Caso Almeida. La visita al psicólogo (6)

Tania, es obligada a visitar al psicólogo. Aspecto de su juventud afloran durante la conversación.

Caso Almeida. La visita al psicólogo. (6)

Informe nº 13 Jueves 25 de noviembre de 2.004

Ayer envié el informe nº 12, vía mail desde casa. Ni siquiera salí un minuto. Estuve casi todo el día en la cama con bolsas de hielo en el culo.

Hoy me dirijo a la comisaría para una reunión de seguimiento de la misión.

Entro en el edificio aún caminando con dificultad.

Acta de reunión ordinaria

Se muestra preocupación por lo leído en el informe nº12 de la agente Alfa, en especial por las secuelas tanto físicas como psicológicas que pueda conllevar la misión.

Por esta razón la agente Alfa deberá, hoy mismo, visitar al psicólogo del cuerpo y realizarse un análisis completo.

En torno a la misión, se concentra la investigación en el término Infinity nombrado por el sospechoso Ezquerro en el citado informe. Bajo estos nombres se encuentran varias posibilidades. La más probable es una clínica de cirugía estética.

Investigada la clínica Infinity se confirma que todo está en regla y que no aparece el nombre de ninguno de los cadáveres en las fichas de operaciones.

Destacar que la cooperación ha sido máxima y poseemos toda la información solicitada, hasta las fichas de clientes, totalmente confidenciales, y los horarios de uso de los quirófanos..

Se descarta la opción apuntada de un segundo foco generador de cadáveres. Se atribuye la diferencia de muertes señalada por el principal sospechoso en el informe nº 13 a un error o una intención de esconder la verdad.

Por estas razones se acuerda proseguir la misión manteniendo como principal sospechoso de todas las muertes al Sr. Almeida, extendiendo la investigación al propietario del local Therapy.

Fin de la reunión ordinaria.

Antes de salir agarro la documentación entregada por la clínica y me la llevo, decidida a investigar mucho más a fondo. El comisario me para y me da todo su apoyo moral y insiste en que vaya al psicólogo.

Antes de salir agarro la documentación entregada por la clínica y me la llevo, decidida a investigar mucho más a fondo. El comisario me para y me da todo su apoyo moral y insiste en que vaya al psicólogo.

Así que, después de la reunión, paso a visitar al psicólogo del cuerpo. Será la primera vez.

Su despacho está en la primera planta. Toda una agente atlética como yo me veo obligada a subir el piso en ascensor, incapaz de subir los 24 escalones a causa del escozor en mi culo.

Pico a la puerta y una voz grave me contesta al otro lado de la puerta: -"Adelante".

Durante el viaje en ascensor me he imaginado una lujosa sala, con miles de cuadros, millones de diplomas colgados de la pared y una gran diván acolchado esperándome bajo un potente foco de luz fluorescente. Nada más abrir la puerta las ilusiones se evaporan: un despacho oscuro, sin ventanas, con una mesa a un lado y una silla en el lado opuesto. Lo único que se parece a lo que me esperaba es la luz, que sí es fluorescente, pero de esas cutres y chungas que no paran de parpadear. El tipo me espera sentado en la silla y, sin levantar la mirada, me indica que me siente en la silla.

Así lo hago.

Espero en silencio buscando las fotos y los diplomas, pero ni rastro.

Él sigue escribiendo.

Tras los 3 minutos de rigor para hacerse el interesante, el loquero se levanta tras cerrar su bolígrafo con un enérgico gesto con su pulgar. Trayendo su silla consigo, se sienta enfrente de mí.

En su regazo se abre una carpeta que empieza a ojear.

-"Que tal, agente Tania?- me pregunta sin dejar de leer.

-"Muy bien, señor……?"-

-"Puede llamarme doctor. Doctor Alonso"- me contesta. Aún sin mirarme.

-"Pues muy bien, doctor Alonso". Me tomo una pausa mientras pienso si decirle o no lo que me ronda la cabeza, pero nunca he sido capaz de retener demasiado mis instintos así que le lanzo: -"que conste que yo no quería venir aquí. Me han obligado".

-"Tranquila, estoy acostumbrado. Si no fuera por las obligaciones y órdenes mi profesión no existiría. Nadie viene por voluntad propia. Todo el mundo está cuerdo y bien dentro de su propia cabeza."

Silencio.

Yo le miro.

Él sigue leyendo.

-"Bueno, así podemos asegurar que está bien?"- me vuelve a preguntar.

-"Sí. Estoy muy bien"- le respondo y no puedo controlar mi lengua de nuevo " a no ser por este puto calor que me obliga a ir sin sujetador ni bragas"

Dicho y hecho… por primera vez levanta sus ojos para mirarme en un acto reflejo.

Yo me río y cambio las piernas de cruce, cuál Sharon Stone, para que pueda comprobar que le he mentido.

Él se pone más serio aún y vuelve a bajar su mirada: -"He leído sus informes y debo insistir en la pregunta. Dígame lo primero que le pase por la cabeza."

Yo le miro dispuesta a romperle la nariz de un puñetazo si vuelve a hacerme la puta pregunta.

-"Como le he dicho, agente Tania, he leído todos sus informes y creo absolutamente necesario que me conteste esa pregunta. Dígame agente Tania, se encuentra bien con su misión?"

-"Mire comecocos, psicológicamente estoy perfecta. Acepté la misión voluntariamente y concedora de todo, repito, TODO lo que podría implicar."

-"Srta. Agente, preferiría que se dirigiera a mí como doctor Alonso y que seré yo el que diga si usted está bien o no." Por segunda vez levanta su mirada de la carpeta y me mira fijamente mientras muerde el bolígrafo y frunce el ceño: -Ha dicho usted psicológicamente…. Pero y físicamente no se encuentra bien?".

