Castigada a follar
Marta quería probar cosas nuevas,lo que no se esparaba es que iba a ser castigada.
Marta quería nuevas experiencias, era una mujer casada de 36 años, 173 de estatura, castaña de pelo largo, cuerpo bonito, 90 de pecho, 65 de cintura y 94 de cadera, culo duro trabajado en gimnasio. Su marido no la satisfacía lo suficiente, así que pactó con él permitirle infidelidades a cambio de disfrutar también ella por su cuenta.
Marta trabajaba en unas oficinas de seguros en una importante capital del país. Su jefe había abusado un par de veces de ella y eso la excitaba, en realidad le atraía mucho pero tampoco quería darle muchas confianzas.
Todos los hombres, y alguna que otra mujer, de la oficina , la miraban al pasar cada mañana, espectacular con su traje de falda y su blusa escotada.
Un día inesperado recibió una llamada a su despacho, un antiguo novio volvía a ponerse en contacto con ella. Eso la excitó y no renunció a la cita. Lo que Marta no sabía es que todo había sido preparado por su marido para proceder a una grabación sexual.
Marta tenía que presentarse debajo de las oficinas del trabajo al día siguiente a las 5 de la tarde y con ropa sexy. Una única condición de su exnovio que ella aceptó: debía dejarse llevar.
Al salir del trabajo con la misma ropa que llevaba se encontró con un coche negro que la esperaba. El conductor era el chofer de su ex. El coche la condujo a las afueras de la ciudad.
Llegaron a una casa parecida a un hotel rural. Un señor con traje de mayordomo le abrió la puerta y la hizo pasar a una sala.
Allí encontró a tres hombres atractivos altos, y musculosos vestidos con traje que la esperaban; había en el centro de la sala una gran mesa camilla de metal con aparatos sexuales y una vitrina al lado de la pared con una serie de cuerdas y objetos que Marta no pudo distinguir bien. Su marido y su ex novio miraban desde lo alto de la habitación desde una ventanilla desde donde no les podían ver. Desde allí iban a realizar la grabación.
Los hombres se acercaron a Marta, que recordó que debía dejarse llevar, en cierto modo le excitaban.
El primero de los hombres la tomó de la cintura , la abrazó y le dio un beso profundo en los labios. Acto seguido cogió un pañuelo y le vendó los ojos.
Seguidamente se acercaron los otros dos hombres que se agacharon y le empezaron a rozar las piernas subiendo por sus muslos. Uno de ellos llegó poco a poco hasta sus braguitas y con un dedo le empezó a rozar los labios vaginales. Marta comenzaba a excitarse mucho.
Mientras el primer hombre se desnudaba , los otros dos le quitaron a Marta la minifalda mientras no dejaban de pasarle las manos por las piernas y las braguitas.
Le quitaron la chaqueta del traje y le desabrocharon la blusa.
Llevaron a Marta hasta la camilla de metal y le hicieron apoyar las manos en ella poniéndola de espaldas a ellos con el culo en pompa.
Uno de ellos le metió un dedo en la boca y le dijo:
"prohibido correrse hasta q te demos permiso, debes hacer todo lo q te digamos, de acuerdo?". Marta asintió sin decir palabra.
Llegó el otro hombre, que ya se había desnudado completamente y los otros dos se apartaron a desnudarse mientras contemplaban la escena.
Este, ya desnudo, tomó a Marta por el culito y empezó a magreárselo; "mmmm, como vamos a disfrutar con esta puta, está buenísima vamos a ver este culito cómo está". Dicho esto le bajó las braguitas hasta los tobillos y se las sacó por los pies.
Ya Marta desnuda de cintura para abajo, la empezó a dar pellizcos en el culo alternándolos con pequeños cachetes.
