Carta a J. (Carta 05)
Siento el deseo de poder verte esta noche y compartirla contigo. Estoy sola en mi habitación, en la cama que he deshecho una y mil veces abandonada al placer de pensarte...
Siento el deseo de poder verte esta noche y compartirla contigo. Estoy sola en mi habitación, en la cama que he deshecho una y mil veces abandonada al placer de pensarte.
Después de ducharme tras llegar de la oficina, ya ves que ilusa, me he puesto el conjunto de ropa interior de color cereza que compré para tí y que no me importó dejar que se mojara cuando aquella noche, en Águila R, me arrodillé junto a la bañera para enjabonarte mientras permanecías en ella sumergido, muy pendiente del efecto que el agua caliente había empezado a hacer en tu sexo...
Me tumbo boca arriba, contemplando mi cuerpo y observando como el guipur elástico del tejido recoge mis senos y la combinación perfecta de éste y la lycra, esconden mi pubis, mi sexo y mi culo, ciñéndose a la forma de mis pechos tersos, de mis glúteos firmes...
Miro mis piernas, la curva de mis pantorrillas, mis corvas suaves, hidratadas, mis muslos, mis pies con sus dedos largos, igualados, y empiezo a recordar como, sentado frente a mí en la cama, acariciabas mis talones, la planta de mis pies, lamiendo mis dedos, chupándolos con delicadeza y sensualidad mientras no dejabas de acariciar mis tobillos y contemplarme tumbada en la cama, desnuda para tí.
No he podido evitar acariciar la parte interna de mis muslos, mis ingles y rozo mi sexo por encima de mis bragas levemente empezando a excitarme, pero quiero disfrutar el momento, alargar al máximo estas sensaciones y abandono...
Levanto mis brazos y acaricio mi cabeza entrelazando los dedos de mis manos entre mi pelo desde mi frente hasta mi nuca. Percibo la suavidad de mis cabellos y el aroma de mi crema suavizante invade la habitación, mezclándose con el olor a limpio de mis sábanas.
Y vuelve otro recuerdo, pero esta vez de cuando estuvimos en Burgos... El de verme en la bañera mientras me contemplabas sentado en el baño tomándote un whisky, mirándome con deseo y lujuria. Yo misma lo preparé en un deseo de compartirlo contigo. Agua templada con espuma....., pero resultó que tu capricho era que sólo yo me sumergiera en la bañera. Tú querías disfrutar del momento de otra manera, a tu manera. Aún vestido con tu traje gris y tu camisa de color humo, con el vaso entre las manos, no le quitabas ojo a mis pechos que flotaban en el agua jabonosa mientras yo jugueteaba en el grifo con mis pies.
Acaricio la parte de atrás de mis orejas y voy bajando con una de mis manos por mi cuello, tocándolo con la yema de mis dedos y llego hasta uno de mis hombros, retiro el tirante del sujetador y sin quitarlo, masajeo mis senos sin a penas tocar mis pezones que, ya excitados, se muestran bajo el encaje. Dibujo el contorno de mis pechos con la yema de mis dedos índice y corazón y la uña de mi dedo gordo araña el pezón de mi seno izquierdo... me excito y en un intento de humedecer mi garganta que se ha secado, cierro mi boca y trago la saliva que ha ido acumulándose en ella. Continúo recorriendo mi cuerpo mientras presiono mi propio sexo apretando mis muslos y cruzando mis piernas. Me acaricio desde la axila hasta la cadera, parándome en mi cintura.... mmmmmm .... y mi piel se eriza, mis pezones se endurecen y la areola de mis pechos se oscurece al sentir el placer.
Abro y cierro mis piernas, las encojo y las estiro, empiezo a sentir como se va hinchando mi sexo.... pero no quiero tocarlo, porque siento que si lo hago, voy a correrme enseguida y aún no quiero hacerlo. Descanso de mis caricias e intento controlar el ritmo al que he llevado a mi corazón que late bombeando con fuerza y acelerado. Tomo aire por la nariz y la dejo escapar por mi boca en un soplido sobre mi pecho. El sudor que ha ido acumulándose en el canal de mis pechos se enfría y eso vuelve a erizarme la piel. Sí.... la piel de gallina, seguro que hasta has sonreído y te has estremecido al leer esto. Nadie como tú conoce como se eriza mi piel, cada poro, cada vello...
Me pongo boca abajo, cojo una de las almohadas y la coloco entre mis muslos, aprieto mi sexo contra ella y empiezo a moverme, levantando levemente mi culo, produciendo un vaivén con mis caderas. Y no puedo evitar pensar que eres tú quien está entre mis piernas, boca arriba, y que me he colocado encima tuya, restregando mi sexo contra uno de tus muslos mientras contemplo tu verga que empieza a excitarse.