Ya está. Ha colmado el vaso: -"Mire , Doctor Alonso, a parte de no poderme sentar ni caminar bien porque anteayer me metieron una polla de 30cm por el culo, dejándomelo como un puto abrevadero de patos, que esta misma polla me abrió el coño durante más de dos horas sin parar, que tengo las comisuras de los labios en carne viva de tanto abrirla, a parte de todo eso, estoy perfecta físicamente. Si, tal como dice usted, ha leído todos mis informes, se podría imaginar como tengo el culo después de algo de ese tamaño.

-"una polla de….? Y el doctor se calla antes de acabar la frase. Supongo por respeto, pero su sorpresa es real.

-"Si, una peazo polla descomunal que no había visto ni en una peli porno. Algo que creía que no podía existir en el género humano. Y me tuvo para él toda la noche, ahí dando y dando sin parar…… un momento, acaso no ha leído el último informe, el de la fiesta?

-"Pues no. Ahora mismo lo consultaré antes de continuar la sesión"- Acto seguido se levanta, se sienta en el ordenador y empieza a teclear. No pasan ni dos minutos y la impresora empieza a rechinar escupiendo papel.

El doctor recupera su asiento frente a mí, sin levantar ojo del informe de la fiesta que acaba de imprimir.

Yo me mantengo en silencio, seria y sin apartar la mirada de su cara. A medida que pasa el tiempo veo como empieza a pestañear, resoplar silenciosamente y agitarse como si tuviese un palo clavado en el culo, pero todo esto sin mirarme ni una sola vez. No se atreve.

Al cabo de 10 minutos rompe el silencio diciendo: -"Interesante".

-"Ya veo" le digo yo.

-"Perdón?" me pregunta él mientras va anotando en su cuaderno.

-"Que ya veo que lo encuentra interesante…. Y hace rato" – y dirigiendo mis palabras con mi barbilla y mirando hacia su entrepierna le añado: -"por el tamaño de su paquete ya veo que lo encuentra muy muuuy interesante:"

Llevo un buen rato riéndome para mis adentros, desde que he notado ese bulto en su ingle. La fina tela de sus pantalones de algodón no han podido contener todo el torrente sanguíneo que mi informe ha concentrado en su entrepierna.

Intentando cambiar de tema y de postura para disimular lo, ya, indisimulable: -"veo que este último servicio ha sido muy…. Intenso… pero preferiría hablar de los servicios comunes que ha realizado hasta la fecha…. Dígame agente Tania, como se siente teniendo que brindar su cuerpo a desconocidos?"

-"Mire, como le he dicho antes, cuando acepté la misión sabía a lo que me atenía. Yo tengo una misión que cumplir y , para cumplirla, me tengo que abrir de patas, comerme pollas de desconocidos y dejar que me sodomicen sin compasión. La misión es mi fin, y el sexo mi medio para conseguir ese fin. Punto.

El loquero me mira fijamente esperando que continúe. Después de meditar un poco más mis palabras, continúo:

-"Yo tengo un final claro, pero lo que me saca de mis casillas es el resto de compañeras, que no tienen esa meta en el horizonte, esa luz al final del túnel que yo tengo, muchas no llegarán a verla nunca".

-"Ya, pero concentrémonos en su persona"- me interrumpe el doctor mientras vuelve a leer sus notas – "uumm, que siente cuando, a ver.. como dice usted, tiene que comerse la polla de un desconocido, por ejemplo. Luego ya hablaremos de sus compañeras, como las llama usted."

Durante unos instantes me lo miro fijamente. No encuentro el sentido a esa pregunta, pero de momento, decido seguirle el juego.

-"Mire, personalmente, me da más asco y apuro ver como un asesino o un ladrón sale impune por un tema burocrático que no tener que chupársela a un tío."

-"No se me vaya por las ramas, agente. Explíqueme que siente cuando lo hace"

-"De verdad quiere saber lo que siento cada vez que una polla se mete en mi boca? Pues pienso en el asesino.

A medida que esa polla va entrando y saliendo de mis labios, a medida que voy notando su sabor, pues cada vez que entra en mi boca, aumentan las ganas que tengo de pillarlo.

¿Y que pienso cuando se corren en mi boca? Pues pienso en que no puedo descansar ni un segundo en pillarlo. Pienso que cada corrida me acerca más a él.

¿Y que pasa por mi cabeza cuando me tengo que tragar esa leche caliente y amarga de un desconocido?. Pues pienso que, el día que lo pille, deseo que se resista y pueda pegarle una paliza.

Eso es lo que pienso. ¿Lo entiende, doctor? Todo esto sólo tiene sentido si sirve para salvar más vidas. Si tuviera que comerme una polla para poder vivir, eso sí que sería fatal. Me moriría."

Tengo que dejar de hablar o no podré contener las lágrimas. El doctor respeta mi silencio y permite que me tranquilice.

-"Veo que sus informe no escatiman detalles. Le gusta escribirlos?"- me pregunta.

-"Perdone. Si como usted dice, se ha leído todos los informes, si los escribo con esos detalles es porque me obligaron."

-"Sí, sí, perdón. Igual no he hecho bien la pregunta"- y el doctor se vuelve a repasar las notas antes de volver a preguntar: -"Se excita escribiéndolos".

La pregunta me cae como un puñetazo en el estómago. No por la pregunta en sí, sino por lo inesperado.

Me tomo mi tiempo para responder.

-"La verdad…. Sí"- le digo escuetamente.

-"Interesante…"- dice mientras empieza a garabatear en su cuaderno.

-"Bueno, puedo explicarme un poco más?"- le pregunto.

-"claro, claro. Adelante"- me responde acompañando sus palabras con un gesto circular con su boli.

