Carnavales Eran Los De Antes - 2 - En El Club

Continúa la historia del nacimiento de una travesti y sus aventuras sexuales.

Llegamos y las chicas encararon la puerta decididamente. Uno de los porteros nos saludó.

—     Hola chicas, llegan temprano. ¿Vos sos Laura, no? Tu papá los espera a tu hermano y a vos. ¿Las otras son todas del barrio? No puedo identificarlas así pintadas.

—     Todas menos ella que es Anahí. Es prima mía, y vino de Paraguay. Laura esta con algo en la garganta y le molesta hablar, y Marcelo se fue a pasar la fiesta con sus abuelos. Venimos temprano para avisarle eso a su padre— Le aclaró al portero La Alta.

—     Pasen chicas. Cuídate la garganta Laurita.

Pensé en asentir pero no pude hacerlo. En cuanto las chicas comenzaron a caminar, las seguí sin soltar sus manos, sentí que los dos porteros nos miraban. Varias chicas lindas y todas con vestidos cortitos, aunque fuéramos muy menores a ellos seguro que miraban nuestros traseros.

—     Viste, no pasó nada, entramos y listo. Seguro los dos babosos nos miran. No se te ocurra darte vuelta. Acostumbrate, eso pasa siempre si sos mujer, no importa si sos grande o chica, linda o fea, los tipos te miran el trasero siempre que pueden.

No respondí. Estaba ocupada observando si había alguien cerca y tratando de ubicar a mi papá. Vi unas personas acomodando las mesas y sillas, unos pocos asistentes desperdigados y en el escenario no había nadie. Sonaba la música pero mi padre no estaba a la vista. Supuse que habría tenido que dejar puesto un disco e irse, dejando solos los equipos, todo porque yo no estaba para ayudar. También pensé que era mejor, porque no tendría que subir para saludarlo, eso siempre que lo encontráramos mientras estuviera solo.

Las mesas eran tablones sobre caballetes cubiertos con papel madera, varias veces había ayudado a prepararlos, estaban dispuestos alrededor de un gran espacio libre, esa era “la pista de baile”. En el lado opuesto a la entrada estaba el escenario. Era una tarima de más o menos un metro de alto con una escalera a cada lado. Estaba adornado con luces y banderines de color, como el resto del lugar. Al fondo lucía un supuesto telón formado por una lona pintada con grotescos dibujos carnavaleros.

En uno de los lados del club estaban los baños, la cantina, la oficina, todos en fila. Eran construcciones bajas, algo precarias y con techo de chapa. Esas construcciones y las paredes perimetrales habían sido encaladas para la ocasión.

Del lado opuesto a esas construcciones habían formado una especie de barra o mostrador con caballetes y tras ella, aunque no se podía ver, estaban los tachos con bebidas enfriándose en  hielo y las parrillas, que ya humeaban. En un rincón estaba el puestito donde vendían serpentinas, papel picado y otros artículos afines a la celebración.

Caminamos por un pasillo que cruzaba entre las mesas hasta llegar a la pista. Las chicas se pararon justito en su centro.

—     ¿Porque nos paramos acá, donde todos nos miran? ¿No podemos seguir hasta otro lugar más discreto?— Dije.

—     Tranquila, nadie nos da bola. Solo somos un grupito de chicas. Desde acá podemos ver todo el club, para ubicar a tu papá— Dijo La Alta.

—     Eso intento, pero no lo veo. Deben están reunidos en la oficina. Y yo tendría que estar cuidando los equipos ya que él está ocupado.

—     Ya vas a ir— Trató de conformarme Luli.

—     Ustedes se quedan por acá. ¿Entendés Laurita? No traten de esconderse porque eso sí que llamaría la atención. Yo voy con Luli a ver si lo encontramos. Si nos ven salir con el entonces vallan al rincón donde está el árbol grande. Ahí podemos hablar tranquilas con papá, a ese lugar no suele ir nadie— Dijo mi hermana.

—     ¿Porque mejor no vas con Mary? Yo prefiero quedarme acá— Dijo Luli.

—     Bueno, es lo mismo. ¿Mary querés venir?— Dijo mi hermana mientras miraba raro a Luli.

—     Si— Respondió Mary y se fueron caminando entre el mar de mesas.

Cuatro de las indias quedaron conmigo y las otras dos fueron a buscar a papá. Tuve ganas de decirles que en realidad el árbol era muy concurrido. Era un lugar que los chicos y los borrachos utilizaban para orinar cuando los baños estaban ocupados. Pero todavía no era ese momento. Pensé que yo conocía bien el club y todo su movimiento, ellas no.

—     Mientras ellas van, nosotras podríamos buscar una mesa, como dijo tu mama. ¿Podría ser cerca del árbol? Ahí sería un lugar discreto.

—     No Chiquita, cerca del árbol mejor no. Habrá mucha mugre, todos los borrachos terminan yendo para ese lado. Es mejor a los costados del escenario, un poquito alejados. Desde ahí no se ve bien el espectáculo y la gente no quiere sentarse ahí. A mi papá le gustará estar cerca del escenario y si puedo ir para ayudarlo también me gustaría estar cerca.

—     Vamos a buscar por ahí entonces— Propuso Chiquita.

—     Mejor esperemos como dijo Laura… digo Anahí. No quiero que tenga que andar buscándonos. Si esos lugares no se ocupan rápido tenemos tiempo para buscar la mesa. Creo que ella tiene razón, acá paradas no llamamos tano la atención como si estamos dando vueltas— Dijo sensatamente La Alta.

Mientras charlábamos vimos aparecer a mi padre acompañado por las dos indias. Mi hermana hizo señas para que fuéramos. Lo hicimos sin perder un segundo. Caminé pensando en cómo reaccionaría mi papá. Me tranquilizaba algo lo que había dicho mi madre, pero igual estaba nerviosa.

—     ¡Hola chicas! Están todas muy lindas. Y vos… Laura también. ¿Esta noche sos Laura, como tu hermana y ella es Anahí cierto?— Eso dijo papá mientras nos miraba a mi hermana y a mí alternativamente, Anahí asintió con la cabeza.

—     Vos estás perfecto como Laura, realmente parecés tu hermana. Las felicito a todas por los disfraces. Seguro se van a divertir mucho— Yo no podía hablar, pero mi hermana reaccionó inmediatamente.

—     Linda pa, es Laura y está linda. Por favor, tené cuidado o nos vas a arruinar el juego.

—     Si hija, como quieras. Tu madre seguro ya les dio las instrucciones necesarias para que se cuiden. Así que no voy a insistir con eso, solamente les pido que me avisen ante el menor problema.

—     ¡Si señor!— Respondieron las indias a coro.

—     Cambiando de tema. Con esos lindos trajes tienen que participar en el concurso de disfraces. Seguro tienen muchas posibilidades de ganar y hay buenos premios. ¡Hasta algunas bicis!

—     No sé si podremos papá. Tenemos que estar siempre juntas, no podemos separarnos para nada.

—     Pueden participar en grupo, es válido hacerlo.

—     ¿Cómo?— Preguntó La Alta.

—     Se anotan todas juntas, se tienen que poner un nombre. Por ejemplo “Las Indias del Barrio”, y se anotan. Después participan juntas, desfilan, saludan, todo juntas.

—     ¡Pero la Laurita nueva no es india!— Exclamó Luli.

—     Inventen algo, ya se les va a ocurrir. Pero no pierdan la ocasión, tienen buenos disfraces, son lindas y simpáticas, casi seguro que ganan. Y yo estoy en el jurado…

—     Vos no sos tramposo— Dijo alarmada mi hermana.

—     No será necesario que haga trampa, te lo aseguro.

—     Lo pensaremos... Mamá también nos pidió que buscáramos una mesa en lugar discreto. Laurita ya nos dijo dónde. A los costados del escenario, dijo que ahí no va mucha gente.

—     Es cierto. ¿Porque no hablas vos Mar… digo Laurita?

—     No tengo la voz de Laura, y para no delatarme nos pusimos de acuerdo en que no hable si no es para algo muy importante.

—     Con papá no pasa nada. ¡Tarado!

—     ¿Ves? Vos misma vas a arruinar tu plan. Me dijiste tarado, y casi a los gritos.

—     Basta chicos. Busquen la mesa y pidan que se la reserven en la barra. Marc… Laurita sabe cómo hacer eso. A propósito de saber… ¿Podrás ayudarme con la música esta noche? ¿Cuento con vos?

—     Si pa. Me puedo cambiar, solo avísame un rato antes.

—     No es necesario que te cambies, podés ayudar disfrazado, no hay ningún problema.

—     ¿Seguro?

—     Sí. No te cambies solamente para eso.

—     Bueno, contá conmigo. Con o sin disfraz te ayudo.

—     Perfecto.

Cuando papá se fue nosotras comenzamos a ir hacia la zona indicada para buscar mesa.

—     Viste que no pasó nada. Sonsa.

—     Si pasó, vos me gritaste y me trataste de varón. Y me parece que papa no entendió lo que significa esto para mí. Siempre dijo “disfraz”. No dijo tu ropa ni nada parecido. Piensa que para mí es solo un disfraz para jugar esta noche, sin otra importancia, y no es así.

—     No te preocupes por eso. Mamá y yo te entendemos. Ella se va a ocupar de explicarle a papá.

—     Espero que sea todo como dijo mamá. No quiero que papá deje de quererme.

—     Ni lo pienses, siempre nos van a querer, somos sus hijos... mejor dicho, ahora somos sus hijas.

—     Si… eso espero.

—     Terminen con el novelón. Vamos a buscar la mesa de una vez— Dijo La Alta.

Una vez que elegimos la mesa había que ir a la barra, que no estaba muy alejada, y reservarla. Les expliqué como era el trámite, muy sencillo. Mi hermana nuevamente intentó ir con Luli, pero ella volvió a negarse, así que fue con Mary como antes. El resto nos sentamos en la mesa a esperarlas, nos acomodamos de forma que pudiéramos verlas. Me senté con todo el cuidado que pude. Aunque tenía la mesa delante se podía ver sin problemas desde el otro lado por la parte inferior, así que mantuve las piernas bien juntitas.

Sentí la madera áspera de la silla en mi piel. La pollera corta no llegaba a cubrir todo mi trasero cuando estaba sentada, así que parte quedó en contacto con la madera. Pensé que con pantalones, aunque fueran cortos no pasaba eso.

Mientras las mirábamos, vimos al que las atendía saludando con la mano en alto, todas respondimos el saludo. Al rato volvieron mi hermana y Mary.

—     Pudimos reservar sin problema, nos dieron este papel para que lo peguemos sobre la mesa—Dijo entusiasmada mi hermana, mostrando un papel con unas cintas adhesivas que tenía nuestro apellido escrito.

—     Vieron que no era complicado. ¿No te reconocieron?

—     Para nada, al contrario. Preguntaron porque no habías ido vos para ayudarles como siempre. Les conté la historia de los abuelos, de Laura la muda y que soy Anahí— Cuando escucharon, las indias sonrieron, su juego estaba en macha.

—     ¿Y porque nos saludaba?— Preguntó Chiquita.

—     Saludaba a Laura solamente. Cuando le dije que estaba en la mesa, el tipo miró, y la saludó. O sea, me conoce y me tenía enfrente hablando con él y no pudo reconocerme. Además pensó que Laurita era yo. ¡Funcionó todo perfectamente!

Las indiecitas estaban todas alborotadas, comenzaron a reír. Mi hermana pegó el papel como le indicaron.

—     Vieron, otro que cayó y van dos. Te saludó y todo— Dijo mi hermana.

—     Me vio de lejos.

—     No está tan lejos.

—     Buenos chicas… ¿Que hacemos ahora?— Preguntó La Alta.

—     Tenemos que esperar un poco que venga su madre— Le respondió Luli, que estaba sentada a mi lado.

—     Chicas. ¿Cómo hacen para sentarse sobre estas sillas? No solo están bastante sucias, sino que tienen astillas. Varias veces ayudando a ordenarlas me clavé alguna.

