Casi ni me acuerdo

Un ciego terrible que pillé en mi cumple.

No sé ni que hora era, probablemente ya hacía tiempo que había amanecido pero yo tenía mi habitación a oscuras, únicamente una pequeña rendija en la persiana me indicaba que, en la calle, había luz. Casi no recordaba ni quien era ni cómo había venido a parar a la cama. Estaba totalmente desnudo, con una empalmada que no era normal y con lo que parecía ser una piba a mi lado. ¡Que ciego me había pillado la noche anterior!

Había quedado con mis colegas a celebrar mi cumple y el fin de la selectividad. Dos motivos más que suficientes para tener preparado un desparrame total. Íbamos a ir a una disco buena, me jodía un poco porque me tenía que poner pantalones de pijo y zapatos, aparte de los 30 pavos que costaba la entrada. Por si las, nos pillamos lo necesario para hacer un botellón y ya entrar en condiciones en la disco de mierda. Yo todavía no me había podido sacar el carnet de conducir así que se jodiera al que le tocara.

Quedamos todos en un sitio al que me llevaron y ni me acuerdo, nos preparamos unos minis de güisqui, de calimotxo y de cualquier cosa que llevara cantidad suficiente de alcohol. No sé quien fue el que empezó a hacer rular unos canutos, prácticamente nunca los había catado pero me apunté como el primero. Estando ya más que contentos, o sea, con un puntillo del copón, aparecieron una pirulas que decían te ponían a tope para toda la noche. En aquel momento, creo, me metí un par de ellas.

Al entrar en el local, iba que no veía ni la punta de mi nariz, no sé cómo los seguratas nos dejaron pasar, probablemente por la pandilla de tías que se había apuntado con nosotros. Con todo mi ciego creí reconocer a alguna de las amigas de mi hermana. En fin, allí, baile a tope y me tomé un par de cubatas que iban con la entrada… y ya de poco más me acuerdo.

Sé que me enrollé con una tía superbuena, estaba que lo partía y reconozco que yo estoy "to bueno". Aquella piba era una leona, se me tiró a saco en plena disco y en menos de dos minutos me había hecho unos chupones en el cuello de la hostia. Mis amigos se descojonaban de mi diciéndome que me habían marcado, ya no se me acercaría otra chavala en toda la noche. No importaba, tampoco recuerdo quien me soltó otra pirula azul, más grande, de forma romboide. Al cabo de un rato tenía la polla a punto de reventar, solo tenía ganas de echar un polvo y la tía de los chupones me dijo que tenía la regla.

Me dio igual, iba supercaliente, nos escaqueamos en los servicios de tíos, unos cuantos magreos con un wáter como testigo, la agarro y le digo que se la voy a meter por el culo. Me soltó una hostia en todo el careto que me dejó gilipollas.

-¿Pero tú que te has creído, imbécil? ¡Te he dicho que tengo la regla! – Me dijo… ¿Como coño se llamaba?

Yo es que lo flipaba. No es que supiera mogollón de tías pero ¿La regla no tiene que ver con algo del coño? ¿Ahora también le afecta al culo? En fin, se lo iba a soltar, a devolverle el piñazo, a decirle que era una calientapollas pero la muy puta me había dejado "to tirao" ¡Vaya pava de mierda!

Salí de los servicios como si nada, esa noche tenía que triunfar… Me bebí otro par de cubatas notando como me hacía efecto el alcohol y como disminuía el volumen de mi cartera. La polla me estaba matando, no había forma de encontrar una postura cómoda ¿Quién me habría dado la pastilla azul? ¡Si lo encuentro lo mato! Pensé.

Otra pirula de no se qué color, un rato en la pista de baile donde, curiosamente, la gente era cada vez más lejana ¿Cómo podían ampliar la pista así? ¡Esta disco era la hostia! Apareció un pavo a lado mío y, antes de que el suelo saliera a mi encuentro con toda la alevosía y premeditación de la que un suelo es capaz, lo paró como si nada.