-"Al principio fue por obligación, pero, a medida que iba escribiendo, me daba cuenta que tenía un efecto reparador. Era una manera de sacar esos recuerdos de mi cabeza. Una vez escritos, se quedaban en el papel y no más en mi cabeza. Se convertían en parte de la misión."- el doctor continúa escribiendo como un loco mientras yo le sigo dando material –"Los primeros días sentía un gran peso, pero a medida que iba escribiendo, este peso se convertía en ligeras plumas que salían volando a cada línea que escribía"

-"Es muy normal – me indica el loquero- la escritura le permite convertir en real y banal algo que su mente convierte en una fantasía difícil de digerir."

-"perdone doctor, le puedo hacer yo una pregunta a usted?

-"Claro. Adelante"- me responde él mirándome fijamente a los ojos.

-"Y usted, se excita leyéndolos"

Su mirada escapa rápidamente de la mía pero me responde descaradamente: -"Creo que no hace falta que le responda. Usted misma lo ha podido comprobar antes".

-"Sí, es verdad. Y por lo que sigo viendo, el efecto es duradero"- le respondo yo aún más a saco. "Y, la verdad, eso me gusta".

-"El qué?, que yo me excite leyendo sus informes?- me responde dejando de escribir y recostándose en el respaldo de la silla. Con ese gesto su erección emerge más descaradamente aún.

Desviando la mirada del bulto, empiezo a hablar: -"Sí. Bueno, no solo usted. Los informes están al alcance de cualquiera- le digo señalando a su ordenador. –"Al principio pensaba que la gente que los leyese acabaría abrazándome y apiadándose de mí cada vez que me viera por estos pasillos. Pero no he detectado nada de eso. Al contrario. La gente me mira disimuladamente, casi como evitándome. La actitud de esta gente me recuerda cuando mi hermano alcanzó la pubertad. Sus encierros en el baño eran continuos y su actitud hacia mí cambió un poco. Hasta entonces teníamos una relación de igual a igual, pero al llegar a cierta edad, su mirada me evitaba. Era como si tuviese un secreto que no me podía ni quería compartir conmigo, y que si yo lo llegase a saber, sería muy vergonzoso para él. Pues eso es lo que veo en la mirada de los otros agentes. Claro que sabía que mi hermano se la cascaba en el baño, y en su habitación, y viendo pelis porno en el salón, pero me costaba creer que eso mismo pudiera hacer algún compañero del cuerpo. Luego me dije a mí misma que, si lo que escribía servía para que alguien se hiciera una buena paja a mi costa, pues mejor para él, pero me costaba que eso pudiera ser cierto….. ahora, viéndole sus pantalones, mis dudas quedan despejadas."

Haciendo caso omiso de mis palabras, el doctor vuelve a la carga:

-"Usted se masturba con sus propios informes?"- me pregunta.

Instintivamente bajo la mirada y me pongo a jugar con la parte inferior de mi camiseta.

-"Sí, alguna vez." le respondo escuetamente. De refilón veo como aprovecha que no le miro para acomodarse la erección hacia un lado y no resultar tan evidente.

Mientras él vuelve a garabatear en su cuaderno, aprovecho la pausa para preguntarle: -"¿Y, usted doctor, lo hace?

No responde. Ni falta que hace. El rubor de su cara y un nervioso agitar de bolígrafo le delatan. Agito mi cabeza en un gesto de incredulidad. No puedo creer que los hombres sean tan necios. Y tan cerdos. Todos son así?

Como antes, ante una pregunta incómoda mía, él contraataca con otra aún más peliaguda:

-"Antes ha nombrado a su hermano. Qué tal su relación con él?-

-"Que narices tiene que ver mi hermano en todo esto"- le respondo poniéndome rígida como una barra de acero.

-"Agente, todo tiene relación. Antes me ha dicho que se distanciaron al llegar él a su pubertad. Explíquemelo".

-"Doctor, está bien que se interese por lo que me pase al ser follada sin parar por desconocidos, pero mi hermano no entiendo que tiene que ver. Ya le he dicho que , como todos los adolescentes, se la pelaba como un mono, y eso le hacía sentirse incómodo o yo que sé. Que de pasar a jugar juntos, él empezó a dejarme de lado por su amiguito peludo. Y ya está." Mientas oigo mis palabras retumbar en la sala, miro al techo arrepintiéndome de haber nombrado a mi hermano. Estos loqueros huelen los problemas a la legua.

-"Seguramente fue sólo eso, pero las relaciones familiares, en especial durante la infancia y la adolescencia marcan una impronta que puede condicionar el comportamiento del sujeto adulto. Por eso es necesario que me cuente lo que pasó con su hermano."

-"Y quien dice que pasó nada con mi hermano?"- le digo realmente enojada.

-"Usted me lo ha dicho"- me contesta con suficiencia. – "Ha estado toda la conversación tranquila y pausada. Me ha hablado con total tranquilidad de pollas que se corren en su boca, ha destacado mi erección y me ha enseñado las bragas sin inmutarse, pero ha sido salir su hermano en la conversación y su frente se ha llenado de sudor, sus puños se han cerrado y se ha puesto tensa de pies a cabeza."

-"joder, ya le he dicho que no pasó nada."- le grito mientras me levanto y tumbo mi silla de un golpe de talón.

-"Siéntese ahora mismo y relájese"- me indica el doctor sin moverse ni un pelo.

-"Si hombre, porque una habla de su hermano y suda ya tiene que haber pasado algo. Ya entra el complejo de "no sé qué" y me va a sacar de la misión porque mi hermano se hiciera pajas pensando en …". Nada más salir esas palabras de mi boca me doy cuenta de lo guapa que soy calladita y tranquila.

Joder con el puto loquero. Tendré que ir con cuidado. Es bueno. Me está haciendo desembuchar sin darme cuenta.

