Cartas desde Zolst - 01

Donde una muchacha represaliada y esclavizada a la fuerza por el Imperio nos explica sus vivencias desde que fue capturada.

Un nuevo relato basado en el ficticio Imperio fantástico de Zolst, donde la esclavitud sexual es algo corriente y plenamente establecido en la vida diaria. Por el momento he publicado en esta página 3 series distintas: Memorias (ambientada en la época medieval), Diarios (ambientado en la época contemporánea) y Recuerdos (ambientada en el futuro lejano). Podéis encontrar todos esos relatos en mi perfil. En esta ocasión nos encontramos unos 40 años después del final de Memorias, con una sociedad que va pasando lentamente del renacimiento a la edad moderna y con tensiones sociales ya que las familias de la nobleza ven paulatinamente como sus privilegios se van derogando a medida que el Imperio va conquistando más y más territorios.  Es probable que el lector veterano y atento encuentre algunos elementos en común pues ciertas costumbres se mantienen durante los años mientras que otras se han ido modificando.


Días 1 y 2:

Mi nombre es Neris, soy una muchacha de 19 años nacida en Arrowhead, ciudad de la antigua nación de Astrid (ahora provincia oriental de Astrid en el Imperio Zolstiano) y soy una esclava. Estamos a principios de 1365, o en el año 40 del reinado de Ioannes XVI según el nuevo calendario zolstiano. Escribo estas líneas bajo amenaza de tortura por parte del ejército de ocupación. Quiero que quede por escrito para que todo el mundo que lea esto sea mis circunstancias y la realidad que vivimos.

Hasta hace un mes, la noble República de Astrid se encontraba en guerra con el Imperio Zolstiano. Los afanes expansionistas y la insoportable inmoralidad de su sociedad y cultura exigían una respuesta enérgica por parte de nuestra pía nación. En primavera de 1363 nuestros ejércitos atravesaron la frontera oeste e invadieron tan inmunda región con el objetivo de liberar a sus habitantes del penoso yugo de sus libidinosas costumbres y corruptos gobernantes. Dos años más tarde nuestro ejército ha sido rotundamente derrotado, nuestras fuerzas disueltas, nuestro bello país ha sido anexionado al Imperio y nuestras milenarias tradiciones están siendo sustituidas por las suyas. En un último acto de humillación se decretó durante la capitulación que tres poblaciones elegidas al azar aportarían sus mujeres al Imperio y serían sustituidas por mujeres provenientes del interior para iniciar los primeros esfuerzos de integración y mestizaje. Todo de lo más normal y corriente según la diplomacia zolstiana. La letra pequeña es que esas mujeres serían convertidas en esclavas sexuales a la fuerza.

Los habitantes de Arrowhead sacamos una de las pajitas más cortas. Ayer por la mañana llegaron dos divisiones de soldados zolstianos al pueblo y sacaron a la calle a todos sus habitantes. Separaron a las mujeres de 18 a 45 años del resto y las montaron en carromatos para llevárselas. Yo y mi hermana pequeña Amil estuvimos en la primera tanda. No puedo echarle la culpa a mi belleza porque me escogiesen ya que, aunque tengo buen tipo no se puede decir que mi busto sea exuberante. Sí estoy orgullosa de mis largas piernas y de mi cabello castaño recogido en una larga trenza, aunque supongo que a la panda de animales que nos sacaron de casa les importará poco este hecho. Afortunadamente nuestra madre era demasiado mayor como para que nos acompañase. Espero que ella y mi padre puedan salir adelante y encargarse ellos solos de la panadería que nos daba de comer. También perdonaron a las embarazadas, gracias a Dios. Apenas recorrimos veinte kilómetros cuando los carromatos pararon y los soldados volvieron al pueblo para sacar a los fugados o escondidos entre gritos y amenazas. Cuando regresaron por la tarde traían no menos de veinte mujeres más, debíamos ser en total cerca de cincuenta. Reanudamos la marcha y no paramos durante varias horas hasta llegar a unas instalaciones construidas cerca de la frontera; un conjunto de edificios que tenía toda la pinta de ser un cuartel reciente ocupado y reabastecido. Pensamos que pararíamos allí para cenar, pero estábamos equivocadas.

