Carolina y su hijo espía
Una mujer felizmente casada empieza a mostrar interés por los hábitos de su hijo tras espiarla en la ducha
Carolina salió de la ducha y comenzó a secarse con la toalla. Se percató de que la puerta del baño estaba entreabierta, lo que la sorprendió porque estaba segura de haberla cerrado, aunque no de haber puesto el seguro. Se acercó a la puerta y, asomando sólo la cabeza, miró por el pasillo, sólo apreciando que la luz de la habitación de su hijo, Martín, se filtraba por debajo de la puerta, lo que era raro, ya que se había ido a la cama hace bastante rato y le suponía dormido por las horas que eran. Cuando terminó de secarse se vistió con el camisón y se dirigió a su dormitorio pasando por la puerta de su hijo tratando de ser lo más silenciosa posible y no pudo evitar acercar la oreja a la puerta. Se oían jadeos muy débiles que sorprendieron a Carolina, tratando de adivinar a que se debían, aunque se formó una idea casi al instante. Una idea que se confirmó cuando los jadeos se aceleraron y se detuvieron en un gruñido.
Carolina fue a su dormitorio. Javier, su marido, estaba en la cama leyendo un libro y se acostó a su lado, cruzando los brazos y con expresión de disgusto. Javier ya conocía esa actitud y dejar que dijera lo que quería decir cuando quisiera, en lugar de preguntar, era lo más adecuado. Tras un par de minutos de silencio, Carolina dijo como para sí misma:
-Es que no me lo puedo creer…
Javier miró al techo y suspiró, y preguntó mientras trataba de seguir leyendo con un tono de resignación:
- ¿Qué ha pasado?
-Martín se estaba masturbando.
- ¿Cómo? ¿Delante de ti? ¿Cómo un exhibicionista?
-No, no, en su habitación. Se oía a través de la puerta.
-Ah, bueno. Llevará años haciéndolo. Si se le oía es que llevaría un buen calentón.
¿Cómo? ¿Te parece bien? - replicó Carolina
¿Pero qué…? ¿Te has convertido en tu abuela? ¿Me casé con una viajera del tiempo de hace dos siglos? ¿te crees que le van a salir pelos en las manos o que va a quedarse ciego o algo? - dijo Javier con un tono jocoso
-No, pero…
-Mira, es nuestro hijo, y un ser humano. Lo que es absurdo es juzgarle por un estándar ridículo y anticuado que nadie ha alcanzado nunca, ni es deseable que lo alcancen. Los seres humanos tienen necesidades sexuales, punto. Que se haga pajas no es sólo normal, si no deseable.
-No se…
-Mira, lo que les pasa a muchas madres es que consideran a sus hijos como querubines asexuales que están ahí para satisfacer sus impulsos maternales. Si quieres juzgarle en esos términos, cómprate un muñeco que sea siempre un bebé y ya está, pero él no tiene ningún problema. Hace lo que es normal y debe hacer.
¡Pero qué machista!
¿Machista? Sólo estoy emitiendo un juicio basándome en lo que se de la naturaleza humana y lo contradictorio entre lo que me estás diciendo y lo que todo el mundo sabe que es saludable.
¿Por qué siempre haces eso?
¿El qué?
-Tratar las cosas, a la gente y a las situaciones como si fueran un reloj o algo que desarmar y analizar fríamente.
-Ya sabes, somos simios con complejo de superioridad, no veo razón para pensar de otro modo-rio Javier-pero que sepa que mi amor por ti es la dopamina inundando mi cerebro, no hacen mi amor por ti menos real ni pasional- se acercó con una sonrisa a Carolina, que también sonreía y la besó en la boca.
-Ahora déjame seguir un poco con el libro. -dijo Javier.
La habitación quedó un par de minutos en silencio. Carolina estaba pensativa, hasta que finalmente murmuró:
-Incluso así, no se…
Javier resopló, apartó el libro y lo dejó en la mesita, se giró hacia Carolina, apoyando el codo en la almohada y el puño en el mentón, preguntando:
- ¿Qué pasa?
-Ya te lo he dicho…
-No, me refiero a que pasa de verdad
-Pues lo que te he dicho…
-No. ¿Quieres que te diga lo que creo que pasa?
-A ver…
-Que te ha puesto cachonda escuchar a tu hijo hacerse una paja
- Pero, ¿cómo puedes decir eso? ¡Qué soy su madre!
-A ver, analizamos un poco los hechos. Le has escuchado y has venido a la cama a indignarte ante algo que es perfectamente normal y sano. La única explicación que le encuentro es que te ha puesto cachonda, y que, en lugar de aceptarlo o corregirlo, has optado inconscientemente por negarlo y a la vez regodearte en el hecho al hablarlo conmigo.
¡Qué equivocado que estás!
¿Ah sí? Es normal y sano masturbarse, y más a su edad, ¿sí?
-S…Si- tuvo que replicar Carolina a regañadientes
-Y, sin embargo, aquí sigues con el tema. O es porque por un lado te ha excitado y por otro quieres negarlo ante ti misma, o no encuentro otra explicación. A ver, ¿cuál es tu explicación?
- ¡No lo quieres entender!
-Ya estamos…
-Mira dejemos el tema. ¡A dormir! - exclamó Carolina indignada, girándose y dando la espalda a Javier.
-Como quieras…- dijo Javier, apagando la luz de la mesita.
Carolina tardó mucho tiempo en conciliar el sueño.
Unos pocos días después en la cama, Carolina y Javier estaban en silencio. Ambos estaban leyendo. Carolina dejó el libro en su mesilla y se quedó mirando al techo. Finalmente, Carolina, como habiendo recogido coraje, dijo:
- ¿Recuerdas lo que hablamos el otro día de Martín?
Javier resopló, girando los ojos hacia el techo. Resignadamente dejó el libro y se giró hacia Carolina.
-A ver, ¿qué pasa?
-Que tenías razón, ¿vale?
Javier rio y dijo:
- ¿Y ya? ¿Ni unas disculpas ni nada por ser tan borde?
Carolina, con una media sonrisa, fingiendo brusquedad, dijo:
-Que sí. Que siempre tienes razón en todo. Perdón. Y que me conoces mejor que yo a mí misma. ¿Contento?
-Me vale-contestó Javier- ¿le has vuelto a oír?
- ¡Qué va! Lo que no te conté el otro día es que la puerta del baño estaba entreabierta y yo estaba segura de haberla cerrado. Y él tiene su propio baño, así que…
-Vamos que crees que se estaba pajeando pensando en su madre
-Pues sí.
-Normal
- ¿Te parece normal? - exclamó Carolina
-A ver, no es algo extraño. Si tuviera una hermana, se haría pajas también con ella…y con las chicas de su clase…y con sus profesoras…y con actrices…con cualquier estimulo que tenga cerca. Tú eres la presencia femenina más cercana, pues normal.
- ¿Tú lo hacías?
-Probablemente, a esa edad son demasiadas pajas para recordarlas todas. Alguna caería en su honor.
-Vaya…no me esperaba esa dimensión de la sexualidad masculina.
-Es normal, pero es una de esas cosas que no se van pregonando, supongo que es la razón de que las madres crean que no pasa, y que no es normal.
-Bueno, en cualquier caso, estos días he estado pasando en silencio por la puerta de su habitación por si era algo que no es normal, y no he oído nada, así que…
-Jajajaja-rió Javier- eso o significa nada. Seguramente se masturba todos los días y más de una vez. Los hombres a esa edad desarrollamos la capacidad de las pajas-ninja. Si le escuchaste ese día fue sólo porque estaría muy excitado y no pudo evitar hacer ruido, pero normalmente, ni te enterarías.
-Oh…
-Lo que quieres saber es si se hizo una paja pensando en ti, ¿no?
-Bueno…
-Ya, ya me imaginaba algo así.