Su silencio y su mirada penetrante me invitan a continuar hablando: -"Aaargh. Está bien, se lo explicaré si así está más contento y me deja en paz.".

Apoyo mis codos sobre mis muslos y meto mi cara dentro de mis manos. Al sacarla, empiezo a hablar:

-"Me llevo 4 años con mi hermano. El episodio que voy a explicarle sucedió cuando yo tenía 18 y él 14, cuando algo cambió entre nosotros…. Bueno más bien algo cambió de él hacia mí. Nos llevábamos bien, jugábamos juntos, etc… pero llegó el momento en que empezó a ser una persona distante. Al principio pensé que era que se avergonzaba de pajearse tanto y que ya se le pasaría.. pero no, la cosa fue a más. Con el tiempo me di cuenta que él me miraba mucho… demasiado diría. Me di cuenta que cuando me agachaba a recoger algo, por ejemplo, me miraba el culo, o el escote. También se daban demasiadas entradas accidentales en el baño mientras yo estaba dentro, en la ducha o meando…. Después heché en falta una prenda de ropa interior

-"Cuál?- me pregunta de improviso el doctor sacándome de mi viaje interior.

-"Un tanga" – le respondo rápidamente. –"el único que tenía por esa época, por eso me di cuenta. Al principio pensaba que la había perdido entre la ropa sucia o así, pero un día, mi madre me mandó que fuera a buscar a mi hermano, que lo necesitaba como porteador de la compra mensual. Entré sin llamar a su habitación y le pillé guardando algo bajo la almohada.

Cuando se fueron, les acompañé hasta la puerta y, nada más cerrarla, subí las escaleras corriendo hasta la habitación de mi hermano.

Levanté la almohada.

Lo que vi me dejó de piedra.

"Su tanga"- asegura el doctor.

-"Sí señor. Cogí la prenda y la examiné de cerca. El muy cabroncete la debía haber cogido de la ropa sucia y se las había agenciado sin lavarlas ni nada. Digamos que aún estaban impregnadas de mi…. aroma, un fuerte aroma."- Me tomo una pausa y recuerdo aquel día, el fuerte olor que noté al acercarme el tanga a la cara. El asco que sentir de mi propio olor… el asco de pensar en lo que hacía mi hermano con eso….

-"Qué hizo después"- me interrumpe el loquero.

-"Estuve tentada de dejarla otra vez bajo la almohada, pero se me ocurrió otra cosa para darle una lección al enano.- recordar la historia me está costando pero, una vez soltada, creo que me siento mejor. También tengo tiempo de recrear lo que pasó y me pregunto si lo que hice fue o no una buena idea.

-"Me las llevé y las lavé- prosigo relatándole. –"Era esa época previa a verano que nosotros teníamos vacaciones y nuestros padres no. Yo hacía de canguro del enano, así que estábamos solos en casa. Al levantarme me vestí con el tanga y una camiseta de tirantes. Sólo con eso. Él ya estaba en el salón jugando con la consola. Yo estuve revoloteando, disimuladamente, toda la mañana a su alrededor, asegurándome que se daba cuenta que llevaba el tanga puesto."

-"Quería excitar a su propio hermano"- me arenga el doctor.

-"No, joder, no!!!."- le contesto con un grito.-"Sólo quería que se diera cuenta de que le había pillado, de que había recuperado mi tanga."- le añado al final.

-"Pero él no lo entendió así"- prosigue y acierta el doctor.

-"Veo que todos los hombres piensan igual….le respondo antes de proseguir: -"Después de tirar algo al suelo y recogerlo manteniendo mis piernas estiradas y de espaldas a él

-"O sea, enseñándole prácticamente todo"- me interrumpe el doctor.

Yo prosigo sin hacer caso de su comentario: -"Mi hermano se levantó y se fue a su habitación. Yo le seguí a cierta distancia y esperé ante su puerta. Dejé pasar unos minutos. Recuerdo que me costó aguantar la risa. Yo me lo tomaba como un juego, algo divertido, él era mi hermano, joder

-"Y entró"- dice el doctor intentando darme un empujón para seguir.

-"Sí, entré, y lo pillé con las manos en la masa…"-

-"Se estaba masturbando?"- aclara el doctor con una pregunta.

-"Sí, ante la pantalla del ordenador. Al oírme entrar, apagó la pantalla antes que taparse. Entonces no le di importancia a ese detalle.

-"¿Y qué importancia tiene?- me pregunta el doctor.

-"Luego lo verá... Yo me lancé sobre él, riéndome y llamándole pajillero". No puedo reprimir una sonrisa al recordar aquello.-Después de forcejear un rato, acabamos los dos riéndonos en el suelo. Hacia tiempo que no lo veía reír así y me alegré mucho.

Aún estirados traté de que entendiera que no estaba bien robarle la ropa interior a su hermana. Que era normal que se hiciera pajas pero que mis cosas eran mías y las debía respetar.

Le dije que era una amiga y que podía hablar de lo que quisiera conmigo, sobretodo de cosas que no se atreviese a hablar con nuestros padres.

Me dijo que sus amigos se reían de él.

Después de mucho insistir, concretó que se mofaban de su polla.

Ilusa de mi, haciendo el papel de hermana enrollada, le dije que me la enseñara.

No tuve que insistir mucho, y mientras él se bajaba los pantalones yo preparaba en mi cabeza el tipico discurso de "tranquilo que el tamaño no importa", "ya crecerá" ... pero lo que salió como un resorte de aquellos pantalones, me dejó sin habla. Mirando al techo, emergía el trabuco más descomunal que había visto en mi vida. Agarrado a ella, parecía un niño apoyado en una farola.

