Carta Salvaje

A veces, las cosas es mejor decirlas por escrito

Hola

Tranquilo, quiero que sepas un poco más de mí.

Después de despertarte de esta nueva borrachera te estarás preguntando muchas cosas, esta carta puede explicarte casi todas, por lo que te recomiendo que la leas atentamente.

Aún no salgas de aquí, tengo que contarte algo muy importante y no me animaba a hacerlo de otra manera y, ya que no hay mucho más que hacer, creo que te resultará entretenida la lectura.

Antes que nada, no es tu noche de suerte, como me habías dicho.

O tal vez sí, ya veremos; pero te aseguro que no fue suerte lo que tuviste al “seducirme”.

Borra ya esa sonrisa sarcástica de tu cara, ya que fui yo quién te sedujo y créeme, sabía muy bien lo que hacía.

¿Ves? Ya tienes la primera sorpresa de la noche. Eres un tipo apuesto para tu edad, debo reconocerlo, pero no fue eso lo que me llevó a seducirte. Quería tener la oportunidad de estar con vos y, por suerte para mí, no estabas tan borracho como de costumbre.

¿Sabías que yo no quería estar contigo? Supongo que nuevamente tienes esa sonrisa estúpida en tu cara, porque estoy segura de que no lo sospechabas. Si bien crees que sin conocerte caí en tus encantos; pero, por más apuesto que te sintieras, no era mi intención que me trataras de la misma manera en que trataste siempre a tus mujeres; y mucho menos por un tipo que creía tener derechos sobre mí.

No, no me gusta como tratas a las chicas; y menos que lo hagas también conmigo. No te lo pedí, pero pensé que igual lo harías, porque en realidad yo a ti sí te conozco, y bastante bien. Sabía que me llevarías por donde lo hiciste; pero esta vez fui yo quien te buscó, sabiendo lo que eres.

Ya estuve contigo antes. ¡Segunda sorpresa de la noche! ¿Verdad?

Fue hace tiempo; yo no tenía el cuerpo ni las curvas que tengo ahora, era una joven de rizos dorados, delgada y con muchos sueños. Éramos más jóvenes, por supuesto, pero ya estuvimos juntos antes.

Cuando estuvimos juntos, apenas si había probado los besos con un chico antes que tú me penetraras.

¿Ya vas recordándome?

Puede ser que mi nuevo aspecto, con el cabello lacio y negro, te haya confundido; ya que en ese tiempo te gustaban las rubias, según me dijiste, y creo que aún te siguen gustando. Sólo que hoy ganaron la batalla, sí todo salió como lo planee, mis pechos provocativos y no mi color de pelo; ¿O fue mi cola? ¿Qué crees? Cuando me vestí hoy, y esta vez sí fue para provocarte, pensé que mis pechos serían los que me darían el triunfo. Espero haber acertado.

¿Aún no?

Antes no me vestía provocativa para seducirte. ¿Pensabas que era una puta? Me vestía para verme bien, porque me gustaba como se veía mi cola en los pantalones apretados, o como lucía la piel de mis piernas en una minifalda cortita. ¿Acaso una mujer no tiene derecho a sentirse bonita? No creas, ni por un segundo, que lo había hecho para provocarte, como le dijiste a ese abogado de cuarta.

¿Dije abogado?

Siempre te rodeaste de abogados. No tengo claro si fue por amistad o por conveniencia, pero más de una vez los necesitaste, y conmigo tuvieron bastante trabajo ¿verdad que sí?

Creo que a esta altura, si relacionas mis antiguos rulos dorados y tu oscuro abogado ya tienes una clara idea de quién soy ¿Me equivoco?

¡Claro que no me equivoco! Dijiste que nunca te olvidarías de mi cola y, la verdad, yo tampoco me olvidé jamás de esa noche.

Pensé que eras más grande. Cuando te vi hace unos días atrás, no lo eras, no como te recuerdo. Al menos te recordaba más intimidante, aunque igual de degenerado y borracho.

¿Te acuerdas de ese conjunto blanco que llevaba puesto aquel día?

Lo había comprado para usarlo ese mismo día con mi novio, que pacientemente me había esperado, pero lo terminé usando contigo. Ese mismo novio que se fue del juicio en cuanto te escucho decir que yo era quien te había provocado. Sí, se fue casi corriendo; por cierto, no volví a verlo, creo que en eso debo agradecerte, dejó en evidencia de la madera con que estaba hecho. Con solo verle la cara en ese momento, supe lo que pasaba por su cabeza y, por supuesto, confianza no formó parte de las palabras que me dirigió mentalmente con una mirada furiosa. Creo que pocas veces, si no es que fue la única, alguien me miró de esa manera; esa mirada duele en el alma.

¿Sabes lo que se siente cuando alguien te penetra sin permiso?

Sentir a alguien dentro tuyo sin poder evitarlo es un dolor no físico, es una sensación de impotencia, de injusticia. Pero eso lo sabías. Sí, averigüé datos de tus antiguas novias y sobre tus gustos por el sexo forzado. Créeme que no fue nada grato indagar en tu vida. No eres una preciosura y tu vida es un escándalo. Ese banco en el que estás sentado ya conocía de tus andanzas.

Pero, aunque sabes lo que yo sentí cuando estabas dentro de mí, porque te encargaste de que mi cuerpo te lo dijera, no sabes lo que te pasa por la cabeza en un momento como ese. No sé si es una reacción natural mojarse de esa forma en situaciones como esa, y que al darte cuenta, te haya llevado a tocarme de la forma en que nadie lo había hecho antes. Lo peor de todo es tener que soportar el llegar a tener orgasmos cuando te penetra un tipo desagradable… tan desagradable como tú. Sea o no una reacción natural, no tengo intenciones de saberlo, mi cuerpo pudo haberte contado una historia diferente a la que pasaba por mi cabeza, sé que te hizo creer que me provocabas bellas sensaciones, pero mi mente no estaba de acuerdo contigo ni con lo que ocurría en mi cuerpo.

¿Dirás que cambié, verdad?

Las cosas cambiaron mucho en mi vida, por tu culpa. Nada fue lo mismo, ni nadie fue igual. Aunque sigas creyendo que era una puta por vestirme así, odié lo que mi cuerpo sintió, y al odiar tanto esas sensaciones, me negaba a volver a sentirlas con alguien más.

Nadie volvió a ser igual conmigo, todos me trataron como a una puta, ya que te recibes de puta después de una situación como esa. No es una copia de la denuncia lo que te dan en la policía, es un certificado del “Colegio de putas”, y créeme, no quise eximirme en esas materias.

He estado averiguando un poco más sobre tu vida, aparte de lo que pudieron contarme tus ex amantes. Pude saber sobre tus debilidades. Sé, por ejemplo, que tu tesoro más importante es tu moto vieja y tienes una pasión descontrolada por el whisky caro y las chicas jóvenes e inocentes. Esto último no hizo falta averiguarlo, lo supe en carne propia.

Esta noche volviste a tener sexo conmigo, y nuevamente,  aunque no quería estar contigo, necesitaba que estuvieras cerca para poder brindar por los recuerdos imborrables que dejaste en mi vida y en mi cuerpo. No pretendo que recuerdes las cicatrices que me provocaste, si bien las disfrutaste a cada una, tu borrachera no debe haberte dejado muchos recuerdos, pero a mí sí.

Por eso decidí brindar contigo, esta noche, utilizando ese viejo whisky que tanto adoras; que es ideal para disimular el veneno que lo invadía.

Eso es todo. Esa fue tu vida, y a mi gusto, no merece un gran final