Castigando a mi jefe sin follar - CAPITULO 5 (Fin)

Tenía que acertar ese vino y ganarle la partida a Irina, para conseguir... ¿realmente que quería conseguir yo?

Castigando a mi jefe sin follar

(Alf & Sylke )

CAPITULO 5

Irina y yo estamos expectantes y totalmente entregadas a ese juego de Raúl, al que yo no soy capaz de poner ninguna objeción, tan solo dejarme llevar por ese cuerpo, ese arte para atraparnos y soñar con acertar ese maldito vino y poderme comer esa preciosa polla.

Raúl nos ofrece las dos copas, volviéndose sonriente y exhibiendo orgulloso ese tronco que desafía todas las leyes de la física, en tamaño, en forma y en su extraordinaria posición, totalmente erguida. Es una polla enorme y preciosa, cuanto más la miro más me atrae, tan grande tan poderosa, es como un tótem al que adorar. Ambas nos miramos un segundo con la copa en nuestras manos, y las dos deseamos acertar, nuestro nerviosismo es evidente, por lo que probamos ansiosas la copa, sin dar oportunidad para saborearla bien. Tengo que hacer un esfuerzo para abstraerme e intentar concentrarme, cosa que no me resulta nada sencilla, excitadísima como estoy y viendo como mi jefe me devora con la mirada fija en mis enormes tetas, que están durísimas, y mis largas piernas ligeramente abiertas enseñando mi húmedo coño, subida en esos taconazos… no hay ni un segundo en que piense que se trata de mi odiado excuñado, solo es un hombre deseado que quiero tener dentro de mí. Mi hermana tenía razón, Raúl tiene algo que hipnotiza y yo estoy dispuesta a todo.

De pronto, me parece identificar el vino, esta vez creo que es francés, ¿burdeos? Si, seguro, mmmh..., pienso y creo que este vino es muy bueno, Saint Emilion... no estoy segura de la marca, pero es reserva, ¿2010?, no sé, …veo que Irina sonríe satisfecha, parece que lo ha reconocido antes que yo, seguro que lo ha probado más veces, y sin querer me ha dado una pista, sé que Didier suele pedir siempre que puede un Saint Emilion Château Cheval Blanc de 2012, por lo que Irina está habituada y lo ha reconocido, no hay duda, así que me lanzo para adelantarme a ella, nerviosa como una niña y casi grito, y en ese momento, ambas decimos al unísono

-        ¡Lo sé!, ¡Lo sé! Saint Emilion Château Cheval Blanc de 2012!!

Y, como niñas, nos miramos con cara de enfado, por habernos arrebatado mutuamente la respuesta y luego ambas miramos a Raúl esperando expectantes que nos confirme si nuestra respuesta es la correcta.

-        ¡Yo lo he dicho antes! - cice Irina, agarrando la polla de Raúl y bajándose de la mesa

-        ¡No! ¡He sido yo!, - grito yo, agarrando también esa polla, y queda atrapada con nuestras manos, pero es tan grande que nos permite atraparla entre las dos y aun nos sobra.

Además de larga y gruesa, a la que casi cuesta abarcar en mi mano, está dura, durísima y caliente. No soy yo, es mi instinto animal hacia ese hombre el que me empuja. Él sabe de su poder y aún tiene tiempo para regodearse con nosotras.

-        ¡Mmmh!, ¡bueno, no sabría decir quien ha hablado primero, habéis acertado ambas, dice muy sonriente- creo que tendréis que compartirla!

Ninguna de las dos ponemos en duda su sentencia y nos arrodillamos, ambas con desesperación, para poder saborear por fin esa impresionante polla a nuestro anhelado Raúl, las dos despelotadas, con la vista ida, como drogadas... postradas ante ese hombre con nuestros taconazos, que, en mi caso, se me salen del talón al estar arrodillada.

Irina le pega una primera lamida a ese larguísimo tronco y después me deja espacio a mí, para que las dos compartamos alternadamente esa enorme verga. El sabor es delicioso, el tamaño es colosal, la dureza como la roca, el grosor apenas me permite abarcarlo con mi mano...  Nuestras lenguas se entremezclan con la polla y el glande de Raúl, luchando por introducirnos una y la otra todo ese miembro en nuestras respectivas bocas. Raúl nos mira satisfecho, sujetando nuestras cabezas mientras cierra los ojos inclinando la suya hacia atrás extasiado de placer.

Cada vez que lo miro, alucino más... no me creo estar chupándosela a ese hombre... ¡Dios! ¡Que pollón! ¡Mi hermana se había quedado corta! ¡Ahora le entiendo! ¡Lo que debe ser meterse esto dentro!! Y sigo compitiendo con Irina para ver cuál de las dos consigue metérsela en su boca, mientras con mi mano le toco el culo a mi jefe, que está durísimo, y jugueteando, logro meterle meto un dedo por el ano. Él se deja hacer y mientras tanto aprovecha para cogerme una teta y pellizcarme un pezón.

-        Chicas, no tengáis prisa, que no os la van a robar – nos dice jadeante pues ambas nos entregamos a esa mamada con desesperación en un refriegue de lenguas y babas que compartimos como dos lobas.

Yo estoy literalmente chorreando, y mientras sostengo con una mano ese cilindro de carne ardiente, con la otra me estoy tocando y metiendo un dedo en el coño porque no puedo más. Veo que Irina por fin ha conseguido meterse la polla de Raúl casi por entero en su boca, algo que le hace bufar a él... sin duda la chica sabe chuparla. En mi turno hago que esa polla entre en mi boca, percibiendo como se abren mis labios al máximo y como se va adaptando dentro de mi garganta, aunque no consigo tragarla entrera y tengo que salir a respirar, ante esa enormidad, al tiempo que Irina toma el relevo. Yo, mientras chupo sus enormes huevos y espero ansiosa a que esa preciosa rubia me deje probarla de nuevo.

En ese momento noto como dos manos aprisionan desde atrás mis dos tetas y me alzan con firmeza separándome de ese monumento adorado que es la polla de Raúl. Me quedo desconcertada, y cuando giro mi cabeza veo que es Didier que ha bajado a la bodega y se une sonriente a la fiesta, guiñándole un ojo a Raúl y sonriendo a su mujer. No hay duda, les gustan las orgias y es evidente que son muy liberales, así que no seré yo la que me vaya a oponer..., ya que estoy a punto de estallar.

Me giro completamente y tras sonreír a mi cliente, le como la boca, con el sabor de la polla de Raúl todavía en mis labios y mi lengua, mientras Didier me agarra de mi culo enfundado en mis pantys, y con la otra mano me saca con suavidad las bolas chinas, que caen al suelo entre mis pies, completamente mojadas y chorreantes. Yo me aprieto contra él para que me meta de una vez su polla en mi empapado coño, porque lo necesito con urgencia, así que, abrazando su cuerpo con una pierna, y sujetándome con la otra, sobre la punta del zapato de tacón, que apenas se mantiene en mi pie y se me sale ligeramente por el talón.

Veo que Irina ha aprovechado la falta de competencia para agarrar a Raúl, tumbarlo sobre la mesa, y acariciar todo su torso desnudo. En ese momento yo quiero estar ahí, pero Didier me saca de la ensoñación restregando su dura polla contra mi coño.

