Casado-Dotado
El protagonista va un paso más allá y explora sus límites retomando lo que empezó ese caluroso verano.
Encendí el ordenador y entré en el primer chat gay que encontré. Mi nick: Chavalin18
Había encontrado un canal de mi zona y escribí un mensaje explicando lo que me estaba pasando. Tardé pocos minutos en recibir varios mensajes: de entre todos ellos, uno llamó mi atención.
[23:54:08 Casado-Dotado] dice: ¿Que pasa, chavalin?! ;)
[23:55:11 Chavalin18] dice: Buenas… te conozco?
[23:55:58 Casado-Dotado] dice: Stabas hoy en la piscina cuando cerraban?
[23:56:27 Chavalin18] dice: Sip...soy yo
[23:57:03 Casado-Dotado] dice: Ufff cabrito… me has vaciado pero bien. Tú no tienes una boca, tienes un coño.
[23:57:33 Chavalin18] dice: Kbron Quiero +!!! cuando te veo?
[23:58:02 Casado-Dotado] dice: Mañana me piro de vacaciones hasta final de mes. Si sta la piscina abierta cuando vuelva a ver si ns vemos x ahi y te pringo el careto
[23:58:17 Casado-Dotado] dice: oye y tu k haces aki?no has tenido suficiente?? mucha pinta de maxito pero mira k eres puta, maricona!!!te dejaré hecho un cromo
[23:59:10 Chavalin18] dice: Puedes salir ahora???? voy donde sea!!!porfavor tio
[00:00:00 Chavalin18] dice: Que va. Cierro esto nen. La parienta duerme y no quiero que me pille… cuidate ;)
Casado-Dotado se ha desconectado.
Nunca me había pasado el tiempo tan lento. La última semana esperé a que cerrase la piscina día sí y día también sin éxito alguno, no lograba dar con ese hombre.
Me cansé de esperar y tiré la toalla, los últimos días de verano me iba para casa a la vez que el resto de mis amigos. En una de estas tardes estaba en el vestuario atándome las bambas para irme y de pronto escuché una voz grave detrás mío hablándome mientras me tocaba el hombro.
-Toma, muchas gracias.
Me giré y ahí estaba, sonriéndome con esa cara de cabrón follabocas.
Mis amigos me miraron extrañados preguntándose quién coño sería ese tío… no cabe duda de que mi cara era un cuadro y no supe qué decir.
- ¿colega, tan mala memoria tienes que no te acuerdas? me olvidé la toalla en casa, pedí si alguien me dejaba la suya y tú me la prestaste. Es tuya, te la devuelvo. Gracias tío.
Me dió una palmadita en la espalda y se fue como si nada.
Mis amigos no le dieron mayor importancia y empezaron a desfilar por la puerta hacia la salida.
De camino a casa estuve todo el rato callado mientras los demás contaban batallitas del verano y de a quién se habían follado y la de fiestas que se habían pegado. A dos calles de mi casa me despedí del último amigo que giraba hacia la dirección opuesta.
Andé unos cuantos metros más y al cruzar un paso de cebra un coche me impidió el paso, casi me atropella.
Desde la ventanilla alguien me tiró de la camiseta de tirantes metiéndome la cabeza en el asiento del conductor.
- Súbete cagando leches.
Era él.
Di la vuelta, abrí la puerta y me senté rápidamente asustado de que alguien nos viese.
Condujo unos diez minutos sin mediar palabra hacia la montaña, a mí me temblaban las piernas a más no poder. A medio camino le miré el inmenso paquete que abultaba su chándal gris pero por desgracia mi entretenimiento se vio interrumpido por un guantazo que me giró la cara haciendo que casi me golpeara la cabeza contra mi ventanilla.
- ¿Te ibas a ir así sin más, marica?
No estaba preparado para descubrir la versión más despiadada de ese macho que semanas antes me había abierto los ojos. Empecé a sentir miedo y por un momento pensé en decirle que parase el coche y largarme…
- Va, que ya llegamos. Si aguantas este rato sin mirarme el rabo ni una sola vez te daré un premio. -me dijo.
Mi rabo creció en cuestión de segundos y decidí cerrar el pico y seguir con lo que había empezado.
Pasamos el mirador con el coche y a unos metros aparcó, era un rincón bastante escondido y alejado de todo.
Salió del coche, abrió el maletero y escuché la cremallera de una mochila. Después se abrió la puerta del asiento de atrás.
Cuando me giré para ver dónde estaba se abalanzó sobre mí por detrás agarrándome fuerte con los brazos para inmovilizarme. De pronto noté mi cabeza contra el reposacabezas, intenté moverme pero no pude...algo me ahogaba. Escuché un ruido metálico deslizándose por algún objeto de cuero y un fuerte golpe seco pegándome un latigazo en la garganta. El hijo de puta me ató el cuello al reposacabezas con su cinturón. El mismo cinturón negro que llevaba la otra vez.
Abrió la puerta del copiloto y de un rápido movimiento echó mi asiento lo más atrás que pudo. Lo siguiente que recuerdo es su aliento en mi cara diciéndome:
- ¿te gusta mirar rabos, tenerlos en tu puta cara, eh? pues ahora vas a ver.