Aluciné, no sólo por el tamaño en sí, sino por no haberme dado cuenta antes. Yo tenía 18 años y estaba en pleno apogeo de mi sexualidad. Fui la primera de mis amigas en perder la virginidad, y me jactaba de ello. Siempre iba mirando el paquete de los tíos imaginando cual la tenia grande, cual no...

Entonces me preguntó si le podía ayudar.

Sin poder apartar la mirada de "aquello" le dije que sí, que solo tenía que decirme qué podía hacer yo.

Agitándosela me dijo unas palabras que no olvidare nunca: -"hazme una paja".

-"Y se la hizo?"- me pregunta el doctor.

-"No. Por supuesto que no".

." Y se lo planteó?, aunque fuera por unos instantes.- me dice.

Sumida en los recuerdos de aquel día me tomo mi tiempo para contestar. Finalmente de mis labios sale un rotundo y sincero: "Sí".

-"Y por qué no se la hizo?".- me pregunta el idiota que tengo sentado delante.

-"Joder, doctor, que era mi hermano".

-"Y entonces, por que se lo planteó?, si era su hermano.

-"Tenia 18 años. Mis hormonas estaban descontroladas y acababan de ver una polla con la que habían soñado siempre y que no paraba de crecer ante mis ojos... pero me levanté y me fui."

-"Así de fácil? Eso fue todo?"- se extraña el inteligente doctor.

-"No, no fue así de fácil. Antes de que yo saliera por la puerta, el chaval lo volvió a intentar." Al llegar a este punto vuelvo a sumergir mi cara entre mis manos.

-"Qué le dijo?" insiste el doctor apremiándome a seguir.

-"Que se la chupara"- dice la voz que sale entre mis manos. Al levantarme, veo al doctor con su mirada clavada en la mía. Su expresión es de verdadero estupor.

-"Yo cerré la puerta. Al hacerlo vi la sonrisa emerger en los labios de mi hermano. Yo aún no había soltado el pomo de la puerta. La rabia me recorría entera por dentro. Estaba a punto de quedarme con el pomo en mis manos cuando empecé a soltar toda mi furia por la boca. Le grité, le insulté, le decía si estaba loco o qué". Él ni se inmutaba. Me miraba sin pestañear.

-"Entonces me dijo: "pero si se lo haces a Juan, a Manolo, a Fernando, por que no me lo haces a mí que soy tu hermano?"

Yo le respondí que por eso mismo, porque él era mi hermano y eso no se hacía entre hermanos. Entonces caí en lo que me había dicho. Me quedé callada, con la boca tan grande que me hubieran cabido dos pollas como la suya.

-"¿Como la mía?"- me interrumpe el doctor instintivamente.

-"No sea idiota doctor. Estaba hablando de mi hermano. Si vuelve a interrumpirme me largo." y tras decirle esto continúo con el relato.

-"Sin mediar palabra se levantó y, con su tranca un palmo por delante, se acercó a la ventana.

Con un gesto me invitó a mirar,

Me fui donde estaba él. Desde su ventana se veía el patio trasero de la casa. En una esquina, que yo creía resguardada, se tenía una vista perfecta del banco donde solía enrollarme con mis novietes de entonces.

Él se giró hacia mí. Su cara estaba a unos 20cm de mi cara, pero su polla contactaba, bien dura, con mi cuerpo, y me dijo que si no lo hacía, se lo contaría todo a nuestros padres.

Yo me separé de él de un salto, Me daba miedo su mirada. Me daba miedo su polla tan cerca de mí. Me refugié en más insultos mientras le decía que no le creerían.

De nuevo sin decirme nada, se volvió hacia su ordenador y encendió la pantalla. Su polla cayó sobre la mesa, como una orca esas de los parques acuáticos, con todo su peso y longitud, como si también quisiese teclear.

El negro de la pantalla se fue aclarando lentamente. Apareció una foto en ella.

Lo que se veía me dejó helada.

-"Qué se veía en la foto?- me pregunta un más que interesado doctor.

-"Un primer plano, perfecto e inapelable de mi cara…. Con una polla enterrada en mi boca, casi hasta los huevos"- al recordar esa imagen me viene a la mente las filmaciones que Almeida me mostró el día previo a la fiesta.

Luego volví a insultarle y le ordené que la borrase. Él se negó.

Entonces me acerqué dispuesta a hacerlo yo misma por la fuerza. Él se interpuso y forcejeamos. No fue como unos instantes antes. Fue un forcejeo lleno de furia y rabia.

Los dos caímos al suelo. Él encima de mí. Yo era mayor pero él era muy fuerte y me tenía bien agarrada por las muñecas. Me fue forzando hasta que toqué con mis muñecas al suelo, una a cada lado de mi cabeza. Él me contemplaba desde encima. En especial se recreó en mis tetas ya que, a causa del forcejeo, una de ellas había quedado a la vista. Mientras lo hacía su polla se clavaba en mis ingles. La sentía muy dura, grande y presionando hacia dentro. Su polla tocaba directamente en la piel interna de mis muslos. Algo húmedo se pegaba a mi piel. Yo intentaba forcejear y sacudirme como podía bajo su peso. Creo que el movimiento aún lo excitaba más y su polla no paraba de empujar. Por el roce de la camiseta el pezón se me puso como una piedra.

Fuera de sí, empezó a quitarme el tanga.

Cuando ya lo había bajado unos centímetros y mi vello empezaba a asomar me vi entre la espada y la pared. También se estaba acercando a la teta expuesta con su lengua saliendo entre sus labios. En un momento decidí cambiar de táctica.

-"Que es lo que hizo, agente Tania?

Respiro hondo y valoro si vale la pena decirle la verdad. Expulsando el aire de mis pulmones le contesto al doctor: -"Le dije que se la chuparía."

Friego mis manos, completamente sudadas. El doctor no dice nada. Sólo apunta y apunta.

