Caro y su protector 3
Soporto autenticas atrocidades en mi cuerpo
Caro y su protector 3
La angustia atenazaba mi corazón. Una opresión en el centro del pecho, un incontrolable temblor de la mandíbula inferior… Miedo, terror, ante el inmediato futuro.
Nos han dejado solos en este antro de tortura… Las lágrimas corren por mis mejillas, incontrolables.
— Caro; háblame de ti, de tu niñez, de los momentos que marcaron tu vida, de tus padres…
— ¿Porqué me sacas eso ahora Adri? ¡Vamos a morir y tú te interesas por mi vida pasada!
— Sí cariño… Es una forma de alejar los negros pensamientos de nuestras mentes.
Y tenía razón. Pensar en momentos agradables de nuestra vida y recrearlos es el mejor sistema para no dejar que el miedo te paralice, te hunda más; debemos estar alerta para encontrar un resquicio por el que podamos salir de este atolladero. No embotar la mente con malos presagios.
— Mi niñez fue muy feliz Adri; mis padres eran maravillosos; guardo un muy buen recuerdo sobre todo de mi padre. Tenía más confianza con él que con mi madre… Cuando me vino la primera regla, fue él el primero en saberlo… Me abrazó, muy fuerte y con lágrimas en los ojos, me dijo: “ya eres una mujer Caro, he perdido a mi niña, pero en el fondo me alegro; eres y serás una gran mujer”.
— Y dime Caro; ¿porqué elegiste esta vida? Me contaste como tu amiga te introdujo en este mundo, pero no lo necesitabas, podías vivir bien ¿Por qué?
— Porque me gustaba Adri… He disfrutado del sexo desde muy niña, ya lo sabes, me gusta follar… Mis padres eran muy liberales… En casa no cerrábamos las puertas, yo sabía lo que ellos hacían desde muy pequeña. Para mí era normal verlos desnudos. Se amaban, estaban siempre besándose, acariciándose… Le preguntaba a mi padre sobre el sexo y me respondía sin tapujos; me decía que el sexo es algo muy bello, hermoso, con cualquiera con quien estuvieras de acuerdo, cuando no mediaban las presiones, los chantajes. Pero si además era con la persona a quien amas… Entonces el sexo es maravilloso, sublime. Me repetía cada vez que hablábamos de sexo… Y lo entendí ayer Adri; hasta que lo hice contigo yo follaba; he estado en la cama con muchos hombres y algunas mujeres… Pero lo que sentí en tus brazos no tiene punto de comparación… ¡Te quiero Adri! ¡Con toda mi alma! No había sentido nunca algo así… — Y lloraba de emoción al escuchar mis propias palabras…
— ¡Joder Caro! Me estas matando… Hemos tenido que vernos en esta situación para descubrir algo que estaba dentro de nosotros desde que nos conocimos… Al menos por mi parte…
— Y por la mía Adri; ahora comprendo mi comportamiento cuando tú estabas cerca, protegiéndome… Bebía más de la cuenta para que me llevaras a casa y me cuidaras… Para que me desnudaras y me bañaras, para que me llevaras en brazos a mi cama y te quedaras conmigo hasta por la mañana; que me despertaras con un café y un beso en la frente… ¡Joder Adri!… Me acabo de dar cuenta… Te he querido desde siempre… Desde que te conocí… — Mis palabras salían del corazón.
— Yo también desde el primer día que te acompañé sentía que debía protegerte, en el fondo lo que quería es estar a tu lado; cuando te desnudaba, te bañaba, te cogía en brazos para llevarte a la cama, me decía que jamás podría abrazarte y tenerte estando tú consciente. Besarte, amarte… Pero lo deseaba; con toda mi alma; con todo mi cuerpo. Pero no debía. Podría haberte hecho el amor mientras estabas inconsciente y tú no enterarte de nada; pero eso era algo imposible para mí. Para mi código moral eso era una violación y jamás te haría algo así. Te amaba demasiado… Te observaba, sabía que tus polvos con la gente que te follaba era solo trabajo… Llevo muchos años en estas actividades y sé cuando se folla y cuando se hace el amor. Y nunca te vi entregada a ningún hombre. Lo pasabas bien, disfrutabas en muchas ocasiones pero…
Unos pasos acercándose nos alertan. Entra María y se dirige hasta donde estoy.
