Casero abusador
Mi casero encontró la forma de que le pagara la renta sin dinero. Con un gran beneficio para él.
Casero abusador.
Soy una chica bonita, delgada y pelirroja de 23 años. Ya llevaba seis meses sin encontrar trabajo, del último la despidieron por coquetear con un cliente.
Me había independizado hacía ya casi tres años y no pensaba regresar con mis padres como una fracasada, pero el dinero ya se había acabado; apenas me restaban dos dólares, lo que ya no me servían para nada.
Regresé a mi departamento alquilado a las 7:30 p.m. sin haber encontrado nada, en todos lados la rechazaban por no tener referencias. Estaba abriendo la puerta del departamento cuando me encontré al casero; un señor flaco y narigón de unos 48 años con mirada morbosa. Recargó una mano sobre mi puerta, impidiéndome abrirla y me dijo: "Niña, ya me debes dos meses de renta y con este van a ser tres, ¿qué vamos a hacer?". Yo apenada le dije que aún no conseguía trabajo, pero que para fin de mes le tendría su dinero completo, que lo conseguiría de alguna manera. El me miró, caminó alrededor mío y me dijo: "Pues con esas cosas que tienes ya deberías haberlo conseguido". Me molestó su comentario y abrí la puerta enfadada. Antes de que entrara el me dijo: "Ahora bien, si tu quieres, aprovechando eso que tienes pues, yo puedo ayudarte "
¿Qué quiere decir? Le respondí cada vez más molesta y el me dijo: "pues que sinceramente sé que no vas a tener el dinero y que si tu quieres puedes pagarme de otra manera". ¿De que manera, a que se refiere?, dije y el ya exasperado casi me gritó: "No te hagas pendeja, bien que sabes a que me refiero, a que me des las nalgas a cambio de dejarte seguir viviendo aquí". Me ofendí y le cerré la puerta en la cara. Escuché que se fue y para olvidar mi coraje me senté a ver la TV.
Pocos minutos después escuché que deslizaban algo debajo de la puerta, me levanté y leí el documento en el cual se me advertía que de no pagar la renta atrasada al día siguiente sería desalojada por la fuerza pública. Abrí la puerta y vi al casero retirándose, salí y le dije que no se fuera, que eso era un abuso. Él regresó y se paró frente a mí. "¿Abuso?" me dijo, "Abuso es que tu estés viviendo gratis en mi propiedad y ya me cansé de ti, además de que ya tengo varias personas que quieren departamento y que tienen solvencia económica y como tu no cooperas en nada, he decidido detener tu ABUSO, así es que mañana te me largas".
Entendí la situación; tenía dos opciones: me tragaba mi orgullo y me acostaba con el tipejo para pagar la renta o regresaba a casa de mis padres con la cola entre las patas y aguantando sus comentarios que no me bajarían de fracasada.
Está bien, pase, le dije al casero. Este entró y le pregunté ¿Cuál es el trato? El me dijo: "Mira, las putas del centro cobran 20 dólares, las de la zona cobran hasta 300 dólares; así que lo que podemos hacer es que por cada noche que pases conmigo yo te descuente unos 50 dólares, ¿qué te parece?" El trato era a todas luces injusto, yo no era una prostituta ni me estaba vendiendo en la calle, pero sabía que no había otra opción. Rápidamente hice cuentas en mi cabeza: El mes de renta era de 300 dólares, así que para solventar un mes tendría que acostarme con el casero ¡6 noches! Y tomando en cuenta que ya eran tres meses los atrasados, eso equivalía a acostarme con el tipo ¡18 veces!
Mi mente rápidamente hizo otro cálculo y le dije: Que le parece si me descuenta 75 dólares, pues no soy de la calle y lo haríamos aquí ¿no? El tipo sonrió maliciosamente y me dijo: "Ah malvada chamaquita, quieres negociar, mmmm, pues mi última oferta es de 60 dólares por noche, si no, no hay trato".
No me quedó otra más que aceptar, eso equivalía a que tendría que acostarme con el casero durante 15 noches, nada agradable, pero ni modo, lo que si aclaramos, es que si yo conseguía el dinero detendríamos todo y me urgía conseguirlo, porque de otra manera, cada mes me estaría acostando con el maldito casero 5 veces.
El casero me miró y me dijo: "¿Y que esperas para desnudarte?" Yo no me encontraba preparada, así que le dije que cuando menos me dejara darme una ducha, pues venía cansada de pedir trabajo. Él se acomodó en el sillón y me dijo: "Está bien, no tardes, aquí te espero".
Me metí a bañar molesta por tener que aceptar el chantaje del mugroso casero. Salí con una toalla enredada en la cabeza y otra cubriéndome el cuerpo; la TV aún estaba encendida, por lo que creí que el tipo estaba en mi sala; pero al entrar a mi recámara me llevé la sorpresa de que él ya estaba acostado en la cama completamente desnudo; pude ver su horrible cuerpo flaco y pálido, así como su largo y delgado pene erecto.
