Carol 7
Final de la serie.
CAROL 7
Sin perder tiempo, en ese mismo instante entre Carol y Lili se llevaron a Vianey de la manera más amable que podían emplear para hacerlo; arrastrándola por sus mechones hasta uno de los establos del rancho que tenían acondicionado ya como una cabaña.
Ahí llevaron a cabo sin un solo indicio de piedad, una auténtica carnicería; como siempre, Carol fue y es el motor que daba vida a los actos mas inhumanos y salvajes que uno pudiese imaginar pues la señorita, fiel a su idea que hacía días ya le venía rondando en su cabecita, aprovechó la osadía de Vianey de rebelarse con su hermana para aplicarle lo que había pensado y era precisamente dejarla sin dientes.
¡Fue espantoso!; inmovilizaron a Vianey y aun así Lili tuvo que sujetarla ante sus convulsiones. Carol consiguió, sabrá de donde sacó unas tenazas y con ellas arrancó uno a uno los dientes de Vianey.
Fue inhumano, monstruoso pero para Carol fue una experiencia única que aunque suene grotesco, lo disfrutó, disfrutó el oír bramar de dolor a Vianey, se excitó al verla desgarrarse de sufrimiento e implorarle piedad; Carol no la tuvo, por lo contrario alargó su agonía haciéndola asimilar aun mas el dolor al darle descanso entre cada diente que le iba arrancando.
Por supuesto Vianey perdió el conocimiento pero eso a las señoritas las tuvo sin cuidado hasta que en una de esas vieron que Vianey no recobraba el conocimiento; entonces me llamaron.
En mi inocencia al llegar y presenciar el aberrante acto, pensé en que al menos si se habían asustado dejarían después de eso en paz a la miserable muchacha; nada mas lejos de la realidad. Me llamaron por que Carol sin haber concluido un acto salvaje, su mente ya había ideado otro, quizás todavía peor o igual.
Todo mi ser temblaba, tiraba una y otra vez los medicamentos que le suministraba a Vianey para calmarle el dolor y prevenirle consecuencias peores. Mi ser era un mar de nervios. Carol se burló de mí.
— ¡Ya coño parece que a ti te los arranqué jajajajajajajajaja a ti te arrancaría el pene no los dientes!;
— ¡BASTA, NO TOLERARÉ MAS BURLAS!— me exalté.
¡PLAFFFFFFFFFFFF!; la bofetada que me dio estoy seguro que me dejó sus cinco blancos dedos de su mano marcados en mi mejilla.
— ¡No me grites idiota, nadie te obliga a quedarte!— me reclamó indignada.
Ahí supe que estaba perdido, sus fuertes palabras calmaron mis nervios; increíblemente me disculpé.
Entonces, con Vianey semiconsciente; Carol, con una auténtica frialdad me comunicó en realidad para qué me llamó.
— ¡Mira Black, lo de los dientes ya pasó!— me habló con suavidad mientras yo me quería morir al ver el aspecto de Vianey.
— ¡Te hablé por que quiero que le cortes una oreja a ésta puta, quiero hacerla mas fea jajajajajajajajajaja y no dudo lo horrible que se verá sin una oreja!;
Quedé mudo por unos instantes. ¡La niña Carol! ¡Mi adorable Carol! ¡Me pedía cortar una oreja a una persona como si me pidiera cortarle las uñas o el cabello!;
Pasado unos instantes, tartamudeé hasta poder hablar con claridad.
— Bro bro bro bromeas, ¿Verdad? Lo que dices es asqueroso.
— ¡No, no es ninguna broma, mira, yo se la cortaría pero no quiero meterme en líos si luego se le produce una hemorragia o algo así, en fin, tú eres veterinario y ésta es una perra, pues haz como si fuera uno de esos cachorros a los que se les requiere cortarles las orejitas!;
Me levanté y avancé dispuesto a marcharme; ésta vez no me amenazó, me alcanzó y se me colgó del cuello comenzando a besarme.
— ¡Vamos Black hazlo por mí, es mas, si quieres, anestésiala pero córtale una oreja!;
— ¡Oooooooooooooye Black!— se quejó pues acababa de empujarla.
El llanto también comenzaba a traicionarme al ver la cruda realidad de quien era o en qué se estaba convirtiendo mi amada Carol.
— ¡Bien!— exclamó desilusionada.
— ¡Ufff al menos ésta vez ha decidido darse por vencida!— pensé en silencio pero enseguida la fugaz alegría se esfumó de mí al oírla hablar fríamente.
— ¡Lili querida pídele a Carmen las tijeras de jardín, yo misma le cortaré por trocitos una oreja y haré que se la coma jajajajajajajaja no me importa si muere desangrándose de dolor, no será algo que no me deje dormir!;
Enseguida me miró. Yo estaba de rodillas ante ella tratando de hacerla entrar en razón.
— ¡Te lo ruego Carol te lo ruego Princesa ya basta por lo que mas quieras!;
— ¡LILI!— gritó Carol; ésta accedió a ir por las tijeras.
No tuve mas remedio que someterme de nuevo ante los viles deseos de mi ama, me reconforté cobardemente pensando que si no accedía, el sufrimiento podía ser peor, más catastrófico para la señorita Vianey.
