Carol 6
La presentación de Roberto y algo mas.
CAROL 6
Liliana de un brinco salió disparada y en nada estaba ya de vuelta con un cerdito, el cual llevaba un lazo de regalo en el cuello y una camiseta que presumía el nombre: “Roberto”. Todas estallaron en carcajadas cuando Carol exclamó— ¡Les presento a Roberto, el novio de Vianey oh y habrá boda eh!;
Carmen hasta se doblaba de la risa y a Sagrario hasta se le salió una que otra lagrimilla de tanto reírse. La pobre Vianey se quería morir, sentía no poder soportar tanta humillación pero lo hizo por que no tenía opción y haciendo a un lado ese orgullo y arrogancia, se arrojó a los pies de su prima a implorarle que no la castigara de esa manera tan aberrante en cuanto ésta le comunicó lo que esperaba de ella.
— ¡Mira Vianey, este cerdo será tu compañía y tu responsabilidad, tú lo cuidarás, alimentarás, bañarás por qué es tu novio!; ¿A que es idéntico a ti?; en fin, en cuanto así lo considere, yo misma les organizaré su boda, ¡Es promesa! Incluida su luna de miel jajajajajajajajajajajaja.
— ¡Bien, no quiero que ese cerdo se despegue de ti ni un solo segundo!;
— ¡Nooooooooo eso noooooo prima por piedad eso noooooooo!— suplicó en verdad atemorizada la joven pero no hubo pero que valga ni que haga desistir de sus planes a Carol; eso sí, la abofeteó por llamarla prima.
— ¡No me llames prima estúpida, soy tu ama!;
— ¡PERDÓNAME AMA, AMA CAROL NO ME CASTIGUES ASÍ!— suplicó angustiada Vianey pero nada logró a su favor. Carol sabía donde golpearla y la sometió a tan degradante situación.
Vianey tenía a partir de ese momento que andar para todos lados con el bendito cerdo. Carol y Liliana los bañaban juntos a manguerasos, les tomaron infinidad de fotos en infinidad de posiciones humillantes con las que decoraron el espacio en donde permitían dormir a Vianey con su novio.
Bueno; un día Carol y Liliana se excedieron obligando a Vianey a tener sexo con el cerdo, mas bien permitieron al cerdo hacer lo que sus instintos quisieran con Vianey.
Pobrecita. Carol y Liliana se partían de risa, se reían de ella, de su horrible humillación. Lili sujetó al cerdo y se lo acercó hacia el sexo de la joven para que la olisqueara, después a sus pechos, la obligaron a que bese el hocico del cerdo.
— ¡YAAAAAAAAAAAAAA POR PIEEEEEEDAD POR PIEEEEEEEDAD!— gritaba llorando Vianey que sentía que se estaban cobrando con creces todo lo que ella haya podido haberles echo en el pasado.
— ¡NOOOOOOOO NOOOOOOOOO DETÉNGANSE POR MISERICORDIA!;
— ¿Pero coño, por qué?; ¡Si le gustas y también a ti no te hagas jajajajajajajajajaja venga coño hagan el amor!— se burlaba Carol carcajeándose con su amiga mientras que Lili le montaba el cerdo a Vianey y ésta al verse perdida, se acurrucó en el piso a llorar amargamente ese momento que quedó grabado a fuego en su mente y su vida.
Quedó en el piso ante los pies de aquellas malvadas pero también hermosas chicas que se divirtieron hasta hartarse en hacer, mas bien obligar a que Vianey abrazara, acariciara, besara al cerdo y luego lo mismo; hacían que éste le olisqueara el sexo hasta que Liliana la hizo masturbarse hasta llegar en contra de su voluntad al orgasmo en compañía del cerdo.
— ¡Wow pero si es una grandísima puta Carol, mira nada mas carajo esas expresiones de lujuria en su cara, es una enferma, le gusta revolcarse con el cerdo!;
— ¡Mas que eso, le excita a la hija de la grandísima puta jajajajajaja síguele putita no te apures no le diremos a nadie que eres mas cerda que esa lindura que te está haciendo gozar!;
— ¡Sí Carajo y pensar que el cerdo la pervertiría a ella pues salió alrevés Carol, ésta puta nos salió mucho mas enferma al grado que el cerdo la debería demandar jajajajajajajaja!— se partía de risa Liliana contagiando a Carol.
