Caroline, mari y yo

Este es mi segundo relato, espero les guste; el relato anterior tuvo gran acogida espero que este, sino lo supera, por lo menos que llegue cerca. Besos.

CAROLINE, MARI Y YO

En su boca, penetraba mi dedito gordo del pie derecho, me hacía reír y salir lágrimas de tanta excitación; siempre sabía como hacerme llegar al cielo. Él era mi gran amante, mi enamorado, mi eterno novio; a quien he engañado, usado, estafado, robado, mentido, pero nunca he abandonado. Mi novio, sabe como hacerme sentir mujer, amada, víctima de la sexualidad más brutal, extrema y al mismo tiempo cariñosa y tierna.

Mi novio, ya descrito en mi relato anterior, me desea tanto como yo a él; creo que somos (ambos) una máquina sexual, que unida llegamos al clímax absoluto.

Su lengua, continua acariciando la punta de mi dedo, mientras toda su boca se adueña, poco a poco, de mi pie. Sin darme cuenta, me encuentro desnuda, su cuerpo (desnudo también), me excita, me enciende, me obliga a gemir sin entender muy bien la electricidad que llega hasta mi vagina, hasta el centro de mi sexo.

Deseo acabar, quiero gritar, estoy que me hago pis; él sabe como hacerme sentir su mujer. Es un maldito que entiende que lo amo y lo deseo; y, por eso, se burla de mí mientras me vuelve loca y me lleva a desmayar.

Ambos sabemos como enloquecernos mutuamente, entendemos las técnicas para hacer acabar al otro sin penetrar o ser penetrada. Mi novio, continua succionando pero ahora mi otro pie; sabe y está dispuesto a llevarme a otro orgasmo, es un pillo que me vuelve loca. Mientras disfruto de su lengua en mi dedo izquierdo, recuerdo aquel momento en que con mi amiga de la universidad, Marianella, fuimos de viaje por toda Europa, como regalo de nuestros padres por graduarnos con honores en la universidad.

Ambas, fuimos gozando de los lugares visitados; Portugal, España, Francia, Alemania, Holanda, Rumania, Hungría, hasta finalmente llegar a Reino Unido; pero en particular recuerdo aquella ocasión en Amsterdam, cuando nos vimos con una amiga que vive allá. Creo que nunca olvidaré aquel dramático, sensual y violento momento; fue tan inesperado e inusitado, que quedará en mi memoria mientras viva, y el cual les relato:

Cuando llegamos al Aeropuerto de Ámsterdam Schiphol, nos esperaba nuestra amiga Caroline (la "negra", como la llamábamos en el colegio), nos trasladamos en su carro hasta llegar a la hermosa ciudad. Marianella, alta como ninguna de nosotras y siempre tan seductora y amante de las cosas "tiernas", iba vestida como de catálogo, con abrigo blanco y gris, muy peludo, como si llevara liebres a su alrededor; tacones altos (que le encantaba), su cabello liso de un negro brillante y su piel rosada, hicieron siempre de ella, la reina en todos los lugares, ademas de ser dueña del sobrenombre "yegua" por sus piernas y nalgas tan duras, firmes y alta como sólo una mujer de su talante puede ser.

Caroline, de cabello rizado, de piel tan oscura como una sombra pero con brillante color, que emana sensualidad, belleza y dueña de unos labios tan gruesos que provoca besarle por siempre.

Las tres, nos quedamos en su casa; las tres, sin tener ataduras de pareja ni hijos, ni dependencia familiar ni nada parecido, nos sentamos a recordar tiempos de adolescencia tomando chocolate caliente, nuestra primera vez, el primer sexo oral, anal, hablamos de todo en medio de risas y asombros por relatos nuevos; eso nos llevó todo el día hasta llegar la noche.

Cercana, a la hora party, nos vestimos como mejor nos gusta, muy sensuales, Marianella, de traje ceñido a todo su cuerpo de color negro, con un bello collar que le regaló su novio en Caracas, y unos tacones altísimos, sin sostén y con un provocativo hilo dental, hizo de ella, la mas bella del grupo; Caroline, con falda muy corta de color blanca, un collar de conchas, con sandalias tipo playera (blancas también) y con sostén del mismo color y sin pantaletas, me hacía entender que no podía vestirme menos; así que, me puse un vestido rojo hasta las rodillas, con tacones altos y un cinturón dorado, junto con un collar de oro, regalado por mi papi; todo eso nos permitió convertirnos en el centro de atención de todos los sitios que visitamos.

Guiadas, por Caroline, fuimos a la Plaza Dam, y recorrimos su emblemático suelo y nos sentamos en los escalones blancos entorno al monumento. Nos paramos y nos dispusimos a disfrutar de la vida nocturna de Amterdam, la ciudad mas libre del mundo. Nos dirigimos a una discoteca sin nombre que funcionaba de manera casi clandestina; allí la música electrónica era el centro de todo; el éxtasis, las luces y otras drogas eran su manera de diversión.

