Casa sola Pt. 1
Primera aventura fuera de casa vestido como mujer.
Dieron las 7 de la noche y ansiaba el momento de cerrar las cortinas, trabar la puerta y prender la lámpara de buró en el cuarto. La casa se encontraba sola por el fin de semana y no planeaba salir de el departamento durante días.
Con las ansias en llamas tomé la bolsa escondida de objetos prohibidos. Desnudé mi cuerpo y lo analicé detenidamente frente al espejo. El pelo corto hacia los lados y largo por encima. Largas y delgadas piernas, caderas faltas de curva, pelo masculino saliendo de mi pecho y barba descuidada en mi rostro. Por mas delgado que pudiera ser, mi cuerpo delataba notablemente mi hombría. Siempre fuí un hombre considerado "guapo". Hasta a mis actuales 21 años no tuve problemas nunca consiguiendo salir con una mujer atractiva.
Abrí el agua de la regadera. Esperando la temperatura adecuada, abrí el rastrillo nuevo con delicadeza. Notablemente aún hombre por fuera, mi mente era desde entonces distinta, mi leguaje corporal ya estaba poseído por una esencia delicada. Parecía ya imposible caminar sin la necesidad de menear las caderas de lado a lado a cada paso, poniendo un pie cruzado frente al otro. Mis hombros relajados tirados sutilmente hacia atrás hacían que mis brazos parecieran moverse solos, fluyendo tranquilos y con calma a cada movimiento con sublime delicadeza.
Dentro de la regadera, sentado en el piso con el pelo cayendo sobre mi frente y escurriéndose entre mis labios, con las piernas cruzadas una sobre otra, comencé a rasurar primero las piernas. Mi piel cambiaba rápidamente a un estética que percibía como mas natural. Rasuré el pecho y las axilas. Rasuré el rostro masculino. Mientras terminaba con el habitual baño no podía evitar mirar mis piernas desnudas, rozarlas con los dedos e incontrolablemente excitarme notando la suavidad. Solo verlas aceleraba el pecho y desviaba sangre hacia mi pene haciéndolo duro constantemente. Rasuré el pelo púbico dejando solamente una línea delgada en el centro del pubis simulando la forma de una vagina. Rasuré con delicadeza el culo dejándolo totalmente libre del vello.
Terminando fui nuevamente al espejo a ser testigo del cambio en mi cuerpo. La emoción crecía. Saque de la bolsa de objetos prohibidos la lencería que apenas ayer había comprado. Me puse primero las medias negras atadas por sujetadores a la delgada tanga que me hacía el culo mas redondo, unido a su ves a la faja que hacia mi cintura mas delgada y me hacia lucir caderas mas anchas. Al fin lograba lucir un cuerpo realmente femenino de caderas anchas y cintura delgada. Rellené con calcetines las copas del brasiere y finalmente me puse los tacones negros que hacia juego con el resto del sexy atuendo.
Mirar el kit de maquillaje nuevo me emocionaba. Pinté mi ojos con un fuerte delineado negro, párpados oscuros, labios color vino y el resto de mi cara con maquillaje color castaño alumbrando con maquillaje mas blanco las zonas necesarias para hacer mi rostro mas femenino. Pinté todas mis uñas con barniz negro y me puse la peluca larga de pelo ondulado color castaño. Usando sombras oscuras dibujé la línea imaginaria que se dibuja separando los senos de una mujer. Sombra oscura por dentro y sombra blanca por los lados internos del busto para similar senos reales.
La transformación estaba casi completa. El hombre de hacía una hora contemplándose al espejo había quedado atrás dando paso a una delicada, sexy y sutil mujer de piernas largas, culo redondo y paradito, rostro delicado y sonrisa dulce irradiando plenitud.
El vestido corto y negro con colguijes plateados, lentes transparentes con aretes y pulseras plateadas completaban la transformación.