-Es que están morboso, que no lo puedo evitar, casi me pego tortas a mí misma por pensarlo. ¿Crees que soy una mala madre?
-Cielo, no pasa nada. Los cuentos como Barba Azul, la caja de Pandora y otros muchos, ¿por qué crees que funcionan? Porque apelan a la curiosidad natural de romper las normas, de desobedecer el “no puedes hacer eso”. Cuando juntas eso con la sexualidad, pues pasan esas cosas. No te preocupes, porque cuanto más te obsesiones en que eres una mala madre o que no deberías pensar eso, será más fuerte. En cualquier caso, es bastante inocente.
- ¿Tú crees?
-Sí, y también puede que haya algo de saber que una mujer madura excita a un chico joven, por mucho que sea su hijo.
- ¡Oye! ¡Qué todavía soy joven!
-Ya sabes lo que quiero decir-dijo Javier con una sonrisa-. Lo que quiero decir es que tienes edad como para ser su madre…-Javier fingió darse cuenta de algo y exclamó- ¡Upppps! - y rio.
-No sé por qué, pero me excitó mucho.
-A ver, si lo que quieres es saber si eres una de las musas de sus pajas lo tienes fácil. Deja la puerta y la cortina abierta cuando te duches y luego compruebas.
- ¿No te parece mal?
-A ver, bien, bien, en el sentido de lo tradicional, no está. Y también hay un poco de instrumentalizar su sexualidad desbocada para tu provecho egoísta. Peeeeeero, ¿quién no hace eso a veces? No hace daño a nadie, porque las pajas se las va a hacer igual, si sacas un poco de excitación…pues eso que te llevas.
-Lo pensaré-dijo contenta Carolina, besando a Javier-. Gracias por ser tú
-De nada- dijo Javier, sonriendo sarcásticamente y volviendo a la lectura.
Carolina también volvió a su libro, aunque no podía concentrarse mucho en la lectura.
Tras unos pocos días, de noche, Carolina entró corriendo de puntillas y se metió en la cama, besó a Javier en la mejilla y dijo:
-Tenemos que hablar de lo de Martín.
- ¿Sabes? Empiezo a pensar que no confías en mí, si no en este dormitorio. Nos pasamos los días como si no hubieras dicho nada y cuando estás en la cama, sueltas la lengua.
-Bueno-sonrió Carolina- ya sabes. Es el sitio de la intimidad, aquí me siento cómoda de hablar de cosas que, de día, me horrorizaría hablar.
-Ya, bueno, ¿qué pasa?
- ¡Lo está haciendo por mí! - dijo como dando palmadas
-No sé, ¿no estás demasiado ilusionada por algo que debería estar “mal”? - dijo sonriendo Javier
¡Calla! Ya lo sé. No me hagas pensarlo demasiado- rio Carolina.
¿Cómo lo sabes?
-Bueno, al día siguiente de lo que me dijiste de dejar la puerta y la cortina abierta lo hice, me excitaba muchísimo la idea y, con muchos nervios lo hice. Pero por lo que sea, le vi que pasó como un rayo por delante de la puerta sin atreverse a mirar demasiado.
-Vaya
-Igual los siguientes dos días, pero al cuarto ya le pude ver por el rabillo del ojo, fingiendo no verle, se detuvo un poco más. Me pareció oír algo, pero no estoy segura, igual al día siguiente.
- ¿Y?
-Hoy pude ver por el rabillo que estaba en la puerta, y con la cabeza mirando hacia abajo me giré para que me viera de frente, masajeándome bien las tetas y bajando a la entrepierna lo más eróticamente que he podido durante un minuto o dos y luego he levantado la cabeza y he encontrado su mirada, le he sonreído y, con cara de susto, me ha dicho “¡Perdón!”, le he contestado “¿Por qué?” como si no supiera porque y se ha ido. Me he acercado a su puerta y se le oye muchísimo e ¡incluso me ha parecido oírle decir “mamá”!
-Ummmm, ¿no estás disfrutando demasiado con esto? -preguntó Javier
-Lo siento, ¿piensas que soy horrible por estar haciendo esto?
-No, no te juzgo, me preocupa que por impulso estés haciendo esto y luego te arrepientas.
-No…es que no lo puedo evitar…me da taaaaaanto morbo. ¿Crees que soy una loca pervertida?
Javier, viendo la vulnerabilidad que mostraba su tono, la abrazó y la besó en el hombro. Continuó:
-No, lo que digo es que quizás deberías dejar eso del exhibicionismo ante tu hijo por unos días para ganar perspectiva. Eso es todo. Ya has conseguido lo que querías saber en un principio, así que déjalo reposar un poco
-Ok, cielo. Estoy de acuerdo- dijo Carolina girándose, besando apasionadamente a Javier y colocándose encima de él-. Hagamos el amor.
Un mes pasó. Los primeros días dentro de la rutina más anodina, pero al quinto día Carolina empezó a mostrar más apetito sexual, lo que extrañó y satisfizo a Javier a partes iguales.
En realidad, no. Le satisfizo más que le extraño, razón por la que no quiso preguntar por temor a que remitiera ese furor. Pero finalmente, cuando la nueva rutina comenzó a asentarse, la curiosidad empezó a ganar peso.
Una noche, mientras Carolina se iba colocando encima de Javier para tener su ya sesión diaria de sexo, Javier preguntó:
- ¿Puedo preguntarte algo?
-Dime, cielo
-No sé si es porque me mantengo en forma y mis niveles de testosterona son altos, pero yo siempre he tenido más apetito sexual que tú, así que no es que me queje para nada de volver a los hábitos de recién casados en cuanto al sexo, pero ¿puedo saber a qué viene este repentino aumento de la lívido?
Carolina hizo un gesto como de dolor, se retiró de encima de Javier y se puso boca arriba en la cama con las manos entrecruzadas en el estómago.
-Es por Martín-dijo apenada
- ¿No habrá pasado algo?
-No, no. Dejé lo de la ducha el día que hablamos de ello. Pero el recuerdo de oírle, de saber que lo había provocado me consume durante muchas horas. Un fin de semana entré a despertarle con la excusa de que le había preparado un buen desayuno que no debía enfriarse y, como ya empieza a hacer calor, estaba sólo en calzoncillos y sin taparse. ¡Qué buen cuerpo tiene! Tiene mucho músculo, es ancho de espaldas como tú, y, aunque hace mucho que no lo veo desnudo, se le adivinaba un buen aparato- y, dirigiéndose a Javier con una sonrisa forzada, añadió- ¡cómo su padre!
-Ya- respondió con una sonrisa forzada Javier
-Te juro que tuve que sacar todas mis fuerzas para evitar sacársela y hacerle una paja allí mismo. Me odio a mí misma pero no puedo evitar estar todo el día cachonda pensando en hacerle una paja y masturbarme con él. Yo no sé si es amor maternal desproporcionado o qué, pero no puedo estar todo el día leyendo relatos y viendo videos de madres pajeando a sus hijos como si nada.
-Pajas, ¿eh?
-Te creerás que me he vuelto loca con lo del amor maternal como excusa.
-No, para nada. Mucho de eso hay, me temo. Siempre has sido una madre sobreprotectora y siempre nos ha costado una bronca el que le dejaras hacer las cosas solo. Ahora te has percatado que tiene una necesidad y tienes el impulso de cubrírsela. También hay un poco, probablemente, de que siempre has sido una exhibicionista tímida y cohibida.
¡Oye!
¿Qué? Me dirás cual es si no la razón de comprarte esos bañadores de una pieza con esos grandes agujeros en el costado cuando casi todo lo que te pruebas son biquinis. O te compras vestidos con transparencias y luego te pones la ropa interior más opaca y gruesa posible…
-Oh…
-Lo que te digo, exhibicionista y cohibida, una mala mezcla. A mí me parece encantadora la contradicción, pero debe provocarte sufrimiento. Al concebir una manera tu cabeza de dar rienda suelta a tus impulsos en un entorno cómodo, como es tu casa con tu hijo, pues algo de eso probablemente haya.
