Carta a un amigo
Entonces ella levantó su falda larga lentamente hasta la altura de sus rodillas, subiendo las piernas hasta apoyar los pies uno a cada lado encima del sofá, quedando con las piernas abiertas
CARTA A UN AMIGO
Querido amigo:
El sábado por la mañana estuve en tu casa y tu no estabas, me recibió tu mujer con toda la hospitalidad que tú me habrías dado, pero siento enormemente que no estuvieras, ya que lo pasamos estupendamente. Hacía tiempo que no nos veíamos y tu esposa me invitó a una copa, charlamos de los tiempos pasados largo rato, me dijo que estabas trabajando mucho, incluso los sábados.
Tu mujer está preciosa, para ella no pasa el tiempo, vestía una falda larga hasta los tobillos y un TOP color fresa que la hacía irresistible, me senté a su lado en el sofá mientras hablábamos la rodeé con mis manos por su cintura inocentemente, entonces ella paró de hablar y me dio un beso en los labios, en ese momento estuve a punto de abalanzarme sobre ella pero pensé en ti, pensé en lo mucho que a ti te gustaría estar presente en este momento y me reprimí, sin embargo ella continuó, me puso la mano sobre mi bragueta pero me levanté y me senté en la butaca de enfrente.
Tu mujer puso cara de malicia y dijo:
¿Es que no te gusto?
Claro que sí, pero es que no está tu marido ...... y ......
Entonces ella levantó su falda larga lentamente hasta la altura de sus rodillas, subiendo las piernas hasta apoyar los pies uno a cada lado encima del sofá, quedando con las piernas abiertas y mostrándo con una sonrisa maliciosa el tanga blanco que apenas le cubría su chochito. Te tengo que decir que estaba maravillosa con el pelo a la cara, y los labios rojos. Empezó a tocarse por encima de la minúscula braguita recorriendo el dibujo que deja su rajita en la tela, como invitándome a que haga algo, movía las piernas separando y juntando las rodillas en un juego que ocultaba y dejaba ver su braguita.
Yo estaba boquiabierto, como atontado, mirando fijamente a tu hermosa mujer que me mostraba sus encantos ocultos por una tenue tela. Apartó lentamente con un dedo la braguita y con dos dedos abrió aquella hermosa flor adornada con un vello rizado y negro, con los labios vaginales carnosos y un agujero rosado y húmedo. Empezó a jugar con sus dedos recorriendo la rajita de arriba abajo mostrándome aquel botón que tiene en la parte superior de su vagina, un clítoris rosado del tamaño de un guisante asomaba de entre los labios de vagina, mientras ella me miraba a la cara invitándome a mirar el espectáculo.
Al cabo de unos minutos yo tenia el pene totalmente erecto apretándome el interior del pantalón, me acomodé en el sillón y me bajé los pantalones quedándome solo con el slip, empecé a acariciar mi pene por encima del calzoncillo mirando a tu mujer masturbarse para mí, me saque por un costado del slip el pene liberándolo del agobio que padecía y se quedó plantado mirando al techo, mejor dicho a la lámpara que tu tienes en el salón, con la mano empecé a acariciarlo subiendo y bajando la piel que cubre el capullo lentamente mientras tu mujer, mirándome, se metía los dos dedos de una mano dentro de su vagina y con la otra manejaba su hinchado clítoris.
Sin soltar palabra nos masturbamos durante un rato mirándonos mutuamente, entonces se oyó un ruido que venía de la puerta de entrada del jardín. De un salto me subí el pantalón, intentando embutirme aquel trozo de carne tiesa en su interior, mientras tu mujer de un golpe se bajó la falda. Nos quedamos con las caras acaloradas mirándonos, tu mujer reaccionó:
¿Quién está ahí?
Tas un largo silencio
¡Soy yo tía!
Se oyó desde detrás de la puerta, entonces tu mujer se levantó rápidamente, se fue hacia el lugar de donde venía el ruido y abrió la puerta, detrás estaba tu sobrino que nos estaba espiando desde el pasillo por la rendija de la puerta, terminando de cerrar la bragueta, lo acompañó cogido de la mano hasta el salón, se notaba que el muchacho se había metido rápidamente su pene aún tieso dentro de la bermuda a juzgar por el bulto que marcaba el pantalón, ponía cara de haberle pillado con la mano en la masa, como a nosotros, pero su objetivo se había cumplido parcialmente a juzgar por la mancha que llevaba en el pantalón justo en la bragueta.
Tu mujer lo tranquilizó y lo sentó en el sofá junto a ella. He de decirte que tu sobrino ha crecido mucho para los 16 años que tiene, se ha convertido en un apuesto muchacho, algo tímido, pero de buen aspecto, tu mujer intentó consolarlo poniéndole la mano sobre sus testículos
¿Que le pasa a mi niño,......... se ha calentado mirándonos?, ..........¿te duele aquí?,............. ¿quieres que te cure?.
