Caso Almeida. La fiesta final (5)

La Agente Tania se embarca en el juego de la estaca y no se dejará ganar por nadie. el premio para el ganador será toda la noche con las dos ganadoras...

Caso Almeida. Fiesta (II)

La música suena. Muchas chicas la aprovechan para provocar a los que están sentados: contorneos, magreos propios o ajenos, pinzadas de pezones, besuqueos al aire de labios siliconados, lenguas lamiendo algo invisible y algún que otro dedo viajando demasiado al sur. Ellos responden con sacudidas de pollas, dedos extendidos y más lenguas moviéndose de arriba abajo.

La música para.

Como una jauría de hienas las putas salen despavoridas y gritando en busca de una polla, dejándome sola, de pie y alucinada.

Como hay 11 chicas y 10 hombres me quedo sin polla que poner a tono. He tenido suerte de que esta, por lo que se ve, no es una fase eliminatoria.

Las chicas van trabajando vergas, la mayoría con la mano y las mas lanzadas con la boca. El sacudir de cabezas y brazos es estremecedor, parecen un grupo de granjeras en un concurso de ordenar vacas.

Viéndome ahí quieta, uno de los concursantes me pide que me acerque. Al llegar empieza a palparme entre las piernas, no contento con la mamada que le están haciendo.

La música vuelve a sonar. Sin darme cuenta me veo arrastrada en un "circulo vicioso" por las demás putas que empiezan a girar alrededor de las sillas en sentido horario. A más de uno de los sentados se le salen los ojos de las cuencas ante el festín de marisco que se les rodea. Las chicas saltan y gritan mientras los de fuera las animan.

Fuera música.

El círculo se rompe en una veintena de estampidas hacia el centro. Golpes y empujones no me impiden llegar a una de las pollas, agarrarla, girarme y sentarme sobre ella. Me estremezco entera. Estoy un poco seca aún, y la súbita penetración es molesta.

10 ensartadas y una sin premio. La que se queda con el coño vacío es eliminada. El resto danzamos sobre las duras lanzas excepto ella que se demuestra contrariada por su lentitud. El mío me acompaña el sube-baja agarrándome de las tetas.

Todo continúa hasta que se reemprende la música.

Nos levantamos dejando las pollas relucientes mirando al techo y pidiendo mas. Alguna de las chicas se queja amargamente. Mucha puta hay por aquí.

Volvemos a girar con la tranquilidad que ofrece el saberse salvadas. Al menos hasta que no se corra uno. Alguna chica alarga su mano tocando la punta de las pollas a su paso.

Silencio.

Tranquilamente nos acercamos a las trempadas sillas. Yo me siento sobre las piernas del mas cercano de cara a el. Se la agarro y me penetro lentamente, bajando poco a poco. Me sujeta por las nalgas mientras me besa los pezones. Por lo visto, mientras no haya eliminadas, se permite todo y algunas utilizan sus bocas, otras sus tetas. Y no solo eso porque a una de las que va mamando se le ha unido uno de los espectadores y se la ha clavado por detrás sin avisar follándosela a un ritmo endiablado.

La música vuelve.

Giramos mientras el espontáneo se acuerda de la madre del discjockey.

La eliminada no tarda en encontrar cobijo entre las piernas de uno de los que mira. Como buitres empiezan a revolotear mas tíos a su alrededor con la esperanza de poder pillar cacho.

Cuando la música para, ya son un par las pollas que se traga alternativamente.

Muy a mi pesar, me toca una de las monstruosas. Para salvaguardar la integridad de mi conejito le dedico una buena mamada. Midiendo con mi lengua le estimo unos 30cm. Empezando por los huevos, llego a la punta con la lengua ya seca. La agarro con ambas manos y aun me sobra un tercio de tranca que voy chupando mientras pienso en detenerlo por posesión de una arma de gran calibre.

Con la boca bien llena oigo el grito de júbilo de una chica. Levanto la mirada y, sin parar de subir y bajar, veo a la chica con la mano levantada. Entre sus dedos extendidos, la blanca y fluida prueba de la eliminación de una estaca. El público explota en un sinfín de aplausos y sentidos vítores. La chica se limpia la mano con un pañuelo y el eliminado se aparta acompañado de su silla.

Se reinicia la música y no tardo ni una milésima en sacar esa aberración de mi boca y volver a voltear estacas.

Una corrida implica, sin opción, que empieza la música otra vez y el eyaculador se retira llevándose consigo su silla. El resto se reubica llenando el vacío dejado y nosotras seguimos danzando... Hasta que la música para. El silencio dura un segundo justo hasta que lo aplastamos nosotras con nuestros gritos en busca de una polla.

El círculo se cierra en torno a mi y dos chicas forcejeamos por un única verga.

Ella me lleva cierta ventaja.

Con un salto y un codazo bien dado me recupero y enfoco mi culo sobre sus piernas.

He de ser rápida.

He de ser certera.

Soy rápida.

No soy certera.