-        ¡Ay, sí! - le digo gimiendo, algo que le gusta y noto como se tensa su miembro a punto de taladrarme.

Vuelvo a mirar y veo que Irina se ha subido a horcajadas sobre el cuerpo de Raúl y agarrando su tranca intenta metérsela en el coño... ¡Dios, la va a partir en dos! - pienso.

-        ¡Uf, oh, ah! - gime la chica a medida que su vagina se va adaptando a semejante tronco.

De pronto, la chica empieza a decir cosas en ruso, que no entiendo, pero que puedo imaginar por el tono y la cara de gusto que tiene la cabrona para terminar dando un grito mientras se la ensarta hasta el fondo poniendo sus ojos en blanco del inmenso placer que sin duda está sintiendo. Sigo abrazada a su marido, pero quisiera ser ella en ese momento siendo taladrada por el tótem mágico de Raúl.

Ver eso me enciende a tope y Didier se va a beneficiar de ello y más aún cuando me dice con su boca muy cerca de la mía.

-        Cristina, luego te lo follas, pero ahora eres mía. - me suelta con su mirada lasciva.

Colgándome de su cuello, me incorporo para notar su polla rozando mi entrada y luego me dejo caer ensartándome de lleno

-        ¡Oh, Dios! - grito.

Me encanta estar así, casi en el aire sujetada por las manos de Didier en mi culo... no, no es la polla de Raúl, pero no está nada mal, pero claro... no se puede comparar con la que tiene Ia cabrona de su mujer ahora mismo dentro.

Asombrosamente, Didier está fuerte y camina unos pasos con mi cuerpo ensartado y en volandas hasta tumbarme en la misma mesa donde está su mujer follándose a Raúl, me giro y la cara de él queda muy cerca de la mía, me sonríe y jadea, mientras ambos somos follados por ese matrimonio francés. Mis piernas quedan colgando de la mesa, con los zapatos colgando de la punta de mis dedos mientras Didier sigue martilleándome incesantemente, haciendo círculos con su polla dentro de mi coño, volviéndome loca de placer. Entonces estiro mis piernas por encima de sus hombros, ya descalza, y moviendo los deditos de mis pies dentro de los pantys, ya que siento la excitación en cada poro de mi piel. Los cuatro estamos inmersos en un polvo mágico... y de repente Raúl se ha girado y ha aprovechado para morderme un pezón, aprovechando que mi teta ha quedado a pocos centímetros de su boca, mientras que con sus manos está apretujando los pechos de Irina que sigue botando extasiada sobre él.

Didier me está follando, metiendo su polla hasta que sus huevos chocan con mi coño, y se puede oír el “chof, chof” de como entra y sale de él. De pronto, me la clava hasta el fondo quedándose quieto y me dice algo al oído que no acabo de entender... besa mi cuello y chupa mi oreja, cuando exploto en un orgasmo increíble que ha estado latente durante todo el día, casi desde la mañana, después en la fábrica... cierro los ojos sintiendo como me llena la polla de Didier, pero sin poder evitar la envidia de que no sea la de Raúl, que puedo ver como entra y sale del coño de Irina, a quien estoy odiando en este momento por no estar en su posición, y sigo corriéndome,  dando gritos de placer que se unen a los de Irina en una confusión de gemidos, y gritos de los cuatro.

Didier me dice que está a punto y yo asiento, permitiéndole explotar dentro.  Se agarra firmemente a mis muslos, mientras mis pies juguetean en su cuello y de repente se corre dentro de mí, entre largos gemidos inundándome con su semen caliente y chupando al mismo tiempo mis pies que permanecen junto a su cara. Me sonríe, me coge un pie y lo lame, mordisqueando y chupando mis deditos metidos dentro de la media, algo que me excita muchísimo, mientras yo le paso el otro desde su oreja, por su cuello, su pecho. Didier sale de dentro de mí y yo voy bajando mi pierna por sus caderas suavemente hasta atrapar su polla con ambos pies, mojándome las medias con los restos de su abundante corrida.

¡Quiero más! - pienso... estaría follando toda la noche... me giro y veo que Irina levanta su culo saliendo de la polla aun dura de Raúl arrastrando con ella un buen resto de semen de, que obviamente también se ha corrido dentro, mientras ella cae derrengada sobre su pecho y él me mira de reojo, sonriente... Pero parece que Irina no ha tenido bastante, y bajando lentamente ahora le está chupando la polla nuevamente a Raúl, hasta que sus pies tocan el suelo. Termina de chuparle del todo, limpiándosela bien y sonriéndole lascivamente, para erguirse como una diosa sobre sus interminables piernas todavía enfundadas en sus medias. Le coge de una mano para que se incorpore también, con la intención de seguir la fiesta. Sin duda quiere volver a follárselo... pero... ¡No puedo permitirlo! ¡Y tengo que hacer algo, tengo que sacarlo de esta casa y llevármelo como sea!

-        Irina, me muero de hambre... - digo de pronto con lo que consigo que ella se pare en seco...

-        Sí cariño, yo también - apunta Didier, echándome un capote de lujo.

Ella parece pensar en mis palabras y en las de su esposo, pero al final considera que quizás no sea mala idea y es mejor reponer fuerzas comiendo algo y seguir después esa loca bacanal... y yo lo celebro porque al menos gano tiempo. Los cuatro subimos de la mano, escaleras arriba de aquella bodega, sin vestirnos y así como estamos nos sentamos a la mesa para degustar una deliciosa cena, casi fría, aunque eso es lo de menos... observando mutuamente nuestros cuerpos desnudos y todavía me parece increíble lo que acaba de suceder. A mi derecha, Didier juega de vez en cuando con mi pezón que está super sensible a sus caricias y enfrente veo a Irina muy divertida, seguramente jugando con la polla de Raúl bajo el mantel. La cena es regada con uno de los exclusivos vinos de la enorme colección de esa pareja y con una conversación recordando lo vivido por los cuatro.

-        Bueno, ¿dónde lo habíamos dejado? - comenta Irina visiblemente excitada, levantando su rodilla hasta ponerla sobre la mesa y ofreciendo su coño como un reclamo para Raúl que se levanta casi al instante.

-        Creo que nos tenemos que ir... -digo entonces yo, poniéndome también de pie, mientras acaricio mi coño que está ardiendo.

-        ¿Perdona? - comenta Irina volviéndose asombrada hacia mí.

Raúl se queda igualmente desconcertado, lo mismo que nuestro anfitrión, que me mira sorprendido ante mi reacción...

-        Pero si la fiesta acaba de comenzar, Cristina – comenta Didier confuso.

-        ¿La podemos posponer para otro día si no os importa? Es importante que nos vayamos a descansar. - añado.

-        ¡Oh no...!, ¡Cristina! - apunta Irina con un mohín de enfado.

-        Perdonadnos, pero mañana será un día duro. - reitero.

Nada más decir eso recuerdo la inminente visita mañana de mi hermana y aun no sé cómo voy a resolver ese problemón, aunque no es el momento de pensar en eso precisamente.