Entramos y la gran diversidad de personas étnicas, nacionalidades, colores y religiones era enorme. Nos mezclamos entre la multitud y Caroline, nos presentó algunas amigas y amigos de ella; nos presentamos y comenzamos a tomarnos algunos tragos muy coloridos, continuamos conociéndonos y enseguida empezamos a intercambiar besos y caricias con las chicas y chicos amigos de la "negra".

Nos fuimos a otro lugar, pero más tranquilo, era un pub, un lugar donde se toma con tranquilidad y se inicia una mejor relación desde un primer encuentro (o por lo menos eso pensé yo). Las tres, nos despedimos de los amigos de la "negra", y nos dirigimos hacia el bar de un hotel cercano de donde estábamos, porque ya nos localizábamos muy lejos de la casa de Caroline, y resultaba muy tarde volver.

Nos sentamos en la barra, y Caroline, nos señaló tres chicos muy corpulentos para que les sedujéramos (o por lo menos yo pensé que esa era la única intención); así que fuimos hasta ellos y empezamos a besarlos sin ningún tipo de intercambio verbal; los sorprendimos, pero respondieron enseguida, no dudaron ni un instante y nos siguieron la corriente hasta meternos las manos hasta bien adentro, allá donde ni nuestros novios eran capaces de hacerlo públicamente.

En un momento, Marianella y yo, quedamos solas con los tres chicos, ebrias y sin darnos cuenta que la "negra" se ausentó por unos minutos; al poco rato volvió con las llaves de dos habitaciones informándonos que solo había una doble y una sencilla. Nos despedimos de los chicos y nos introducimos en el ascensor muertas de la risa, comentándonos de todo:

-Caroline, los volvimos locos, nunca había hecho tal cosa.

Dije yo con mucha picardía y asombro. Seguidamente, agregó Marianella:

-Pensé que acababa, los tipos esos saben meter mano, jajaja.

A lo que Caroline, sumó:

-Tranquilas chicas, vamos a descansar hoy acá y mañana nos despertamos cuando queramos.

A lo que respondimos ambas:

-Si, es verdad.

Entramos a las habitaciones, Marianella y yo íbamos a dormir juntas y Caroline, en la habitación contigua, unidas por una puerta.

Nos despedimos, cerramos la puerta y nos lanzamos sobre la cama.

De espaldas hacia mí, tumbada sobre la cama, podría verle ese perfecto culo a Mari, que se observa muy bien por el traje tan ceñido a su cuerpo, que pareciera que estuviera sin ropa. Mari, siempre se sentía orgullosa del gran tamaño de su culo, y a mí me volvía loca; la verdad es que siempre ha tenido un culo dotado de una hermosura sublime; redondito, sumamente duro, en muy buena forma. Como llevaba puesto el diminuto hilo, pareciera que estuviera desnuda frente a mí. Me acerqué más a ella para notar su calor y poder tocarla, mi mano se fue sola hacia su culito, metí la mano debajo del traje y alcancé a notar el calor emanado de entre sus nalgas; comencé a acariciarlo mientras olía su pelo negro, su cuello perfumado, y, mis pechos se fueron pegando a su espalda.

Al notarme pegada a ella giro un poco la cabeza y comencé a besar su cuello, mientras acariciaba su pelito con mi cara y seguía pasando suavemente la mano por dentro de su delicado y durito culo. Se volteó por completo me miró a los ojos con una sonrisa pícara y comenzó a desnudarse, mientras empecé a hacer lo mismo.

Sus ojos verdes, siempre tan bellos, me hipnotizaron, mientras empezó a abrazarme; no podía dejar de mirar sus ojos y sus labios, que parecían llamarme para comérmelos; pronto noté que ahora era su mano la que acariciaba mi culo mientras nos besábamos; besaba su carita, su boca, metía mi lengua dentro de su boca para jugar con la suya, la sacaba para lamerle los labios, y después era ella quien me daba lametones como una gatita (tan tierna como sólo ella puede serlo), haciendo que me excitara demasiado.

Se puso de rodillas sobre mí, con una rodilla a cada lado de mis caderas, y tenía una vista preciosa de sus pechos, redondos y firmes, más grandes que los míos; comenzó a acariciárselos, a apretarlos, pasaba los dedos por sus pezones que no tardaron en ponerse rígidos y fue bajando hacia mí sin dejar de mirarme a los ojos; puso sus senos sobre mi rostro y siguió bajando para que mi boca se tragara sus pezones

Mis manos acariciaban su espalda y comenzó a mover sus pechos sobre mi cara con un balanceo que me volvía loca; comencé a besar sus grandes "tetas", las hundía con mis dientes, pasaba los labios por toda su piel y luego me las comencé a comer con ansia, succionándolas hasta arrancarle el primer gemido. Recorrí sus senos con mi lengua y paraba en sus pezones para darles pequeños mordiscos, abría la boca todo lo que podía para meterme sus pechos dentro, las besaba, las mordisqueaba, me volvían loca; y pero la empezaba a hacer sentir que acababa.