— ¡Perra! Hoy sabrás lo que es follar de verdad… Te la van a meter hasta por las orejas… No vas a poder elegir a los clientes como hasta ahora… Y no te va a gustar. Te lo garantizo. No sé si saldrás con los pies por delante, pero desde luego esa carita tan linda, tan cuidada… Ya no volverá a ser la misma… Jajajaja. — Me abofeteó. Supongo que sus manos quedaron marcadas en mis mejillas… Un intenso ardor me las quemaba. Pero me mantuve firme… No lloré; le sonreí amargamente.
— La envidia te corroe María; en el fondo solo eres una pobre desgraciada… Me das lástima… — Respondió con un sonoro bofetón que me cogió parte del oído y me ensordeció. El dolor me mareó y casi me desvanezco.
— ¡María…! Ten cuidado con lo que haces… Tú no sabes lo que puede pasar… ¡Te lo advierto! No le hagas daño a Caro o lo vas a pasar mal… — ¡Adri amenazaba a María! ¡Era inaudito! Estábamos en las últimas y se permite el lujo de amenazar…
— ¡Mira quien fue a hablar! ¡Maricón de mierda! ¿Te has enamorado de esta pija? ¡Eso te costará el pellejo! Los de arriba ya no se fían de ti, en cuanto termine esto… ¡Se acabó! Jajajaja — Acompañó sus palabras con un gesto significativo; se pasó el dedo índice por el cuello.
María no estaba quieta mientras hablaba con Adri… Pellizcaba mis pezones, golpeaba las tetas y tiraba de los labios de mi coño, abriéndolo exageradamente. Metiendo dos, tres dedos en el interior, me follaba con la mano, llegó a introducir cuatro dedos, la palma entera y dolía… Ella disfrutaba… Cerró el puño e intentó meterlo pero sin conseguirlo. El dolor era insoportable.
Me contaron que tenía tendencias sádicas. Un rumor decía de ella que en una de sus sesiones, ante un público especial, murió una chica, practicando la asfixia mientras la follaban. Taparon el asunto porque entre los asistentes había personas influyentes y no convenía que se supiera…
Yo no quería mostrar debilidad. Para ella sería un triunfo… Me mantuve lo más serena posible soportando el dolor que me infringía…
Se acercó a una de las paredes donde había colgados varios látigos, fustas y otros artilugios para hacer daño. Eligió una vara de casi un metro de largo y un dildo de madera de gran tamaño con protuberancias… Me abrió el coño con una mano y lo introdujo de golpe… En seco…
— ¡¡AAAAAHH!! ¡Me duele joder! — No pude evitar el grito que salía de lo más profundo de mi pecho.
Lo movió adentro y afuera dos o tres veces, lo hundió hasta el fondo y lo dejó allí. Estaba tan encajado y seco que no saldría por sí solo ni empujando con mis músculos. El dolor era muy intenso. Intenté no pensar en ello. Nunca acepté las prácticas sadomasoquistas, ahora menos. El dolor no se convertía en placer; al menos en mi caso.
Pero lo peor no había empezado… Con la vara golpeaba todo mi cuerpo, el vientre, los muslos… dejando verdugones rojos. Yo gritaba y lloraba, el dolor era lacerante… Insoportable… Pero cuando cruzó mis pechos creí morir… Grité y grite hasta quedar sin aire mis pulmones… Los movimientos involuntarios al recibir los golpes, me producían más y más dolor en mi vagina que ardía.
— ¡¡María!! ¡¡Déjala o lo pagaras caro!! — Le gritó Adri…
En ese momento entraron dos de los sudamericanos.
— ¿Qué estás haciendo zorra? ¡La vas a estropear y así no la quieren mis hombres! ¡Lárgate puta! ¡Fuera! — El que habló parecía ser el jefe del grupo colombiano. Hugo, creo que lo llamaron.
Sacaron a María a empellones de la sala. Yo seguía llorando y con el dildo dentro de mi cuerpo… Quemaba.
— ¡Hija de la chingada! La ha desgraciado… Así no hay quien se folle a esta puta, chorrea sangre. Está asquerosa… — Dijo el otro tipo. Sacaron el dildo y pude ver sangre en el monstruoso aparato…
— Es igual, de todos modos es solo para jugar con ella. Vamos a soltarla. La pondremos en otra postura para poder metérsela por el culo… — Apuntó el otro.
