Casi Sacerdotes

Que es pecar? El amor entra en la categoria de pecado cuando no esta "permitido"? Vamos, lean esto, les va a gustar.

Todos pecamos en algun momento, es la esencia de ser una persona. Espero poder arrepentirme de esto que escribo y si no lo hago es por que no blasfemo mediante esta historia, para Uds. que no les gusto como termine mi primer serie, para Uds. este relato con más amor y ternura que el anterior.

(1)

Hacía poco que había entrado en el seminario, solo unos 3 meses de entrar a hacerme cura habían pasado, después de pelearme con mis amigos y gran parte de mi familia por esa decisión ya que ellos no entendían lo que yo sentía ni lo que me había pasado para dedicarme a Dios. Me sentía tranquilo y en un estado de paz desde que crucé esa puerta del claustro, sentía que allí nada malo me podía pasar, me sentía protegido y a salvo del maldito mundo. Cuando tenía 8 años me había pasado algo terrible, cosa que me marco para toda mi vida; a los 8 años de edad cuando volvía del colegio un hombre que estaba borracho en un descampado de cerca de casa me había golpeado y me había violado allí mismo, no me acuerdo mucho de ese momento, son todos recuerdos antes y después de ese día, no recuerdo el instante ni como lo había hecho, solo recuerdo a mi madre llamarme mentiroso por culpar a alguien de estar sucio y quedarme después de clase a jugar. Recuerdo que me lavé solo la sangre en el baño de casa, a partir de ese momento me quedé tranquilito y callado durante toda mi adolescencia, era un tímido en el montón, el chico que estudia, ayuda en casa y va a misa los domingos; alguien que casi nadie reconocía en la escuela, solo los maestros para corregirme algo me tenían en cuenta... Crecí siendo tan poca cosa que no aspiraba a nada, solo quería caminar tranquilo por las calles en las tardes y estar tranquilo. Fue a los 16 años cuando me decidí a ser sacerdote, pero recién a los 19 me aceptaron en un claustro lejos de mi ciudad y mi casa que tantos malos recuerdos me traían. Y ahora a solo tres meses de entrar ya me sentía feliz y lleno de paz, rezando y cumpliendo horarios, siendo escuchado por otras personas que no te llaman mentiroso ni te dan vuelta la cara cuando necesitas de ellos, me sentía libre y en paz por toda la tranquilidad que el lugar silencioso brindaba, sabía que si alguien me podía querer y aceptar con la mugre que alguien me había manchado cuando era pequeño, ese era Dios.

El lugar no daba muchas comodidades, pero las celdas eran lo suficientemente cómodas para dormir y la comida era buena, de eso no me podía quejar. Mi celda era compartida, pero nadie se alojaba conmigo por que las vocaciones escasean mucho últimamente y muchos de los seminaristas estaban en mi situación, tenían una habitación para ellos solos y juntaban las camas para armar una más grande, apilaban los colchones para que fuera mas mullido y varios artilugios que aprendí rápidamente. El seminario no era como las películas los mostraban, todos eran muy flexibles y amables, aunque no eran estrictos, cada uno de nosotros sabíamos que debíamos cumplir con normas o tareas para que todo funcionara como debía. Debíamos levantarnos y asearnos, sin que nadie te despertara, de allí rezábamos, desayunábamos, limpiábamos las celdas –tarea que llevaba poco tiempo- y hacíamos tareas generales, como lavandería, cocina, limpieza de baños, aseo de la capilla, etc. Antes de comer Misa, almorzar, clases en la siesta y en la tarde, varias veces a la semana recreación o deporte, cosa que me gustaba mucho o trabajo pastoral en escuelas, capillas y otros lugares.