—     Estamos acostumbradas a tener cuidado. Cuando usas falda corta siempre tenés que mirar antes de sentarte— Me respondió Chiquita.

—     No es muy higiénico, vamos a ensuciarnos el trasero y la ropa interior.

—     Es un precio que pagamos por ser coquetas— Dijo Mary.

—     Ustedes serán coquetas. Yo uso esta ropa, pero la eligieron ustedes, así que no soy coqueta.

—     Mirá Laurita. Ser coqueta no está mal, y ya veremos si sos coqueta o no— Dijo mi hermana.

Estuvimos unos minutos sentadas mirando la gente que ingresaba. Todos recorrían el lugar eligiendo mesas. Paulatinamente se formó una fila para reservarlas. Cada vez que entraba alguien que ellas conocían, las indias lanzaban exclamaciones y comentaban algún chisme relacionado con esa persona. Yo no les prestaba mucha atención, me resultaba más importante tratar de ver si entraba algún chico amigo.

Al rato llegó un grupito de chicos, estaban disfrazados, y desde esa distancia no pude identificarlos. Apenas entraron comenzaron a charlar con quienes se cruzaban, oíamos risas y exclamaciones. Pensé que estarían causadas por los disfraces. Podía ver un policía, un par de jugadores de fútbol, uno con guardapolvo blanco que podría ser médico o maestro, uno con traje, corbata y sombrero, aparentemente era un guapo tanguero, y un… ¡Indio!

—     ¡Mirá Laurita! Llegaron tus amigos… Bueno, los amigos de Marce— Exclamó La Alta.

—     Si vi a esos chicos, pero no son mis amigos. Hay uno vestido de indio. No veo quiénes son desde acá.

—     Sí, sí, tenemos que ir a ver quién es el indio. Capaz que se filtró nuestro plan— Dijo Mary mirándome.

—     No es eso, vean que el traje no es como el de ustedes. Es un disfraz fácil de preparar y no es muy raro. Generalmente a los chicos les gustan los indios y los vaqueros— Les dije.

—      ¡Tenemos que ir!— Insistió Mary.

—     Si quieren vallan ustedes. Acá está todo muy tranquilo, yo las espero.

—     Laurita, no nos vamos a despegar en toda la noche… Y no te preocupes, no necesitamos ir. Ya nos vieron y vienen ellos. ¡Ahora comienza la diversión chicas!—  Dijo Luli.

Todas asintieron. Se acomodaron los trajes y el pelo. Estaban todas alborotadas. Tomaron las lanzas que habían dejado apoyadas en la mesa.

No veía forma de zafar del encuentro. Esa sería mi prueba de fuego, no porque me reconocieran o no, sino por mi reacción. Respiré profundo y traté de relajarme, todo lo contrario a lo que estaban haciendo las indias.

—     Muy bien Laurita, con esa cara de susto, hasta estás un poco pálida, parecés realmente enferma— Me dijo La Alta. Las otras me miraron y asintieron.

—     Me parece que realmente me siento mal…

—     ¡Basta! Todo va a estar bien. Dejanos hacer a nosotras— Dijo autoritaria mi hermana.

Los chicos continuaban acercándose lentamente por que al cruzarse con otros grupos de personas se detenían a saludar, siempre entre risas y exclamaciones. Poco a poco los fui reconociendo, eran todos del barrio. Me conocían perfectamente y también a mi hermana. Uno de ellos era el hermano de Mary. El indio era uno que realmente tenía alma de indio, era bastante salvaje, de los más peleadores y le encantaba molestar a todo el mundo. Los otros eran más tranquilos, pero siempre lo seguían, parecían su séquito. Aunque los conocía no eran amigos míos. Pensé que podría haber problemas, así que decidí poner en guardia a las indias.

—     Chicas. Ese grupo que viene es peligroso, ustedes también los conocen bien.

—     Tranquila, está mi hermano, son molestos pero no peligrosos— Dijo Mary.

—     Si son peligrosos. Por lo menos para mí, les encanta molestar a los que no son de su grupo.

—     Ahora vos sos del grupo de las chicas y con nosotras no se meten. Al contrario, nos tratan bien— Trató de tranquilizarme Luli.

—     Sí. Nos tratan bien porque son unos babosos— Aclaró La Alta.

Cuando estuvieron cerca decidí callar, las indias siguieron cuchicheando entre ellas.

—     ¡Hola chicas! ¿Así que ese es el famoso disfraz secreto? Están vestidas como en la fiesta del cole— Saludó despectivamente el Indio.

—     Sí. ¿Y qué problema hay? Solo queríamos que sea sorpresa— Respondió desafiante La Alta.

—     Nada de sorpresa. Y vos Laura. ¿Porque no te disfrazaste?

—     Está un poco enferma, de la garganta, el médico le dijo que no hablara, le duele si habla— Esta vez respondió Luli.

—     Pobrecita. ¡Te estarás muriendo de ganas de discutirme todo lo que digo, como siempre!— Lo miré como para fulminarlo. No sé cómo me animé. Las indias me observaron para ver como reaccionaba, parecieron satisfechas.

—     No hace falta que hable ella. Nosotras si podemos discutir si querés— Lo desafió mi hermana, arriesgando que la reconozca por la voz.

—     ¿Y vos porque te metés? ¿Quién te conoce?— Le respondió el Indio.

—     Soy prima de Laura.

—     Se llama Anahí, es amiga nuestra. ¡Se puede meter todo lo que quiera!— La apoyó La Alta.

—     Bueno. Está bien, no se enojen. ¡Vamos chicos, parece que las indias están cabreras!

Dieron media vuelta y se alejaron mientras reían a carcajadas. Nos quedamos un momento en silencio mirándolos. De repente todas empezaron a reír.

—     ¿Vieron? ¡Se tragaron todo el verso! Y eso que nos conocen bien— Dijo Mary entusiasmada.

—     Ya les vamos a mostrar si los disfraces traen sorpresa o no a esos tarados— Dijo Luli.

—      Seguro— Mi hermana.

—     ¡Se les va a caer la baba cuando nos vean bien!— Dijo La Alta.

—     ¿Por los vestidos cortitos y sin otra ropa abajo? Ya nos vieron— Intervine.

—     Sí, nos vieron. Pero estamos sentadas, todavía no nos vieron bien. Ya van a venir a pedir que bailemos con ellos— Dijo La Alta.

—     Y vos Laurita también los vas a poner loquitos…— Me dijo Luli.

—     Ni se les ocurra que baile. Yo me quedo acá hasta que tenga que ayudar a mi papá.

—     ¿Nos vas a obligar a nosotras a aburrirnos toda la noche y perdernos todo lo bueno? No querida. En cuanto llegue mamá vamos a ir a divertirnos. Y todas juntitas— Me respondió mi hermanita.

—     Ni loca.

—     Loca o no, vas a venir— Me amenazó La Alta.

Paulatinamente se completaba la capacidad de las mesas. Algunas cercanas también se estaban ocupando, me pareció que por el momento no había nadie conocido cerca.

—     Mira Laurita. ¡Ahora si son tus amigos!— Me avisó Chiquita.

—     Qué raro… No están disfrazados, son tan aburridos como vos Laurita… Perdón, son tan aburridos como Marce— Dijo Luli.

—     No son aburridos. ¿Prefieren que sean como el Indio? Disfrazarse no es lo único divertido—Respondí.

—     Casi todas las chicas del barrio nos pusimos de acuerdo en correr la voz de que había que venir con disfraz, así que si no se cumplieron es porque no les interesamos— Dijo Mary.

—     No sé si ustedes les interesan o no, pero hay otras cosas divertidas aparte de ustedes.

—     De nosotras Laurita, de nosotras. Y te aseguro que nosotras somos lo más divertido que los chicos pueden encontrar en esta fiesta— Dijo Luli.

—     Entiendo a qué te referís, pero son chicas todavía. Si me dijeras unas chicas más grandes puede ser. ¿Con ustedes que pueden hacer? Bailar. ¿Y qué más? Ellos también son bastante chicos.

—     Nosotras ya no somos nenas… Y ellos tampoco son nenes— Me aclaró Luli.

—     Podemos hacer muchas otras cosas divertidas aparte de bailar…. Ellos lo saben, te lo aseguro— Reafirmó La Alta.

—     Bueno, está bien. No me aclaren más. Pero no cuenten conmigo para esas diversiones, ni siquiera para bailar. Y aunque quisiera hacerlo, no sé. Nunca en mi vida bailé, ni en las fiestas del cole— Me cubrí por las dudas.

—     Siempre se puede aprender, además ahora cada cual baila como le parece, así que nadie se va a fijar en como lo hacés, los chicos miran otras cosas, no como bailamos— Dijo Luli.

—     ¡Basta! Por favor chicas. Me están dando muchas ganas de ir a cambiarme.

—     Bueno chicas, dejémosla tranquila. Si no quiere bailar, que no baile y listo. Nos turnaremos para cuidarla,  o que la cuide mamá. Ya veremos— Mi hermana terminó con el tema del baile.

—     Laurita, ya que conocés tanto las cosas del club. ¿Sabés cuál es el programa de esta noche? ¿Va a venir algún artista conocido?— Me preguntó Luli, como para distraerme de la idea de cambiarme.

—     Si lo sé. En un rato van a colocar un par de caballetes adornados en el escenario y después van a poner ahí los premios para los sorteos y el concurso. Cuando ya esté casi toda la gente adentro, para eso debe faltar como una hora, va a subir el flaco que está en la barra y tiene traje con corbata. ¿Lo ven?

—     Sí. Pensé que era un disfrazado con esa pinta— Respondió Chiquita.

—     No. Le dicen Charleta, por que le gusta hablar, sobre todo en un micrófono. Y cree que lo hace bien. Como le gusta tanto, y es el único que se anima, lo dejan hacer de presentador. Bueno, él va a subir para saludar y presentar al presidente de la comisión, que es el papá de Armando. ¿A ese si lo conocen, cierto?

—     Si, sí— Respondieron.

—     El presidente saludará y después contará todo lo que está haciendo la comisión, de que fueron a hablar a la municipalidad por algún tema, que lograron algo importante para el barrio y esas cosas. Cuando se dé cuenta que la gente no le da bola, va a decir que es importante que compren los números para las rifas porque la plata es para tal o cual cosa y que no tarden en comprarlas porque se acaban rápido. Eso es mentira, siempre sobran y al final terminan vendiéndolas mucho más baratas, todos lo saben y esperan a último momento para comprarlas. En fin, saluda y se baja. Entonces el Charleta anunciará todas las actividades de la noche y que ya están en venta las rifas, que van a pasar mesa por mesa a venderlas. Las actividades son: primero el concurso de disfraces. Antes lo hacían al final porque es lo más divertido, pero siempre había problemas, sobre todo con los borrachos, y alguna gente si iba, así que ahora lo hacen al principio. Después una tanda de baile con discos, mientras se prepara la orquesta. Hoy creo que viene una orquesta típica, esas que tocan tango, seguro va primero. Otra tanda de baile con discos y otro conjunto pero de cumbia. Después el sorteo, y después baile con discos hasta que se va la gente. Seguro que mi papa necesita que lo ayude con la música mientras el prepara los micrófonos y las cosas para los músicos. Y al final, cuando los más grandes están cansados, tengo que poner música moderna para los jóvenes, que son los que siempre se quedan hasta que amanezca.

—     ¿O sea que el concurso es al principio?— Preguntó Mary.

—     Sí.

—     ¿Cuándo hay que anotarse?

—     Seguro ya están anotando en una mesa que debe estar del otro lado del escenario. En un rato el Charleta va a decir que no se olviden de anotarse, y un rato después que queda media hora para hacerlo. Y ahí van todos, a último momento.

—     ¡Entonces tenemos que anotarnos ya!— La Alta en tono imperativo.

—     Si quieren participar, bien por ustedes. Pero no cuenten conmigo— Aclaré.

—     ¡Todas o ninguna!— Exclamó La Alta.