-Puede ser. Odio esa frialdad analítica tuya.
-No es cierto-afirmó Javier, a lo que respondió Carolina con cara de sorpresa, dándose cuenta por primera vez de que era cierto que no la odiaba, todo lo contrario. Quería odiarla, sin conseguirlo - En cualquier caso-continuó Javier-ya te dije que no confundieras lo secreto con lo inexistente. Si miras todos los sitios porno, toooodas las búsquedas más habituales son relativas al incesto. Es un fetiche muy generalizado. El tabú es tan fuerte, que el morbo que provoca es muy potente.
-Así que no estoy loca
-No para nada. Es una fantasía muy común
Se sucedió un silencio incómodo que rompió Carolina
-Quiero hacerlo, por favor, ayúdame…
Javier puso cara de sorpresa y contestó
-Uouououo, espera un segundo. ¿De verdad? ¿Seguro que no es la excitación la que habla?
-Siiiiiii, por favor, quiero pajearle y que me vea masturbarme, no pienso en otra cosa. Me pasa cuando me excito, cuando estoy tranquila, cuando estoy nerviosa…
-A ver, no es un muñeco para tu satisfacción sexual. Es un ser humano. De hecho, uno de los dos seres que más quiero en este mundo y lo quiero es que sea feliz y normal, no un objeto sexual.
-Vale, he leído mucho del tema. ¿Qué pensarías tú con esa edad y en esa situación?
-Mujer, con esa edad, pues…honestamente…me hubiera sentido en el paraíso-admitió tímidamente ante Carolina y para sí mismo. Una situación sin culpabilidad, con ánimo y ayuda. Pero la excitación que aún tenía debido a los preliminares interrumpidos por la conversación le hacía ser cauto. Finalmente añadió- No sé, déjame pensarlo un par de días.
Carolina volvió a ponerse rápidamente sobre Javier
- ¡Vale! ¡Follemos!
E hicieron el amor, aunque Carolina no podía evitar interrumpir el acto con preguntas: “Me vas ayudar a menear ese rabo que me ayudaste a engendrar, ¿verdad?”, “Quiero que vea a su madre de verdad”, “Ayúdame a hacerlo” exclamaba, entre otras cosas mientras cabalgaba como poseída hasta llegar a uno de los orgasmos más salvajes que Javier recordara en ella.
Al día siguiente, por razones de trabajo, Javier llegó muy tarde. Carolina ya estaba en la cama, leyendo, o intentando leer, con los nervios en el estómago. Mientras Javier se quitaba los zapatos sentado en la cama, Carolina no pudo aguantar más y preguntó:
- ¿Charla?
-Vaaaaaaaale. Pero déjame ducharme y cambiarme por lo menos
-Vale
Carolina dejó el libro y esperó hasta que Javier volvió a la cama mirando al techo. El silencio lo rompió Javier:
-He estado pensando
- ¿Y? -apremió Carolina
-Martín es tímido y parece tener problemas para lanzarse con las chicas, así que te voy a ayudar.
Carolina se abalanzó sobre Javier besándole y diciendo después:
- ¡Gracias, cariño!
-Vale, vale, vale-dijo Javier tratando de frenarla un poco en su entusiasmo. -Debo reconocer que la idea me parece más excitante de lo que me gustaría, pero bueno…
- ¿Qué vamos a hacer?
-A ver, a mi sólo se me ocurren dos posibilidades: una, que se lo preguntes directamente
-No sé, así en frio…
-No, ya, y si le sumas que él es tímido y que le pillará de improviso…también tienes que trabajar en que no le pille tan de improviso. Haz durante unos días lo de la ducha.
-Ya, pero no me veo preguntándole de improviso durante el día
-Vaya, la que a duras penas se contuvo para no cogerle el rabo tiene problemas para preguntar-dijo sonriendo Javier-. La otra posibilidad es pillarle en el acto y excitado
-Pero casi nunca sabemos cuándo.
-A ver, y me odio bastante por proponerlo, pero le podemos hackear la webcam. Eso es bastante insultante para su intimidad
- ¿Se puede hacer eso? Si no se va a enterar, pues…
-No se enterará, pero eso no lo justifica, realmente, al contrario, pero bueno. Y si, se puede hacer, en IT cualquiera sabe hacerlo y yo soy muy buen trabajador. ¿Por qué crees que siempre llevo puesta cinta negra en la cámara de mi portátil?
-Ya, pero si no se entera…Además, si es por su bien. Se lo va a pasar muy bien
Javier levantó una ceja y, mirando como reprendiendo a Carolina dijo:
-Ya, mucha suerte convenciéndote de que violar su intimidad está bien.
-Vengaaaaa…
-Bueno de momento empieza a mostrarte más insinuante, sin pasarte. Que te vea en la ducha, y lanza conversaciones con contenido sexual hasta que veas que se no se siente muy incómodo hablando de esos temas contigo.
-Ok
-Dime cuando veas que se siente cómodo.
Carolina se abalanzó contra Javier
-Gracias, cariño. Ya sabes lo que te toca ahora como recompensa. Aunque hoy va a ser especial.
Carolina se puso a los pies de Javier y se introdujo su miembro en la boca.
Javier pensó “La verdad es que yo también estoy sacando más satisfacción de esta situación de la que hemos tenido en mucho tiempo”.
Así pasó otro mes, en cuyos días Javier se sorprendía con situaciones en las que Carolina llamaba la atención a Martín sobre mujeres en la televisión o revistas, preguntándole si le parecían atractivas, o si le gustaban sus tetas o su culo, llegando a veces a preguntarle si las suyas propias le parecían mucho peores, incluso llegando a acercarse mostrando sobre la ropa. Martín al principio reaccionaba muy tímidamente sin contestar, pero poco a poco se fue soltando y contestaba jocosamente llamando la atención a su madre por ser tan atrevida o mirando a su padre con cara de sorpresa buscando la mirada de complicidad, con ambos sonriendo.
Una noche, ya en la cama, Carolina dijo:
-Yo creo que ya está cómodo. ¿Qué te parece?
-Que si-contestó Javier suspirando-. Supongo que no hay más remedio. Mañana te pongo un acceso en la tablet a su webcam. ¡Pero sólo para ver por las noches! No le invadas más de lo necesario.
- ¡Que moralista! -dijo Carolina sonriendo.
-Ya, bueno, vete pensando lo que le vas a decir.
Al día siguiente, en la cama, Carolina estaba en la cama con la bata puesta. Llegó Javier y le entregó la tablet.
-Toma, pulsas esta app y ya está
-No se ve nada
-Porque estará el ordenador apagado
-Si lo tiene casi siempre encendido. Será bajando cosas…
-A ver-y Javier se acercó a mirar-. Imagen hay, lo que no hay es luz, porque estará en la cama.
- ¿Cuándo se ponga delante se verá?
-Si. Con la luz del monitor se verá bien-dijo Javier, y añadió con curiosidad-Por cierto, ¿qué haces con la bata puesta?
-Es que sólo tengo la bata puesta-dijo riendo Carolina-. También me he dejado el móvil apagado en su habitación, para tener una excusa para entrar
-Vaya, lo has pensado todo. Y si no pasa nada, ¿qué excusa vas a tener para dejarte otra vez el móvil?
- ¡Calla! ¡Que no!
Javier rio, pero dijo:
-Vale, pero en cuento cumpla su función, esa app se va.
-De acuerdo
Pasaron un par de horas, Javier se había puesto a dormir, pero Carolina no podía evitar seguir mirando compulsivamente la pantalla de la tablet mientras pensaba “venga, venga, venga” con el corazón en la garganta.