Como fui capaz, me dirigí por mi mochila; con razón Carol me pidió que llevara calmantes y lo necesario que siempre utilizo en mi trabajo. No fue necesario batallar tanto con Vianey, la pobre no parecía ya estar en éste mundo.
Me dolió en el alma anestesiarla y ver correr una lágrima por su mejilla. Procedí a realizarle casi una cirugía. Tras el corte de una de sus orejas y al concluir mi trabajo fui incapaz de mirarle la cara y el evidente aspecto que había quedado en Vianey tras perderla.
Me marché; ésta vez fue Lili quien me besó en los labios y me dijo a modo de consolación que eso era lo mío; acceder a los deseos de Carol y de ella y punto.
No hice mucho caso, tan solo me marché y terminé vomitando producto del acto que acababa de cometer.
Ese fue un auténtico mazazo para Vianey; su hermanita de basurero y ella sin dientes y sin una oreja. Ya no habían esperanzas. Ruth observó como su hermana había muerto moralmente y penosamente se resignaba a continuar vivir y sufriendo a los pies de sus amas que no se cansaban de seguir haciéndola sentirse miserable día a día.
Carol y Lili mayormente la usaban hasta en los días de sus respectivos periodos. Vianey tomaba el lugar de una toalla higiénica y su lengua era quien se encargaba de limpiar y tragarse los flujos menstruales de las señoritas.
Aquellas chicas en verdad no la dejaban un solo momento respirar tranquila y cuando no eran ellas, era Sagrario o Carmen quienes se encargaban de acordarle lo jodida que ahora era su vida.
Por si esto no fuera suficiente, un día como cualquier otro de los que vivían Vianey y Ruth; Sagrario les dio una amarga sorpresa y a la vez agradable noticia a sus hijas.
¡Rocío había vuelto! Más bien, nunca se fue. Sagrario había tejido muy bien sus redes y se encargó de hacerle quedar claro a su cuñado que podía rehacer su vida pues su hermana haría lo mismo y cada quien a lo suyo, siempre y cuando le girara su correspondiente dinero de ella y sus hijas.
Enseguida y habiendo quedado de acuerdo con unos contactos; Rocío fue interceptada en el camino del viaje y fue obligada a ejercer de prostituta por órdenes de su hermana hasta hacerla firmar un poder para que ésta administrara sus bienes.
Ahora en un nuevo día, Sagrario se presentaba con su hermana, irreconocible y domada, llevándola de la cadena como a una perra. Nadie se reconoció; ni ella a sus hijas ni éstas a ella. Tan solo reconocieron que todo estaba perdido y su última esperanza estaba ahí frente a ellas; muerta, aniquilada, tan solo dispuesta a completar el cuadro familiar. Rocío y sus hijas, esclavas de Sagrario y sus hijas.
Rocío había vivido el mismo proceso de esclavitud de sus hijas; llevaba en su desnudo cuerpo múltiples cicatrices producto de golpes y quemaduras. Había sido muy duro para ella pasar de ser una auténtica reina a ejercer en contra de su voluntad, la prostitución y ver y sufrir como era penetrada a cada momento violentamente.
La pobre Ruth se orinó producto del asombro y la impresión que representaba el desolador y lamentable aspecto de su madre.
Carol se tronó los dedos y al instante una sumisa Vianey le lamía los pies temblando como una hoja de papel. Carmen le acarició la mejilla con la planta de su pie; Vianey se la lamió. Con los dedos de su pie, Carmen le indicó abrir la boca; lo hizo ahogando el grito al jugar ésta con sus encías.
Carmen se le acercó y le escupió dentro de su boca. Vianey tragó y exclamó— ¡Gracias ama Carmen!; Carol hizo lo mismo.
— ¡Gracias ama Carol!;
No había más. Estaba sometida. El ver a su madre en igual circunstancia que ella terminó de matarla, mataba a cualquiera.
Una malévola sonrisa se dibujó en el rostro de Carol, las cosas no podían marchar mejor. Si Rocío era un punto a pensar, ya no había que hacerlo.
Carol, Carmen y su madre se dispusieron a contemplar como sus esclavas; Rocío y Vianey gateaban hasta postrarse ante ellas a lamerles los pies a sus amas. Ruth apoyaba en su humillación a su familia desde su posición de bote de basura.
Se pudiera quizás afirmar que Carol se podía a esas alturas dar por bien servida pero ella no pensaba igual y su siguiente plan a ejecutar o mejor dicho, el siguiente en someter hasta verlo a sus pies si no es que ya lo estaba, fui yo.
¡Sí!; al tener a la familia de su tía como sus devotas y sumisas esclavas, entonces tocó el turno a mí; entonces se fijó en mí, en quien la amaba con locura y que como bien una vez me dijo; ya se encargaría ella de someterme a sus mas exigentes caprichos y lo hizo, claro que lo hizo.