"Hay que preparar este culito para nosotros zorra, sabes que te está prohibido correrte, sinó recibirás unos cuantos azotes como estos", plas, plas le empezó a azotar en cada una de las dos nalgas
"Ah!, Ah!, "comenzaban a oirse los gemidos de Marta que empezó a sentir un poco de dolor allí sometida.
"¿te duele?, entonces tendrás que portarte bien para no recibir más"
Acto seguido, se acercaron los otros dos hombres ya desnudos. Cada uno de ellos le abrió una nalga a Marta mientras el jefe le escupía en el ano y le iba metiendo dos dedos.
"esta putita es virgen por detrás, esto habrá que trabajarlo, traéme el tapón anal". Uno de los hombres le acercó un aparato al "jefe", y este le introdujo a Marta en el culo una especie de polla que conectó con un aparato que hacía engrosar el agujero cada par de minutos.
Cuando le hubieron metido el tapón en el culo, con una pequeña fusta el jefe le dio dos azotes más en cada nalga mientras los otros dos hombres no paraban de masturbarse con la situación.
Seguidamente la pusieron de pie.
Uno de los hombres le acabó de quitar la blusa y de un tirón le quitó el sostén del cual salieron sus dos estupendos pechos con los pezones totalmente erectos. Ahora ya la tenían completamente desnuda a su merced y con el culito dolorido con un tapón que le engrosaba el agujero por momentos.
Uno de los hombres, detenidamente comenzó a sopesarle los pechos con las manos mientras el jefe se agachó para trabajarle la conchita que ya la tenía un poco húmeda.
Para esto le levantaron los brazos, le pusieron unas cadenas que bajaban del techo en cada muñeca, para mantenerla prisionera de pie con los brazos levantados.
El Jefe le abrió un poquito las piernas y agachado en el suelo con sus manos le iba pasando los dedos por el coñito mientras con la otra mano le buscaba el clítoris para darle seguidamente pequeños pellizcos mientras con la punta del dedo le daba círculos concéntricos en él, haciendo que el coñito de Marta respondiera emanando líquido sin correrse del todo.
Mientras uno de los hombres le estrujaba los pechos, los iba retorciendo a su antojo mientras alternaba con la boca chupetones en los pezones, mordiscos con los labios cogiendo todo el pecho, pellizcos con los dedos en los pezones.
El otro hombre por detrás, le iba removiendo el tapón anal mientras le pellizcaba las nalgas y le daba pequeños cachetes.
Marta estaba comenzando a caer en éxtasis, le dolía el tapón anal y las nalgas enrojecidas le escocían,
Aquel hombre estimulándole el coñito la ponía muy cachonda y debía hacer grandes esfuerzos por no correrse ya que se lo tenían prohibido.
Por otra parte le dolían las muñecas por las cadenas que le estiraban los brazos hacía el techo y tenía los pezones erectos como dos botones a punto de reventar por el otro hombre que desesperado le comía los pechos.
Esta situación duró diez minutos largos que su marido y exnovio pudieron grabar desde la mirilla superior de la sala mientras se masturbaban de placer.
Seguidamente le desataron las cadenas, la subieron en la camilla a cuatro patas y le quitaron el tapón anal poco a poco hasta que vieron que la habían desvirgado bien el culo.
Después de estrujarle las nalgas y darle unos azotes leves, la giraron y la tumbaron de espaldas en la camilla de metal. Marta sintió un escalofrío en su espalda que la recorrió todo el cuerpo.En cierto modo su culito "agradeció" el frío del metal de la camilla ya que al estar enrojecido, encontró un poco de alivio. El jefe conectó el aire acondicionado de la sala para erizar aún más el cuerpo de Marta.
Le estiraron los brazos hacia atrás y se los ataron a la camilla. Acto seguido la hicieron doblegar las piernas y abrirlas al máximo. También la hicieron doblegar un poco la cabeza ladeada en la camilla.
Uno de los hombres tomó una gran polla de plástico con vibrador y le fue introduciendo la punta en el coño poco a poco. Marta estaba a punto de correrse pero no podía porque sería castigada.