—     ¿Así? ¿Y qué piensan hacer? ¿Bailar el cancán y mostrar las piernas? ¿Y que se les ocurre que pueda hacer yo?

—     De nuevo nos querés arruinar la noche, no seas egoísta— Mi hermana siempre buscando mi punto débil.

—     No les quiero arruinar nada. Ustedes me trajeron. De verdad no sé hacer nada, tampoco me animaría aunque supiera.

—     Chicas no pierdan tiempo discutiendo. Encima van a terminar mal. Mejor pensemos que podemos hacer en el concurso. Si solo desfilamos no vamos a ganar nunca. Y yo quiero algún premio— Dijo Chiquita.

—     ¿Qué podríamos hacer? No preparamos nada— Dijo bajando el tono La Alta.

—     Exacto. ¿Ven? No vale la pena anotarse para perder.

—     Nos gustaría ganar, pero participar también es divertido. ¿Cierto chicas?— Respondió Luli y todas asintieron— Como siempre mi hermana tuvo una idea.

—     A ver qué les parece. Somos indias, así que tenemos que actuar como indias, entremos bailando a los saltos y revoleando las lanzas como hacen los indios. Vos Laurita nos buscás una música con muchos tambores.

—     Con eso no hay problema. Ustedes bailan y yo pongo la música.

—     No. Papá pone la música. Vos solo la elegís y después actuás con nosotras.

—     ¿Qué? ¿Y qué voy a hacer? No tengo traje de india.

—     No serás india, serás nuestra prisionera.

—     ¡Qué!

—     Sí, lo que oíste. Te pondremos una soga como si estuvieras atada y te entramos como nuestra prisionera, vos te quedas en el medio y nosotras bailamos alrededor. Y al final te matamos.

—     ¡Esto se pone cada vez peor!

—     De esa forma casi no tenés que moverte y no tenés que saber hacer nada. Entrás caminando, te quedás parada con cara de miedo, eso esta noche te sale perfecto, y al final nosotras hacemos que te clavamos las lanzas y vos te tiras al piso. Saludamos y listo. Bien fácil.

—     Si bien fácil… Y bien aburrido. Estás reloca hermanita.

—     ¡No! Está buena la idea— Dijo Luli.

—     Sí. ¡Hagamos eso!— La Alta había vuelto a su imperativo habitual.

—     Ni siquiera necesitamos practicar. No puede salir mal ni bien. Solo hay que saltar como indias. Lo interesante para el público va a ser vernos a nosotras— Mi hermana logró alarmarme un poco más.

—     Vamos a anotarnos— Otra orden de La Alta.

—     Anótense ustedes y busquen otra víctima para matar. Ah… Para anotarse les van a preguntar el nombre, si se anotan en grupo tienen que tener un nombre. “Las Indias Locas” me parece muy acertado.

—     Un nombre chicas…. Un nombre— Pidió mi hermana.

—     Las Indias… ¿Y qué más?— Opinó Mary.

—     ¿Las Salvajes Indias Asesinas?— Propuso Chiquita.

—     Puede ser… a ver … a ver…

—     Ya lo sé. ¡Laura y Las Indias! ¿Qué les parece? Así queda marcada la diferencia y porque ella no tiene disfraz— Propuso Luli.

—     Será Otra y Las Indias. Yo no participo. ¡Ya les dije!

—     ¡Basta! Déjate de bobadas. Ya viste que estás preciosa. Y te gusta estar así, no digas que no porque ya lo admitiste. Y esto será igual, te va a gustar aunque ahora te dé vergüenza. ¿Es que nosotras, que no tenemos pelotas, somos más valientes que vos?— Respondió un poco agresiva mi hermana atacando nuevamente mi punto débil.

—     Está bien. Iré. Pero si hacemos un papelón y se ríen o nos insultan queda claro que es su culpa.

—     Nosotras nos haremos cargo de lo que pase, bueno o malo.  Si se ríen también quiere decir que estuvimos divertidas y les gustó.

—     ¡Vamos a anotarnos de una vez! ¿Entonces somos “Laura y las Indias”?— Ordenó y pregunto La Alta.

—     Sí— Respondieron las otras indias.

—     Y vos hermanita andá pensando en la música

—     No necesito pensar nada, al saber lo que pensaban hacer me vino el tema adecuado a la cabeza. En cuanto vea a papá le pido que lo tenga preparado.

Fuimos a inscribirnos.

—     Hola chicas. ¿Vienen por el concurso, cierto?

—     Si— Respondió Luli antes que ninguna.

—     Bien. ¿Quién se anota? ¿O van a subir juntas?

—     Todas juntas.

—     ¿Cómo se llama el grupo?

—     Laura y Las Indias— Por algún motivo Luli había tomado la voz cantante, las otras la dejaron hacer.

—     ¿Cuántas son?

—     Nosotras siete.

—     Pero una no tiene disfraz.

—     ¿No puede participar sin disfraz?

—     No. Es un concurso de disfraces. Así que tiene que estar disfrazada— Todas las indias me miraron, enseguida supe el motivo. No sería un cobarde. Asentí con la cabeza.

—     En realidad si esta disfrazada, pero es un secreto por ahora.

—     ¿Cómo? A ver, explicame eso.

—     Si, ella es chico no chica. Pero todavía no queremos que nadie lo sepa. Es un juego.

—     No me mientan. Sin disfraz no participa.

—     Por favor. Te podemos demostrar que es chico, pero lo digas a nadie. ¿Puede ser ese favor?

—     Sí. Puedo guardar el secreto. ¿A ver? No creo que sea un chico.

—     Laura, decile quién sos.

—     Hola Marisa, yo soy Marcelo, vos me conocés— Le dije para convencerla.

—     ¿Marcelo el hijo de…? Increíble. Sí que sos vos, no te reconocí. ¿Qué hacés vestido así? Y te llaman Laura como tu hermana. ¿Dónde está ella?

—     Laura soy yo, pero ahora soy Anahí, también por el juego— Aclaró mi hermana.

—     ¡A vos tampoco te reconocí!

—     Marisa por favor, somos Laura y Anahí por ahora. El único que sabe es papá y necesitamos mantener el secreto. ¿sí?— Mi hermana quiso asegurarse.

—     Bueno chicas, como quieran, es Laura. ¡Los chicos de ahora tienen cada ideas!… Listo. Ustedes son el participante número 4. ¿Van a necesitar preparar algo, música, algún elemento, o quieren que digan algo especial al presentarlas?

—     La música la preparamos nosotras, y no hace falta nada especial, ya tenemos todo lo necesario. Gracias Marisa— Luli retomó las riendas.

—     Bien. La presentación no pueden durar más de 3 minutos. Cuando escuchen que anuncian el concurso se vienen para acá, el orden de participación lo elegimos nosotros al azar, cuando vengan les diremos. Los que cuando tengan que entrar no están listos se quedan sin participar. Si ganan probablemente van a tener que repetir la presentación así que no se quiten los disfraces hasta que termine el concurso. ¿Entendieron todo?

—     Si Marisa. Gracias por guardar el secretito.

—     ¡Suerte chicas, y tienen muy buenos disfraces… todas!

—     ¡Gracias!— Respondieron las indias entusiasmadas.

Justo en el momento que nos estábamos yendo, llegó un ayudante de Marisa. Todas se pararon y saludaron al recién llegado, yo quise seguir caminando, pero me agarraron de las manos. Querían disfrutar su juego.

—     ¡Hola chicas! Marisa. ¿Ellas se anotaron?

—     Sí.

—     ¿Todas juntas?

—     Sí.

—     ¿Qué van a hacer?

—     No lo sé, dicen que es secreto. Son “Laura y Las Indias”.

—     Pero una no tiene disfraz.

—     Esa es Laura, y va a estar disfrazada cuando se presenten, me lo aseguraron.

—     ¡Ah bueno! Entonces… ¡Suerte chicas!

—     ¡Gracias!— Nuevamente el coro, cada vez sonaba más entusiasmado.

Marisa nos miró con cara de cómplice. La conocía y sabía que no podría contenerse mucho tiempo con el secreto guardado. Volvimos lentamente a nuestra mesa.

—     ¡Otros dos!— Exclamó Luli.

—     Si ¡Impecable!— Confirmó La Alta.

—     Chicas, todo muy bonito, pero Marisa seguro va a deschavarnos en un rato— Les pinché el globo.

—     No creo. ¿Porque lo decís?— Me preguntó Luli.

—     Yo la conozco. Con el otro no va a decir nada, pero en cuanto venga alguna de sus amigas le cuenta también en secreto. Así en poco tiempo se enteran todos.

—     Puede ser. En todo caso tenemos tiempo todavía para hacer caer algunos más— Dijo mi hermana.

—     El que va a caer soy yo cuando todos empiecen a mirarme como bicho raro. ¿Y con mis amigos que hago?

—     Mirá Laurita. Vos querés ayudar a papá, como vos dijiste, eso implica que todos sepan quién sos. Tus amigos también. Así que puede ser un poco antes o después, pero pasará. Y… ¿Porque “bicho raro”? Estamos en carnaval, hay muchos disfrazados y vos sos una más. Solo que te conoce más gente y estás más linda. Eso no es malo. Ya mamá te explicó que puede haber gente que te trate mal, por eso estamos juntas. Exactamente lo mismo nos puede pasar a nosotras si piensan que somos muy chicas para andar así vestidas.

—     Perdonen, solo estuve pensando en mí. Tenés razón ustedes también se están jugando.

—     No nos jugamos. Solo hacemos algo que nos gusta, como vos. Tiene riesgos que son parte del juego. Para disfrutar lo bueno, tenemos que correr el riesgo de lo malo.

Llegamos a la mesa y nos sentamos. Al momento se acercaron un par de muchachos.

—     Hola chicas. ¿Cuantas sillas necesitan en la mesa?

—     Mmm, a ver, nosotras somos siete, y faltan tus padres que seguro vienen con alguien más, así que seremos como doce— Respondió La Alta.

—     Ya tienen ocho sillas, en un rato traemos las otras cuatro.

—     ¿Vos sos Laura la hermana de Marcelo? ¿Sabés porque no vino?

—     Si es Laura, pero no puede hablar, está mal de la garganta. Marcelo se fue a pasar la fiesta con sus abuelos— Nuevamente La Alta.

—     ¡Ah! Cuídate Laura— Se fueron.

—     ¡Ya perdí la cuenta!— Exclamó La Alta entusiasmada.

—     ¿Podrás tranquilizarte ahora? Ya te vieron varios que te conocen bien y ninguno te reconoció. ¡Hicimos un buen trabajo chicas!— Dijo mi hermana.

—     Si— Respondieron mientras sonreían.

—     Está bien. Tengo que reconocer que realmente creen que soy Laura.

—     ¡Sí! ¡Flor de sorpresa se van a llevar cuando descubran la verdad!— Dijo Chiquita.

—     Ay, Chiqui…  Para que dijiste eso. ¡Ahora se va a poner mal de nuevo!— Dijo mi hermana.

—     No pasa nada. No me importan los que se sorprendan. Me preocupan los que no les guste lo que estoy haciendo, y que esos traten mal. Ya me imagino los insultos y silbidos que vamos a escuchar cuando Laurita aparezca en el escenario.

—     Puede ser. Pero seguro van a ser unos pocos. Y esos no importan. Importan los que te acepten como sos— Quiso tranquilizarme mi hermana.

—     Una cosa es decirlo y otra sentirlo.

—     A nosotras también suelen decirnos barbaridades, a pesar de nuestra edad. Seguramente hoy serán peores, pero sabemos que también va a haber muchos a los que le guste vernos. Y seguro que también nos van a decir cosas lindas— La Alta apoyando a mi hermana.

—     Mirá Laurita, ahí viene tu mamá. Y no viene sola— Avisó Luli.

Miré y las vi, venía con Estela, su mejor amiga. Automáticamente pensé si le habría dicho lo que estábamos haciendo.

—     Ya me imagino lo que estás pensando. Quedate tranquila, seguro que mamá no le dijo nada— Dijo mi hermana.

