Casimiro y blanca nieves
Transcurría la tarde, la nostalgia y melancolía hacia presa fácil de mí. Las chicas parecían haberse esfumado, hasta que decidí salir y darme una buena juerga.
Casimiro y blanca nieves
Transcurría la tarde, la nostalgia y melancolía hacia presa fácil de mí. Las chicas parecían haberse esfumado, hasta que decidí salir y darme una buena juerga.
Tres tequilas, cuatro cervezas y la chica que me hacia compañía solo pensaba en pasársela bien esa noche, seguido del baile y los brindis, que terminaron en un hotel en el cual finalizamos hasta el amanecer.
Comencé por quitarle ese vestido de encaje negro totalmente escotado y tan largo como sus piernas, ese liguero en la pierna derecha termino por encender mi pasión que desbordo en besos mezclados con olor a tabaco, licor y sudor. Su cabello ensortijado y su cintura tan delgada que las abejas lo encelarían se apretaron aun mas cuando la estruje en mis brazos, solo pedía que sacudiéramos el polvo de mi habitación con nuestros movimientos sobre la alfombra.
Sus gemidos llegaron a los oídos de todos los vecinos que se enteraron de nuestro secreto, nuestro deseo de entregarnos mas halla de las estrellas. Su lengua hurgo entre mis encías y me hicieron temblar aun más. No existían más palabras que sonidos de placer salidos de su garganta mientras mordisqueaba su lóbulo. Sus dedos de sus pies sin sus zapatillas acariciaron mis piernas ya sin el jeans que tanto le gusto.
Mis botas hacia tiempo que quedaron en la puerta del cuarto. Se agachó y tomo mis genitales en su boca mientras pensé que se imaginaba era un popote. Sin pensarlo más la lleve a la bañera con agua tibia en la que me dijo que era su mejor amigo y lo cual tome muy en serio. Se acabaron las cervezas le dije y ella contesto tu blanca nieves te invita esta vez y me mando por un whisky.
Toda la noche estuvimos entre risas y abrazos hasta que cansada de mis palabras se trepo en mí y se ensarto el detector de metales antes conocido como mi pene. Y cabalgo entre gritos de placer y gemidos hasta que arqueo su cintura y como loba aulló y aulló, hasta que me hizo venir, su vagina parecía estar tan pero tan fácil de penetrar porque de ella salían cantidades de líquido que inundaron la habitación.
Fue extraño pero el detector de metales no se doblo parecía estar elaborado por fuerzas mágicas, creo que el caballo me celaría ante tanta potencia, así que solo le di un beso esquimal frotando nuestras narices y continué dándole placer y lo conseguí porque se arqueo nuevamente e hizo que su clítoris rozara con mi pene y este se puso duro muy duro ya que toda su vagina se endureció y la froto con tanta fuerza que sangro y creo que eso le gusto ya que su vagina se quedo tan dura que apretó como quince minutos mi pene, hasta que se relajo, estaban sus labios hinchados de tanto placer que quede satisfecho de complacerla, muy pronto la visitare nuevamente ya que no soportamos estar solos.