Casos de terapia: J

Mi infatuación actual con uno de mis clientes.

Expedientes de Terapia: J, mi sueño.

Soñé que teníamos una conversación sobre nosotros. No, no sobre su tratamiento aquí en la clínica. No, no. Conversábamos sobre lo que a ambos nos gusta, sobre las cosas que podríamos hacer juntos, sobre los lugares que visitaríamos, las películas que podríamos ver en una noche de invierno, los gustos que podríamos darnos el uno al otro. Pero era sólo un sueño.

J llegó a mi vida en una manera común: se registró en las clases que imparto para manejo del enojo. Llegó por referencias de alguien más. Lo único diferente acerca de él fue que mi secretaria me informó "tiene que tener cuidado de no decir ‘esposa’ cuando hable de su compañera sentimental, pues J es gay". Como buen professional que soy no le dí la importancia personal, pero si la profesional que se merecía la situación.

Entré a la entrevista privada que siempre tengo con todos los participantes antes de que puedan formar parte del grupo de terapia, leyendo el expediente de J.

"Hola"- escuché su voz por primera vez. Una voz suave, delicada.

Levanté mi vista y le contesté el saludo. Me vió con esos ojos azules tan expresivos como examinándome y preguntándose "¿en qué me va a ayudar este viejo heterosexual a mí?"

"Así que quieres inscribirte en nuestro grupo de terapia…"- comencé diciéndole.

"Si, creo que lo necesito… no me considero una persona violenta, pero si me enojo con facilidad" – su fino bigote casi rojo me llamó la atención.

"Pues entonces comencemos"- le dije tomando el papel de la evaluación en la que están contenidas un montón de preguntas –"Todo lo que hablemos es confidencial"- le aclaré.

Sus ojos se abrían expresivamente mientras con su mano derecha jugaba nerviosamente con un bolígrafo a medida que yo avanzaba con las preguntas.

"Ahora vamos a hablar de tu vida íntima"- le advertí mientras yo me acomodaba en la silla frente a él.

"Uhh"- dijo viéndome con recelo.

"¿Tienes pareja actualmente?"

"No. Hace un mes nos dejamos, precisamente por mi enojo".

"¿Qué pasó?"- levanté la vista y me acomodé mis espejuelos. J levantó su rostro hacia el techo como recordando. Sus finos labios volvieron a abrirse luego de unos cuantos segundos.

"Matthew era el amor de mi vida… hemos estado juntos desde hace 3 años…"

"Cuando tú tenías 16…"- comenté viendo que en su expediente decía "Edad: 19".

"Si… no he tenido otra pareja…"- sus ojos me vieron directamente –"Y un día llegué de la escuela más temprano que de costumbre."

Parecía como si las palabras le dañaran, como si fueran una daga que se le clavaba en el pecho, ese mismo que estaba abrigado por el frío del invierno que estaba llegando a su fin.

"Y allí lo encontré con otro hombre en el sofá"- se detuvo tan solo un par de segundos –"El tipo estaba encima de él mientras Matthew con su verga erecta y palpitante le perforaba el culo"- la crudeza me tomó por sorpresa pero J continuó sin detenerse – "Y los dos gozaban de sus cuerpos, de la cogida, de los besos…"

"¿Conoces al individuo?"- siempre hago una pregunta que yo llamo de "distracción" para enfocar su enojo en otra cosa.

"No, nunca lo había visto…pero cuando me vieron"- obviamente mi táctica no había funcionado –"se sorprendieron. Matthew sacó su verga del trasero de su amante y lo empujó tratando de explicarme la situación. ¿Qué explicación iba a darme?"

"Dime tú"- le contesté.

"¡Ninguna!"- me respondió mientras por primera vez notaba yo que sus manos eran unas manos perfectas. No eran femeninas, pero tampoco eran masculinas. Eran una combinación de ambas. Eran suaves, con uno que otro vello rojizo y rubio. Y ese reloj Timex que tenía puesto hacía esa parte de su cuerpo aun más atrayente.

"¿Y qué hiciste entonces?"

"Le dije que era un cabrón, un deshonesto cabrón hijo de puta"- me dijo con el dolor en su voz y un nudo en la garganta mientras me lo decía. "Ya me lo había imaginado pues siempre que cogíamos lo sentía distante… pero siempre es horrible el encontrar al chavo que amas con otro."- concluyó.

Opté por no hacerle más preguntas y simplemente me dediqué a escucharlo y a escribir mis notas en el papel. Pero a medida que lo escuchaba me fui deteniendo en sus facciones: ojos azules, caídos como en señal de permanente melancolía, un bigote sin espesura, nariz pequeña y punteaguda, labios finos, cabello rubio, ondulado y recortado. Me dí cuenta que lo deseaba. Sí, lo deseé desde nuestro primer encuentro.

La semana siguiente, cuando J apareció para su primer grupo mi intención era conducir aquella discusión como lo he hecho en los últimos 2 años, pero cada vez que hacía referencia a él no podía dejar de verlo de una manera diferente. De eso hace ya 10 semanas.

El Martes pasado tuve otra entrevista a solas con él. Llegó antes de la hora, cosa que yo interpreté como una buena señal, y por supuesto lo atendí inmediatemente. Hablamos de todo un poco, siempre tratando de hacer observaciones que parecieran profesionales. Y entonces, me preguntó:

"¿Por qué no me escribes el nuevo horario en mi mano?"

Sentí que el mundo estaba por llegar a su fin. Me levanté y me coloqué detrás de él mientras J extendía el brazo. Llevaba una camisa manga larga celeste recogida hacia atrás que permitía que viera parte del antebrazo velludo y la mano, aquella mano que me había llamado la atención en nuestra primera entrevista y la que yo veía con disimulo y deseaba tenerla en mi boca cada vez que nos reuníamos en el grupo.

La tomé y comencé a escribir el nuevo horario en el que vendrá para su grupo. Aquella mano era suave, tal como me la había imaginado, escribí lentamente haciendo cuidadosamente cada trazo y alargándolo lo más posible.

"Tienes una bella mano"- le dije antes de terminar.

"¿Crees?"- me dijo sin moverse ni volverme a ver.

"Claro…es hermosa"- le dije mientras sentía como los 16 centímetros de carne enmedio de mis piernas se ensanchaban y se humedecían.

Y él no dijo nada más.

Desde entonces sueño con que estoy tomando un café con él mientras platicamos sobre nosotros. Quizá un día mi sueño se vuelva realidad y después del café me lo lleve a la cama. Y quizá, solo quizá, les escriba ese relato.

Mi correo es diegomorbus@yahoo.com