Nada más llegar, los soldados procedieron a violarnos. De manera metódica, organizada y militar además de cruelmente. Nos bajaban de diez en diez, nos quitaban absolutamente toda la ropa y nos ataban boca arriba a una especie de mesa larga con una argolla clavada donde nos sujetaban las manos con unos grilletes. Acto seguido, un soldado que venía ya erecto nos violaba. Por lo que pude ver, había un par de muchachas con collares de esclava entre los soldados dedicada a estimularles el miembro con la boca antes de que nos desvirgasen a nosotras. Esos soldados no nos preguntaban si teníamos experiencia anterior o si habíamos sido madres, les daba igual. Nos penetraban sin miramientos y pasaban no menos de quince minutos martilleando nuestras entrañas de manera inmisericorde. Ni una sola lágrima o súplica surtió efecto. Yo era virgen y la súbita invasión me dolió, pero me dolió mucho más escuchar los sollozos de mi hermana Amil durante su violación en el puesto contiguo. Ella siempre había fantaseado con su príncipe azul que volvería a casa después de ganar honores en la guerra y se enamoraría locamente de ella al verla despachando pan. Supongo que nunca pensó que su príncipe azul sería un soldado zolstiano con roña en las uñas y aliento con olor a ajo que le apretaba los senos sin miramientos mientras la violaba. Al menos cuando esos bastardos se sintieron satisfechos no acabaron dentro de nosotras, ahorrándonos el peligro de dejarnos encintas. Pero muchos de ellos incluyendo el que me tocó nos echaban su semilla encima de nuestros pechos y luego recogían la misma con los dedos y nos los restregaban por el rostro. Era increíblemente asqueroso, aún noto la cara pegajosa y no me lo puedo quitar porque no nos dejan lavarnos.

Una vez todos acabaron, nos desataron y condujeron entre empujones a unos sótanos donde nos metieron en jaulas individuales. Estas jaulas son muy pequeñas y solo puede estar una en su interior sentada o acurrucada y con las piernas recogidas. Tampoco es que me importase mucho porque hace un frío horrendo y estando desnuda al menos conservo algo de calor. Estábamos todas muertas de miedo y a los lloros de las ya enjauladas se sumaban los gritos que vienen de arriba por parte de las nuevas violadas. Se supone que nos metieron ahí para que descansásemos, pero nadie pudo pegar ojo.

A la mañana siguiente nos despertaron y nos pusieron como desayuno un bol con algo dentro, sin cubiertos de ningún tipo. Lo llamo bol, pero parecía el típico cuenco en el que le pondrías la comida a un perro, lo cual puede que tenga su sentido si recuerdo que en cuanto llegamos a estas instalaciones en ningún momento se nos ha llamado por nuestro nombre, sino que se refieren a nosotros como “las perras” o “las mascotas”. En cuanto a la comida podría describirla como una masa densa de algún tipo con la textura parecida al puré y aspecto asqueroso. Parecían haber vertido alguna substancia por encima que no identificaba hasta que, con horror, descubrí que era el esperma de algún soldado que se había vaciado sobre mi plato. Tuve que taparme la boca para no vomitar y me negué en redondo a consumir aquello además de avisar a mi hermanita para que no comiese eso. Al rato pasaron los guardias a retirar los boles y al ver que no habíamos tocado aquello se rieron. Uno un poco más joven se acercó y nos recomendó que comiésemos a toda prisa a pesar de que no nos gustase ya que aquella plasta era la única comida que se daba a las esclavas y más nos valía acostumbrarnos rápido porque nos iba a hacer falta energía durante el día de hoy. Parecía sincero así que decidimos hacer de tripas corazón y, tapándonos la nariz, nos obligamos a engullir aquel engrudo asqueroso de tres bocados. Al poco rato después de ingerirlo empecé a notar una ligera insensibilidad en la lengua, pero no me preocupé en ese momento.