Vianey no era de hielo y ante las insistentes caricias, olfato y contacto del hocico del animal que se restregaba sobre su sexo, la infeliz se excito, trato, luchó por evitarlo pero fue imposible, lo dicho, no era de hielo y su ser correspondió a tales obscenas caricias.
El cerdito parecía jugar del lado de Carol y Liliana complaciéndolas al recorrer a los lados a Vianey y detenerse a olisquearle el trasero con lo cual hizo quebrarse de risa a las muchachas y de humillación a Vianey que lucía miserable al revolcarse en la tierra buscando huir del cerdo y ocultar su involuntaria excitación.
Liliana al percibir que con el cerdo iban para largo y que Vianey continuaba valientemente luchando por resistirse a hundirse aun más, separó al cerdo y la obligó que ahí ante los pies de ellas, la desgraciada terminara lo que el cerdo había iniciado.
— ¡Mastúrbate puta, mastúrbate como la sucia puta y cerda que eres!;
No fue necesario insistirle ni presionarla mas, Vianey actuaba fuera de sí, en contra de su voluntad, mención aparte de que Carol la ayudó. Tan solo Vianey se llevó las manos a su sexo, Carol despiadadamente le acomodó la planta de su pie sobre su húmedo sexo y con unos suaves pero veloces movimientos Vianey se dobló convulsionándose, temblando, se había corrido forzosamente ante las caricias de la suave planta del pie de Carol y muerta de vergüenza enterró la cara en la tierra.
Carol le acarició su sexo con el pie reuniendo los fluidos y sin previo aviso se los restregó en la cara a Vianey terminando por hacerla que le chupara los dedos de su pie.
— ¡Eres una puta asquerosa Vianey Cosgalla, eso es lo que eres mira que no resistirte a los inocentes juegos del cerdito y terminarte corriendo sobre mis pies!; ¡PÍDEME PERDÓN POR SER UNA PUTA ASQUEROSA!— la humilló Carol a placer pateándola sin consideración en su sexo y sin un solo indicio de piedad le pisó su sexo imprimiendo presión hasta que se dio por satisfecha con la degradación de su prima.
— ¡Perdón ama Carol, perdón por ser una puta asquerosa, imploro tu perdón!— habló apenas con un hilo de voz.
— ¡Ahora al ama Liliana!;
— ¡Perdón ama Liliana, perdona a ésta puta asquerosa, imploro tu perdón!;
— ¡Ahora al cerdito!— no se cansaba Carol de humillar a la destrozada muchacha.
— ¡Per….!— fue lo único que alcanzó Vianey a pronunciar pues Carol la cortó pisándole la boca.
— ¡Así no estúpida a poco crees que te va a entender, deja, ahora mismo el cerdito se va a dignar a perdonarte, tan solo quédate quieta putita ja aunque dudo que puedas ante lo excitada que te pones con éste encanto!;
Una vez mas sometieron a Vianey a las caricias del cerdito que sabiendo el camino dirigió el hocico hacia el sexo de la muchacha y ésta vez no lo separaron de ahí hasta que vieron retorcerse a Vianey de placer, un placer forzado cabe destacar. Vianey alcanzó otro orgasmo que aunque forzado no dejaba de proporcionarle placer. Carol y Liliana la contemplaron humillada totalmente ante sus pies, La misma Vianey en un momento irreconocible se arrastró a los pies de las muchachas para que la dejaran correrse en cuanto estuvo a punto de hacerlo y éstas se lo impidieron apartándole al cerdito y prohibiéndole que se tocara.
— ¡Suplica puta si quieres correrte suplica como la cerda asquerosa que eres!— le indicó muerta de risa Liliana.
— ¡Piedad amas piedad!— hablaba, mas bien imploraba Vianey con la voz agitada, sudando y jadeando, con el cuerpo y el rostro repleto de tierra— ¡Permitan a ésta su puta correrse por piedad amas, se los suplico, permítanme acabar yaaaaaaaa!— Vianey era presa de algo que sobrepasaba sus límites y su voluntad. Requería y con urgencia satisfacer aquella necesidad que le regresaría la calma y tranquilidad a su ser.
— ¡Termina de una buena vez putita!— le concedió Carol cuando se le antojó, después de observar con placer la desesperación de Vianey que se arrastraba miserablemente ante sus pies.
— ¡Agradécenos que te hayamos permitido correrte sucia de mierda!— le habló Carol con absoluto desprecio, observándola con asco— ¡Bésanos los pies!;
Vianey, luego del orgasmo, sintiendo pena de sí misma y su lamentable aspecto se humilló ante los pies de las crueles muchachas besándoselos ante el beneplácito de éstas. Vianey lloraba intensamente; sabía lo que había echo, lo que había sucedido pero no alcanzaba a comprenderlo.