-        Aún tenemos tiempo, Cristina... – comenta Raúl acercándose hasta mí, intentando quitarme esa idea de la cabeza, mientras acaricia con dulzura mi pecho izquierdo.

-        No, Raúl... mañana tenemos una agenda apretada... - vuelvo a ponerme seria y le retiro la mano dejándole aturdido.

-        No creo que...

-        Tenemos el asunto ese pendiente, Raúl... - le digo y él lógicamente no comprende nada.

El vuelve con sus caricias sobre mi pecho, que me hacen estremecer y no se conforma con rozar simplemente mi teta, sino que retuerce ligeramente mi pezón. Cierro los ojos sintiendo mi cuerpo hervir y me acerco con cierto disimulo, poniéndome muy cerca de su cuerpo desnudo para hablarle junto a su oído al tiempo que agarro su dura polla, aferrándola entre mis dedos.

-        ¡Quiero esto solamente para mí...!, ¡Te voy a destrozar! - le susurro junto a su oreja mientras aprieto esa dureza sin que los otros se percaten del todo.

La dura daga de Raúl se tensa entre mis dedos al tiempo que me sonríe... sabe que me tiene conquistada. Además, el coño de Irina ya lo ha probado... y el hecho de tener el mío en exclusiva parece entusiasmarle. De hecho, estira su mano hasta tocármelo y acaricia suavemente mi rajita, metiéndome a continuación un par de sus largos dedos y yo me agarro a ese brazo fuerte gimiendo como loca.

-        Es cierto, Cristina tiene razón. - comenta cambiando de opinión ante el asombro del matrimonio - Tenemos una cita importante a primera hora.... pero podemos seguir con esto otro día.

-        ¡Huy no...!, ¡yo necesito más tiempo esa polla! - se lamenta Irina como una niña pequeña al que han arrebatado su juguete, intentando cogerla, pero yo la tengo bien agarrada y no se lo permito.

-        Cariño, no incomodes a nuestros invitados, seguro que no se escapan y uno de estos días seguiremos... - apunta Didier, guiñándome un ojo entendiendo casi perfectamente mi estrategia de llevarme a Raúl y que no me lo deje seco la rubia.

Apresuradamente nos vestimos y nuestro anfitrión nos proporciona un coche para llevarnos al hotel. Nos despedimos de ambos, cordialmente, como si no hubiera pasado nada.

-        Irina, gracias por prestarme tu ropa, te la devolveré intacta. - le digo dándole dos besos a esa chica que sigue enfurruñada.

-        Te la regalo si a cambio me dejas volver a tener de nuevo a tu jefe... ¿sí? - es ella la que me susurra mirándome fijamente a los ojos con los suyos vidriosos y yo la contesto con una sonrisa.

En el trayecto en el coche, me como literalmente la boca de Raúl, abalanzándome sobre él, sintiendo su lengua jugando con la mía, cómo sus manos se intentan colarse bajo mi falda y yo aprieto su dura polla sobre el pantalón, dejando al chofer bastante alterado mientras nos observa por el retrovisor, hasta que por fin llegamos. Caminamos corriendo por las escaleras de la puerta principal del hotel como dos chiquillos y ya no tengo dudas, me lo voy a follar, me lo voy a comer de arriba a abajo... esta es mi oportunidad y voy a ser suya toda la noche... sé que no debería, que no era mi plan ni mi promesa a mí misma, que esa polla maldita no debería estar dentro de mi coño, pero una vez que la he probado, la necesito dentro de mí... tiene que estar dentro de mí. Ahora comprendo a Silvia y sé que esa dependencia se hace cada vez mayor... lo que no sé todavía como podré ocultarle esto por más tiempo.

Llegamos a recepción sin soltarnos de la mano, dispuestos a recoger la llave, una única llave, porque nos meteremos en una de las habitaciones sin importarnos nada más... arrancarnos la ropa y follar toda la noche... ¡vengo dispuesta a todo y lógicamente Raúl también!

La recepcionista nos saluda amablemente y nos entrega las dos llaves. Yo le devuelvo la sonrisa pensando que solo nos hará falta una, pero de pronto me dice.

Disculpe señorita, pero tiene una visita en su habitación.

-        ¿Cómo? - pregunto sorprendida - ¿A estas horas?

-        Sí, me insistió...y...  bueno quería que fuera una sorpresa, aunque yo prefiero avisarla.

-        Pero... ¿qué?... ¿quién es?

-        Es su hermana Silvia. - me aclara esa chica.

-        ¿Qué? - digo alucinada soltando la mano de Raúl como si me hubiese dado un calambre.

Pero Raúl parece que no se rinde, pasando su mano por mi cintura, mientras la recepcionista nos sonríe, pues debe pensar que somos una pareja dispuestos a rematar la noche y me pregunto... ¿Realmente yo venía a esto?

La mano de ese hombre que no está a la vista de la chica sigue bajando hacia mi culo, tocándomelo incesantemente, hasta colarse bajo mi falda y sobar mi trasero directamente, lo cual, lógicamente me excita demasiado, ya que no logro bajar esa calentura, a pesar de que parte de mi mente quiera pensar lo contrario.

Me muevo inquieta sobre mis tacones, cambiando el peso de mi cuerpo de una pierna a otra, y pegándome un poco más a Raúl, casi apoyándome en él... ¡Este hombre me mata! Pero... ¿Qué hago ahora? ¿Subo a mi habitación y me despido de Raúl? ¿subo directamente a la suya y me olvido de mi hermana hasta más tarde? ¿me lo llevo a mi habitación y que esto estalle?

Los dedos juguetones de Raúl, van tocando mi ano, mi perineo, incluso avanzan bajo mi falda hasta llegar a mi sexo y noto mis tobillos desestabilizarse sobre mis tacones.

¡Dios!, debo volverme y decirle que aquí se acabó todo, pero sigo tan cachonda, tan obnubilada con esa polla, con las enormes ganas de sentirla dentro de mí...  pasa el tiempo y sigo sin reaccionar, no sé qué hacer, y lo que si va a estallar es mi cabeza, y mi coño, que no puede aguantar más. Todo esto se sucede en unos pocos segundos, aunque se me hacen eternos en ese enorme dilema, miro a la recepcionista que se muerde el labio observando a Raúl, y entonces reacciono.

-        Está bien, muchas gracias, a mi hermana le encanta darme sorpresas –digo sonriendo- pero le agradezco que me avisara. Buenas noches.

-        Buenas noches, que descansen- responde la chica devolviéndome la sonrisa.

Tengo que reconocer que esa recepcionista me ha salvado la vida y ha hecho un profesional trabajo al avisarme y eso que ella no sospecha que ese hombre que me acompaña es precisamente, el exmarido de mi hermana que ahora me está esperando arriba.

Miro por un momento a Raúl que me sonríe mientas camina agarrado a mi cintura, dispuesto a subir a nuestra planta y terminar lo que hemos empezado de una vez por todas.

-        ¿Y bien? -dice él, cuando nos detenemos justo frente a los dos ascensores.

