Cartas a mi Luna

“Todo lo que me ha pasado en la vida es lo que me ha ayudado para ser quien soy”.

En una ciudad cualquiera, el día 28 de Febrero del 2017.

Querida Luna.-

A veces quisiera regresar al punto de partida y poder cambiar todo lo malo que hay en mí, pero cuando lo analizo bien tendría que nacer de nuevo para cambiar todo lo malo, pues lo primero que  tendría que cambiar serian a mis padres, más bien a toda mi familia, pues lo único rescatable de esta es mi hermanito, y no es que mi familia sea un caos, más bien yo soy el caos de ellos, soy como la oveja negra de mi familia, pero como dice mi hermano “Todo lo que me ha pasado en la vida es lo que me ha ayudado para ser quien soy”.

Te cuento que a lo largo de mi vida he tenido que ser independiente, soy la hermana mayor del matrimonio de mis padres, y luego mi hermano, y recalco que del matrimonio de mis padres ya que tengo hermanos tanto por parte de padre como por parte de madre, mi madre tuvo una hija antes que naciera yo, pero el que fue su esposo desapareció en tiempo de guerra en mi país, y bueno tiempo después conoció a mi padre y ahí es donde nació esta preciosura, toda una niña de papi, y ese fue el dolor de mi madre, aunque yo en lo personal nunca vi la preferencia de mi padre conmigo, pero era lógico mi hermana era 3 años mayor que yo y era el fruto del primer amor de mi madre, contra eso ninguna niña en su sano juicio puede competir.

Así que me toco crecer con el rechazo de mi hermana mayor todo por haber nacido, mi padre pertenecía a las fuerzas armadas de mi país (eso me hace pensar que a mi madre le gustaban los que tenían armas) el punto es que con mi hermana rara vez me he llevado bien, en cambio con mi hermanito ha sido todo diferente, el nació 2 años después que yo, y bueno aunque no es una diferencia sumamente alta pero igual es menor, mi hermana se llevaba mejor con el que conmigo así que me toco aprender desde pequeña a ser independiente y hacer las cosas por mi propia cuenta.

Las muñecas que tenia ella se las adueñaba, si quería jugar con carros me los quitaba porque decía que eran del niño, así que me toco en cierta forma de imaginar mis amigos, de crear historias en mi mente a manera de no salir lastimada por ella, y sobre todo esperar el fin de semana que llegara mi padre del cuartel y poder jugar con él, fue así por mucho tiempo hasta que mi padre le tocaba trabajar los fines de semana, y del duro y arduo trabajo que hacia resulto que tengo otra hermana, aunque la verdad con ella me llevo bien.

Al llegar a la adolescencia  el trato de mi hermana hacia mí fue mas de coraje pues la naturaleza me lleno de su favor, y me dio dos pechos bien puestos que se convirtieron en el delirio de cualquiera, a parte mi altura me permitió entrar al equipo de voleibol del instituto  esto ayudo a que se me tornearan las piernas y mis pompis se pusieran duritas, así que no me quejo, la madre naturaleza se lucio conmigo. (Son bromas, bueno no del todo, si soy hermosa y soy la codicia de unos cuantos, así que de mi físico no me quejo, pero tampoco no me creo superior a nadie)

Ese fue como el colmo para mi hermana, ella exploto cuando me encontró que el novio me coqueteaba y yo ni le pelaba, pero como siempre ella no me creyó, le dijo a mi madre que yo me le estaba metiendo al chero y como era de suponerse, quede castigada por dos semanas, sin entreno ni nada, mas creo que mi madre fue la que alimento ese resentimiento en mi hermana hacia mí, a tal punto que ella siempre buscaba la forma en que me castigaran por cualquier cosa, y si no era suficiente pues ella le agregaba.

Para todo esto me apoye en una de mis compañeras del equipo que poco a poco se convirtió en mi mejor amiga, ella estaba en otra sección pero en mis mismo nivel que yo, hacíamos tareas juntas aunque fueran diferentes, todo por el afán de poder pasar tiempo juntas, ella era como una pequeña princesa, no solo porque tenía las facultades económicas para serlo sino por su porte, el glamur, en fin toda ella era perfecta, corrijo es perfecta, tan hermosa, frágil, sutil, con ojos tan radiantes que parecen estrellas, que el simple hecho de verla sonreír era suficiente para calmar cualquier malestar que mi madre o hermana provocara, y al final cada castigo dolía mas por que no podía pasar con ella.