Vianey sintió en ese momento que era el inicio de su derrota ante aquellas malvadas muchachas. La cosa no quedó ahí. El tiempo se iba volando y Carol no dejó pasar tanto tiempo más que el que consideró suficiente para cumplir su promesa y organizar la boda.
¡Sí!; Carol y Liliana me sorprenden aun día a día cómo idean tantas barbaridades; el caso es que montaron todo un ritual y un escenario en verdad ingenioso pero a la vez ridículo, triste, desolador para Vianey.
En el patio, en una parte que pertenecía al rancho montaron un pequeño escenario a modo de altar y ahí obligaron a permanecer de rodillas, con la cara pegada al piso a la pobre Vianey vestida de novia con su pareja.
Carol y Liliana se vistieron con túnicas blancas que Lili consiguió y haciéndola de sacerdotisas se dedicaron a burlarse de Vianey con una que otra tontería a modo de letanías hasta el grado de obligarla a decir en voz alta— ¡ACEPTO A ÉSTE CERDO COMO MI ESPOSO!;
Carol y Lili entonces se encargaron de darles la bendición y no pudieron hacerlo de peor forma. Las malvadas levantaron sus túnicas y se orinaron sobre Vianey.
¡Miserable!; la bañaron de orina y como si no fuera suficiente, Sagrario y Carmen también lo hicieron, bañando a Vianey con sus orines a modo de bendición y como regalo de bodas.
Lili obligó con unos cuantos cintarazos a Vianey a revolcarse en la orina como lo que era, una cerda al igual que su pareja.
Después de esa humillante escena pasó otro lapso de tiempo hasta que un día, sin previo aviso a las señoritas se les antojó la carne del cerdo y terminaron por ejecutarlo y disfrutar de su exquisita carne.
¡Otro humillante episodio para Vianey! La hicieron vestir de negro, la pobre había enviudado y ella misma, supervisada por Carmen sirvió los tacos a cada una de las presentes, besando respetuosamente los pies al dirigirse a cada una de las honorables damas.
La crueldad y la imaginación de Carol y Liliana no tenía para cuando acabarse y Vianey poco a poco, día a día se iba amargando más y más y tan solo era una sombra de la arrogante señorita que había sido pues tan solo era la diversión de las amas.
Esa resultó ser la única misión en su vida como esclava, divertir con su desgracia a sus amas.
A pesar del tiempo transcurrido y de las atrocidades que cometían con ella; Vianey de vez en cuando demostraba algún indicio de dignidad y rebeldía aunque cada vez eran leves y menores.
En el rostro y en el cuerpo se podían apreciar cicatrices producto de cintarazos y quemaduras de cigarro pues Carol fue breve y directa al comunicarle lo que pensaba hacer con ella y no era mas nada que matar su belleza, hacerla fea, fea en verdad.
Y comenzaron por raparla en medio de la cabeza, tan solo le dejaron conservar dos mechones de los cuales la jalaban sin piedad, le hacían portar su corona. Hasta ahí la cosa para Vianey marchaba mal pero marcharía aun peor, mucho peor.
Carol gozaba mucho torturando quemándola por todas partes con un cigarro y cierto tiempo agarró cierto gusto por quemarla exclusivamente en los pies. Le quemaba las plantas y después la obligaba a permanecer de pie, incluso a brincar y bailar; todo con la intención de hacerla suplicar y lo conseguía.
Le divertía ver a la alguna vez orgullosa Vianey suplicándole misericordia tan miserablemente pero de pronto un día, Carol no se conformó tan solo con quemarla con el cigarro en los pies. ¡No! Se decidió a destrozarle las plantas de los pies y entre ella y Lili idearon la manera de hacerlo, ignorando las súplicas cada vez mayores de su sufrida prima.
Fue una tarde; una verdadera tarde infernal la que Vianey sufrió. Entre Lili y Carol la sometieron a base de bofetadas, patadas y cintarazos; entonces la arrastraron hasta una parte del rancho en donde se encontraban unas cabras, la metieron en una especie de establo y con ayuda de Carmen que tenía mas conocimiento y práctica para moverse en el rancho, la ataron elevándola mediante sogas, sujetándole los brazos como si pretendieran ahorcarla.
Vianey quedó apenas a escasa distancia del suelo, le sujetaron también las piernas de manera que le resultara imposible realizar algún movimiento.