De repente creyó ver movimiento, preguntándose si fue su imaginación por la ansiedad. Había generado tantos escenarios durante las últimas semanas, lo había deseado tanto, que se estaba casi temblando ante el hecho de hacerlo realidad. Pero la imagen se volvió blanca por unas décimas de segundo y se veía la cara de Javier mirando fijamente, y bajando la mirada a lo que sería el teclado.
Rápidamente se giró hacia Javier y le agitó violentamente el hombro:
¿Qué pasa?
¡Está despierto, está despierto!
-Javier se terminó de ubicar y dijo:
-Bueno, pero a lo mejor va a mirar alguna cosa que se le ha olvidado o algo
- ¿A estas horas? Ni hablar. Va a lo que va…
Se comenzó a ver la imagen y se vio como Martín se ponía en pie y se quitaba los calzoncillos, ya no había duda
Carolina temblando dijo:
- ¡Ay!, ¿quéhagoquéhago? - agitando las manos como para darse aire en la cara
-No sé, tú sabrás-dijo Javier sonriendo y todavía medio dormido.
Carolina se puso en pie, dio un resoplido profundo y dijo como para sí misma:
- ¿Ves? Tranquila. Todo controlado. Lo has pensado mucho y lo tienes todo contralado. Ya. Yaaaaaaa…
Se giró hacia Javier y, sonriendo, le dijo:
-Deséame suerte
Javier le guiño un ojo, y dijo:
- ¡Suerte!
Carolina cerró los ojos, agitó los puños y dijo:
- ¡Allá voy!
Y Carolina se fue, descalza, en dirección a la salida del dormitorio
Javier la vio alejarse, y apagó la tablet por sus reservas. Sin embargo, le sorprendió que le entraran nervios, y excitación. Le sorprendió también que no tuviera nada de miedo por si algo salía mal.
Carolina se detuvo en la puerta de Martín echa un manojo de nervios, todos los días pensando en este momento se le agolpaban para ser un peso enorme en su pecho. Pensó en resoplar, pero pensó que podía ser oída y se contuvo. “Vamos”, pensó, “es el momento”
Carolina puso la mano en el pomo y abrió de golpe, sin dar tiempo a ninguna persona a reaccionar a tiempo. Allí estaba Martín, que ante la sorpresa tardó en reaccionar, y, cuando lo hizo, sólo se le ocurrió usar su mano libre para taparse la polla. Allí estaba, con porno en el ordenador, con los calzoncillos por los tobillos y una mano claramente agarrando su miembro mientras apenas lograba tapar algo con la otra.
Carolina, a pesar de saber con lo que iba a encontrar no pudo evitar una genuina cara de sorpresa. También tardó unos segundos en reaccionar. Cuando lo hizo, dijo:
- ¡Perdón! Venía a por el móvil, que me lo había dejado al limpiar. Pensé que estabas dormido. Ya lo cojo mañana.
Carolina comenzó a cerrar la puerta, y antes de cerrarla del todo y antes de que Martín pudiera empezar a reaccionar, volvió abrirla de golpe y entró del todo en la habitación. Miró a Martín, que continuaba petrificado como si estuviera viendo a la Medusa.
-Mira, me parece importante decirte que no tiene nada de malo. Es más, es muy sano, y está muy bien que lo hagas siempre que te apetezca.
Viendo como como Martín no era capaz de mover ni un músculo, ni siquiera pestañear, continuó
-Bueno, pues eso. Que no te sientas avergonzado ni nada. Que es una cosa muy natural y normal, ¿vale?
Martín, con unos segundos de retraso, contestó balbuceando:
-V…vale
-Bueno, pues te dejo con lo tuyo, jajaja-dijo Carolina
Carolina cogió su móvil, lo metió en el bolsillo de la bata, se dio la vuelta y se dirigió a la puerta fingiendo irse mientras pensaba “Vale, ahora es el momento. Haz la actuación de tu vida”. Se detuvo y se giró como si se le hubiera ocurrido algo de repente.
-Oye, ya sé que te va sonar rarísimo, pero ¿puedo quedarme?
Martín volvió a quedarse petrificado mirando fijamente con los ojos muy abiertos a la cara de Carolina, que continuó diciendo:
-Quiero decir, que es sano y todo lo que te he dicho, y…bueno, ya que te la vas a hacer…no sé, quizás no te importe que me quede… bueno, no veo mucho porno, y parece divertido ver un rato contigo, mientras tú…-Carolina comenzó a hacer el movimiento de masturbar en el aire-. Me da mucho morbo, y, vamos, en realidad tampoco es que sea la gran cosa…Eso…Natural y sano…No es que se haga daño a nadie. ¿Por qué no?
Carolina sonaba genuinamente muy nerviosa y atropellada porque en realidad lo estaba. Viendo que Martín aún no reaccionaba, rápidamente encendió la luz y cogió la segunda silla con ruedas que estaba para cuando venía algún amigo de Martín para jugar o trabajar con el ordenador. Se sentó, y mirando a Martín dijo:
-No te importa, ¿no? Ya que te he pillado, bueno, no pasa nada, y me parece divertido.
Martín acertó a reaccionar un poco y dijo:
- ¿Y papá?
-Oh, no te preocupes, en serio, no hay ningún problema.
Martín no contestó, pero aceptó lo que dijo su madre, creyéndola, sin saber muy bien lo que pasaba.
Carolina le dijo:
Bueno, pon otro video, veo que te gustan las mujeres un poco más mayores, ¿por las curvas más desarrolladas?
-S…si
-Eso está bien. ¡Mira! Yo creo que mi tipo de cuerpo se parece al de ese video. ¡Pon ése! Yo creo tampoco se diferencia tanto de mí. ¿No crees?
-N…no se
-Claro que sí. Si me has visto algunas veces en la ducha. Yo creo que me conservo bastante bien. No se me han caído nada las tetas para el tamaño que tienen, aunque las de esa quizás sean un poco más grandes… ¡mira! y se habría un poco la bata, mostrando sus pechos
¡Mamá!
¿Qué? Ya te he pillado así, me parece justo. No pasa nada, ya me has visto, ahora es sólo un poco más de cerca. ¿No te parecen muy parecidas?
-S…si-replicaba Martín
-Bueno, ¿a qué esperas?, pon ese video y lo vemos y…-acercando su mano a la de Martín que intentaba tapar su polla y apartándola-. ¡Vaya! ¿estabas empezando o se te ha caído un poco? El susto, claro
-Si-replicó Martín asimilando poco a poco la situación y adaptándose
-Pero sigues teniendo ganas, ¿no?
-Si
-Bueno, entonces no hay problema, la levantas otra vez y ya está-dijo riendo Carolina.
Martín soltó su polla y alcanzó el ratón clickando el video indicado por su madre, que interrumpía constantemente sin dejar mucha capacidad de reacción a Martín
-Es muy raro, pero también muy excitante hacer esto, ¿no te parece?
-Si
- ¡Mira! ¡Ya se te está levantando! Y ni siquiera la has tocado otra vez
Martín miró hacia su pene para verificar lo que ya sabía lo que era verdad.
- ¡Qué divertido y excitante! -dijo Carolina y comenzó a ver el video, comprobando, que, en efecto se parecía razonablemente a ella misma, lo que le parecía una casualidad que casi era una señal de aprobación divina.
Martín ya casi había asimilado la situación e iba en piloto automático, miró a su madre y sonrió, que le devolvió la sonrisa y volvió a dirigir su mirada en la pantalla.
Martín dirigió su mano a su polla, la agarró y comenzó a moverla lentamente. Carolina giraba su cabeza cada pocos segundos para mirar el rabo de Martín y luego subir la mirada a la cara de Martín, que también giraba la cabeza cuando notaba el movimiento de su madre. Cuando sus ojos se encontraban sonreían repentinamente y volvían a mirar la pantalla del ordenador.
