Carta de un amiguito peludo
Relato no erótico, dedicado a mi pequeño amigo Michi, mi bigotón hermoso, ojala hubiera podido salvarte. Dedicado a todas las mascotas del mundo.
Relato no erótico, dedicado a mi pequeño amigo michi, mi bigotón hermoso, ojala hubiera podido salvarte.
Este relato es de la vida real. Pido perdón si suena cruel o muy triste, pero lo escribí a horas de enterrar a mi mascota.
Para todas las mascotas y animales del mundo
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Carta de un amiguito peludo
¿Mi primer recuerdo?… recuerdo sentir un calor húmedo sobre mi pelo, luego algo rasposo pasando sobre mi piel, no podía ver nada, solo escuchaba sonidos y maullidos extraños. Recuerdo que yo también maullaba porque me sentía solo, al rato escucho otros maullidos iguales a los míos, algo que tomaba mi cuello y me levantaba en el aire, no sabía lo que era, solo que me gustaba el calor y su olor, era reconfortante y moviéndome entre esos otros bultitos que olían igual, que chocaban conmigo y a veces se subían sobre mí, hallaba un botoncito que me daba comida.
Recuerdo despertar sobresaltado por un ruido fuerte, mis hermanitos también despertaron, y ese bulto grande que nos daba calor se levantó y se fue, dejándonos solos. El ruido aumentaba, se oían unos “maullidos” extraños que no entendía y sentí que algo se acercaba, mis hermanitos y yo nos asustamos pero escuchamos a mamá maullar feliz. Los nuevos maullidos se acercaron a nosotros y uno por uno fuimos tomados por una cosa extraña con uñas y sin pelo y que tenía un olor extraño, no me gustaba. Nos llevaron a otro sitio dejándonos en un rincón del suelo donde mamá llegó y se acostó con nosotros. Al rato un sonido animal nos despertó de nuevo pero mamá siempre estuvo con nosotros.
Un día abrí mis ojos. Me costaba moverme, lo primero que vi fue otros gatitos, reconocí sus olores y supuse eran mis hermanos, vi otro bulto grande, peludo, con un olor reconfortante. Era mamá. Su pelaje blanco, una voz muy suavecita, nos lamía y nos limpiaba. Ya estábamos familiarizados con los ruidos estridentes, eran casi todos los días y reconocíamos esos olores nuevos y sus voces. Ese día los vi por primera vez. Unos animales mucho más grandes que mamá, muy altos, que caminaban solo en dos patas, siempre llegaban en las mañanas a ponernos en una cesta en un rincón y en la noche se iban y nos dejaban sueltos. Recuerdo que dos de ellos tenían una voz extraña y distinta a la de los demás. Pero lo que más escuchaba era “Harina” y “Pan”, y los veía moverse con rapidez llevando cosas muy grandes que metían en un aparato grotesco, volvían todo un desastre y salían todos manchados de un polvo blanco y luego se paraban frente a un monstruo con una boca enorme de la cual salía mucho calor y fuego. Ese monstruo siempre despertaba en las mañanas y a mis hermanitos y a mí nos daba mucho miedo, no nos acercábamos a él hasta que se dormía en la noche.
Aprendí a correr y jugar dentro de ese local cuyos amos llamaban panadería, comprendí que mamá quería mucho a esos animales de dos patas, por lo que yo también les tomé confianza, en especial a dos de ellos que siempre llegaban en la tarde. No eran iguales, pero tenían el mismo olor. Uno se quedaba fuera y el otro entraba al lugar de las máquinas, se encargaba de llevar afuera esas cosas que salían del monstruo de fuego. Nos trataba con cariño a mí y mis hermanos, y en la noche nos liberaba de la cesta antes de irse.