—     ¿Eso será mejor o peor? Si le dijo, no tengo que andar disimulando. Si no lo hizo, tengo otra persona para evitar que me reconozca, ella me conoce muy bien, y seguro se va a pasar la noche en esta mesa, con mamá y nosotras. Y lo mismo que todos, si no lo descubre sola, al final lo sabrá igualmente.

—     Si pensás eso, simplemente se lo decís y listo. Pero primero dejanos ver si te descubre sola. Acordate de nuestro juego— Me pidió mi hermana.

—     Si, el juego. No diré nada y listo. Seguro que me descubre enseguida.

—     Si vos no haces nada a propósito no te va a descubrir.

—     ¡Luli, como me decís eso! Nunca arruinaría el juego a propósito. No seas mala conmigo.

—     Bueno, perdóname, tenés razón, estuve mal.

—     ¡Basta Laurita, silencio que ya llegan!— Ordenó mi hermana.

—     Hola Chicas. Consiguieron una linda mesa, tal cual les dije. Laura. ¿Cómo anda tu garganta, hiciste lo que te dijo el doctor?

Asentí con la cabeza, obviamente no le había dicho nada a Estela. Me percaté que desde ese momento éramos dos las mudas, Anahí tampoco podía hablar.

—     Estela, estas chicas son amiguitas de Laura, ella es Anahí, es prima de Luli, y es paraguaya, guaraní, apenas entiende el español, siempre vivió en el campo, en el monte, su familia cultiva algodón, y es la primera vez que la trajeron a conocer una ciudad.

—     Pobre Laurita, justo en esta fecha tiene que ponerse mal de la garganta. ¿Anahí como hace para entender y que la entiendan?

—     Yo algo le entiendo, y ella sabe hacerse entender cuando necesita algo— Respondió Luli.

—     Ah.. ¡Qué bueno! Que lindos disfraces hicieron. Y las lanzas le dan un toque muy realista.

—     Si, son el mejor detalle. Laurita tuvo la idea— Todas me miraron, a mi hermana casi se le escapa la carcajada. Yo asentí con la cabeza.

—     Pobre Laura, se nota que no está bien.

—     Si, tomó algo que le dio el médico, pero igual cuando intenta hablar le duele, es muy testaruda, yo le dije que se quedara en casa, pero no quiso saber nada, estuvo toda la tarde con las otras haciendo los trajes.

—     Se nota que están creciendo las chicas, son bastante atrevidos esos trajes. Parece que ayer eras bebé Laurita. ¿Ya sos señorita?

—     Aunque sabía a qué se refería, no supe que contestar, de cualquier forma no podía hablarle.

—     Todavía no. ¿Chicas no tienen ganas de ir a buscar algo para tomar? ¿Estela te parece bien cerveza? Acá supongo que lo único para elegir debe ser vino, cerveza o gaseosa— Corto el tema mamá.

—     Si, algo fresco, cerveza o gaseosa está bien.

—     Vayan a la barra y pidan una cerveza grande, con dos vasos. Y para ustedes una gaseosa grande de la que les guste, pidan hielo, y si hay, traigan dos gaseosas, así no tienen que ir a buscar otra más tarde. Digan que anoten todo a la cuenta de esta familia, que después arreglamos. Y vos Laura, si te sentís bien andá con ellas, te conocen y van a aceptar anotar todo en la cuenta—Asentí con la cabeza.

Las indias y yo nos pusimos de pié y encaminamos hacia la barra. Hasta que no estuvimos a distancia prudencial ninguna habló.

—     Así que ahora soy paraguaya y hablo solo guaraní. Bueno eso justifica el disfraz por lo menos. Mamá solucionó el problema al vuelo, y viste tonta que no le dijo nada. Y a Estela la pueden anotar en la lista, creo que ya van como 10 que cayeron sin contar a los chicos que cruzamos en la calle— Todas empezaron a reír.

—     Hermanita, podés restar dos a tu lista. Irene sabe, aunque reconozco que se lo tuvimos que decir. A Estela no la cuentes, ella sabé perfectamente lo que hacemos.

—     ¿Por qué decís eso?— Pregunto La Alta.

—     ¡Vamos chicas! Estela y mamá están jugando el mismo juego que nosotras, solo que con nosotras.

—     ¡No, no!— Exclamaron a coro.

—     Por empezar veo muy difícil que mamá no le haya contado, es algo importante, que la debe preocupar, y yo las escuché varias veces hablando de temas mucho más íntimos, como de las relaciones con sus esposos por ejemplo. Y segundo, eso de una prima guaraní, que no sabe castellano ¡Vamos, quien se lo cree! ¡Dos chicas mudas a la vez entre siete! Y la pregunta que me hizo Estela fue como para probarme. Ella podría preguntarle eso en privado a mamá, no hacía falta hacerlo delante de todas, por más abiertas que sean las mujeres hablando entre ellas.

—     Ahora si tenés razón. Es sospechoso por lo menos.

—     ¿Y? No afecta nuestro juego para nada. Aparte que vamos a hacer— Intervino Luli.

—     Podemos seguir con su juego, engañadoras que son engañadas y engañan a sus engañadoras. Eso sí me parece divertido. O podemos hacerlas caer y que deschaven su juego— Dije.

—     Justamente vos, que tenés tanto miedo de que te descubran. ¿Querés dejarlas en evidencia a ellas?— Dijo mi hermanita.

—     No dije que hiciéramos eso, solo es una posibilidad que se me ocurre, y también dije que me parecía divertido seguir con el cruce de engaños.

—     ¿Entonces les seguimos el juego?— Preguntó Mary.

—     A mí me parece que sí. ¿Ustedes que opinan?— Pregunté. No lo pensaron mucho y coincidieron en seguir el juego de mamá y Estela.

—     Vamos a comprar la bebida, ya hay bastante gente comprando y se forma fila.

—     Si, vamos de una vez. Y esta vez vamos todas juntitas— Confirmó mi hermana.

—     Si hermana. Mejor vamos.

—     Basta de decirle hermana. Y hablá más bajo por favor, tené cuidado querida Laurita— Me reprendió Luli.

—     Perdón, voy a tratar de no hablar.

Seguimos caminando y nos pusimos al final de la fila, en un grupito compacto, yo en el centro y ellas alrededor, como cubriéndome. Charlaban. Me quedé pensando en el “querida” de Luli, me había sonado algo raro y no las había escuchado usar esa palabra en ese tono entre ellas, solo lo usaban sarcásticamente cuando querían ser algo agresivas, y no parecía el caso.

Alguna que otra persona nos saludó y siempre la misma historia, que lindos disfraces, si yo era la hermana de Marcelo, que porque no había venido, y que me cuide. Me di cuenta que Marcelo era muy popular, casi todos lo conocían, nunca lo había notado, al contrario, como dije al principio, siempre pensé que la popular era mi hermana, pero resultó que, por lo menos en el club, el más popular era Marcelo.

Ya no preocupaba que me descubrieran, había tenido suficientes cruces con conocidos como para convencerme que realmente parecía ser mi hermana. Y a ella tampoco la identificaban. Eso me tranquilizó un poco. Llegado el momento de ayudar siempre podría ir a casa a cambiarme.

—     Parece que tienen razón, nadie duda que soy vos, estoy igualita. Cuando tenga que ir con papá, voy a casa y me cambio, vos me ayudás a despintarme y vuelvo, si vos querés podés seguir siendo Anahí la guaraní, Laura se sintió mal, por eso se quedó en casa, y Marcelo volvió de la casa de sus abuelos. Y todos felices. Ustedes jugaron un buen rato, engañaron a mucha gente, y yo puedo seguir mi vida normal— Le propuse a mi hermana en voz baja y en su oído.

—     ¡Shh! Callate que ya nos atienden, en un momento hablamos en un lugar más tranquilo. Luli, quedate un momento con Laurita, mientras nosotras pedimos las cosas, porfi.

—     Seguro, encantada.

Luli me agarró de la mano, y nos quedamos atrás de las otras que estaban apoyadas en la barra, tratando de hacerse entender entre el griterío general de los que pedían cosas, y de los chicos que andaban por todos lados jugando, y la música fuerte ya que cerca había un parlante.

Sentí que me apretaba la mano y se ponía muy pegadita a mi cuerpo, me pareció que más de lo necesario. Le hablé, siempre bajito y en el oído.

—     Luli, ahora vos me estás estrujando, pero no te preocupes que no me duele. ¿Pero te pasa algo? ¿Estás nerviosa vos ahora?

—     No, no. Solo quiero estar cerca tuyo, como me dijeron.

—     Miralas a las otras, así apoyadas en la barra casi se les ven las bombachas. ¿Eso no les da vergüenza?

—     No tontita, lo están haciendo adrede, les gusta que las miren.

—     Entiendo, pero están jugando con fuego, mirá los tipos de alrededor, algunos están mirándolas muy fijo.

—     En eso está la gracia, en el riesgo, adrenalina le dicen.

—     No son chicos conocidos, ni siquiera de nuestra edad. Es peligroso.

—     Te repito, en eso está el juego. Vos estás muy preocupada por ellas, pero no te das cuenta que hay algunos que te miran, uno en particular te mira solamente a vos. No vayas a darte vuelta para mirar.

—     ¡Seguro es uno que me descubrió!

Se puso frente a mí, me tomó la otra mano, y lentamente me hizo dar una media vuelta, de forma que tuviera a la vista a mi admirador. Quería verlo, pero a la vez me estaba gustando sentir el cuerpo de Luli contra mí.

—     ¿Ya lo descubriste? ¿Es un conocido tuyo?

—     No, no sé quién es. Es un tipo mayor. Que mirada de baboso tiene.

—     Si es un baboso. Seguro se muere de ganas por estar en la cama con una nena como nosotras.

—     ¡Por favor Luli no digas eso! Aunque sea cierto. Me da miedo.

—     ¿Y yo te asusto?

—     ¿Por qué me asustarías?

—     No se… digo… hoy estás tan temerosa…

—     Si estoy nerviosa, pero miedo solo me da ese tipo, y eso que dijiste, no solo me da miedo, también asco— Ella se puso en puntas de pié, era un poco más baja que yo, y me dio un beso en la mejilla.

—     ¿Me perdonás?— Nunca podré olvidar su mirada.

—     Ahora la tonta sos vos. Te puedo perdonar cualquier cosa, sobre todo si me mirás así.

—     Entonces te voy a seguir mirando.

—     ¿Qué otra cosa debo perdonarte?

Nos interrumpieron las otras indias, venían con las manos ocupadas con vasos y bebidas.

—     ¡Que hacen! ¿Piensan seguir así paradas como dos taradas o nos van a ayudar?— Dijo La Alta.

—     Si, si, dame, puedo llevar algo— Reaccionó rápidamente Luli.

—     ¿Qué hacían ustedes dos tan juntitas?— Pregunto muy interesada mi hermana.

—     Es que Laurita está preocupada por los tipos que nos miran, hay uno que la mira mucho a ella. Y como no puede hablar fuerte tuvimos que hablar bajito y con todo el ruido que hay no nos escuchábamos, por eso tuvimos que acercarnos.

—     Sí. ¡Se acercaron muy juntitas!— Dijo en tono sarcástico Mary.

Casi les respondo que a ellas no les importaba si estábamos juntas ni lo que hacíamos, pero por un lado no podía hablar de forma que me escucharan todas y por otro lado no quería iniciar un conflicto, sobre todo con mi hermana.

Fuimos camino de la mesa, siempre en grupo más o menos compacto, yo en el centro, Luli se las arregló para estar siempre pegada a mí. Llegamos, pusieron las cosas sobre la mesa y nos sentamos, Luli por sentarse a mi lado chocó con la Rubia que antes ocupaba esa silla.

—     ¿Qué hacés tonta? ¡Casi me tirás al piso!— Le dijo airada Rubia.

—     Perdoname, no te vi. Fue sin querer.

—     ¿Qué te pasa? Estas más tonta de lo habitual.