Me soltaron si, para atarme en una especie de potro con las piernas abiertas colgando, las manos atadas a las patas delanteras y dejando expuesta mi espalda y… mis orificios… La altura era la adecuada para que me poseyeran por detrás.
El que me sacó el dildo, abrió la cremallera de su bragueta, sacó un pene blando y se empezó a masturbar ante mi cara. El otro metía un dedo en mi culo, también sacaba su polla y la restregaba en mis nalgas…
— Te voy a follar la boca, perra, pero como me muerdas… Te corto el cuello… ¿Oído?
Me mostró un cuchillo… Asentí con la cabeza. Eran muy capaces de hacerlo. Su pene blando paseó por mi cara, deteniéndose en la comisura de mis labios. Abrí la boca y me lo tragué… Empezó a moverse, crecía dentro de mí, estaba acostumbrada a tragar y no resultaba tan desagradable…
En el trasero dos dedos se movían dentro de mí. Tres dedos, escupía y pistoneaba con sus dedos hasta que los sacó y sentí el glande penetrar a través del esfínter. Me follaban por la boca y por el culo, sin usar condón. A veces sincronizaban sus empujones, otras no. Entonces los golpes me obligaban a forzar el cuello y dolía.
Por el rabillo del ojo, cuando se separaba de mí el que tenía delante, veía a Adri. Muy serio, terriblemente irritado. Lo conocía muy bien. Me había visto decenas de veces tragando polla y ahora sé que lo pasaba mal, ahora era peor…
La eyaculación me sorprendió. Sin aire, enterró la polla en mi garganta hasta el fondo y descargó, se quedó quieto y me asfixiaba. Tenía la garganta cerrada por el glande; creí morir. Cuando la sacó y pude aspirar comencé a toser, la leche me salía por las fosas nasales. El otro descargó en mi intestino se dejo caer en el suelo tras el orgasmo. Reían los dos como animales, como las hienas. Se levantaron y se marcharon.
— ¿Cómo estás mi vida? — La voz de Adri me trajo de nuevo a la realidad…
— No muy bien cariño… María me ha hecho mucho daño. Y estos dos… Esto no es sexo Adri… Es tortura, es una atrocidad que algo tan hermoso como el placer sexual se ensucie con estas monstruosidades… ¡Te quiero!
— ¡Y yo mi vida! ¡Aguanta! Quizá esto no dure mucho… — Las palabras de Adri me intrigaban…
— ¿Esperas algún milagro?
— Tal vez Caro… Tal vez…
De nuevo pasos de los que bajaban por la escalerilla… Vienen todos, rusos, colombianos, María…
— Vamos a divertirnos un poco… — Habló Hugo.
— Desatadla y colgadla con este arnés…
Me desataron y me colocaron boca abajo en el suelo, sobre una banda de cuero de un palmo de ancho. Las manos y los pies, con brazaletes y mosquetones, fueron unidos a varias cadenas que colgaban del techo, así como la banda de mi vientre. Me elevaron, quedando suspendida a un metro del suelo, con los brazos y las piernas extendidas en cruz. Totalmente a disposición de aquellos salvajes…
María acerco un sillón alto, con brazos para colocar las piernas, como de ginecólogo y lo situó ante mi cara; se subió, se sentó y comprendí lo que pretendía. Se abrió de piernas y mostró su coño desnudo a la altura de mi boca…
— Si muerdes te mato… Chupa, lame, cuanto más tarde en correrme, más sufrirás… Jajajaja…
Comprendí lo que me decía. Con la vara que había elegido golpeaba mis costados, los pechos… ¡Joder, como dolía! Chupé, lamí, mordisqueé su enorme clítoris. Con mi cara entre sus muslos no veía a los demás, pero los sentía. Manos en mis pechos, pellizcaban, amasaban… Una verga entraba en mi coño y me follaba violentamente, hasta correrse, otra lo reemplazaba, elegía el ano, otro también, palmeaban mis nalgas, fuerte, me dolía, casi me asfixiaba en el coño de María. Mi cabeza era un caos. No había, no sentía placer alguno, ni en el culo, ni en el coño, todas eran sensaciones desagradables… Vomité… Sobre la pelvis de María… Me oriné y supongo que mojé a quien estaba follando mi coño en aquel momento…
— ¡AAAGGG!… ¡Guarra! Me ha potado encima la muy puerca… ¡La mato! Yo la mato… Cerda… Lo has hecho adrede… — Gritaba María.
