Casada, Preñada, y de Amante con mi Hermano

El dia de mi boda, conozco el incesto, sin importar mi embarazo.

Hola a todos mis lectores, mi nombre es María Sofía, tengo 34 años de edad, tengo el cabello castaño, mido 1, 72, tengo labios gruesos, piel blanca,  cintura marcada y tetas grandes, aunque no tengo muchas nalgas. Soy madre de dos hermosos niños, una niña de 7 y uno de 5 años; soy psicóloga industrial, trabajo en una empresa de renombre, y  a pesar de lo morbosa que suelo ser, jamás imagine que mi cuerpo iba a disfrutar el vicio del incesto.

Los humanos somos dependientes y esclavos de nuestras propias pulsiones, que inconscientemente nos harán caer en el deseo menos esperado; y  para muestra un botón.

Mi hermano se llama Roberto, es ingeniero civil, tiene 33 años, una linda esposa y dos hermosas hijas de 7 y  4 años de edad. Roberto es más alto que yo, y esta muy marcado. Muchas personas piensan que nos parecemos tanto que creen que somos mellizos, pero lo único que tenemos del espejo, es sin duda, los deseos perversos que compartimos en nuestra relación.

Nunca imagine una relación como la que hoy tengo, y es que, a pesar de estar casada y con dos niños, Roberto y yo, venimos de una familia con muchos valores; nuestro padre era abogado y pastor, y nuestra madre, una destacada profesora y escritora. Probablemente sea de aquí de donde viene el deseo de contarles mi historia.

Un día de diciembre,  nuestros padres habían salido a una cena. Por primera vez nos quedábamos completamente solos, estábamos muy aburridos, así que nos pusimos a buscar vhs viejos para ver y entretenernos. Pero el que mas nos llamo la atención, fue el que no tenía titulo ni etiqueta. Sin dudar mi hermano lo coloco, y de inmediato un ruido ensordecedor apareció en la televisión. Mi madre gritando del placer que mi padre le imponía, nos dejo a mi hermano, y a mi, completamente sorprendidos, de inmediato me excite. Moje las bragas  solo de ver el pene de mi padre ingresando por la vagina de mi madre. Con la baba caída se encontraba mi hermano, mi vagina pedía ser acariciada, mis manos comenzaron a desabrochar el pantalón; hasta que el ruido de la puerta de la casa fue audible, yo me levante de un brinco, y mi hermano se levanto a quitar el vhs porno de nuestros señores padres. Mi cuerpo no soporto mas la presión en mi vagina de fui directo al baño a tener mi primer orgasmo. Al siguiente día no se hablo de este acontecimiento, pero estoy segura que fue el evento que abrió mi sexualidad, y por el que ambos nos volvimos adictos a las pelis pornos.

Con forme fueron pasando los años, mi hermano siguió teniendo parejas al igual que yo, pero siempre existían esos celos, que para ambos no eran mas que celos de hermanos. Eso creímos Hasta que llego el día que jamás pedimos, y mucho menos imaginamos.

Yo tenia 5 meses de embarazo, en el vestido de novia se notaba mi preñez. Todos estábamos muy emocionados, porque llegaba el día de la boda con el amor de mi vida; hoy en día, mi marido cornudo. Mi hermano ya tenía una linda hija, y una bellísima esposa para ese entonces. Era el di que desde pequeña había soñado, y estoy segura que mi nerviosismo se notaba  sin tanto ojo. La casa ya estaba vacía, y yo esperaba a mi hermano Roberto, que era el encargado de llevarme al altar de la iglesia donde me encontraría con mi futuro marido. Encendí un cigarrillo para controlar la ansiedad, pero fue el timbre de la puerta el que me volvió a acelerar.

Abrí la puerta, y mi hermano entro payaseando de la emoción, la belleza de mi hermano me impacto, hacia mucho que no veía a mi hermano de traje.

-Estas guapísima. –Me dijo.

-No me digas que estas nerviosa. –solo me dio tiempo para asentir con la cabeza, y de inmediato mi hermano se acerco a mi para abrazarme.

Nos quedamos un minuto o dos abrazados y en silencio, cada vez apretando más nuestros cuerpos, aunque Roberto siempre con el cuidado de mi vientre, pues era un caballero. Poco a poco fui levantando mi rostro hacia arriba para ver a mi hermano, y el agachaba el suyo para hacer lo mismo conmigo. Cuando nuestras miradas se encontraron, mi cuerpo tembló de electricidad inexplicable, como dos personas enamoradas. Comenzamos acercarnos más y mas; por mi mente no cabía lo que estaba a punto de cometer, pero mi cuerpo lo deseaba, y hasta el ultimo instante mi labios temblaron antes de encontrarse con los labios de mi hermano. Fue un beso tierno, pero con mucha pasión, que poco a poco fue subiendo la intensidad, nuestras lenguas se encontraron, y nuestras bocas segregaban mucha saliva. Sus manos apretaban mi culo mientras estábamos devorando nuestras bocas, era un momento eterno que comenzó a humedecerme cuando sentí el paquete de mi hermano que iba creciendo por encima de su pantalón. Estaba consumado, solo quería dejarme llevar y disfrutar la lujuria y el sabor carnal, del incesto.