Entonces vino lo macabro del plan ideado por Carol y Lili pues éstas y sus desequilibradas mentes le untaron grasa en una planta de un pie y en la otra planta le untaron sal. Todo llevaba a un mismo fin, dejando a la cabra hacer el resto pues ésta a casi nada comenzó a lamer con fuerza ante la angustia de Vianey al sentir que con la aspereza de la lengua y a no parar de lamer, pasado un espacio de tiempo, comenzaba a levantarle la piel de los pies provocándole un terrible dolor.
— ¡PIEDAD AMAS PIEDAD POR MISERICORDIA DETÉNGANSE!— lloraba y suplicaba Vianey.
¡Nada! La cabra continuó en lo suyo y Carol y Liliana contemplaron gustosas cómo la cabra acabó con las plantas de los pies de la joven que chillaba de dolor. Fue espantoso. Vianey terminó sin piel en sus plantas pero lo peor era que Carol y Lili no le daban tregua, ni un minuto de respiro.
Esa noche la dejaron ahí, colgando de la cuerda, destrozada por el sufrimiento y al otro día a primera hora, después que la bajaron; Carol le comunicó lo que se seguía.
— ¡Venga prima, ayer nos portamos fatal contigo, cierto, por eso hoy te invitamos a dar un paseo por todo el rancho y no te llevaremos a cuatro patas como la perrita que eres no no no para que veas que va en serio, podrás venir con nosotras a pie, eso sí, tú llevarás la sombrilla por que el sol está que arde jajajajajajajajaja!— terminaron carcajeándose ambas jóvenes sin poder evitar lo bien que ellas se la estaban pasando.
— ¡AY QUÉ MALAS SOMOS!— bromeó Liliana con su amiga.
Vianey estaba rota, ya no veía para donde elegir a lo que de tan solo imaginarse el calvario que se le venía, no dudó y se arrastró penosamente, se humilló ante los pies de su tan odiada prima.
— ¡Piedad ama!— la llamó ama para elevarle aun mas la posición en la que se encontraba Carol— ¡Por piedad ama, no continúe con esto, por piedad!— Carol y Lili la miraron divertidas.
— ¿A mí no me ruegas puta?— le habló Liliana con desprecio— Yo también soy parte de esto.
Vianey no contestó, tan solo se movió lo suficiente para postrarse a los pies de Liliana y besárselos.
Groseramente; Lili levantó el pie ofreciéndole la sucia suela de su zapato. Vianey era otra y la besó humillándose, tragándose suciedad pero más que eso, se tragó lo poco o nada que de orgullo le quedaba pero no sirvió de nada.
Las jóvenes tan solo se estaban divirtiendo de mas con ella a lo que cuando se sintieron complacidas de verla tan denigrada a sus pies, la levantaron sin esforzarse demasiado pues Vianey era ya como un guiñapo.
Riéndose Lili le acomodó un sombrero grande que en el centro llevaba adaptada una sombrilla del tamaño ideal para cubrir a tres personas y enseguida la obligaron a caminar.
Vianey no lloró; bramó, aulló cómo una perra; se pasó desmayando pero sus amas no se lo permitieron, la hicieron caminar bajo el sol ardiendo con las plantas destrozadas pareciéndoles a ellas escuchar una agradable melodía en todo ese rato cuando en realidad eran los lamentos conmovedores de la infeliz de Vianey.
Llegaron hasta la alberca. Carol y Lili se dieron un chapuzón y dejaron a Vianey de pie, sin la protección siquiera de la sombrilla. Las chicas disfrutaban de lo lindo en el agua mientras observaban a Vianey de pie bajo el incandescente sol.
Lili la amenazó que si no permanecía de pie, ella misma le pasaría infinidad de veces una plancha caliente a lo que quedaba de sus plantas.
No se sabe cuanto tiempo resistió Vianey por que fue mucho, tomando en cuenta que anteriormente en su vida, jamás había sufrido y ahora en tan poco tiempo, su vida había cambiado abismalmente. El caso es que de pronto, Lili alertó a Carol que Vianey ya no estaba de pie sino en el piso tirada inconsciente.
Ambas chicas ni se inmutaron, salieron del agua hasta que se les dio la gana y tan solo se tomaron la molestia de avisar a Carmen en lo que había acabado el cruel suplicio de Vianey.
Carmen seguía siendo en parte la mas sensata; bueno, la menos desequilibrada y a pesar del odio que le llegó a tener a su prima, comenzaba a compadecerla al ir comprobando la crueldad extrema con la que Carol y su amiga la trataban.
