Casada y muy ardiente en su primera infidelidad
Volvió a meterse mi polla en su boca y luego de unas buenas bombeadas la puso a la entrada de su coño, yo aún bocarriba; la clavó dentro de ella, hasta el fondo y comenzó una segunda y definitiva cabalgata
CASADA Y MUY ARDIENTE EN SU PRIMERA INFIDELIDAD
Andrea era una amiga de hace muchos años. La conocí cuando aún era muy joven, se trataba de una morena muy bella, de cabello negro que usualmente mantenía recogido en una cola, unas piernas trozudas y muy lindas, tetas pequeñas y un trasero grande y bien formado, no era muy alta pero llamaba mucho la atención de los hombres, donde quiera que estuviera. Tenía en ese entonces unos 19 años y estaba muy enamorada de su novio, de esos que la atraparon desde que era casi una niña y “veía por sus ojos”, sin fijarse en otros chicos.
No la volví a ver durante mucho tiempo, hasta que una vez me la encontré en un centro comercial de la ciudad; se veía más madura pero igual de bella y llamativa, es más, se podría decir que su cuerpo estaba más grueso pero igual de proporcionado y llamativo, caderas anchas y un culo que resaltaba sobre el pantalón que llevaba, caminando con la misma seguridad de siempre.
Esperé parado frente a una vitrina de un almacén de ropa interior, como quien no la había visto; por el cristal de la vitrina observé cuando ya estaba casi tras de mí y giré como quien va continuar su amino. Justo en ese instante, encontrándonos caso de frente, nos miramos, ella si con real sorpresa.
-Holaaa-me saludó efusivamente, acercándose, dándonos un pequeño abrazo y besitos en la mejilla-cuánto tiempo!
-Hola, qué alegría volverte a ver-le respondí con sinceridad.
Admito que siempre la había “tenido ganas”, como decimos cuando alguien nos atrae sexualmente y queremos llevarla a la cama sin mayores compromisos emocionales.
La invité a tomar un refresco en el mal del centro comercial y aceptó advirtiéndome que solo tenia tiempo hasta las 6 p.m., es decir una media hora.
Nos sentamos y empezamos a hablar de nuestras vidas, lo que había sido de cada uno y lo que estábamos haciendo.
Me contó que ahora se dedicaba a comercializar con ropa y que le iba bien, que no se podía quejar.
-Oye y qué hay de ese novio que no te desamparaba, porque era muy celosos, eh?-le dije medio en broma y medio en serio.
- Nos casamos, hace tres años, tenemos una niña-me contestó sonriendo ante mi ocurrencia-tengo 27 años, que te parece?
-Vaya, vaya, era de esperarse, que terminaran casados, te ves muy bien, linda como siempre. Y como van las cosas?
-Muy bien, estamos muy contentos, aunque es un celoso compulsivo, a ratos es insoportable, pero ahí aprendí a llevarlo.
-Bueno, es de esperarse, con una mujer tan linda, cualquiera está alerta-le dije, como un halago
-Pero no entiendo porqué me molesta tanto, sólo me dedico a él y a nadie más.
-Vas a tener que darle motivos-le dije, no sé si esperando alguna respuesta en particular.
-Sera que eso es lo que hace falta?-sonrió mientras agarraba el pitillo del refresco con los labios-pero hay un problema.
Cual?-le pregunté con un poco de ansiedad
-Que no hay con quien-me dijo muy segura
Qué había sido eso, una broma, un desafío? Traté de adivinarlo en sus ojos, que miraban con regocijo. La sola idea de tirármela siempre me había excitado, pero ahora, por el solo hecho de estar casada me ponía a mil.
-Mi esposo trabaja como una mula-continuó- me llama con cierta frecuencia porque no puede salir del trabajo con facilidad y entonces quiere mantenerme controlada, pero yo no permito que lo haga.
-Bueno, si quieres salir de la rutina, aquí tienes a este servidor, le sonreí, sólo para suavizar y echar para atrás la situación si se molestaba.
-Por qué no? siempre me has gustado y a veces me dan unas calenturas que ni te cuento.
-Te propongo algo, veámonos mañana, a eso de las tres, te parece?
-Listo, en este mismo sitio- me contestó mientras se ponía de pie, dejándome allí sentado y muy motivado.
Esa noche me dormí pensando en ese encuentro. Acostarme con una chica a escondidas me producía mucho morbo y excitación.
Al día siguiente estuve quince minutos antes de la hora fijada, dando el frente al pasillo principal. Fueron veinte minutos de ansiedad, hasta que la vi llegar.
Traía una minifalda blanca, blusa combinada en negro y gris, ajustada de manga alta, sandalias negras altas y su acostumbrada cabellera recogida en cola.
Era pura piel, puro deseo ambulante, cada paso era una traza de emisiones impúdicas.
