Carpe vita, carpe morte

Un relato que recomiendo leer mientras escuchan el requiem de Mozart o la cancion promise de Akira Yamaoka.

`` El hombre que lo inventó, no lo quiere.

El hombre que lo compró, no lo utiliza.

Y el hombre que lo usa, no lo sabe. ``

Aquí, impávido y sereno aguardo mi redención; en mi paz solemne e ininterrumpida soy el testimonio vivaz del suceso más seguro e inminente que la vida pueda proveer. Los hombres pasan sobre mí riendo, llorando o rezando quizá, uno que otro réquiem por los inertes. El sol, a mi pálida cara no ilumina ya, blanquecino rostro deformado irremediablemente por las manos del tiempo. Los lirios y jazmines ya no alegran mi nariz con sus dulces fragancias, como tampoco podre regalarle una de estas flores a mi amada Noelia; hermosa doncella por el altísimo llamada, por mi corazón enaltecida con fervor  y por sus lágrimas inocentes, mi pena purificada.

¡Ah! Cuanta ecuanimidad encuentro en este sosiego, he vivido las sensaciones y sentimientos dignos del hombre más feliz del mundo, y no me arrepiento. Ame como también odie, reí como también lloré, ayude y fui ayudado, brindé consuelo y fui también consolado, lastime como también alivié. Ya he jugado mis cartas sobre la mesa del destino. Y he bailado el vals de esta perra vida sin sentido que paradójicamente tiene un sentido cada día. Canté los sonetos de mis poemas con la voz del corazón, mismos poemas que se borraran como el viento borra las huellas sobre la arena o las olas que vienen y van. Hace frio… pero eso ya no me concierne. Así como la nieve de invierno cubre las flores marchitas, que, después brillaran en el natural y bello estetoscopio e la primavera, así mi paso por este mundo deja semillas y flores que en el futuro florecerán.

Solo y frio, en la oscuridad estoy durmiendo sin miedo ni dolor alguno, remembrando las cosas que hice y pude haber hecho. Mi existencia comparada con el universo se compara  solamente con un pequeño parpadeo, un escaso santiamén. Un punto pequeño en la inmensa pintura del infinito. Tanto ricos como pobres, asesinos y victimas, fuerte y débiles, sabios  e inexpertos, descansan sus penas y glorias junto conmigo. Todos reunidos en este lugar caminado por el olvido y vigilado celosamente por Azrael, nuestro guardián y protector.

Bendito sea el hombre que respete y siga las palabras de los años y las erudiciones de la experiencia, porque la sabiduría bañará su entendimiento. Y pobre del mortal que menosprecie y zahiera nuestro descanso, porque maldito será. La tierra vivo la tragará y a su estirpe maldecirán hasta que la eternidad conozca el fin.

ASI SEA