La oía como muy lejos… Carcajadas, risas de los presentes… Deje de oír, de ver, de sentir… Me sentí morir…
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Oscuridad, silencio… Abrí los ojos, no sabía dónde estaba… Me sentía muy mal. El dolor laceraba todo mi cuerpo; mi vagina era un volcán, me ardía, y el ano, la espalda, los pechos, las nalgas… Todo mi cuerpo dolorido… Estaba tendida en el suelo, traté de incorporarme y más dolores aparecieron; de bruces me incorporé a cuatro patas, moví las manos para tratar de agarrarme a algo pero no había nada… Solo oscuridad y silencio…
— ¿Caro? Responde mi vida; despierta. Ven, guíate por mi voz, sé que te estás despertando… — Era la voz de Adri, pero ¿Dónde estaba?
Me deslice a rastras hasta el lugar del que partía la voz… Tanteé y me abracé a sus piernas…
— Adri, mi amor… ¿Qué ha pasado?…
— Levántate, agárrate a mi cuerpo… Busca en mi bolsillo… Ese no… el otro. Hay una pequeña linterna… Eso es… Enciéndela… — La tenue luz de la linternita me permitió ver su rostro; me abracé, besé su boca, llorábamos…
— Amor mío; no tenemos tiempo; esos cerdos pueden regresar en cualquier momento. Desabrocha las correas de mis manos… — Así lo hice
Adri soltó sus pies, también sujetos por correas y unidos a una argolla en el suelo.
— ¿Qué vamos a hacer Adri?
— Por lo pronto estamos vivos y juntos. Ya veremos qué pasa a partir de ahora.
En ese momento se oyó un tumulto, apagado por las paredes insonorizadas. Pero lo suficiente como para saber que algo ocurría arriba…
¡Pam! ¡Pam! ¡Tatatatata!
— ¡Por fin, ya están aquí! Son disparos… De pistola y metralleta… Vuelca aquella mesa y escóndete detrás… — Lo hice, me encogí tras la mesa que pesaba una barbaridad.
Adri se acercó a la puerta que daba al pasillo de la escalera, llevaba algo en las manos, además de la linterna. Seguían los disparos, gritos… Adri apaga la linterna. Una luz tenue invade el pasillo de la escalera, pasos apresurados; alguien entra en la sala; oigo un golpe apagado y un cuerpo cae al suelo.
— ¡Adri! — Grito…
— ¡SSSHHH! ¡Silencio Caro! — La voz de Adri me tranquilizó.
De nuevo pasos bajando la escalera… ¡¡Pam!! Un fogonazo y un estampido ensordecedor… Un cuerpo cae al suelo… Pocos segundos después se oye un vozarrón…
— ¡Policía! ¡Salgan con las manos en alto!…
— ¡No disparen, Guardia Civil!… Vamos pequeña… Esto se ha acabado… — De nuevo la voz de Adri y la sorpresa… ¿Adri, Guardia Civil?
Adri le quita a uno de los cuerpos que había en el suelo la chaqueta estilo militar que portaba y cubre con ella mi desnudez… Salimos y vemos el salón convertido en campo de batalla… Adri se identifica con un número que la policía allí presente se apresura a comprobar mediante una tablet…
— Bien usted pertenece a la Guardia Civil… ¿Y ella, quién es? — Pregunta el policía señalándome…
—Servicio de Información XXX — Doy mi clave de identificación… El policía me mira asombrado, dedea la tablet y comprueba que es cierto.
— Ahora entiendo el soplo que nos han dado… Era extraño, no se identificaron pero mis superiores me ordenaron dar prioridad a esta operación… Seguro que partió del servicio de información.
— ¡Joder Caro! Suponía que estabas aquí como infiltrada pero… No podía imaginar en qué departamento. Pensé que tal vez la policía nacional… ¿Pero el servicio de información?… Vamos a la habitación… te duchas y te vistes… Ya me contarás…
La casa estaba tomada por la policía y los sanitarios atendiendo a los heridos. María estaba tirada en el suelo con los ojos abiertos y la cara desencajada; muerta.
Adri se dirigió a uno de los sanitarios y le habló, este se acercó a una de las ambulancias y le entregó algo…
En cuanto me aseé me vestí y nos marchamos a un hotel en pleno paseo marítimo, habitación con vistas al mar.