Llegó a mi lado, me saludo con beso en la mejilla (de nuevo) y se sentó, cruzando las piernas, en un movimiento electrizante.
Le dije que nos fuéramos de allí, bajamos al parqueadero y salimos con rumbo hacia las afueras de la ciudad.
-Sabes que me gustaría? – me dijo mientras se acomodaba unos grandes lentes oscuros, en evidente intención de no ser reconocida fácilmente por alguien.
-Dime no más.
-Quiero un sauna y un masaje, si le voy a “poner cachos” a mi maridito, que sea con todos los juguetes-sentenció, cruzando sus bellas piernas.
-Como quieras- le contesté apenas, con ansiedad.
Llegamos a un motel y pedí una estancia con sauna, además de un aceite saborizado, para masajes. Al llegar, me dijo que me metiera al cuarto de la sauna y la esperara allí. Eso hice. Abrí las llaves del vapor y esperé.
Y estaba muy caliente, en ambos sentido, cuando entró ella, completamente desnuda.
Se sentó al frente, muy cerca, ya que el cuarto era muy pequeño.
-Esto esta delicioso-dijo mientras se acostaba en el banco, muy relajada.
Conversamos cosas intrascendentes durante un buen rato.
Luego salió y yo tras ella, con mi polla semiparada. Se duchó con agua fría y yo hice lo mismo. Cuando salí estaba acostada bocabajo, sobre la cama amplia y de sabanas blancas, todavía con algo de la humedad de la ducha.
-Quiero sentirme liberada, como una cualquiera, trátame como quieras
La muy perra estaba dispuesta para el banquete.
Tomé el aceite y derramé un poco sobre su espalda. Empecé a masajearla incluyendo sus brazos hasta el codo, haciendo énfasis por los músculos del centro a lo largo de su columna y pasando la mano, entre los dedos pulgar e índice, por sus costados.
-Qué rico, así, así…-gemía
Yo también destilaba algo de agua y sudor, sin prenda alguna. Los dos nos encontrábamos completamente desnudos, tenía esta loba a mi merced mientras su esposo trabajaba arduamente para mantener los gustos de su ovejita.
De pronto me interrumpió, se puso bocarriba y me indicó que me pusiera a horcajadas, arrodillado a la altura de su cara.
Atrapó mi dura polla con su mano derecha e inclinándose ligeramente apoyada en el codo izquierdo, empezó con una suave mamada.
Subía su lengua como marcando desde mis pelotas hasta el glande, que desaparecía entre sus labios; lo hacía a veces lento, a veces rápido, como toda una maestra.
Una verdadera artista mamapollas.
En ese momento, sonó un timbre de celular; era el suyo. Interrumpió un momento, miró quien le llamaba y lo dejó sonar hasta el final, sin dejar de mamármela.
En la segunda timbrada, apenas sacándose mi polla de la boca, me dijo:
-Es el imbécil de mi marido, pero ahora estoy muy ocupada, no?
A la tercera marcada, cogió el teléfono, mientras decía:
-Mejor le contesto, porque se pone muy intenso.
Puso el altavoz, me hizo señal de silencio y sin dejar su faena, contestó:
-Hola, mi amor, como estas?
-…….
-No, papi, no lo había escuchado, no te molestes por eso-contestó mientras me guiñaba un ojo y luego se metía la polla hasta el fondo.
-Que qué estoy haciendo? Estoy con Paula, la recuerdas? Me estoy comiendo un helado, tenía mucha sed, mi tesoro
La zorra era tremenda, conversaba con su marido mientras me hacia una monumental mamada.
-Mira, mi vida, se me agota la batería, ahora nos vemos, si? Te…
Ella misma interrumpió, colgó y apagó el móvil inmediatamente. La excusa perfecta para que no la interrumpiera más. Tiró el teléfono un costado.
-Lo conozco bien, debe estar como un loco desesperado sin saber dónde estoy, el muy cabrón, jajaja-dijo mientras se puso de nuevo bocabajo.
Esa situación me calentó aún más, tenía la perra a mi merced.
Derramé mas aceite, esta vez sobre su trasero y muslos. Seguí masajeándola mientras abría descaradamente sus piernas, como sin darle importancia a su marido que tal vez estaría en ese momento como un poseso, pero sin poder acusarla de nada.
Subí con mis manos por la parte interior de sus muslos y empecé a meter mis dedos por su raja, ya humedecida, primero el índice y medio y luego también el anular, los tres dedos a la vez entrando y saliendo, sin dejar de estimular su clítoris.
Instintivamente levantaba su bello culo, por lo cual le puse dos almohadas, una sobre la otra, para levantar su trasero.
Me acosté en medio de sus piernas, con mi cara a la altura de su parte alta de los muslos, los cuales separaba con mis manos lo más que podía; mi lengua entró en escena.