Agarro la polla y me dejo caer con todo mi peso, con la mala suerte que mi mano se desvía unos grados dejando al coño con hambre mientras mi culo rechina de empacho. No me puedo levantar si no quiero ser eliminada. Ha entrado toda de golpe, dilatando mi recto sin aviso ni preparación. Mis ojos se ponen como platos. Resoplo tanto como el sorprendido sodomizador.

Mis estrecheces anales le aprisionan el miembro y entonces se da cuenta de donde se ha metido.

Me agarra las tetas y me besa el cuello.

Me inclino hacia delante y, subiendo ligeramente las caderas, le permito ver un primer plano de su verga encastada en mi culo.

Y vuelvo a bajar las caderas.

y subir.

Y volver a bajar hasta sentir sus pelotas bajo mi conejo.

El apretón de mis tetas se vuelve extremo.

Mi culo tiembla.

Al sentir el primer chorro en mi ano me levanto como una flecha gritando y bailando. La polla sigue escupiendo chorros blancos a la vista de todos los asistentes.

Más música y una silla menos.

Así van cayendo ellas y ellos. A medida que pasa el tiempo las estratagemas para lograr una eyaculación van subiendo de tono. Alguna pasa sus tobillos sobre los hombros de su hombre apoyando sus manos en las rodillas de él y sacudiendo las caderas como una poseída. Otra, que en otra vida debía ser contorsionista, se alza sobre los muslos de él y, doblándose hacia atrás, forma una U con su cuerpo. En esta "cómoda" postura se la chupa mientras le brinda todo su chocho bien abierto en un impresionante primer plano. No cabe apuntar que éste fue el siguiente eliminado. No aguantó más de 3 minutos esa postura. Pero lo mas espectacular fue lo que hizo la puta al recibir el blanco escupitajo en su boca:.

Así de doblada se mantiene enchufada a la manguera del maromo mientras esta va escupiendo. Convertida en el único centro de atención, todos observamos sus mejillas hinchándose a medida que el semen va llenando su boca.

al finalizar la eyaculación y mantenerla toda en su boca, la puta pega un brinco con sus pies y se queda haciendo la vertical sobre los muslos del aturdido semental. Como si de una estudiada coreografía se tratase, una de las putas eliminadas corre de estirarse bocarriba entre los pies del otro.

Con la polla del mío aun en la boca pero sin moverme para no perderme nada, observo como la estirada abre su boca todo lo que puede y la que hace la vertical la abre un poco, lo justo para ir dejando caer un hilillo de lo que la llena la boca. La blanca estalactita va cayendo en la boca de la que esta abajo diluida por la saliva de la gimnasta. La estampa es impresionante.

Unos golpecitos en la cabeza me instan a seguir con mi trabajo. Cuando recupero el ritmo veo a las dos del espectáculo, de pie, recibiendo el sentido aplauso de la concurrencia. Los huevos del mío parece que se unen a la claca con un rítmico tembleque. Viendo a las dos mostrando sus bocas vacías siento como la mía se va llenando

Cuando me doy cuenta ya la tengo llena. Me levanto y alzo las manos. Abro la boca mostrando su contenido a los demás. La pena me observa esperando un espectáculo a la altura del anterior. De pie, me meto entre las piernas del que se ha corrido. Le agarro la cara por los lados y le obligo a mirar al techo.

Abro la boca.

Él también.

Pausadamente le voy devolviendo el regalo que se va tragando sin rechistar. Acabamos la transacción con un largo morreo. Nuestras lenguas luchan entre si sobre las olas de un blanco mar. El lubrico beso acaba acompañado de un estruendoso aplauso. Al separarme de él, y durante unos instantes, nuestros labios se mantienen unidos por unos hilillos blancos y espesos.

Ahora con dos eliminados, la siguiente ronda se plantea complicada.

Por suerte consigo agenciarme

una polla sin demasiada oposicion. De nuevo apuntando con mi mano derecha me penetro el conejito son una facilidad pasmosa. La polla me entra sin encontrar resistencia en un coño ya dado de sí y empapado hasta los huesos.

Mientras me follan, los alrededores se han convertido en una orgia con todas las de la ley: mamadas a dos carrillos, pajas, mamadas y folleteos simultáneos. Las putas libres del juego completan numerosas posturas: a cuatro patas, estiradas, de rodillas... destaca alguna casi enterrada bajo un mar de miembros masculinos que la penetran por todos lados. Unos pocos se mantienen atentos al juego a la expectativa de una oportunidad para pillar cacho... y la oportunidad les llega de improviso en forma de mancha blanca entre mis muslos.

Nada más apagarse la música de nuevo, tres observadores se unen a nosotras. Uno me toca a mí, y mientras se la chupo a un concursante, el primero me folla el coño por detrás como si se fuera a acabar el mundo en cinco minutos. Con tremendos golpes de cadera me hace cantar la Traviata a base de jadeos. Aferrado a mis caderas me va follando sin pausa hasta que la música vuelve a sonar.

De nuevo girando, paso al lado de una puta empalada por sus dos agujeros a la vez. La pobre aúlla desesperadamente pidiendo un descanso. Sus dos folladores haciendo caso omiso de sus ruegos, aumentan la fuerza de sus penetraciones, en especial el que le revienta el culo. Mientras en su cono la polla se mantiene quieta, el que la empala el ojete invierte un ritmo frenético a sus golpes de cadera. Veo sus huevos balancearse salvajemente golpeando una y otra vez contra sus nalgas.