—     ¿Qué pasa chicas?— Pregunto intrigada mi madre al escucharlas.

—     Nada señora, solo nos chocamos— Mintió Rubia.

—     ¿Consiguieron todo? ¿Les anotaron todo en la cuenta como les dije?

—     Sí señora, no hubo ningún problema, la miraron a Laurita y anotaron todo. También trajimos  hielo— Aclaró Mary.

—     Y parece que hay un par que lo necesitan— Dijo en vos baja mi hermana, mientras nos miraba a Luli y a mí.

Mamá y Estela cruzaron una mirada cómplice y delatora, obviamente habían escuchado perfectamente. Al verlas, cruzamos miradas de furia contenida con mi hermana.

Una de las chicas acercó vasos y cerveza a las mayores, y otras repartieron vasos y gaseosa entre nosotras.

—     Si quieren, una vez que hayan tomado la gaseosa pueden ir a dar una vuelta, a saludar a sus familias y conocidos. Supongo que quieren… jugar… con los otros chicos también. Aparte quiero estar tranquila un rato con Estela, me pasé todo el día atrás de sus hermanos y ustedes con este asunto de los disfraces, así que merezco un rato de paz.

—     Laurita. Tené cuidado… no tomes muy fría la gaseosa, por tu garganta digo— Me dijo Estela con una sonrisa. Yo había vaciado un vaso de gaseosa de un tirón, tenía mucha sed. Sentí que las miradas de las chicas eran agujas que se me clavaban.

—     ¡Si Laurita! Tené cuidado… con tu garganta— Dijo La Alta.

Mi hermana agarró su vaso y tomo un sorbito, la rubia que finalmente estaba sentada a su lado, hizo lo mismo. Me estaban mostrando como beben las señoritas educadas.

—     Seguro señora, enseguida las dejamos tranquilas, es cierto que tenemos que ir a saludar y queremos ver a los otros disfrazados. ¡Vamos chicas!—  Corto la situación Mary.

—     Laurita y Luli… ¿Vienen o se van a… quedar?— Pregunto La Alta.

—     Si vamos, vamos Laura— Respondió Luli por las dos.

Nos levantamos todas y comenzamos a caminar.

—     Tenías razón hermani…ta. Si están jugando el mismo juego.

—     Pero ellas no lo ven como juego, te lo aseguro.

—     Seguramente. En todo caso no nos causarán problemas, que hagan como quieran.

En cuanto nos alejamos un poco de la mesa, Luli me tomó de la mano nuevamente. Pensé que era obvia la situación, no solo para mí, sino para todas las otras indias.

—     Tu mamá y su amiga no son un problema, pero tenemos una novedad por aquí… tampoco va a ser problema… ¿Cierto?— Preguntó La Alta mientras nos miraba fijamente.

—     ¿Qué problema puede haber? Solamente la estoy cuidando como me pidieron ustedes mismas hace un rato.

—     No te hagas la boluda. Hagan lo que quieran siempre que no arruine las cosas esta noche, por favor— Le dijo amenazadora mi hermana. Supuse que estaba algo celosa.

—     No te hizo nada para que la trates así. Ya es complicada la situación, una mancha más no le va a hacer nada a este tigre— Respondí. Mi hermana me miró con algo de furia, pero no respondió. Luli me apretó con fuerza la mano.

—     Miren, ahí vienen otras chicas, creo que son del barrio y también están disfrazadas, vayamos con ellas— Intervino a tiempo Chiquita.

Enfilamos hacia el grupo de chicas, una enfermera, una brujita, y dos damas antiguas o algo similar. Vi que detrás de las chicas venía un grupo de varones, y esos sí eran mis amigos. Eran cuatro también y no estaban disfrazados.

Nosotras y ellas estábamos en lados opuestos de la pista, seguramente nos encontraríamos cerca del centro de la pista que estaba casi vacía. Solamente algunos niños pequeños andaban correteándose unos a otros. Nadie bailaba todavía, estaban todos más interesados en la bebida y comida. Se podían ver algunos mayores disfrazados, casi todos jóvenes, y alguno que otro de más edad, me pareció que eran más las mujeres que los hombres disfrazados.

Cruzamos la pista esquivando algunos pequeños, siempre manteniendo rigurosamente la formación, todas las indias formando perímetro en torno a Luli y yo. Ahora todas las chicas, incluida Luli, llevaban sus lanzas, en la salida para comprar bebidas las habían dejado en la mesa para poder traer las cosas. Finalmente llegamos con las otras chicas y enseguida las pude reconocer.

—     Hola chicas… aparte de la Alta, la Rubia y Laura, a las otras no las identifico… muy buena idea esos disfraces. ¿Y vos por que no te disfrazaste también? Fuiste la que más insististe con el asunto— Nos dijo la enfermera.

—      Laura se siente mal, casi no viene. Está mal de la garganta y no puede hablar. Las otras son Luli, Mary, Chiquita y Anahí, que es prima mía, vino de Paraguay a pasar unos días en casa, está un poco vergonzosa, vive en el campo y habla casi solo guaraní— Respondió La Alta.

—     ¡Que joda Laura! Justo esta noche tenés que enfermarte— Se compadeció la brujita. La miré como dándole la razón. Pude ver claramente que mientras hablaba miraba disimuladamente nuestras manos unidas.

—     Sus disfraces también están muy lindos. ¿Se anotaron en el concurso?— Les preguntó Mary.

—     Nosotras si, preparamos para bailar un vals, quedamos con dos chicos, ellos van a vestir de frac y van a ser nuestras parejas. Pero todavía no llegaron— Contestó una de las damas antiguas.

—     ¿Y ustedes dos no?— Les preguntó La Alta.

—     No, no queremos participar— Respondió la brujita, ahora nos miraba examinándonos las caras a Luli y a mí.

—     ¿No son un poco atrevidos sus trajes?— Preguntó la enfermera mientras sonreía.

—     Fueron las bolsas más grandes que pudimos conseguir, y como hace calor las usamos así y listo— Respondió algo desafiante La Alta.

—     Yo no me atrevería a usar algo así— Acotó la otra dama antigua.

—     Pero nosotras sí nos animamos— Nuevamente La Alta en tono altanero.

—     ¿Laura no quiso usar uno igual? ¿O ella si tuvo vergüenza?— La dama antigua como respondiendo a la provocación.

—     Ya les dijimos que se siente mal, estuvo toda la tarde ayudando, ella misma fabricó las lanzas y después no quería venir, la tuvimos que traer casi a la fuerza, y sigue algo mal, por eso Luli la lleva de la mano, para darle un poco de ánimo, nos vamos turnando para cuidarla— Trato de componer la situación Mary.

—     Se le nota en la cara que algo le pasa… Capaz hubiera sido mejor que no viniera. Si quieren mi papá puede verla, ya saben que es médico— Ofreció la brujita.

—     Gracias, pero ya fue al médico a la mañana, le dijo que no hablara y le dio unas pastillas, ya le harán efecto— Respondió Mary.

Mis amigos habían llegado y se quedaron observando a un lado. Trataba de no mirarlos para no ponerme nerviosa ni delatarme. Finalmente decidieron intervenir en la conversación.

—     Hola chicas, que lindas están. ¡Cuántos disfraces!

—     Hola. ¿Y ustedes que hacen así vestidos?— La Alta ya tenía otro objetivo para atacar.

—     No nos gusta disfrazarnos— Le respondió uno de los chicos, sin darle mayor importancia al tema.

—     ¿Laura sabés donde está tu hermano? Lo anduvimos buscando y no aparece.

—     Ella está enferma y no puede hablar, Marcelo se fue a la casa de sus abuelos nos dijo su mama— Respondió Luli, sin soltarme la mano.

—     Qué raro que se pierda una fiesta, le encanta lucirse pasando música con el padre. Además no nos avisó que no vendría.

—     Nosotras vinimos con la madre y nos dijo que los abuelos lo llamaron a última hora, que querían pasar este carnaval con sus nietos, están muy viejitos los pobres, Laura no pudo ir, pero Marcelo si— Nuevamente Luli, pensé que quería evitar una nueva confrontación creada por La Alta.

—     Pobre Marce, seguro que quiere a sus abuelos. ¡Pero se pierde la mejor fiesta del año!

—     Hasta luego chicas. Nos vemos más tarde.

Vi cómo se alejaban charlando, pensé que mi lugar estaba con ellos. Como si me leyera la mente, Luli me pegó un tirón en la mano y se pegó un poquito más a mí. Quizás estaba mejor con las chicas…

—     ¡Miren! ¡Están poniendo los premios! Vamos a ver que hay— Propuso Chiquita.

Todas, que con las recién llegadas éramos once chicas, comenzamos a dirigirnos al escenario, a mis indias se les complicaba mantener la formación, pero Luli siguió firme a mi lado. Charlaban mientras caminábamos, cosa que cada vez se dificultaba más porque todos los chiquitos y también otros más grandes tenían la misma curiosidad que nosotras.

—     ¿Ustedes no se anotaron?— Pregunto la brujita mientras caminábamos.

—     Sí, vamos a participar también— Respondió Mary.

—     ¿Y qué van a hacer?

—     Seremos Laura y Las Indias. También vamos a bailar, pero tipo indias— Respondió nuevamente desafiante La Alta.

—     Eso explica las lanzas. ¿Laura también va a bailar? ¿Cómo? ¿Sin disfraz y enferma?

—     Ella también iba a bailar, pero ahora no puede, así que cambiamos la presentación, para que ella pueda participar también, y como está enferma, y el papá es de la Comisión, al final logramos que la anoten así como está. Anahí está usando su traje.

—      Si, y como es media india, el baile le sale mejor que a nosotras que lo estuvimos ensayando, se ve que lo lleva en la sangre— Agrego Rubia, para molestar a mi hermana. Ella la miró con furia mal disimulada, las otras indias sonrieron.

—      Que suerte que dejaron anotar a Laura, tantas ganas que tenía de disfrazarse, tanto trabajo para preparar todo y no puede bailar. ¡Pobre! Por lo menos puede subir al escenario— Se compadeció la dama antigua.

—     Ella no quería, también tuvimos que convencerla para que suba— Respondió la Rubia.

Mis indias me miraron con picardía. Y las otras con cara de pena. Les sonreí a unas y otras. Junto a las otras chicas, resaltaban mis amigas indias, con esos trajes tan cortos y sugerentes. Al verlas recordé que yo también llevaba falda corta. Por todas las situaciones que se sucedían y por la dueña de esa mano que parecía pegada a la mía había olvidado ese pequeño detalle.

Este pensamiento me llevó a sentir nuevamente la presencia de las bombachitas, el aire fresco en mis piernas y trasero, la blusita, los aritos, que ya me estaban resultando algo molestos, y el resto de los accesorios. Pensé si mi peinado y maquillaje seguirían en condiciones, aunque me tranquilizo el hecho de que si algo estuviera fuera de lugar las chicas lo habrían notado.

Ese camino me recordó el tema del baño, pero por el momento no sentía necesidad de eso, pero tuve presente que debía adelantarme a la necesidad. Decidí que todavía era temprano y había tomado poca bebida, así que aún no era necesario.

Un poco apretujadas llegamos cerca del escenario, hasta donde podíamos ver los premios, como mi padre había dicho había varias bicicletas, también algunos artículos para el hogar, pelotas, muñecas y una cantidad de otros juguetes.

Luli aprovechó la situación para apretujarse a mí. Me habló en el oído.

—     ¿Te gusta que estemos así apretaditos?

—     Si Luli, me gusta mucho.

—     ¿Habías notado que me gustabas, bueno que Marcelo me gustaba?

—     Sinceramente no, por favor no te ofendas. Siempre me resultaste simpática, igual que el resto de las chicas del  grupo. Esta noche me estás dando una enorme y agradable sorpresa.

—     No me ofendo porque aunque me gustaba mucho Marcelo nunca me animé a insinuártelo. Pero hoy, cuando te conocí como Laura, no pude aguantarme, me gustás mucho más que antes.