Carol astutamente dejó transcurrir unos días en los cuales se portó conmigo con extrema dulzura, melosa a mas no poder, follábamos como locos; todo era felicidad pero el día menos pensado, cuando menos me lo esperaba; la niña se hizo la ofendida sin tener motivo, una mínima tontería que ni ella recordaba la tomó de pretexto para hacer lo que muchas veces me hacía: mandarme al diablo y dar lugar a la escena de siempre o sea yo, disculpándome y accediendo a cuanto se le antoje, todo con tal de no perderla.
Entonces fue cuando me hizo ver que las cosas cambiarían.
— ¡Mira Black, ésta vez será diferente!— me habló en un tono tranquilo pero firme a la vez— O sea, tienes que estar dispuesto a dar un paso muy importante en tu vida, si quieres pues estás en libertad de retractarte pero te adelanto a partir de ya, yo ya no seré parte de tu vida pero si te quedas, si decides seguir a mi lado en una nueva etapa de tu vida; ¡Será para siempre, no habrá marcha atrás!— hizo una pausa y me clavó esa mirada penetrante e intimidante.
— ¡Habla!— le dije nervioso.
Ella se sonrió de una manera extraña, mas bien maliciosa y me contestó— ¡Si te ríes de lo que te voy a decir, TE MATO!— otra pausa y entonces con una enorme sonrisa exclamó— ¡TE QUIERO COMO ESCLAVO!;
— ¡Como Vianey, como Ruth, como mi tía; quiero que seas mi esclavo!;
Evidentemente me reí y al instante una impactante bofetada se impactó en mi mejilla izquierda; si bien no me mató a golpes, si terminé molido al ser incapaz de detenerla al irse sobre mí y darme de bofetadas hasta que se le diera la gana.
— ¡LÁRGATE LÁRGATE!— me gritó histérica.
Entonces, por la expresión en su rostro comprendí que lo que había dicho iba en una postura de absoluta seriedad; ella no bromeaba, ella tenía muy claro lo que quería. Yo no, yo tan solo sentía y sabía que la amaba con locura pero no había medido las consecuencias de ese amor que ya empezaba a pasarme factura.
— ¡Carol, amor!— le expresé suplicante. Ella me dio la espalda indicándome que me marchara— ¿Es que no me amas?— le hablé lloroso, arrodillándome y besándole tiernamente la mano para ablandarla.
Ella se volteó e increíblemente descubrí en su rostro un semblante tierno y lloroso.
— ¿Es que no me amas? ¡Esa pregunta debería hacértela yo a ti! ¿Es que no me amas?— me reprochó.
— ¡Bien sabes que sí!;
— ¡Entonces accede Black entrégate a mí por completo, ya no es suficiente ni quiero continuar la relación como hasta ahora, no, te quiero en cuerpo y alma o fuera de mi vida, la decisión es tuya y solo tuya pero la quiero ahora y piensa que la decisión que tomes será para siempre o no me vuelves a ver en tu puta existencia, quiero que me entregues tu vida a mi disposición, a mi capricho!;
Dicho esto, me quedó mirando fijamente; yo le rogué, le insistí tratando de hacerle ver mis miedos, mis temores, mis dudas pero ella ya no pronunció palabra alguna; se mantuvo en su postura y ante todo me desesperé al ver que no había más. Ella no cedería absolutamente en nada y al mantenerse firme en su silencio, no tardé en comenzar a sucumbir y preguntarle inocentemente— ¿En qué consiste esa esclavitud?;
Ella me sonrió al instante, sabiéndose de antemano dueña de la situación y de mí.
— ¡Bien lo sabes Black!; hasta ahora, de vez en cuando te sales del cascarón pero ya no mas. ¡Venga hombre, serás mi esclavo favorito!; no te voy a joder pero ten en cuenta que esto tampoco es un juego, ten en cuenta que adoptarás desde el momento en que aceptes, una verdadera postura de esclavo.
— No tendrás diferencia alguna con Vianey ni su familia, no tendrás libertades; salvo claro está, las que yo decida darte. Ya no habrá sexo como antes, las noches de placer serán para mi placer no para el tuyo. Si en verdad me amas, esa será tu recompensa; seguir a mi lado y saber que no me eres indiferente.
— ¡Vamos coño, acéptalo, el que se enamora mas es el que mas pierde y tú no controlaste tus sentimientos, te traigo loco y no lo digo por arrogancia, ambos sabemos que lo que te digo es muy cierto!— concluyó orgullosa.
Ya no pude objetar nada, tan solo la miré desde mi postura, de rodillas; me imagino con una cara de cachorro llorón pues ella me sonreía un tanto burlona.
— ¡Yo yo yo….!— hablaba con torpeza.
— ¡Tú no tienes que pensar nada, tan solo dejarte llevar!— me dijo.
— ¡Acepto!— respondí con un hilo de voz, lo cual fue suficiente.
Enseguida me ofreció unos papeles y sin perder tiempo, me dio la segunda sorpresa: ¡Quería administrar mis bienes, mi establecimiento, todo; económicamente yo me quedaba en la calle y verdaderamente a merced de ella!;
Temblaba por completo, de nuevo la miré lloroso y terriblemente angustiado, quise pensar pero ella no me dejó. Se agachó, me besó en los labios profundamente y me susurró— ¡No hay nada que pensar, lo que haya que aprender, yo te lo enseñaré, firma!— me ordenó suavemente y eso hice.