-"Al oír eso su cara cambió- prosigo sin dejar de fregar mis manos entre sí- "dejó de hacer fuerza y me soltó el tanga. Me agarró de las muñecas y me condujo hasta la cama. Entonces él se sentó y abrió las piernas. Sin soltarme las manos me hizo arrodillar.

Entonces me soltó otras palabras que no he olvidado: -"que bien, estoy harto de hacerlo yo."

-"¿Él mismo se la podía chupar?"- me pregunta un sorprendidísimo doctor.

-"No sé, por lo que se ve sí. Ya le digo que aquello era enorme y él era bajito. Posible, lo era….. Doctor, veo envidia en su mirada?

-"¿Y que pasó entonces? Se escabulle el doctor.

-"Que mi madre entró en casa".

-"¿Os pilló?"

-"No. Él me soltó y yo aproveché para escaparme. Me metí en mi habitación y no salí en todo el día."

-"Y si no llega a venir su madre?

-"La verdad, doctor, no lo sé. Me lo he preguntado muchas veces. Sólo sé que yo no deseaba hacerlo pero, tal como estaba él de ido, no sé qué hubiera pasado.

-"Interesante. Proponerle una felación a su hermano..." dice el doctor.

-"Doctor, no malinterprete mis palabras. Lo dije para ganar tiempo" le digo desesperadamente.

-"Tranquila, no malinterpreto nada. Está todo clarísimo."

-"Y qué es lo que está tan claro?"

-"Pues que su hermano la hizo chantaje y la obligó a mantener relaciones sexuales con él"

-"Claro, doctor. Usted lo sabe todo. Y yo disfruto haciendo de puta, porque veo en los clientes a mi hermano y me gusta que me sometan igual que hizo él."

-"Si usted lo dice"- asevera el doctor con pose de sobrado.

-"Pues señor doctor Alonso, no tiene usted ni puta idea"- le escupo con toda mi mala leche.

-"Aaah no? Entonces qué pasó?

-"Al día siguiente, aprovechando que no estaba, entré en su habitación y me metí en su ordenador para buscar las fotos esas que tenia de mi."

-"Y las borró"- me dice el doctor muy seguro de sí mismo.

-No.- digo secamente mientras observo la reacción del doctor.- las grabé en un CD. Mi hermano es escrupuloso y ordenadísimo. Estaba segura que tendría copias de seguridad de esas fotos.

-"Y, entonces, que hizo?- me pregunta.

-"Pues primero quedarme alucinada. Tenía un verdadero arsenal de fotos mías-" le digo antes que me interrumpa el doctor con una jocosa pregunta que no viene a cuento: -"¿Tantas pollas se comía usted?

Yo le miro con desdén. Ha sido un comentario nada profesional. Me parece que el doctor se está dejando llevar…. –"No sea idiota- le digo mientras le dedico un gesto con mi mano derecha y el dedo medio. –"la mayoría eran fotos normales: yo sentada en el sofá, yo fregando platos, yo saliendo o entrando en casa, yo tomando el Sol en el patio trasero…. Siempre yo, yo , YO. Entonces, al final de todo, vi una carpeta sin nombre. La pulsé y una contraseña me barrió el paso. No tuve que pensar mucho y empecé a teclear: T…A…N….I….A. La carpeta se abrió al instante. Con ese click se abrieron las puertas del infierno: yo desnuda en mi habitación, estirada en la cama, vistiéndome, en la ducha, masturbándome en mi cama, sentada con las piernas abiertísimas y mis dedos incrustados en hasta los nudillos… y luego vinieron las que me liaba con algún noviete de los que le decía antes, besándonos, magreándonos, él chupándome las tetas, con su cara hundida entre mis piernas, algún primer plano de mi cara muerta de gusto, la ya vista el otro día de una mamada, pero ahora con todo el repertorio y despliegue posible: yo de rodillas ante él, sentada al lado de otro y inclinada entre sus piernas. Hasta había una del momento preciso de una corrida que hubiera ganado más de un premio de fotografía, yo apartándome rápidamente con los ojos cerrados, cara de susto y la lefa saliendo disparada hacia mi cara. Después había otras mías follando en mi habitación, yo estirada bajo Carlos, bajo Juan, cabalgando a Manuel, y así un largo etcétera.

-"Y usted no se dio cuenta de nada?- me pregunta el doctor volviéndome a mirar fijamente.

-"No, nunca. Por ejemplo, las fotos esas que follo con algún chico en mi habitación, se hicieron días que estaba sola en casa. Segurísimo. SI no, no me hubiera arriesgado a hacerlo". Las del patio trasero estaba claro que me las podía hacer con total tranquilidad mientras se la pelaba. Había algunas de mi habitación que, por el ángulo de tiro, diría que estaban hechas desde la puerta, que él podría haber entreabierto sin que me diese cuenta. O las de la ducha, también... Pero había una de un primer plano de mi culo y mi coño vistos en todo su esplendor, bien abiertos vamos, que no me explico cómo llegó a hacerlas. Igual se montó alguna manera de dejar una cámara que fuera tirando sola, o escondiera una web-cam en las estanterías desde donde me controlaba.. no sé. El hecho es que me dejo preocupadísima. Yo por el hecho de salir desnuda, follando, meando o mamando, sino porque su obsesión llegase a semejantes extremos.

-"Y qué hizo con el CD?"

-Uuuf... se lo enseñé a mis padres y les expliqué lo que pasó en la habitación.

-"Vaya, eso si que no me lo esperaba...Y les enseñó todas las fotos? hasta las que...?

Yo le interrumpo diciendo: Sí, todas. Tenía que admitirlo todo. No tenía sentido que eso se pudiese volver en mi contra. Yo no tenia nada que esconder, no había hecho nada malo.

-"No creo que un padre considere una mamada de su hija como algo bueno."