Sí me preocupó el que nos fuesen sacando de las jaulas de una en una para llevarnos a una sala contigua desde la que salían gritos. No tardó mucho en llegar mi turno: me agarraron entre dos guardias y me llevaron en volandas para que no me resistiese. Tampoco habría podido hacer mucho viendo la envergadura de aquellos tipos aunque en mi fuero interno empezaba a preocuparme el que después de las vejaciones de ayer hoy presentase tan poca resistencia ante aquellos animales. Sin muchos miramientos me llevaron a una plataforma donde me esperaban una chica con collar rojo que parecía ya completamente esclavizada y una estructura de metal con forma de X donde me ataron de pies y manos dejándome totalmente extendida e indefensa. Aquella chica no parecía tener muchos más años que yo y me sonreía afablemente mientras me pasaba la mano por el pelo y trataba de tranquilizarme. Como si fuese posible calmarme estando desnuda, atada, abierta de piernas y completamente indefensa. Aquella chica sacó de un cubo en el suelo un pedazo de hielo que procedió a pasarme suavemente por el pezón izquierdo. Por mucho que me resistiese no podía controlar mis escalofríos y en pocos segundos estaba completamente duro y erecto. Momento en el que aquel demonio sonriente aprovechó para, usando una máquina de hacer piercings, realizarme un agujero en mi pezón izquierdo sin anestesia alguna. El grito que solté no la perturbó lo más mínimo y procedió a colocarme un anillo de color dorado y cerrarlo con una bolita de rosca. Apreté los dientes con fuerza cuando empezó a pasar el hielo por mi pezón derecho porque ya podía imaginarme lo que venía a continuación. No me equivocaba, otro fogonazo de dolor y ya contaba con dos de esos odiosos piercings en mi cuerpo. Empecé a respirar hondo porque pensaba que ya había acabado todo, pero cuando sentí el hielo encima de mi clítoris empecé a rogar y a suplicar para que se detuviese. Tarea inútil, el dolor punzante que atravesó mi feminidad fue aún peor que los dos anteriores juntos. No estoy segura de si me oriné encima de la impresión aunque no me extrañaría. Aquella esclava que me estaba torturando me dijo que no me preocupase, que estaría como nueva en un par de días y luego agradecería mucho aquellas anillas pues me provocarían un gran placer en mi día a día. Traté de escupirle en la cara y la maldije aunque mis bravatas no surtieron el menor efecto. Para mi sorpresa la muchacha se agachó e introdujo su cabeza entre mis piernas. Totalmente escandalizada pude notar como separaba con sus manos mis nalgas y procedía a aplicar su lengua en mi zona del perineo, ensalivando en abundancia el orificio por donde yo cagaba. Empecé a rezar para que esa zona no recibiese otro piercing y así fue, pero sí me introdujo de manera brutal un artefacto con forma de cono de metal enorme y frío que me provocaba intensos dolores. Finalmente ciñó a mi cuello un voluminoso y pesado collar de acero pulido, mucho mayor que el que aquella sádica llevaba. Me desataron de aquella cruz de tortura e instantáneamente llevé mis manos a mi trasero tratando de extraerme aquel horrible trozo de metal pero no tardaron en avisarme de que no podría sacarlo sin ayuda y que además me haría mucho daño en el intento. Los guardias entraron de nuevo y me llevaron a empujones de nuevo a la jaula mientras sacaban a la siguiente. Dios, ahora le toca a Amil, a mi pobre hermanita. Van a herrarla hasta hacer que parezca una vulgar ramera. Como me ha herrado a mí, pensé.

