Castigándote

Dedicado a una sumisa

Te golpeo. Sin furia, sin bronca, sin exceso. Suelto mi mano sobre tu cara de ojos entornados, suena la mejilla antes de enrojecer. No estoy enojado ni soy violento. Sólo ejerzo mi poder sobre tu cuerpo y disfruto con tu entrega, tú que te entregas, cedes el control y lo ofreces. Te golpeo y no, no te odio, te amo, te gozo en la posesión, en el goce te poseo.

Estás desnuda y ofreces los pechos como testimonio, como regalo y tributo, pero mas que nada como testimonio de sumisión y conciencia de propiedad, porque son míos lo mismo que el cuerpo que los carga, sus dolores, placeres y sentimientos.

Descargo mi mano en tus tetas, suena el chirlo, exhalas un gemido y recibes la energía en el cuerpo y ésta viaja por cada poro hacia el centro del cerebro y hacia el confín del clítoris, vuelta de tuerca sobre vuelta de tuerca, eres una hembra que se da, que se desprende de sí misma en el supremo tributo del dolor.

Yaces pasiva en el lecho, la piel ardiente, la mente en la nube del goce, y en tí hay tanta piel que someter, tanto cuerpo para abusar, en tí hay tanta mujer que profanar, tanta hembra que someter a la posesión mediante el castigo.

Cae mi mano sobre tu cuerpo la cola erguida se abre en flor para recibir al amigo dolor el golpe anhelado, anhelado y recibido. Cae, cae, cae, enrojece la piel sufre la perra y goza la perra el calor liberado por el cuerpo borronea el aire, hueles a puta, a puta y alcohol.

Te golpeo. Sin furia, sin bronca, sin exceso.