El muchacho asintió con la cabeza con timidez, tu esposa le bajó los pantalones pirata hasta los tobillos sacando al exterior un pene de un tamaño bueno, sin ser exagerado, de color blanco-rosado y un capullo rosa fuerte casi morado, en la punta asomaba aun una gota de líquido espeso que tu mujer untó por todo el capullo con la yema del dedo, posteriormente se arrodilló de cara a tu sobrino y aplicando la lengua en el frenillo empezó a lamer la punta del capullo. Con una mano se subía la falda por detrás dejándome ver su culo perfecto con las piernas abiertas, por los lados del hilo del tanga asomaba su agujero del culo y el inicio de la raja de su chochito, con los dedos tu mujer se abrió la puerta de la vagina levantando el culo y arqueando la espalda para mostrármela mejor mientas chupaba la polla de aquel muchacho inexperto, que tenia los ojos totalmente desorbitados por el placer de la mamada.
Me volví a bajar los pantalones, el slip y luego toda la ropa, permanecí sentado, acariciándome el pene con la mano, mirando el espectáculo que me ofrecía tu mujer y tu sobrino, no pude mas y me levanté del sofá para acercarme a mirar aquel culo de cerca, me puse a unos pocos centímetros de el, le bajé la falda hasta los pies y luego le arranqué el tanga de un tirón, con las dos manos le abrí los glúteos para mirar de cerca el chochito y el agujero del ano, tenia la rajita totalmente mojada por los flujos, le puse el dedo en la raja bajando hasta el clítoris y apliqué la lengua sobre el agujerito de su culo bajando la lengua por la raja y volviendo a subir hasta su ano sucesivamente, tu mujer gemía como podía con aquel falo metido en la boca.
Tu mujer se levantó, soltando el pene de tu sobrino de la boca y arrodillándose sobre el sofá se colocó a horcajadas sobre el muchacho, su vagina justo encima sobre su pene, intentando metérselo dentro de la vagina, cogiéndolo con la mano para encaminarlo. Yo estaba sentado en el suelo junto al sofá, la visión era privilegiada, el pene se introducía poco a poco en el interior de su vagina, tu mujer ayudaba bajando el culo apretando poco a poco sentándose sobre tu sobrino.
Nada mas clavárselo todo dentro el muchacho dio un grito, no duró ni un segundo mas, estremeciéndose anunció una corrida, entonces tu mujer se levantó súbitamente desclavándose el pene que se quedó entre sus nalgas soltando dos chorros de leche espesa seguidos que untaron toda la raja de su culo, el pene se balanceó, bajó hasta la horizontal subió con fuerza soltando cinco chorros mas de esperma que fueron a parar al suelo y al sofá porque me aparté, si no me hubieran dado en la cara. El muchacho se quedó exhausto con el pene flácido sobre el sofá, pero tu mujer seguía a horcajadas sobre él, yo no la dejé bajar y empecé a acariciarle la vagina por detrás hasta llegar al clítoris llevándola hasta el máximo de excitación a juzgar por lo levantado que ponía el culo para dejarme acceder con comodidad a sus lugares húmedos. El muchacho estaba debajo de ella inmóvil sin decir nada aguantándola sobre él, ella mantenía una postura que llamaba a ser follada, sacando el culo hacia fuera y no pude aguantar más.
Me levanté y coloqué mi glande contra la abertura de la vagina de tu esposa que agachaba la espalda para ofrecerme su agujero abierto y lentamente se la metí hasta el fondo, tenia el chocho calentito y húmedo, lentamente empecé a sacarla y a meterla con suavidad y lentitud hasta lo más profundo de su chochito, con la mano por delante busqué entre el pubis su clítoris que estaba abultado en extremo, lo acaricié con un masajeo insistente hasta que noté que se apretaba a mí suspirando y con la respiración entrecortada, entonces empecé a bombear mas fuerte y a masturbar su clítoris con mas velocidad.
Nuestros movimientos se juntaron y aquello se convirtió en un frenesí en el que follábamos los dos, intentando fundirnos en un solo movimiento, yo bombeaba fuertemente y tu mujer movía el culo adelante y hacia atrás contra mi polla erguida. Ella empezó a gritar apretando sus músculos vaginales contra mi pene corriéndose con mi polla dentro.
Yo no pude aguantar mas, de mis testículos empezó a subir como una descarga eléctrica que recorría mi polla lanzando chorros de esperma en el interior de su vagina, mientras yo empujaba con mi cuerpo, levantándola mas de un palmo sobre el sofá, una y otra vez, al ritmo de las eyaculaciones que golpeaban con presión en el interior de su vagina.
Me quedé derretido sobre la espalda de tu mujer unos segundos, con el pene dentro de su chochito que chorreaba semen por todas partes sobre el sofá, derramando las gotas sobrantes de leche que no cabían en el interior de su vagina.
Fue una lastima que no estuvieras en casa el sábado, te hubiera gustado ver el espectáculo desde la butaca, masturbándote mientras nos follamos a tu preciosa y santa esposa.