Al cuarto mes me llamaron para anunciarme que alguien compartiría mi celda, cosa que no entusiasmó ni me molestó en absoluto, solo me hicieron sacar el colchón de encima del mío ya que un hermano nuevo entraba al seminario, su nombre era Sebastián y venía de un lugar en provincia como yo. Esa mañana ordené la celda con dedicación para dar una buena impresión y a la tarde, mientras estábamos con otros seminaristas en el campo de fútbol, llegó Sebastián con un bolso, vestido con un pantalón de trabajo y una campera de jeans a la verja del claustro, unos sacerdotes que administraban el seminario salieron a su encuentro y lo volví a ver en la cena. La mayoría de nosotros éramos silenciosos en las tareas diarias, solo debatíamos, charlábamos y discutamos en clases o en horas de recreación, en otros momento éramos amables entre nosotros pero no hablábamos en voz muy alta, cosa que para Sebastián era un poco difícil, su voz gruesa era de tono muy alto, por lo que me recomendaron que esa noche le contara la organización y de lo que estábamos acostumbrados.

Recién cuando volvimos de rezar Laudes en la noche, me encontré de frente a Sebastián y nos presentamos.

-Buenas noches, mi nombre es Damián, soy tu compañero de celda

-Mucho gusto Damián –dijo apretándome la mano

Entramos y lo ayude a poner sus cosas en mi armario.

-No voy a ocupar mucho lugar, no tengo muchas cosas Damián.

-No te hagas problemas, yo tampoco tengo mucho- dije sonriéndole.- espera, esa es mi cama, vos vas a ocupar la de enfrente, si?, voy a asearme en el baño del pasillo, si necesitas algo ya vuelvo.

-Está bien.

Volví a la celda en mis pantalones cortos de dormir y una camiseta, me dio mucha pena y vergüenza estar tan poco vestido frente a alguien que no conocía. Sebastián, muy atento se dio vuelta y me dejo acostarme tranquilo. El se desvistió enfrente mío sin pudor o sin esa vergüenza crónica que tengo, se quedó en slips blancos y se acostó.

De a poco conversamos en las noches, llegamos a conocernos mucho el uno al otros porque ambos éramos "los mas nuevos", y la mayoría de las actividades las compartíamos. Nos ayudábamos en los estudios que eran un poco pesados, a él se le daba muy bien el latín y la filosofía, mientras que a mí la doctrina social y el catequismo me parecían mas fáciles. Seba, como ya le llamaba, se hizo muy amigo mío y me contaba muchas cosas aunque yo no podía hacer lo mismo, todo lo que yo tenía era tan mínimo, tan poco e insignificante que no podía hacerle perder tiempo con mis bobadas. El me contaba de su familia, sus amigos, como había pasado la secundaria, sus amores, mientras que yo lo escuchaba.

-Y vos, cuantas nenas te has ligado? Mirá que con esos ojos verdes debes haber arrastrado mas de una, eh?

-No ...- le dije tímidamente- nunca he estado de novio

-No me digas que sos marción!

-Jeje, no. Lo que pasa es que no era una persona muy... social en la escuela.

-Ah, mentir es un pecado padre Damián! Dale contame que la omisión entra como mentira.

-Es verdad Seba, además nunca estuve muy interesado en chicas, estuve muy metido en la iglesia siempre.

-Mmmm, mira el "ojitos", para mi que se hace el tonto. Ni bien lleguen las monjas de la congregación, vas a hacer pecar por consentir en pensamientos impuros a unas cuantas.

-Jeje, y vos? Para que te hiciste cura si somos célibes? Si tan bien te ibas con las chicas lo mas probable es que no hayas sido muy casto, eh?

-Viste, el "ojitos" se hace el tonto... Te cuento que varias veces estuve a punto de, pero gracias a Dios mi voluntad es mas fuerte, nunca pasé la línea de la masturbación.

-Debe haber sido duro con tanta mercadería disponible , eh?

-Si y no. Pero no me digás que vos no has "rozado" ni siquiera a una a amiguita...

-No, en serio. Lo mío cumple la regla de Puro Y Casto a la perfección.