Me siento mojada y utilizo mis dedos para extender esa humedad por la raja de mi culo pasando por mi ano y por todo mi sexo. Sus labios están ya hinchados y mi clítoris tan excitado que casi siento dolor al masajearlo. Lo hago como tú me enseñaste a hacerlo, con cuidado, describiendo círculos a su alrededor.
Seguro que recuerdas como yo ahora, el momento en el que tumbada en la cama, busqué la postura perfecta para que pudieras contemplarlo en toda su plenitud.... Íbamos a haber comprado una máquina de fotos de esas desechables, cosa que olvidamos, pero en ese momento yo lo recordé y quise situarme en la cama como si me fueras a retratar y abrí mis piernas mostrándote mi sexo, enseñándotelo para que, al menos, en tus pupilas, pudieras fotografiarlo.... Tu mano se fué derecha a mi pubis, y me lo acariciabas diciéndome cómo ibas a depilármelo... que si te voy a quitar por aquí, decías.... que si otro retoque por allá.... era como si en tu mente estuvieras diseñando el modelo perfecto de depilación para mi coñito...
Quieres saber cómo me lo mirabas?... Era como el que mira algo de su propiedad, mostrándose orgulloso de ello, como si de una obra de arte o de la pieza de la más exquisita colección se tratara y te recreabas en ello.... presumiendo de poseerlo, aunque tengo la sensación de que aún tienes dudas de si alguna vez te ha pertenecido... "no serás mía del todo hasta que yo pueda darte o entregarte a otro sin que cuestiones mi voluntad" dijiste una vez. Sabes? en el fondo, yo también tengo dudas de que si yo hubiera cedido a ello, tú hubieras sido capaz de entregarme a otro, de haber compartido mis tetitas, de haber visto a otro acariciando mi sexo haciéndome gritar.
Ni aún habiéndome entregado a otra, hubieras permitido que derrochara en ella las caricias destinadas a tí. Aunque sé que jamás lo vas a admitir, tu celo por mí te hubiera impedido hacerlo. Puede que pensarlo te excitara, pero de decirlo a hacerlo..... tu ego no hubiera permitido competencia alguna, ni masculina ni femenina. Siento como mi sexo se ha hinchado y uso mis manos pensando que son las tuyas que me acarician con mimo, separando mis labios, buscando mi clítoris entre ellos... Tienes unas manos sedosas, recuerdo su tacto, es como el de tus labios, tan fino, tan delicado, tan suave... y la forma de tus dedos, su tamaño... puedo sentir como mi vagina se ha abierto y meto mis dedos en ella, penetrándome, simulando que son tus dedos los que lo hacen. Y ahora recuerdo como aquella vez, tumbada boca abajo, tal y como estoy ahora, con solo los dedos de tus manos conseguiste llevarme hasta la cima, experimentando un placer increíble, un orgasmo intenso...
Recuerdo que cuando terminaste, hasta rebusqué entre las sábanas por si encontraba un algo, un no se qué.... me parecía imposible que hubieras hecho aquello solo con la pericia de los dedos de tus manos. Dedos expertos de todo un maestro consumado en el arte del placer, sabiendo dar sin esperar recibir, tomándote tu tiempo, recreándote en ello, disfrutando de mi propio placer, de mis gemidos, de las sacudidas de mi cuerpo, del temblor de mis piernas.... Artes de todo un experto amante.
Intento, quiero volver a sentir las sensaciones vividas en aquel momento y en mi papel de aprendiz, exploro mi sexo como tú lo hiciste entonces e introduzco un dedo más en el hueco de mi vagina. Me muevo levantando mi culo al penetrarme, alzando así mis caderas y consintiendo de esa manera que mis dedos lleguen a tocar el fondo de mis entrañas como tú lo hiciste...
No puedo aguantar más la excitación y me abandono a mi propio orgasmo, respiro profundamente y me corro... mmmmmmmmmm.... gimo y gimo hasta gritar de placer, como sé que te hubiera gustado oírme gritar.
Quedo exhausta sobre mi cama, jadeante, con la boca seca e intento controlar mi respiración para llevar los latidos de mi corazón a un ritmo lejos del cardiaco en el que casi me encuentro. Esto sigue siendo una locura. Pensarte y desearte como yo lo hago. Esta carta, aunque dirigida a tí, jamás va a llegarte. Desde hoy, no habrá más cartas, no que tú puedas leerlas. Cartas en las que puedas saber mi deseo y mis ganas de tí. Así lo has querido tú y así lo respetaré yo. Pero no por eso voy a dejar de desearte, de contarme y recordarme cuantos momentos de placer, escondidos, hemos compartido.