Dejo de ver la violenta enculada enseguida que se apaga la música. Pero mientras me arrodillo ante mi nuevo amante no puedo sacarme de la cabeza esos gritos. Al nuevo le dedico una suave cubana apretando mis tetas de fuera hacia dentro, aprisionando su caliente verga con mis sensibles pechos. Cada vez que el capullo saca la cabeza entre mis tetas la alojo en mi boca apretando con fuerza y formando una gran O con mis labios. No puedo sacarme de la cabeza que, chupando esa polla, también estoy chupando todos los coños y culos que se ha follado antes, pero lo continuo haciendo sin parar hasta que la música reaparece.

De nuevo ante otro concursante y de nuevo con la boca ocupada. Ahora chupo de pie con mi torso inclinado y mis piernas rectas. de repente sus manos me sujetan la cabeza. Al instante algo contacta con mi conejo. Parece que se me ha unido un nuevo espontáneo. Incapaz de girarme para ver quien es, noto su lengua recorriendo mis bajos. Lentamente da buena cuenta de mi empapada raja sin hacerle ascos a mi marroncito amigo posterior. Bien lubricada me "bipenetra" con la lengua el coño y con un dedo el ano. Las atenciones bucales a mi chocho me van sacando, poco a poco, de mis casillas. El leve raspado de clítoris es experto. El completo y paciente recorrido de mi raja es sublime. El alternar entre chocho y culo es perfecto, ninguno se queda con ganas ni sobrepasado. Desde luego es un perfecto y experto amante oral.

Al poco rato algo cambia porque su lento paseo de lengua se convierte en una desordenada penetración. De repente, el dedo de mi culo entra casi todo. Yo me quejo sonoramente y giro la cabeza pese al abrazo del mamado. Compruebo que la lengua y el dedo que me follan pertenecen a una puta, detrás de la cual, un hombre mueve sus caderas contra ella, con la parte superior del frac intacta pero con los pantalones arrugados en sus tobillos. Ahora me explico la perfección de sus mamadas. Ella sabe donde, cuando y como lamer.

El tren del amor que formamos los cuatro, descarrila a base de una concatenación de orgasmos que empieza con el tío del frac que, llenándole la vagina de leche, consigue arrancarle a la puta un grito y un orgasmo que, cruzando todo su cuerpo, se me clava directamente en lo mas hondo de mi coño. Toda esta cadena de placer acaba con un derrame de abundante leche caliente y amarga en mi boca.

Me levanto. La gente que no está follando me aclama. Los que follan también. Levanto los brazos y abro la boca mostrando su blanco contenido. Como una guerrera grito y cierro los puños esperando el jaleo de la concurrencia. Parte de la corrida sale despedida sobre mis desnudos pechos. Una de las putas sale corriendo hacia mí y me abraza. Como si fuera una fan me propina un morreo. Durante los leves instantes que dura el beso, le traspaso buena parte de la corrida. Al cansarse de lengua pasa a relamerme los pechos, dejándomelos limpitos y relucientes.

El juego continúa y yo logro salvarme hasta que solo quedamos dos y dos. Por suerte le toca a la otra, que resulta ser la contorsionista, el monstruo de 30 cm. A mi me queda una de "sólo" 20cm de nada desaparecida dentro de mi chocho. Agarrada a su cabeza le cabalgo con un fuerte ir y venir de caderas. El me abre las nalgas y va frotando en el fondo llenándose los dedos con el rocío de la zona. Con todos mis bajos convertidos en un barrizal de fluidos decido cambiar de táctica para acabar pronto con este juego agotador.

Haciendo caso omiso de sus quejas, estiro mis piernas, con el consecuente abandono vaginal por su parte.

Sin tener muy claro si incumplo alguna norma le agarro por las muñecas y tiro con fuerza. Al tenerlo de pie, me sitúo de cuclillas ante él.

Su miembro me mira fijamente.

Yo le miro a los ojos.

Abro la boca y, sin dar tiempo a que nadie se queje por el cambio de postura, me engullo toda la verga de un golpe. 20cms dentro de mi cabeza. Cuando mi nariz choca con su bajo vientre, le cojo una mano y se la pongo en mi garganta. Al mover mi cabeza, él puede notar el bulto de su misil desplazándose en mi cuello, yendo de delante a atrás.

La saco de nuevo para aspirar todo el aire que puedo por mi boca. Mientras descanso noto un contacto en mis nalgas. Mirando al suelo, observo una cara sonriéndome entre mis piernas. Se trata de un espontáneo que ha decido aprovechar su derecho a hacer lo que quiera conmigo mientras no haya nadie a quien eliminar. Sin poderme quejar, empieza a lamerme la raja, que ya tengo completamente encharcada y abierta de par en par como las puertas de un centro comercial el primer día de rebajas. Con la cabeza bien fijada y quieta, mis caderas inician una cadencia lenta y suave. La lengua del "aparecido" sale decidida de su boca, separando mis labios y llenándome con su saliva. Con su nariz me aprieta el clítoris y con sus manos me sostiene las nalgas como si estuviera comiendo una sandía.