— ¿Caro, tú informaste a tus superiores de donde estabas? ¿Cuándo? ¿Cómo?
— Casi me pillas, cuando fui a vestirme para irnos al hotel por que llegaban los colombianos. ¿Y tú? ¿Cuándo llamaste?
— Cuando te encontré en la calle acababa de llamar anónimamente al cuartel — Respondió.
— ¿Por qué me llevaste contigo? Podías haberme dejado marchar.
— No podía. El operativo estaba en marcha y prefería tenerte cerca porque no sabía lo que podías hacer y a quien avisar, podías estar en contacto con alguna otra organización criminal. Lo que no pude prever es que los mafiosos, que ya sospechaban de mí, nos apresaran a los dos.
— Me bañó, me secó con delicadeza y me llevó a la cama. Tendida se dedicó a frotarme con una pomada los verdugones de mi cuerpo. Con otra untó el interior de mi vagina y mi ano. Masajeaba con delicadeza y me besaba… ¡Era tan tierno!
Llamó al servicio de habitaciones para encargar la cena. Cuando terminamos me dio una capsula calmante, para el dolor…
La temperatura, agradable, invitaba a sentarse en la terraza, en brazos de Adri… Sus besos, sus caricias, sus palabras susurradas en mí oído…
— Te quiero pequeña…
— Adri, no volveré a trabajar nunca más como puta… Quiero estar siempre a tu lado y hacer el amor solo contigo… — Me abrazó con suavidad y me quedé profundamente dormida bajo su protección; no escuché su respuesta.
Desperté en la cama, con un agradable cosquilleo en mis labios y un delicioso aroma a rosas. Al abrir los ojos me encontré con una rosa acariciando mi boca… La sonrisa de Adri, su varonil mandíbula, recién afeitada, me invitaban a besar sus labios, beso que no quería que terminara nunca. Las lenguas entrelazadas, las manos que acariciaban mi dolorido cuerpo, eran como un bálsamo para mí.
— Acuéstate conmigo corazón… Hazme el amor…
— No mi vida, aún es pronto. Estás muy maltrecha y debes esperar un poco más para recuperarte. Ahora levántate y desayuna. Sigo siendo… seré siempre, tu protector, si me contratas…
— ¡Pero qué malo eres! Si te contrato es para que me obedezcas, ¿no?
— No pequeña, si me contratas es para cuidar de ti; para obligarte a hacer lo que más te conviene.
— ¿Obligarme? No vas a obligarme, no te he contratado para eso… — Puse cara de morritos, enfadada.
— ¿Cómo que no?
Se abalanza sobre mí, levanta la sábana y, desnuda como estoy, me coge en brazos como si fuera una muñeca y me lleva, cubriendo mi cara de besos, ante un delicioso desayuno… Me sienta, me coloca una servilleta alrededor de mi cuello y prepara una tostada… Mmmm. Como a mí me gusta… El aroma del café. Los croissants… Se sienta delante con su deliciosa sonrisa… Mi cuerpo está lleno de moratones, me duele la vagina, los pechos… No digamos los verdugones del vientre.
— ¡Dioss, cómo te quiero Adri!
A pesar de lo maltrecho de mi chochito, siento como se humedece.
Como, bebo el zumo de naranja natural… El sabor del café en mis labios, sus ojos fijos en los míos.
— Adri, lo que me contaste de tu matrimonio…
— Es verdad… todo lo que te conté era verdad, en la situación en que me encontraba no podía fiarme de nadie. Por eso contaba la verdad, pero no toda, claro está. Como te dije, tras la muerte de mi mujer entré en una academia para prepararme para seguridad privada… Allí me propusieron entrar en la Guardia Civil. Mis conocimientos del mundo de la pornografía, mi relación con Gerardo, hablar inglés y ruso influyeron. Realice un curso paralelo y al terminar me infiltré en el grupo de Gerardo. Durante estos últimos años he pasado información de los trapicheos de estos mafiosos y se han realizado varias operaciones con gran número de arrestos… Por eso sospechaban que tenían un topo en su organización. Me dijeron que te vigilara porque sospechaban de ti… ¿Y tú? ¿Cómo te metiste en el servicio de información?