Sigue acariciando mi cintura, rozando mi cadera, excitado, sin renunciar a su prometido premio. Y vuelve a insistir:

-        ¿Subes a mi habitación a cumplir tu promesa o me vas a presentar a tu hermana? -  dice, sin dar pie a una tercera opción de que cada uno vayamos a nuestra respectiva habitación.

Por un momento estoy por decirle quien es realmente mi hermana, pero yo también estoy excitada, confundida, fuera de mí.

-        ¿Eh? No sé, creo que no es buena idea... -digo al fin, dejándome llevar por ese hombre, debatiéndome en mi propia mente sin saber a qué parte de mi cuerpo obedecer, a mi cabeza o a mi coño.

Son mis piernas las que definitivamente me llevan solas al ascensor, y una vez dentro, solos, me apoyo en la pared, mientras Raúl marca el piso de nuestra habitación, el 8º, y se gira hacia mí en cuanto se cierran las puertas dejándonos solos en la cabina. Sin decir una palabra, tan solo mirándome fijamente a los ojos, me atrae hacia él, cogiéndome de la cintura y juntando su pelvis contra mí, me come la boca, continuando lo que habíamos empezado en el coche, mientras noto esa enorme polla por debajo de su pantalón y sobre mí, y que ahora estoy visualizando el preciso momento de cuando esta noche la ha estado disfrutando Irina... recordando cuando yo he sentido envidia, cuando la quería para mí... me pongo de puntillas sobre mis taconazos para besarle y abrazarle cogiéndole de su cabeza, metiendo mis dedos entre su pelo, y dejando que los talones se salgan de esos Louboutin que me ha prestado Irina.

-        ...Creo que mi hermana podrá esperarme un rato más... le digo mirándole a los ojos con cara de gata en celo-

Su cara lo dice todo... y su sonrisa denota su victoria porque no puedo luchar contra lo imposible, sin que ninguno de mis planes prosperase, sin venganzas, sin confesar mi propósito. En este momento, solo quiero entregarme a él.

-        ¡Enséñame tu habitación! - le digo, cogiéndole del paquete y sacándole del ascensor tirando de él, en cuanto las puertas se abren.

Ya he tomado mi decisión, esta noche me voy a follar a este hombre y probar todo lo que ha vivido Irina, todo lo que me ha dicho mi hermana... ¿mañana?... mañana será otro día y ya veremos cómo lo arreglo, pero ahora, ¡solo quiero follármelo!

Raúl se deja llevar por mí, sabiendo que estoy totalmente prendida de él y de su polla, que arrastro en dirección a su habitación. Y justo cuando nos ubicamos frene al pasillo, noto un cosquilleo en mi bajo vientre... mezcla de nervios y excitación.

-        Muy bien, Cristina, creo que te gustará, es muy grande. - añade él ante mi decisión.

Por un momento me quedo pensativa y aunque creo que se refiere a la habitación, no estoy del todo segura.  Cuando continúa...

-        Bien orientada, confortable, cálida, elegante, de buenas vistas y por lo que me han dicho, no hay ni una queja y las personas que la han disfrutado, siempre quedan satisfechas con ella... -me dice sonriendo, y está claro que juega conmigo y con esa doble intención sin que yo sea capaz de soltar ese bulto cada vez más grande bajo mi mano.

Avanzamos por ese enorme pasillo del hotel y me siento como si fuéramos dos adolescentes, jugando con fuego, acariciándonos furtivamente, mientras caminamos, intentando contener nuestras risas nerviosas atravesando ese tramo enmoquetado, frente a las habitaciones mientras Raúl me va metiendo mano bajo mi falda y sobre mis pantis, me sube la falda por atrás, dejando todo mi culo al aire, y yo sigo tocando el suyo así como su paquete en un juego nervioso de mi mano, que está ansiosa por sacarle esa polla, volver a tenerla cerca de mí, en vivo, comérsela de nuevo,  para metérmela en mi coño, entera, solo para mí, en cuanto crucemos la puerta de su cuarto.

Cuando ya casi estamos a punto de llegar y justo en ese momento, pasamos frente a la puerta de mi habitación, noto con horror como el picaporte de la puerta se gira para abrirse, así que empujo a Raúl hacia la suya que está doblando la esquina, pero al hacerlo, mi pie resbala sobre la moqueta y se me sale un zapato, pero nerviosa, no me detengo a por él, y arrastro a Raúl por el pasillo hacia su habitación, que él mismo abre rápidamente con su llave, y entramos, cerrando inmediatamente la puerta a nuestras espaldas, dejando mi zapato fuera.

Por un momento me quedo callada, de puntillas, descalza de un pie, con la oreja pegada a la puerta, tratando de escuchar al otro lado si mi hermana ha salido de mi habitación y ronda por el pasillo, aunque no soy capaz de escuchar nada.

Raúl no parece estar por la labor de perder un segundo y sigue metiéndome mano, ahora directamente sobre mi húmedo coño, en la abertura de los pantis que llevo esta noche, se ha desabrochado el pantalón y se ha sacado esa enorme polla, me coge una mano y la pone sobre ella para que la agarre, mientras yo continúo, quieta, con la oreja pegada a la puerta.

La situación resulta arriesgada y extremadamente morbosa. Ahora mismo, en el pasillo, puede estar mi hermana, la que fuera esposa de Raúl, ese hombre que no deja de meterme mano y al que tengo agarrado de su enorme verga, mientras yo, la que a priori venía a Paris dispuesta a vengarse, está a punta de tirárselo.

Los besos en mi cuello, una mano apretando mi pecho, la otra en mi coño y mi propia mano acariciando ese cilindro adorable... me hacen desentenderme de todo lo que pasa al otro lado de la puerta, si mi hermana está en el pasillo o donde le dé la gana.

Aprieto con firmeza mi mano sobre esa polla, y todo mi ser se concentra en ella. Ahora mis ojos han girado hacia el rostro de Raúl, al que beso lascivamente, sin dejar de tocarnos, al tiempo que nuestras lenguas se unen ardientes y desesperadas.

Ya, ni recuerdo haber perdido uno de mis zapatos en el pasillo, ahora simplemente, me agacho, me pongo en cuclillas, sostenida con un solo tacón sobre la moqueta y el otro pie de puntillas, para, esta vez sí, comerme esa polla en exclusiva, con la única intención de que después me penetre... ese miembro anhelado que lleva rondando mi cabeza desde casi el primer día, y que después de todo lo que mi hermana me había contado sobre él, de haberlo sentido yo misma en mi mano, en mi boca... después de haberlo visto esta noche en plena acción dándole un intenso placer a Irina, ya no pienso en nada más, ni en el bien, en el mal... en quién soy, en quien es él...

Miro fijamente a los ojos de mi jefe, mientras lamo sus huevos y le pajeo con ambas manos, para después chuparla desde la base hasta el glande, haciéndola crecer aún más, y me la voy introduciendo poco a poco en mi boca, hasta casi ahogarme. Respiro profundamente para volver al ataque pues tengo que hacer varios intentos, ya que es enorme y no estoy segura de sí me entrará en el coño, que ahora tengo palpitante y chorreando y que acaricio con mi mano. Me meto un dedo... dos... simulando que luego otra cosa más grande estará dentro.