—     No sé qué decir Luli… Realmente me gusta mucho que me digas eso, sentirte pegada a mí, que me agarres la mano, y también que me dieras ese besito. Pero no quiero mentirte, no sé si yo siento lo mismo por vos, te quiero mucho desde que nos conocemos de chiquitas, y ahora siento algo muy fuerte adentro mío desde que me tomaste la mano, y más con lo que me decís. Realmente me da miedo no poder corresponderte como te merecés.

—     No te preocupes, tenemos tiempo, ya estoy muy feliz de conocerte así y de poder estar con vos. Ahora sé que no me rechazás, y eso me tranquiliza, tenía mucho miedo, primero que como Marcelo no me dieras bola, y ahora como Laura, o mejor dicho, como chica, que me rechazaras… no sé cómo decirlo sin ofenderte… que si te gusta vestir y pasar como chica no te gusten las chicas… ¿Me entendés?

—     Quedate tranquila, vos me gustás mucho, las otras chicas del grupo también me gustan pero no tanto. También me gusta mucho esto de sentirme una chica más entre ustedes. No sé si alguna vez me gustarán los chicos. ¿A eso te referías vos, cierto? Pero hoy me gustás vos más que nadie en el mundo— Vi como sus ojos se ponían vidriosos y comenzaron a caer lágrimas, no pude resistir el impulso y la abracé con fuerza. Automáticamente ella comenzó a llorar apoyada en mi pecho.

—     Por favor Luli, me vas a hacer llorar también, tranquila por favor, ya pasó. Ya sabés que te quiero— Ella dejo de llorar y me volvió a mirar con esos ojos cautivadores.

Nuevamente cedí al impulso y apoye mis labios sobre los suyos. Sentí como se estremecía mientras respondía a mi beso, nuestras lenguas apenas se tocaron, y nos volvimos a separar. Apoyó su cabeza en mi hombro.

—     Linda escena de amor. ¿No quieren repetirla para todo el público durante la presentación en el concurso?— Cortó el embrujo La Alta.

—     ¡Ay Luli! ¿No pudiste esperar hasta que estuvieran solas para declarártele?— Preguntó algo resentida mi hermanita. Luli seguía aferrada a mí y apoyada en mi hombro.

—     No puede responderles ahora. No la molesten por favor, ella no pudo soportar más tiempo sin mostrarme lo que siente por mí. Me ama. Chicas no se enojen, son nuestras amigas deberían alegrarse.

—     Eso lo sabíamos, nos había dicho. ¡Pero justo en este momento y entre toda esta gente!— Respondió mi hermana.

—     Vamos chicas, ya bastante llamaron ellas la atención, no sigamos con el show, ya tenemos suficiente audiencia, vamos a la mesa— Dijo con sensatez Mary.

Empezamos a caminar, nuevamente en formación, solo que ahora Luli no solo me tomaba de la mano, sino que también llevaba su cabeza apoyada en mi hombro, yo sentía unas ganas tremendas de tomarla de la cintura, pero me contuve. Las otras chicas, que seguro habían visto la escena aunque no la escucharan, quedaron duras de la sorpresa. Nos miraban mientras nos alejábamos. Di una ojeada y no me pareció que entre el resto de la concurrencia hubiera nadie prestándonos atención, estaban más interesados en los premios.

Recorrimos en silencio el camino hacia la mesa. Me pareció que las otras cinco estaban algo tristes o decaídas. Decidí que tenía que hacer algo. No soportaba verlas así. Me detuve repentinamente, sin soltar a Luli.

—     Chicas, un momento por favor, quiero que hablemos antes de llegar con mamá.

—     ¿Qué pasa? Estás hablando fuerte, te van a reconocer— Respondió automáticamente mi hermana.

—     Ahora no me importa eso. Me importan ustedes, Luli y todas ustedes. No soporto verlas así. Son mis indias, gracias a ustedes soy Laura… o bueno… soy chica. Las necesito, las quiero mucho a todas, aunque Luli me halla… conquistado… o lo que sea… aunque ella esté enamorada de mí, las sigo queriendo mucho a todas y no puedo verlas tristes, por favor chicas, no pasó nada malo. Nos vieron las otras. ¿Y qué? Estoy hablando fuerte y cualquiera puede oírme y saber quién soy en realidad, eso tampoco me importa. Lo único que importa es que sigamos juntas y felices todas, como hasta hace un rato, como Luli y yo…— No pude seguir hablando, me había emocionado y ya casi estaba llorando. Mis indias se acercaron y entre todas nos abrazaron a Luli y a mí, que comenzamos a llorar como magdalenas. Estuvimos así unos momentos hasta que lograon calmarnos.

—     ¡Flor de maricona resultaste Laurita! Sabés que te queremos aunque seas tan llorona— Trató de tranquilizarnos mi hermana. No pude evitar una pequeña sonrisa, Luli levantó la cabeza y también sonrió.

—     Y a vos Luli, aunque seas otra maricona y encima enamorada, también te queremos— Subrayó La Alta.

—     Mirá hermanita como quedó tu blusa, y ni hablar del maquillaje de las dos, están hechas un asquito. Parecen actrices del teleteatro que mira mami.

—     ¿Están más tranquilas ahora? No sé si se dieron cuenta, pero tu mamá y su amiga nos están viendo, no estamos lejos de la mesa— Informó Rubia.

—     Perdón por favor, les arruinamos el juego— Les dije.

—     Me parece que el juego no se arruinó, al contrario, se puso más interesante que antes— Dijo en tono misterioso mi hermana.

—     Pero las otras chicas vieron todo y capaz que hasta escucharon algo— Dijo Luli, aun entre sollozos.

—     Si vieron, pero no escucharon, había ruido y ustedes hablaron bajito, y cuando Laurita habló fuerte no vi a nadie conocido cerca. Así que para ellas son simplemente dos tortilleras enamoradas, eso es lo que van a decir, ya lo deben estar comentando con todos, que Laura y Luli son lesbianas. Un condimento perfecto para el juego.

—     Por favor hermana, lo que siente Luli no es juego, ella sufre de verdad.

—     Seguro, nosotras lo sabemos, pero eso no impide que sigamos jugando, recién dijiste que nos querías felices. En un momento, cuando se le pase la emoción, ella misma va a querer jugar, y vos también. ¿O me van a decir que no tienen ganas de abrazarse y besarse ahora mismo? Los vea quién los vea.

—     Yo si tengo ganas— Afirmó Luli sin dudar.

—     Sí, yo también.

—     Sigue el juego, y ustedes pueden besarse todo lo que quieran, cada beso aumentará el interés en nuestro grupo, y eso suma diversión al juego. Seremos el centro de atención general durante la noche y hasta capaz que ganamos el concurso, y ustedes tortolitos pueden disfrutar de su amor, o van a tener vergüenza a estas alturas, sobre todo vos Laurita.

—     Nunca voy a sentir vergüenza de que Luli me ame. Y ser el centro de atención, aunque me molestara solo podríamos evitarlo yéndonos.

—     ¡Sos una genial hermana! Eso tenemos que hacer, irnos, pero solo un rato, de paso te cambiás esa blusa, se arreglan el maquillaje y pasamos por el baño. Todos van a morir por saber que pasó y cuando volvamos van a estar desesperados por más telenovela.

—     Como dijo tu madre: sos terrible Laura… perdón, Anahí— Exclamo La Alta.

—     Pero primero tenemos que ir con mamá.

—     Sí. Debe estar preocupada con lo que vio— Dije.

—     ¿Y qué le vamos a decir?— Pregunto Rubia.

—     Le voy a decir la verdad, no puedo mentirle a mi mamá, ni ocultar el amor de Luli, ninguna de las dos merece otra cosa que la verdad— Respondí. Luli me volvió a abrazar y volvió a lagrimear.

—     ¿Te vas a descubrir frente a Estela?— Preguntó mi hermana.

—     Sí. Es importante lo que tengo que decir. De todas formas Estela ya sabe quién soy.

—     Laurita, literalmente te has vuelto una chica… con pelotas, en todo sentido— Dijo La Alta. Todas estallaron en una carcajada.

—     ¿Alguien me explica que es una tortillera o una lesbiana?— Preguntó con inocencia Chiquita cuando se calmaron un poco.

Comenzamos a caminar hacia la mesa mientras le explicaban a Chiquita. Vi a mamá y Estela mirándonos con mucho interés mientras nos acercábamos.

—     ¿Está todo bien?— Preguntó mi madre en cuanto llegamos a la mesa.

—     Si ma. Todo está mejor que bien— Respondió mi hermana.

—     ¡La india guaraní parece que aprendió rápido el castellano!— Exclamó con sarcasmo Estela.

—     ¿Qué pasa, o que pasó, que fue todo ese alboroto?— Nuevamente mi madre.

—     Mamá, Luli se me declaró, ella me ama. Amaba antes a Marcelo y ahora mucho más a… a mí. Y yo acepto su amor.

—     Me dejan dura de la sorpresa chicas— Realmente su rostro reflejaba esa impresión.

—     ¡Ahora tenemos dos Lauras y una es varón!— Dijo simulando asombro Estela, lo dijo sonriendo, sin mala intención, las indias rieron.

—     Vamos Estela, no disimules. Vos ya sabías. Te agradezco mucho por tratar de hacernos sentir bien a las chicas y a mí.

—     Si, tu madre me lo contó, la tenés muy preocupada. ¿Sabías?

—     Lo sé y lo lamento, espero que ahora se tranquilice un poco.

—     Sigo preocupada, pero no tanto, y me da mucho gusto ver que encontraste alguien que te quiere tanto como para meterse en problemas por amor a vos. Como te conozco sé que no la vas a defraudar.

—     Ma, por favor. Ya tuvimos bastante telenovela, estas dos novias son unas lloronas mariconas, si seguimos hablando habrá otro mar de lágrimas. ¡Mirá como tiene la ropa mi gemela! Tenemos que ir a casa para arreglarnos todas. Después volvemos.

—     Vayan, pero no tarden mucho, no olviden el concurso, tu padre me dijo que van a participar. Como viene la cosa esta noche prefiero no saber lo que van a hacer. Vayan pronto o no llegaran a tiempo.

—     Si ma, gracias. Seguí disfrutando la tranquilidad con Estela mientras volvemos.

—     Gracias hija, pero decime. ¿El show terminó o no, el juego digo? Espero que no halla más sorpresas, aunque sean lindas como estas, no sé si podré soportarlo, pensá que de alguien heredó lo lacrimógena tu nueva hermanita. ¡Vallan de una vez chicas!

—     Chicas dejemos las lanzas acá, para que la vamos a estar trayendo y llevando— Propuso La Alta.

—     Si las dejan, todos sabrán que volveremos. Mejor las llevamos— Opiné.

—     Tiene razón, vamos, y pasemos rápido, sin hablar con nadie, ni saludar ni nada. Es más teatral, más misterioso— Dijo mi hermana.

—     Pero… ¿Nuestros padres que pensarán si nos ven salir así? ¡Ni los saludamos todavía! Y a ellos seguro también le llegarán los chimentos— Dijo sensatamente Rubia.

—     Si se preocupan seguro le vendrán a preguntar a la mamá de las Lauras y ella les dirá que fuimos a arreglarnos y volvemos. Vamos de una vez— Dijo mi hermana.

Salimos según lo planeado, caminando rápido, algunos intentaron detenernos para hablar, pero no respondimos, todas con cara seria, pude ver que muchos nos observaban con atención. Al pasar por la puerta ni a los porteros respondimos. Cuando estuvimos a distancia suficiente, las chicas, Luli incluida, comenzaron a reír. Me sentí aliviada al verla alegre nuevamente.

—     ¿Vieron como nos miraban todos? Están desesperados por saber que pasa— Dijo La Alta. El resto asintió sin dejar de reír.

—     Si también hubiéramos planeado esta situación, no nos hubiera salido todo tan perfecto— Dijo mi hermana sin dejar de sonreír.

—     Si no las quisiera tanto a todas, las putearía por aprovecharnos a tu hermana y a mí para darle interés al juego— Dijo Luli.