Después de contemplarme en todos los espejos de la casa, pasearme por la sala sintiéndome “libre”, cocinar la cena, tocarme frente al espejo y asomarme temerosamente por la ventana para mirar el mundo desde nuevos ojos, me sentí poseído por la idea de terminar con la rutina de cada “fin de semana con casa sola”, y esta ves llevar el juego a otro nivel. Una aventura que solo de imaginar me llenaba de miedo. Salir a la calle vestido de mujer. Me miré nuevamente al espejo y mirándome directamente a los ojos dije con determinación; “Esto es lo que soy y mi nombre es Natalia”.
Cogí la bufanda y la chamarra, tomé una bolsa color vino y la llené con todas mis cosas. Eran ya la una de la mañana aproximadamente. Salí temerosamente hacia el elevador con el corazón latiendo a su máxima velocidad. Solo quería evitar encontrarme con algún vecino que pudiera exponer mi mas grande secreto.
Una ves en el coche tome un minuto para tranquilizarme, “lo peor ya ha pasado” me dije. Salí de la casa, prendí el radio y busqué la música mas femenina que pudiera encontrar. Música electrónica que provocaba en mi cuerpo movimientos de baile femeninos, moviendo la cadera sobre el asiento del coche, sintiendo la tanga rozar entre mis muslos y el pene erecto presionado y sin hacerse notar bajo el vestido.
Manejé durante media hora hasta que encontré un parque que parecía vacío. Me bajé del coche aún con miedo, y me dirigí caminando lo mas discreta pero femeninamente posible hacia una banca. Tomé asiento, me aseguré que no hubiera nadie a mi alrededor y prendí un cigarro. Un sentimiento de plenitud y realización me invadió y no pude evitar sonreír, relajar los hombros y exhalar el humo profundamente y con tranquilidad. Jamás me había sentido como una verdadera mujer en el mundo real.
Minutos después volví al coche para terminar con la aventura. Cuando me disponía a partir me encontré con la sorpresa de que el coche se había quedado sin batería. Nada podía salir peor. Después de muchos minutos intentando encontrar una solución al problema sin tener que interactuar con alguien me di por vencido. La solución era obvia, encontrar a alguien que pudiera pasarle corriente al coche. No tenia caso disimular mi disfraz. Aunque hubiera tratado de parecer hombre de nuevo habría sido obvio lo que estaba haciendo.
Me bajé del coche y abrí el cofre. Baje de la cajuela los conos y esperé a que alguien pasara y me ayudara. Pasaron varios minutos hasta que un coche se detuvo delante del mío. No podía controlar mis nervios, ni siquiera mi respiración.
Se bajó del coche un hombre de aproximadamente 30 años, con vestimenta formal y bien parecido. Se acercó a mi ventana que estaba abierta y me ofreció ayuda. Intentando hablar lo mas parecido mujer y evitando su mirada le expliqué con pocas palabras el problema. Regresó a su auto por los cables, conectó las baterías y en poco tiempo mi coche había vuelto a encender. Pensaba acelerar justo cuando cerró el cofre y seguir mi camino a casa pero una ves el cofre cerrado nos miramos de frente por unos segundos. Quedé paralizado.
Se acercó lentamente a la puerta del copiloto, tocó un par de veces la ventana y bajé el vidrio. – Puedo entrar? Dijo con voz tranquila. Después de meditarlo por un par de segundos abrí los seguros de la puerta y entró al coche.
- Ya quedó listo. Que buen susto no?
- Si, muchas gracias por la ayuda. – Dije
Los nervios estaban a punto de matarme.
- Es algo tarde para estar sola en un lugar como este no crees?
- Lo sé. Iba de regreso de una fiesta. –Mentí. De todas formas muchas gracias por la ayuda pero ya tengo que irme.
- Como te llamas?
- Natalia.
No dejaba de mirarme, me sentía incapaz de regresarle la mirada. Jamás me sentí mas nervioso. Acercó su mano a mi cara y apartó el mechón de pelo que la cubría. Estas guapísima. Dijo.