Raúl está muy excitado y me encanta... si supiera que su cuñadita, es la que le está haciendo esa profunda e intensa mamada...

-        ¡Cristina! - jadea pronunciando mi nombre.

Visiblemente alterado, quiere más, me coge con sus enormes manos para alzarme, sujetándome de mis tetas, que están muy sensibles... con mis pezones durísimos. Sin mediar palabra, Raúl me desgarra de repente el top de encaje que llevaba puesto, dejando mis pechos al aire, y se lanza a morder un pezón y apretarme la otra teta con una de sus manos, mientras la otra me aprieta el culo por detrás, levantándome hacia su polla enhiesta.

Gracias a su enorme fuerza logra que mis pies queden en el aire que, al elevarse, logran que el único zapato que conservo se salga ligeramente de mi pie, quedando colgado de la punta de mis dedos. Apenas el tacón roza la moqueta.

Estando así, literalmente colgando, Raúl me lleva en volandas hasta la cama y me deposita en ella de espaldas, quedándose él de pie, observándome... mordiéndose al tiempo el labio, mientras se termina de quitar los pantalones y la camisa. Mis piernas ligeramente abiertas, le permiten una buena visión de mis pantis, hasta descubrir mi entrepierna y luego su vista se dirige a mis enormes pechos que están fuera de la prenda rasgada.,

Yo observo su cuerpo desnudándose, su torso, sus brazos...  con mi pie descalzo lo recorro, desde el cuello, poco a poco, rozando su abdomen y haciendo un leve sonido al frotar mi pie enfundado en la media sobre su piel, mientras él me coge el otro pie, todavía calzado, y lo lleva hasta su boca, para chupar lascivamente el tacón, meter su lengua en el empeine y chuparme el pie y volver a la punta del zapato, mientras yo permanezco tumbada, expectante, disfrutando ese momento para mí sola.  Por un momento pasó la imagen de mi hermana por mi mente, a la que hasta entonces parecía haber olvidado. Ahora, ese hombre que la traicionó tantas veces, ese hombre del que yo quería vengarme en su nombre, iba a poseerme, de lleno, con mi total entrega, con un deseo extraordinario, sin importarme nada más, incluso traicionándola a ella doblemente...

Raúl, desnudo a mis pies, sigue jugando entre mis muslos, mordiendo mis pantorrillas, lamiendo mis rodillas y yo tocando su polla con mi otro pie, con mi húmedo coño totalmente expuesto ante sus ojos, con esa abertura de mis pantis, mientras le sonrío, pellizco mis pezones, todo sin hablar, tan solo comiéndonos con las miradas

Entonces, ese hombre me abre totalmente las piernas, agarrándolas de los tobillos y las coloca sobre su pecho, quedando mis pies sobre sus hombros. Apoya sus manos en la cama y dirige lentamente su pelvis al encuentro de su enorme polla contra mi expuesto coño. Cuando el glande hace contacto con mi rajita, suspiro.

-        ¡Dios, Raúl! - digo gimiendo al sentirle por fin.

Lentamente se deja caer sobre mí, metiéndose por fin esa anisada verga en mi palpitante coño.  La introduce suavemente, poco a poco, permitiéndome sentir como va llenándome centímetro a centímetro, con suavidad, pero con toda la firmeza que da esa polla enorme, durísima, que me llega hasta el fondo de mis entrañas. Me encanta sentirme llena por Raúl, es maravilloso... yo acompaño su entrada moviendo mi pelvis, queriendo captar cada centímetro de su largura en mi interior y apretando mi coño sobre ella, atenazando mis músculos como si quisiera que nunca saliese de mí.

Raúl empieza a moverse, primero en acompasados y cortos movimientos y luego en pequeños círculos, como si me estuviese rebañando por dentro. A continuación, empieza a percutirme muy suavemente al principio, sacando su hermosa daga casi al completo de mi interior y clavándomela nuevamente hasta el fondo, de forma incesante, aplicando cada vez mayor velocidad y también con más fuerza, logrando que mis tetas, casi como enormes flanes, se bamboleen a su ritmo, mezclando sus embestidas con mis gemidos. llevándome al borde del orgasmo. Yo acaricio su tórax, sé que estoy a punto, pero súbitamente, él también se da cuenta y se detiene en seco para sonreírme con malicia, dejándome con la necesidad de más y siento como las paredes de mi coño se abrazan como una ventosa sobre esa enorme polla, queriéndola de nuevo en movimiento martilleando mi coño. Entonces elevo mi pelvis, levantando mi culo sobre la cama para notar toda esa polla que va a matarme de gusto, pero él, dominando asombrosamente esa situación, sonríe de nuevo, viendo mi sufrimiento y mi desesperación.

-        ¡Fóllame, Raúl!, ¡No pares! - le suplico.

Tras ese maléfico parón, comienza de nuevo su movimiento, ejerciendo cada vez más velocidad y más fuerza, martilleando y golpeando su pelvis contra mi sexo, en un sonido frenético de choqueteo de nuestros cuerpos, que resultad delicioso, como lo son nuestras respiraciones, jadeos, gemidos, mis propios gritos de sentirlo totalmente dentro de mí, mientras mis piernas acarician  la tensión de sus músculos en sus hombros y su cuello rígido cada vez que me penetra y mis dedos de los pies se mueven extenuados de placer dentro de los pantis.

Me fijo por un momento en mi único pie calzado y en cada acometida, el tacón baila frenéticamente, como si quisiera salirse del pie, pero siguiendo el ritmo de ese polvo espectacular, y es entonces cuando me corro, entre largos gemidos, agarrándome a los potentes brazos de mi amante y dando un grito de placer sin ningún freno, casi como un alarido que se debe oír en toda la planta de ese hotel, y lógicamente, con total seguridad, en la habitación contigua, que es la que está ocupada en ese momento por mi hermana, pero ahora no pienso en ello, sino en lo que estoy disfrutando mientras me corro, sin dejar de sentir esa enorme polla taladrándome incesantemente e incluso no solo no me arrepiento de estar así, entregada a esa magnifica follada de Raúl, sino en lo tonta que he sido por no haber  hecho esto antes, de haberle sentido de lleno desde el primer día.  Cuánta razón tenía Silvia, este hombre folla como los ángeles y una vez que lo pruebas, no quieres dejarle escapar.

-        ¡Sí, joder! - es lo que acabo soltando en un gran suspiro, arañando su espalda con mis uñas mientras sigo con ese largo orgasmo que parece no tener fin

En ese momento Raúl sale de dentro de mí, muy lentamente, permitiendo que disfrute de ese rozamiento eterno... y baja su cabeza para besar mi cuello. Yo acaricio su espalda y siento su pectoral apoyado en mis tetas y en mis pezones, que están durísimos. Luego me besa dulcemente y me quita el único zapato que conservo, tras mirarme a los ojos, me gira completamente, dándome la vuelta para ponerme a cuatro patas sobre la cama. Siento sus dedos jugar entre mis muslos y de pronto noto como con el fino tacón de mi zapato hace un agujero en mis pantis a la altura de mi culo y lo introduce en mi ano poco a poco, mientras con otra mano me pellizca un pezón, y yo con la mía agarro su enorme polla, que permanece durísima detrás de mí.