Así convertida en la primera mujer con nuez en el cuello, consigo que el juego llegue a su fin, proclamándome campeona junto a la contorsionista y al monstruo.

Todos nos ovacionan mientras el campeón pasa sus brazos por nuestros hombros y nos sacude como si fuésemos las dos copas que ha ganado. Su bestial miembro, aún firme como una viga de acero, capta toda la atención de la sala: envidia, admiración y, por mi parte, miedo: no puedo parar de pensar que "eso" se meterá dentro de mi cuerpo, durante toda la noche, mientras el campeón quiera. Y se podrá meter por donde quiera….. aaayyyyy.

Cogiéndonos bien fuerte, nos arrastra a una enorme suite. Lo primero que nos exige es una ducha que yo agradecería si no fuera porque bajo el chorro de agua ya da buena cuenta de nosotras. De cara a la pared y con las piernas ligeramente separadas, inicia un cacheo profundo, empalándome con fuerza mientras la otra le chupa el culo y los huevos. Aprisionada, siento mis pezones resbalar sobre las juntas del alicatado. Jadeo, sin parar, como una perra callejera a la que estén destripando. Cada vez que cierra sus nalgas presionando hacia mí, miles de estrellas nublan mis ojos y los gritos alcanzan niveles peligrosos para el oído humano. Él parece disfrutar con cada uno de mis berridos y continúa hasta cansarse de mi coño abandonándome por la otra, que se folla con igual bestialidad alzándola por encima de sus caderas. Ella se cuelga de él con sus manos en los hombros y sus pies entrelazados tras él. Aprovechando la tregua, me abrazo a su espalda y le dedico una lubricado tailandés. Durante diez minutos voy restregando mis pezones por su suave y enorme espalda, sus nalgas y sus muslos. Cansado de friegas corporales me ordena que me sumerja y le lama por debajo. Metida bajo la alzada puta puedo ver un zoom de la monstruosa penetración. El coño de ella se separa alrededor del miembro dejándome ver todos sus músculos en tensión. La piel de las nalgas tiembla con visibles ondas y la unión de los genitales resuena con un "Plafff, Plaffff", Incrustada mi nariz muy cerca del chocho de ella, saco la lengua hasta llegar a contactar con sus dos sexos. Todo y la abundante agua limpiando la zona, el típico sabor del sexo es alto y claro. Mi barbilla se vuelve un frontón recibiendo los pelotazos testiculares.

El siguiente capítulo se desarrolla en la cama, donde ambas lo cabalgamos: yo su polla y ella su jeta. Ambas estamos cara a cara y veo su mueca retorcida de gusto.

En esta postura puedo regular la cantidad de carne que me meto. Mis saltos se estabilizan a media polla, distancia que mi vagina tolera sin rechistar. Desde mi posición veo la lengua incrustada en el coño de la otra, recorriendo su camino vertical una y otra vez. La contorsionista parece disfrutar de lo lindo jadeando y lanzando sonoros "UUUaaaahhsss" mirando al techo y agarrándose la cabeza, pero sin dejar quieta sus caderas ni un solo instante.

La contorsionista se dobla hacia delante estirándose sobre el cuerpo del campeón e incrustando su cara entre mis piernas. Empieza lamiendo la parte de polla que queda fuera de mi cono y, de regalo, me brinda unas buenas lamidas de raja. Su lengua me abre las entrañas mientras el torpedo de venas me continua taladrando.

La tregua vaginal dura lo que dura la paciencia del campeón. Sus caderas empiezan a subir en busca de los recónditos parajes de mi coño mientras sus manos tiran de mis caderas hacia abajo. Cuando siento sus pelotas contra mi culo ya llevo unos minutos resoplando y aullando.

Un cambio con giro y ahora soy yo la que está estirada, con él sentado en mi cara y la puta llenándome el chocho de saliva. No puedo evitar que mi cara se meta en sus bajos y que mi lengua se dé unos paseos por sus huevos y ano. No demuestro mucho interés, porque me concentro en las sensaciones que vienen del sur: entre mis piernas la contorsionista demuestra ser una experta "comecoños" y, con cadencia y ritmo perfectos, me deja el coño como nuevo. Su lengua es impagable ahora que tiene tiempo y espacio para maniobrar.

El pollón demuestra ser humano corriéndose sobre mis tetas, después de casi hora y media de traqueteo continuo.

Al ver las manchas en mi pecho, la puta abandona mi gruta y me lame hasta dejarme bien limpita, especialmente los pezones. Su lengua resbala sobre mi piel como si estuviera enjabonada. Una descarga eléctrica me recorre el espinazo cada vez que su lengua contacta con alguno de mis pezones.

Las dos nos ponemos de rodillas sobre la cama. El macho follador se limpia el bazooka con una toalla.

Mis ojos se cruzan con los de ella. Mas tarde supe que se llama Ana, es rumana y que proviene de una larga dinastía de gimnastas. Después de muchos años de entrenamiento lo único que su elasticidad pudo conseguir fue una plaza en el club Therapy.

