Castigando a mi amo

Relamente, ¿puede una esclava castigar a su amo?

Los amos también son humanos, y como tales, aunque muy pocas veces estén dispuestos a reconocerlo, están sujetos a errores.

Cuando alguna vez se lo he comentado a mi amo y le he dicho bromeando que las esclavas deberíamos poder castigar también a nuestros amos por sus faltas, él siempre me remite a dos artículos fundamentales, a saber:

Artículo 1º: El amo siempre tiene razón

Artículo 2º: y si no la tiene, se le aplica el artículo 1º

A pesar de ello, no puedo dejar de tener la fantasía de castigar a mi amo de una forma muy "especial".

En aquella habitación, a mi completa disposición está él. Desnudo en la cama.

Una cama con el cabecero de hierro forjado, negro.

Las manos de mi amo están atadas a él. Sus pies a las patas. Pañuelos de seda para no lastimarlo.

Yo lo contemplo con una maliciosa sonrisa en la boca y los ojos brillantes de deseo. Estoy medio vestida aún. Un conjunto de lencería rojo y negro, un tanga escueto y un suje que apenas cubre mis pezones. Sé que a él le gusta.

Me acerco despacio y subo a la cama, me siento a horcajadas encima de él, pero sin dejarme caer. Nuestros sexos apenas se rozan.

Lentamente beso sus párpados, su nariz, su boca... apenas un roce. Me acerco a su oído:

* Vas a disfrutar como nunca. No me tocas, no me besas, no puedes hacerme nada y sin embargo....... te voy a llevar a la cima del placer.

Voy hasta su mano derecha atada y lamo uno a uno sus dedos. Empiezo a recorrer su cuerpo con mi boca, beso la palma de su mano, la parte interna de su muñeca y sigo subiendo besando cada milímetro de su brazo, muy despacio, demasiado para su gusto.

Poco a poco llego a su hombro. Ahí me entretengo un poco más: besando, lamiendo, mordisqueando despacio sin clavar los dientes. Subo por su cuello. Esa zona me encanta. Me estremece casi tanto como a él. Muerdo su oreja, el lóbulo, me gusta jugar con él, oír como se le escapa un gemido. Si por él fuera, yo ya estaría dedicándome a su entrepierna, pero aun no le toca. De vez en cuando dejo que su duro miembro roce mi sexo por encima del tanga.

Contemplo el rostro de mi amo. Me gusta ver su excitación en los ojos. No puedo evitarlo. No pretendía hacerlo, pero su boca me atrae como un imán

y le doy un profundo beso. Él me corresponde, juntamos nuestras lenguas en un baile sin fin, muerdo sus labios, primero el de abajo, luego el de arriba, paso la lengua por ellos, pero ya sin besarlo. Cuando él saca la suya para atrapar la mía me alejo, no demasiado, solo para ir a su otra oreja y empezar a hacer el mismo recorrido de antes pero a la inversa, por su brazo izquierdo hasta llegar a sus dedos.

Y ahora sí. Ahora ya ha llegado el momento de que me despoje del suje. Lo hago con lentitud. Mientras me lo quito pienso en el siguiente movimiento. He acariciado a mi amo con la boca, ahora..... ahora empiezo a hacerlo con mis senos. su mano pretende apresarlos, pero no puede, solo un roce con la yema de los dedos en los pezones porque primero le pongo un pecho y luego el otro. Subo por el brazo acariciándolo solo con mis pezones ya duros hasta llegar a su cara, sus ojos, su nariz.... Se los dejo cerca de la boca, tiene que intentar llegar, ummmmmmmmmmmmmm, me gusta que solo llegue con la punta de su lengua.

Quiere más. Me lo pide. Me lo ordena. Me encanta que lo haga y le complazco durante unos minutos. Su boca ávida devora mis pechos. Primero uno y luego otro.

Yo no puedo más de la excitación, pero quiero seguir el plan que me he trazado. Bajo besando por su cuello hasta llegar a sus pezones, mi lengua los rodea sin tocarlos, juega con ellos. Siento su verga cada vez más dura como busca mi sexo. Me divierte y me excita.

