Carolina. Me cogí a su hija, Mónica
Siguiente parte del relato de Carolina; me cogí a una MILF, que recomiendo leer antes, para entender la historia, y el premio que me llevo, al follar con Mónica, su hija de 18 años.
Este es el siguiente capítulo, de la historia en la que os voy a contar cómo, después de haberme follado a Carolina, una MILF, que era
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y que estaba casada, con un cirujano plástico, que le había puesto un cuerpo, para el pecado, me follé a su hija, a Mónica, una chica de 18 años, casi tan guarra como su madre.
Recomiendo, por tanto, la lectura del primer capítulo de la serie, para entender la historia, y el porqué de semejante premio, follarme a una chica de 18 años...
Sigo, yo mismo, narrando la historia
**En mi casa de
Campodón
, jueves, dos días después de haberme follado a Carolina.**
Después de conocer a Carolina, me puse, al día siguiente, a buscar inversiones que Carolina pudiera hacer, con el dinero que me dijo que quería invertir.
Encontré algunos negocios en la zona de Alcorcón, muy cerca de
Campodón
, que se traspasaban, y que, tal vez, pudieran ser del agrado de Carolina.
Llamé a Carolina, para explicarle la situación, y me dijo que quedaríamos para verlos, al día siguiente, para que yo pudiera ayudarle a decidir, cual escoger.
Llegó el día siguiente, había quedado con Carolina, por la tarde, para ver dos locales, de dos restaurantes, que estaban en traspaso, y que entraban en la descripción que Carolina me había pedido.
Recibí, por la mañana, un
de Mónica, la hija de 18 años, de Carolina, que me dijo que, le tocaba a ella, pagar su parte por mis servicios en las inversiones.
Mónica me dijo que quedaríamos, en su casa, a las 14:00, para comer, follar, y, después, ir a ver a su madre, para ver los locales.
Me preguntó Mónica, si quería que ella se pusiera algo especial, que yo, era el cliente, y mandaba; le respondí que sí, que se pusiera botas altas, con eso me bastaba.
Yo, acepté sin dudar, y me empecé a poner cachondo, pensando en lo que me esperaba por delante, la tarde, iba a ser de las de recordar toda la vida.
Jueves 14:00, en casa de Carolina
Llegué
a la casa de Carolina y aparqué el coche, llamé al timbre, y se abrió la puerta de la entrada de la parcela.
Caminé por el interior de la parcela, hasta llegar a la puerta de la casa de Carolina, y, no me hizo falta llamar al timbre, pues la puerta, ya estaba abierta, y, Mónica, estaba en la puerta, desnuda completamente, salvo por unas botas, con las que parecía, la puta, la
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, que era.
Mónica, me dio un beso en la boca, a modo de saludo, y me pidió que pasara a la casa, al comedor, donde la comida, preparada por la asistenta, ya estaba en la mesa.
Le pregunté a Mónica, por Carolina, y por Elena, su amiga pelirroja, que, dos días antes, me había puesto, también, muy cachondo, y Mónica me respondió, que, ambas, estaban en un servicio, con una clienta, pero que, las vería, por la tarde, para ir a ver los locales.
Estuvimos un rato hablando, le pregunté el porqué de ese recibimiento, desnuda, y solo con las botas, y, la respuesta de Mónica fue, que así se lo había pedido, ella sólo obedecía las directrices y las órdenes del cliente, de mí, en este caso.
Mónica me comentó un poco, la historia de su vida, desde su punto de vista.
Siempre había visto, a su madre, a Carolina, ser muy guarra, sabía, desde pequeña, a qué se dedicaba su madre, y que, ya le había dicho, en torno a los 12 años, para que se fuera preparando, a nivel psicológico, que, en cuanto que cumpliera 18, iba a ser puta, como lo era la propia Carolina.