Le dije que se saliera y él descaradamente me dijo: "¿Para qué me salgo, que no vamos a coger?; anda ya quítate la toalla y siéntate aquí putita", al mismo tiempo que señalaba su flaco pene que apuntaba al techo. Supe que tendría que cumplir y pensé que mientras más rápido lo hiciera sería mejor, así que me quité la toalla del cuerpo, lo que provoco que el morboso tipo lanzara un silbido al aire y dijera: "¡Mamacita, que buena estás!", "con la ropa ni se te notaba". Me sentí incómoda, pero no dije nada; me subí a la cama y me acerqué al tipo, pero me volteé hacia mi mesa de noche para tomar lubricante y un condón que guardaba por si acaso. Fue una mala decisión, ya que el casero me tomó por sorpresa desde atrás y me jaló hacia él; grité y le pidiéndole que me soltara, pero él ya estaba demasiado excitado y empezó a besarme como loco por todos lados; me manoseaba y lamía por todos lados; yo intentaba zafarme, pero él me tenía bien aprisionada; me dijo: "no te resistas, tenemos un acuerdo". Yo le dije que me dejara sacar el preservativo, pero él me dijo que no porque así no le gustaba y en menos de lo que lo cuento, ya estaba él encima de mí intentando penetrarme. Quise pararlo pero ya me fue imposible, de repente ya sentía como el largo pene del tipo empezaba a penetrar mi conchita aún seca; me causó dolor e iba a gritar, pero él me besó en la boca, metiendo su lengua hasta mi garganta.
Empezó el mete-saca sin piedad, salvajemente, me sostuvo las manos a los lados de la cabeza; no podía moverme, me sentía violada y traicionada, pues ese no había sido el trato.
Me quedé quieta, resignada a pagar mi deuda con el casero, mientras él entraba y salía con fuerza mientras me besaba el cuello y los senos y me decía: "Que buena estás mamacita, sabrosa, que bien la vamos a pasar, ya verás".
Duró varios minutos gozando mi cuerpo, hasta que terminó soltando grandes chorros de semen dentro de mí. Me sentí humillada y molesta, pero no dije nada, solo cerré los ojos.
El casero rodó hacia un lado y se acostó en la cama junto a mí; casi de inmediato se durmió y empezó a roncar ruidosamente.
Yo estaba adolorida y lloraba de coraje y frustración. Estaba muy cansada y me dormí aún desnuda junto al tipo.
Estaba profundamente dormida cuando sentí que algo hurgaba entre mis piernas. Desperté y noté que el casero intentaba penetrarme desde atrás, de lado. Se sostenía de mis nalgas y su pene empezaba a entrar en mi vagina seca. Miré el reloj de la mesa de noche: Eran las 3: 15 a.m. Le dije que ya lo habíamos hecho esa noche y él me dijo que el trato incluía toda la noche y que no iba a desaprovechar la oportunidad. La verdad es que no hice mucho caso porque supuse que al viejo ya no se le pararía el pito hasta el día siguiente y empecé a dormitar de nuevo; pero cuando me di cuenta, ya el duro pene del casero estaba adentro de mí. Ya no lo pude evitar; cuando quise hacer algo él ya se movía dentro y fuera con fuerza. No supe como ya había quedado encima de mí y yo boca abajo no podía ni moverme. Traté se zafarme, pero él me tenía sometida.
Su fétido aliento me llegaba desde atrás, él entraba y salía de mí con fuerza mientras me decía: "Que buena estás mamacita, siempre te me antojaste y pensar en todas las noches que vamos a pasar juntos" Yo trataba de decirle que no, que estaba equivocado, que ya con esa eran dos veces que me cogía y el trato era que por cada una serían 60 dólares.
Pero no podía ni hablar, tenía la garganta seca y mi cara estaba en contra de mi almohada. Además de que empezaba a gustarme lo que me hacía el casero.
Aunque es un tipo flaco, yo sentía todo su peso sobre mí y no podía moverme; Mi vagina estaba ya muy mojada y sentía como el miembro de él entraba y salía de mí fácilmente. Era largo, porque sentía como me penetraba hasta el fondo, me rozaba el punto G provocándome un intenso placer; pero yo no quería que se diera cuenta, pero él empezó a decirme: "Te gusta, ¿verdad?" "Ya te estás moviendo para que te entre más y lo estás disfrutando, ¿verdad perrita?"
No dije nada, solo tragué saliva; pero era verdad, me estaba gustando tanto que unos segundos después me vino un orgasmo que recorrió todo mi cuerpo. Me estremecí y gemí de placer. Sin darme cuenta, empecé a decir: "si, si, así, más, más, métemelo más, hasta el fondo papi, dámelo todo".
Él solo bufaba encima de mí, y de repente sacó su largo pene y lo dirigió hacia mi ano. Intenté evitarlo, pero seguía sin poder moverme y tampoco hice mucho esfuerzo; así que él empezó a penetrarme por el culo despacio, al principio me dolió, tuve que apretar las sábanas con mis manos que estaban a los lados de mi cara. También mordí la almohada y él siguió empujando y empujando hasta que me empaló toda; se quedó inmóvil unos segundos y luego empezó a moverse; metiéndolo y sacándolo todo de mi culo. Al principio me dolió; pero al haberse quedado unos segundos sin moverse, mi agujero se acostumbró a su miembro y entonces cuando empezó a meterlo y sacarlo fue un poco menos doloroso y mucho más placentero.
Metí mi mano debajo de mi cuerpo y empecé a acariciarme el clítoris. La sensación que tenía en mi culo al ser empalada por él era algo tremendo, mucho más placentera; a los pocos segundos me vine en un tremendo orgasmo como nunca antes lo había sentido.
El casero seguía entrando y saliendo sin cesar; me hizo venirme otras tres veces cogiéndome por el culo, por lo que acabé agotada. Él terminó dentro de mí sin sacar su miembro y me llenó de semen hasta los intestinos. Luego se levantó, se vistió y antes de salir me dijo: "Nos vemos mañana para que me sigas pagando la renta".
Miré el reloj; eran las 5:27 a.m. Yo tenía una cita a las 8:00 para una entrevista de trabajo, pero estaba tan agotada que no me pude levantar sino hasta las 10:00 adolorida y agotada.
Esa fue la primera vez; llevo cerca de dos años sin desembolsar ni un dólar para pagar la renta, ya tengo trabajo, pero mi casero sigue cobrándome en especie, dándome por la vagina y por el culo.