Castigados por mirones Parte II
Nuestros protagonistas comienzan a ser conscientes de lo que se les viene encima cuando comienzan a ser sometidos a todo tipo de humillaciones
Así, totalmente humillados, semidesnudos y con la oreja ardiendo, Patricia nos introdujo en el edificio. Aún tenía esperanzas de que su amenaza fuera un farol con el objetivo de que se nos quitaran las ganas de volver a hacer algo similar, pero cuando enfiló el pasillo que llevaba al vestuario femenino con nosotros amarrados, mi anhelo se desvaneció.
Avanzábamos a duras penas dando saltitos pues teníamos los pantalones y los calzoncillos por los tobillos lo que hacía la situación, si cabe, aún más humillante.
Ya no se oían apenas voces provenientes de los vestuarios, había pasado un rato desde que Patricia nos sorprendió y pensé que quizá, con un poco de suerte, las chicas habrían tenido tiempo suficiente para cambiarse y a estas alturas estarían camino de clase.
Mi corazón, no obstante, se aceleraba a medida que avanzábamos hacia la puerta del vestuario, la cabeza me daba vueltas y ninguno de los dos despegábamos las manos de nuestras vergüenzas para tapar lo poco de dignidad que nos quedaba.
Patricia, pese a mis esperanzas, no tuvo piedad y nos condujo hasta el acceso al vestuario, se paró en el marco de la puerta con nosotros aún cogidos de las orejas y alzó la voz
-Mirad chicas - hizo una pausa y prosiguió estirándonos aún más de las orejas - acabo de cazar a estos dos niñatos espiando y cascándosela mientras os duchabais - paró de hablar de nuevo y miró hacia abajo - Pero qué hacéis¡¡¡ Las manos detrás de la nuca¡¡¡ -gritó- Os gustan los cuerpos desnudos no? pues mostrad el vuestro¡¡¡.
No sé muy bien por qué pero ambos obedecimos al instante sin rechistar, lentamente levantamos las manos hasta situarlas detrás de nuestras cabezas lo que dejó nuestras pollas completamente expuestas, en ese instante me percaté de que entre el frío, la lluvia y la vergüenza, nuestros recientemente duros rabos se habían reducido ahora a su mínima expresión.
Fue entonces cuando reuní el valor suficiente para alzar la mirada con el objetivo de descubrir quién continuaba aún en el vestuario viéndonos en tan patética situación.
Lo que vi hizo que las piernas me temblaran y estoy seguro que de no ser por el amarre que Patricia ejercía sobre mi oreja, habría caído al suelo. Cierto era que la mayoría de las chicas ya se habían marchado rumbo a clase pero allí estaban, sin ser capaces de articular palabra por la sorpresa ellas cuatro, “nuestras espiadas” semidesnudas aún.
La suerte seguía sin sonreirnos lo más mínimo aquel lluvioso día pues precisamente eran las últimas personas a las que me hubiera gustado encontrarme en aquella situación.
Pasado el estupor inicial, Eva fue la primera en romper el hielo:
- Pero qué mierda de pollas son esas¡¡¡¡-dijo señalando a nuestros entonces diminutos penes- JAJAJAJAJAJA
Tras el hiriente comentario todas estallaron en sonoras carcajadas, incluida Patricia que se empeñaba en garantizar que en ningún momento pudiéramos cubrirnos. Las risas continuaban e iban acompañadas de todo tipo de comentarios humillantes “Mi primo de 6 años tiene más rabo y más cojones de esos dos” dijo Clara, “Pobrecillas sus novias, cómo pueden satisfacerse con eso” soltó Estela entre risas. Para rematar la faena miré de reojo y vi que Marta se había acercado a su mochila y había comenzado a grabarnos con el móvil.
Mi humillación era total, me sentía como un pelele en las manos de Patricia y viendo que el momento estaba siendo capturado comprendí que lo mejor era dejarse hacer, aguantar el castigo y tratar de salir lo antes posible de allí.