No me di cuenta el momento en el que llegamos a mi habitación, pero rápidamente me agache a la altura de su miembro, desabroche su pantalón, y baje su bóxer; instantáneamente reboto su verga ante mi rostro. Ya no era el mismo miembro que de niños había conocido, ahora estaba más grande y con más venas, era tan excitante su miembro que no dude un segundo mas en llevarlo a mi boca mientras lo jugueteaba con mis manos. Devoraba su falo con muchas ansias, chupaba su glande con el afán de tragarme su líquido pre seminal, no quería parar; Pero fue el mismo afán de mi hermano que me levanto del suelo, volvió a besarme con mucha lengua, y saco mis grandes tetas de mi vestido. Mi hermano lamia y mordía mis pezones, me tumbo en la cama, y levante mi vestido voluntariamente para abrir mis piernas. Como un loco besaba mis muslos y cerca de mi entrepierna, mi vagina comenzó a abrirse y fue un lengüetazo amplio el que acabo con mis sentidos, su lengua recorrió mi clítoris, mi vulva estaba mojada y mis ojos se dilataban, estaba en un éxtasis total, mi cuerpo convulsionaba de riqueza, mi hermano devoraba mi ánfora de pasión con su lengua por toda mi vulva, mientras yo me retorcía en la cama apretando las sabanas donde iba a ser la señora de mi esposo.

Poco a poco se fueron aclarando mis ideas nuevamente, y tome de la cabeza a mi hermano para fundirlo en un nuevo beso, en donde saboree todos mis fluidos vaginales. Roberto comenzó a quitarse la camisa hasta que quedo completamente desnudo. No se si por el orgasmo tan intenso o simplemente porque si, mis pechos comenzaron a segregar leche materna, primero una masita amarillenta que sin dudarlo se trago mi hermano y luego la pura leche que de mis tetas paso a su boca, y de su boca a la mía. Desesperado quito mi calzón mientras apretaba duro mis tetas para exprimirlas y salpicar mi leche por mi boca y por todos lados.

Roberto comenzó a acomodar con sus manos su falo en la entrada de mi empapada vagina, jugo con su glande en mi clítoris, y yo sentía la gloria poco a poco fue metiendo su glande, espero unos segundos, y luego se dejo caer, para incrustarse muy dentro de mi. Mis ojos se entre abrieron, mi suspiro fue inevitable, y mis gemidos fueron audibles. Mi hermano metía y sacaba su pene dentro de mi vagina y yo disfrutaba el recorrido que su miembro hacia en mi. Sus testículos topaban en mis nalgas y eso me excitaba cada vez más. Mi clítoris se deleitaba cada vez que apretaba mi vagina porque hacia un roce crónico en las venas de la verga de mi hermano. Mis suspiros fueron evolucionando a gemidos, que poco a poco fueron  acrecentando mi ritmo, mis caldos vaginales se exponían en mis muslos, en mis nalgas, en la cama, y en el vestido de novia. Mi hermano fue acrecentando sus embestidas y su cuerpo sudoroso despedía las feromonas que me llevarían al éxtasis total. Quería a mi hermano mas adentro, así que lo tome de sus nalgas para empujarlo en cada envestida, su cara demostraba que estaba por venirse, estaba en la cumbre, su eyaculación era inminente y mi orgasmo también.

Pequeños chorros espesos de leche caliente sentí depositarse en las paredes de mis entrañas, mi hermano se estaba viniendo adentro de mi, su leche me hizo convulsionar y de inmediato sentí la electricidad y la lujuria invadir desde mi vagina hasta la cabeza de mi cuerpo, su pene no dejaba de echar esperma y botaba dentro de mi. Los fluidos de mi cuerpo se mezclaron con su esperma y rebalsaron mi vagina de un delicioso manjar que llevo mi cuerpo a la lucidez después del clímax. Sin decirnos una palabra nos vimos a los ojos y volvimos a fundirnos en un fuerte beso lleno de lengua en forma de agradecimiento por atrevernos a probar el manjar incestuoso.

Cuando por fin vimos reaccionamos, nos dimos cuenta que llevábamos 15 minutos de retraso, rápido me levante, me limpie la vagina con wipes, me puse mi calzón, me cepille la boca, me volví a perfumar y llegue como si nada al altar con mi cornudo esposo.

A partir de ese día tratamos de visitarnos más a menudo, nuestra relación a crecido, y hemos dejado que el incesto nos haga esclavos junto a la lujuria. A veces vamos a ciudades donde no nos conocen y vamos a restaurantes o a lugares públicos para ir de la mano besándonos metiéndonos mano y disfrutando de nuestro lazo incestuoso.