-Mmmm, perdoname pero para mi algo debes tener escondido, eso ojitos son muy picaros...

Ya era mi sexto mes en el seminario y el segundo para Sebas, y las cosas iban viento en popa, mi fe estaba mas fuerte y segura que nunca, estaba contenido y en armonía con mi entorno, había encontrado un buen amigo... pero las cosas se me dificultaron después de una noche, mi cabeza y los malos recuerdos volvieron y me intranquilizaron. En esa noche un temporal había roto el tejado del seminario, y una gotera se había colado en nuestra celda mientras estábamos en la capilla rezando. Cuando regresamos la cama de Sebas estaba toda mojada, y la de varios compañeros también, fuimos a organizar un intercambio de objetos secos entre nosotros mientras otros, entre ellos Seba, subieron a reparar el techo con unas planchuelas y chapas metálicas. A ellos les fue bien, pero mi negociación fue un poco pobre, ya que solo le conseguí una almohada y una frazada seca para Sebastián. Volvió todo mojado de reparar el tejado, se cambio algo de ropa, pero las tuberías del baño se habían cortado como el suministro de agua caliente y no se pudo bañar , pero apenas se pudo quitar el barro. Improvisamos una cama en el piso y el se acostó allí, luego de rehusar mis ofertas de darle mi cama. Se desvistió ante mi como era su costumbre, y me di cuenta por que tenía tanto éxito entre las chicas, tenia un muy buen físico, aunque era mas bajo que yo. Su piel era blanquísima y tenia un pecho poblado de vellos como su abdomen. Yo nunca me sentí atraído por nadie, ni hombre ni mujer, pero reconocía la belleza cuando la veía.

Era como las dos de la madrugada cuando una ráfaga se llevo la reparación de Seba del techo y entro un aire helado por ese agujero, lo que nos despertó a ambos.

-Dale, te has muerto de frío lo suficiente, vení a dormir en esta cama

-No ojitos –como me llamaba cuando estábamos en confianza - esta bien

-No, dale- me levanté de la cama y le abrí las sabanas.

-Bueno, pero si dormís vos también en la cama, no quiero que pases incomodidades por mi culpa.

-Está bien, pero pongamos algo allá arriba para que no se entre el frío.

El en slips rojos se subió en el escritorio de la celda y con las sabanas húmedas hizo un bollo y obstruyo el agujero, ya aún senita una cohibición ante él, pero ninguna maldad ni impureza había entre nosotros y menos en el lugar donde estábamos. Podía confiar en él y sabía que nada malo me pasaría, aunque los recuerdos de ese hombre me asaltaran como sombras en nuestra celda. Sebas se acostó conmigo, yo me hice a un costado y me pegué a la pared, dejándole lo que sobraba en la cama a él.

-Si no muerdo ojitos! O acaso pensas que te puedo violar?

Yo no le había contado nada, pero el lo había dicho, había pronunciado esa maldita palabra y mis ojos se llenaron de lagrimas.

-Eh! Que pasa ojitos?

Entonces le conté, la primera persona que me escucho fue él, la primera que me dio consuelo fue Sebas y realmente lo sentía, no me iba a llamar mentiroso, el me creía y sabía lo sucio que yo me sentía. Nunca derramé una lagrima por eso que me había pasado, sentía que yo tenía la culpa de que me hubiera pasado, que me pasó por que merecía eso; pero Seba me dijo que no, que me habían cagado la vida y yo era una persona muy buena para merecer eso. Finalmente nos dormimos, yo con un alivio en mi alma, por haberle contado eso a un amigo, a mi gran amigo; pero temía que eso que sentía se confundiera, que su belleza con su bondad me hubieran cautivado y mi cabeza mezclara las cosas con Seba.