-No sé que te has tomado, Luis, Pero tienes un careto de colgao que te cagas. Venga, vamos afuera a que te de el aire

¿Y este fulano quien era? ¿Y no va y me llama colgao? Anda y que le den

No sé cómo (ya estoy harto de no saber nada) pero estaba en la puta calle, rodeado de tios y tias, y todos con los comentarios más chorras del mundo

-¿Te encuentras bien? –Me dijo una piba, pero como con preocupación

-¿Qué si estoy bien? Estoy "de buty". Además estoy "to bueno" ¿Quieres que nos lo montemos tu y yo? –Por lo menos, eso creo que fue lo que dije

-Lleva un ciego de impresión, a Luis hay que llevarle a casa o al hospital, con lo que se ha metido, le va a dar un jamacuco de los que hacen época-

-Si, los hay que no saben beber…-

-No es que no sepa, es que no bebe nunca, ni fuma, ni toma pastillas de esas que le habéis dado-

Esa última voz me resultaba vagamente familiar, debía conocerla de algo… Se me estaban revolviendo las tripas, no conseguía reconocer la cara de nadie y no sé cómo, me vi potando hasta mi primera papilla entre dos coches.

¡Qué marrón! Me estaba poniendo fatal, fatal, fatal. El tío que había parado el suelo y la de la voz familiar me llevaron a un buga donde me tiraron –literalmente- en la parte de atrás. Al cabo de años y años, o meses, o no tengo ni puta idea, llegamos a algún sitio donde pararon. Me hicieron bajar, más bien creo que me sacaron a rastras, llevándome a un portal de una casa, en alguna calle de algún barrio, en no sé qué ciudad. Con esta descripción, seguro que todo el mundo sabe por dónde andaba.

Me metieron en un ascensor, ni idea de lo que querían hacer conmigo. A lo mejor me estaban abduciendo… Aquel cacharro paró, me sacaron de allí y me metieron por una puerta que daba a la oscuridad más absoluta. Por poco tiempo… Alguien encendió una luz y, como no vi a nadie, alguno de aquellos dos payasos que me llevaban debían de haberlo hecho. (Esto lo deduje yo solito).

Me hicieron avanzar por un pasillo interminable que tenía puertas a ambos lados, abrieron una de ellas y me metieron allí. No veía casi nada pero, o por allí estaba el Jefe Supremo diciendo "hágase la luz", o alguien había apretado algún interruptor; el caso es que la luz se hizo.

Me pareció una habitación normalita aunque, para ser sincero, no me enteraba de una mierda. Alguien que me intentó desnudar quitándome la camisa, también quitándome los pantalones (cosa que agradecí porque la polla me estaba matando), me metieron en una ducha y le dieron al agua fría. ¡Me cago en mi puta calavera! No sé si lo llegué a decir pero seguro, seguro que lo pensé. Además me resbalé y me solté un piñazo de órdago.

Alguien, me parece que la tía que me sonaba de algo, apareció al oír el ruido que había hecho, cerró el grifo y me ayudó a salir de allí. ¡Qué frío! Además, de poco había servido, seguía encontrándome fatal, no veía ni hostia, me dolía el tarro del golpazo y estaba totalmente helado, con una tiritona que no podía parar, si me seguían castañeteando los dientes así, me quedaba sin piños.

La tía que me sonaba se estaba comportando en plan "Ángel de la guarda", intentó secarme con una toalla, me puso un pantalón de pijama del que se salía el nabo y me metió en la cama. Con todo mi cebollazo debería de haberme quedado dormido enseguida pero no, seguía en la nebulosa de Orión incapaz de cerrar los ojos.

Aquel ángel tan amable se sentó junto a mi, me besó la frente, me acarició el pelo y se fue. Me dijo algo que no conseguí descifrar, sonaba como "ahora vuelvo" pero con más palabras. A lo mejor era el idioma celestial… Apagó la luz y salió. La cuestión es que, al cabo de un período indeterminado de tiempo (paso de intentar contarlo, no llevo calendario) apareció otra vez. Me quedé flipando… Se había puesto la túnica de ángel, con florecitas y todo, pero por más que me fijaba no le veía las alas. Sí le veía el resplandor alrededor de la cabeza, un aura de luz que provenía del pasillo interminable le hacía irreal. Bueno… Irreal… No sé ¿Quién dijo que los ángeles no tienen sexo? Este lo tenía. A contraluz le notaban perfectamente las bragas y unas tetas de infarto, me fijé mejor cuando se volvió a sentar en el borde de la cama en la que estaba.