No me dió tiempo a reaccionar, hundió su polla en mi garganta apoyando todo el peso de su cuerpo contra el reposacabezas. Me folló la cabeza sin compasión, ni siquiera podía respirar. Cuando sacó el rabo bruscamente de mí tomé una bocanada de aire con los ojos llorosos y acto seguido una arcada con la que me eché una gran cantidad de babas por encima.
Lo repitió todas las veces que quiso y más, hasta que se cansó.
Se apartó, me miró unos segundos y se echó a reír.
- Así se entrena una garganta. Mírate… si te vas a correr del gusto. Con lo malote que pareces con tus amigos, si te vieran ahora…
Tenía razón, no podía echar la vista abajo pero noté como de lo cachondo que estaba tenía todos los calzoncillos mojados y la mancha traspasaba el pantalón de deporte.
No contento con eso, con un solo gesto, me agarró de los huevos por fuera de la ropa retorciéndolos con sus enormes manos. Chillé tan alto que mi voz se entrecortó y solo pude mirarle suplicando piedad.
- Chilla, chilla todo lo que quieras. Aquí no te va a escuchar nadie. -me gritó.
Empecé a retorcerme y a patalear hacia todos lados agarrándome el cuello como podía intentando desabrocharme el cinturón pero me agarró las manos y me las puso en la nuca.
- ¿Ya te quieres ir…? si ahora empieza lo mejor, dijo riendo.
Sin ni siquiera quitarme los pantalones me levantó las piernas y las puso en sus hombros. Noté su rabo presionandome entre las nalgas. Estuvo un buen rato intentando meterse dentro de mí mientras me agarraba las manos, me escupía en la cara y me repetía que él solo se follaba coños.
En una de estas soltó mis manos con fuerza, con tan mala suerte de que el anillo que llevaba puesto salió disparado, se oyó cómo caía fuera del coche. El maletero seguía abierto, así que salió y estuvo unos minutos buscándolo.
Finalmente volvió al coche con el anillo puesto. Su cara y su tono de voz había cambiado. Parecía otra persona, más calmado… ni siquiera me miraba a los ojos.
- Toma, límpiate un poco que te has puesto hecho un asco.
Me desabrochó el cinturón del cuello y me tiró la toalla para limpiarme las babas y la entrepierna de mi pantalón.
- Llevo tiempo queriendo dejar de hacer esto tío, no puedo seguir así. Tengo a mi piva en casa esperándome y yo con esto… lo siento nen, menuda mierda. -me soltó, cabizbajo.
No respondí. Me limité a limpiarme y le devolví la toalla.
- Quédatela si quieres, chavalin. Se te ve muy buena gente.
Y subió al coche...
De camino a casa me preguntó que dónde vivía e intercambiamos un par de frases, pero mi cabeza iba a millones de revoluciones por segundo...
¿Y te metes mucho en el chat ese o que? -me preguntó.
Solo a veces… varios me dijeron que querían quedar para desvirgarme. Hoy me conectaré seguro.
¿Que dices, chavalin? no te vas a ir por ahí a que te desvirgue cualquier pavo de internet… hay mucho loco que engaña con sus fotos o que luego ni se presenta. Mejor quédate en casa.
Quiero sentirme usado, no me importa quién sea… me entregaré a cualquier tío que tenga un rabo de dos palmos. -dije riéndome.
Su cara cambió. Noté que aquello no le hizo ni puta gracia…
Me quedé mirando fijamente su rabo esperando el golpe en mi cara pero no reaccionó y siguió conduciendo como si nada. Fue entonces cuando me metí un par de dedos en la boca, me deslicé un poco hacia abajo en el asiento del copiloto y metí mis dedos llenos de saliva por dentro del pantalón bajando hasta mi ojete. Abrí bien las piernas y empecé a tocarme sin saber muy bien qué cojones estaba haciendo…
Aquello me hizo retorcerme de gusto.
Me miró de reojo y sopló apartando la mirada: Ufff… que hijo de puta…
me reí confiado y le solté:
- Si aguantas este rato sin mirarme ni una sola vez te daré un premio. ¿Quieres que me prepare para ti? sería una pena que lo disfrutara el siguiente… o los siguientes, quién sab...
No pude acabar la frase. Esta segunda hostia fue mucho más fuerte que la primera e hizo que mi cabeza rebotara contra el cristal de la ventanilla.
Me llevé las manos a la cabeza y me quejé mientras él daba un brusco volantazo y se metía por un camino de tierra. Empezó a aumentar la velocidad del coche, cada vez más y más rápido… creo recordar que estuvimos lo suficientemente lejos como para que nadie nos escuchara. “De esta no salgo…” pensé. “Me va a pegar una paliza”.
Puso el freno de mano, salió del coche, abrió mi puerta y me quitó toda la ropa dejándome solo la camiseta.