Y desde ese momento comenzó mi verdadera esclavitud, me uní oficialmente como hasta la actualidad a la corte oficial de los esclavos de mi ama Carol.
— ¡LILI!— exclamó en un tono de exquisita felicidad mi ama a su amiga que evidentemente no solo estaba al tanto de todo sino había permanecido detrás de la pared escuchando todo.
— ¡Jajajajajajajajajajaja vaya con Black, coño, pensé que resistiría mas!— comentó Lili, perdón, ama Lili pues si no la llamo así, no me la perdona aunque bueno, de vez en cuando también me consiente.
Se acercó risueña y mostrándome burlona una cadena para perros. ¡Dios!; en verdad que no tendría ninguna diferencia con las demás personas que permanecían en esclavitud.
Mientras en mi mente me giraban tantos pensamientos desordenados, observé como un corderito como mis dos jóvenes amas me desvestían por completo y me acomodaban el collar en el cuello al cual pude apreciar, ya llevaba grabado: “BLACK”.
La única duda que me quedó fue saber si era la misma del anterior cachorro de mi ama.
— ¡Blaaaaaaaaaaack!— exclamó melosa mi ama como esperando algo de mí; no reaccioné.
¡Plafffffffffff!; una bofetada me tomó por sorpresa. Carol insistió y yo continué inmóvil.
¡Plafffffffffffff!; ésta vez fue Lili la que me castigó. No supe que deseaban hasta que después de la séptima bofetada; Carol, con una expresión de fastidio adelantó tantito el pie, entonces sin dudar mas me arrojé a besárselo.
— ¡Bravo coño!— se burló Lili— ¡Jajajajajajajajaja si fallabas de nuevo, el castigo seguiría en tu pene jajajajajajajajajajaja!— se rieron ambas.
Me mantuvieron unos instantes a sus pies hasta que se acomodaron en el mueble haciéndome seguirlas a gatas y continuar postrado a sus pies. Me encontraba sumamente nervioso y terriblemente confundido, aun pensando en todo lo rápido que había actuado y cedido ante aquella señorita.
Mis profundos y silenciosos sentimientos y pensamientos se vieron interrumpidos al percibir que la puerta se abría, miré alarmado a mi ama y eso me costó una patada en plena cara.
— ¡BAJA LA MIRADA BLACK! ¡Ya lo sabes, no puedes mirarme a la cara y sigue en lo tuyo, no te apures, mamá y Carmen ya saben que hablaría contigo oh y agradéceles que coño, no sabes cuanto te quieren uy, cómo te compadecieron en cuanto les dije lo que pensaba hacer contigo y mira que Carmen dudaba si aceptarías jajajajajajaja!;
Justo mientras mi ama se carcajeaba a gusto, pude sentir sobre mí las miradas de la señora Sagrario y la señorita Carmen mezcladas entre pena, compasión y risa.
No comentaron nada. Carol burlona se levantó haciéndome a un lado con el pie y burlona le comentó a su hermana— ¡Ay te lo dejo, por fin tendrá contacto con tus pies, si se pasa, azótalo por que es un maldito fetichista pervertido!;
— ¡Usaré a Vianey!— contestó Carmen un poco apenada.
— ¡La usaré yo!— le respondió mi ama y le insistió— ¡Úsalo a él, no te apures, está ansioso por babosearte los pies!;
Mi ama se marchó seguida por su amiga; doña Sagrario trató de contener su risa y al igual se marchó no sin antes decirle a su hija— ¡Bueno, alguien tiene que quitarte esas botas y habiéndote acostumbrado a la buena vida, no creo que seas tú misma quien termines quitándote tus propias botas!;
Quedando solos; Carmen me miró ahora con morbo; yo, avergonzado traté de ocultar mi desnudez pues hasta ese momento, no me habían mirado de esa manera y era la primera vez que Carmen me veía desnudo.
Tomó asiento y cruzó una pierna sobre la otra mostrándome su polvorienta bota.
— ¡Mmmmmm así que fetichista!— me dijo rompiendo el hielo.
— ¡Sí!— contesté tímidamente.
— ¡Bien Black emmmm para ser honesta, no creí que aceptaras, mi hermanita está reloca pero tú lo estás mas, me imagino que ya te hizo firmar donde consta que ella administrará tus bienes! ¿Verdad?;
— ¡Sí!;
— ¡Sí ama!— me corrijo.
— ¡Sí ama, perdón ama!— contesté apenado.
— ¡Mmmmm bueno, por ahora te pasaré por alto que me estés mirando a la cara, no seré dura contigo pero frente a Carol compórtate mejor por que creo que no la conoces, bueno; ella me dijo que efectivamente si aceptabas ser su esclavo, eso serías, su esclavo!;
Yo escuchaba con atención, de pronto me ordenó— ¡Pero venga, para no perder tiempo, puedes ir ya limpiando mis botas mientras charlamos!; piensa que estamos iguales. Tú te estás adaptando a ser un buen esclavo y yo a verte como tal pues aunque no tenemos tanta confianza me caes muy bien, además tú eres el esclavo y yo tu ama, una mas de tus amas, así que abusado por que evidentemente que el único que puede perder eres tú. ¡Dale, qué pasa con mis botas!;
— ¡Sí ama, perdón!— dije sorprendido ante lo bien que se estaba amoldando para mí, la inocente Carmen y miré a mi alrededor para armarme de algún trapo. Carmen se echó a reír.