Aun así se hizo la fuerte y tan solo se limitó con su madre a revisarla y evitarle que se prolongaran sus heridas. Tan solo le evitaron que muriera de dolor ante los gritos histéricos de su hermanita Ruth a quien no le iba menos mal que a Vianey.
Ruth si bien optaba siempre por humillarse a sí misma con tal de no llevarse castigos, no siempre salía bien librada pero aun así, se podría afirmar que a quien le iba peor era a Vianey.
Carol que era quien controlaba todos los aspectos en la nueva vida de sus primas fue quien justamente le encontró funciones a Ruth y esas funciones eran servirle de zapatero, cenicero y basurero.
¡Sí! Todo en orden pues al encontrarse más que entretenida desde el principio con Vianey, a Ruth la dejaba sin obligaciones pero solo fue por unos días. Enseguida a Carol se le ocurrió la genial idea apoyada por Lili de utilizar a Ruth como zapatero para lo cual consiguieron una enorme lona adaptada precisamente como zapatero y se lo pusieron a Ruth como un vestido, como una túnica.
El calor que le producía llevar día y noche esa lona era impresionante; entonces Carol la humillaba exhibiéndola, haciéndola desplazarse a cuatro patas como lo que era, su zapatero andante; pues la pobre Ruth portaba humillada por todo su cuerpo, la mayoría de pares de zapatos de toda la familia y de Liliana, dejándole Carol exclusivamente llevar siempre en su boca sujetas sus sandalias de andar por casa.
Pobre niña. En verdad que era patético apreciarla. Lili contribuyó ingeniándoselas para acomodarle un par de sandalias de ella en sus orejas, una en cada oreja y claro, sí se le caía alguna, la azotaban con la hebilla del cinturón al igual que si dejaba caer las sandalias de Carol que siempre debía llevar en su boca.
Pasados unos días; Carol se fastidió de darle ese uso a lo que solo le acomodó en el cuello en su correa de perro, sus sandalias de casa como un símbolo mas de humillación. Entonces; por idea de Lili, la usaban de cenicero a todas horas.
Ruth debía seguir gateando a sus amas y siempre que éstas se detenían, Ruth debía de inmediato arrodillarse y abrir lo mas grande que pudiera la boca para recibir y tragarse la ceniza de los cigarros cuando fumaban y cuando no, debía dar las gracias por los asquerosos salivazos, flemas y mocos que ambas chicas le obsequiaban carcajeándose al ver la expresión de asco de la pobre Ruth pero que temerosa se tragaba todo y encima se humillaba aun mas al expresarles— ¡Gracias amas!;
— ¿Gracias por qué, perra?— le exigía riendo Lili mientras le clavaba la larga uña en su oreja.
— ¡Gracias por escupirme amas!— respondía la pobre Ruth lloriqueando.
Así la mantuvieron por otro tiempo pero de nuevo Carol se fastidió; entonces al igual por idea de Lili, le dieron un tercer uso que es el que mayormente ejerce hasta la actualidad, servir de basurero; para lo cual me apena decir que de nueva cuenta me tocó contribuir en ello aunque quizás no sirva de justificación pero me queda alegar el hecho de expresar que si lo hice fue por que no tenía mas opciones.
A cada día que pasaba, me encontraba más y más absorbido por Carol y ella lo sabía y me tenía más que controlado a lo que cuando quería conseguir algo de mí, se sabía de memoria el proceso.
Se me juntaba melosa y me besaba y acariciaba y a un rato de recibir mis negativas y suplicarle desistiera en comportarse cada vez peor con sus primas y esclavas; Carol se reía y cambiaba de técnica que no era otra que mandarme al diablo, me echaba a golpes de su lado y tras la amenaza latente de que no me volviera a cruzar en su camino, era yo quien terminaba casi rogándole que me permitiera contribuir en sus malditos planes y eso pasaba cada vez mas seguido.
Lili me explicó lo que pretendía hacer y yo como buen Mexicano, lo que no se o no existe, termino inventándolo.
Le construí, mas bien amoldé el cuerpo de Ruth en un bote de basura con ayuda de unos alambres; le pedí a mi ama, le supliqué me dejara utilizar cuerdas; ¡Pero no! Ella se entercó en que sean alambres.