Carolina dijo:
-Es bonita, ¿sabes?
- ¿Eh?
-Tu polla. Has salido a tu padre: buen tamaño y no es muy venosa. Es ancha.
¡Mamá! -contestó Martín en el tono de reprimenda que usaba en los últimos días cuando su madre hacía un comentario inapropiado.
¿Qué? Es verdad. No vas a tener problemas con esa polla con las chicas. Sólo para que lo sepas.
-Vale
Carolina volvió a mirar la polla de Martín y luego a la cara para encontrarse la mirada de Martín y rio
-Oye, perdona, si te molesta que mire de vez en cuando…
-No, no pasa nada-dijo Martín
¿Te gusta?
¿El qué?
-Que te mire. Si quieres podemos hacer eso. Hay gente a la que le pone. Nos ponemos uno frente al otro y te miro sólo a ti.
-No se
-Podemos probar, si quieres. Puedes pensar que soy la chica del video o tu madre, lo que más te ponga. Si no te gusta, lo dejamos y volvemos a ver el video. ¿Qué me dices?
-Vale
-Venga, vamos a probar
Empujó a Martín para girarle y ella se alejó un poco, poniéndose delante de él.
-Venga, dale. A ver si te va
Martín miraba a su madre y comenzó a masturbarse lentamente.
- ¿Qué? ¿Te pone que te vean?
-Si
- ¡Qué divertido y excitante es esto! ¡Qué bien que te haya pillado!, ¿verdad?
-Si-contestó Martín con cierta seguridad y con una sonrisa
-Por cómo me miras me parece que no te estás imaginando que soy la chica del video si no tu madre, ¿no? ¿Te pone más?
-Si
-Está bien. Es morboso. Es normal
-A mí me parece excitante la idea de que me miren, debe estar bien. ¿Te pone de verdad?
-Sí, bastante. Es raro, pero está muy bien.
- ¡Espera!, ¿quieres verme? Verme desnuda, digo. Ya me has visto y seguramente te ayude más
Martín afirmó con la cabeza.
Carolina se levantó y se quitó la bata quedándose desnuda. Se volvió a sentar sonriendo a Martín
- ¿Qué?
-Nada
- ¿Te sorprende ver a tu madre como un ser sexual?
-Sí, un poco
-Pues no debería, ¿de dónde crees que saliste? La gente tiene muchas facetas, cuanto más conoces, mejor conoces a la persona. Sigo siendo la misma, pero estás viendo otra faceta. Non me habías visto cachonda, eso es todo. ¿Te lo estás pasando bien?
-Sí, es muy rara la situación, es un poco como si estuviera mareado, pero bien
-Jajaja-rio Carolina- ¡Genial! Ufffff…la verdad es que yo también estoy muy excitada, ¿te importa que yo también…?
- ¿Te vas a hacer una paja? -dijo sorprendido Martín
-Sí, ya que yo te veo, me parece justo que me veas hacerme un dedo, ¿no? - dijo seductoramente Carolina- ¿Quieres verlo?
-Si
-Me pone mucho que me veas haciéndome un dedo. Me parece muy cachonda la idea de que me vean
-Pero puede verte papá
-Oh, tú padre ya me tiene muy vista. Lo que quiero decir es que me vea alguien desconocido, bueno, desconocido, no, claro, quiero decir alguien que me vea por primera vez. ¿Tiene sentido?
-Si
-Entonces, para, que se te ve que estás a punto de correrte, y si uno se corre antes que el otro, puede ser un poco incómodo con el bajón, ¿vale?
-Si
-Tratemos de corrernos juntos. Tu para y ya te digo cuando esté cerca de correrme, ¿vale?
-Si
- ¿Te pone que hable sucio?
-Si
-Pero recuerda que sigo siendo la misma madre de siempre, ¿eh? Esto es una situación especial- dijo sonriendo
Carolina abrió sus piernas dejando ver su entrepierna muy seductoramente. Martín hizo ademán de apartar un poco la mirada
-Vamos, no seas tímido. Puedes mirar. ¿Te gusta el coño de tu madre?
-Si
-Mira. Está muy húmedo. Me he puesto muy cachonda viendo cómo te hacías una paja. -Dijo abriéndose el coño con dos dedos a los lados. Se podía apreciar la abundante humedad-Los metió y usó sus flujos para humedecer el clítoris-Mira lo que tengo aquí
-Es muy grande, ¿no?
-Sí, siempre he tenido el clítoris grande. Mira lo descapullo para que lo veas mejor- dijo, haciéndolo con dos dedos., regresándolo a la normalidad y comenzando a masajearlo
- ¿Te gusta ver a tu madre pajearse?
-Si
-Dímelo
Martín comprendió que su madre estaba muy excitada por estar siendo vista y decidió ayudarla
-Me gusta mucho ver a mi madre pajearse
Carolina emitió un suspiro de placer al oír esas palabras
-Estoy cachondísima como una perra en celo
-Se nota-dijo Martín en un tono de comprensión
-Me gusta mucho meterme también los dedos. No dejes de mirarme, por favor- dijo Carolina en un tono suplicante
-Sí, te miro
Carolina usó la mano libre para meterse dos dedos mientras seguía acariciándose el clítoris.
-Tócate que ya estoy cerca
Martín ya se estaba tocando, pero aceleró el ritmo
-Vas a ver a tu madre correrse, ¿quieres eso? ¿Eh? ¿eh? -Dijo apremiadamente
-Si-dijo en un jadeo Martín, que ya había cogido un par de servilletas del dispensador de su mesa y los había puesto delante de su polla.
-Mírame bien, hijo, mírame
-Te veo
-Me corro, me voy a correr
-Yo también
- ¡MIRA A TU MADRE! ¡MIRAME!¡MIRA COMO SE CORREEEEEEE TUUUUUU MADREEEEEEEEEEE! -Gritó Carolina, oyéndola claramente Javier desde el dormitorio
Carolina se arqueó durante varios segundos, derrumbándose totalmente sobre la silla
- ¡Mírame ahora a mí!¡ Me corro! ¡me corroooooo….!- dijo Martín encogiéndose sobre sí mismo y presionando los pañuelos sobre su polla en erupción. Hasta recuperar su posición derrumbándose otra vez sobre el respaldo en una posición similar a su madre.
Carolina miraba en total fascinación hasta que fue consciente de todo lo que había pasado y se encontró con la mirada somnolienta de su hijo. La realidad la golpeo y se echó las manos a la cara y girándola en negación y riendo, exclamó
- ¡Qué vergüenza!¡qué vergüenza! - y quitándose las manos de la cara añadió con una sonrisa-. Pero no me arrepiento, ¿eh?
-Ni yo-dijo Martín, sorprendido ante la aparición repentina de la madre que había conocido siempre. En su lenguaje corporal, palabras, todo. Como si al acabar el orgasmo hubiera sido invocada.
Mirando al suelo de nuevo y negando, pero riendo, continuó Carolina:
- ¡Qué vergüenza! Y oyéndome hablar así, encima
-Bueno, la gente cuando está muy cachonda es así. Absolutamente todo el mundo, así que…-dijo Martín quitándole importancia
-Pero ha sido muy divertido, ¿no?
-Si
-Y has echado un montón de…-dijo señalando a los pañuelos, que estaban empapados y goteaban, moderando inconscientemente el lenguaje
-Yo creo que nunca había echado tanto
-Jajaja-rio Carolina-me alegro. También me ha resultado curioso que yo me arqueara hacia atrás cuando llegué al orgasmo…
-Casi haces el pino puente, si no llegan a estar bloqueadas las ruedas, te vas al suelo
-…ya- rio Carolina- Y tú te arqueas hacia delante como un huevo
-Si
-Lo que si hemos hecho los dos es pedir que nos miráramos, jajajaja-rio Carolina, mordiéndose el labio y volviendo a girar la cabeza con la mano en la cara en señal de vergüenza.