— ¡Jajajajajajajajaja no mi amor! ¿Qué no has visto cómo me las limpia mi querida prima?;
La miré apenado pero no me opuse. Al instante me incliné y con cierta molestia le di el primer lengüetazo a su bota y así me mantuve, lamiendo su bota y luego la otra, abrillantándolas con mi lengua y mi saliva, librándolas de todo rastro de polvo mientras ella me seguía hablando muy quitada de la pena.
— ¡Bien Black!; mi hermanita y yo ya habíamos hablado de esto y como te dije, no pensé que aceptaras, te creí con mayor dignidad pues mira que Carol ya me había contado que según tú, eras fetichista pero no sumiso o sea, que le dije a Carol, pues no aceptará, no cederá a permanecer bajo tu dominio y mírate ahora; lamiendo y tragando polvo. ¡Dios qué cosas!;
— ¡Pero bueno, ni al caso, así es ahora tu realidad, así que te adelanto algunas normas que Carol me pidió, hiciera por ella!;
— ¡Como bien te dijo, no tendrás diferencias con las demás, salvo las que ella decida darte, no puedes mirarnos a la cara, permanecerás como hasta ahora, desnudo, no andarás esposado, no lo creemos necesario pero tampoco abuses; Carol te quiere, eso tenlo por seguro pero ya sabes como es ella así que tampoco te fíes pues no dudes que si la agarras emputada es capaz de arrancarte los dientes y aunque después se arrepienta, el daño será irreversible!;
— ¡Descálzame ya!— interrumpió su charla.
Obedecí. Al instante pude llenarme de una fuerte esencia proveniente de sus pies. ¡Eso era lo mío! No lamer el polvo. No. Lamerle sus pies que no dejaban de ser divinos por muy sudados y olorosos que estuvieran. Para mí olían exquisito. No mas que los de mi ama pero olían exquisito.
— ¡Auuuuggghhhhhh qué cerdo, disimula un poco cuanto te gusta!— me dijo burlona— ¡Ah y cuidado con tu cosita, no me agrada verla en pie de guerra!;
Me sonrojé. Ella me tranquilizó.
— ¡Venga, tranquilo, por cierto, ante mí, a solas, no te preocupes, te queremos mucho y mas ahora que nos estás demostrando hasta que grado amas a mi hermanita o sea que para mí sigues siendo el mismo y no un esclavo aunque eso no implica que no tengas que obedecerme!;
— Y por supuesto, no pienso privarme de usarte al igual que mi madre pero lo dicho, no seremos tan duras contigo, no lo mereces, tan solo ándate con cuidado con Carol y Lili, ellas sí que están locas y como te dije, te quieren y te estiman pero sinceramente, están relocas.
— ¡Bien querido, ve por mis sandalias, venga, corre!— me despidió.
Así dio inicio una nueva e irreversible etapa en mi vida al servicio de mi ama y de su familia que si bien se me han pasado algunos detalles, creo y espero haber expresado lo mas relevante para entender la situación actual que vivo en esclavitud al igual que la familia Cosgalla en manos y poder de nuestras amas que no tuvieron ningún inconveniente en adaptarse a verme como su nuevo esclavo.
Carmen, quien pensé que sería a quien le costaría mas pues era la mas centrada y hasta tímida y con quien no había tenido un contacto tan íntimo, vamos, hasta ese momento se había negado a dejarme gozar con sus pies a pesar de la insistencia de Carol; pues resultó que no tuvo mayor problema para verme como un esclavo y entonces sí que se dejó servir por mí ante sus divinos pies.
Lo mismo ocurrió con doña Sagrario, de buenas a primeras no se opuso en lo absoluto en que le demostrara mis humildes respetos de esclavo besándole todas las veces que estuviera frente a ella sus pies; creo que hasta le causaba gracia pues siempre se reía y me acariciaba el cabello como quien consuela o premia a una preciada mascota.
Por otro lado, de quienes pensé que llevaría más relajada la situación, no fue así. Carol y Lili sí bien me querían pero a la vez eran quienes mas me exigían y me costó un verdadero esfuerzo acostumbrarme a servirles y complacerles sus mas exigentes y locos caprichos.
Sobretodo al principio pues ninguna de las dos me perdonaba una sola, empeñadas en convertirme en un verdadero esclavo obediente y sumiso y me daban en donde sabían que mas me dolería; en mi orgullo a lo que se divertían humillándome; haciéndome comer a sus pies. Eso sí, no me alimentaban con sobras; ufffff, al menos, no, me daban siempre mi buena ración de los mismos alimentos que ellas consumían ohhh pero debía comer después de ellas y debía hacerlo en el piso a los pies de mi ama Carol y eso me dolía al igual que me herían sus risas burlonas al verme devorar mis alimentos.
