Carta desde la Villa
La Marquesa de Marché recibe una carta de su adorada amiga Carolina.
Villa de Putiers, Milán, Italia, Septiembre de 1756.
A la Condesa de Marchú, Vizcondesa de la Pija. Calatrava, Madrid, España.
Adorada Condesa; Esperando os encuentres de lo mas saludable, os mando un cálido y veraniego beso desde esta encantadora provincia italiana. Apenas hemos tomado posesión de la mansión, mi padre ha mandado traer de los alrededores a un grupo de damas y doncellas de las mejores familias para mostrarnos a mi señora madre y a mí las damas de compañía para nuestra estancia en esta hermosa villa del Marqués de Putiers. Me ha asignado a la encantadora hija del Coronel Puquet, la señorita Catalina de Puquet como mi dama de compañía permanente, esto significa que cielos, que risa-, la pequeña Puquet tendrá que pasar la noche en mis aposentos. Para mi señora madre le ha asignado a la Señora viuda del Mariscal Chaternat, dama que ha servido al Cardenal Massorino y que está encantada de servir a nuestra familia en estas vacaciones.
Debéis de saber que no he olvidado en Roma el encantador libro que me habéis regalado, no os apenéis, que ha sido de lo mas gustoso su lectura, junto con mi señora de compañía, doña Ana de Pantoja, quien ha venido con nosotros desde Roma, quien casi todas las tardes, me lee los picantes y divertidos relatos de tan maravillosa lectura, me refiero, como sin duda recordaréis, a la novela de "Las Divertidas aventuras, de Don Vergonio de la Pija Eyaculante y sus dos escuderos, los hermanos Bolas Peludas".
Condesa, como hemos reído y disfrutado tan gratos relatos, tanto así que he querido y pedido a la pequeña dama Puquet que transcriba literalmente para Usted el capítulo titulado "La Historia de la Rica Putina Princesa Caritina y los cuarenta vergones", historia de lo mas emocionante, de aventura zagas y extraños encantamientos, los mas de los cuales dejan pasmados a todos los lectores (como seguramente disfrutara vuestra señoría), en donde no, no quiero quitar gusto a tan sustancioso relato, pero permítame dar un pequeño adelanto- en donde, repito, una bella Princesa egipcia, hija de un gran visir, ha decidido salir disfrazada de simple cortesana del harem en donde la guarda su padre, para ir en busca de la gran PIJA dorada, que es como lo indica el autor, mágica-, encontrando en el camino con cuarenta vergones, que son los tradicionales hombres del desierto, para convertirse en su líder .
Perdonad mi exaltación, pero como podéis ver, el relato absorbe y transporta al lector a hermosas alcobas donde grandes esclavos negros, con vergas bamboleantes hasta las rodillas, son gratamente masturbados por odaliscas de ojos moros seductores, hasta lograr impacientes y abundantes eyaculadas que son recibidas en hermosas copas de oro y llevadas directamente a los labios de la cruel y hermosa hechicera Makaldufa, quien con extraños ritos y hábiles artes diabólicas
Como hemos reído su servidora junto con doña Ana de Pantoja con tales y fantasiosos relatos, y sobre todo, de la mirada de asombro y el rubor que afecta a la pequeña Catalina de Puquet al escuchar dichos cuentos! Tanto así que hemos hecho una pequeña y deliciosa broma a la señorita Puquet en la noche, ¿queréis escucharla?;
Esta región es famosa por sus sabrosos salchichones y mortadelas, de todo tipo, aderezados con refinamiento, siendo muy conocido el salchichón "Verga de machi", de dureza y elasticidad que por su nombre, ¡podéis muy bien imaginar con que parte del cuerpo masculino tiene gran parecido!, el cual es, amen de apetitoso por su vista varonil, de sabor fuerte, recio y de olor fresco y penetrante. Pues bien, he pedido a doña Ana de Pantoja que consiguiese (y no sabéis que cara me ha costado la travesura) un gran trozo de "verga de machi", que fuese mas grueso y largo de lo que habitualmente se consigue en el pequeño poblado a dos "lances de piedra" de la propiedad. Doña Ana, diligentemente ha conseguido un gran y tremendo trozo de esta rica "verga de machi" que nos ha puesto a ambas a temblar y dudar por un momento de la broma a nuestra pequeña "víctima", Catalina de Puquet (que por lo demás nos ha perdonado esta deliciosa travesura, después del susto inicial) y estuvimos a punto de gozar juntas con este rico platillo, firme, tieso y grande.