A las 6 de la mañana, media hora antes de lo que acostumbraba a despertarme me despabilé y sentí la cabeza de Sebas en mi pecho, estaba acurrucado a mi y me abrazaba, yo sentía sus ronquiditos y sus brazos que se sostenían en mí, inmediatamente me asusté, creía que Sebas me había hecho algo, y lo aparté escandalizado de mi, pero el no se despertó, solo se corrió y siguió durmiendo. Analicé las cosas y mas tranquilo me di cuenta que el no me había hecho nada, Sebas se dio vuelta y me abrazó de la cintura y acomodó su cabeza en mi cuello, entre susurros me dijo:

-Te quiero mucho, amorcito, no te vas quedate conmigo.

Lo miré confundido y le dije

-Seba, eh! Seba, despertate, ya tenemos que ir a rezar.

El me apretó más fuerte y sentí sus genitales apretando los mios, lo volví a zamarrear con más fuerza, el se despertó y me miró desconcertado. Se alejó de mi con cara entre apenado y confundido.

-Perdoname Damián, yo... enserio no quise hacer pasar este mal momento.

-Vamos a levantarnos, dale. No pasó nada.

Durante todo el día estuvimos separados, yo me sentía muy confundido por que para mi era la primera vez que sentía algo raro por otra persona, sentía ganas de estar con él y sentirme importante, de que me pidiera que me quedara como hizo esta mañana, que yo era algo importante y hacerlo sentir seguro a él de que yo estaba. Todos mis temores y las sombras del pasado me las había borrado él, me había limpiado y me sentía extraño. Pero una culpa muy grande se abatía en mi, no era correcto que me gustara Seba, ese no era el plan de Dios, el hombre debía estar con una mujer no con otro hombre. Recé toda esa mañana preguntándole a Dios por que me quitaba una carga y me daba otra más pesada, una carga que era hermosa pero de la cual yo era el culpable, por que yo sentía que lo quería... Lloré reclamando por que me daba esa carga más pesada. Me confesé ante un sacerdote anciano de la congregación y le conté todo lo que nunca había confesado a nadie, solo a Sebastián la noche anterior, y le conté lo que sentía por el desde ese momento, el cura me dijo:

-Hijo, amar a alguien no es pecar, no me debes confesar eso.

-Pero padre, es otro hombre, además es un hermano seminarista!

-Pues si amas a alguien, no importa si es hombre o mujer, acaso no amas a tu padre y tus hermanos y sin embargo son hombres?

-Si padre, pero es otro tipo de cariño el que siento hacia el.

-Entonces ruega al Espíritu Santo por claridad a tu corazón y tu cabeza, pues estas confundido.

Mucho mas aliviado por lo que me dijo el padre Tomás, rogando a Dios estar confundido seguí toda esa semana. Sebastián quería hablar conmigo, pero yo quería ordenar en mi cabeza todo esto que me pasaba y por eso lo evitaba. El creyó que estaba enojado con él, por lo que me pidió perdón, aún en voz alta durante la misa en la lista de las intenciones el dijo:

-Perdoname Señor y haz que mis hermanos me perdonen por haber ensuciado su pureza, por haberle reavivado sus miserias, perdoname Señor.

A la semanas siguientes, sin dialogo con Sebas y en temporada de adviento estábamos con mucha tarea me sentía mejor, el verano y mi cabeza convencida de que mi mejor amigo era solo eso, mi mejor amigo, me daban ánimos y estaba muy contento. Fue entonces cuando Sebas me pidió permiso para hablar conmigo mientras íbamos por un camino de tierra llevando las verduras de la huerta a la cocina del seminario.

-Damián, seguís enojado conmigo? Sabes que no lo hice a propósito, no te quise hacer tanto daño...

-Epa! Por que ya no me decís "ojitos"?

-Es que... no se. Pensé que estabas enojado

-No te puedo guardar resentimiento, además no sos mi mejor amigo Padre Sebastián?

-Gracias, no podía estar así con vos. Se que vos me confiaste un secreto y yo defraudé tu confianza y tu pureza siendo tan vulgar. Ahora soy yo el que te quiere contar un secreto grande, puedo?