-"Desde luego que a mi padre no le hizo ninguna gracia. Todos los padres saben que, un día o otro, sus hijas harán algo de eso, pero a ninguno le gusta comprobarlo con sus propios ojos, y mi padre no fue una excepción. La prueba es que no tardó ni tres días en quitar el banco del jardín y en iluminarlo como si fuera un campo de fútbol y no se pudiese ni esconder ni una hormiga sin que la viesen todos, pero dejó claro que mi hermano necesitaba ayuda.

-"Y qué pasó con su hermano?

-"Buuuuf, fue un desastre. Me llamó de todo, me insultó y, al final, entre lágrimas y sollozos me dijo que lo hizo porque me amaba.

-"Y como fue su relación posterior?

-Nula. Después de verano me fui a estudiar fuera y, desde entonces, no hemos vuelto a vivir bajo el mismo techo

-"Qué pasó con él?"

-"Lo internaron en un colegio masculino con ayuda y controles psicológicos continuos"

-"Está bien su hermano ahora?"

-"Pseeee. Sí, pero lo que pasó le dejó tocado."

-"Esta casado o con pareja?

-"No. Sigue soltero y sin relación larga conocida."

-"Sigue virgen?. Se tiene que contentar él solo?

-No. No es virgen."

-Como esta tan segura?

-"Dos años después de todo eso que le he explicado, yo creo que aun me sentía culpable"

-Y mantuvo relaciones sexuales con él.

-"Joder. Esta usted enfermo o que? QUE NO HE FOLLADO CON MIHERMANO"- le grito a pleno pulmón.

-"Vale, vale, pero baje la voz, por favor. Continúe y perdóneme por ese comentario.

-"En uno de mis retornos a casa por vacaciones, hablé con unas antiguas amigas del colegio. Especialmente con Laura, una de las más... frescas por decir algo. Me aseguré de hacerle saber del tamaño que mi hermano llevaba entre las piernas y de que era más virgen que el aceite de oliva.

-Y ellas no sabían nada de lo de su hermano?

-No. Fue un secreto de familia bien guardado.... y como sabía que Laura tenía la fantasía de hacerlo con un XL.

-XL?

-"Si, una polla grande en el argot femenino. Laura era como una fruta madura. Solo era necesario un golpe bien dado al tronco y todo caería por su propio peso. La combinación de virginidad y gigantismo era irresistible para ella.

-Y lo hicieron?

-Si, pero costó un poco.

-Y eso?

-Después de las primeras citas, Laura me llamó y me dijo que tenía razón, que mi hermano tenia un pollón enorme pero que no se levantaba de ninguna forma. Y me remarcó lo de ninguna forma mientras hacía ruidos con su garganta.

Entonces se me ocurrió una cosa. Me escapé un fin de semana a casa de Laura, sin que supiesen nada en casa, y le dejé un poco de ropa.

-"¿Que clase de ropa le dejó?

-"La camiseta y el tanga que llevaba el día que pasó todo...

-"¿Aún las guardaba?"

-"Sí. Supongo que para que se me olvidase nunca lo que pasó."

-"¿Y funcionó?"

-"Vaya si funcionó. Ese fin de semana Laura estaba sola. Yo dormía en su casa y a la muy lerda no se le ocurrió otra cosa que traérselo, todo y saber que yo estaba ahí de "estraquis".

-"¿Y se vio con su hermano?"

-"No, que va. Me encerré en la habitación mientras él estuvo en la casa, unas cinco horas. Hubo un momento que tuve que salir por los gritos que pegaba Laura. Pensaba que él se había vuelto loco y la estaba matando.

-"De verdad pensó eso?"

-"Se lo juro doctor. Usted no vio la cara con que me miró aquel día que pasó todo. Y es que Laura gritaba como una loca, sin control. Cuando llegué ante la puerta de su habitación, agudicé el oído para asegurarme. Entonces la oí: -"Sí, sí, más, más. Me vas a romper cabrón…. Párteme por la mitad.. aaaah, ooohh " Y di media vuelta a mi escondite.

-Y que hizo usted mientras ellos hacían "lo suyo".

-Que quiere decir?

-Bueno. No es fácil estar escuchando como follan en la habitación de al lado y quedarse tan tranquila.

-"Doctor. Me da usted miedo. Empieza a conocerme mucho. Bueno.... me masturbé, pero eso que importancia tiene?

-Eso tendré que evaluarlo yo. Y después que pasó?

  • Al irse mi hermano, Laura me vino a ver. Casi no podía caminar y según sus propias palabras tenía "el chocho en carne viva." y hasta "la parte interna de los muslos escocida del roce."

También me enteré que mi hermano le había dado toda esa caña durante casi 5 horas sin quitarle la ropa. Sólo había ladeado un poco el tanga y ya está. Al acabar, antes de irse, él se llevó la ropa. Ella no podía ni moverse y en lo último que pensó fue en mi ropa, así que le dejó hacer. Fue mi hermano mismo el que la desnudó.

Ellos no volvieron a quedar más, pero al cabo de unos días me llegó una carta a la residencia. Iba sin remitente. La abrí y en la hoja había una única palabra escrita: "GRACIAS" ... Reconocí la letra de mi hermano al instante.

-Entiendo... ¿Y volvió a ayudarle alguna vez más?

-Si.

-Pero si no tenía su ropa...

-Al cabo de unas semanas me llegó un paquete a la residencia. Lo abrí y ahí estaban mis prendas otra vez. De nuevo, sin limpiar. El tanga tenia una gran mancha endurecida en el centro.

  • Menuda historia

-Ya ve doctor. Si alguien necesita ayuda es mi hermano.

-Perdone, agente, pero eso debo decirlo yo. Ahora mismo no tengo claro que pueda permitir que siga con la misión.