Pues bien, la historia es esta; Hemos engañado a la pequeña Catalina Puquet, haciéndole creer que a espaldas de mi señor padre y señora madre yo tendría una visita galante esa noche en mis propios aposentos, todo esto con el consentimiento pecaminoso de doña Ana de Pantoja. Podéis imaginar la cara de asombro, susto, vergüenza y desaprobación que ha puesto la señorita Puquet al escuchar tal desatino! Pues bien, aguantando nuestras risas (que no eran pocas), hemos obligado a la señorita Puquet ha guardar un silencio de cómplices ante esta deshonesta visita. Yo me he visto encantada de actuar como una "femme fatale" y me he colocado la pequeña pieza de prenda íntima que ahora se usa tan de moda en Paris, la creación de la Baronesa de Tangué, que sin cubrir, oculta; sin mostrar, revela; sin provocar, excita; y sin violentar, viola (seguramente su señoría conoce bien esta nueva prenda que causa furor en los salones parisienses, conocida como Tanga, en honor a su creadora).
Podéis imaginar la expresión consternada y de susto de la pequeña Puquet al ver todos nuestros "preparativos" para esa gran noche, a lo largo de la cual no ha dejado de amonestarme y recomendarme vencer mis "impuros deseos" y consagrar la noche a rezos y plegarias.
Continúo la historia, pues bien, llegada la media noche, doña Ana de Pantoja, disfrazada de mancebo, con un albornoz oscuro, una capa de terciopelo negro y un gran sombrero de ancha ala, con unos simpáticos bigotes realizados a escondidas con bisutería de una capa vieja de mi señor padre, ha entrado en mis aposentos en donde nos encontrábamos la pequeña señorita Puquet y yo en camisones de noche, en donde yo me he encargado de alabar las grandes virtudes amatorias de mi supuesto mancebo, ante los ojos y oídos desorbitados de la Puquet, siendo que a no saber yo que todo esto es una dulce y maliciosa broma, yo misma me hubiese sorprendido de ver a doña Ana de Pantoja, tan en su papel de "burlador de doncellas". Siendo que las dos damas estando en la cama y nuestro apuesto doncel al centro de la habitación, se ha desarrollado el siguiente diálogo:
(Doña Ana (Burlador)): -Aquí me tenéis, hermosa dueña de mi vida, afrontando los piélagos del destino, llego aquí, anhelante de pasión y vuestros brazos!
(Yo misma): -Bravo caballero!, Doblemente bravo por vuestra osadía al venir hasta aquí y por el triunfo de vuestros esfuerzos, heme aquí, esperando recibir de tan bravo caballero la prueba de vuestro amor
(Doña Ana (Burlador)): - Mi pasión crece hasta no poder mas contenerla en mi interior, ansioso de llenar vuestra persona de mi hondo sentir, cual la Láctea emanación con que el valiente Parsifal inundó la cueva de la sin par hermosa Caprichina.