En estos momentos me encuentro en mi jaula, me duele todo el cuerpo y tengo una sensación horrible en mi trasero por culpa de ese pedazo de metal que me han puesto. La insensibilidad en mi boca ha aumentado y si me llevo a la boca una gota de sudor o de sangre apenas percibo su sabor característico. El soldado joven de esta mañana ha venido a verme, hemos hablado un rato y me ha dado un cuaderno y un lápiz. Cualquier cosa con tal de no escuchar los gritos de Amil. Me ha dicho que me recomienda que escriba mis vivencias diarias ya que existen publicaciones en el imperio que las recopilan y las publican de manera semanal. Por lo visto resultan una lectura morbosa para algunos, pero otros realizan donaciones para las esclavas si alguna les cae en gracia o sus historias les resultan interesantes. Yo no quiero donaciones de ningún tipo. Únicamente quiero mostrar las costumbres degeneradas de este Imperio que nos oprime y asfixia. El soldado dice que pasará a recoger las hojas cada noche y ha tratado de animarme diciendo que todo mejorará a partir de mañana. He visto que ya traen a Amil y he querido preguntarle que quería decir con eso y simplemente me ha contestado que mañana nos tatúan.

¿Acaso no tiene límite la capacidad de este maldito imperio de deshumanizar y cosificar a las mujeres?.

Día 3:

Oh dios quiero polla quiero polla por favor quiero polla. No puedo aguantarlo, esto es una tortura insoportable. Necesito que alguien me folle, da igual quien. Me han follado dos soldados dos veces cada uno, pero necesito más. Quiero polla, por piedad. Por mi coño o por mi culo, donde deseen. Hoy me han follado el culo por primera vez y no me ha dolido, por favor, háganlo de nuevo. Fóllenme mil veces. Esta calentura no cesa, no se apaga. Necesito polla. Esta mañana me han puesto el tatuaje de esclavitud y desde entonces todo mi cuerpo me pide a gritos sexo. Me follan y se alivia un poco, pero en seguida me pide más. Necesito polla. De un soldado, de un civil, de un perro o un burro. De lo que sea. Necesito polla. Por favor. Por piedad. Denme polla.

Dia 4:

Hoy tengo la cabeza un poco más clara y espero poder escribir algo más coherente. Lo que no quita que siga queriendo polla desesperadamente, pero después de usarnos durante todo el día nos han duchado con una manguera de agua fría y de momento me ha disminuido el deseo durante un rato. Estoy en mi jaula tiritando de frío y escribiendo entre escalofríos, pero tengo miedo de que vuelva la calentura porque entonces dejaré de escribir, empezaré a masturbarme furiosamente, los guardias me atarán las manos por fuera de la jaula para que no pueda tocarme el coño y la tortura será mucho peor. Con lo bien que me vendría para combatir el frío una buena polla en mis entrañas o dos. No, Nellis, céntrate. No pienses en esas maravillosas pollas que te hacen volverte loca de placer.

Nos han marcado a todas con algo llamado el Tatuaje de la Esclavitud. Es el invento más diabólico que el ser humano ha concebido en toda su historia. Ese tatuaje es un complejo dibujo en forma de corazón que se ubica en la parte del vientre justo encima del útero. Al parecer está compuesto por distintas tintas realizadas con potentísimos afrodisíacos, anticonceptivos, potenciadores de la sensibilidad y drogas debilitadoras de la voluntad que van pasando lentamente al riego sanguíneo de la esclava. La esclava queda abrasada por el deseo y se encuentra sometida en un estado de celo constante. Si se queda de pie durante un par de minutos empieza a formarse un pequeño charco con los flujos que caen de su coño hiperexcitado. Es efecto es fulminante: he perdido absolutamente todo reparo a la hora de practicar cualquier acto que se me indique. Si me piden que chupe, yo chupo. Si me dicen que me abra de piernas, me abro. Si me dicen que quieren encularme me abro los cachetes del culo yo misma. Hace dos días era virgen y hoy le he comido el coño durante veinte minutos a una de las esclavas veteranas que hay en el puesto mientras me explicaba los efectos que estaba sufriendo mi cuerpo de puta. Jamás anteriormente se me había pasado por la cabeza el lesbianismo, pero me ha dicho que quería sentir mi lengua en su botón del coño y ni me lo he pensado. Se hace difícil pensar con esta calentura constante. Pensaría mejor y con más claridad con una buena polla en mi interior bombeando fuerte con ese ritmo delicioso que me imprimen los Amos. ¡Dios, Neris, céntrate!