Debido a esa situación, Mónica había dejado los estudios, a los 16 años, ni siquiera acabó la ESO, pues su madre, Carolina, ya había pegado el braguetazo de casarse con el cirujano plástico, y no necesitaba estudiar para vivir bien; se centró en el gimnasio, en el que se machacaba todo lo que podía, y, al cumplir los 18, aparte del consabido coche, le pusieron tetas nuevas, las más grandes que su padrastro, le pudo poner.
Me habló también de Elena, a la que conocía desde casi la guardería, pues siempre habían estado juntas, y a la que había convencido, para que también fuera
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, a pesar de sus pecas, de las que no se sentía muy orgullosa, según me dijo Mónica.
Después de comer, pasamos a la acción, a follar...
Subimos a la habitación de Mónica, que era enorme, y tenía un amplio vestidor, y Mónica, que, en todo momento, estuvo desnuda, salvo por las botas, me empezó a besar, en los labios.
Me preguntó, si antes de follar, quería que probara a hacerme una felación, y yo, acepté.
Mónica asintió, y me empezó a bajar los pantalones y los calzoncillos, y a masajear mi polla, que, ya estaba erecta.
Se la empezó a meter en la boca, y a chuparla, y, cuando llegó el momento de correrme, Mónica me pidió que me corriese en su boca, que es lo que le gustaba, y le hacía sentirse, de verdad, como una puta.
Yo obedecí a Mónica, y, tras un largo rato, con mi polla en su boca, lamiendo y chupando, de forma profesional, como la puta en la que se estaba convirtiendo, me corrí en su boca, y, Mónica, se tragó toda la leche.
Después, llegó el momento de follarme a Mónica; recuerdo a los lectores que, tanto Carolina, como Elena y Mónica, llevaban, cada una de las tres, su DIU, por lo que me la follé a pelo.
El coño de Mónica, que estaba totalmente depilado, pues, al igual que Carolina, se hacía láser en el coño, para que no creciera un solo pelo ahí, estaba ya húmedo, de hecho, durante nuestra conversación en la comida, Mónica tuvo que llevarse las manos a su coño, y masturbarse, para calmarse, mientras me contaba su vida.
Primero, le metí los dedos, y escuché un gemido de placer, de Mónica, y, segundos después, le metí la polla, y empecé a meter y a sacar, con fuerza, con dolor, hasta que me corrí, por supuesto, dentro de Mónica.
Durante toda la follada, Mónica gritó mucho, así que, supuse que, la muy puta, disfrutó mucho de ser follada.
Quedaba pendiente, follarme su culo, pero Mónica me propuso, dejarlo para otra ocasión, que me avisaría, para que estuviera Elena, y, así hacer un trío, o que Mónica nos viera follar.
Yo acepté, y nos fuimos a la ducha, para limpiarnos un poco, y arreglarnos, pues habíamos quedado ya con Carolina, para ver los locales, y, el tiempo, se nos echaba encima.
Tras una breve ducha, Mónica se puso un vestido muy corto de cuero, que le marcaba todo, se dejó las botas, de puta, que ya llevaba antes, agarró un abrigo largo de cuero, pues ya hacía algo de frío, y nos fuimos, en su coche, a ver los locales, con su madre, Carolina, que ya estaba allí cuando llegamos.
Viendo los locales, con Carolina, Mónica y Elena.
Llegamos al primero de los locales, y saludamos a Carolina y a Elena.
Ambas iban muy elegantes, Carolina llevaba un abrigo de visón, y, debajo, un vestido negro, muy escotado, con el que casi se le veían sus enormes tetas, y unas botas, altas, de tacón fino.
Elena, iba igual que Carolina, pero, el abrigo, era como el que llevaba Mónica, de cuero largo.
Mónica y Elena, se besaron en la boca, al verse, y eso me puso cachondo.
Lo que pasó, mientras veíamos los locales, y, cómo me follé a Elena, la amiga pelirroja de Mónica, lo contaré, en el próximo capítulo.