Carta de una sumisa

Sabes que soy tuya, sabes que mis límites prácticamente han desparecido. Cuando llegue a ti era una absoluta novata asustadiza que apenas había probado nada en el sexo.

CARTA DE UNA SUMISA

Amo Ricard, te escribo esta carta a sabiendas de que tu no me lo has pedido y con ello este atrevimiento mío provoque a tu rechazo. Si merezco un castigo por ello entonces será un castigo merecido.

Tanto tus beneplácitos como tus castigos los recibo con la misma y verdadera predisposición (eso creo) así que continuaré escribiéndote esta carta arriesgándome a que te importune. No me importará que me castigues por ello. Porque necesito tus castigos para ser superior a lo que actualmente soy aunque siempre inferior a lo que tu deseas que sea. Quiero ser mejor que todas tus anteriores sumisas. Tu mejor sumisa. Utiliza tus castigos como mejor desees, eso me ayuda a aprender, a conocerte. Llevo mucho tiempo sirviéndote pero apenas he aprendido nada de ti, aunque he aprendido mucho de mi, de mis limites. Ahora se que NO significa NO. Y de que BIEN significa BIEN.

Ahora se lo que es el dolor, conozco la recompensa, conozco la humillación y me has acercado al cielo. He sido abrazada por tus brazos y aunque no ha sucedido en muchas ocasiones creo que han sido los mejores momentos de mi vida. Sabes que soy tuya, sabes que mis límites prácticamente han desparecido aunque siguen ahí, latentes. Cuando llegue a ti era una absoluta novata asustadiza que apenas había probado nada en el sexo. Tú me demostraste que el sexo no es lo más importante y no obstante deseo complacerte sexualmente en todo cuanto desees.

Mi sexo y mi culo se abren ahora mismo solo con recordar todo lo que has hecho con ellos, lo que has metido dentro de ellos. Mi lengua roza ahora mis labios intentando recuperar el sabor de mi sangre, de tu semen. Mi castigo y tu recompensa. Aun recuerdo la primera vez que, estando atada a la cama, comenzaste a azotarme suave y rítmicamente, velocidades e intensidades que me hacían retorcer de dolor y placer. Entonces fue cuando metiste por primera vez tu pene en mi culo.

Nunca nadie había hecho eso antes y creo que de no haberte conocido nunca hubiese dejado que nadie lo hiciese. Mis nalgas estaban enrojecidas, en algunos puntos la carne había saltado en forma de diminutas heridas y había sangre. Me dolía terriblemente y creía morir pero entonces tu besaste mis heridas y me sentí la mujer mas afortunada de este mundo, incluso cuando tus dedos se introdujeron en mi ano continúe sintiéndome la mujer mas afortunada de este mundo. No me avisaste, simplemente diste un ultimo beso a mis nalgas, te colocaste tras de mi y me penetraste analmente. Yo simplemente apreté los dientes e intenté aguantar lo máximo posible sin soltar ni un solo quejido.

Quería demostrarte que podía ser la mejor sumisa del mundo. Solo habíamos tenido tres sesiones pero ya quería ser la mejor sumisa del mundo. La mejor sumisa de tu mundo. Porque tu mundo es mi mundo. Mi mundo anterior a ti carece de importancia. Las 24 horas del día pienso en ti, en como servirte mejor. En como hacer que disfrutes mejor con mi cuerpo. En ocasiones he pensado que he nacido solo para servirte. Me gustaría que fuese así. No se si lo conseguiré. Pero continuaré esforzándome. Continuare apretando los dientes y bebiendo todo cuanto quieras depositar en mi boca.

Continuaré recibiendo tus castigos sin quejarme y permaneceré atada durante horas sin moverme solo si a ti te apetece. Sin cuestionarme si eres un buen o mal amo. Porque eres mi amo. Y eso me basta. Ahora mismo mi culo y mi coño están abiertos pensando en que mañana vendrás a casa. Haré todo cuanto se me ordene y si al final quieres utilizar cualquiera de mis agujeros para tu placer entonces sabré que esta carta no te ha ofendido.

Porque te quiero y quiero servirte. Siempre tuya. Tu fiel sumisa.