Un día mamá dejó de darnos alimento. Se iba enojada cuando intentábamos morder sus botones, hambrientos fuimos a comer lo mismo que mamá. ¡Qué rico!, era sabroso pero había poco, mis hermanos y yo jugábamos a quién comía más y nos correteábamos con la comida haciendo tropezar a los animales de dos patas que luego se levantaban enojados. Un día empezaron a entrar unos animales “dos patas” desconocidos, y cuando se iban lo hacían llevándose a un hermano mío. Así pasaron los días hasta que una noche sin darme cuenta, me quedé solito, era el único gatico blanco que se parecía a mamá, el más calladito, no me gustaba maullar mucho, pero esa noche extrañé mucho a mis hermanos, y solito en el rincón empecé a llorar. Uno de los amos se acercó y me callé, me quedé mirándolo y él a mí, llamó a su compañero y cuando estuvieron hablando sentí que olían igual, entendí que también eran hermanos, se veían felices, yo también me sentí feliz y el amo llamado “Irvic” me tomó y mirándome a los ojos, me abrazó y me hizo cariñito en mi cabecita, y quise formar parte de esa manada, me llevaron con ellos, pero hasta ese día vi al monstruo de fuego y a mamá.
En casa de mis nuevos amos, todo era diferente, no había el monstruo de fuego ni esas máquinas estruendosas, pero el piso era más frío y fuera de ella una parte rugosa y otra con hierba y tierra. Recuerdo llegar cansado y buscar un lugar donde dormirme, y entré al sitio donde mis nuevos amos dormían, había una mesita oscura y cálida que tenía encima una caja que alumbraba y sonaba, me metí debajo de ella y me quedé dormido.
Al día siguiente me recibió en sus brazos mi ama, por su olor supe que era la mamá de mis dos amos, se llamaba Iris, y me cargaba y besaba y me hacía cosquillitas que me gustaban, mis amos me daban de comer algo llamado sardinas, muy ricas. Recuerdo que afuera vivía otro animal que mis amos llamaban “perro” o Escoty, y otros gatos más grandes, uno negro al que mis amos llamaban “Kuro” o “Félix”, y otro marrón llamado “Panda”. Jugaba con Kuro y Panda, pero un después de un tiempo dejé de jugar con ellos porque empezaron a jugar muy fuerte y se hacían daño, llegaban gatos desconocidos y armaban escándalo con ellos y entraban heridos, mis amos los atendían y los curaban.
Así pasó el tiempo, mis amos me llamaban “Rey”, y a veces nos llamaban a todos por “Misu”, crecí más y aprendí a trepar por el árbol de palma y a saltar por las ventanas, a jugar y perseguir a Kuro y Panda, mis amos dijeron que mi pelo estaba cambiando y de blanco pasó a gris atigrado, y un día que mi amo “Andrés” me apuntaba con una cajita negra rectangular, se fijó que me estaba saliendo una mancha en mi frente.
-¡Irvic, ven a ver esto!- gritó mi amo, y al rato llegó este con mi ama, y fijándose en la foto y cargándome, vieron que la mancha era igual a una “M”, mi amo Irvic empezó a reír y a decirme “Magín Michi”, como el Magín Boo de Dragón Ball, a partir de ese día la mancha creció más y esto hizo que mi nombre quedara en “MICHI”.
Recuerdo jugar todos los días con mis amiguitos gatos, y descansar acostado al lado del perro, aunque era muy grande y a veces me daba miedo, en especial cuando él comía porque se ponía bravo. Pasó el tiempo y cumplí mi primer añito. Un día quise jugar con el perro, y mis amos me acompañaban, pero notaba que le hablaban y el no respondía, solo caminaba y no volteaba hasta que mis amos lo tocaban y él se levantaba y respondía. Un día los escuché: “está muy viejito mamá, tiene trece años ya, aparte de las cataratas se quedó sordo”. Lo llevaban en el carro a algo llamado veterinario, y lo traían con un tratamiento. Un día salieron en la mañana, yo soy un gatico casero, no salgo mucho, incluso a veces me cambio de cama y siempre duermo con mis amos. Llegaron en la tarde, y pude notar que al bajar del carro fueron a ver a Escoty.
-Está durmiendo amo- pensé dentro de mí, mientras veía cómo todos lo acariciaban y empezaban a llorar, yo veía dormir a mi amigo perro. Mi amo Irvic lo cargó y junto con Andrés se fueron en el carro y llegaron en la noche, pero Escoty no estaba con ellos.