Empezó a hablar con voz severa, me parece que me estaba regañando o estaba molesta con algo que yo había hecho… Yo solo le miraba las tetas a través de su leve túnica de ángel. Mi cacharro no había perdido un ápice su erección y mi ángel lo miraba de vez en cuando. Su voz se fue dulcificando… No pude aguantar más, intenté abarcar uno de aquellos pechos maravillosos consiguiendo un manotazo en mi propia mano. La voz se intensificó y volvió a dulcificar, una mano suavísima me acarició la cara, unos labios de seda me basaron la frente, una lágrimas de felicidad corrieron por mis mejillas, estaba en el puto cielo.

Me extraño que mi ángel, con su mano suavísima y sus labios de seda se apiadara de mi empalmado aparato, algo me estaba diciendo de pastillas de colores, de alcohol, de favores que me tenía que hacer o iba a reventar, ya no escuché nada más… Se había tragado mi polla y me la comía con una maestría propia de su condición angelical. Me corrí de forma impresionante, llevaba horas (o días) con el pene en condiciones y necesitaba liberarme como agua de mayo.

Lo curioso es que no se me bajaba el cacharro para nada y yo necesitaba agradecerle al ángel sus servicios de la misma forma que ella a mi. Se levantó y fue a cerrar la puerta, nos quedamos en una oscuridad total, al volver se tumbó a mi lado, ya no llevaba su túnica, me acarició el pecho, la cara, el cuerpo entero y me dio el beso más tierno de mi vida. Me acordé en ese momento de la loba de la discoteca que me había hecho los chupones y ¡vaya diferencia! Me dejó posar mis manos sobre su cuerpo cuasi divino, sus senos eran maravillosos, suaves, esponjosos, turgentes… Notaba sus areolas abultadas y cómo sus pezones se endurecían bajo la presión de mis dedos. Sus manos tampoco paraban quietas, me acariciaban el pene, el pecho, las piernas… Me estaba volviendo loco de placer.

En un momento de lucidez pensé en la suerte que tenía, ninguno de mis colegas había tenido nada que ver con los ángeles… Seguro que era un regalo divino por mi cumple.

Con más esfuerzo del que pensaba, cada vez que levantaba la cabeza, todo me daba vueltas, fui recorriendo con la lengua aquel cuerpo inmaculado. La sensación era impresionante, solo basada en el tacto y en el olfato. Faltaría más decir que su perfume era embriagador. Llegué hasta su parte más íntima con un poco de recelo. Quizás fuera verdad que no tuviera sexo o, para ser más preciso, fuera hermafrodita y, aparte de unas tetas de alucinar me encontrara un cipote de las mismas características

Pero no, aquel ángel era definitivamente femenino. Tenía un coñito con muy poco pelo, seguro que si lo viera sería el de una adolescente, acerqué mi boca al mismo y sabía fenomenal. Sus labios estaban cerraditos, eran pétalos de flor que se abrieron a mi paso, su sabor era auténtica ambrosía que me dediqué a saborear a conciencia. Conforme mi lengua se acercaba a su rincón más íntimo, metí, con mucho cuidado, un dedo dentro de aquella cueva que desprendía un calor acojonante. Era ciertamente estrecha, con una suavidad… En cuanto chupé su centro de placer empezó a suspirar, a agitarse por la cintura, a mover la pelvis de forma descontrolada.

Eso me estaba poniendo mucho más cachondo, las náuseas habían casi desaparecido, aceleré mis acometidas de lengua y dedos y, según levantaba el culo de la cama, me llenó del líquido más alucinante que jamás hubiera probado. Lubriqué un dedo en aquel líquido y lo introduje por su agujero más estrecho. Debí causar algo de sorpresa pues mi ángel se paró con la espalda arqueada y levantada de la cama durante… Dejaré de intentar contar el tiempo porque se me hace difícil y borroso.

Solo diré que se corrió, se corrió con mi lengua en su clítoris, un dedo en la vagina y otro, de la otra mano, en su prieto culito. Gritó como una loca, solo decía:

-Dios mío, Dios mío, Diooooosss…-

Claro, qué iba a decir un ser celestial

-Mamaaaaa

Esto ya me extrañó mogollón, no sabía que tuvieran madre. Pensé que sería una expresión de placer que los ángeles decían a un ente desconocido para ellos.