Hasta ha cambiado mi manera de hablar y escribir. Soy de origen humilde pero siempre me he expresado con corrección porque iba todos los días a la escuela. Ahora me muero porque un Amo clemente me folle con fuerza mi culito de esclava viciosa y no me escandalizo lo más mínimo al escribirlo. Mi encantadora hermana pequeña Amil está en la jaula de al lado y ha comenzado a darle lametones a los barrotes para practicar las mamadas que mañana le hará a cualquiera que desee sus servicios de chupona. Y lo que es peor, me está poniendo caliente a mí solo de verla. Le comería los morros si no fuese porque preferiría comerme un buen rabo y que se me corriesen en la boca para tragármelo hasta la última gota. Cada vez es más complicado mantener la mente enfocada en algo que no sea el sexo. He tenido que borrar tres veces la frase porque automáticamente escribo “que me follen fuerte” en vez del sexo. O que me follen bien duro, como me gustaría ahora mismo. Ni el incesto con mi hermana pequeña me escandaliza ya, ahora la veo menos como mi pariente y más como una hembra joven y vital con unas tetas deliciosas que me encantaría recorrer con la lengua. Los malditos piercings también hacen su parte. Mantienen mis pezones y clítoris deliciosamente erectos y expuestos, una simple corriente de aire me hace estremecer de placer y el caminar se convierte en un exquisito roce constante sobre mi parte más sensible. Creo que mi cerebro aún no ha terminado de aceptar lo muy puta que me he vuelto y quizás lo peor de todo es que apenas estoy a mitad de camino de lo puta que se espera que sea. Me asusta y a la vez estoy deseando que suceda.

He perdido el sentido del gusto. No totalmente y tampoco es que sea algo que me ocurre a mí sola. La culpa la tiene nuestra alimentación. Esa pasta que nos dan es un preparado proteínico que nos proporciona muchísima energía diariamente y para que se active debe mezclarse con una generosa cantidad de semen humano. Creo que también vale el semen de caballo o de toro y en caso de necesidad no me importaría participar en el proceso de extracción. Así de golosa me he vuelto. Esta pasta hace que nuestras papilas gustativas dejen de apreciar cualquier sabor que sea distinto al del semen. Esto nos viene muy bien porque si no notas sabores desagradables, entonces te da igual donde metas la lengua. Por ejemplo: en el coño de una de las internas esta mañana. O en el culo de uno de los Amos, es genial empezar a estimularlos y notar como su polla se va alzando y poniendo cada vez más dura sin apenas tocarla. Si lo haces bien puede que sean agradecidos y se follen el culo de la esclava. Me encanta que me follen el culo, jamás lo habría pensado. Creo que me lo paso mejor que cuando me follan el coño. Ojalá me follen por ambos agujeros a la vez para poder comparar. Ojalá lo hiciesen ahora mismo. Dios, necesito polla otra vez. Esperar a mañana es insoportable. Voy a intentar hacerme una pajita discreta a ver si no me ven los guardias…

Dia 5:

Hoy es nuestro último día en este centro. Creía que iba a ser nuestro destino definitivo y resulta que apenas es una estación de peaje donde se nos empieza a preparar para nuestra nueva función dentro de la sociedad zolstiana. Esta mañana, después de terminar la tercera mamada a tres soldados distintos, ha pasado un superior (no sé si sería sargento, capitán o teniente, me cuesta mirarlos más arriba de la bragueta) para ir comunicándonos que esta tarde seremos trasladadas a un centro de formación de esclavas en la provincia de Ershen.