—     No te enojes Luli, solo aprovechamos la oportunidad, todas, vos y mi hermanita también, nos divertimos con el juego. Además ustedes disfrutan algo más, algo que nosotras no podemos.

—     Hay olor a celos por acá… ¿O me parece solo a mí?— Dije provocativamente, quería quitarme la duda.

—     Si, lo reconozco, estoy un poco celosa, me gustaría tener alguien que me quiera tanto como ella a vos. Viste como es la vida, vos me envidiabas por mi simpatía y por ser la nena de la familia, y ahora vos tenés un amor y sos la nena más llamativa de la familia.

—     El amor si lo tengo, pero no soy nena, por más falda y bombachas que lleve puestas, y aunque me guste comportarme femenina sigo siendo varón. Además mi amor es de y por una chica.

—     Que hallas nacido varón y tengas pito y pelotas no quiere decir que seas hombre, sos lo que te sientas, si te sentís mujer, sos mujer, y si te sentís hombre, lo sos, aunque tu cuerpo sea de mujer— Dijo La Alta, como abriendo una puerta.

—     Y que tengas una novia tampoco quiere decir que no seas niña, hay muchas mujeres que se aman entre sí. ¿O a vos también hay que explicarte que son las lesbianas?— Sumo leña Mary.

—     Eso lo sé. ¿Así que según ustedes soy un varón lesbiano?— Todas rieron nuevamente.

—     Yo no sé cómo decirles a las dos, solo entiendo que somos amigas, todas nos queremos, y desde hoy hay dos Lauras, la nueva y la vieja, y que Luli está perdidamente enamorada de la nueva. Y eso me encanta— Dijo Chiquita.

—     Chiqui, no hay dos Lauras. Esta noche hay una Laura, la nueva, y una Anahí, cuando termine la noche volverá a haber una sola Laura, la de siempre, o sea yo.

—      ¿Será como para Cenicienta para la nueva Laura, al terminar la noche se acaba el encantamiento y vuelve a ser Marcecienta?— Ridiculizó la cosa Rubia.

—     Eso lo decidirá ella, pero me parece que ya decidió seguir siendo una… una chica, ya veremos con que nombre, porque no puede seguir siendo Laura— Dijo terminante mi hermana.

—     Ya lo se hermana. Vos tuviste la idea de que sea Laura, acordate.

—     ¿Y Luli? La pobre, va a estar enamorada de una Laura desaparecida. ¿O será novia de la Laura original?— Dijo sarcásticamente Rubia, causando nuevamente risas.

—     Por favor no jodan con eso. Yo la quiero a ella, el nombre no me importa— Dijo Luli y como para no dejar dudas sobre lo dicho me abrazó y comenzó a besarme. Le respondí, estaba apasionada, su lengua me recorría toda la boca, no dejaba  que yo hiciera lo mismo, y repentinamente, mientras me besaba bajo una mano y me acarició la cola bajo la faldita, eso me enloqueció de placer, la tomé de la cabeza con las dos manos, cerré los ojos, abrí la boca todo lo que pude y dejé que me poseyera a su gusto. Sentí algo que trataba de escapar de las bombachas… finalmente se separó de mí, me tomó nuevamente la mano, y comenzó a caminar como si no hubiera pasado nada. Las otras quedaron heladas como estatuas por la sorpresa.

—     ¿Qué les pasa? ¿Es el primer beso que ven?— Dijo provocadora Luli. A mí también me había tomado por sorpresa.

—     Lu… Luli. ¿Tan caliente te tiene?— La primera en reaccionar fue La Alta.

—     Es por amor la calentura, quise mostrarles con que fuerza la amo— Ella seguía llevándome de la mano con aire triunfal, las otras comenzaron a seguirnos.

—     Luli, no te enojes, pero como sabés que es amor y no calentura, vos ya sos señorita, y sería normal, tenés hormonas como todas las mujeres— Preguntó mi hermana.

—                Porque lo siento muy adentro, y porque no me importa si cogemos o no, solo quiero estar con ella, así como estamos me siento feliz, no necesito más nada— Pensé que podría cogerla y no se opondría, algo en mis bombachitas lo supo desde antes…

—     ¡Vos también te destapaste esta noche Luli!— Dijo La Alta, me pareció notar un dejo de pena.

—     Ya sabían que le tenía ganas a Marcelo y ahora al conocer a Laurita no pude aguantarme, supongo que el amor es así de incontrolable y violento.

—     No sé si me das envidia o miedo— Dijo Mary pensativa.

—     A mí me daría miedo estar así— Dijo Chiquita.

Mientras caminaba sentí que había mojado mis bombachitas, sabía lo que era, mi primer orgasmo.

Llegamos a casa y entramos. Algunas chicas estaban apuradas por ir al baño, así que tuve que esperar mi turno.

Mi hermana fue derecho a su habitación, volvió con una blusita parecida a la que yo tenía puesta y me la entregó.

—     Tomá, andá lávate y cámbiate, después retocamos tu maquillaje.

—     Voy a necesitar que me prestes algo más por favor.

—     ¿Queeeé? Esta Luli… Luli… si claro, no hay problema.

—     Pará un momento Laura por favor. Quiero que ella use mi ropa ahora, voy de una carrera y traigo algo. No tardo nada— Luli dijo eso y salió corriendo sin esperar la respuesta.

—     Si ella quiere…— Respondió resignada mi hermana.

—     Si quiero, andá tranquila, no corras— Grité inútilmente, Luli ya estaba en la calle.

—     La tenés muerta a la pobre Luli— Me dijo La Alta, casi como una acusación.

—     Yo no hice nada, ella me encaró, ya vieron como me besó por sorpresa.

—     ¡Y bien que te gustó!— Confirmó mi hermana.

—     Seguro que me gustó mucho.

—     Tanto le gustó que se mojó la cochina.

—     ¿Te mojaste la bombacha? ¿Tuviste tu primer orgasmo?— Preguntó curiosa Mary. Yo estaba muerta de vergüenza.

—     Si, fue la primera vez que me pasa... ¿Así son de sinceras las chicas siempre? ¿No hay nada privado? ¿Era necesario que lo publiques así hermanita?

—     Bueno, capaz que me pasé un poco, me dejé llevar por… por…

—     Por los celos.

—     Y… sí. Un poco celosa estoy. Hoy estuviste muy linda y feliz y encima Luli te llega como caída del cielo, quien no estaría celosa de tener un amor tan sincero y hermoso. ¡No vayas a hacerla sufrir porque te castramos entre todas! ¿Cierto chicas?— Las que estaban presentes lo confirmaron a coro.

—     Me mato yo sola si la hago sufrir aunque sea un poquito.

—     Bueno Laurita, pasá al baño y lavate bien, no podés andar con olor a leche recién ordeñada en la fiesta. Ya debe volver tu novia.

Fui al baño mientras escuchaba como reían, me quité la ropa, oriné, y me lavé las partes afectadas por el derrame. Cuando estaba secándome, siento la voz de Luli.

—     ¿Estás lista amor?

—     Ya casi, pasame la ropa por la puerta por favor.

—     No, envolvete en la toalla y vamos a la habitación, así te ayudo a vestir.

Hice caso porque me resultó atractiva la idea. Salí y ella me tomó la mano, como para no perder la costumbre, y me llevó a la pieza.

—     Mirá te traje un vestidito, un bra, varias bombachitas, por las dudas que alguna no te quede, un par de medias y zapatitos vas a tener que usar los que tenías, los míos son más chicos.

—     Todo está muy lindo, gracias. Pero… ¿El bra para que lo quiero? No tengo nada que guardar en él.

—     Yo tampoco tengo mucho todavía pero me gusta usarlo, y quiero que mi novia también lo use. ¿Me das el gusto amorcito?— Me miró con esos ojos, ella sabía que no podría negarme.

—     Dejá esa toalla amor.

—     Luliii…— Con un rápido movimiento se quitó el vestido bolsa, vi que debajo estaba totalmente desnuda.

—     ¡Luliii…!

—      Vení tonta, solo quiero sentir nuestros cuerpos unidos, nada más, no quiero hacer otra cosa.

—     Ya me hiciste otra cosa.

—     Sí, lo sé. Me di cuenta cuando nos besábamos, por eso no te pido nada más, ya gastaste un cartuchito. ¿Fue el primero cierto?

—     Si, fue el primero de mi vida. ¿Vos ya gastaste cartuchos?

—     Si, varios, siempre pensando en Marcelo, y ahora quiero gastarlos con vos mi amor. Pero será en otro momento. Vení, abrazame fuerte, dale que las chicas esperan.

Obedecí, y nos fundimos en un abrazo, volvió a besarme como antes, totalmente dominadora, esta vez las dos nos acariciamos las colas desnudas. Sentí que mi pene renacía rápidamente.

—     Basta, basta amorcito. Guardemos este cartucho para otra batalla. Dejame que te vista— Dijo eso y enseguida tomó las bombachas y las observó cómo viendo cual era de la medida adecuada. Pude ver que estas no eran como las anteriores, eran más chicas, bikinis, mi madre tenía algunas así.

—     ¿Luli, no son incómodas? Son bastante más chicas que las otras.

—     Las que usaste antes eran bombachas de nena, estas son bikinis, son las que usamos las chicas más grandecitas y las mujeres, y no son incómodas, al contrario, son muy excitantes, sobre todo porque las dos las vamos a usar iguales. Creo que esta te va a ir, tengo tres iguales, así hacés como antes y yo puedo usar una.

—     ¿Cómo es que tenés tantas iguales?

—     Mi tía tiene una tienda de ropa y siempre me trae cosas. El vestido y todo lo que traje te lo regalo mi amor, quiero que siempre estés muy linda.

Las bikinis eran negras y con unas puntillitas, me resultaron muy bonitas, pensé que se verían muy atractivas en un cuerpo de mujer. Se acercó y con mucho cuidado me colocó la primera, yo ayudé, sobre todo a guardar mi verguita, que ya estaba algo dura. Pude notar como la observaba, hasta se puso algo bizca al mirar tan de cerca. Luego siguió con la otra. Se alejó un poco para admirar su obra.

—     Te quedan perfectas, mucho mejor que las otras. Estas son más sensuales. ¿Te parecen incómodas?

—     Creo que no, y como decís, se sienten mucho más sensuales. Sobre todo en el trasero.

—     ¿Ahora vos me ayudás? Por favor.

Mientras lo decía me ofrecía su bikini. Me acerqué, ella levantó una pierna, y luego la otra, y yo comencé a subirle la prendita, mientras lo hacía pude observar en detalle su pubis, vi que ya asomaban algunos pelitos, sentí como mi pene presionaba inútilmente para salir de su encierro.

—     Parece que alguien se está excitando…

—     No puedo evitarlo, sos muy perversita. Me hacés verte y abrazate desnuda, me miras de cerquita, hacés que te mire y te toque. ¡Y me decís eso! ¿Es para que me de vergüenza?

—     No tonta, me gusta saber que te excitás conmigo. Yo también estoy muy excitada, solo que no se nota tanto. Mejor termino de vestirme sola, o tendremos que comenzar nuevamente todo— Terminó de acomodarse el bikini, luego se colocó el bra, y encima la bolsa vestido. Se miró en el espejo.

—     ¿Te parece que estoy bien?

—     Si estás perfecta y hermosa como siempre.

—     Gracias, ahora te ayudo a terminar con tu ropa— Agarró otro bra igual que el que tenía ella, y me ayudó a colocármelo.

—     ¿Para que voy a usar esto? No lo necesito, solo incomoda.

—     Ya te dije, yo tampoco lo necesito todavía, pero las chicas los usamos, y es como los bikinis, usarlos es excitante.

—     El bikini si me excita, pero esto más bien molesta.

—     Debe estar muy apretado o mal puesto, déjame un momento— Se puso detrás de mí, sentí como acomodaba una parte y otra, y finalmente seguía sintiendo su presencia, aunque no molestaba como antes.