-        ¡Sí, Raúl!, ¡Métemela! ¡métemela por el culo! Quiero esa polla dentro de mí! -grito desesperada, sin ningún control, mientras él sigue jugando con el tacón en mi ano, metiéndolo y sacándolo cada vez a mayor velocidad, consiguiendo tenerme de nuevo a punto de otro orgasmo.

Entonces me saca definitivamente el tacón, y lo sustituye por su polla que quiere perforar mi culo. Hay cierta resistencia al principio, porque noto que es enorme...

-        Relájate, preciosa. - me dice acariciando mi espalda.

Aflojo mis músculos al máximo y esa enorme polla entra por mi esfínter poco a poco. Es enorme, y al principio pienso que es imposible que pueda entrar semejante polla en mi culito, pero estoy totalmente expuesta, intentando absorberla en su totalidad, mordiendo las sabanas mientras no deja de pellizcarme un pezón a la vez que me mete esa polla completamente... ¡hasta el final!

-        ¡Sí, oh, sí, joder! - grito de placer.

Nunca había tenido nada parecido dentro de mí, y cuando la saca casi al completo y la vuelve a meter hasta el fondo de mis entrañas, de mi garganta sale un enorme gemido de placer y creo que me quedo con los ojos en blanco mientras ese hombre sigue sodomizándome con cada vez más intensidad, mientras me corro nuevamente.

De pronto Raúl, se detiene entre respiraciones agitadas y bufidos y explota dentro de mí, escuchándose entonces únicamente los gemidos de ambos que nos han llevado a ese nuevo orgasmo casi al unísono... hasta que Raúl, exhausto, cae sobre mi espalda, con algún espasmo cargado de semen que sigue inundando el interior de mi culito.

Cuando él sale de dentro de mí, me giro, agarrándome de nuevo a esa polla, para metérmela en la boca y chupársela y dejársela completamente limpia.

-        ¡Es mía! ¡Esta polla es mía! - pienso para mí, aunque no estoy segura de sí lo digo en voz alta, mientras sigo devorándola con vehemencia, dándole extensas chupadas desde la base hasta su punta, y dejándosela impoluta, mientras le sonrío de placer.

Ambos quedamos exhaustos sobre la cama durante un buen rato y entonces empiezo a recobrar el sentido y poco a poco la consciencia para darme cuenta del lío en el que me he metido, en que tengo que regresar a mi habitación, pensando en qué le voy a contar a mi hermana, y en saber cómo salgo de esta.

Me levanto, mirándome al espejo y mi aspecto es terrible. Tengo mi body desgarrado por delante, que apenas puede cubrir mis tetas, los pantis destrozados por atrás, llenos de carreras tras ese frenético polvo, que con la minifalda podría disimular de alguna manera, pero descalza de un pie, con mi pelo revuelto... ¿Qué le voy a explicar a Silvia? ¿Cómo voy a decirle a mi hermana quien es realmente mi jefe? ¿Cómo le cuento que acabo de follar con su exmarido en la habitación contigua?

Miro hacia atrás y veo el cuerpo desnudo de Raúl, que me sonríe satisfecho sobre la cama y aún tengo tiempo de volver a admirar su polla, que descansa también exhausta sobre su abdomen y aun sin estar en erección me parece grandiosa y divina.

Todo esto me hace darme cuenta de que me he dejado llevar y siento una extraña vergüenza, como si estuviese desnuda por primera vez frente a Raúl, en un movimiento absurdo, me cubro mis pechos y me pongo a buscar lo que queda de mi ropa.

-        Me tengo que ir a mi habitación. - le digo.

-        ¿Tan pronto? ¡Queda mucha noche! - añade él sonriente.

-        Esto no debería haber ocurrido Raúl. - respondo lo más seca posible, aun con mi coño palpitante.

intento ponerme el body medio desgarrado, que me deja los pechos casi totalmente expuestos, me pongo la falda sobre los pantis, y me quedo con el único zapato en mi mano, y así, descalza y con esa pinta, agarro el pomo de la puerta, echando un último vistazo al cuerpo de ese hombre desnudo que sigue observándome.

-        ¡Cristina! - me llama justo antes de que abra la puerta.

-        ¿Qué?

-        Ha sido increíble. - me dice.

-        Para mí también. - le digo y le lanzo un beso de agradecimiento.

Tras mirar al pasillo vacío, salgo corriendo hacia mi habitación, esperando que mi hermana esté dormida, y sin saber que le voy a decir y como voy a gestionar esto.

Respiro profundamente y sin hacer ruido meto la tarjeta haciendo que la puerta de mi habitación se abra. De pronto me encuentro a mi hermana de pie frente al espejo, con una toalla cubriendo su cuerpo y secándose el pelo, parece que acaba de ducharse.

-        ¡Hermanita! - me dice entre gritos al verme y me da un abrazo intenso, al tiempo que me da pequeños besitos por toda mi cara.

-        Hola Silvia – respondo yo bastante abatida, feliz de verla, naturalmente, pero compungida.

-        ¡Qué alegría verte!, ¡tenía unas ganas de que entraras por esa puerta!

Su cariño incondicional me hace sentirme peor de lo que esperaba, porque todavía no sé cómo voy a ser capaz de explicarle lo que acaba de suceder en la habitación de al lado.

-        Vaya pintas – me dice al ver mi estado e instintivamente vuelvo a cubrir mi pecho.

-        Yo...

-        Anda, ahora pasa a la ducha... que tienes que estar agotada. Por fin te has follado a tu jefe, ¿eh pillina?

-        Pero Silvia, yo...

-        No, no disimules – me interrumpe – si te he oído desde aquí... ha debido ser algo extraordinario, apoteósico

-        Si, pero... - intento explicarle, pero no deja de interrumpirme.

-        A tenor de tus gritos, te ha debido dar una caña increíble ese hombre que te ha debido destrozar con esa polla... ¿a que sí? ¿a qué follaba como los ángeles?

¡Dios!, no soy capaz ni de mirarla a la cara, porque sigo pensando en cómo va a encajar la verdad, en cómo se va a tomar que precisamente mi jefe sea Raúl, cuando se lo cuente me va a odiar, pero tengo que armarme de valor y decírselo, antes de que lo descubra ella misma mañana por la mañana.

-        Mira, Silvia, yo... tengo que contarte algo... - le empiezo a relatar, pero ella me interrumpe por enésima vez con su nerviosismo de siempre.

-        No, hija, me lo tienes que contar todo, pero ahora, métete en la ducha, te pones la ropita que te he preparado y hablamos tranquilamente tomando una copa.

-        Pero ¿a estas horas?

-        Claro... una buena charla entre hermanas, ¿recuerdas cuando venías a mi cuarto y me lo contabas todo cuando te liabas con alguno? O ¿Cuándo yo te contaba mis increíbles polvos con Raúl?

Casi echo a llorar al escucharla decir eso, pero ella se limita a empujarme al baño de mi habitación, metiéndome prisa para que me duche y poder tomar algo juntas mientras hablamos.