El jefe se subió a la camilla al lado de su cabeza , le quitó la venda de los ojo y le dio su polla para que Marta la chupara " vamos puta, a ver qué tal la chupas". Marta no podía negarse y aunque le daba un poco de asco porque nunca lo había hecho, no le quedó más remedio, cerró los ojos y comenzó a chupar la polla, que era bastante más gruesa que la de su marido y con un capullo rosa en la punta bastante grande.
El otro hombre le conectó unas pequeñas pinzas en los pezones y le iba dando cada medio minuto una pequeña descarga eléctrica, cosa que la excitaba aún más y le producía también una chispa de dolor.
El hombre que se ocupaba de su coño le introdujo, apretando bastante, la polla de plástico y conectó el vibrador,
Marta gemía sin parar y empezó a sentir unas ganas tremendas de correrse.
Le iban moviendo el vibrador del coño y las embestidas del orgasmo que comenzaba a sentir le hacían levatar las caderas de la camilla , situación que aprovechaba el hombre para pellizcarle las nalgas , cosa que la hacía estremecer aún más.
Asi durante veinte minutos estuvo Marta en éxtasis en la camilla hasta que no pudo evitar correrse un poquito.
El hombre al tanto de su coño se dio cuenta de que se había corrido un poco e inmediatamente le sacó el vibrador.
El jefe le sacó la polla de la boca y el otro hombre le desconectó las pinzas de los pezones.
Marta creía que iba a descansar un poquito pero la cosa no acabó así.
"Así que te has corrido,no?" espetó el jefe- "te recuerdo que te estaba prohibido, ,,,, me parece que vas a cumplir el castigo en su totalidad. Vas a ser follada como toca y sin venda en los ojos."
A Marta la situación ya la empezó a asustar un poco y quería que todo acabase ya, al haberse corrido, pero allí con aquellos tres hombres desnudos que habían jugado con su cuerpo a su antojo, ya no podía escapar.
"Ponedla boca abajo!,", les chilló el jefe o los otros dos.
La giraron y tumbaron boca en la camilla , Marta sintió sus pechos doloridos estrujarse en la camilla y giró la cabeza para ver qué pasaría. "no, por favor, no me hagáis nada más, os suplico que no me hagais daño, todo fue un juego, yo no quería llegar a más".
"Calla o te amordazaremos la boca! dijo el jefe mientras le magreaba el culo- estás aquí para obedecer. Ahora voy a darte unos pequeños azotes en el culo por haberte corrido y después vas a hacer lo que digamos"
Marta, no dijo nada, no podía hacer nada, lo que había comenzado como un juego se había convertido en un suplicio del cual ella era la esclava protagonista.
Su marido y ex novio, desde la pequeña ventanilla desde donde no podían ser vistos, seguían el ritmo de la grabación mientras no paraban de pajearse.
El jefe cogió una vara de metal y le fue dando pequeños azotes acompasados uno detrás de otro alternando en cada nalga. Los otros dos hombres agarraban a Marta de los brazos.
Cuando tuvo el culo enrojecido dijo el jefe:
"ahora ponedla de rodillas con el culo en pompa pero con la cabeza pegada a la camilla!!"- les ordenó.
Ya en la nueva posición el jefe le abrió el culo cogiendo con cada una de sus grandes manos, una nalga.
"Bien, vamos a ver cómo ha quedado este culo con el tapón anal de antes y estos merecidos azotes, .mmm, muy bien, vas a recibir un poquito de castigo aquí dijo mientras le metía tres dedos en el culo- .ufffffff., estás buenísima zorra- y le dio una palmada en la nalga derecha. "
La pusieron a cuatro patas, uno de los hombres se encargó de aguantarle las manos pegadas a la camilla .