A medida pasaban los días me sentía más cercana a ella, nos contábamos todo, nos apoyamos absolutamente en todas las cosas, podía confiar en ella con mis ojos cerrados, pero algo paso, algo que hizo poner de cabeza mi mundo, ese día marco un antes y un después, ese fue el día en el  que me contó que un chico la pretendía y que a ella pues le gustaba un poco, no me quiso decir quién era y la verdad no quería saber, me dolió tanto que no sabía que decirle, hasta que me arme de valor y le dije que estaba bien, que si a ella le gustaba pues que le hiciera caso, me disculpe con ella y por primera vez en toda nuestra vida de amistad le mentí, le dije que tenía que hacer un mandado de mi madre y me fui, no permití que me dijera nada más, y corrí hasta mi casa, me encerré en mi cuarto y llore toda la tarde hasta quedar dormida.

De ahí en adelante me empecé a distanciar de ella, no entendía que me había pasado, porque sentí lo que sentí en ese momento, el miedo y la angustia me empezó a invadir, me le escondía, la evitaba a más no poder, ella me buscaba y me trataba como siempre pero yo no podía ser igual con ella, y fue cuando me empezó a pedir explicación de que era lo que hizo mal, de porque me aleje de ella, cuando trataba de pedir mi consejo sobre que decirle al chico, me mataba, y por eso mismo me alejaba mas de ella, ya no iba a los entrenos, casi me sacan del equipo, por pura suerte no deje materias, pero estuve a punto, mi vida era una rutina, del instituto a la casa y de la casa al instituto, no salía a manera de no encontrarla en alguna esquina besando a quien sabe quién, y no fue hasta que ella hablo con la maestra de matemática que necesitaba un tutor pues en lo que iba del trimestre no entendió ¿y qué crees? me solicito a mí, y ante la exigencia de la maestra no me pude negar, bueno la verdad fue porque quería estar con ella, anhelaba estar con ella, sentir su olor, ver su sonrisa, simplemente estar con ella, solo con ella sin que su noviecito nos interrumpiera.

Y fue así como nuevamente pasaba tiempo con mi pequeña princesa, aunque era estrictamente por cosas de matemáticas, yo evitaba lo mas que podía el hablar de cualquier otro tema, aunque ella insistía en hablar de cualquier trivialidad, en uno de esos días, que nos quedamos en el instituto las dos solas, estábamos en la biblioteca donde siempre nos quedábamos, y pues ese día a media ecuación ella me cerro de un golpe el cuaderno, se paro frente a mí y sin decir más nada tomo mi rostro y me beso…

A un inicio no supe cómo reaccionar, si corresponder, si quitarla o que hacer, pero poco a poco me deje llevar por la dulzura de sus labios y era como un sueño que en ese momento se hizo realidad, fue ahí que entendí aquel coraje que me dio al escuchar que un chico la pretendía, a eso mi estimada, a eso se le llaman celos, por primera vez en mis 14 años de existencia sentí celos, y celos de mi mejor amiga, pues la quería solo para mi, fue ahí donde supe que no era una simple amiga, que no era un cariño de mi mejor amiga, era amor, amor puro y sin prejuicios, nos separamos y la vi enrojecerse hasta las orejas, la timidez invadía su hermoso rostro y con una sonrisa me pidió perdón, el cual no acepte, no podía aceptar que se disculpara por algo que yo también quería, y con una enorme sonrisa en mi rostro fui yo quien pidió perdón, por haberme separado de ella.

Sabes que fue lo más gracioso, que el dichoso fulano no existía, ella lo hizo pues se había dado cuenta de lo que sentía por mí, antes que yo descubriera eso, y lo hizo para poder ver mi reacción y así no quedar como “rara” ante mí, a partir de ese día todo cambio en mi vida, aunque la verdad no duro lo que yo hubiera querido, pero eso te le escribo en otra carta, que sino luego te aburro, y no es esa mi intención.

Por cierto, disculpa mi falta de educación no me he presentado contigo, mi nombre es Raquel Ortiz, tengo 28 años y vivo en la misma ciudad que tu, no estoy segura que quieras seguir leyendo lo que te quiero contar, se que has logrado ver mucho de lo que he hecho en el transcurso de mi vida, y sé muy bien que solo tú has estado conmigo, solo tu mi querida Luna, que en el cielo brilla más que cualquier estrella, tú que desde el día que nací brillaste tan fuerte por la felicidad de poder verme, se que nunca recibiré una respuesta tuya, pero permíteme seguir escribiéndote y sacar todo el dolor que llevo por dentro.

Besos de queso mí querida Luna.