Acabó exhausta, jadeaba como una loca intentando recuperar el resuello así que aproveché para, tumbándome encima suyo, ayudándome con una mano, meterle mi tiesa polla (ahora sí que me acordaba de la pastillita azul) en aquel estrecho túnel que parecía hecho ex profeso para mi.

-Ahhh, cabrón.- Me soltó en ese momento. ¡Joder! Los ángeles no dicen tacos, digo yo. ¡Y cómo me había costado metérsela! Suponía que era por la situación, la misión de aquel pobre ser era aplacar mi calentura en el día de mi cumpleaños.

La verdad es que el túnel, por no decir el coño, era estrecho de verdad. A pesar de la cantidad de flujo que había soltado, me estaba rozando un poquito, ya me había pasado alguna vez acabar con rozaduras en la polla, son súper molestas, y me acordé de un botecito de lubricante Durex que tenía en la mesilla. Alagué la mano, abrí el cajón, cogí el botecito y me lo puse en todo el nabo. Por si acaso, también extendí una buena cantidad en la entrada de su vagina y, por si se terciaba, en el agujerito trasero.

Ahora entró con toda la facilidad del mundo, el beso de mi ángel buscando mi lengua así lo atestiguaba. Comenzamos una batalla de apéndices bucales, dientes, de todo lo que haya por ahí. Le mordí sus labios ¿He dicho que eran de seda? Le repasé los dientes con mi lengua, me mordió ella a mi. Esto estaba empezando a dejar de ser suave y romántico para convertirse en apasionado y salvaje.

Se movía con una agilidad tremenda y, si me esperaba a alguien pasivo, mi ángel era pura actividad. En un minuto me había cambiado de postura, se había subido encima de mí cabalgándome como una fiera, botaba con frenesí, me hubiera gustado verlo. Por si acaso le sujetaba las tetas con mis manos, le pellizcaba, suavemente al principio, los pezones, las areolas estaban totalmente inflamadas… Esto era la hostia.

Ni se las veces que cambiamos, ella encima, ella debajo… Se puso a cuatro patas y seguíamos sin parar. A mi me daba la sensación de que se había vuelto a correr por lo menos un par de veces pero yo estaba todavía empastillado. Aproveché para meterle un dedo en el lubricado esfínter y me dio la sensación de disfrutarlo por los movimientos que hacía y los gemidos que daba.

En un momento dado se me ocurrió metérsela por detrás, no lo había intentado hasta entonces (excepto los dedos) por encontrarlo un poco humillante, era un ángel, pero la calentura que llevaba me pudo y de sólo envión se la clavé hasta mis pelotas. Se oyó un Ahhhhhhhh que retumbó en las paredes, reverberando en la oscuridad, lo malo es que no se si fue de mi ángel o mío. Me dio la sensación de romperme la polla por la mitad.

El caso es que nos calmamos (como se nota que los ángeles son seres estoicos) y poco a poco nos fuimos soltando en esta nueva tesitura. Yo bombeaba, ella movía su culo hacia atrás buscándome, le frotaba el clítoris con los dedos llenos de lubricante, se los metía por la vagina… Eones después me sujetaba la mano masturbadora, se dejaba caer de panza en la cama y me acompañaba en un orgasmo de los que solo se deben tener en el cielo. Soltaba toda mi simiente en su interior, golpe a golpe, y notaba sus contracciones en la tensión de su esfínter. Quedamos hechos polvo, desmadejados encima de la cama, yo encima de ella besando su cuello con ternura, ella volviendo la cara buscando mis labios.

Nos tapamos con una sábana, nos acurrucamos y nos dormimos

Ahora que había recordado algo llegué a la conclusión de que la piba de al lado era mi ángel. Por el tacto noté que estaba tumbada de lado dándome la espalda, le metí una mano entre las piernas, estaba llena de flujos, de semen seco, de lubricante… Le icé un poco la pierna, acomodé mi postura y, con suavidad, volví a meterle la polla en su interior. Me la estaba tirando de lado, con parsimonia, le acariciaba el clítoris con los dedos… En pocos segundos volvió la cabeza y me besó la boca, subí la mano a sus tetas y seguía teniéndolas de impresión, ¡Que gusto me estaba dando! Echaba su culo hacia atrás y realizaba unas contracciones con la vagina que me volvían a llevar al paraíso. Seguimos durante un rato y, al notar que ella aceleraba sus movimientos previendo la llegada de un orgasmo, hice lo propio para intentar coincidir con ella. Me moví lo más rápido que pude hasta estallar en un éxtasis glorioso.

