Carta de mi esposa

Si la causa es buena, pues me sumo a ella, aquí tienen mi humilde aporte que, más que mío, es de mi esposa; fue ella quien la escribió y yo solo le pedí autorización para enviarla a TR. Espero que el contenido les sirva para reflexionar sobre la forma en la que, los seres humanos, deberíamos enfrentar nuestras diferencias.

En vista de haber surgido una Causa en pro de tener una página en TR, con relatos no eróticos, he decidido compartir con ustedes esta carta, fue escrita por mi esposa y dirigida a la comunidad de la iglesia a la cual asistíamos para ese entonces.

Lamentablemente, los motivos que la inspiraron, fueron los hechos acaecidos en Venezuela el 11 de Abril de 2002; no entraré a analizar quien tuvo o tiene la razón, antes por el contrario, considero que la razón se pierde en el preciso instante cuando cae la primera gota de sangre.

Debo aclarar, que en mi opinión personal, no es necesario crear "una página", de contenido no erótico en Todorelatos, me parece que con la categoría Otros Textos, basta y sobra para que podamos publicar cualquier material, esto no creo que deba explicarlo ni defenderlo ante nadie, la experiencia me dice que es así y otras publicaciones que he hecho en esta categoría, avalan tal afirmación; a continuación, el texto en cuestión.

A todos mis hermanos:

Después de los cruentos acontecimientos de los días 11, 12 y 13 pasados, y luego de una semana de llamados al diálogo y la reconciliación, hoy vemos con asombro que la actitud de muchos de los responsables de tan abominables hechos no ha cambiado en absoluto.

Lo más triste de esto es que a algunos de los cristianos que asistimos a esta iglesia no nos está llegando el clamor general; casi podría decirse que algunos hermanos no han tomado conciencia de la magnitud del drama que nos tocó vivir.

El domingo pasado hubo personas que felicitaron a otras sin darse cuenta que la sangre de muchos inocentes de ambos bandos era motivo de vergüenza para cualquier cristiano y de oprobio para el País en general; después de la bendición y despedida; vivimos una experiencia tan desagradable que es necesario que se comente, no con ánimo de condenar, pero si con la intención de llamar a la reflexión. Mientras algunas personas le expresabamos solidaridad a un miembro de nuestra comunidad que se encontraba en estado de desesperación, otra persona se acercó a llenar de temor y desasosiego a su afligida alma con el rumor de que esa misma tarde llegaría Fidel Castro a "raspar" a todos los que habían manifestado. Que nadie busque en la cara del que tiene al lado una expresión de culpa o remordimiento; busquemos en nuestro interior y tal vez encontraremos la cuota de responsabilidad que tenemos en todo lo que aconteció. Tal vez como cristianos, debimos tener más participación y menos beligerancia.

Como laica no estoy dispuesta a cerrar la boca en función de una reconciliación con pies de barro. Creo que llegó la hora de que abramos la boca para decirle a las partes en conflicto, que no estamos dispuestos a pagar con la sangre del pueblo, las diferencias que ninguno de los enfrentados ha sido capaz de resolver por la vía pacífica y con la madurez política que demandan nuestros tiempos. La misma Iglesia, nuestra Iglesia, ha demostrado una vez más el inmenso cisma que vive desde sus inicios, una parte ha tomado partido por el pueblo humilde y otra por los poderosos grupos que conforman la oposición.

Hermanos, si no estamos dispuestos a ser protagonistas del proceso de reconciliación que como cristianos estamos llamados a emprender y defender con la mayor fuerza; entonces, por lo menos, no seamos factor de discordia y desesperación en nuestra comunidad.

De lo contrario, en lugar de recibir el Pan de Vida de manos del Padre Giovanni y los ministros que lo ayudan, estaremos masticando los despojos de un Cristo muerto que no nos sirve para nada.

"amaos los unos a los otros como yo los he amado"; ese fue el único mandamiento que nos dejó Jesús Resucitado.

Hermanos, quien ama no destruye; quien ama perdona setenta veces siete si fuera necesario; quien ama con espíritu cristiano, lo demuestra en todos los ámbitos donde se desenvuelve y antepone el mandato de Cristo a los temores y diferencias.

Vivamos entonces la paz mas allá de los cuarenta minutos o una hora que dura la eucaristía.

NO MAS VIOLENCIA, NO MAS RENCOR, NO MAS RUMORES, NO MAS SAQUEO, NI MUERTES, NI INTOLERANCIA. PERO SOBRE TODO, BASTA DE APATÍA Y DE SILENCIO POR PARTE DEL LAICADO.

Lo anterior es un llamado a la reflexión que quise leer el pasado Domingo 20 de Abril movida por el amor que siento por todos los miembros de la comunidad, pero fui llamada a guardar silencio igual que lo fue mi esposo el domingo 14 por "una orden del Episcopado"; pero parece que esa orden solo las respetamos algunos pues en la homilía de ese mismo domingo, se dijo, refiriéndose claramente a los opositores, que "la esperanza no puede morir en cuarenta y ocho horas" dejando de lado a los que sintieron cuarenta y ocho horas antes, que le habían matado la esperanza y que esos también son cristianos, que también son hermanos y que son amados por Dios, de la misma forma como ama a quienes se oponen a este gobierno; para mayor vergüenza, ahora se rumorea en presencia de las autoridades de la iglesia, que "hay barcos de guerra norteamericanos esperando para intervenir..." y lo peor es que a eso no se le pone freno.

Por eso ya no puedo seguir callada, porque Jesús no le pidió permiso al Sanedrín para decir la verdad.

AQUÍ IBA EL NOMBRE DE LA AUTORA, (me pidió suprimirlo y lo hago por respeto a su voluntad, dejando constancia con esto, que no es de mi autoría)