Los días pasaban, yo me aburría, no tenía a mi amigo perro y Kuro y Panda vivían peleando con los gatos vecinos, mis amos estaban tristes, podía sentirlo, y trataba de juntarme con ellos. Me acostaba en su cama y buscaba su calor, su ánimo se levantaba, mi ama Iris me hacía cariño, Andrés me hacía jugar a “cazarlo” y el reía esquivándome y mi amo Irvic, como tiene un poco de barriga, me dejaba acostarme en ella y yo lo masajeaba con mis patas delanteras tratando de acomodar esa “cama” de grasa para acostarme, cuando no tenía camisa no me dejaba porque decía que le clavaba las uñas y se enojaba, entonces me tomaba y me acostaba al lado de él hasta que me dormía.
Una madrugada de diciembre del 2019 mi ama se levantó gritando, todos nos despertamos y fuimos a verla, decía que le dolía mucho algo por dentro, mis amos estuvieron trabajando todo el día anterior reparando el carro y por suerte estuvo listo, se fueron. Y no los volví a ver por unos días. Llegaban vecinas a darnos comida y agua, pero mis amos no llegaban. Hasta que un día al fin aparecieron, mi ama estaba muy mal pero se alegró al verme.
-¡Ay Michi mi amor, hola!-me dijo, yo como lo calladito que soy no le respondí, sólo me frotaba contra ella, sentía su calor. Mis amos me cargaron y al fin me sentía contento, estaban otra vez conmigo. Pero no podía acercarme a mi ama, quería hacerlo porque la veía triste pero decían que no era bueno, que estaba enferma. Mi amo Irvic comenzó a quedarse más seguido en la casa y Andrés es el que se iba todos los días. Pero mi ama empezó a mejorar y pronto pude estar con ella haciéndole compañía.
Pasó un año, corría para allá y para acá, jugaba en el patio, trepaba la palma y me subía al techo de la casa en las mañanas para tomar los primeros rayos del sol. Llegaron dos animales nuevos llamados “morrocoy”, pero jugar con ellos es aburrido, no corren y son muy lentos, entonces me acostaba bajo la sombra y los veía moverse poco a poco, comían y se iban de nuevo. Kuro estaba muy peleón, un día mis amos lo llevaron al veterinario porque chocó contra la puerta huyendo de una pelea. Tenía una oreja gigante por el golpe, al volver los amos le hacían un tratamiento que no le gustaba, pero la oreja le fue bajando, aunque le quedó arrugada para siempre.
Un día Kuro salió, mientras los amos estaban fuera, y al volver lo llamaron y no vino, yo esperaba al lado de ellos mientras nos daban la comida. Salían a buscarlo todos los días y llevaban comida, pero no apareció más nunca.
Así pasaron dos años, convirtiéndome en el favorito de la casa. Me consentían, solo llegaba y me abrazaban, yo no maullaba, casi nunca lo hacía, solo cuando me iban a dar de comer. Mis amos dicen que tengo un maullido muy pero muy suave, que casi ni se escucha, que es igual al de mi mamá la gata de la panadería. Más nunca sentí ese olor, al parecer ya no trabajaban allá. La gente y los vecinos me tratan bien y me hacen cariño, yo me dejo acariciar por todos. No les tengo miedo A veces el amo sale hasta la esquina y yo lo acompaño y vuelvo con él.
En estos días mi ama empezó a recibir un tratamiento que la ponía muy débil, mis amos salían a hacer diligencias y le tocaba estar sola unos momentos, ese tiempo yo lo aprovechaba para estar con ella, me dormía en su cama, o la vigilaba acostado en una sillita que tiene en su cuarto. Me pongo juguetón y un poco ladrón, a veces cuando se duerme trepo y saco comida que ella deja en el plato, me ha pillado en ocasiones y me regañan jajaja.