Observo su fibrado cuerpo cubierto de una lechosa piel que la hace destacar sobre las sabanas como un terrón de azúcar sobre un montón de fresas. Las dos tenemos un patrón de cuerpo parecido: delgada, tetas no muy grandes, cintura estrecha, pezones rosaditos. La única diferencia evidente es la piel, yo parezco una africana comparada con ella .

Ana sigue mirándome fijamente. Poco a poco se ha ido acercando a mí y, sin casi darme cuenta, sus manos pasan por los costados de mi cara, entrelazándose tras mi nuca. Lo primero que se toca de nosotras son nuestros pezones. Duros como piedras entablan una amistosa y muda conversación a base de roces y besos. Lo siguiente que me toca son sus labios. Entre ellos me llega un aroma muy familiar. La suavidad de sus labios me estremece. Pausadamente nos rozamos en un superficial pero intenso juego labial, al tiempo que aumentan las campanadas de nuestros pezones.

Mi boca se abre sola y mis ojos se cierran.

Su lengua se introduce, pero acompañada: Un torrente cálido y amargo me colma la boca.

Mis ojos se abren de sorpresa. Mi culo se cierra del susto.

La semilla transparente empieza a caer entre nosotras, frenando entre nuestras tetas, recorriendo nuestros canalillos.

Nos fregamos. Resbalamos una con la otra como anguilas en celo.

El campeón se continúa fregando con la toalla.

Mucho.

Demasiado, diría yo.

Por el costado de la cara de Ana, observo como la toalla cae al suelo hecha un ovillo y, poderosa, emerge su tranca preparada otra vez para la batalla.

Mis ojos se cierran.

Mi mente se evade. No puedo aguantar otra sesión con este maromo.

La mano de Ana ya se ha colado entre mis piernas. Con maestría me va metiendo un dedo al mismo tiempo que su lengua.

La cama se deforma bajo un nuevo peso. El campeón vuelve a estar con nosotras.

El dedo me hurga el horno sin encontrar nada crudo, todo está preparado, todo en su punto. Sus dedos salen y bailan entre ellos comprobando lo que os decía antes. Nuestras lenguas continúan su baile privado y uno de sus dedos vuelve a colarse, ahora formando un gancho.

Aún unidas en un húmedo beso, algo contacta con nuestras mejillas. Las dos nos giramos y vemos el ojo del monstruo a milímetros de nuestras caras. Nuestras bocas se abren al momento y se desplazan de manera que la bestia queda atrapada entre ellas. Nuestros labios vuelven a unirse por arriba y por debajo de la polla mientras las lenguas la tocan, cada una por su lado. Así estamos un rato, como si liásemos un porro, con nuestras lenguas humedeciendo el tronco hasta que Ana cambia de dirección y, mientras yo me quedo cerca de los huevos, ella se traga el lejano capullo.

Empezamos a intercambiar y ahora me toca a mi saborear el capullo. Rojo y ardiente se deposita sobre mi lengua mientras Ana lo rodea y se instala entre sus nalgas.

Yo se la agarro y la levanto mientras la resigo por debajo con mi lengua extendida. Al llegar a los huevos, la punta me sobrepasa la frente ampliamente. Por la sombra que arroja en mi cara, diría que son las 2:00 de la madrugada. Bajo los huevos, mi lengua vuelve a reencontrarse con la de Ana. Nos besamos con la punta de las lenguas con los huevos de testigos y luego lamemos las enormes fabricas de semen, cada una por su lado.

Unas manos me agarran de las axilas, levantándome y haciéndome girar. Caigo, bocabajo, sobre las sábanas.

Una mano me coge una nalga y me la separa de la otra.

Otra mano se cierra sobre mi conejo. Entre sus dedos emerge algo redondo y caliente.

De una fuerte estocada soy penetrada a media asta. La media polla introducida entra con relativa facilidad. El resto ya es otra cosa.

Al cabo de unos minutos me duele la garganta de tanto gritar y el coño de tanta fricción. Es como si volviese a ser virgen.... si hasta creo oler a quemado!!!

Cuando sus huevos rebotan en lo más hondo de mis piernas, los gritos parecen los de una cochina degollada. Me aterrorizo cada vez que esos 30cm me abren en canal llegando a parajes aun vírgenes. Cada empujón creo que va a ser el último y que mi vagina se va a desgarrar saliendo la verga por mi ombligo.

Soy silenciada al llenarse mi boca con parte de las sabanas de seda. Supongo que no es la primera vez que lo hace.

Cuando estoy a punto de desmayarme, la polla me desaloja, dejándome el coño que, para ir de un labio al otro, sería necesario un teleférico.

Sin darme descanso, algo cae sobre mi culo. Dos manos a ambos lados de mi cabeza. Dos duros y pequeños bultos recorriendo mi espalda. El sudor facilita el paseo.

El femenino tailandés acaba con una fuerte sacudida acompañada de un grito. Ya se donde ha ido a parar el pollón. Me apiado de la pobre Ana.