(Yo misma): - Amado mío, ansió ya ver la refulgente belleza de vuestro sentir y entregarme a ser atravesada por la dureza de vuestro amor, que como lanza fulgurante lance incontables chorros de caliente pasión al interior de mi mas sagrada persona
Y diciendo este diálogo (previamente discutido con Doña Ana de Pantoja), el personaje varonil que interpretaba Doña Ana, saca con parsimonia teatral del jubón que le cubre las partes nobles, el extremo del salchichón "verga di machi", que en ese momento, con la escasa iluminación y gracias a la imaginación sobre-sensibilizada que habíamos logrado crear en nuestra pequeña Catalina de Puquet, nos ha parecido a los ojos de las tres, una auténtica, saludable y gigantesca verga de mancebo, con brillo y gotas reales en la punta que Doña Ana cuidadosamente colocó con los afeites de maquillaje de mi señora madre.
Al ver semejante verga (salchichón) bambolearse como badajo de campana fuera del jubón del supuesto mancebo, con mas de un codo de largo y con el grosor de un salchichón español, casi estuve a punto de olvidar mi parlamento y arrojarme a lamer tan deliciosa imitación de una pija (tan brutal y grande, que las verdaderas pijas deberían de ser la imitación de ese extremo salchichón tan bien formado, con su color, textura, peso, forma, rigidez e incluso olor, que lo han hecho tan bien merecedor de su nombre).
Bien, tragando saliva, en forma teatral, como un poco real, debido a lo inmersa que estaba en mi papel, dije dirigiendo mi vista hacía la punta grande y aparentemente bien lubricada de la pija que se encontraba a escasos pasos de nuestros rostros, mientras la pequeña Catalina Puquet no podía ni siquiera parpadear ni mucho menos hablar ante semejante vista, así que dije;
(Yo misma): - -Oh, amado mío!, ¿Acaso mi rostro no os resulta ya hermoso? ¿Acaso el pequeño y travieso Eros no ha querido heriros con su saeta de pasión esta noche? ¿Por qué veo vuestra hombría disminuida, cual si en vez de una amada compañera, vuestro deseo se comportase de manera como el viejo oso prefiere apacentar en su cálido refugio y no salir a cazar con pasión y brutalidad como el joven león? ¿Es acaso que mi amor ya no mella en vuestro deseo? ¿Por qué la lanza de vuestra pasión, ahora se observa como un modesto puñal florentino?
(Doña Ana (Burlador)):- Amada mía, ardo en vergüenza ante tu justa pregunta, mi báculo de placer ahora se encuentra notoriamente reducido, debido a un vergonzoso malestar que me ha dado por ingerir alimentos no bien cuidados en la cocina del palacio. He querido mostraros en mi persona en este hermoso y discreto encuentro, porque el amor que siento es inmenso, mas en esta noche, me acomete un padecimiento que me llena de vergüenza confesaros, mas debo de partir en este momento, ya que mi cuerpo urge de liberar una carga. Por esa razón es que mi lanza se encuentra apenas si a la mitad de su normal valía.
Al terminar de decir esto, ambas (Yo y Doña Ana de Pantoja), hicimos un "suspenso" teatral, para disfrutar mas con la broma que esperábamos causar a la pequeña Catalina Puquet, pero al voltear a mirarla y esperar romper en risas por su rostro e impresión, encontramos algo mas; La pequeña Catalina Puquet se había desmayado .
Como delicioso colofón a tan extraordinaria aventura, hemos hecho creer a nuestra pequeña y tontuela Puquet que tal mancebo existe, que lo visto fue real y que dicho mancebo quedó prendado de los atributos de Catalina Puquet. He agregado un toque personal y de delicioso refinamiento a esta historia, le he dicho a Puquet, que nuestro "mancebo" es un noble caballerito de la región y que temeroso de su rechazo, no se atreve a presentarse formalmente ante ella, pero que suspira todas las noches y dirige su lanza a las estrellas anhelando poder ponerla a los pies (y otras partes del cuerpo) de la encantadora Catalina Puquet.
¡Podéis imaginar con que dedicación y atención observa Catalina ahora a los jóvenes de la comarca!
Con mil besos ardientes, quedo de Usted.
Su servidora. Carolina Rodríguez Colorado.
Villa de Putiers, Milán, Italia.