¡Cómo lloré al ajustárselos en la boca y cara a Ruth! Lili se apiadó de mí, no de Ruth, de mí y mientras hacía mi monstruosa labor no dejó de acariciarme y revolverme mi cabello y al terminar me permitió echarme a llorar a sus pies. Arrepentido por lo que acababa de hacer, me refugié en la esencia de aquellos juveniles y perfectos pies.
La posición de Ruth desde ese momento era en la cocina, de rodillas. Su cadena la enganché en un clavo en la pared y al estar siempre esposada de manos y pies más los benditos alambres prácticamente, mejor dicho, no se podía mover.
Los alambres los recorté y a la vez algunos los uní, de manera que aunque torpemente, conseguí crear un pequeño mecanismo que el caso era que funcionaba tal y como lo hacen aquellos botes que solo le aplastas una palanca y la tapa se abre.
Eso es lo que era Ruth, eso es lo que al final hice con ella aunque en contra de mi voluntad pero fui yo y solo yo quien hizo el trabajo sucio.
Su boca era la tapa, la cual casi le engrampé como a modo de amarre con los alambres y unos clips que me sirvieron de seguros. Traspasé los alambres por medio de otros alambres por todo su cuerpo, ajustándoselos a su espalda, consistiendo en dos niveles, el de su labio superior y su labio inferior.
El del superior giraba por su cabeza y el del inferior tan solo bajaba hasta la altura de su sexo. El caso es que ambos extremos los uní justo sobre su desnudo sexo. Esa fue la parte mas dolorosa, pues justo por expreso deseo de mi ama, le amarré otro diseño a modo de red y ahí le sujeté un pequeño interruptor, el cual al deslizarlo movía todos los alambres unidos, dando como resultado el obligar a la víctima a abrir la boca y no bajarla; mas exacto, no cerrarla hasta que no se volviera a subir la palanquita.
— ¡Listo!— exclamé a nada de llorar.
— ¡Wow Black no eres tan imbécil jajajajajajajajaja!— se rió Carol alegremente dándome una palmada en la cabeza.
Liliana al igual se rió. Yo me encontraba de rodillas y al contemplar lo que había echo, rompí a llorar como un niño y me abracé a la cintura de Carol responsabilizándola a ella y solo a ella por lo que me había obligado a hacer aunque no me puso ninguna arma a la cabeza pero utilizó el loco amor que yo le profesaba, lo cual era mucho mas efectivo que la mas poderosa arma de fuego que pudiera existir. Carol sabía como jugarme sucio y se aprovechaba de ello.
— ¡Yaaaaa Black yaaaaaaa no pasa nada coño!— me dijo burlona abrazándome, me levantó y me permitió desahogarme en sus pechos; después me sujetó la cara, me miró fijamente a la vez con ternura y a la vez con lástima.
— ¡Ya Black ya pasó y estoy muy contenta contigo, ahora márchate, me apetece probar mi basurero humano jajajajajajaja!;
Así sin más me despidió pues ese era otro cambio que experimentaba con Carol. Solo me veía cuando ella quería y en cuanto menos me lo esperaba, me mandaba a volar.
Creo que inspiraba ya desde eso, cierta pena que hasta Lili siempre me consolaba con una de sus mejores sonrisas echándome ánimo.
— ¡Venga coño, solo anda de malas, ya verás como después te manda a llamar!— me decía siempre Lili por cortesía y por que me estimaba y me quería bien; Carol igual aunque a su manera.
Al marcharme pude observar como reían a sus anchas y escupían repetidas veces en el interior de la boca de Ruth. Al final, Carol con una leve, más bien humillante patada movió la palanquita y la boca de la infeliz Ruth se cerró.
Y esa era su función. Tragarse en su mayoría; salivazos, flemazos y desperdicios de comida; lo peor es que por la posición en la que se encontraba, tan solo era cuestión de inclinarla y recostarla tal y como sus amas lo hicieron y la usaron como inodoro, defecando y orinando en su boca.
Carol gozaba y Liliana también cada vez que con sus sucias suelas le bajaban la palanca aprovechando para acariciarle con el pie obscenamente su indefenso sexo; jugaban con ella hasta saciarse para culminar siempre sonriéndole con absoluto desprecio al ver su rostro decorado con lágrimas mientras cualquiera de sus amas en turno, le subía la palanca con una leve patadita, permitiéndole cerrar la boca.
El tormento para Vianey tampoco se detenía y la mayor de las hermanas sufría aun mas al ver el degradante uso que le daban a su querida hermanita por el cruel capricho de sus amas, en especial por Carol a quien nunca se le acababa la cuerda.