Hace 4 días empecé a sentir algo extraño, pero no lo dije porque soy muy callado, valiente y noble. Tengo que ser fuerte para proteger a mi ama. Ella habla y dice que los gastos de su enfermedad son muy fuertes, y por falta de dinero fue cambiando su dieta y por ende la mía. Aunque me gustaba comer el arroz con pellejo de pollo que me daban, era más sabroso que las sardinas…
Me sentí sin hambre y con calor, salí en la madrugada mientras dormían y me acosté en el jardín me dormí ahí hasta la mañana, al rato me dieron ganas de orinar y fui a mi lugar, hice mi hoyo y me puse, pero no salió nada. No le di importancia y volví a acostarme, mi amo Andrés salió a trabajar y mi amo Irvic a buscar las medicinas de mi ama. Yo como siempre me fui a dormir con ella. Tenía una molestia en mi interior, pero no le di importancia, como me pasaba a veces y la naturaleza me enseñó, salí a comer un poquito de grama en el jardín y volví de nuevo a dormir, en la tarde mi ama me cargó para darme cariño y por primera vez en mis tres años de vida, maullé. Algo me dolió.
-Michi mi amor ¿qué tienes?- me preguntó, pero la molestia estaba ahí, las acaricias que siempre me hacían esa vez no me gustaban. Me molestaban un poco. Mi ama llamó a mi amo y el llegó, viendo que estaba un poco pal, me dio agua, pero no quise, y tampoco comer. Estaba atado de manos en ese momento, no hay transporte y el carro se dañó hace tiempo, gracias a una vecina localizaron el teléfono de una fundación, pero funcionaba al día siguiente. Me estaba sintiendo mal, pero por mis características no lloraba, solo si me tocaban mucho. En la noche llegó una vecina y me tocó descubriendo una bolita en mi vientre.
-Ay este gatico esta obstruido -dijo
Estuvieron cuadrando qué hacer conmigo. A la mañana siguiente mis amos me llevaron en un bolsito hacia el sitio que les dijeron. Era la primera vez que salía a la calle en toda mi vida. No conocía el sitio ni esa caja enorme donde mis amos entraron y estaba repleto de animales “dos patas” muchos olores y uno de ellos gritando:
-“¡Terminal, Bolívar!”
Llegamos al lugar, nunca había visto algo así, muchos animales con sus amos. Pero no me importaba, solo quería salir del bolso y recostarme en el suelo, me sentía mejor al hacerlo. Mis amos hablaron con otra gente y me pasaron a una sala donde habían más personas, pero me trataban con cuidado y como yo no le huyo a la gente me dejé hacer, pero me asusté cuando una cosa vibradora tocó mi barriga y me quitaba los pelito de mi vientre. Vi a mi amo a los ojos y el vino y me acarició diciéndome tranquilo. Al rato sentí cómo esas personas me tomaban de las patas y me pasaban algo con líquido en mi vientre.
-Sí, lo que pensamos, tiene la vesícula obstruida -dijo una.
-¿Pero qué hay qué hacer en este caso? -preguntó mi amo.
-Bueno está muy delicado, su hígado sufrió también, y debemos operarlo, sin garantía de que mejore.
Mi amo me vio a los ojos, y por primera vez lo vi botar lágrimas.
-Háganme un presupuesto por favor.
-Bueno con el eco y la consulta más la operación, son 102 dólares, hay que hospitalizarlo, si lo dejas te condonamos el eco y la consulta y pagas 80.
-Dios mío. Son como cuatrocientos millones en bolívares, una tontería. Y no los tenemos, ¿no hay alguna otra fundación que ayude?, mi madre tiene cáncer. Y todo lo que nos queda es para ella.
Yo solo veía a mi amo llorar, luego llamó a su madre y le explicó, yo mientras tanto me moví hasta un rinconcito oscuro y me acosté. Me sentí más seguro.
Al rato llegó un médico que hizo firmar a mi amo una hoja, le perdonaron todo, pero me fui con él, no sin antes un remedio que me regaló una doctora, eso me dolió mucho, sentí un punzón en mi piel y luego un dolor que me quemó, chillé de nuevo.