En una que otra ocasión, Lili por pura maldad, metía el pie en mi plato y me alimentaba tomando graciosamente las piezas de carne con los pies y así me las pasaba a mi boca. Eso no me enojaba, lo que me jodía eran sus risas pues se divertían conmigo.
En una ocasión miré retador a Lili y me abofeteó; la cosa no quedó ahí, Carol me humilló al sentenciarme después de quejarme que ellas me habían provocado.
— ¡No eres mas que mi esclavo, no lo olvides Black, si esto vuelve a ocurrir te juro que te azotaré, si me quiero divertir contigo así sea degradándote, te limitas a servirme para mi diversión y como eres algo imbécil y mas que la verdad no quiero azotarte!— una pausa y soberbia continuó— ¡Te prohíbo hablar, si no hablas no te puedes quejar o sea que a partir de ya, tan solo te permito ladrar!;
— ¡Cuando quieras dirigirte a mí, restregarás tu carita sobre mis pies entonces sabré que quieres decirme algo, de resto solo ladridos e ingéniate para que te entienda jajajajajajajajaja será divertido! ¿Entendiste?;
— ¡Sí ama!— le dije resignado.
¡Plafffffffffff!; me abofeteó.
— ¿Entiendes?; no contesté, me ardía la mejilla, Carol en verdad golpeaba fuerte.
¡Plafffffffffff!; otra bofetada.
Comencé a sollozar más bien por la humillación que por el impacto. Carol no se detuvo y Lili reía burlona. No se cuantas bofetadas mas me propinó, solo se que su hermana; mi ama Carmen, intervino a mi favor.
— ¡Yaaaa Princesa le haces daño, no se lo merece, pobrecito!;
— ¡Pues es que no entiende, como que es mitad animal, por eso lo hago ladrar pero nomás no entiende, velo! ¿Entiendes?— me preguntó con toda la intención de seguirse burlando de mí y así lo hizo.
No contesté y volvió a abofetearme hasta que Carmen molesta se levantó, me jaló con fuerza mi cabello gritándome— ¡LADRA CARAJO LADRA ESO ES LO QUE QUIERE LADRA LAAAAAAAAADRAAAAAAAA!— me gritó sin dejarme de tirotear de mi cabello. Evidentemente desquitó su estrés conmigo.
— ¡Guau!— emití penosamente.
— ¡Jajajajajajajajajajajajajajajaja!— todas rieron y al menos me dejaron en paz…. Por unos minutos hasta que mi ama me exigió que me disculpara. ¡Sí!; que me disculpara con Lili.
— ¡Pídele perdón a Lili, a tu ama Lili!— me aclaró. Iba a besarle los pies pero Carol me detuvo.
— ¡No cabrón, ese no es castigo para ti, pide perdón y espera tu castigo!;
Eso hice. De rodillas, sin mirarla a la cara, le pedí perdón humildemente ladrando varias veces, más bien gimiendo como un cachorro llorón mientras restregaba mi cara sobre sus piernas y sus pies. Todas, incluida Carmen; se partían de risa ante mi lastimoso espectáculo.
Lili se sonrió mucho mas, todo lo que quiso; ella también me quería pero en verdad que era castrosa al igual que mi ama, digamos; rutina de su juventud.
— ¡Bieeeeeen Black, te perdono!— me dijo después de acariciarme las mejillas y el cabello hablándome en un tono que al menos inspiraba lástima y pena ajena— ¡Ehhh toma te regalo mi chicle jejejejeje!;
¡Claro, me humilló! Pues sabía donde golpearme. Con repulsión abrí la boca y acepté resignado su goma masticada. Carol aprovechó al igual para usar mi boca como escupidera. Increíblemente después me abrazó y me mordió la oreja.
— ¡Te quiero Black, no lo dudes pero tienes que aprender amor, tienes que aprender y si los castigos te ayudarán pues haré uso de ellos y aunque no te he azotado mmmm créeme, tampoco voy a privarme toda la vida de hacerlo, en especial si me haces enojar!;
En ese momento se olvidó de los ladridos y de nuevo me permitió hablar.
Y lo hizo; no se ya ni por qué, alguna estupidez de mi parte habrá sido, el caso fue que Carol me golpeó con el cinturón. Cosas de mi rara vida; esa vez fue Lili quien intervino a mi favor.
Lo recuerdo bien; mi ama marchó enfadada y muy indignada. Lili me consoló pues yo lloraba intensamente; en mi vida me habían tratado así y ahora una jovencita a quien le pertenecía por voluntad, descargaba su mal humor cintareándome.
Lloré echado a los pies de Lili aprovechando la ocasión para olérselos y lamérselos. Mmmmmm, ¡Qué bien le olían por cierto!;
Pero así eran mis días, imprevisibles pues cuando no era Carol quien se enfadaba conmigo, lo era Lili; mayormente con ellas era el lío pues Carmen y su madre eran un amor y casi siempre me dejaban disfrutar con sus pies y dentro de todo, no puedo decir que sea infeliz tampoco feliz por que me duele el trato que en ocasiones me da mi ama, en especial cuando me humilla solo por capricho.
Pero he de reconocer que tampoco se propasa cuando me castiga y siempre al final, termina acariciándome tiernamente y riendo traviesamente, reconociendo en parte esos locos arranques de humor.
