Casos sin titulares II: familia en peligro por...
De entre los muchos casos que atiende la consulta del Doctor, los que afectan a las familias siempre son especiales. Sobre todo cuando se deben al peligro que traen las nuevas tecnologías y los móviles.
Casos sin titulares II: familia en peligro por las nuevas tecnologías.
Muchas veces el Doctor tenía que tratar asuntos de familia. Claro que algunos eran más impactantes que otros. Y éste lo fue…
Era la segunda cita que su madre tenía con ese hombre.
Lo había conocido por una aplicación del móvil.
Siempre pasaba lo mismo cuando a su padre lo mandaban para completar alguna misión.
El padre de Lara era militar y se había casado con su madre al poco de terminar ésta los estudios universitarios, cuando aún existían las licenciaturas.
Vivían cerca del cuartel, en una pequeña urbanización de chalets adosados, aunque ahora no tenían vecinos al otro lado de la pared.
Celia, la madre de Lara, tenía una piel de un tono moreno y una melena oscura y rizada que la llegaba poco más allá de los hombros. Medía 165 de estatura y tenía unos senos amplios, que era una de las razones que habían decidido a su padre a mudarse fuera del recinto del cuartel, donde habían estado viviendo los anteriores cinco años, después de ser trasladado de Granada a Madrid.
La otra razón eran las gemelas.
Laura y Lara iban tras los pasos de su madre, salvo por ser pálidas de piel, y en los últimos años habían desarrollado una delantera que las hacían blanco de muchas miradas. Eso había decidido a su padre a buscar algo fuera del cuartel, pero no demasiado lejos.
El padre de Laura y Lara era celoso.
Y con razón, aunque no lo supiera.
Porque mientras estuvieron dentro del cuartel no, pero en cuanto se mudaron fuera, Celia no fue capaz de aguantar los frecuentes viajes al exterior del militar.
Las tres mujeres de la casa sabían que lo hacía para conseguir dietas y suplementos con los que mejorar su sueldo y el dinero que entraba en casa.
Pero al poco de comenzar esas ausencias, Celia empezó a encontrar aburrida la vida como ama de casa y descubrió una aplicación para el móvil que la permitía chatear con, sobre todo, hombres de la provincia.
El siguiente paso fue quedar.
Celia intentaba mantenerlo en secreto, pero las gemelas no eran tontas.
Mamá, ¿pasa algo? –preguntó, un día, Laura.
No, ¿por qué? –respondió su madre, con cara de extrañeza.
¿Seguro? –abundó Lara.
Sí, ¿por qué? –Celia estaba completamente despistada.
¿Entonces por qué has quedado con esa gente de la app? –la acusó Laura, directamente.
¿Me habéis estado espiando? –se indignó Celia.
No… es…
Lo vimos porque saltó un mensaje mientras te duchabas –saltó Lara en ayuda de su hermana.
Eso –confirmó Laura.
Eso es privado. No tenéis derecho a espiar mis…
¿Vas a divorciarte de papá? –preguntó Lara.
No, no. De verdad que no, cariño. Es… es sólo que a veces necesito tomar el aire y…
¿Y qué pasa con nosotras?. ¿O con papá? –insistió Laura.
Esto no tiene nada que ver con vosotras ni con papá. Es un asunto mío. Son cosas de adultos. No lo entenderíais.
Al final Celia lo resolvió subiendo la asignación de las gemelas y prometiendo que no iba a dejar a su padre, que eran salidas sin importancia y que no hacía falta ni contárselo cuando regresase del extranjero.
Faltaba poco para el quinceavo cumpleaños de las gemelas cuando su madre quedó por primera vez con Martini69 , el Nick del último amigo que Celia había conocido con la app.
Pero esa vez fue distinta.
La madre de las gemelas se pasó la semana comportándose de una forma extraña y Lara empezó a fisgonear en el móvil de su madre.
Celia tenía escondida la app en un segundo plano, pero Lara la encontró. Y encontró algo más.
Martini69 tenía las bragas de su madre.
No sabía por qué razón se las había dado, pero él las tenía y hasta la había mandado una foto de la prenda colgando de su polla.
Aquello hizo saltar el corazón de Lara.
Era la primera vez que veía un pene tan… tan… real.
Habían dado clases, pero nada la tenía preparada para eso. Era distinta a como se la había imaginado.
Cerró la aplicación de golpe, con el corazón latiéndola en el pecho y pensando que aparecerían su madre y su hermana porque la parecía imposible que no lo hubieran escuchado.
Pero no.
Nadie vino.
Y volvió a abrir la aplicación.
Martini69 había ofrecido a su madre devolverla las bragas el día antes del cumpleaños de Laura y Lara.
Habían quedado en la casa de al lado, aprovechando que tenían una copia de las llaves.