-Si-contestó también avergonzado y riendo Martín-. Menudos exhibicionistas estamos hechos.
-Bueno, cielo, me voy
-Gracias, mamá
Recogiendo la bata, Carolina dijo de una manera muy casual:
-Bueno, es raro, pero no me parece que sea nada malo. No descarto que lo podamos hacer otra vez. ¿Te gustaría?
-Creo que si
Carolina se acercó a Martín y le besó en la frente:
-Buenas noches, cariño
-Buenas noches, mamá
Carolina fue hacia su dormitorio. Javier estaba despierto, había estado despierto desde que Carolina se fue, casi tentado a mirar que pasaba.
¿Qué tal? -preguntó Javier
¡Increíble! ¡Me he corrido en su cara!¡Me he corrido en la cara de nuestro hijo! -dijo Carolina abalanzándose sobre Javier
¿En su cara?
-No literalmente, quiero decir que delante suya
-Ya, ya te he oído. Menos mal que no tenemos vecinos. Si viviéramos en un piso, mañana serías la comidilla del bloque.
-Jajajaja-rio Carolina
-Bueno, te has quedado a gusto, ¿no?
-Ni hablar-.¡Necesito que me folles!
-Bueeeeeno, pero uno rapidito, que mañana tengo que madrugar, dijo Javier con un falso tono resignado
Carolina lo montó como una amazona salvaje, tratando de mantener el silencio todo lo posible, con los ojos cerrados y empujando con todas sus fuerzas. Estaba más excitada que nunca
Cuando terminaron, Javier dijo:
-Ahora con cuidado, ¿vale? Déjalo reposar un par de semanas
-Vale-dijo Carolina
Carolina tuvo problemas para conciliar el sueño esa noche y la siguiente, recordando excitada lo acontecido, mirando al techo en la oscuridad.
Finalmente, al tercer día, y con Javier durmiendo, Carolina pensó “Debería hacerle caso, pero no puedo. De verdad que no puedo. Ya se lo explicaré mañana” Al día siguiente Martín no tenía clases, así que Carolina se levantó en silencio y fue hacia su dormitorio sigilosamente.
Martín estaba durmiendo. Carolina se quedó mirándole y finalmente se decidió. Acercó su mano temblorosa al hombro de Martín, agitándolo delicadamente.
- ¿Qué pasa, mamá?
-Shhh-susurró-tu padre está durmiendo
Martín se extrañó
-No, no pasa nada. Es sólo que últimamente no duerme mucho y mañana trabaja. Aunque no te lo creas, le conté lo del otro día y no tiene ningún problema
Martín se tranquilizó
- ¿Te apetece una paja? -soltó de golpe Carolina
-Sí, bueno, me pilla un poco de improviso, pero, claro, si tú quieres…
-Vale, pero tiene que ser en silencio, que tu padre tiene que descansar
Martín se había despertado de golpe con la propuesta, y susurrando, pero totalmente despejado, dijo:
- ¿Qué quieres que hagamos? ¿Lo del otro día?
-No, eso no podemos, porque yo grito seguro, he pensado otra cosa
- ¿El qué?
-Que, en lugar de verte, te hago yo la paja, ¿qué me dices?
Martín tuvo una erección casi instantánea ante la propuesta de su madre entre susurros
-Claro, bueno, si tú quieres…claro que si
-Vale, pues si quieres vemos un video o simplemente me pongo al pie de la cama desnuda. Como quieras.
-No, lo que quieras tú.
-Yo prefiero sin videos ni nada.
-Yo también
-Vale-dijo con una sonrisa Carolina. Cogió un cojín de la cama y lo puso en el suelo, hincando sus rodillas en el. - ¡Venga, quítate los calzoncillos y ponte aquí, dijo señalando al sitio de la frente a ella-! Pero, recuerda, en silencio
-Si-susurró Martín, que se incorporó como un resorte, se desnudó y se colocó donde había indicado su madre.
-Vienes ya preparado, ¿eh?
-Con esa propuesta, como para no estarlo
-Bien. ¿Te has masturbado hoy?
-No-susurró-. Llegué muy cansado del partido
-Vale, mejor. A ver si echas tanto como el otro día. ¿Quieres que encienda la luz o me ves bien así?
-Te veo bien, mamá
-Vale, yo creo que la oscuridad inspira más a no alzar la voz, ¿no te parece?
-Sí, hay algo en la oscuridad que te hace hablar en susurros.
-Pero también quiero que me veas muy bien-dijo Carolina mientras agarraba el firme miembro de su hijo y empezó un suave movimiento de arriba abajo
Martín cerró los ojos y soltó un suspiro e inclinó la cabeza hacia atrás al sentir el contacto de la mano de su madre. Tras unos segundos volvió a mirarla
- ¿Por qué?
-Supongo que, para un chaval de tu edad, el ver a su madre de rodillas haciéndole una paja debe ser lo máximo, entre el tabú, la ayuda extra…
-Para mí, desde luego. Supongo que depende de la madre.
-Yo creo que a todos los chavales. Si no todos, casi todos. He mirado mucho y es el fetiche más común. Aunque sólo sea por la situación de que quien te ha cuidado toda la vida esté cuidándote de un modo “prohibido” también
-Cada vez que bajo la mirada y te veo, me da como un latigazo, mamá
¿Lo ves? -rio silenciosamente Carolina
¿Recuerdas el otro día cuando hablábamos a lo guarro?
-Si
-Puedes hablarme así, si quieres.
- ¿Seguro?
-A ver, sólo para estas situaciones. Si fuera de aquí me dices algo del tipo “Hazme la cena, guarra”, te cruzo la cara, que soy tu madre- rio Carolina-. Pero aquí está bien
¿Seguro?
¿A ti te pone?
-Si
-A mí también, así que dale
Martín dudó un momento y exclamó con un suspiro de placer provocado por el simple hecho de pensar la frase.
-Mírate ahí, agarrada a la polla de tu hijo
Carolina sonrió al ver que bien había entrado en el juego
-Claro, hijo, es que tu rabo me pone muy guarra
-No sabía que te pudieras poner tan guarra, mamá
-De tal palo tal astilla. ¿Te hacías pajas pensando en tu madre?
Martín se quedó paralizado por un momento y miró con cara de terror a su madre, como si le hubieran arrancado un oscuro secreto. Carolina lo detectó y le tranquilizó sin dejar de masturbarle:
-Tranquilo, acabamos de hablar como es una fantasía de lo más normal. Puedes decírmelo. Lo raro sería que no.
-Si
- ¿Te hacías pajas pensando en tu madre?
-Si
- ¿Cuántas?
-Muchas
-Cuéntame una
-N…no se
-Venga, mi guarrito. Dame el gusto
-Algunos días…ufff…te veía en la ducha y no podía evitar venir corriendo…ufff…
- ¿A qué?
-…a hacerme una paja.
- ¿Pensando en mis tetas?
-Si…
- ¿Y en mi coño no? ¿No te gusta el coño de mamá?
-Siiiii…me encanta ese coño
¿Y te corrías mucho?
¡SIII!
-Shhh. Habla bajo-dijo Carolina en un susurro-. Eso está muy bien, un hijo guarro para una madre guarra. Debe ser la hostia que tu madre esté ahora moviéndote el rabo
-Sí, eres muy guarra y muy buena, mamá. La mejor madre del mundo. No hay sensación igual
- ¿Sólo te las has hecho últimamente? -preguntó Carolina, mirando inquisitivamente a los ojos a Martín, que volvió a poner cara de alguien a punto de ser torturado. De nuevo, Carolina le tranquilizó:
-Tranquilo. Me pone mucho saberlo. Dime, por favor, ¿sólo últimamente?
-N…no
- ¿Desde cuándo? Ponme guarra contándomelo
-D..desde el principio…ufff-Martín miró al techo ante el placer que le produjo la confesión.