Ahora, son mis pezones los que se frotan con los suyos. Mis ojos están atrapados por los suyos, su excitación y la mía en completa armonía, sintonizados, cómplices del juego erótico.

Sigo bajando con la lengua hasta el ombligo, es mi debilidad, me encanta meter la lengua, besar su estómago. Noto su miembro buscar mis pechos que se han quedado a esa altura. Dejo que juegue un poco con ellos, que intente tocarlos, que busque un roce más profundo que no consigue. Sus gemidos son música celestial para mis oídos. Me desea tanto como yo a él.

He dejado lo mejor para el final: ese miembro duro que tanto me gusta. Bajo más. Se que piensa que ya por fin me voy a dedicar a su polla, pero aun tiene que esperar un poco porque me encanta rodear esa parte: besar la parte interna de sus muslos, que me sienta cerca pero sin llegar a ella.

Beso y lamo toda la zona que rodea su pene sin tocarlo. Me suplica y un estremecimiento me recorre como fuego en las entrañas. Yo también lo deseo.

Desde los huevos hasta el glande, muy despacio, paso mi lengua una y otra vez por todos lados. Luego juego con su cabeza, trazando círculos, succionando, solo la punta, como un chupa chup. Saboreo con deleite las primeras gotas que se le escapan, me encantan esas primeras gotas.

Empiezo a metérmela entera en la boca, muy despacio, ayudada por mis manos. Subo y bajo con ritmo, cada vez más rápido, y más, y más. Mi lengua no para, las manos tampoco y mis labios la aprisionan. Llego hasta el fondo y paro con toda la polla dentro de mi boca.

Sigo. Paro. Sigo. no sabe que voy a hacer en cada momento. Unas veces despacio, otras rápido, ni siquiera le pregunto si le gusta así, yo marco el ritmo y él... solo gime, se retuerce, intenta follar mi boca, unas veces le dejo, otras no. Yo también gimo. Me encanta. Me gusta chupársela y él lo sabe. Quiero sacarle toda su leche. La quiero toda. Se lo digo. Se la pido. Se lo suplico. Eso le enardece y casi con un rugido la suelta toda. La voy tragando como puedo. No quiero desperdiciar ni una gota. Siento sus temblores al vaciarse. Debería parar, ya se ha corrido, pero... se la limpio bien. No quiero que le quede ni una gota de semen. Va perdiendo fuerza, pero yo se la sigo chupando, besando. Me encanta.

Poco a poco, su respiración se va haciendo mas lenta, pausada, se va relajando. Su miembro también.

Me incorporo pícaramente y lo miro:

¿me vas a desatar?,-* me pregunta no, aún no..... todavía no he terminado

  • Te equivocas, putita mía, tu ya has terminado... ahora me toca a mí*

Sorprendida, veo que los pañuelos se han soltado de sus muñecas y de sus pies. Con un rápido movimiento, me tumba en la cama debajo de él sujetándome las muñecas por encima de mi cabeza con una sola mano y me arranca de un tirón el diminuto tanga que aún llevaba puesto. Yo intento soltarme, resistirme, pero es más fuerte que yo.

** Suéltame, no quiero, no es justo, hoy me tocaba a mí

  • Jajajajajajajajajajajajajaja, la vida no es justa, perrita*

Y metiéndome la polla de un solo golpe empieza a follarme con una fuerza como nunca lo había hecho, a la vez que muerde y estira con sus dientes de mis pezones, logrando en pocos minutos llevarme al clímax.

Continúa bombeando dentro de mí hasta que, cuando está a punto de correrse, saca su polla y echa su leche encima de mis tetas.

Antes de que me dé cuenta, mi amo se ha vestido y sacando unos cuantos billetes de su cartera, me los arroja a la cara

* Toma, puta, el pago por tus servicios

Humillada y llorosa solo atino a ver como mi amo sale de la habitación dejándome completamente sola... castigada de la peor forma posible por imaginar que podía castigar a mi amo.

P.D. Este relato es producto de la fantasía de esta esclava... de Esclava María