— Bueno… Mi amiga no era lo que parecía; trabajaba como escort pero en realidad también era agente. La captaron en la universidad y ella a mí. Durante un tiempo formamos un buen equipo. Nos lo montábamos juntas, nos apoyábamos; era muy emocionante y nuevo para mí. A través de los servicios de acompañamiento, teníamos acceso a altos cargos de los partidos, de la administración… Proporcionábamos información que era vital para el servicio. Sobre todo en lo referente a la corrupción de los altos cargos. Los hombres tienen propensión a presumir de sus logros, sobre todo ante un cuerpo sugerente; en la cama, desnudos, hablan de lo golfos que son, de las tropelías que cometen, sin ningún pudor. Y no solo de ellos mismos, sino de los demás. ¡Sois unos cotillos!… Jajaja.
— Y tu una golfilla a la que quiero con locura, pero que ha estado a punto de mandarme al otro barrio… ¿Has terminado tu desayuno?
— Sí, corazón…
— Pues ahora voy a tomarme el mío… — Me dice el muy bribón.
Tal y como me trajo a la mesa me lleva en brazos hasta la cama; me deja sentada en los pies y me empuja hacia atrás hasta dejarme caer de espaldas y con las piernas colgando… Eleva mis pies hasta la altura de su cara y se dedica a mordisquear los talones, acariciar el empeine, besar los deditos, pasando de un pie a otro. Se agacha y abre mis rodillas para situar su boca sobre mi monte de Venus, huele, aspira profundamente, acaricia con su lengua la parte interior de mis muslos… Me vuelve loca este hombre… Empuja mis piernas hasta colocar las rodillas casi en el pecho; todos mis bajos a su disposición… Lame desde el ojete, pasa por el perineo, sus labios bucales en mis labios genitales, lengüetea mi sensible clítoris… Un dedo hurga en mi ano… No puedo soportarlo más… Un latigazo de placer recorre mi cuerpo, desde donde está él, hasta mis sienes, se me eriza el cabello, la carne de gallina; como dicen en sudamérica; se me hace la carne chinitas…
De acariciar su cabello paso a tirar de él, apartarlo de mi húmeda grieta que no soporta tanta excitación… Tanto placer que lo vuelve doloroso… Pero unos segundos después empujo en sentido contrario, hundo su faz en mi hendidura, su lengua, de nuevo, asaetea el botoncito del placer para, en menos de un minuto, provocarme un nuevo orgasmo, brutal… No sé lo que hago, no coordino, tiro de su pelo para subirlo, para besar sus labios, saborear mis jugos de su boca…
Se tiende a mi lado; yo desmadejada y feliz, inmensamente feliz… Me acurruco en su regazo, su fuerte brazo me acuna…
Despeja mi cara de un mechón de pelo, acaricia mi barbilla, me besa con una dulzura, para mí desconocida. Los pocos hombres que me han besado lo han hecho rudamente. Generalmente no me dejaba besar por los clientes, a no ser que alguno se pusiera muy pesado y me interesara para sonsacarle… Tras esos besos me enjuagaba la boca, hacía hasta gárgaras… Era asqueroso.
Pero Adri me besa y me derrito, siento que el cielo existe… ¿Se puede querer a alguien tanto? Me da miedo; temo perder esto que he encontrado. Realmente, solo quien ha estado enamorado… de verdad… sin tapujos, sin mentiras; sabe a lo que me refiero… Es locura, pasión, no solo sexo, es sentirte fundida con él… Me gustaría que entrara entero en mi vientre, por mi vagina, absorberlo y dejarlo dentro de mí.
— Caro… ¿Alguna vez te has enamorado de alguien?… En la escuela, en la universidad… mientras ejercías de…
— ¿Puta?… No Adri… Puedo asegurarte que jamás he sentido por nadie lo que ahora siento por ti. No temas. No aparecerá un antiguo novio que me lleve a la cama. Te lo repito, jamás he hecho el amor con nadie. Has sido el primero, el único, con quien me siento unida por algo muchísimo más hermoso que el simple sexo. Te quiero… Eres el primer hombre, además de mi padre, el único, al que le he dicho… Te quiero… Para mí estas dos palabras son algo muy serio… Debes tenerlo muy presente siempre…
— Perdóname Caro… No quería… Yo…
— No te apures Adri; comprendo que tras tu experiencia estés receloso… Es lógico y lo entiendo, pero comprende tú también que nuestra relación; que yo quiero que sea larga y duradera, no puede basarse en la desconfianza, en el miedo a una traición, a un engaño. Lo nuestro debe basarse en la sinceridad, en la confianza mutua, solo así nuestro amor podrá superar los problemas a los que, seguramente, tendremos que enfrentarnos; sobre todo teniendo en cuenta el tipo de trabajo que realizamos. De todos modos voy a pedir a la central que me releve, de los trabajos de campo, en los que tenga que utilizar mis… cualidades. Supongo que me asignarán a algún departamento con despacho… Pero lo tengo claro; no voy a follar más por el servicio. No más acompañamientos; haré el amor… contigo… ven… abrázame… te deseo, necesito tenerte dentro de mi… ¡Hazme el amor!