-Me encanta cielo. Me hace feliz saberlo. ¿Y te sentías mal?
-Si…- dijo Martín mirando fijamente a los ojos de su madre.
-Pobrecito, si llego a saberlo me hubiera puesto a ayudarte antes-y guiñó un ojo a su hijo
Martín hizo acopio de coraje y mirando fijamente a su madre y preguntó:
- ¿Y…y tú?
Carolina sonrió ante la osadía, sin perder el contacto visual, y contestó:
-También me he hecho unos cuantos dedos pensando en ti, pero sólo últimamente…desde que me ves en la ducha. Antes no pensaba en ti…así…me refiero a esto-dijo señalando a su polla con la mano libre
-Oh…mamá-suspiró Martín al escucharlo
-Estoy desnuda y no he cogido pañuelos, así que vas a tener que correrte encima de tu madre, ¿es lo que quieres?
-Si
-Sí, ¿qué?
-Sí que quiero correrme encima de mi madre
-Shhhh-susurró Carolina, al haber elevado la voz Martín de nuevo por la excitación. Martín asintió
-Voy a bañarte en leche. Muéveme el rabo
-Me encanta tu tranca. ¿Me vas a regar como si fuera una manguera?
-Si…pronto…casi ya
-Sí, estoy apuntando tu cipote a mis tetas, para que las cubras. Báñame en tu esperma como un buen hijo
-Sí, te voy a echar la mayor corrida que hayas visto, ¿la quieres? -dijo Martín tratando de hablar en susurros con un esfuerzo titánico.
-Sí, la guarra de tu madre la quiere. Quiere que le eches todo el semen de todas las pajas que te has hecho pensando en ella
-Ya…ya viene
¡Échamelo!
¡Ya! Ya ¡YAAaaaAAaAaaa! - gritó Martín tratando de controlar el tono
¡Dioooos! Es un montón. Toda, toda para mi
Martín termino de eyacular y se derrumbó sobre la cama, mientras Carolina miraba a sus pechos y empezó a jugar con el semen sobre su piel, para finalmente esparcirlo con la palma sobre toda la zona. Miró a Martín, que seguía tumbado tratando de recuperarse y dijo:
- ¿Te ha gustado?
-Más que nada
-Te propongo un trato
- ¿Cuál?
-Se te acabó hacerte pajas
- ¿Cómo?
-Que tú ya no debes hacerte más pajas. De eso me encargo yo. Cuando tengas ganas, me golpeas en el hombro, nos venimos aquí y te la casco. ¿Trato?
-Trato
-Como vea que hay menos semen del que debiera, sabré que me has engañado.
-Cumpliré. Lo prometo.
-Con tu padre no hay problema. Prefiere hacer como que no lo sabe, pero no hay problema. ¿Vale?
-Si.
-Muy bien, confío en tu palabra. Buenas noches, hijo.
-Buenas noches, mamá
Carolina recogió el camisón del suelo y se dirigió al baño pensando en limpiarse. En lugar de ello, se decidió a coger el cepillo de dientes, morderlo lo más fuerte posible para no hacer ruido, levantó una pierna, apoyándola sobre el bidé y se masturbó de la manera más furiosa posible.
Fue a su habitación, se puso el camisón y se metió en la cama. Durmió por primera vez bien en tres días, con una sonrisa y el esperma seco de su hijo sobre su pecho.
Al día siguiente, estando solos Martín y Carolina en la casa, tres veces golpeó Martín el hombro de su madre. La tercera vez, preparando la cena, Carolina estalló en carcajadas y le dijo:
-A ver, que una cosa es la novedad y eso y otra que te vayas a quedar seco.
-Alguna vez he tenido un día así, pero nunca he tenido tantas ganas.
-Vale, vamos. Voy a terminar sacando músculo de tenista como esto siga así
-Supongo que luego no estaré así-dijo Martín señalando el empalme bajo sus pantalones-. También puedes darme permiso para hacerlo yo y te libras
- ¡Ni hablar! Eso es trabajo de madre- contestó riendo Carolina.
Por la noche llegó Javier y, en la cama, Carolina le contó todo lo ocurrido desde la noche anterior.
-Lo siento- se disculpó al terminar. -Me poseyó una calentura por la noche que no pude remediar
-Bah. En realidad, me preocupabas mucho más tú que él. Pero viendo que mucho arrepentimiento no tienes…
-Para nada
-Pues bueno, si habéis llegado a ese acuerdo y estáis los dos bien con ello, por mi bien.
- ¿Seguro?
-Si
Carolina se abalanzó sobre Javier y le dijo:
-Ahora ya sabes lo que te toca a ti, grrrrr- gruñó como si fuera una pantera
Javier sonrió y contestó:
-La verdad es que es muy morboso, y yo también estoy sacando lo mío. Ya tengo todo el sexo que quería y más
- ¡Ah!, ¿es que antes te tenía insatisfecho?
-A ver, que no pasa nada, pero yo siempre había tenido más apetito sexual que tú y prefería no forzar las cosas. Pero ahora estás como si tuvieras otra vez 20 años
-Sí, vamos a ello, que te voy a destrozar.
A la semana siguiente, tras la sesión diaria de sexo. Carolina comentó a Javier:
-Creo que hay un problemilla con Martín
- ¿El qué? -dijo Javier un poco preocupado
-Nada grave. Es que yo creo que no disfruta del trato todo lo que podría. Siempre lo hace cuando no estás en casa. Yo creo que se siente culpable respecto a ti o algo. ¿no puedes hablar con él?
-Ufff, no sé. Me da reparo.
-Es para el provecho de tu hijo
-Me da a mí que es más porque te da morbo normalizar la situación, que no tiene nada de “normal”
-Ni de malo…
Tras un pequeño silencio, Javier le concedió a regañadientes esto último.
-Vaaaale. Ya que lo pones así. Me gustaría que la situación sea tal, que puedas verme alguna vez pajeando a nuestro hijo. ¿Contento?
Javier la miro, sabiendo lo que la costaba ser así de honesta consigo misma, y contestó:
-Bueno, ya veré como lo hago
Al par de días, y tras haber estado todo el fin de semana fuera, Martín llegó y se unió a sus padres, que se encontraban viendo una película. Martín era un chico de palabra, y la larga abstinencia que le produjeron dos días fueron un peso casi insoportable. Aunque trató de ver un rato la película, y, a pesar de la presencia de su padre, no pudo aguantar más. Se levantó y pasando por detrás del sofá, tocó el hombro de su madre lo más discretamente posible. Se sobresaltó cuando su madre dijo en voz muy alta:
-Sí, ahora mismo voy. Ve yendo tú, cariño, y vete sentando en la cama. ¿Paras la película un rato, cielo?
-Vale- contestó Javier. - Id con cuidado-añadió riendo
-Algo mancharemos-contestó riendo Carolina mientras se levantaba y se dirigía a la habitación de su hijo
Javier no oyó cerrarse la puerta y, con un suspiro de resignación decidió hacer lo que le dijo Carolina, pero a su manera.
A pesar de haberlo imaginado varias veces, la visión en la realidad le sorprendió. Y el impacto le produjo una erección inmediata. Su mujer de espaldas, de rodillas frente a su hijo, masturbándole con una mano, mientras con la otra le masajeaba los testículos. En cuanto Javier apareció por el marco de la puerta, Martín agachó la cabeza para fijarla en los trabajos manuales de su madre.
Javier exclamó con un tono de broma:
- ¡Pero cerrad la puerta, guarros!
-Jajajaja-rió a carcajadas Carolina mientras giraba la cabeza para mirar a Javier. -Lo siento, es que como lo solemos hacer cuando no estás, se nos ha olvidado. Cierra tú, por favor, que yo tengo las manos ocupadas. Jajajajaja
Javier dijo dirigiéndose a Martín, que no se atrevía a levantar la cabeza:
-Anda que no darás gracias al cielo por tener la madre que tienes
-Si-contestó con tono bajo
- ¡Anda, golfo! ¡Disfruta! ¿vale?