Recogí lentamente sus primeros juguitos, para secarla un poco y luego reiniciar el jugueteo para estimular aun más sus emisiones.
La muy perra levantaba más su trasero al mismo tiempo que arqueaba hacia abajo su espalda, en un claro movimiento que permitiera penetrarla más con mi lengua
Así lo hice, gemía como toda una puta, ansiosa y hambrienta. Me la comí así un buen rato.
De repente, tiró sus brazos hacia atrás y con sus manos abrió al máximo sus bellísimas nalgas, mostrando su delicioso agujero negro que, haciendo honor a su nombre, atrajo irremediablemente mi lengua y la atrapó allí.
-Come, cómeme…asiiiii!!!
Movía mi lengua lo más que podía para complacerla, hasta sentir que se estallaba de placer.
Retiro mi cabeza con su mano y se giró bocarriba, abriendo las piernas.
-Ven, chúpamela, que ni se crea mi esposito que esto es exclusivo para él. Pero quiero que lo hagas en compañía de mi amiguito.
Dicho esto, sacó de su cartera un consolador, no eléctrico, de grandes proporciones. Me lo entregó, al tiempo que se recostaba en posición de relax y entrega completa.
Empecé a meterle su enorme “amiguito”, lentamente, sin dejar de estimular su clítoris con rápidos movimientos de mi lengua. El aparato se abría paso gracias a la suficiente lubricación en ese momento. Pude ver como se frotaba sus pequeñas tetas y gemía enloquecida, en voz baja, con expresiones casi inaudibles.
-Siii, uhhh….ummm, rico, asiii, ahhh…
Estuvo así, durante largos minutos, mientras su “amiguito” y mi lengua la atacaban sin compasión. A esta altura, su sacrificado amiguito era lo que menos le importaba.
Luego puso mi cabeza sobre las almohadas. Yo la dejaba que ella tuviera el control e hiciera lo que quisiera, que se desahogara y llevara el engaño a su esposo hasta el límite que le provocara.
Se montó sobre mi cara y empezó una descomunal cabalgata sobre mi lengua, hasta estallar en un prolongado orgasmo.
No satisfecha con ello, volvió a meterse mi polla en su boca y luego de unas buenas bombeadas la puso a la entrada de su coño, yo aun bocarriba; la clavó dentro de ella, hasta el fondo y comenzó una segunda y definitiva cabalgata.
Desde mi posición podía verla, con los ojos cerrados, su cabello en cola ondeando de lado a lado, gimoteando como una zorra en celo; me tenía a punto de eyacular.
No sé por qué, pero pensé en ese momento en su esposo; apenas lo conocía y habría cruzado un par de saludos con él; sabía que a esa hora trabajaba duramente, mientras su mujer cabalgaba como una loca insaciable sobre una polla ajena, siendo penetrada sin piedad.
Al verme en mi límite de excitación, se bajó hábilmente, me hizo poner de pie sobre la cama y ella de rodillas, metió mi polla de nuevo en su boca.
-Quiero tu leche en mi cara, en mi boca-me dijo sin más
Con su mano derecha me pajeaba mientras me la chupaba sin recato.
Cuando me sintió a punto, se la sacó y la dejó apuntando a su boca abierta, mientras bajaba sus dedos presionando hasta la base de mi pene.
Esto ya fue insostenible: estallé sin remedio y los primeros disparos impactaron en su boca, luego en su cara; esperó un momento y luego, lentamente, metía y sacaba mi emparamada verga de su boca, tragando parte y derramando el resto por la comisura de sus labios.
Por momentos dejaba la totalidad de mi pene, aun erecto, hasta lo más profunda de su boca; cerraba los ojos y dejaba que las últimas gotas expulsadas cayeran en su garganta para ser deglutidas.
Era toda una tragona.
Finalmente me dejé caer sobre la cama.
Ella se puso de pie para dirigirse a la ducha.
-Sabes una cosa?-me dijo mientras saboreaba mi semen ayudándose con sus dedos-me hubiera gustado que me penetraras por el culo, pero ya me debo ir. El cerdo de mi marido debe estar desesperado sin mí, pero ya tendré oportunidad de ponerlo mas cabròn.
-Que le vas a decir, que donde estabas?
-Le diré que estaba con mi amiga Paula, ya había hablado con ella para que me cubriera esta escapadita.
-Y no sospecha nada?
-Bah, es tan imbécil que se calma rápidamente, lo tengo bien amaestrado. Es más, no voy a limpiar mi coño aun, esta noche lo pongo a trabajar bien juiciosito con su lengua, para que me lo limpie, para que vea que no me olvido de él, jajaja
Esa conversación me estaba excitando de nuevo; ella se percató y se metió a la ducha mientras decía:
-Mejor nos vamos.
Si, lo mejor era irnos.