La chica se sentía inquieta, nerviosa y con una extraña sensación en su interior y, por una vez, no contó nada a su hermana. Eso fue lo que más la costó.
… vamos José, no estoy para juegos. Lo del otro día estuvo muy bien, pero estoy casada y mañana viene mi esposo para el cumple… -escuchó decir a su madre en el piso de abajo.
Mayor razón, ¿no te parece?. Además, no te pido nada que no quieras hacer en el fondo –contestó el tal Martini69 .
Por favor… -escuchó suplicar a su madre.
No.
De verdad que no puedo hacer…
Ajá, dices que no puedes en vez de que no quieres. ¿Ves?. En el fondo lo deseas –tergiversaba las palabras de su madre el ligue de la aplicación, haciendo que una sensación extraña mezcla entre curiosidad, enfado y algo parecido a la excitación crecieran en Lara mientras espiaba la conversación después de haber ido un rato antes a la casa aprovechando la segunda de las copias que había en casa.
No me líes. Sabes que no quería decir…
Me importa una mierda lo que creas que quieres decir o no, -cortó de golpe a su madre Martini69 , subiendo el tono y volviéndose su voz más imperiosa y brusca- ¿entiendes?. O lo haces o se lo cuento al cornudo de tu marido.
Está bien –cedió Celia-, pero aquí no. Otro día…
Y una mierda. Enséñame ya esas tetazas, zorra.
Por favor, José. Lo del otro día fue un error. Dejémoslo así y…
Pues el otro día bien que te abriste de piernas y te corriste como una cerda cuando te comí ese coño de golfa que tienes.
¿Tienes que ser tan grosero?.
No, si querrás que te compre unas flores… manda huevos con la puta.
No soy una puta –se enfadó Celia y sonó una bofetada.
Te la has ganado, PUTA –la respondió Martini69 y sonó otra bofetada y el ruido de unas sillas.
¡No, por fa…! –chilló Celia, pero un ruido seco la interrumpió.
Ya no se oían sus voces. Ni la de su madre ni la de Martini69 , sólo movimientos de muebles y arrastre de objetos.
La curiosidad pudo al resto de sensaciones y sentimientos que tenía Lara. Se acercó al rellano. Pero desde allí tampoco se veía que pasaba en el piso de abajo, sólo unas sombras, acompañadas de unos gemidos y un golpeteo rítmico extraño.
Fue bajando poco a poco los peldaños hasta que pudo ver la escena.
Su madre estaba tendida sobre la mesa del salón, desnuda.
El vestido que había llevado estaba roto y Martini69 lo había usado para amordazarla.
Sus pechos estaban atrapados contra la madera de la mesa, que temblaba con cada empujón, mientras las manos las tenía sujetas a la espalda con una cuerda.
Con una mano el hombre la obligaba a estar tendida contra la mesa mientras con la otra iba dándola azotes en el culo a la vez que la penetraba violentamente con golpes secos y rápidos de su polla, que no dejaba de entrar y de salir del interior del coño de Celia, la cual apenas podía sostenerse sobre las puntas de los pies con cada empujón que la daba Martini69 .
Lara se quedó paralizada.
No sabía qué hacer.
No se había esperado eso.
En realidad no sabía qué esperaba, pero no eso, desde luego.
El amigo virtual de su madre la estaba violando delante suyo.
Por un instante dio un par de pasos hacia su madre, hasta que la vio negar con la cabeza mientras las lágrimas bajaban por su cara.
Tardó demasiado en girarse.
El gesto de su madre la delató.
Mira a quién tenemos aquí, a la hija de la puta. No te vayas que tengo que darte tu regalo de cumpleaños.
¡No! –logró gritar antes de empezar a correr hacia la salida.
Demasiado tarde se dio cuenta de que la puerta estaba cerrada. Intentó sacar su llave del pequeño bolso en que también llevaba el teléfono móvil, pero con los nervios se le cayó al suelo y la entró el pánico al verle ir hacia ella con su tremenda erección haciendo palpitar su polla como si tuviera vida propia.
- ¡No! –volvió a gritar Lara, con la mente bloqueada.
Se giró para subir las escaleras, pero apenas había dado dos pasos cuando Martini69 la agarró por la melena y la arrastró hacia el salón pese a sus pataleos.
Celia estaba tirada en el suelo, junto a la mesa, intentando levantarse, pero rápidamente la volvió a colocar en la posición que tenía antes mientras seguía sujetando a Lara del cabello.
Ante el asombro de la adolescente, el hombre apoyó la punta de su pene de nuevo en la entrada del agujero que se abría entre las piernas de su madre.
¿Lo ves? –la dijo, zarandeándola.
Sí –respondió Lara, sin saber muy bien qué quería ese hombre.