Martín se atrevió a mirar hacia su padre, y al verle sonreír, le correspondió y contestó entusiasta:
- ¡Si, papá!¡Gracias!
Javier cerró la puerta y se sorprendió de la tremenda excitación que llevaba por la situación. Y volvió a la salita, justo cuando oía gritar entusiasmada a Carolina:
- ¡Dioooooooooos!¡Qué corridóóón! ¡Casi llega hasta el techo!¡Y sigue saliendo!¡Míralo! bueno, no, sigue a lo tuyo, corriéndote. ¡Qué maravilla!¡qué maravilla, de verdad!
Tras unos minutos en los que Carolina debió limpiar a Martín y a ella misma, volvió a la salita.
-Pobrecito, iba cargadísimo. Ha caído rendido
Javier la cogió de la mano, sin mediar palabra y la llevó casi a rastras lo más rápido que pudo a su dormitorio.
Y así pasaron dos meses, con la rutina casi diaria del toque en el hombro de Carolina, pero ya sin el obstáculo para Martín de que su padre estuviera en casa. A veces la cena se hacía algo tarde, o la comida, o Carolina tardaba algo más en ir a la cama. Pero más allá de eso todo trascurría con normalidad. Carolina enseño a Martín a masturbarla, así que a veces cambiaban roles, e incluso el hombro que era tocado. La lívido de Carolina, lejos de decaer, cada vez era más fuerte.
Un nuevo cumpleaños de Martín se acercaba y, en el dormitorio, Carolina le dijo a Javier:
-Creo que tengo una idea para el cumpleaños de Martín
Javier enarcó una ceja y dijo con una sonrisa:
-A ver, me temo lo peor….
Llegó el cumpleaños de Martín, y, sentados a cenar, Javier le dijo:
-Bueno, ya eres todo un adulto y te vamos a regalar algo…
¡Puedes follarte a tu madre! -dijo Carolina, que ya no podía aguantar más-. ¡Siempre que quieras!
¿Si? - dijo Martín con los ojos como platos alternando la mirada entre sus dos progenitores.
-Si- continuó Javier-pero con dos condiciones.
- ¿Cuáles-preguntó ansioso Martín
-Una: para esto, cada uno por su lado. Cuando estás con ella, estás tú, y cuando estoy yo, estoy yo. Nada de los tres en la cama
-Ok
-Y dos: tu madre debe no sólo tolerar, si no empujar a que tengas relaciones con chicas de tu edad. Nada de conformarte con lo que te de ella. ¿Hecho?
-Hecho-dijo Martín con una sonrisa de oreja a oreja-. Pero, ¿seguro?
-Sí, hijo, sí. En realidad, es un buen trato para todos. Todo esto ha subido la libido de tu madre por las nubes. Antes era poco y ahora es demasiado. Yo no quiero volver a lo de antes y lo de ahora es demasiado. La solución ideal es que queme contigo lo que sobra y todos contentos-dijo fríamente Javier
-Pero, ¿puedo hoy…
-Claro, es tu cumpleaños. ¡Disfruta tu regalo!
Carolina, que se había mantenido callada después de su única frase, y con una sonrisa infantil, dijo:
- ¿Vamos, entonces?
-Vamos-dijo Martín
Carolina lo cogió de la mano y lo llevó a su habitación, lo desnudo y se desnudó ella a toda prisa. Lo empujó para que cayera boca arriba en la cama, mientras decía:
-Abre bien las piernas, caballerete
Carolina se posicionó entre sus piernas y se introdujo su miembro en la boca.
-Ufffff. ¿Esto también? -Preguntó Martín
-Claro, relaciones completas-respondió Carolina-. Aunque ya estás listo, sin más, pero…
- ¿Qué?
-Nada, calla-respondió Carolina. A continuación, gritó- ¡CARIÑOOOOOOO!
¿Qué? - se oyó desde la salita
¡TRAE CONDONEEEEEES!
¡Voy! - se oyó a lo lejos
Al poco rato se abrió la puerta y entró Javier con una caja de preservativos, la dejó encima de la mesita. Miró a madre e hijo desnudos en la cama:
-Esa está sin abrir. ¿Tendréis suficiente? - pregunto sarcásticamente
-Supongo-dijo riendo, mientras cogía la caja y le quitaba el precinto. Sacó un preservativo y mientras rompía el envoltorio, dijo:
-Gracias, cariño
-De nada.
Martín, algo avergonzado con la situación, sólo acertó a decir:
-Gracias, papá
Javier le miró y sonrió:
-De nada, hijo. Hasta mañana
-Hasta mañana-respondieron madre e hijo casi al unísono.
Mientras salía, Carolina estaba colocando el preservativo a Martín, mientras caminaba por el pasillo, oyó decir a Carolina:
- ¿Listo para ser un verdadero y literal motherfucker?
Desde el cuarto de estar, Javier oyó gritar a Carolina entusiasmada:
- ¡Buuuuuaaaaahhhh!¡Qué pasada! ¡Por el tabú es una sensación INCREIIIIIIIIIIIIBLEEEEE!
Y ya bajaron más el tono.
Javier no pudo dormir mucho esa noche, más que nada porque era despertado por los ocasionales gritos de “¡FOLLAME!¡FOLLATÉ BIEN A TU MADRE, CABRÓN!”, “¡DAME BIEN CON ESE RABO ¡” o “¡QUE GUSTO ME DA TU POLLA, HIJO!”, entre otras. Incluso oyó un par de veces gritar a un muy exaltado Martín “¡DIOS, ¡QUÉ GUARRA ERES, MAMÁ! ¡COMO ME GUSTA!” y “¡CÓMO ME GUSTA QUE SEAS MI PUTITA, MAMÁ”!
Pasaron un par de meses, en los que Carolina y Martín dormían juntos dos o tres veces por semana, aunque ya mucho más contenidos con el ruido. A partir de ahí, se redujeron a una o dos veces, ya que la vida social de Martín se fue enriqueciendo, y, probablemente con su experiencia jugando un papel, no paraba de enlazar relaciones. Pero no había manera de que unas inexpertas chicas pudieran satisfacer las necesidades sexuales de un joven con las hormonas desbocadas. No como su madre al menos.
Y Javier, algunas de las noches en que le tocaba dormir solo se preguntaba si, al igual que un “retorcido” amor maternal había originado todo en Carolina, no había sido un “retorcido” amor paternal el que le había hecho ceder a las peticiones de Carolina, ayudarla cuando estaba atascada y proporcionado coartadas mentales cuando aparecía el conflicto. Le aparecían dudas, y fugazmente aparecía la duda sobre si debería haber detenido todo antes de llegar a este punto, pero no encontraba razón para ello más allá de las convenciones, a pesar de que trataba con todas sus fuerzas encontrar alguna.
Pero, en el fondo, Javier siempre fue esencialmente un hombre práctico, y siempre concluía con un “que más da”. Había pasado de una vida anodina con cierta insatisfacción sexual, a tener todo el sexo que deseaba y más, a vivir en una casa en la que el erotismo y el sexo se respiraban en el ambiente, la complicidad y la felicidad entre los tres estaba por las nubes. Eso era lo que importaba. Su propia lívido había crecido con la situación, aunque no lo reconociera ante Carolina.
A veces se conectaba furtivamente a la webcam que había puesto en la habitación de su hijo y se masturbaba viendo como disfrutaban como animales salvajes las dos personas que quería en este mundo. Total, “si no se enteraban…”. Aunque, a veces, estaba seguro de ver como Carolina miraba a la cámara y guiñaba un ojo, como hacía siempre que demostraba tener razón…
FIN