Así es ella y así es Liliana pero no, no soy infeliz; las infelices, las miserables son Vianey y su familia, mas Vianey que su madre y su hermanita pues es en ella en quien se siguen ensañando y a quien tratan con mayor despotismo y crueldad.
Por mi parte me he ido acoplando a mi nueva vida y parte de ello se lo debo a mi ama quien me anima y me reconforta en los momentos en los cuales me ve mas hundido pero lo dicho, tampoco me queda hacerme la víctima pues las víctimas son otras a quienes por cierto, hablando de Vianey y Ruth; les llegó su hora de su inminente y espantosa tortura de decorarles sus nombres en sus blancas pieles a rayones con los afilados tacones de las señoritas y antes o después; el orden carecía de importancia para mis amas, castigar a Vianey, mas, si cabe; azotándola de nuevo en sus martirizadas plantas.
Yo me encontraba con mi ama Carmen; ya había lamido sus botas y había eliminado toda partícula de polvo; como bien me dijo, me permitió, me premió con el olor de sus pies.
Le safé las botas, las olí con todas mis fuerzas en su interior, las deposité a un lado, en el piso y me postré ante sus plantas lamiéndole uñas, dedos; chupándoselos uno por uno mientras ella se reía de mí. Cada vez tomaba mayor confianza conmigo.
Doña Sagrario aprovechó el momento y se sentó a lado de su hija para hacerse de mis servicios a lo que disfruté doble, como un loco me dediqué a adorarles y acariciarles a modo de masaje, los pies a madre e hija; solo que no usaba las manos, tan solo mis labios y mi lengua y con eso me bastaba para que ellas se relajaran y se dieran por satisfechas con los servicios a modo de tributo de su humilde servidor.
De pronto; todas las atenciones se centraron en Carol, Lili y las esclavas Vianey y Ruth. Las chicas comenzarían su cruel diversión. Carmen y su madre no la presenciaron, estaban agotadas a lo que prefirieron descansar en sus habitaciones, ya después verían los resultados aunque ya se imaginaban lo que se venía pues hasta sus habitaciones llegaron los alaridos de las miserables hermanas Cosgalla.
Tan solo yo quedé en un rincón para presenciar aquel inhumano espectáculo y claro, en otro rincón; doña Rocío a quien para su mayor desgracia, a ella sí la obligaron a presenciar el sufrimiento de sus hijas.
Horrorosa y espantosa fue la tortura, ni mas ni menos; en especial para Vianey que como siempre era en quien mas se empleaban a fondo.
Carol y Liliana estaban calzadas con zapatillas de largos y afilados tacones, entonces, sonriéndose entre sí, en complicidad; se posaron frente a sus esclavas y comenzaron el espantoso y macabro tormento.
Carol fue quien infundió mayor sufrimiento a Vianey pues con toda la calma del mundo le fue rayando con sus tacones cada línea hasta formar claramente con líneas rojas y sangrantes el nombre de Vianey en la blanca espalda de ésta, sin importarle para nada los alaridos que la miserable pegaba. En tanto que Lili no la hizo de emoción a Ruth y en un parpadeo la decoró en su piel formándole su nombre.
Enseguida clamó a Carol su victoria por terminar primero. Carol le sonrió y siguió concentrada en torturar a Vianey.
Yo le supliqué con la mirada a mi ama que ya se detuviera pero con una enorme sonrisa me indicó que lejos de hacerlo, apenas comenzaba.
— ¡AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU PIEDAAAAAAAAAAAAAAD!— clamaba Vianey.
Carol había terminado su obra pero tocaba el turno a Lili.
Según lo acordado, como Carol perdió, debía entrenar ahora con Ruth y a Vianey dejarla en paz pero no fue así a lo que intercambiándose, Carol cedió a Vianey para que Lili se deleitara marcándola por delante.
Al menos se olvidaron de Ruth y la dejaron en paz pues Carol prefirió armarse con una fusta y entonces sí que se excedieron pues mientras Lili repetía el ritual a Vianey, Carol le dio de fustazos en sus ya mencionadas y destrozadas plantas.
Pobre Vianey; sus bramidos y lamentos no le sirvieron de nada, bueno, tan solo aumentaron el sadismo en ambas jóvenes que la torturaban y la hacían sufrir sin piedad alguna.
Rocío lloraba invadida por la pena y la impotencia de presenciar tan horrible espectáculo pero como siempre, la cosa no quedó ahí pues Carol y Lili querían mas y mas y mas y al ver a Vianey totalmente machacada; eso sí, según ellas muy bien decorada con aquellas líneas rojas que daban forma a su nombre; ignoraron a Ruth y centraron su atención en Rocío a lo que sujetándola y sometiéndola con la latente amenaza de que si no cooperaba por sí misma, seguirían maltratando a Vianey, la hicieron estirarse en el piso y fue Lili quien se dio el gusto al igual de marcarla a taconazos.
Carol quedó tan solo de observadora…. Por unos segundos, de pronto me miró sonriente pero sonriendo con malicia; me temí lo peor y no me equivoqué.
— ¡Blaaaaaack, ven aquí, acércate, estírate justo aquí, a mis pies!;
— ¿Pero, ama?— pregunté muerto de miedo.
