Casa nueva, vida nueva (ii parte).

Como con mi nueva vecina, descubrimos los dos otras formas de disfrutar del sexo.

CONTINUACIÓN DEL RELATO: CASA NUEVA, VIDA NUEVA (I PARTE).

A partir de ahí, decidimos no correr más las cortinas así que nuestra pareja ya más conocida podría seguir disfrutando de lo que ya habían probado aún sin ellos saberlo.

De nuestra otra vecina poco se sabía. Era una persona muy reservada y rara a la vez. Acostumbraba a salir siempre de noche para volver de madrugada.

Un día llenos de curiosidad y siguiendo los dos con nuestro morbo particular, decidimos investigar, y también a través de su nombre y apellidos, tratamos de saber algo más de ella. Pero fue del todo imposible. No había ninguna mujer con esos datos, así que probamos en Facebook. Ahí, de ir pasando de unos a otros pudimos llegar hasta una persona que se decía llamar “La Divina”. Así que seguimos investigando y al final descubrimos que tenía una doble vida. Que tenía una página weed y que era una transexual. Se ve que trabajaba en el mundo de la noche y así es como se solía ganar la vida.

A los dos nos sorprendió mucho pero a la vez, nos empezó a picar la curiosidad.

Como vimos que se anunciaba además para dar placer a parejas y que pasaba a domicilio, quisimos probar a ver cómo reaccionaría.

Así que el día que acordamos los dos, la llamamos y una vez nos pusimos de acuerdo en todo, le dimos la dirección de un hotel y la esperamos en la habitación.

Durante la espera estuvimos hablando de lo que íbamos a hacer y los dos reconocimos que estábamos muy nerviosos.

Yo le comenté que nunca había estado con alguien del mismo sexo, aunque en ese caso ella pareciera todo lo contrario, y Ana me dijo que tampoco había estado nunca con una mujer ni con un hombre tan femenino, con unas tetas más grandes que las suyas. Además pensamos que como ya nos había estado espiando, seguro que nos reconocería, por eso habíamos llevado los dos unos grandes antifaces como en la ocasión anterior, para poder pasar desapercibidos.

Así ya, una vez preparados seguimos esperando, ya que estábamos decididos a probar esa nueva experiencia.

Cuando llegó la hora y muy puntualmente, llamaron a la puerta de la habitación. Entonces nos miramos los dos y mientras uno ponía música romántica, el otro bajaba la intensidad de la luz, favoreciendo así que no nos llegara a reconocer.

A continuación nos dispusimos a abrir la puerta. Entonces apareció ante nuestros ojos una preciosa joven muy bien vestida y estupendamente maquillada, la cual nos saludó con una sonrisa y una vez se presentó, se mostró en todo momento de lo más amable. Nada que ver con la vecina que hasta ahora habíamos conocido. Una chica muy machorra en todos los sentidos y además poco comunicativa. Para los dos fue toda una grata sorpresa y eso nos animó aún más a seguir  con aquello.

Luego nos preguntó si era nuestra primera vez, y al contestarle que sí, decidió tomar el mando de la situación.

Así que nos hizo sentar en la cama y poniéndose en medio de los dos, comenzó a besarme en los labios mientras cogía una mano de Ana y la ponía encima de mi entrepierna. Entonces mientras ella seguía morreándome, puso su mano sobre la de ella y empezaron las dos a masajearme toda la zona genital.

Poco a poco mi polla fue creciendo y ellas lo fueron notando, por eso al no caberme ya dentro del pantalón, decidieron quitarme la ropa para sacarla al exterior. Entonces mirando a Ana, bajó su cabeza y empezó a jugar con su lengua por toda mi polla. Después continuó haciéndome una mamada, pudiendo comprobar que era toda una experta. Y así se pasó un buen rato.

Ana por su parte se cambió de sitio y se puso junto a ella, y mientras yo le iba tocando las grandes tetas a la transexual, ella le fue subiendo la faldita hasta llegar a su pequeño tanga.

Luego ella misma trató de ayudarla, dejando al descubierto toda su gran polla, la cual había mantenido camuflada hasta ese momento. Los dos nos quedamos sorprendidos ya que era mucho más grande que la mía y eso que estoy muy bien servido. Así que Ana ante todo aquello, trató de agarrarla como pudo y tras unos suaves meneos, se la empezó también a chupar. Aquello era como estar en la gloria. Los tres estábamos disfrutando de lo lindo, pero llegado ese momento necesitábamos más. Por eso ella se levantó y con todo aquello entre las piernas, se dio media vuelta y se subió en el borde de la cama, ofreciéndome su fantástico culo, el cual no tardé ni un segundo en taladrarlo hasta el fondo.