Después de las palabras que me estremecieron llevó su mano a mi pierna. El contacto de su mano con las medias me estremeció e hizo que me relajara un poco. Con la otra mano tomó su cinturón y despacio lo abrió diciendo “Si me quieres regresar el favor hay algo que podrías hacer por mi”.
Yo sabía perfectamente de que estaba hablando. También pensé que por mejor que me hubiera vestido e imitado la voz de una mujer a la perfección debía de seguir siendo algo obvio que yo en realidad no era una mujer y que él, me había hecho tal proposición consciente de mi sexualidad.
Por primera vez giré mi cabeza tímidamente, lo miré a los ojos. No podía creer lo que estaba pasando, después de fantasear con alguna situación similar por tanto tiempo al fin estaba sucediendo.
- no seas tímida. Dijo.
Tomó mi mano y la llevó a su entrepierna. Pude sentir su erección tibia en mis manos, la acaricié. En ese momento realmente pude relajarme y comenzar a excitarme. No era un prueba, realmente estaba sucediendo.
Abrí con ambas manos el botón de su pantalón y bajé el cierre lentamente sin dejar de mirarnos a los ojos. Empecé a frotar mi mano contra su pene por encima de los calzones. Era grande, tibio y ancho. Metí la mano y por primera vez sentí un pene ajeno al mío. Ya había olvidado todos los problemas de la noche, olvidé el riesgo de estar en publico vestido de mujer. Lo olvidé todo, en ese momento solo existíamos los dos en esa intensa y excitante situación.
Bajé mi mano y tomé con gentileza sus testículos sin vello. Los acaricié durante unos segundos y cuando no podía esperar más bajé los calzones dejando al descubierto todo su miembro. Me incliné sobre el asiento del coche y besé primero el centro de sus testículos levantando levemente las caderas hacia el aire. Con sutileza comencé a besar el tronco de su pene, despacio y ascendiendo hasta llegar a la cabeza. Con los ojos cerrados Lo tomé disfrutando de su sabor y su textura con los labios y al fin lo introduje a mi boca bien abierta, deseosa de su varonilidad. Fué tal mi excitación en ese instante que no pude evitar soltar un gemido acompañado con un fuerte suspiro. El mundo desapareció.
Besé todos sus genitales, de arriba abajo, una y otra ves. Mi lengua no se cansaba de frotarse contra todo su miembro, sus testículos, su ombligo. Puso su mano sobre mi cabeza y me indicaba el ritmo con gentileza. Después usé también mi mano junto con mi boca para masturbarlo columpiando mi cabeza de arriba a abajo. Escucharlo gemir y respirar con cada ves mas intensidad me excitaba más y más. Mi pene no podía aguantar la ansiedad. Nunca sentí tantas ganas de ser tocado, ¿o podría decir “tocada” en este punto?
Inconscientemente levantaba el culo del asiento intentando llamar su atención mientras aún se la chupaba. Llevó su mano a mi pierna y empezó a subir por la parte interna hasta llegar a mi culo parado. Gimió y me apretó con fuerza. "Que pinche rico" dijo.
Me levantó el vestido dejando mi tanga al descubierto. Me acarició durante unos segundos y después levantó la tanga descubriéndome el culo. Se chupó los dedos y empezó a estimularme por detrás. Yo pedía a gritos que metiera aunque sea un solo dedo. De hecho, de haber estado en un lugar mas adecuado, le habría rogado por que me cojiera por el culo.
En este punto yo ya no podía mamársela mas rápido. Estaba haciéndolo lo mejor que podía para complacerlo. En ocasiones me encontraba masturbándolo rápido con la mano y con la boca abierta, lengua afuera ansiando recibir su semen.