En poco tiempo, fue bajando y comenzó a besarme de nuevo, sus pechos estaban ahora pisando los míos, y notaba como sus pezones se clavaban también; noté su sexo cerca del mío y abrí las piernas para darle paso abierto. Enseguida tenía mis manos acariciando su culito y su ombligo pegado al mío; comenzó a empujar contra mí mientras me comía la boquita, apretando su vagina contra la mía. Empecé a sentir como nuestros labios vaginales, empezaron a besarse; nos estábamos excitando muchísimo y comenzamos a empujarnos mutuamente contra nuestros sexos.

Mari, comenzó un movimiento rítmico empujando contra mi vagina, y yo agarré su culo con fuerza para hacerla empujar más fuerte contra mí, al mismo tiempo que notaba como rozaba su entrepierna contra la mía y sus pechos se apretaban contra los míos, haciendo que una especie de electricidad recorriera mis senos desde los pezones, y atravesara toda mi espalda.

Ese movimiento estaba volviéndome loca y me hacía gemir de placer; estaba tan caliente que le hice un gran arañazo a su culo y soltó un gemido sobre mi cara que me estremeció e hizo que me mojara más aún. Entonces fue bajando sin dejar de darme besitos por todo el cuerpo, pasando los labios por mis pechos, bajando hasta mi ombligo. Agarró y me apretó el culito; así que para facilitarle la tarea elevé mi pelvis y enseguida tuvo mi sexo delante de sus labios. Abrí mis piernas, con las rodillas mirando al techo; comenzó a besarme las piernas, los muslos; pasaba los labios por el contorno de mi vagina haciendo que me calentara más y más. Iba acercándose poco a poco a mi "rajita" y mis ganas de que me lo comiera aumentaban; yo estaba acariciando y apretando mis pechos cuando se decidió a hundir su boca entre mis piernas. Apenas pude ver su nariz escondida tras el sudor que emanaba mi cuerpo y caía hasta mi entrepierna.

Me dio unos besitos en mi clítoris y sacó la lengua para empezar a darme lametones largos y profundos; pasaba su lengua por toda mi "rajita", la saboreaba, la lamía sin parar; se abrió paso entre los labios de mi vagina y la maldita me metió la lengua todo lo que pudo; y, eso hizo que tuviera que cerrar los ojos mientras gemía de placer con un grito tan grande que Caroline, escuchó y abrió la puerta de la habitación de al lado, para conseguirnos a Mari, agarrándome, mi culito por abajo mientras empezaba a cogerme con la lengua con su boca muy abierta y su lengua entrando y saliendo de mi "coño"; cogiéndome sin parar y yo empujaba hacia abajo frotando mi "coñito" por su rostro; estaba gozando de lo lindo. La "negra" cerró la puerta y se dispuso a disfrutar de la escena frente así.

Mari, metió su dedo sobre mi sexo y tiró hacia arriba, mientras yo separaba más las piernas y gritaba de placer; y comenzó a frotar rápidamente mi clítoris; enloquecí por completo. Me puso lo más excitada posible y me mojaba más y más mientras daba lametones a mi clítoris, la bañaba en líquido vaginal y me rodeaba con los labios mientras me succionaba absolutamente todo. La muy maldita estaba jugando con mi clítoris y yo me reventaba y ya empezaban a temblarme las piernas; no pude contenerme y bajé la mano para friccionarme por encima el coño mientras ella me lo comía. Era una profesional, y cuando se percató que me venía un orgasmo, metió otro dedito clavándose en mi coño; lo metía mientras giraba la muñeca; entraba y salía sin parar, y no paraba de lamerme; cada vez lo metía y sacaba más deprisa y no podía contener mis gemidos y los movimientos de mi cadera; era cuestión de segundos en que me viniera. Entre gemidos y gritos no paraba de decirle que quería que me cogiera con fuerza, a lo que respondió metiéndome un tercer dedo, sumado a los tros dos que ya me estaba metiendo; no paraba de lamer mi coñito y meterme los dedos sin parar; cuando de repente empecé como a convulsionar, y estremecerme, y lancé un grito que me escucharon en todo el piso.

-Acabé -les dije a las dos-, acabé, no puedo más.

Caroline, se echó a reír y le picó el ojo a Mari. Yo con la respiración entrecortada no podía moverme y sonreí un poco. La "negra" continúo riendo y nos dijo a ambas:

-Les tengo una sorpresa, que bueno que ya están calientes -y abrió la puerta contigua a nuestra habitación-.

De repente, los tres tipos que estaban sentados en el bar y que nosotras los vacilamos besándolos y acariciándoles, salieron de la puerta que daba a la habitación de la "negra" y empezaron a entrar, uno a uno, a nuestra habitación, completamente desnudos.