Estaba bastante sorprendida porque de momento lo único que hemos hecho como esclavas durante estos días ha sido chupar pollas y abrirnos de piernas y no se me ocurre qué clase de entrenamiento adicional podríamos necesitar. Eso mismo le pregunté a Mark, el soldado jovencito que me ha dado este cuaderno para que ponga por escrito mis pensamientos y que tan bien se ha portado con Amil y conmigo. He aprovechado un momento a media mañana para expresarle mis dudas mientras le ofrecía mis pechos para que los manosease a gusto y Amil le sacaba brillo a su magnífico rabo con la lengua. Por lo visto hay muchos tipos de esclavas de servicio sexual en el Imperio y nos mandan a una institución especializada en la que nos irán no solo formando sino descubriendo cuales son nuestros fetiches y puntos fuertes para ir enfocando mejor nuestra carrera. Al final resultará que voy a hacer carrera gritando de placer mientras me taladran el culo. Mamá pondría el grito en el cielo solo con la sugerencia. Claro que probablemente antes le daría un ataque al corazón al ver a su primogénita alternando lengüetazos sobre el clítoris anillado de su otra hija y el pollón erecto del soldado invasor que la está follando. También nos ha comentado que como hemos sido ya desprovistas de nuestra condición de seres humanos no vamos a viajar en calesas como nos sacaron de Arrowhead sino que nos embalarán en cajas y nos enviarán ya atadas y amordazadas como mercancías de uso común que somos así que nos recomienda estirar todo lo posible antes de que nos pongan las sujeciones porque son dos días de viaje. Es tan majo que nos ha prometido que nos meterá a las dos en la misma caja para que nos hagamos compañía durante la travesía y que no nos separen al ser familia. Y, muy serio, nos ha advertido que jamás aceptemos ir como criadas a la vivienda de algún noble. No nos ha precisado la razón, pero también es cierto que me habría costado articular palabra porque en esos momentos Mark estaba descargando una deliciosa corrida en el fondo de mi garganta.

Estoy acabando estas líneas a toda prisa porque ya están empezando a sacar de las jaulas a las primeras chicas y empezando a envolverlas. Después de toda la mañana follando tengo la cabeza bastante clara, aunque ya ni me molesto en tratar de escribir sin decir obscenidades. Dicen que a los zolstianos les gusta que las esclavas usen un lenguaje lo más obsceno posible. No me va a resultar muy difícil complacerlos en este aspecto teniendo en cuenta lo poco sutil que me ha vuelto el tatuaje y las orgías posteriores. Volviendo a nuestra mudanza, por lo que puedo ver, nos colocan una especie de guante doble de cuero que deja nuestros brazos extendidos e inmóviles detrás de la espalda para luego colocarnos una funda similar en las piernas que nos llega hasta el medio muslo y permite que nos doblen en posición fetal para que ocupemos el menor espacio posible sin lesionarnos. También se nos coloca una mordaza de bola para que no haya peligro de asfixias y una oportuna venda opaca sobre los ojos para completar nuestro aislamiento. Para mi alivio, he visto como antes de meter a las esclavas por parejas en el embalaje les introducen dos vibradores de generoso tamaño por los agujeros del coño y del culo para que vayan haciendo su placentero trabajo durante todo el trayecto. Creo que ninguna de nosotras podríamos aguantar dos días sin nada metido en nuestros agujeros, tal es nuestro estado actual de calentura. No sé si me dejarán escribir en el nuevo destino, pero sería bonito. Espero que esta no sea mi última entrada.

¿Continuará?


Gracias a todos por vuestro tiempo invertido en leerme y por vuestros comentarios. Al final he decidido volver un poco a Zolst mientras termino de organizar ideas para otro universo. En esta ocasión quiero mostrar las partes menos "bonitas" del imperio y jugar un poco con el tema de la esclavitud impuesta y el incesto entre hermanas. Ya me contaréis que tal os parece.