Eran días duros y extremadamente pesados para ambas; Vianey y Ruth. Y justo en esos días, Carmen terminó por desgraciarle la vida a Vianey, a comenzar a hacer lo que hasta ese momento no había hecho.
Comenzó a usarla, a humillarla, a destrozarla, a encapricharse en hacerla sentir, si cabe, más miserable.
Carmen que apoyaba a su madre en el mantenimiento del rancho, llegaba en ocasiones agotada y se dejaba caer en el mueble. Carol, gentilmente arrastraba a Vianey por sus mechones y la arrojaba con violencia ante los pies de su hermana para que le quitara las botas.
Por lo general, eso hacía; la descalzaba, se humillaba besando los olorosos y sudados pies de Carmen y ésta la dejaba marchar pero lo dicho, de pronto y en un momento totalmente inesperado para Vianey; Carmen se encaprichó mas con ella a lo que comenzó a exigirle en el momento en el que ella llegaba, la limpieza de sus botas.
— ¡MIS BOTAS ESTÁN MUY SUCIAS, LÍMPIAMELAS!— le gritó con desprecio una de esas tardes en las que Vianey se encontraba a sus pies justo cuando se disponía a quitarle las botas. Vianey la miró con miedo y Carmen con una cínica sonrisa le aclaró— ¡Con la lengua prima, quítales la suciedad a mis botas con esa lengua de puta que tienes!;
Vianey lloró, no suplicó, tan solo lloró amargamente y sus lágrimas al menos la ayudaron en su labor al comenzar a lamer el polvo y tierra de aquellas altas e imponentes botas negras.
Carmen le alargaba todo lo que podía su humillación, se levantaba y la observaba con orgullo a sus pies, caminaba y se llenaba de dicha al ver a Vianey arrastrarse tras ella y continuar lamiendo sus botas y Carol feliz de ver contagiada a su hermana por la crueldad y perversidad que había sido mas común en ella.
— ¡LAME HIJA DE PUTA LAME CON GANAS, ASÍ, HUMÍLLATE ANTE MIS PIES!— le gritaba excitada Carmen ofreciéndole incluso las suelas de sus botas. Solo entonces permitía a Vianey quitárselas pero la cosa no quedaba ahí, tal y como se lo hizo ver.
— ¡Aun no termina tu labor de limpieza adorada prima, ahora toca el turno a mis pies uyyyyyyy qué sudados están jajajajajajaja!— se rió Carmen al ver la expresión de terror, asco y repulsión dibujada en el rostro de Vianey— ¡Adelante prima, lávame los pies con tu boquita mamadora jajajajajajajajaja sí, chúpame los pies, los dedos, las uñas, CHUPA MALDITA!;
— ¡Nooooooooooo ya nooooooooooooo!— suplicaba Vianey.
— ¡Mmmmmm qué conmovedora, a ver, sigue suplicando, a lo mejor y te la perdono!;
Siempre Vianey caía en el cruel juego con tal de evitarse tan repulsiva labor para ella pero siempre terminaba igual. Carmen se reía de ella al verla suplicar y cuando se hartaba de oírla, tan solo miraba sonriente a Carol que feliz se paraba de un brinco y con un hebillazo le hacía ver a Vianey que sus súplicas habían sido en vano.
Entonces a base de hebillazos comenzaba a chuparle y lamerle los pies a Carmen quien con malicia comentó a Carol— ¡Verás Princesa, últimamente me ha fastidiado hacer el recorrido del rancho tanto a caballo como a pie!; ¿Qué me recomiendas?;
— ¡Bueno!— exclamó Carol— ¡Aquí tienes una bestia que te puede ofrecer un cambio mas fresco, siempre es bueno salirse de la rutina jajajajajajajajaja!— ambas rieron pues ambas se entendieron al igual que Vianey entendió y aceptó con amarga resignación su próximo uso mientras que sintiendo pena de ella misma, le lamía entre los dedos de los pies a Carmen.
Creo que ahí mi ama comenzó a tener al tanto a su hermana de mi fetichismo pues por esos días fue que Carmen vacilaba más conmigo, siempre con doble intención y en referencia a sus pies.
Efectivamente como Vianey se temió, a partir del otro día, la pobre sirvió como yegua de Carmen quien orgullosamente la montaba y la obligaba a transportarla por todo el camino ante las burlas y comentarios hirientes de Carol y Liliana.