Lentamente me voy escurriendo hasta quedar liberada. Al girarme la veo recibiendo los culetazos con los ojos bien abiertos y el semblante tranquilo, y la envidio. A mi aún me escuece toda la raja y ella, en cambio, tan tranquila.

Aprovechando la ocasión me acerco a ella y abro las piernas de par en par. No hace falta ninguna señal mas, Ana me entiende a la perfección y se deja caer, alojando su cara, de nuevo, en lo más profundo de mis muslos.

El lengüetazo en medio de mi raja es inmediato. Con destreza me resquebraja la raja con fuerza y decisión. El alivio es inmediato. En comparación con la polla, su lengua se me antoja una maravilla. Su saliva es un perfecto analgésico para mis enrojecidos labios vaginales. Sin poderlo evitar, me veo acariciándole el pelo y dirigiéndola a través de la sinuosa carretera de mis pliegues vaginales. Miro al techo y disfruto del momento hasta que, a fuerza de golpes de cadera, la lengua va entrando en mi cuerpo.

El chupeteo, poco a poco, se convierte en una simple penetración. Pobre Ana, no puede ni mover la lengua ante los potentes golpes de cadera que recibe.

Y pobre Tania...

De un estirón, la lengua es arrancada de mis entrañas y Ana se queda de cuclillas mientras el pollón busca otro acceso a su interior. Con estupor veo como el monstruo se desvía unos centímetros hacia abajo pugnando por deformarle el culo con su descomunal diámetro.

La expresión de Ana se mantiene igual mientras el capullo empieza a abrirse paso con fuerza. En un santiamén, media polla le taladra el ano, demostrando que no solo tiene flexible la espalda.

Cuando la follada empieza a coger ritmo, el agujerito de su ano desaparece, por completo tras la enorme polla. Casi se podría decir que la inyección de carne le esta perforando la piel directamente. Ana boquea y jadea sonoramente.

Con casi toda la polla encastada, su mueca se torna dolorosa.

Corro en su ayuda sumergiéndome en sus ingles. Intentando mitigar el dolor que debe estar sintiendo, empiezo a lamerle el clítoris comenzando por los bordes y acabando con lametones directos acompañados de friegas con mis dedos. Ya bien hinchado, muevo mi mano locamente mareando al pequeño compañero.

Algún que otro lametón acaba contactando con el miembro sodomizador, tan vigoroso y firme como siempre.

Ana continua, incansable, cabalgando sin parar. Hasta se permite el lujo de, cuando la tiene clavada hasta el fondo, mover sus caderas delante y atrás.

Yo, extiendo mis manos y acompaño las nalgas del hombre en su ir y venir sin dejar de chupar el néctar de Ana..

Con fuerza empuja a Ana hacia delante, poniéndola en 4. Yo caigo hacia atrás con Ana entre mis piernas.

Pero Ana no puede chupar. Es imposible hacer nada con algo semejante metido en el culo. Los remordimientos y la solidaridad me llevan a ponerme bajo ella en posición de 69. Desde ahí con el allanamiento de morada a cms. de mi cara, la estampa es aterradora. La polla contacta con sus dos nalgas en todo su largo mientras entra y sale de ellas. Veo su esfínter saliendo un poco acompañando a la verga en su retirada para, al instante, desaparecer hacia dentro otra vez.

Con los huevos rebotando en mi frente vuelvo a reseguir su vertical sonrisa de principio a fin. Me ayudo de mis manos para abrir su oscura cueva. Sus rosadas paredes me reciben rezumando rocio por cada uno de sus pliegues. Con mi lengua inicio un lento frotar de su carnosa antorcha, en un intento de iluminar todas las sombras que la enculada arroja sobre nosotras. Supongo que agradecida, Ana me devuelve las atenciones, como puede, entre sacudidas.

Al cabo de un buen rato la polla se clava hasta el fondo y ahí se queda entre gruñidos y jadeos.

Lentamente, la polla se va retirando. Ante mis ojos van pasando cms. y cms. de polla. Viene a mi mente la escena inicial de La Guerra de las Galaxias donde una nave va pasando y pasando durante un rato que no parece tener fin. El capullo sale al exterior dejando un enorme agujero negro que no tarda nada en convertirse en una fuente. Espesos borbotones van cayendo sobre mi cara. Ana, exhausta, se derrumba sobre mi y su culo se me clava en plena jeta.

Tosiendo, consigo quitármela de encima. Las dos nos mantenemos quietas sobre las sabanas, completamente reventadas, exhaustas.

El campeón nos deja en paz, perfectamente conocedor de lo cansado que es follar con el.

Yo me duermo al instante. Sueño con cintas de cuero, bragas limpias que huelen como las nubes, y sillas con pollas por asiento que me persiguen por un pasillo infinito. Corro y corro sin parar hasta que una pared me barra el paso. Entonces todas las sillas se me tiran encima y empiezan a lamerme. Todas se meten entre mis nalgas y me chupan el culo a la vez. Siento sus lenguas recorrerme el ano, dejandomelo encharcado.

Voy abriendo los ojos. Un reguero de baba me cae de a comisura de los labios dejando una mancha en la sabana. El pasillo y la pared han desaparecido, pero la humedad en mi trasero persiste.