El jefe le penetró la polla por el culo cabalgándola mientras le ponía las manos cogiéndole los pechos, y el otro hombre le pasaba una mano por el coño enérgicamente intentando excitarla nuevamente.
Por espacio de cinco minutos sólo se oían los gemidos de Marta al sentir las embestidas de los testículos del jefe en su coño mientras este también era penetrado por los dedos del otro hombre. Comenzaba a sentir una mezcla de excitación y dolor ante esa humillación.
Después de la intensa cabalgada, el jefe le sacó la inmensa polla dejándole un tremendo agujero en su dolorido culo.
"Vale, ahora cabalgarás un poco encima mío-
La levantaron de la camilla y la aguantaron de pie en el suelo mientras un hombre le sobaba el culo y le chupeteaba las tetas, y el otro hombre le pasaba la mano por el coñito que estaba de nuevo un poco excitado.
El jefe se colocó en la camilla tumbado boca arriba, se le levantaba una polla totalmente erecta, gruesa, descomunal, con el capullo rosadito preparado.
"Vamos sentadla aquí antes de que me corra!- dijo".
Los dos hombres levantaron a Marta encima de la camilla la pusieron de cara al jefe, q enseguida la tomó de las caderas y se la echó encima suyo para chuparle los pechos. Después con las manos en su culo le fue introduciendo la polla en el coño. Ahora costaba un poco más, ya que antes Marta ya se había corrido y no estaba estimulada como tocaba, pero aún así con dolor, logró introducirle toda la polla entera, a lo que Marta respondió con un gemido de dolor.
Los hombres notaron los pezones de Marta erectos con la piel erizada y fueron a excitarla aún más poniéndo el aire acondicionado al máximo.
La sala comenzaba a parecerse a una nevera, pero los hombres no sentían frío sino que ya no podían estar más calientes con el pedazo de hembra que tenían a su disposición.
Los pechos de Marta comenzaron a saltar al ritmo de las cabalgadas , el jefe,gemía de placer mientras con sus manos en las caderas de Marta la impulsaba arriba y abajo a más velocidad para aguantar la erección el mayor tiempo posible.
Mientras Marta cabalgaba a gran ritmo,se la impulsó hacía él, le cogió con una mano el cuello y la besó en la boca mientras con la otra mano le manoseó los pechos, luego la volvió a la verticalidad para seguir con las cabalgadas y ver sus pechos saltar, mientras con las manos le pellizcaba el culo con fuerza hasta que agarrándola con una mano en cada nalga la subía y bajaba en las embestidas.
Después, le sacó la polla del coño. La pusieron de pie en el suelo con el culo en pompa con las manos apoyadas en la camilla, y los otros dos hombres, de pie la penetraron uno detrás de otro por el culo mientras le sobaban los pechos.
Después, la tumbaron boca arriba en la camilla con el culo al borde final de la camilla y con las piernas en alto abiertas. El jefe la agarró con las manos los tobillos mientras la poseía de nuevo por el coño.
Volvieron los dos hombres a la carga a aguantarle las manos extendidas hacia atrás en la camilla mientras le magreaban los pechos y le succionaban con la boca, cada uno un pezón. Mientras el jefe la embestía salvajemente por el coño mientras sus enormes pelotas le azotaban el principio del culo.
Finalmente la levantaron, se corrieron encima suyo. Se retiraron de la sala.
Marta se quedó aliviada.
Entró una chica con un barreño con agua y una esponja. Puso una toalla encima de la camilla y le limpió el semen con la esponja mientras le masajeaba el coño y el culito suavemente.
Marta comenzaba a recuperarse. Estuvo descansando con ese baño cerca de media hora, hasta que la mujer le puso de nuevo la venda en los ojos y la tumbó en la camilla boca arriba. Le puso dos cubitos de hielo en los pezones para ponérselos erectos y abandonó la sala.
Los hombres ya estaban duchados y habían comido.
Ahora comenzaba la segunda parte del castigo.