-Dale, como vos me escuchaste lo voy a hacer yo.

-Bueno, no se si te pareció extraño esa mañana que estaba muy pegado a vos, no?

-Eso me hizo dar miedo, miedo de que me pudieras hacer algo malo.

-Ves que sos la personita mas pura? Bueno, además creo que te dije algo como "te amo" o algo así, no?

-Si, te estabas acordando de unas de tus novias, en la manera que me apretabas...

-Si, y te pido perdón otra vez por eso. Pero mi secreto es que no, nunca estuve de novio con chicas, sino con chicos..y me sodomizaron más de una vez. Por eso es que me interné yo solo en el seminario, quería lavar mis culpas y mis suciedades tan mundanas.

-Pues... está bien que nos arrepintamos. Yo también me confundí con vos, sabes qué? Pensé que estaba enamorado de vos Seba! Jeje

-En serio? –me dijo con una cara que nunca voy a olvidar-

-Si, pero solo estaba confundido! Sabes que un hombre tiene dos llamados sacramentales: al matrimonio o al orden sagrado, pues si te casas te casas con una mujer y si eliges el otro camino pues renuncias a tu genitalidad, pero no niegas tu sexualidad de hombre.

-Ya se que está mal enamorarse de otro hombre ojitos, pero yo... pues es mi cruz.

-Sabes que no estas solo para cargarla.

Lo rodeé con mis hombros y el me abrazó fuertemente, como con necesidad y ternura, se separó de mi y me repitió:

-Se que está mal enamorarse de otro hombre, pero sos tan bueno y puro ojitos, sos hermoso que no puedo no enamorarme de vos.

-Debemos luchar contra esos sentimientos, lo sabes.

-No creo que pueda ojitos...

Me quiso besar pero yo estaba asustadísimo por la manera en que mi mejor amigo se me acercaba.

-Basta! No seas cruel conmigo!

Se alejó de mi apenado y triste, se fue caminando y me quedé con el cesto de verduras en el medio del camino. Con la duda en mi cabeza y en mi corazón, pero todo esto que sentía se lo debía a él, haberme olvidado lo que me pasó y sentirme como volando se lo debía a él; el cruel era yo, no él.

Cuando llegué a la cocina dejé las verduras y me fui a Misa, a sentarme junto a Seba a compartir el sermón, pero el no estaba. Lo busqué durante el almuerzo y no lo vi tampoco, me empecé a preocupar pensando que podría haber hecho una locura. Fui a la mi celda a buscar mis apuntes para una clase esperando que estuviera él allí. Lo encontré haciendo las valijas.

-Chau ojitos, me voy

-Pero, por que?

-Esta no es mi vocación, además le hago daño a la mejor persona que nunca he conocido, encima le doy más problemas de los que ha tenido.

-Seba, no seas impulsivo. Sabes que yo te quiero muchísimo, pero ambos estamos confundidos...

-Yo no estoy confundido. Sigo siendo el puto de siempre, que quiere que se lo cojan con fuerza y me enamoré de una persona hermosa que ha sufrido más que nadie en el mundo, con la que pensé que era la persona de mi vida. Pero yo soy tan vulgar, tan poca cosa para alguien tan dulce e inocente como vos que me doy cuenta que mi vida se ha ido a la mierda hace rato, que no hay santo que pueda remediar eso.

-Seba, basta. No sea así con vos...

-Yo no valgo nada ojitos...

-Entonces no seas así conmigo, dame tiempo. Yo también me enamoré de vos pero no puedo comprender nada de esto, es muy duro para mi todo esto, quiero que me entiendas... solo eso. A vos te debo olvidarme de lo que me ha pasado, vos me has dado la alegría de saber perdonar a mi pasado y no tenerlo presente cada día de mi vida y que eso me pese. Vales todo el cielo para mi Seba.