Me giro un poco y veo a Ana incrustada entre mis nalgas, Vuelvo a recostar mi cara sobre el colchón disfrutando de cada uno de sus lengüetazos.

Al desviar la mirada ve al campeón sacando punta a su lápiz otra vez.

La lengua de mi culo intensifica el ritmo entrando y saliendo cada vez con mas brio.

Su polla otra vez como un cañón.

Una lengua dilatándome el ano.

Una sonrisa en la cara del campeón.

Empiezo a decir que no con mi cabeza.

Intento salir reptando como una serpiente asustada.

Demasiado tarde, el campeón me agarra de las muñecas impidiendo mi huida.

Sin soltarme gira por encima y se estira sobre mi espalda.

-"No, no por favor"- imploro casi llorando,

Ana agarra el misil y lo dirige hacia donde estaba su lengua.

-"No, por ahí no"- vuelvo a implorar.

Cada ruego me aleja más de una posible escapatoria. Al campeón se le hace la boca agua oyéndome pedir una amnistía.

Sus nalgas ya se aprietan apuntando a las mías. Siento la terrible presión y me asusto. Me pongo blanca. Creo que empiezo a marearme.

Mi culo se descose. Grito y aúllo de dolor y pavor. Tengo una sensación desagradable, como si me estuviese cagando, con la cabeza de su polla en mi recto. Mi ano, haciendo su trabajo, tiende a contraerse para expulsar ese cuerpo extraño, pero este empuja en dirección contraria con fuerza y decisión.

El antinatural camino prosigue unos 10cms. Entre quejidos, tanto míos como suyos: -"Joder que estrecha. Que clase de puta eres?". - me dice sin dejar de empujar.

Mi ano ya se ha rendido a la evidencia del desproporcionado diámetro pero mi recto no da el brazo a torcer ante su longitud.

-"Cualquiera diría que eres virgen del culo. Esto no entraría ni con fórceps"- se queja amargamente el enculador.

-"Quizás por aquí haya algo que nos ayude"- dice Ana brincando hasta la mesita de al lado de la cama.

Mientras busca entre un montón de condones, botes y consoladores de todas las medidas, mi culo recibe una tregua. El escozor se concentra en la superficie de mi deformado ano. Intento cerrarlo pero siento como, pese a los esfuerzos, es incapaz de volver a su posición original. Es una sensación de impotencia terrible: no poder ni cerrar mi propio culo. La parte interna aún responde, pero la boca del túnel es incapaz de controlar los atrofiados músculos.

Ana grita jubilosamente.-Aquí está mientras agita un pequeño bote azul. Rápidamente se acerca a nosotros sacando el tapón y, vertiendo parte de su contenido en sus manos, se aposenta ante el deforme.

Sin perder el tiempo envuelve el arma homicida con el gel. Observo la porra saliendo y entrando de sus dedos.

Completamente lubricado, Ana abandona el manubrio, volviendo a llenar sus palmas con el transparente gel.

Concentrada en su tarea, se coloca tras mis posaderas, sin tan siquiera mirarme. Poniendo su mano plana, empieza a untarme el fondo del culo. El primer contacto es frío y me hace sentir un escalofrío que me cruza todo el espinazo. Sin dejar de circular su mano, el frío inicial se va tornando en un calor intenso. Su mano empieza a resbalar cada vez más hasta que es casi imposible que me toque. Sólo de acercar una mano, ésta ya sale despedida.

Menuda crema más genial. Noto como el culo se me va abriendo solo.

Ana empieza a meter un par de dedos. O eso creo, porque casi no noto nada, hasta que me ha introducido la mitad de los dedos. –"Hay que lubricarlo por dentro, también, sino no servirá de nada"- me dice con dulzura muy cerca de mi oído.

Súbitamente, Ana desaparece de mi costado cayendo de lado sobre la cama. –"De eso, ya me ocupo yo"- le dice el campeón.

Al girarme veo como, con el bote en sus manos, se unta la punta de sus 30cms. Se llena el capullo con abundante gel. Una buena bola de crema le aumenta el tamaño del mismo. Gotea sobre la cama. Parece una cría de alien, goteando babas sobre la cama y mirándome fijamente.

El deforme campeón toma posiciones de nuevo. Al agarrarme de las caderas para colocarse bien, casi se cae al salirle una de las manos disparadas con sólo tocarme. Aferradas bien mis nalgas de nuevo, vuelvo a notar el torpedo entre mi pandero.

El frankfurt empieza a resbalar entre los panecillos de mis nalgas. Al llegar al fondo el miembro continua avanzando sin encontrar oposición. Noto la bola de crema diluyéndose en las paredes de mi recto, cada vez mas adentro. La cosa continua sin problemas hasta media polla. A partir de ahí la crema parece perder su efecto y el dolor reaparece intensificado por mil.

Vuelvo a gritar como una perra a cada cm. metido.

Muerde esto y para de gritar ya- y dicho esto me mete una toalla enrollada en la boca. La toalla con la que hace unos minutos se fregaba la polla. Siento su sabor impregnando cada pelo de la toalla.