¿Sabes lo que es?. Es la vagina de tu madre. ¿Ves lo dilatada que está y lo fácil que me entra? –comentaba mientras iba lentamente clavándola la polla ante los ojos como platos de Lara.
Sí.
¿Y sabes por qué?. Porque la gusta –siguió contándola, obligándola a mirar cómo su polla iba entrando y saliendo, moviéndose por el interior del sexo de Celia, que gemía más alto, aunque Lara no la entendía y era incapaz de apartar la vista de la escena que sucedía ante ella-. La encanta hacerlo así, fuerte y duro. Tu madre tiene fantasías de puta, ¿lo sabías?. Pero es mejor que no se lo digas a tu padre ni a tu hermana, ¿sabes?. Por eso no podía dejar que te fueras, tenía que explicártelo, lo entiendes, ¿verdad?.
Sí… sí… supongo.
No vas a irlo contando por ahí, ¿verdad?.
No, no.
No queremos que tu mamá se meta en líos, ¿verdad?.
No…
Buena chica –dijo, dándola un beso en la frente-. Y muy guapa, por cierto. Tienes unas tetas casi tan bonitas como las de tu madre.
Gra… gracias.
¿Te importaría quedarte hasta que terminemos?. Y así luego tu mamá te lo aclara todo para que estés tranquila… por si no te fías de mí.
Vale –contestó, porque cada vez la parecía más que esa debía ser la verdad de todo. Seguro que era eso que su madre las había dicho de “cosas de adultos” que no entenderían.
Perfecto, cariño. ¿Te importaría ponerle una alarma a tu móvil para dentro de 10 minutos?. Es que yo no tengo el mío aquí.
Vale –y Lara, ingenua, sacó su móvil del bolso para programar la alarma y se lo enseñó por inercia-. ¿Así?.
Perfecto, cariño –la dijo, quitándoselo de la mano-. Es justo lo que buscaba… y, ahora, voy a darte tu regalo…
Con un movimiento seco, extrajo su pene del interior del coño de Celia y la metió a la fuerza el móvil de Lara, provocando que su madre gritase de tal forma que ni la mordaza pudo casi silenciarlo.
- Primera lección: cuando un coño caliente dilata como el de tu madre, cualquier cosa la entra –dijo, sonriéndola antes de darla un puñetazo que la hizo perder el aire de golpe de los pulmones y caerse al suelo-. Segunda lección: no se desaprovecha un 2x1.
Martini69 la desnudó con movimientos precisos, esta vez sin romper la ropa como con su madre.
Lara apenas ofreció resistencia, aturdida aún por el golpe y el nuevo cambio de acontecimientos.
Menudas tetas tienes, mi niña –la dijo y, después, dirigiéndose a Celia-. Menudas tetazas tiene tu hija, cariño, está claro que de una puta nace otra, ¿verdad?. ¿Qué me dices –volvió a centrarse en Lara, agarrándola del cabello para hacer que se levantase y mirarla a la cara-, eres tan puta como tu madre?.
No –contestó, enfadada por su propia estupidez al dejarse engañar de esa manera- y mamá tampoco.
Ohhhh… sí que lo es, te lo aseguro… y tú también, sólo que aún no lo dices en voz alta.
Que no.
¿Es posible que seas virgen? –se maravilló el hombre.
Sí –contestó Lara sin pensar, sonrojándose.
Bueno, entonces no te follaré el coño, ¿te parece? –y, cuando Lara asintió con la cabeza, continuó-, pero a cambio, me haces un pequeño favor.
¿Cuál?.
Como tu madre no ha querido, quiero follarme tus tetazas.
¿Sólo eso?.
Palabrita de scout.
Vale.
Entonces ven conmigo –dijo, conduciéndola al otro lado de la mesa, enfrente de su madre- y súbete, pero dejando que tus piernas cuelguen.
Vale –Lara hizo lo que la pedía, tumbándose boca arriba sobre la mesa, de forma que su cabeza quedaba junto a la de su madre.
Separa las piernas, que tengo que poner una silla aquí –la dijo, y ella obedeció sin pararse a pensar, quedándose con el sexo completamente expuesto sin darse cuenta.
Martini69 se subió a la silla, con la endurecida polla colgando sobre la entrepierna de Lara, dejando caer un hilo viscoso desde la punta que alcanzó el cuerpo de la virginal adolescente.
Tienes poco pelito, ya te crecerá… o no –comentó, indecente, señalando con su polla hacia el vello púbico de Lara.
Lo prometiste –articuló ella, sonrojándose de nuevo a la vez que empezaba a sentirse presa al pánico al darse cuenta de lo tremendamente expuesta que ella misma se había quedado frente al amigo de su madre.