Afuera mi amo Andrés esperaba, salimos y vi en su cara que estaban tristes. Caminaban y hablaban por su teléfono con gente que trataba de ayudarme. Pero ya no aguantaba. Me molestaba estar en el bolsito, y trataba de salirme del bolso y acostarme en el suelo. Así estuve un trayecto hasta que mis amos me dejaron descansar a la sombra un rato. Yo sabía que algo no estaba bien, intenté orinar otra vez y no pude, al hacerlo mis amos decidieron caminar más rápido hasta un ambulatorio veterinario que estaba más o menos cerca, me cargaban en brazos, caminaban un poco y cuando me revolvía me recostaban en el suelo. Así me llevaron hasta que llegamos, por la cuarentena estaba cerrado.
Mis amos se abrazaron e Irvic intentó ocultar las lágrimas, Andrés intentando disimular salió a comprar comida rápido para la casa. No había más que pudieran hacer. Por el camino los escuché planear, en que al llegar uno se quedaría y el otro saldría a comprar algo llamado “sonda”, pero se derrumbaron al encontrarse cerrado el lugar. Mi amo Irvic reventó a llorar mientras me recostaba en la grama y caí tendido de largo a largo. Unas personas me vieron y me confundieron con un gato que habían perdido, luego se dieron cuenta que yo no era ese gato. Al ratico llegó Andrés y nos fuimos a casa.
El trayecto fue infernal. Hacía mucho calor y me deshidrataba, pero al mismo tiempo no comía ni tomaba líquidos por la obstrucción. Mis amos intentaban alimentarme como fuera mientras buscaban ayuda. Cada dos horas me mojaban el hocico y me inyectaban hidratación en mi lomo evitando el exceso por no poder orinar. De vez en cuando me levantaba yo solo y trataba de hacerlo pero no me salía nada.
Así llegó la noche, la electricidad se fue y todo quedó a oscuras. Por mi silencio salí al jardín, mi amo no sabía y pensó que me había ido, lo escuchaba llamarme y registrar todo, hasta que empezó a llorar al verme, estaba cerca pero la oscuridad me ocultaba. ”Coño Michi no me hagas esa vaina papi, no te me pierdas vale” decía él acostándose a mi lado en el suelo, él debía inyectarme solución de a poco subcutánea para tratar de asimilar líquido, cada vez que lo hacía lloraba y me pedía perdón. A las dos horas llegó la luz, la vecina se comunicaba con mi amo y gestionaba ayudas, nos fuimos a dormir, pero no podía hacerlo en las camas, me molestaba y sentía que mis amos se preocupaban. Me salí a media noche, mi amo me buscó y me metió de nuevo. Pero yo no quería. Hice el ademán de salir por la ventana, pero no tuve fuerzas y me caí. Miré a mi amo a los ojos y con esa misma mirada de tres años atrás, el entendió lo que quería, y llorando abrió la puerta para dejarme salir y me dijo:
-Perdóname Michi.
A partir de aquí me refiero a ustedes mis amos.
Amo, te vi llorar y quise tocarte, pero me dolía mucho cerraste la puerta y me dijiste:
-Michi, se fuerte papi. Mañana te llevamos.
Pero me dolía mucho. Caminé hasta el jardín de los morrocoyes y me acosté, me gustó un poco el frío de la noche, vi las estrellas y me dormí.
Desperté al día siguiente. El sol me golpeó y tú abriste la puerta, -“Michi, ven papi” – me dijiste, pero yo no me movía, me cargaste y me metiste a casa, recuerdo estar el día esperando, adentro, me paraba para tratar de orinar, no se conseguía la sonda. La señora te decía que había alguien interesado en mí, pero el tiempo pasaba. Ya caminaba poco, y solo me cambiaba de lado a lado. Debía orinar. Vi que te pusiste a buscar cómo ayudarme y yo sólo te veía, buscando en esa caja encontraste auxilios para gatos. Y guiándote trataste de meterme un catéter pequeño y me hiciste masajes, pero nada. Me tocaste cuando sentí el catéter me moví, pero solo salió un gorgoteo de mi garganta. Ya mi suave maullido no salía. Soltaste el yelco y abrazándome en el suelo lloraste conmigo. Yo sólo te veía y no sabía cómo ayudarte.