Así estuve metiendo y sacando un buen rato hasta que  Ana me dijo que ella también quería probar su barra de carne. Entonces poniéndose boca arriba con las piernas abiertas, se dejó follar como nunca por aquella preciosidad de mujer.

Después una vez que los orgasmos habían hecho ya acto de presencia en nosotros, decidimos descansar un poco para reanudar después con algo más especial.

Resulta que a Ana siempre le había gustado el poder llegar a sentir dentro de ella dos pollas al mismo tiempo, pero debido a las circunstancias nunca lo había podido probar. Así que una vez lo acordamos con nuestra invitada, nos pusimos los tres manos a la obra.

Entonces nuestra vecina se acostó boca arriba en la cama y Ana se puso boca abajo sobre ella, introduciéndose toda aquella gran herramienta como pudo dentro de su coño.

Después le indicó que levantase un poco las nalgas para que yo desde atrás pudiera metérsela por el orificio del culo hasta el fondo.

Ella muy obediente y con mucho cuidado así lo hizo, y en un momento, se encontró ensartada por sus dos agujeros por dos pollas cuál de ellas más grande y dura, que entraban y salían de una forma frenética, haciéndola sentir un inmenso y doble placer hasta ahora nuevo para ella.

Así nos pasamos un buen rato hasta que ya estábamos a punto de eyacular. Entonces se la sacamos los dos y disparamos todo nuestro semen sobre su cara y sus pechos. Ana estaba como extasiada, aún no llegaba a creerse que pudiese haber llegado a sentir tanto gusto.

Y así, mirándome con cara de viciosa, se atrevió a preguntarme si yo no había tenido nunca la tentación de querer probar con un hombre, a lo que yo le contesté que no. Pero entonces nuestra vecina argumentó que como podía ver, ella no era para nada un tío, y que si me lo quería pasar como nunca, tenía que probarlo.

Yo desde siempre fui muy lanzado, y aunque nunca me lo había planteado, ahora tenía una gran oportunidad de hacerlo. Además no quería hacerles un feo a ninguna de las dos. Así que accedí, aunque disimulé diciendo que me fueran enseñando ellas, ya que no era para nada mi mundo. Entonces nuestra vecina en complicidad con Ana se tumbó en la cama y me hizo que la acariciase el cuerpo. Yo obedecí enseguida y me dirigí a sus grandes pechos, los cuales masajeé y besé hasta cansarme, al igual que a sus pezones.

Después me dijo que fuese bajando y le seguí lamiendo con la lengua ,pasando por su ombligo hasta llegar a sus partes genitales. Allí entonces me paré y esperé nuevas instrucciones.

En ese momento Ana se convirtió en mi profesora al ver que yo no me decidía a seguir porque me daba reparo, y cogiendo mi mano bajo la suya, la llevó hasta aquella gran polla.

Entonces me hizo acariciarla y apretarla para sentirla bien, al igual que sus testículos, que por cierto eran inmensos.

Después seguimos con unos movimientos de arriba abajo, y al final ya más decidido, continué yo solo dándole placer.

Yo nunca había tenido una cosa como aquella entre mis manos a no ser la mía y la verdad es que la sensación no era para nada desagradable. Aquel trozo de carne estaba muy suave y caliente y a la vez duro como una piedra. Contra más lo acariciaba, más notaba como iba creciendo entre mis dedos. Entonces nuestra vecina que estaba ya muy cachonda me invitó a que la probase, pero yo como aún no estaba  muy convencido le dije que no.

Ana entonces empezó a chupársela otra vez y en una de sus mamadas, me miró fijamente a los ojos y me pidió que le diese un beso en la boca. Entonces acerqué mis labios a los suyos y tras un leve contacto, fuimos entrelazando nuestras lenguas como si de un juego se tratase. Al parecer lo tenía todo más que estudiado, ya que al tener tan cerca de nuestras bocas aquella polla tan grande, en uno de los movimientos llegué a tocarla y a lamerla con mi lengua y así como sin querer fue como poco a poco acabé con toda su polla dentro de mi boca.

Por primera vez en mi vida estaba saboreando una verdadera polla y la verdad es que me gustaba. Luego fui comprobando que para nada era repugnante. Así que poco a poco fui animándome cada vez más, hasta que Ana me hizo parar, al comprobar que mi vecina estaba ya más que preparada. Entonces llegó la fatídica pregunta que no fue otra que la de si quería saber qué se sentía teniendo una polla de aquellas dimensiones dentro de mi virginal culo, a lo que yo que aún seguía reacio a todo aquello, le contesté que no, aunque después de que Ana me fuese convenciendo alegando que iba a ser maravilloso para mí, al final accedí, no sin antes pedirle a nuestra vecina que por favor me hiciese el menor daño posible.