Estuvimos quietos un rato mientras le besaba la nuca y espalda hasta que mi polla, por fin, perdía su rigidez. Ella, al notarlo, se levantó de la cama, se acercó a la ventana y abrió un poco la persiana. Ya con algo de luz en la habitación se dirigió a la puerta, se lo pensó mejor y volvió a por mi.

-Vamos a ducharnos, después de esta nochecita estamos hechos un asco.- Y entonces me di cuenta, ahora que la luz iluminaba tenuemente la habitación, veía también la cara de mi ángel. Mi hermana Verónica me tendía la mano para acompañarla al baño. Estaba estupefacto, ni en mis más cachondas fantasías me hubiera ido a la cama con ella (bueno, en las más cachondas la hubiera reventado como a las cucarachas, a polvos). En fin, que mi cara de imbécil debía de ser de órdago.

-Bueno hijo, no me mires así. Sólo piensa en que me debes una, o varias, porque tal y como estabas anoche… En fin, que no tuve más remedio que hacerte un favor, no podía dejarte en ese estado y luego, lo de la viagra. ¡Cómo estabas! Pero no te preocupes, si te pasa otra vez, te volveré a ayudar-

-¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿?????????????????

-Mira Luis, la tía Julia no vendrá por aquí hasta el domingo por la noche, y eso si viene. Por ese lado te has librado de una buena. Si te ve así, te mata y los Servicios Sociales no tardan ni dos minutos en separarnos. Has tenido la suerte de que ayer fuera con vosotros y ver cómo te pusiste. Entre Jorge y yo te trajimos a casa y te metimos en la ducha. Luego él se fue y te metí yo en la cama. Y claro, tal y como estabas, me dio no sé qué dejarte solo. Lo de los polvos no estaba en el guión, pero no me arrepiento, me has desvirgado entera de golpe…Alguna vez tenía que pasar.

-¿COMO? ¿QUÉ YO TE HE DESVIRGADO? ¿POR TODAS PARTES? Vamos a ver Verónica, no me jodas

-No, si ahora no te jodo, pero anoche… ¡Que fiera! ¡Qué capacidad! ¡Qué aguante! Te lo digo en serio Luis, ha sido maravilloso. Pero tampoco te hagas ilusiones de repetirlo todos los días, yo no soy una golfa, estas cosas hay que formalizarlas –Me dijo con voz seria con un deje picaresco.

Me cago en mi puta vida y en mi puta calavera. ¡No voy y me tiro a mi hermana! ¡16 años! ¡Sólo tiene 16 años! Yo soy su tutor, por ser mayor de edad, desde la muerte de nuestros padres el año pasado. La tía Julia viene de vez en cuando para supervisar que todo vaya bien ¡Y me dice que hay que formalizarlo! ¿Formalizar qué? Tengo la picha hecha un lío.

En fin, parece que no le ha disgustado lo de anoche, en cuanto me duche ¿con ella? y se me pase la resaca monumental que tengo ahora, hablaremos del asunto. Si es que ella quiere hablar

*

Han pasado unos meses y Vero no me ha aclarado demasiado el porqué se acuesta conmigo, porque lo sigue haciendo. En cuanto estamos solos (que es casi siempre) viene a buscarme para llevarme rápidamente a cualquier habitación y disfrutamos a tope ¡Cómo folla mi hermana! De vez en cuando sigo viéndola como un angelito, con esa carita de buena… Me parece que ahora quiere trasladarse a mi habitación o yo a la suya… ¡Joder, joder, joder!

Pensándolo bien, yo lo tengo muy claro, si tengo pan en casa, ¿para qué buscarlo fuera? Pero para Vero es otra cosa, me da la sensación de que me quiere sólo para ella y eso me asusta un poco, cada vez se comporta más como mi pareja que como mi hermana ¡Si me controla hasta las salidas! Pero ya veremos. De momento pensaré que tengo un ángel en mi vida, pero… ¿Será un ángel bueno o un ángel caído?.