Carta a tu sexualidad

Te muestro en esta declaración de intenciones lo que quiero hacerte, resumido para no hacerte hervir antes de tiempo.

Da igual a la hora que leas esto, el día que lo leas, el mensaje no cambiará. Ansío tu piel como un preso la libertad, ansío agarrarte del cuello, pegarte a la pared del portal y besarte como lo he hecho tantas veces. Desearía poder bajar los besos a tu delicado cuello tras oler tus ganas en cada jadeo. Entre cada caricia de mis labios, mordería los tuyos. Dejaría marcas rojizas de mi camino descendente, por tu clavícula, por tus pechos, hasta tu vientre. Dejaría un rastro de saliva en espiral hasta tu ombligo y bajaría con la lengua pegada a tu vientre hasta bajarte la ropa interior con los dientes. Me da igual que nos vean.

Cogerte del cuello, pegarte a una pared, acariciar y besar tu piel, repetir el proceso hasta que chorrees, no separar la boca más de dos centímetros de tu cuerpo. Atarte con mi cinturón, amordazarte con tus bragas, sumergirme en tu mar.

En el bar dejaría mi mano cerca de tus piernas, acariciando tu muslo, tu zona lumbar, mientras nos liamos, mientras hablamos con nuestros acompañantes. Hasta que me agarres de cualquier parte y me metas a la fuerza en el baño, desnudándote y dejando que recorra tus inmensas piernas a besos hasta llegar a tu coño. Ambos sabemos lo que pasaría. Te comería con hambre, con ganas animales, mientras tu te esfuerzas un poco para que no te escuchen en todo el local, ¿que más nos da? Que se queden calientes de escuchar como disfrutas de mi lengua y mis manos.

Beberé de tu río sin ser capaz de saciarme, en cualquier lugar. Derretiremos las sábanas, los hielos durarán demasiado poco sobre tu fantástica piel. Te demostraré la magia que mi cuerpo es capaz de hacer. Brillarás de sudor, de excitación, arderás de pasión mientras buceo entre tus piernas.

Y cuando ambos hayamos disfrutado, cuando yo te haya devorado enterita y tu hayas saciado tu sed, empezará el baile. Bien atada, para que no puedas moverte, empezaría por besarte el cuello, la oreja, el labio inferior, mordiendolo hasta no poder más. Y saltaría al otro extremo, besando lentamente, subiendo muy despacio por tus piernas para desesperarte, llegando a tu cintura, besando y lamiendo la humedad de tus ingles sin llegar a rozar tu coño más que con el aliento. Subiría por tu vientre, me entretendría en tus pechos y terminaría en el cuello. Mientras, tu coño pediría a gritos que me lo comiese, pero no le daría demasiado tiempo de rogar. No habrá hielo suficiente en el Ártico para calmar el ardor de tu cuerpo. Te haré sufrir, rogarme y lamentar el haberme conocido, te haré gemir a cada segundo, hasta dejarte afónica.

Te torturaré yendo lento al tocar tu cintura, desesperándote al acercarme a tu río sin llegar a tocarlo. Voy a hacerte gritar, y por mucho que gima en tu oído “ama”, serás tu la que me ruegue todo lo que quieres que te haga. Voy a mantenerte caliente durante las horas suficientes como para que, tras tu último orgasmo, no seas capaz ni de recordar tu nombre.

Intentaré las veces que haga falta el lograr que tu ‘squirt’ llene mi cara y mi boca, te haré correrte a chorros en mi lengua, en mis dedos, en mis labios, no te daré tregua, respirarás lo justo, cuando yo te lo permita, o sufrirás mis azotes. Y no quieres que te pegue… ¿o sí?

Te haré sufrir cogiéndote por la cintura no muy fuerte, por ejemplo, en mitad de una calle de Madrid, pegándote a una pared, frotándote el coño y susurrándote al oído, bien pegadito a ti, que tan pronto como pueda pienso devorarte hasta que te tiemblen las pestañas. Y siempre cumplo. Te pondré muy perra y te arrepentirás no haber decidido ser tu quien manda.

Y cuando conozca tus puntos débiles… no podrás escapar, porque te haré sufrir, te pondré incandescente y te dejaré con las ganas. Te correrás porque yo te lo permito, te basturbarás porque yo quiero, y cuando estallases en tu lengua te miraría a los ojos para que fueses consciente de que lo has podido hacer porque yo te he dejado hacerlo.

Oiré tu respiración en el oído mientras me cabalgas, mientras mi mano acosa tu coño y mi polla se pierde dentro de ti. Y a la mañana siguiente te despertaré con la cara entre las piernas, bebiéndote con ansias. Pero no será mi lengua lo que te haga abrir los ojos, sino un hielo fundiéndose en el calor de tu entrepierna. Y no contenta con eso, te esforzarías en sacarme después los gemidos de tu nombre.. Querrás hacerme gritar, gemiremos a la vez sin dejar de bailar sobre las húmedas y calientes sábanas.

Encadenaremos los gemidos con las corridas y los orgasmos, de una boca a la otra, de tus pechos a mi lengua, con gritos saliendo desde nuestras gargantas del placer que nos damos. Tú me arrancas un gemido, yo te consigo un ‘squirt’ sin dejar de comerte el clítoris y masturbándote a la vez.

Y si decides venir sin bragas cuando quedemos, no me darás otra opción que comprobarlo aunque sea en medio de la calle, para hacerte llegar a casa temblando y con el calentón de tu vida. Y una vez en ella, cerraré la puerta con tu cuerpo, mientras te embisto con ganas; y tus manos atadas en mi espalda, tu arañándome y gimiendo, yo penetrándote y besándote el cuello.

No he dejado de pensar en tus esbeltas piernas y en como quiero recorrerlas, necesito comerte el coño, y que esto te sirva como un aviso de que te tengo muchísimas ganas y de que estoy deseando sumergirme en ti.

Ataré tus muñecas con mi cinturón, silenciaré tus gemidos con la mano o con la boca, secaré el mar de tu entrepierna de tanto beber, gemiré en tu oído buscando que te corras sobre mi cintura, sobre mi polla. No te daré tregua, jugaré con tu cuerpo hasta que se sumen las horas con los dedos de las dos manos, da igual a que hora o que día leas esto, voy a ir a por ti, a hacerte gozar con nuestros cuerpos, chiquilla.