— Mi vida, no quiero hacerte daño, aún tienes heridas en la vagina. Las he visto antes. Esa bruja de María casi te destroza. El consolador que te metió era enorme y además con protuberancias para hacer daño. Espera un poco a que cicatricen. Mientras tanto te lo comeré tantas veces como quieras.
— Pues si no puedo por delante… —Sonreí con picardía.
— Veremos lo que podemos hacer. Ponte en pompa… — El muy bribón se reía. Pero me puse…
Apoyé la cara y los hombros en la cama y con las dos manos separé mis nalgas, ofreciéndome sin reparos, sin el más mínimo pudor. Deseando sentir en mi interior la carne palpitante de mi amor…
Con delicadeza ensalivo el orificio, capto el flujo que desprendía mi acalorado y mojado sexo y lo esparció en el esfínter, penetrándolo con un dedo, con suavidad… ¡Joder que gusto! Me puedo correr con solo meterme un dedo… ¿Por qué él apenas me toca, me muero de gusto y otros lo hacen, me follan y me repele?
— ¡Mmmm! ¡Qué gustito Adri! Sigue, sigue… — Seguía con dos, tres dedos.
Poco a poco, mientras yo trataba de no correrme antes de tiempo, fue adaptando el canal para recibir su instrumento… Se desnudó… Giré la cara para verlo… Sus músculos. El vientre plano, sin vello en todo el cuerpo… Para su trabajo como boy se tuvo que depilar por completo… Lo perdí de vista cuando se desplazó para ponerse tras de mí… Hurgó en el ojete, noté como se acercaba y se abrían mis carnes al entrar, despacio, lentamente, su precioso miembro… Mientras con la mano izquierda me agarraba de la cadera, la derecha acariciaba la vulva, el clítoris… Ya estaba muy excitada, apenas entró en mí un orgasmo recorrió mi cuerpo… Callé pero lo notó; despacio continuó penetrándome, después saliendo y entrando, una y otra vez, con una lentitud exasperante…
— ¡Fóllame de una vez! ¡Rómpeme el culo! ¡Déjamelo abierto como una flor! ¡Aaaggg! ¡Me corrooooo! — No se alteró
Continuó parsimonioso, entrando y saliendo de mi oquedad; pocos minutos después otro orgasmo avasallador tensó mi cuerpo… Pero Adri, impasible continuó follando mi culito que respondía con un orgasmo tras otro hasta dejarme desfallecida.
Yo quería sentir su leche dentro de mi cuerpo.
— Córrete Adri, por lo que más quieras, necesito sentir tu corrida dentro de ¡miii…!
— ¡¡Aaaaammmm!! ¡¡Te quierooo!! Mi amor, toma tu leche, es mi vida… Ahora es tuya…
Habíamos sincronizado los orgasmos… Se desplomó sobre mí, su enorme cuerpo me aplastaba, no podía respirar, pero no me importaba. Si su peso me asfixiaba estaba bien… Moriría feliz. Pero se dio cuenta y se dejo caer a mi lado… Nos abrazamos, nos besábamos con avidez, con lujuria, mordía sus labios hasta hacerlos sangrar… Alguien dijo que en el amor hay una pizca de antropofagia. Desear comer, ingerir al ser amado…
Nos quedamos dormidos tras el combate…
Al despertar, casi medio día, nos arreglamos, buscamos un restaurante donde comer. Nos quedamos dos días más con cargo a nuestros respectivos destinos. Cuando Adri consideró que estaba más repuesta cogimos mi coche y viajamos hasta Madrid; debíamos informar a nuestros superiores. Después… A saber lo que nos deparaba el futuro…
Pero esa es otra historia…