Al regreso de cada jornada, sin darle descanso, Vianey continuaba su desgraciada rutina de limpiar con la lengua, las siempre polvorientas botas de su ama Carmen. Seguido se las quitaba y proseguía a introducirse los dedos de los pies de Carmen en su boca y chupárselos.
Era demasiada humillación, demasiada para que Vianey la asimilara. Lo único que agradecía era que como yegua, se trasladaba a gatas y eso sus plantas que continuaban destrozadas por que de vez en cuando Carol se encargaba de torturárselas, se lo agradecían.
Pero aun así; Vianey, a pesar de que se le veía hundida, en una de esas tardes no logró contenerse. Una pizca de orgullo quedaba en ella y en el momento en el que Carmen jugaba a hacer muecas con su cara, al tener sus dedos de los pies entre su boca, Vianey no soportó las risas de Carol y Liliana y sin mas, ¡Mordió los dedos de los pies de Carmen!;
— ¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!— gritó Carmen sacando sus pies al instante y tallándoselos.
Rápidamente Lili se sacó el zapato y con el tacón golpeó en la desnuda espalda a Vianey quien tan solo se acurrucó en el piso a llorar y sentir cierto alivio al rebelarse ante su ama pero eso fue lo peor que pudo haber hecho.
Carol miraba la escena morbosamente. Carmen se levantó histérica; Liliana le sujetó a Vianey arrodillada y Carmen la emprendió a bofetadas, no dejó de abofetearla hasta que en verdad se le cansaron las manos. Ya estaba por marcharse y dar por terminado el incidente cuando maliciosamente Carol intervino.
— ¿Es todo, unas bofetadas?; ¡Hermana te mordió, ES UNA BESTIA, merece un castigo ejemplar!;
— En cuanto me recupere continuaré abofeteándola— respondió Carmen afectada.
— ¡Jajajajajajajajajajajajaja me haces reír y tu inocencia me enferma!— le recriminó Carol.
— ¡PRINCESA!— le gritó Carmen algo histérica. Carol brincó asustada; nunca en su vida Carmen le había gritado y enseguida Carmen se deshizo en disculpas.
— ¡Ohhhh hermanita querida perdóname perdóname hermosa Princesa, Dios, no quise gritarte no quise!;
— ¡PERO LO HICISTE!— se quejó Carol haciéndose la ofendida cuando en realidad se reía en sus adentros.
— ¡No no no perdón Princesa perdón!;
— ¡La culpa es de ésta imbécil!— intervino Liliana pateando a Vianey.
— ¡Tienes razón Lili, voy a darme un baño y voy a surtirla a cintarazos!— sentenció Carmen marchándose a ducharse pero Carol se lo impidió.
— ¡No te he perdonado hermana!— le dijo expresándose como niña pequeña y resentida.
Carmen se dio la vuelta, se abrazó a ella y le habló tiernamente— ¡Por fa Carol, nunca hemos discutido y bien sabes que te adoro, vamos, no me mortifiques, no fue para tanto!;
— ¡Aun así me gritaste pero estoy dispuesta a perdonarte si tú…….!
— ¡LO QUE QUIERAS!— respondió Carmen al ver que su hermanita había dejado la frase al aire.
Ésta no se lo pensó y valiéndose del amor que todos, incluido yo, le profesábamos; le dijo— ¡Deja que yo sea quien castigue a Vianey, deja a mí y a Lili ponerla en su lugar y te aseguro que nunca mas en su puta vida volverá a morderte!;
— ¡Hecho!— aceptó Carmen apresurada ya por bañarse y sin importarle la suerte de Vianey. Antes de marcharse, Carol bromeó con ella.
— ¡Oye si ya te malacostumbraste a que te laman los pies, le puedo decir a Black, seguro y viene volando jajajajajajajajajaja!;
Era el segundo aviso. Carmen ya no se sorprendió tanto pero igual y no hizo mucho caso, tan solo meneó la cabeza y se marchó riendo, respondiéndole a Carol que pensaría en ese ofrecimiento.
Enseguida Carol añadió mirando con burla a Vianey para luego dirigirse a su amiga— ¡Sí, por que dudo que ésta puta pueda seguir realizando dicha labor mmmmmm bueno, yo creo que sí por que lamer si podrá pero morder no!— hizo una pausa y malvadamente continuó hablando con su amiga— ¿O se puede morder sin dientes, no verdad?, ¡Jajajajajajajajajajajajaja!— rompió a reírse con su amiga mientras Vianey sentía un escalofrío recorrer todo su ser.
Continuará………………………………………………………..