Vuelta a silenciar, el obús vuelve a atacar ya sin miramientos. Potentes culetazos me van deformando hasta que algo cede en mi interior.

El dolor desaparece

La polla entra, y entra.

Si las medidas no me fallan, eso debería llegarme ya al ombligo. Pero, perdido en el laberinto de mi intestino, el monstruo prosigue la penetración hasta que sus huevos me besan el chocho una y otra vez.

El culo me arde, pero ya no duele. Escupo la toalla y grito "Sí, sí" simulando una suficiencia de la que no tardaré en arrepentirme.

Los siguientes cinco minutos duran años mientras el culo de la bestia va y viene con un ritmo endiablado. La polla avanza por el despejado y lubrico camino una y otra vez haciéndome temblar con cada embestida. Con sus manos en mis dos nalgas, empuja de ellas, como queriendo acercarlas a mi cabeza y las separa. Con este nuevo ángulo de entrada, siento la penetración yendo a más, si eso es posible.

Finalmente, recibo la lavativa de semen, casi directamente en mi estómago. Al desalojarme, siento el pegajoso fluido manchando la cara interna de mis muslos.

Me mantengo quieta y estirada por miedo a levantarme y que todas mis entrañas se desparramen por el suelo. Me mantengo en posición fetal y sujetando mis bajos con las manos, que se van mojando sin parar. Me aterra el momento de mirarme esas manos. Que no haya sangre por favor

Al cabo de un rato, decido levantarme al ver a Ana amorrada al pilón, otra vez.

El culo me duele menos de lo esperado y el contenido de mis manos es sólo de color blanco. Me doy una reparadora ducha mientras oigo los rechupeteos de Ana en la sala contigua. Me mojo abundantemente el ojete. No puedo verlo pero lo toco y diría que no baja de los 2cm. de diámetro.

No tardo ni cinco minutos en volver a estar empotrada contra la pared con el chocho lleno de carne.

Me dejo hacer sin mostrar ningún interés y con mi cuerpo temblando a peso muerto bajo los golpes de cadera que recibo sin parar. Al sostenerme por las nalgas sus dedos no tardan en juguetear con mi ano. Casi sin querer un par se cuelan hasta los nudillos. Los va doblando tocándose el mismo su polla a través de la fina membrana que los separa. Noto perfectamente su prepucio rozando contra las yemas de sus dedos. Después de correrse y sacar su polla me mantiene en volandas sin sacar sus dedos de mi culo .

Después de volverme a duchar me quedo dormida junto a Ana, abrazadas y con nuestros sexos bien juntos en busca de protección. Me despierto, sola, con mis bajos clamando al cielo un poco de descanso.

Al salir me encuentro con las putas reunidas en la sala donde hemos jugado a la estaca y sentadas en las mismas sillas que nos han follado antes.

Al cabo de un rato somos devueltas al club. Allí nos espera Jacinta que nos informa de nuestras ganancias y de que libramos las próximas 3 noches. Todas suspiramos de alivio al oírla. Yo no puedo reprimir un grito de alegría al recibir mis dividendos. 5000€ mientras que las demás reciben 3000€. Al preguntar por la diferencia me dicen que es lo que le toca a la campeona de la estaca.

Menuda mierda de misión pero que bestialidad de noche.

Como siempre me reservo lo mas personal para vosotros. Me he corrido unas 5 veces esta noche 3 en el cuarto oscuro y 2 con el deforme. Como aguantaba el cabrón. Cada vez que me la encastada veía las estrellas. Nunca me habían metido algo tan grande y, aun menos, por el culo. Al encularme pensaba que me mataba, que me partía en dos. Ha sido toda una experiencia. Si he podido con eso, ahora ya puedo con todo.

Eso ha sido brutal, pero lo mejor con diferencia ha sido el cuarto oscuro: miembros entrelazados y desconocidos tocándose y penetrando en otros sin parar. Ha sido como vivir un sueño erótico, sin ver nada pero sintiéndolo todo. No he tenido que fingir, he podido ser yo sin tapujos. Al principio me he cortado un poco, pero después... me he lanzado a chupar y follar como una perra en celo, y como he disfrutado. Lo mejor era mamar una polla sin pensar si su propietario me gustaba o no, simplemente tenía una polla y yo se la chupaba hasta que explotaba en mi boca. La oscuridad me daba un manto con el que cubrirme, una tapadera donde esconder a la Tania real y dejar salir a la Tania puta. Y la Tania puta no dejaba de abrir las piernas, sacudir las caderas y buscar nuevas pollas que agenciarse.

Y el juego de la estaca... que pasada. Me ha gustado ganar pese a que he tenido que follarme más tíos que en una semana de trabajo en el local. Ya se lo que me dirá el comisario: que no era necesario ganar, que me podía haber dejado eliminar a la primera, pero eso no me salvaba del resto que no jugaba y, para que engañarnos, no me gusta perder ni al parchís.

Y sobre la paga extra... un kilo por una noche no esta mal. Ya sé que en el informe ponía que me habían pagado 5000€, pero esos 1000€ perdidos me irán bien para comprarme un culo nuevo...

Menuda mierda de misión pero que pasada de noche.