto, manos y uñas sucísimas, ropa ajada, ojos acuosos y para acabarlo de arreglar unos labios y unos dientes salidos de ultratumba. En fin, que daban muchísimo miedo y aunque conocía a los dos idiotas que se ocultaban tras los atrezos no pude evitar temblar. Tan nerviosa me puse al verlos junto a mí que hubo que repetir la toma.

Ellos se acercaron lentamente hacia la cama respirando fuerte. Retiraron la sábana y me descubrieron durmiendo plácidamente. Debía respirar profundamente jugando de forma lasciva con el movimiento de mis pechos. Ambos se agachan curiosos, uno me huele el pelo y después el cuello, el otro observa con atención mis pies y mis piernas desnudas. Después pasa la mano sobre ellas sin llega a tocarlas. Entonces llega el momento más desagradable. El guiri, olisqueándome el cuello y relamiéndose ante mis encantos babea sobre mi piel y me despierta. Al ver el panorama me horrorizo, grito y en ese momento se me echan encima agarrándome para que no huya. Uno me coge con fuerza los brazos y el otro las piernas. Pero la escena termina cuando uno me golpea y pierdo el sentido quedándome postrada sobre la cama. El golpe debía ser fingido, pero acabó arreándome. Todo había salido perfecto y nuestro director no podía estar más contento.

Mal me está decirlo, pero con tan poca ropa, tendida sobre la cama y a la luz de la luna, sería muy difícil obviar mis encantos. Y así pasó, el cura, que era el que estaba a mis pies, durante toda la escena no me quitó ojo y como quien no quiere la cosa acabó poniéndome una mano muy abierta en el muslo. El otro espabilado en el forcejeo se me tiró al cuello haciendo que me mordía. La verdad es que contaba con ello y no dije nada.

Allá a la 1:00 de la madrugada nos fuimos a rodar la siguiente escena al bosque. La luna llena lo iluminaba todo y casi parecía de día. Aún así, esa luz difusa es capas de transformar un bosque en un paraje espectral.

El la siguiente escena las dos chicas seríamos sacrificadas por un brujo, papel que interpretaba el chulo de Claudio. Para su papel se había puesto un taparabos, el rostro blanco con ojos rojos y unos espeluznantes colmillos de vampiro.

A Marta el tema empezó a no agradarle mucho. Los disfrazados la acojonaban bastante, se veía con poca ropa y no quería que se la atase de verdad en un árbol. Al final, tras discutir con su novio y con el mío, se marchó a dormir. Me quedaba sola y aunque a mi también me daba corte, hacía rato que dejaba volar la imaginación, pensaba que aquellos no eran 4 pringados, 3 actores y un director mediocres, pensaba que eran monstruos lascivos de verdad y eso, por muy raro que resulte, me excitaba enormemente. Va a ser complicado que me entiendas, pero la situación se ponía interesante. Imagíname las manos atadas en alto a un árbol con el top y las braguitas y delante tres monstruos babeantes teniéndome a su disposición. El único soltero y el más peligroso era el brujo. Un medio cura, un guiri con novia y mi chico, que en teoría no iba a permitir nada raro… pues ya te dije que el sexo lo puede todo.

La noche era típica de agosto, cálida y serena. La cámara vuelve a rodar. El brujo se acerca con una daga en la mano y musitando oraciones supuestamente tétricas en voz baja. Yo sabía que desde que me había visto deseaba meterme mano y ahora lo tenía muy fácil. En realidad a él nunca le hubiera dejado acercarse, pero al brujo que interpretaba sí, ay al brujo, hacía rato que al brujo quería tenerlo cerca. Se acercó y me dio un gran lametón, recorriéndome desde el cuello a la mejilla. Después me agarra por la cintura clavando sus uñas en mi piel y después pasea la hoja de la daga por mis muslos, subiendo lentamente para acabar jugueteando con la punta en mi abdomen. Yo miraba a sus ojos y tras aquellas terroríficas lentillas rojas no veía más que lujuria. El se quedó mirando un instante y me dio un largo beso. Lo cierto es que sabía artificial y sus dientes hacían que babease en mi boca más de la cuenta. En principio me hice la remolona, pero acabó metiendo la lengua y dándose un buen festín. En otra circunstancia me habría repugnado, pero estaba bastante excitada y ya pensaba en volver al cuarto lo antes posible y ponerme a follar con mi novio hasta el amanecer.

Y eso pensaba yo cuando el brujo se separó y marchó hacia una piedra granítica, plana y grande como una mesa, que haría las veces de altar de sacrificios.