-Como dice? Ni se atreva. Si me relevan ahora todo lo que he tenido que pasar no habrá servido de nada.

-"Pues por ahora no puedo asegurarle nada. Tengo que repasar mis notas y ya volveremos a hablar.". Tras decirme eso, yo me levanto y me dispongo a marcharme por la puerta. El doctor me retiene con una nueva pregunta: -"¿Tiene usted novio, agente?".

Parada a su lado y sin mirarle le respondo: -"No".

-"Pues le recomiendo que trate de tener relaciones sexuales propias fuera de la misión, para evitar que se confunda. Agente - me dice mientras me agarra de una muñeca- " vuelva a ser mujer y deje de ser puta siempre que pueda."

-"Muy bien. Trataré de seguir su consejo, pero ahora le rogaría que me suelte". Al oír esto, el doctor me suelta de inmediato y cambia su apretón por un tendido de su mano extendida.

Yo le devuelvo el saludo. Su mano me agarra con vitalidad.

Mientras nuestras manos se agitan él me dice: -"Aaaah, y a parte de psicólogo, también soy médico. Si quiere puedo echarle una ojeada a eso que tanto le molesta- mientras con su mirada enfoca hacia mi dolorido culo- "… y así igual me olvido de leer mis notas sobre lo que hemos hablado hoy". – acaba sin dejar de apretarme la mano.

De un tirón me zafo de sus garras y le miro fijamente. Con brusquedad. ¿Me estará proponiendo lo que creo?

-"No, gracias"- consigo esbozar antes de girarme y llegar a la puerta.

Cuando tengo la maneta bien agarrada, su potente voz vuelve a pararme: -"Agente…. Le rogaría que no malinterprete mis palabras."

Sin girarme y abriendo la puerta le contesto: -"No, doctor. Tranquilo. No malinterpreto nada. Está todo clarísimo." – y salgo del despacho dando un portazo que tiemblan todos los cimientos de la comisaría.

Salgo caminando deprisa haciendo caso omiso de las quejas de mi ano.

Llego a la calle preguntándome si todos los hombres serán iguales. Si todos son igual de cerdos o he sido yo que he tenido muy mala suerte toda mi vida.

Ya en casa, no consigo quitarme la inquietud de encima. No paro de dar vueltas en la cama. Repaso una y otra vez toda la conversación con el psicólogo. Me maldigo el momento que he sacado el tema de mi hermano. Si no lo hubiera hecho ahora no tendría que preocuparme mi futuro en la misión. Sin esperarlo, algo que estaba aletargado en un rincón de mi memoria, ha saltado a un primer plano rugiendo como un león hambriento.

Sin poderlo evitar, salto de la cama. Me dirijo al armario. Lo abro.

Ahí encima, sobra la estantería más alta e inalcanzable, está lo que busco.

Subida en una silla la alcanzo y la dejo sobre la cama.

Me arrodillo ante la caja marrón y la rodeo cariñosamente con mis manos. Me mantengo un buen rato así hasta que me decido a abrirla.

No necesito mirar para saber lo que hay dentro.

Agarro la prenda y dejo que mis dedos jueguen con ella. La acerco a mi nariz. Aspiro. Compruebo como mantienen todo el aroma que tenían el día que me llegaron por correo. Mis dedos juegan con esa mancha blanquecina y endurecida mientras miro dentro de la caja. Una camiseta de tirantes descansa sobre un montón de papeles con una única palabra escrita en cada una de ellas. Tampoco hace falta que las mire para saber lo que pone: "GRACIAS".

Con el aroma impregnando todas mis fosas nasales meto las prendas en la lavadora.

Mientras éstas dan vueltas, cojo mi agenda. La vuelvo a dejar en su sitio, pero abierta por la letra "L" de una vieja amiga.

Mañana llamaré.

Continúo inquieta aún con mi propia "caja de Pandora" bien abierta. Recorro mi piso como una leona enjaulada sin parar, ordenando y limpiando compulsivamente, pero con mi cuerpo, aún, en la sala del psicólogo. No puedo quitarme de la cabeza sus palabras finales: -"Agente, vuelva a ser mujer y deje de ser una puta":

Con estas palabras retumbando en mi cabeza, me encuentro en la calle, vestida con una minifalda, un top y unas botas. Nada más.

Mis pies y mis pensamientos me llevan a la discoteca más cercana de casa.

Ya dentro, me siento en un taburete de la barra. Un estudiado movimiento de piernas, y la vista de mi oscuro tesoro no tarda en atraer al primer depredador.

5 minutos después ya me estoy comiendo una lengua.

10, y ya estoy en el baño de hombres. Huele como todos.

15, y una polla entra y sale de mis labios. Sabe como todas.

19 y gotas de semen caen por mi barbilla. Sabe igual que el que me tragué anteayer.

25, y una nueva polla recorre mi boca. Esta es más grande que la de antes.

32 y estoy de cara a la pared, con la minifalda de cinturón, siendo castigada por una polla que entra y sale de mi coño con la fuerza y cadencia de un pistón mientras sus manos me acompañan en el ir y venir.

38 y mi coño se queda con hambre mientras mi culo no puede hablar.

42 y la polla explota sobre mis nalgas. Está tan caliente como siempre.

50 y la primera polla me folla mientras la segunda se ducha en mi boca.

60 y estoy sola en la cabina limpiándome y devolviendo la ropa a su sitio.

Desde dentro oigo como los que me han follado dicen: -"menuda cacho puta".

Mientras me limpio mi barbilla con papel higiénico sonrío.

Salgo fuera a sentarme, de nuevo, en el mismo taburete. Mis piernas vuelven a cruzarse.

Sonrío. Otro depredador.

Haré caso al doctor, hoy no seré una puta, seré una mujer. Pero que mujer más puta.