Obedezco y creo que es mejor, porque así, con una copa tendré más valor de afrontar la verdad y confesar mi traición. Estoy aterrada, pero tengo que hacerlo, no puedo estar más tiempo sin contarle a Silvia toda la verdad.

Enseguida abro el agua caliente y me despojo de esa desmadejada ropa de la que he salido de la habitación contigua para meterme en el cubículo de la ducha y empezar a mojarme, intentando limpiar sobre mi piel, lo que no soy capaz de limpiar sobre mi conciencia, pero cuando mis manos rozan mis pezones o mi sexo... es inevitable volver a pensar en Raúl y vuelvo a excitarme y casi de forma inconsciente empiezo a pajearme pensando en cómo esa enorme polla entraba y salía dentro de este coño que ahora masajeo lentamente. Es imposible no pensar en ese hombre y en el maravilloso momento que me ha hecho pasar.

-        Soy una maldita puta – me digo a mí misma, sin dejar de masturbarme.

Mientras mi hermana me espera en la habitación, ajena a todo, yo sigo teniendo en mi mente a ese cuerpo de mi jefe soñado, rememorando cada caricia, cada beso, cada sentido de su cuerpo desnudo sobre el mío y de su polla dentro de mí, hasta que me corro de nuevo entre gemidos que apago con el propio ruido de la ducha.

Al salir y secarme con la toalla, me doy cuenta de que sobre el lavabo está la ropa que me ha preparado Silvia para salir a tomar una copa, aunque solo veo la lencería y unos tacones, pensando que estará eligiendo un vestido de mi maleta allá afuera.

Me siento sobre el inodoro y empiezo a calzarme unas medias muy suaves, que van rematadas con un liguero monísimo, lleno de encajes, también negro, así como la braguita tipo tanga, que es casi transparente, lo mismo que el sostén, en el que se aprecian claramente mis pezones y con el que casi no se puede sostener el gran volumen de mi pecho.

Me calzo unos tacones que veo en el suelo, que también me ha preparado Silvia, pues es ella la que me enseñó desde siempre a lucir ese estilo de lo que ella llama “vestirse por dentro” y recordando su frase, “cuando una mujer se viste por dentro y se siente guapa, lo que se ponga por fuera, es lo de menos”. Siempre llevo ese recuerdo conmigo y entonces me miro en el espejo y sí, efectivamente me veo atractiva, sexy con un conjunto negro que llama la atención, sin duda. Me maquillo, marcando el perfilado de mis ojos, unos retoques en mi peinado y un rojo intenso en mis labios... No tenía intención de salir esta noche, pero aprovechando que mi hermana viene dispuesta a quemar París, yo la acompañaré, aunque con otra intención, confesar mi locura, aunque eso me cueste que me deje de hablar durante meses.

Cuando salgo del baño, veo que mi hermana también se ha puesto una lencería atrevida y elegante, extremadamente sensual, como la mía. Lleva un body muy fino, transparente de color morado, que alza su pecho, que aun siendo de menos volumen que el mío, siempre sabe lucir con un tremendo estilazo. Abajo lleva una braguita muy fina del mismo color y unas medias a juego, con sus taconazos de impresión.

-        ¡Qué guapa estás Cris! - me dice al verme.

-        ¡Y tú Silvia! - respondo observando su atuendo.

-        ¿Estamos rompedoras?

-        Mucho, hermana.... parece que vayamos pidiendo guerra, aunque a estas horas no sé si estaremos para muchas guerras... - le comento viendo lo tarde que es y lo poco motivada de quemar nada.

Nos abrazamos de nuevo y nos volvemos a mirar juntas en el espejo de la habitación, corroborando lo que digo, sin duda estamos guapísimas y atrayentes.

Me siento a los pies de la cama y vuelvo a admirar a mi hermana, con su nuevo conjunto, con su cara ilusionada, dándose los últimos retoques de maquillaje frente al espejo, pero yo sigo con un nudo en mi estómago.

-        Silvia, cariño, antes de que nos pongamos los vestidos y vayamos a tomar algo, tengo que confesarte algo muy importante.

-        ¿Vestidos?, ¿Salir a tomar algo? - me pregunta ella.

-        Claro, ¿no es eso lo que querías? ¿Salir juntas a tomar algo?

Silvia se carcajea, pero no me responde. Tan solo coge su móvil y se pone a teclear algo.

-        ¿Me has escuchado, Silvia? - la insisto.

-        Si, cariño. Yo te dije tomar una copa, pero no te comenté nada de salir... - añade ella mientras sigue tecleando en su móvil.

-        No comprendo nada. - añado.

Ella, por fin deja su móvil y se sienta a mi lado. Me da un beso en la mejilla viendo mi turbación, para decirme:

-        Yo no he dicho de salir, he dicho de tomar una copa juntas, pero aquí, en la habitación.

En ese momento estira su mano hacia la mesilla y veo que hay dos copas de champagne francés, creo que Möet, me ofrece una y brindamos, en un choque de nuestras copas. Ambas tragamos ese primer sorbo, pero lo que yo no consigo tragar es mi vergüenza y mi cobardía.

-        Pero para eso, ¿nos hemos vestido así? - le digo señalando nuestra indumentaria.

-        Claro, mujer, hay que estar siempre preparadas.

Bebo otro trago sin comprender nada a mi hermana Silvia, que siempre ha sido un poco loca... y justo, en ese preciso momento siento como unos nudillos llaman a la puerta de nuestra habitación.

-        Pero... - digo yo, poniéndome de pie.

-        Tranquila – me dice levantándose a mi lado y volvemos a escuchar como vuelven a llamar.

-        ¿Esperas a alguien? - la digo asustada, pues la veo decidida a abrir la puerta a estas horas.

-        Claro... mujer, vamos a divertirnos juntas. - añade y veo su culo avanzando hasta la puerta.

No tengo donde esconderme, pero lo que menos me esperaba es que abriese mientras yo estoy con esas pintas de zorra.

Cuando Silvia abre por fin la puerta, tardo en reaccionar, pero veo que viene caminando tirando de la polla de un hombre completamente desnudo... no me lo puedo creer. ¡Es Raúl!

No sé ni cómo me mantengo en pie, durante unos segundos, ni cómo no se me ha caído la copa de champagne de los deods, noto cierto mareo y solo atino a decir casi en un grito:

-        ¡¿Raúl? !

Me siento de nuevo en la cama, totalmente impactada, observando a mi hermana como sigue tirando de su polla hasta que le sienta entre nosotras en la cama.

-        ¿Qué te ha parecido Cris? - me pregunta mi hermana al tiempo que Raúl me mira fijamente a los ojos y yo sigo sin entender absolutamente nada.

-        Yo creo que lo hemos pasado bien, ¿verdad? - añade él, acariciando con su mano el canalillo que forman mis tetas en ese pequeño sujetador negro.

-        Pero... esto... Yo.... - tartamudeo, medio loca, sin comprender la situación.

Mi hermana sigue meciendo la polla de su exmarido, que va cobrando consistencia hasta que logra ponerla tiesa con sus dedos y mis ojos recorren de nuevo esa maravilla que tiene Raúl entre las piernas.