-Traed a la víctima aquí- dijo con voz de ultratumba y gran solemnidad. Los dos zombis obedecieron desatándome. Intento forcejear, pero cada uno me coge de un brazo, estoy en sus manos. Me conducen ante él, saca la daga y la introduce bajo el top, siento la fría hoja entre mis pechos cuando un leve movimiento corta la tela y deja al descubierto mis tetas. Tres pares de ojos y el visor de una cámara se fijan atentamente en ellas. Tu no lo sabes porque no me las has visto, pero las tengo preciosas, ni muy grandes ni muy pequeñas, duras y con el pezón pequeño y sonrosado.

-Te agradezco los detalles, sigue contándome-

-El Brujo se acerca a mi pecho, va a chuparlo, noto su aliento, abre la boca y va a clavarme esos colmillos. Justo antes de que sus labios toquen mi piel aprovecho el ensimismamiento de los zombis para escapar y echarme a correr. Y tan atontados están que ni me siguen.

El director dijo que había que repetir, pero no me dijo nada de que estaba previsto que me chupasen como un polo. Y la verdad es que a mí, a estas alturas, ya no me importaba lo más mínimo.

Repetimos la escena, hice que me tropezaba (típico en chica-víctima) y los dos zombis se me echaron encima llevándome a la fuerza frente a la piedra. Mis pechos saltaban en libertad ante sus ojos y veía como el cura no dejaba de mirarlos. Allí mismo, de pié, no aguantó más, se puso a mi espalda, sujetándome los brazos y se pegó a mí por delante, dándome un tremendo restregón con su entrepierna. El otro, el guiri, no se quedó atrás y pude notar su paquete en mi trasero, era un verdadero sandwitch que me cortaba la respiración. El cura dejó el espacio justo entre mi cuerpo y el suyo para poder meter las manos estrujándome los pechos con avidez. Mientras, el otro me besaba en los hombros y en el cuello y mi novio permanecía en silencio, danzando con su cámara alrededor. El muy idiota no tardó en meterse la mano en la bragueta y empezar a masturbarse viendo como dos zombis devoraban a su novia. Se estaban dando un festín y el guiri no tardo en liberar mis brazos para poder utilizar sus manos y estas se fueron directamente al culo, a tocarlo bajo las braguitas, a estrujarlo y arañarlo con ansia.

Yo los veía sobre mí, con sus rostros pavorosos, chupando y mordiendo con aquellos dientes mugrientos y no podía evitar excitarme. Sé que tenía que haber parado, pero no podía hacerlo, era demasiado tarde. Busqué en la bragueta del cura y agarré su pene, estaba tremendo y ya llevaba un rato corriéndose tímidamente. No tuve más que moverlo un par de veces para que un chorro caliente de semen saliese de él para derramarse en mi abdomen. Entonces él se apartó y el guiri aprovechó para bajarme las bragas y apoyarme en la piedra. En un momento sentí como su rabo se abría paso y me penetraba con facilidad. Yo debía andar muy, muy lubricada.

Mis pechos empezaron a botar y según daba embestidas le oía resoplar. Solo pensarlo me vuelve a excitar, un monstruo abusando totalmente de mí, es una locura. Él también estaba muy excitado y no tardó en correrse como un animal.

Mis muslos chorreaban, al igual que mi abdomen. Estaba desnuda frente a 4 hombres y aún no había tenido mi orgasmo.

Miré al brujo, a Claudio y resulta que estaba sentado en la piedra meneándosela, como mi novio, ¡ hay que ser idiota!. Me puse frente a é, de rodillas, se la quería chupar más que nada en el mundo. Aparté el taparabos y descubrí un pene bastante majo, aunque para mi sorpresa no estaba empalmado del todo. Sobre todo era muy ancho, con un grande tremendo, como un fresón. Sin pensarlo dos veces lo puse entre mis labios con delicadeza y me lo metí en la boca saboreándolo con la lengua. Con la mano derecha empecé a tocarle los testículos y le oí gemir de gusto. El listo no perdió el tiempo, puso sus manos sobre mi cabeza y acompañó el subibaja. Pero él tenía previsto correrse en mi boca y yo quería sentirlo ahí abajo. Quería mi orgasmo así que dejé de mamársela y me eché sobre la piedra abriendo las piernas y ofreciéndome completamente a quien quisiera tomarme.

Los otros 2 miraban, intentando recuperarse, así que el brujo se puso encima, en la postura del misionero, y me la clavó hasta el fondo. Casi me muero de gusto al sentirlo entrar, era, sin duda, el más ancho que había tenido dentro de mi, me sentía llena. El guiri había visto lo bien que la mamaba y se sintió celoso, así que se puso junto a mi mejilla y bajó el pene hasta mi boca. La verdad es que se lo chupé con ganas, era algo más pequeño, pero magnífico.