Ella muy tranquila contestó que procuraría que así fuese.

Seguidamente me hizo dar la vuelta y me colocó en posición de cuatro patas al borde de la cama. Entonces con su polla bien tiesa ya en su mano, empezó a intentar taladrarme mi bien lubricado orificio. Al principio debido a mi virginidad le era casi imposible, pero después poco a poco lo fue consiguiendo y empecé a notar como se me iban abriendo las carnes con cada centímetro que me iba metiendo.

Y así casi sin darme cuenta ya me la había metido toda en el culo, notando como sus huevos chocaban una y otra vez contra mis nalgas. Después se quedó quieta un momento para luego empezar a darme unas fuertes embestidas más. Reconozco que al principio me dolió un poco, pero después todo fue sentir placer a raudales.

Ana por su parte me ofrecía su coño para que se lo fuese lamiendo y a la vez, yo mismo me iba haciendo una estupenda paja.

En ese momento no sé por qué lado estaba disfrutando más, pero tampoco me importaba demasiado. Lo que quería era seguir así el más tiempo posible ya que mi esfínter se había dilatado ya de tal forma que le podría entrar ya cualquier cosa sin ningún problema y eso había que aprovecharlo. Entonces le rogué a mi vecina que por favor me siguiera dando por el culo, y entonces ella me hizo cambiar de posición. Me puso tumbado de espaldas al borde de la cama con las piernas bien abiertas y con Ana encima de mi cara para que pudiese seguir lamiéndole el coño.

Ella se puso frente a mí y me indicó que levantase un poco las nalgas para poder ponerme un cojín debajo de ellas. Así ya, con la altura apropiada, volvió a penetrarme mi hasta entonces virginal orificio hasta hacerme sentir de nuevo algo que yo pensaba irrepetible. Entonces seguí pajeándome como antes pero viendo además la cara de vicio que ella ponía cuando me la iba metiendo.

Así seguimos los tres hasta que nuestra vecina iba llegando ya al clímax total. Entonces dio muestras de querer sacarla de mi culo, pero yo le pedí que por favor se corriese dentro de él. Así, al cabo de unas cuantas embestidas más se corrió.

Al momento noté todas sus descargas dentro de mí, sintiéndome lleno hasta los topes de aquél líquido viscoso y calentito que empezaba ya a salirme hacia el exterior. Después casi al unísono Ana también tuvo su orgasmo correspondiente y yo, al haber acelerado también el ritmo de mi mano, estaba a punto de disparar toda la leche que aún me quedaba almacenada.

Cuando llegó ese momento Ana y la vecina me ofrecieron su boca y sus lenguas para que descargara todo sobre ellas. Yo como siempre no quise defraudarlas y así lo hice cuando llegó el gran momento.

Tras varios disparos de semen, pude comprobar lo viciosas que eran las dos, ya que con sus dedos se iban limpiando la una a la otra y sin dejar de mirarme se los iban chupando de forma muy sensual.

Al dar todo por concluido nos aseamos, nos vestimos y le pagamos lo que habíamos acordado, contentos de que no nos hubiese reconocido a ninguno de los dos.

Después al despedirnos de ella le dimos un beso en la boca y le dijimos que tal vez volveríamos a contratarla en alguna otra ocasión ya que era una gran profesional.

A partir de ahí fue pasando el tiempo con normalidad y los inquilinos de la comunidad seguían como siempre. Tan solo Ana y yo sabíamos lo que se llevaban entre manos cada uno de ellos, así que decidimos no decir nada y dejarlos que siguieran espiándonos desde su mundo absurdo del puritanismo y las rarezas.

Ana y yo continuamos siempre con las cortinas descorridas y a partir de entonces solemos ir los dos por la casa como nos apetece y a veces como Dios nos trajo al mundo para deleite de nuestros queridos vecinos.

Ahora, cuando alguno de los dos tiene ganas de sexo, solemos quedar entre nosotros, aunque ya en una ocasión comentamos que algún día podíamos volver a intentar hacerlo otra vez con nuestros vecinos de forma anónima como anteriormente, pero de momento solo ha sido un comentario y no hemos vuelto a hablar más del tema, aunque como dice Ana….!!Tampoco hay que descartarlo!!.

FIN.