-        No entiendo nada. - digo y me dejo tocar por Raúl, que sigue jugando con sus dedos entre mis pechos y su otra mano se cuela entre mis muslos, notando sus caricias sobre mis medias.

-        Lo sé, cariño... - empieza a explicarme Silvia – ya sé que venías dispuesta a confesármelo todo, ya sé que te has sentido fatal, que no sabías ni por dónde empezar para decirme que te habías follado a Raúl.

-        Pero, ¿entonces? ¿Tú lo sabías todo? - le pregunto escandalizada a mi hermana.

De forma autómata, sin darme cuenta, estiro mi mano para mecer con ella esa polla entre las dos, que curiosamente da para que entren nuestras dos manos y empezamos a pajearle juntas.

-        Claro que lo sé, cielo. - añade ella. - desde el principio. Y soy yo la que te tiene que dar explicaciones y pedirte perdón.

-        Sigo sin entender nada, Silvia. ¿Pedirme perdón?

Raúl, me da un besito en mis labios y luego otro a mi hermana, que le mira embobada.

-        Mira, Cristina, todo tiene una explicación y aunque todo te parezca una locura, entenderás que era el momento de cerrar el círculo. - explica él.

-        ¿Cerrar el círculo? - pregunto a cada afirmación que me hacen, totalmente aturdida.

-        Mira, hermanita – empieza a explicarme Silvia – todo empezó desde que nos separamos Raúl y yo, por entonces yo sé que te tenía loca, ¿no?

-        ¿Yo?... ¿Raúl?... Sí, pero... - iba a explicarme, pero mi hermana continúa.

-        Eras una cría, lo sé, pero yo lo sabía, aunque lo peor no era eso, también sabía que Raúl se tiraba a todo lo que se movía, no había mujer atractiva a la que no intentase tirar la caña, por eso me dijo, cuando te convertiste en una mujercita, que quería follarte también y ese fue el comienzo de nuestro fin.

-        ¿Querías follarme? - le pregunto a Raúl mirando a sus enormes ojos.

-        Sí, me tenías loco y desde entonces hasta hoy lo he deseado con todas mis ganas- me explica él - desde que te habías convertido en una mujer y yo no había día que no le propusiera a tu hermana que te preparase para follarte.

Las palabras de Raúl, sus caricias, el champagne y estar meciendo su polla, logran encenderme de nuevo haciendo que pierda los papeles.

-        Por eso nos separamos... por ti – me dice más seria ella.

-        ¿Por mi culpa? - pregunto.

-        No, por tu culpa no, cariño... porque él me dijo que o te follaba o se piraba de casa y yo no estaba dispuesta, eras mi hermana pequeña... intentaba protegerte de este lobo. - añade esbozando una sonrisa a Raúl.

En ese momento empiezo a entender todo, las broncas de ellos por entonces, las situaciones de pena, de vacío de mi hermana de perderlo, saber que ese amante, ese hombre al que siempre ha adorado, desaparecía de su vida, por no implicarme a mí, pero seguía enganchada a él y luchaba consigo misma por no implicarme en ese juego.

-        ¿Y ahora?... ¿Todo esto? - pregunto aun confundida.

-        Raúl desde el principio me dijo que esa era la condición si quería que volviese conmigo. Por eso siento tanto haberte metido en todo este lío, Cris, tienes que perdonarme, pero ya no podía estar más tiempo sin él. - añade ella, besándole y agarrándose a su nuca con sus dedos.

-        ¿Perdonarte? - pregunto confusa.

-        Sí, todo esto, me ha torturado durante años, seguía hablando con él, pero su afán eras tú, Cris, costase lo que costase.

-        Así es como entré a trabajar en tu empresa. - añade él apretando mi pezón y mirándome fijamente a los ojos.

-        Pero, ¿todo es un montaje? - pregunto estupefacta.

-        Bueno, sigo siendo tu jefe, eso no cambia - añade él - pero sí, todo ha sido premeditado, pensado, calculado... ni tu hermana creía capaz de que esto pudiera suceder y por fin ha pasado.

Miro a mi hermana que me sonríe y acaricia el torso desnudo del que fuera su marido. Y a continuación me explica:

-        Sí, cielo, Raúl me insistió y me convenció para que todo sucediera tal y cómo lo has vivido. Es un hombre de recursos, sabe mover sus hilos y consigue su propósito, desde el hecho de entrar en tu empresa, trabajar en tu proyecto, venir a la feria de Paris... los líos de la habitación... el encuentro con Philipe y Edith.

-        ¿Ellos también? - pregunto flipando.

-        Sí, incluso el encuentro con Didier e Irina. Todo estaba calculado.

Estoy flipando y no consigo encajar todas las piezas, pero la boca de Raúl se come la mía y mi lengua no lo rechaza, al contrario, se entrelaza con la suya mientras mi mano agita su enorme polla.

-        ¿Me perdonarás hermanita? - me dice Silvia con cara de niña buena.

-        Todo esto... para... - intento hablar

-        Para nosotras, cariño. Ahora Raúl nos pertenece a las dos...  - me interrumpe ella.

Miro a los ojos de Raúl y él asiente y mi hermana habla claro.

-        Bueno, Cris, siempre que llevemos bien el hecho de saber que él seguirá follándose a todas las tías buenas con las que se cruce. Yo lo tengo asumido. Espero que tú también.

No consigo centrar mi mente del todo y me bebo de un trago el resto de la copa, intentando asimilarlo, pero las palabras medidas y tranquilizadoras de mi hermana me conducen a que ambas, podamos seguir disfrutando de Raúl, como ella dice, para las dos y siempre que queramos. Silvia añade:

-        Naturalmente, será nuestro secreto y seguiremos este juego, siempre que tú quieras seguir. Sé que es complicado, pero una vez que lo has hecho, habrás comprendido que no puedes deshacerte de él... ¿a qué no?

En ese momento entiendo la desesperación de mi hermana, todas sus llamadas y mensajes, sus súplicas para que avanzara con mi nuevo jefe y que se lo contara... incluso su sorpresa de presentarse en Paris... su único objetivo es recuperar a Raúl y que pueda seguir follándosela, que la haga sentir viva, única, que cada polvo sea alucinante, que se sienta llena, completa, amada, atada a ese hombre y a esa preciosa polla, como lo estoy yo desde que lo he sentido.

-        Naturalmente, yo tampoco quiero deshacerme de él - añado.

En ese momento me arrodillo entre las piernas de ese hombre desnudo e invito a mi hermana para que me acompañe y entre ambas empezamos a mamársela a dúo, mientras él nos mira sonriente, victorioso, acariciando nuestras cabezas, sabiendo de su fuerza, de su poder de atracción... y francamente pienso que no me importa compartirlo, ni con mi hermana ni con todas las mujeres del mundo, porque entiendo que todas lo querrán disfrutar, así que no me importará ser suya, con todo lo que ello lleva consigo, como algo más que su empleada, como algo más que su cuñada... y aunque todo suene posesivo y egoísta, definitivamente Raúl también nos pertenece a las dos, lo mismo que esa polla que seguimos mamando ambas a dúo, entre risas.

FIN

Alf & Sylke (2020)