He de decirte que ahora me veo como una auténtica guarra, nunca me había ocurrido ni había soñado con nada parecido. Pero así ocurrió lo creas o no.

El brujo no paraba de embestir, me agarraba los pechos y hasta gruñía. Al rato se corrió con un alarido en mi interior, sentí los espasmo y el líquido caliente derramándose dentro. Sin darme tiempo a cerrar las piernas, su puesto lo ocupó el cura. Yo ya había alcanzado mis orgasmos, pero aún quería más. El guiri hizo lo propio, dando unos espasmos terribles y poniéndome la cara perdida. Nunca me había imaginado así, ni en el más cliente de mis sueños. Utilizada por varios hombres que derramaban su semen sobre mí, aún ahora, mientras te lo cuento me sigo excitando.

Mi novio, el director, había dejado la cámara en un trípode y seguía haciéndose pajas apoyado en un árbol.

El curo volvió a correrse. No le había visto el pene, solo lo había sentido, pero parecía muy grande. A duras penas me incorporé un poco sobre la piedra y me quedé mirando a los tres monstruos que respiraban con fuerza a mi alrededor.

-¿Ya hemos acabado?, vengo, soy el sacrificio y quiero una despedida-

Como movido por un resorte el guiri se puso frente a mí.

-¿Cómo quieres que me ponga?- le dije.

-Como perro, quiero culo-

Lo cierto es que nunca he sido muy amiga del sexo anal, pero aquella noche le hubiera dado mis ahorros de habérmelos pedido. Me volví a poyar en la piedra y le puse el trasero a tiro. El tipo era muy habilidoso, cogió un poco del semen que me corría por los muslos y me untó el ano preparándolo para la acometida. Solo sentirlo entrar me provocó un nuevo orgasmo. Mientras gemía vi como el cura invitaba al brujo a servirse de mí y éste rehusaba. Ya sabía yo que con este tipo todo era fachada.

Afortunadamente el cura quiso desagraviarme. Sacó su aparato, que ya había vuelto a empalmarse, se sentó en la piedra frente a mi y con un gesto me invitó a chupársela, ¿cómo no iba a obedecerle?, mientras lo hice no paré de correrme. Estaba aturdida, como drogada y las dos últimas corridas, una en mi ano y otra en la boca, me dejaron rendida. Tumbada sobre la piedra, dormitando, cansada y cubierta por el semen de tres monstruos.

-¿Qué te ha parecido la historia?-

-Alucinante, para qué te voy a engañar. Pero me estás hablando de unos pringaos- Como contarle que en aquel momento tenía una erección dolorosa, que trataba de hacerme el insensible. En aquel momento me estaba ganando el Oscar al actor secundario.

  • Es lo más loco que me ha ocurrido últimamente, te lo cuento por eso. Naturalmente no hace falta llegar al porno para conseguir de un tío lo que quieras, de hecho yo no lo he hecho nunca ni creo que lo haga. Esto es extremo.-

-Y no te digo que no haya gente dispuesta a arrastrarse con tal de tener tu atención, pero no todos, no seas inocente-

-¿Tu por ejemplo?-

-Yo desde luego, pero hay más gente-

  • ¿Me estás diciendo que tras contarte esta historia si te digo que me apetecería muchísimo que pasásemos un fin de semana follando como leones, que podrás hacer conmigo todo lo que quieras, en ese hipotético caso me dirías que no?, ¿es eso?-

  • Eso es, en primer lugar tengo los fines de semana muy ocupados y aunque estás muy bien, a mí me gustan morenas y más pechugonas. Quizá la tal Marta de tu historia-

-Mientes. No te lo estaba ofreciendo, era un caso hipotético-

-Ya, ya Laura, que no. Te tengo aprecio, pero hace falta morbo y para que me dieses ese morbo tendrías que ser superior a mí física e intelectualmente, y no lo eres. Además, después de saber lo fácil que se lo pones al personal has perdido muchos enteros-

-Serás chulo y capullo. ¿Cómo que no tengo morbo?, ¿cómo que eres mejor?-

-Pues sí, tengo más estudios, soy más inteligente y tengo éxito con las mujeres, hasta con los hombres ligo más que tú. Una chica puede decir esto y no quedar de chula, yo lo hago contigo, en confianza, pero negaré que esta conversación haya tenido lugar, je,je-

Aún estuvimos un buen rato discutiendo. Laura notó mi determinación y, como imaginaba, mi negación hizo crecer su morbo y su interés por mí hasta el infinito. Los meses siguientes hice acopio de paciencia, seguí interpretando y ella me siguió tirando los tejos e intentando calentarme. Al final accedí a acostarme con ella dando a entender que le hacía un favor y he decir que fue espectacular. Hemos repetido incluso con disfraces y es extraordinario. Pero esa es otra historia.