El se largó a llorar y dejó todo lo que estaba haciendo, sus ojitos negros se hincharon y sus labios temblaban, lo abracé y le dije que lo amaba como nunca lo había sentido. Volví a sentir sus genitales apretando los mios e inevitablemente no pude ocultar mi excitación por la postura en la que estábamos, su cuerpo con todo su peso sobre el mío y su movimiento al sollozar me dieron una erección que me sorprendió como nunca lo había hecho. Sebas se dio cuenta y se rió con ganas, aun con su carita mojada por las lagrimas me dijo:

-Yo creo que ninguno de los dos puede luchar contra esos sentimientos y menos contra esto!- dijo empujando su cintura a mi ingle, notando algo muy duro allí.

Le sequé las lágrimas del rostro y lo besé, primero con miedo, apenas rozando mis labios con sus labios finos, luego me dejé llevar por él me besó con fuerza y desesperación, como temiendo a que las cosas se vallan o se terminen. Me comenzó a desvestir con esa misma pasión y urgencia, yo en cambio le sacaba sus ropas con suavidad, disfrutando su piel que eliminaba mucho calor, besando su cuello fuerte, perdiendo mi nariz en la esencia de su pecho, en sus pezones rosados y el seguía apretando su cintura y moviéndose arriba y abajo. Estuvimos en ropa interior tocándonos y acariciándonos como explorándonos el uno al otro, le tomé la mano y se la apreté fuerte esperando que eso no se terminara nunca. Nos acostamos en mi cama, él encima de mi cuerpo apretándome muy fuerte, haciendo que mi sexo presionara el suyo. Su cuerpo peludo en el frente y lampiño detrás me fascinaba, pero su cola dura era la que mas me llamaba la atención, el se sentó encima mío y me sacó el slip que llevaba. Quiso que lo penetrara, pero yo no quería, eso era algo muy doloroso y yo no quería hacerle daño a mi Sebas, el me dijo que no le iba a doler, que ya estaba acostumbrado, pero negué con la cabeza. Me masturbó con lujuria, excediendo todo lo que yo jamas hubiera pensado, sabía donde presionar mi sexo y en un santiamén un chorro salió de mi hacia su cuerpo, resbalando por sus pelos y dejándonos a ambos pegajosos.

-Ojitos! Mi amor! Donde tenias guardado todo eso?

-Es que hace 9 meses que no me masturbo...

Se acostó encima mío de nuevo embadurnándonos completamente, nos besábamos con pasión, y el sacó algo de semen de mi cuerpo y se lo untó en su cola, se sentó en mi sexo y de a poco este entró entre una maraña de vellos que tenía en allí, la cara de Seba me decia que no le dolía esto que le estaba haciendo, sentí sus fuerte glúteos acercándose a mi vello pubico y como su cola durísima me apretaba el sexo, Seba comenzó a subir y bajar de mi con sensualidad hasta que una nueva oleada de energía me erizó todos los pelos del cuerpo, haciendo que mi espalda se arqueara hacia delante y mi voz se transformara en una vocal hueca varias veces, los ojitos de mi Seba se pusieron en blanco y su boca se abrió inconmensurablemente mientras yo lo tomaba de espalda y algo caliente volvía a salir de mi. Mis vocales huecas se volvieron jadeos y los ojos de Sebastián volvían a la normalidad se derrumbo encima mío, acostado y abierto de piernas me mordió las orejas con suavidad mientras nos recuperábamos.

-Ojitos, mi amor, te quiero mucho, mi dulzura...

-Shh, Sebas

Nos dormimos así, desnuditos y todos sucios nos abrazamos, el con su cabeza en mi cuello y yo con mis brazos en su espalda. Estuvimos mirándonos los ojos y la ultima imagen que vi antes de dormirme fue sus ojos que se cerraban por un rato hasta que golpearon la puerta y abrieron, fue así como ambos salimos del seminario el mismo día, por que nos echaron... jejeje

FIN