Vi llegar a una señora y tomarme una foto y un video, lego a mi ama ya llorando al extremo de pedir si alguien tenía la inyección. No sé qué era eso, pero dijo que no quería verme sufrir así. Ya a las 6:30 de la tarde, la señora que te ayudaba llegó diciendo que ya me venían a buscar para operarme, que una doctora se había ofrecido, que vieron que yo era un guerrero porque no quería irme pues todo ese tiempo aguante. Te vi feliz, a mi ama también, y yo también me contenté, me llamaron y en respuesta moví mi cola. La señora dijo:
-Waoo, que guerrerito, quiere vivir, Irvic prepárate rápido que viene la médico a llevárselo.
Corriste al baño. Te diste el baño más rápido que te vi amo, desde que te conozco, saliste a vestirte, y yo decía:
-“Mi amo está contento, tanto que yo también me siento contento, ya ni siquiera me duele tanto, es más, siento que ya no me duele nada. Soy un gato guerrero.
Pero viniste a recogerme para salir y al levantarme del suelo, ya no controlaba mi cuerpecito.
-Michi, papi, ven que vamos al médico ya está listo -Me dijiste.
Pero mi respuesta fue, dejar en mi rostro, aquella mirada de cuando te vi por primera vez Irvic, tres años atrás, en esa panadería.
-Mamá
-¿Qué, qué paso?
-Murió, me bañé, me vestí, vine por él, y se me fue mamá, Michi se me murió.
-Michi, párate mi amor, anda ya vienen por ti papi, mi amor.
Empezaste a llorar amo, ya no sentía mi cuerpo, pero te veía a través de mis ojos, te dejaste caer al suelo, y acunándome como siempre en tus brazos, viste mis ojitos azules, y luego sentí tus manos, esas manos que me recogieron cuando bebé, cerrando mis ojitos.
Esperaste a mi amo Andrés, a mí me envolviste en una camisita de él y te acostaste conmigo en la sala. Mi ama iris me cantaba esa canción de siempre cada vez que me acercaba a ella. Mi mayor recuerdo:
Michi, el gato
el único único gato.
Michi, el gato
¡el único único gato!
Michi…
Ya para la noche llegó Andrés, y todos lloraron, pero me sentí tranquilo al saber que todos se unieron más por mí, que me recordaban por mis travesuras, por mi “M” en la frente, por mis ojitos azules, y mi maullido mudo. No necesité hablarles, sólo verlos para demostrarles que los amaba, que son mi vida, y que desde donde éste, los cuidaré por siempre.
Amo, no estés triste, aunque hayas enterrado mi cuerpecito en el patio, mi espíritu siempre estará en cada pared de la casa, en las marcas de la mata de palma, en la esquina de tu cama, en la sillita del cuarto, en cada gato que veas en una panadería, en el olor del pan y en la canción que me cantaba mamá. Ya en la noche llegó Andresito, y terminó de taparme en mi nueva morada. Me gusta este sitio, fresco y lleno de hierba.
Michi.
Y yo a ti, Michi, mi Magín Michi, mi pequeño, te doy las gracias por tu compañía, por tus alegrías, por rus rasguños, y por tu mirada, esa hermosa mirada que no eran solo tus ojos, sino ventanas al ama, el alma más pura de alguien, que no necesita de palabras para demostrar su amor, simplemente le basta, con estar ahí a tu lado. Un ser vivo, que forma un vínculo con un humano, una mascota es un animalito que sin hablarte, está dispuesto a regalarte el tiempo de su vida, solo para que seas feliz.
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Soy Irvic E. Fernandez C., y esto es para ustedes, Michi, Escoty, Rey, Pulgoso, Gatúbela, Kuro, Panda, y todos los animales que pasaron por la vida de alguien en algún momento de su vida, que vinieron fue a regalarte un pedacito de su felicidad y su vida, a cambio de una simple sonrisa y una caricia.
También pido perdón a algún animalito o persona a la que haya hecho mal en algún momento de mi vida, sin querer. Bien sabe que uno siempre se pregunta, el por qué los animales duran tan poco.
PD: Esto también va para los morrocoyes, a lo mejor, estos pequeños “dinosaurios” son los únicos que sí vivirán hasta después que nosotros nos hayamos ido de este mundo.
El relato tambien se subió a wattpad, con imagenes.
Gracias... Michi.