Pero cuando giré la cabeza hacia Ramón vi que él, lejos de aceptar la situación, estaba con la cara totalmente roja de ira, dudo que supiera en aquel momento que Marta nos había grabado y, de pronto estalló.
- Cállate puta de mierda - espetó con rabia mirando a Eva.
Rápidamente Eva avanzó hacia él, alzó la pierna y le pegó un tibiazo en todos los huevos, en el mismo instante un desgarrador grito salió de la garganta de Ramón que cayó al suelo llorando y retorciéndose hecho un ovillo.
El resto permanecimos en silencio, Eva avanzó hacia Ramón que no paraba de gemir, sus preciosas tetas desnudas se movian a cada paso pese a su pequeño tamaño, y puso su pie descalzo sobre sus doloridos huevos lo que hizo que mi amigo chillara y suplicara aún más. Lentamente descendió hasta acercar su boca al oído de mi pobre amigo y dijo con una voz cargada de odio:
-O sea que vienes aquí, a pajearte mirándonos desnudas y todavía te permites el lujo de insultarme?, eso está muy mal Ramoncito -añadió apretando aún más sus huevos- muy mal. Profesora -dijo mirando a Patricia- creo que estamos en nuestro derecho de dar una buena lección a este par, nos da su permiso?.
La situación empeoraba por momentos, no solo íbamos a sufrir la humillación vivida hasta ahora sino que además iban a “castigarnos”, no obstante, pensé, una profesora no sería capaz de permitir semejante aberración pues pondría en juego incluso su puesto de trabajo. Estaba convencido de que Patricia pararía ésto llegados a este punto.
-Bien - dijo Patricia con una ligera sonrisa en su boca - soy de la creencia de que la mejor justicia es la que imparten las propias víctimas, este cruel acto machista que estos dos aprendices de hombre han cometido merece un buen escarmiento, además tenemos el gimnasio libre lo que queda de día y si queréis puedo disculparos con vuestros profesores por faltar al resto de clases de hoy.
Todas las chica asintieron contentas al unísono y Eva aprovechó el momento para seguir torturando al pobre Ramón.
-Has oído Ramoncito? Te vas a tragar tus palabras y quién sabe si no será eso lo único que te tragues hoy…
Acto seguido se incorporó liberando por fin los huevos del pobre muchacho, apartó su precioso tanga rosa y ante la sorpresa de todos comenzó a mear a Ramón por todo el cuerpo mientras él la suplicaba entre lágrimas que parase. El resto comenzó a reír de nuevo armando un gran escándalo. Cuando el chorro fue decreciendo, Eva acercó su coño coronado por aquella corta mata de pelo negro azabache a la boca de Ramón y volviendo a pisar sus pelotas le ordenó:
- Abre la boca - haciendo tragar a Ramón el resto de su meada con una puntería milimétrica- Ahora límpiame- Ramón, que en aquel momento había dejado a un lado cualquier atisbo de rebeldía acercó mansamente la lengua al coño de EVa y comenzó a recoger con ella los restos de orina que quedaban, cuando el coño quedó reluciente y sin que nadie se lo ordenara siguió lamiendo por sus muslos para retirar también las pequeñas gotas que habían salpicado aquella zona. Después volvió a caer al suelo sollozando aún por el dolor que sentía en sus castigados huevos.
Cuando terminó, Eva volvió a acercarse a su oído y en un tono que todos pudiéramos oír añadió:
- Te aseguro que no se te olvidará el día de hoy mientras vivas.
Patricia que reía de la situación como la que más volvió a hablar viendo la aceptación del grupo sobre la idea de “impartir justicia”.
-Bien chicas, rápido cerrad la puerta del gimnasio, no queremos que nadie nos moleste verdad?, Ah¡ y solo una condición, quiero participar con vosotras, qué me decís?.
El resto rieron acogiendo de buena gana la última idea de Patricia y Ramón y Yo nos miramos con infinito temor tratando de imaginar qué harían con nosotros las próximas horas.