Acto seguido me puso de espaldas contra el coche mientras él se quitaba la ropa y empezó a pegarme patadas y rodillazos hasta que quedé de pie con la mitad del cuerpo dentro del coche y la otra pierna fuera. Noté cómo de un escupitajo me llenó el ojete de saliva y cómo su polla intentó adentrarse en mi agujero bruscamente de nuevo.
Era imposible que eso entrase, él gruñía y abría mis nalgas con las manos para hacerse camino con su inmenso miembro. No había manera, escupió un par de veces más y medio asustado le supliqué: fóllame cabrón, fóllame por favor, inténtalo otra vez. Lo siento, joder, nunca he…
Antes de poder acabar la frase puso sus manos en mis costillas y empujó hacia abajo con todas sus fuerzas obligando a que mi espalda se arquease. De una sola embestida se metió entero hasta el fondo. Noté como sus cojones chocaron con los míos.
Nunca pensé que un hombre pudiese gritar de esa manera. Con cada embestida me hacía sentir menos hombre, empecé a gemir como una zorra con los ojos cerrados y la boca bien abierta.
El morbo de la situación apaciguó todo el dolor del principio, lo recuerdo como una sensación placentera de principio a fin. Él me torturaba de vez en cuando sacando el rabo y haciéndome suplicarle que me lo metiera de nuevo. Me destrozó el culo a su antojo, dándome pollazos como si de un coño se tratase.
Cuando levantaba un poco la espalda me castigaba sacando su polla y dejándome solo, de pie con las piernas temblando y el ojete bien abierto pidiéndole que me rompiera el culo en dos.
No quería que eso acabase nunca… pero entonces:
- Date la vuelta y arrodíllate, me corro! -me dijo.
Obedecí y saqué mi lengua mientras pajeaba mi rabo sin parar, había pensado muchas veces en repetir ese momento.
¿Quieres mi leche?
Sí, respondí.
¿Pero no te ibas a ir a follarte a otros hoy?
No, respondí.
Su gruesa polla cada vez babeaba más y más...
¿Antes no me has dicho que te meterías en el chat a buscar a otros tíos que te follaran el culo?
No…
-Ahhhh, joder… me corro, me corro cabrón…. abre la boca!!! -gritó.
Cerré los ojos y abrí la boca. Era el momento que tantas semanas llevaba deseando...
Se hizo el silencio unos segundos y noté que se había apartado.
Abrí los ojos y lo vi con una mano colocada debajo del rabo recogiendo toda la leche que salía a borbotones de su polla… algunos chorros caían por los lados, era imposible contenerla toda en la mano.
Jadeando me miró y me dijo:
- ¿Que te creías, que me ibas a vacilar?
Ver toda esa leche desperdiciada me hizo salivar y volverme loco...no entendía nada… de repente él me acercó su mano llena de leche:
- Bebe mariquita, bebe... como si fueses un perrito… te lo has ganado. -me dijo burlándose.
Me acerqué, apartó la mano de golpe y se guardó toda la leche en la boca sin tragársela.
- Que haces?!! No, jod…
No me dejó hablar. Me llovió otro guantazo con la mano abierta que recibí sin poder esperarlo. Aun teniendo la cara dolorida me abalancé sobre su rabo y se la empecé a mamar sin descanso, desesperado, buscando que se corriera otra vez. Lo hacía con ganas mientras gemía con la boca llena de polla.
Quitó su polla de mi boca, me hizo levantarme y me agarró del cuello con fuerza. Él seguía con la boca cerrada…
Me miró fijamente, dio un paso para atrás impulsando y con fuerza me escupió toda la leche que guardaba en la boca. El cabrón me inundó toda la cara y no veía nada. Me dejó desorientado, sin ver nada, completamente a su merced.
Me fue dando empujones hasta que me quedé apoyado contra el maletero del coche como pude y con un par de sacudidas me corrí a chorro.
Recuerdo mirar hacia el suelo y ver como de mi frente y mis ojos caían goterones llenando toda la tierra de lefa espesa.
Me dió su toalla y me dijo:
- Límpiate bien y quédatela. De verdad, ahora es tuya, marica. Así te acuerdas de mí, aunque por cómo te he dejado el culo estoy seguro de que no te olvidarás durante unos días… -dijo riéndose.
Me limpié lo mejor que pude y me vestí. Subimos al coche y me dejó muy cerca de mi casa.
Al bajar del coche me estrechó la mano y pegó una cachetada en el culo.
-Anda, tira… oye y si me ves por la calle tú no me conoces, eh? acuérdate.
Sí...no te ralles por eso, contesté.
Cuídate chavalín. -me sonrió.
No era mentira, se fue y no volví a verle nunca más.
Sin embargo, a día de hoy aún sigo teniendo esa toalla que me trae tan buenos recuerdos…
Me costó sentarme en unos cuantos días y eso me lleva a pensar en cómo han cambiado las cosas y cómo llegué a tener el culo tan bien entrenado.
Lo dejo para más adelante… pero continuará.
Si habéis llegado hasta aquí: ¡Muchas gracias por leerme! ;)
si os ha gustado dejadmelo en los comentarios y publicaré más relatos lo antes posible.
Firmado,
Soccer94.