Claro que sí –ronroneó, con una sonrisa traviesa y moviéndose hasta colocar su polla entre las tetas de Lara. Luego, con la cabeza, la señaló las manos-. Apriétalas.
Sí.
Lara se sujetó las tetas con las manos, apretándolas contra la enorme polla de Martini69 , que, apoyando las manos sobre la mesa, empezó a impulsarse y a follarla las tetas con energía.
Una sensación extraña la rodeaba.
Mezcla de excitación y de una sensación de irrealidad. Como si fuese un sueño… o una pesadilla grotesca.
El hombre bombeaba con fuerza entre las tetas de Lara, y cada vez iba asomándose más poco a poco por la parte superior, apuntando hacia la cara de la adolescente.
Una sensación extraña, nueva, caliente, surgía de su interior y no sólo era por la presión que ejercía la polla entre sus tetas.
El rostro del hombre se iba congestionando más, y cada vez aplicaba más fuerza para impulsarse a la vez que una nueva especie de engrosamiento a pulsos hacia cambiar la forma de su pene entre las tetas de Lara.
Ese fue el momento para que se activase la alarma del móvil de Lara, que empezó a vibrar dentro del coño de su madre.
Mientras Celia se retorcía y temblaba por efecto de la potente vibración, unos chorros blancos empezaron a saltar desde la cabeza de la polla de Martini69 , empapando por igual las tetas y el cuello de Lara.
Por un instante, la chica pensó que así terminaba todo, pero el hombre al que Celia había conocido por la aplicación del móvil, se alzó y extrajo la polla convulsa de entre las tetas de Lara y se la metió en la boca.
La chica fue incapaz de negarse.
Ni se le pasó por la cabeza, de tan rápido que fue.
Y él se terminó de vaciar dentro de su boca, chorro a chorro de espesa lefa, caliente y con un toque dulce.
Lara pensó que iba a vomitar y sus ojos como platos debieron de ser algo tan evidente que ni su abusador lo pudo pasar por alto.
- No te lo tragues… si no quieres… pero no lo escupas. Espera un momento –la ordenó, sin llegar a sacar su polla de la boca de Lara-. ¿Te interesa que tu hija siga siendo virgen, puta? –preguntó entonces a Celia, que tenía la cabeza de lado, mirando a su hija a la vez que se retorcía por los efectos de la vibración del móvil en su vagina.
Celia asintió y Martini69 la retiró la mordaza.
- Bésala –ordenó y, luego, mirando a Lara y a Celia alternativamente, instruyó-. Besaros con lengua y compartir mí leche, putas. Os gustará.
Las ayudó a arrimarse las caras y madre e hija se besaron.
Al principio fue un beso torpe, pero Celia tomó el control e introdujo su lengua dentro de la boca de su hija y el beso se hizo más intenso, prolongado y la lefa fuer repartiéndose entre las dos bocas, de madre e hija, delante de Martini69 .
- Pero qué guarras sois. Ya sabía yo que sois unas putas –y se empezó a deslizar por la mesa hacia la silla.
Salvo que no llegó a irse tan lejos.
Dejó que su polla resbalase por el centro del desnudo cuerpo pálido de Lara hasta encontrar la entrada a su sexo.
Y, mientras madre e hija seguían besándose, empezó a acariciarla el coño.
Fue fácil que dilatase.
Y aún le quedaban fuerzas para una última embestida.
Antes de que se dieran cuenta de lo que pasaba, la polla de Martini69 se clavó de una forma seca y, a la vez, húmeda, dentro de la cueva de Lara.
El desgarro la hubiera hecho chillar, pero estaba aún besándose con su madre y sólo logró sofocarlo mordiendo el labio de Celia.
Después, las dos miraron con espanto al hombre que estaba robando la pureza y virginidad de la adolescente.
Lo prometiste –dijeron al unísono, como, en ocasiones, hacían Lara y su hermana gemela.
Mentí –respondió, señalando lo evidente y bombeando con toda la fuerza que podía reunir después de haberse vaciado apenas un instante antes pero a la vez con esa nueva energía que suponía haber presenciado la escena del beso lésbico entre madre e hija y del propio morbo que sentía al desvirgar a la cría de Celia.
Esa noche, cuando Laura fue a acostarse, lo hizo sola.
Por primera vez en años.
Y no sabía por qué. Su hermana del alma, su hermana gemela, con la que tenía más en común que con nadie más en el mundo y a la que creía entender incluso antes de que hablase, había preferido dormir esa noche con su madre.
Las dos estaban muy raras desde que regresaron.
Pero, al final, se durmió, imaginándose la de cosas bonitas que traería el día siguiente y que Lara ya la contaría lo que fuese.
Porque siempre se lo contaban todo.
Siempre compartían todo.
Para eso eran hermanas.