— ¡Blaaaaaaaaaaaaack!— me indicó que la obedeciera sin rechistar.
— ¿Carol?— preguntó asombrada Lili.
— ¡Todos parejos!— fue lo que contestó mi ama.
¡Dios! Cómo lloré, chillé pero a mi ama no le importó, se mantuvo firme y tan solo comentaba con su amiga riendo mientras me marcaba en la piel utilizando sus afilados tacones— ¡Coño es que me fastidia tan solo mirar como decoras a mi tía, además esto sirve para recordarle a mi amor que al igual y es mi esclavo!;
— ¡Jajajajajajajajajajajajajaja que bien está quedando, ya Black, ya pasó, deja de chillar coño, me decepcionas!— fue todo el consuelo que me dio, dejándome destrozado en el piso.
En ningún momento me negué a su cruel juego. Ella era y es todo para mí. ¡Pero cómo me hizo sufrir! Tales fueron mis gritos que Carmen los oyó y reconoció y enseguida bajó y se horrorizó.
A Vianey y a su familia; Carol las podía moler a palos, incluso hasta matarlas y no pasaba nada pero he de agradecer al ama Carmen que a mí por tan solo unas bofetadas, enseguida acudía a mi auxilio y así fue esa vez.
Me ayudó a incorporarme y me llevó hacia un mueble y fue por lo necesario para aliviarme el bendito dolor y ardor en la piel ante las risas de mi ama y su amiga que cerraron con broche de oro su actuación cortándole la otra oreja a Vianey.
¿Pretextos, motivos? ¡Ninguno! Tan solo se les antojó realizarlo, según Carol para hacerla aun mas horrenda y lo hizo frente a su angustiada y sufrida madre.
Carol y Lili se habían convertido en unas expertas sádicas proporcionadoras de dolor y sin mi colaboración se encargaron de dar fin a la otra oreja de Vianey y de cerciorarse de no causarle otro daño que la hiciera peligrar de mas, todo mientras Vianey había perdido el conocimiento.
Rocío y Ruth se desgarraron en llanto y ruegos y a mí me consolaba mí también, ama Carmen, indicándome que ante todo, al menos para mí, ya no había peligro y ya no lo hubo pues en cuanto Carol y Lili se tranquilizaron; su hermana la reprendió increíblemente, haciéndola ver el dolor que me había provocado.
Carol tan solo se limitó a reír y sin dar una sola explicación, se fue sobre mí abrazándome y besándome sin dejar de reír ahora con picardía, con diversión y hasta cierta inocencia y quizás arrepentimiento.
El caso es que con eso fue suficiente para que sucumbiera ante sus encantos y me refugiara entre sus besos y caricias.
— ¡Yaaaaa Black, querido esclavo, ya pasó nene, ahora tu hermosa ama te cuida y te protege, venga condenado, échate a mis pies!— concluyó hablándome dulcemente y eso hice.
Me abracé a sus pies y enterré la cara entre sus blancas y delicadas plantas mientras Lili me acariciaba con la planta de su pie mis heridas, asombrada al igual que Carmen con lo cruel que llegaba a ser en ocasiones mi ama conmigo, sin importarle el sufrimiento que me ocasionaba.
Pero así era ella y el problema cada vez menor era para mí y era cada vez menor por que a medida que el tiempo avanzaba, me iba no acostumbrando sino amoldándome a vivir según el bendito humor de mi ama pero reconfortado al saber de antemano que en aquellos momentos en los que mi ama perdía el control, siempre Carmen o la propia Lili, me protegían y me evitaban daños y sufrimientos mayores.
La familia de Vianey al igual tuvo que aprender a resignarse y vivir al cruel capricho de sus despiadadas amas aunque sobra decir que esa familia era otra, eran otras.
Vianey, Ruth y su madre eran tan solo máquinas vivientes con la mentalidad sumisa, totalmente aniquiladas moralmente. Carol las había acabado por completo con el apoyo incondicional de Lili a lo que en la actualidad, Vianey y su familia tan solo actúan automáticamente, como máquinas, sirviendo en lo que les quede de vida para la diversión y beneficio de sus amas.
Yo soy punto y aparte, pero; en términos de esclavitud, ahí soy idéntico pues comparto al igual que ellas el vivir cautivo pero no en contra de mi voluntad. Lo mío fue distinto y eso me ayudó a hacerme la vida más fácil al entregarme en cuerpo y alma a mi ama Carol por siempre.
Pues a ella pertenecía y de ella dependía física y moralmente y aunque en muchas ocasiones, me amenazó con hartarse de mí y echarme a la calle, sabiendo de antemano que no tenía a quien recurrir si hacía aquello pues todas mis pertenencias las había otorgado a ella; nunca tuvo la intención de hacerlo, tan solo le gustaba divertirse conmigo e infundirme temor.
El caso es que vivo por y para mi ama, soy propiedad de ella y a ella pertenezco en cuerpo y alma por siempre.
Por siempre, humillado y postrado ante sus pies: Señorita Carol. Mi ama. Mi Dueña. Mi Diosa. Mi Todo.
FIN.
BLACK.