De pronto, lo sentí. Metió su dedo mi culo y los gemidos se volvieron intensos y constantes. Con una mano dentro de mi y la otra sobre mi cabeza empecé a volverme loca. Deseaba que él terminara y yo estaba a punto de hacerlo sin la necesidad de siquiera tocarme.
Después de unos minutos besé sus testículos mirándolo directamente a los ojos y con la mano lo masturbaba lo mas rápido que podía. Su respiración comenzó a acelerar y yo sabía lo que pasaría a continuación. Me exigió con la mano regresar su pene a mi boca. Lo hice y lo lleve lo mas profundo que pude en mi garganta. Apresuró el ritmo de sus embestidas, Automáticamente paré el culo lo mas alto que pude. Ya me encontraba de “perrito” sobre el asiento del piloto, con una verga en mi boca y dos dedos dentro de el mi agitandose rapidamente.
Llegó el momento, presionó mi cabeza con fuerza. Yo mamaba, y de pronto una gran cantidad de cálido y amargo semen explotó dentro de mi boca. Salía increíblemente rápido. Intenté tragar y saborearlo todo pero la presión era tal que se me escapaba entre los labios escurriéndose por mi mano hasta sus testículos. Yo no podía estar mas excitada. Era un sueña hecho realidad. Después de terminar, mi nueva misión era seguir chupando su pene y testículos hasta dejarlos completamente limpios de su propio semen.
Llevó las manos a sus pantalones y los subió apartando mi cara de él. Subió el cierre y cerró el cinturón. Yo miraba a la nada limpiando con los dedos el resto de semen que había quedado sobre mi rostro para después limpiarlos con la lengua.
Tomó mi celular que estaba sobre el tablero del coche y agregó a mis contactos un número de teléfono con el nombre de “Batman” sonrió y lo dejó en su lugar.
Sin decir una sola palabra se bajó del coche y lo vi hipnotizada subir al suyo. Lo vi partir hasta perderse en la oscuridad de la noche. Aún no podía creer lo que acababa de pasar. Debía ser un sueño.
Excitada a mas no poder debia descargar la tensión sexual creada en la últimas horas. Sin poder evitarlo comencé a tocarme imitando a una mujer encendida. Subí mis rodillas al volante, levanté el vestido a las cadera y comencé a masturbarme gimiendo cual puta. Con los ojos cerrados lamía mi mano llena de semenes introduciendo los dedos por toda la boca y con la otra mano me jalaba la verga.
Moviendo las caderas de un lado a otro imaginaba a este hombre follandome con fuerza en cuatro patas, jalandome del pelo y nalgeandome, llamandome suya. Llevé mi mano al culo e introduje tres dedos en el. Gemía intensamente, Aún podia saborear el sabor de su pene en mis labios. Me masturbé por el culo y por la verga durante un par de minutos hasta que no pude controlarlo más y eyaculé una gran cantidad de semen sobre mi propio cuerpo, desde el abdomen hasta el cuello. En ese instante al abrir los ojos nuevamente pude darme cuenta de lo que estaba haciendo. El error tan grande que pudiera haber estado cometiendo si alguien me encontrara se volvió claro una ves que tuve la oportunidad de sentar cabeza. Comencé el regreso a casa manejando mientras limpiaba el semen sobre mi cuerpo y mi vestido con la mano. Desaparecía nuevamente la evidencia con mi boca.
De vuelta en casa me miré al espejo por varios minutos con una sonrisa en la cara, sin pensar mucho en nada. Solo miraba impactada. Solo podía ver ahora a una mujer realizada, completa, segura de si misma. Las horas pasadas habían cambiado algo dentro de mí para siempre.
Retiré el maquillaje de mi cara, la peluca de mi cabeza, las prendas de mi cuerpo y así como así, Natalia había desaparecido nuevamente del plano físico que habitamos, pero podía sentirla aún dentro de mi. Mis ojos ya no eran míos, eran suyos y estaba seguro que dentro de muy poco tiempo volveriamos a encontrarnos.