—     Gracias, ahora está mejor, pero sigo pensando que mejor si no lo usara, seguramente se va a notar que lo llevo puesto.

—     Por supuesto que se va a notar, igual que el bikini, por eso son negros, para que transparenten, en eso está lo bueno. Vos amorcito no te preocupes, la vamos a pasar muy bien juntas esta noche.

—     Como quieras. Cuando ya se me pasaban los nervios, vos los hacés volver. Pero no te preocupes, voy a hacer lo que me pidas. Me gusta mucho estar con vos y complacerte— Ella tomó el vestido que había traído, de color rosa claro con unas florcitas blancas, me pareció que la tela era algo traslúcida.

—     ¿Eso no se usa con otra cosa debajo? Yo vi a mi mamá y a mi hermana usar telas similares y siempre se ponen otra prenda abajo para disimular la ropa interior.

—     A veces sí y otras no, pero ahora no. Quiero que estés deslumbrante, que todas las chicas y chicos me envidien por tenerte.

—     Más que des…lumbrante estaré des…nuda. Si mi hermana me deja salir así, mi madre después nos mata a las dos y se termina tu plan.

—     No te van a decir nada. Te dieron la oportunidad de vestirte de nena y estar en público y esto es solo un poquito más atrevido. Pero en el fondo es lo mismo, lo que importa es que vos estés conforme, eso ya te lo dijo tú mamá.

—     Bueno, ya veremos qué pasa, te sigo el juego. Las otras deben estar esperándonos.

—     Seguro, deben pensar que estamos haciendo el amor.

—     No faltó mucho para que fuera cierto.

—     Si faltó mucho, solo jugueteamos un poco, ya llegará ese momento, te lo prometo.

—     Vamos Luli, terminemos de una vez por favor, o me volverás más loca de lo que ya estoy.

Me puse los soquetes nuevos que me dio y los mismos zapatos de antes. Ella se calzó sus sandalias. Mientras lo hacía noté que a ella, aunque cuando se movía podía verle la cola, no podía distinguir su bikini, la bolsa era opaca, no transparentaba nada y creaba una zona oscura.

—     Luli, sos una tramposa. Me hiciste poner ropa interior negra y el vestido transparente, y se me nota todo lo que llevo puesto y a vos no se te nota nada, aunque lo muestres.

—     No es trampa, esta noche la estrella sos vos, no nosotras las indias, yo voy a tener brillo gracias a vos, y las otras lo mismo.

—     Ustedes ya brillan solas, no me necesitan para llamar la atención.

—     Seguro, pero si no estuviéramos junto a vos así de deslumbrante, o si fueras vestida normalita, nosotras no existiríamos.

—     Si no estuviera con ustedes no habría ido nunca vestida de chica. Ni se me habría ocurrido hacerlo.

—     Vos lo llevás adentro, lo hubieras hecho en secreto quizás, pero seguro que necesitás vestir como una chica y no tenés forma de evitarlo, nosotras solo te ayudamos un poco a ser vos misma.

—     No estoy tan segura. ¿Ya estamos listas? ¿Podemos ir con las otras?

—     Si vamos.

Salimos. Como supuse las otras chicas ya estaban listas e impacientes.

—     ¡Era hora! No quiero ni pensar lo que estuvieron haciendo. Laurita vení acá así te arreglamos el maquillaje y el pelo, estás hecha un asco— Nos recibió mi hermana.

—     No hicimos lo que creés. ¿Y si lo hubiéramos hecho cual sería el problema?— La desafió Luli.

—     El problema no es lo hacían, eso es cosa de ustedes, sino que nos dejaron esperando a todas. Vení Luli que te ayudamos con tu pintura, así volvemos de una buena vez— Dijo Mary tratando de suavizar la situación.

—     Luli. ¿No te parece que te pasaste un poco con la ropa que le pusiste? Entiendo que quieras que use tu ropa, pero la vestiste como una… bueno, un poco demasiado atrevida— Dijo mi hermana mientras me observaba en detalle.

—     Sí. ¿Acaso no estuvo atrevida desde que salimos? Nosotras también estamos atrevidas.

—     Sí, pero no tanto…

—     A ella le gusta. No tuvo problema en que le pusiera esa ropa y sabe perfectamente como le queda. ¡Está hermosa!

—     Seguro que no tuvo problema en que vos se la pusieras…— Dijo La Alta.

—     No seas envidiosa.

—      No lo soy… Bueno un poco. Pero no quiero que haya más sorpresas.

—     ¿No te gustan las sorpresas? ¡A mí me encantan!

—     ¡Basta chicas! Lo que no tiene que haber son peleas. Laurita ya está lista. ¿y vos Luli?— Mi hermanita cortó la discusión.

—     Creo que sí. Gracias chicas. Por favor no te enojes Alta.

—     Si, no hay problema. Pero te confieso que estoy un poco envidiosa.

—     Si estamos todas listas vayamos. ¡El concurso debe estar por empezar!— Ordenó Mary.

La mención del concurso me hizo notar que tenía que participar con la ropa que me puso Luli. Esa idea me resultó muy perturbadora. Salimos y en cuanto estuvimos en la calle volvimos a la formación estricta, eso incluía la mano de Luli y la mía firmemente tomadas.

—     Chicas, ya me había acostumbrado a estar vestida de chica, y me sentía más tranquila. Pero pasó lo que pasó, y ahora uso esta ropa atrevida, yo quiero seguir el juego más que nada por ustedes. Estoy nerviosa nuevamente. ¡Y me siento mal por estar nerviosa! Tengo la cabeza hecha una maraña.

—     Yo también estaría algo nerviosa de llevar esa ropa— Opinó mi hermana.

—     Yo no. ¿Y ustedes chicas, usarían la ropa que tiene Laurita?— Preguntó Luli.

—     Yo no tendría el menor problema. Seguro habrán notado que al ser las bolsas todas del mismo tamaño, y dado que soy bastante más alta que ustedes, mi bolsa me tapa menos. Pues eso me gusta. No me molesta para nada mostrarme.

—     Para mi depende de la situación. Si estuviera con mi novio… o novia como en este caso, no tendría problema, pero sola seguro que no saldría así vestida— Opinó Rubia.

—     Laura no solo está con su novia, como dijiste, estamos todas nosotras, yo tampoco tendría problema en esta situación. Además es un baile de carnaval y vamos a actuar, es como si fuéramos bailarinas árabes o vedettes, no tiene nada malo mostrar en esas situaciones, es algo artístico— Quiso justificarse Luli.

—      Yo no soy bailarina, ni siquiera soy chica. Pero estoy con todas ustedes, por eso me animo.

—     ¡Ni loca me visto así! Ya me cuesta llevar esta bolsa, y eso que soy la más bajita y me tapa más que a ustedes. Pero aunque yo no lo haría, me encanta que Laurita y  ustedes se atrevan, son más valientes que yo y más lindas— Dijo Chiquita.

—     Vos sos muy linda también, y creo usar o no ropa atrevida tenga relación con tu valentía. Hay muchas formas de valor. Vos no sos cobarde, sos prudente. Y me parece que yo soy muy imprudente… Pero no se preocupen, me gustó serlo y me parece que cuando me acostumbre a esta ropa también ve va a gustar— Dije tratando de terminar con el tema.

—     Ya estamos llegando, hermanita Laurita quedate mudita.

Llegamos a la puerta del club, en ese momento había mucha gente entrando, otros parados o saliendo. Todo era algarabía. En cuanto entramos en la zona iluminada y pudieron vernos se hizo el silencio, solo se escuchaba el ruido que venía de adentro del club. Se me heló la sangre. Me pareció que todos me miraban.

—     Hola chicas. ¡Hola Laura! Parece que te sentís mejor— Nos saludó uno de los porteros.

—     Si está mejor, pero sigue sin poder hablar— Rubia le respondió. No sé de donde saqué fuerzas, lo mire y asentí a lo que dijo. Luli me dio un tirón, indicando que siguiera caminando.

Para esos momentos ya estaba completa la capacidad del lugar. Había gente en todas partes y nos costaba avanzar, tuvimos que rodear la pista porque ya había comenzado el baile y no quisimos cruzar entre las parejas que bailaban, en ese momento sonaba un pasodoble, con seguridad habríamos entorpecido el baile o tropezado con alguien.

Las indias no hablaban, estábamos todas atentas tratando de ver la reacción de los que nos veían pasar. Me pareció bueno que estuviera tan concurrido, así solo nos verían, mejor dicho, mé verían, los que estaban más cerca. A nuestro paso generábamos una especie de burbuja de silencio entre los hombres y murmullos entre las mujeres, ambos nos observaban atentamente.

—     Tranquila amor, solo nos miran. No nos harán nada. ¿Seguís con miedo?— Luli lo dijo en mi oído.

—     No… Bueno sí… un poquito— Ella aprovechó el movimiento de nuestras manos al caminar para rozarme con suavidad el trasero.

—     Estás hermosa, por eso te miran.

No creí que fuera hermosa la palabra, sino atrevida o llamativa. Pensé que si supieran que además de vestir así, era varón, el efecto hubiera sido más intenso aún.

Poco a poco pudimos llegar a la mesa. Estaba mamá, su amiga Estela, y un par de vecinas.

—     ¡Por fin volvieron chicas! Recién anunciaron que ya comienza el concurso y pidieron que los participantes se acerquen al escenario— Dijo mi madre.

—     ¡Vieron que había que apurarse!— Exclamó La Alta.

—     ¿Todo bien? Veo que te cambiaste Laurita. ¡Que linda ropita te pusiste!— Dijo mi mamá mientras me recorría con la vista.

—     Se la prestó Luli. Y a ella le gustó usarla— Aclaró velozmente mi hermana. Mi madre observó a Luli y luego a nuestras manos unidas.

—     Mejor vayan chicas. O se pierden el concurso, sería una pena, están tan… tan lindas todas— Nos apuró Estela para cortar el tema de conversación.

Todas respondieron a coro que ya íbamos. Y salimos rumbo al escenario, como siempre en formación.

—     Anahí. ¡A mamá no le gustó nada verme así!

—     ¡Hablá bajito Laura! Lo noté, pero como te dijimos, te quieren y aunque no les guste mucho lo que hacés igualmente te aceptarán como quieras ser.

—     Miren la cantidad de participantes, son muchos— Señaló Chiquita.

—     Sí. Y algunos están muy bien disfrazados— Confirmó Mary.

—     Y otros horribles.

—     No seas mala Chiqui, no todos son lindos ni pueden tener disfraces lindos, lo importante es que se atreven. No solo se disfrazaron sino que van a subir al escenario— Dijo Luli.

—     Sí, eso es lo importante. Participar, divertirse y compartirlo— Dijo mi hermanita.

Llegamos como pudimos hasta la mesa donde estaba Irene. La Alta tomó la voz cantante.

—     Hola Irene. ¿Te acordás de nosotras? ¿Sabés que número de orden nos tocó?

—     ¿Cómo podría olvidarlas? Y ahora menos. ¡Laurita te cambiaste el disfraz! Vas… digo van a ser todo un espectáculo. Les tocó el lugar 18 y hay 23 participantes. Todavía tienen un buen rato para preparar los detalles finales. Pero mejor no se alejen mucho, puede haber cambios de último momento en el orden.

—     Gracias, nos quedamos cerquita.

Nos corrimos a un lugar más alejado del escenario pero desde el cual veíamos a Irene. También podíamos ver el escenario donde estaba mi padre entre equipos y discos. En un momento noté que nos había visto. Hizo una seña, y un muchacho subió para cuidar las cosas. Mi padre bajó y caminó rumbo a nosotras.

—     Chicas, veo que están listas. ¡Seguro ganan! Mar... Laurita. ¿Seguro querés venir a ayudarme después? Si no querés o no podés venir me arreglaré, pero realmente necesito que me ayudes y me gustaría que lo hagas. Perdonen, ya tengo que volver arriba, se acaba el disco. Tengo lista la música que me pediste Mar... ¡Suerte chicas!— Se dio media vuelta, dio un par de pasos, se volvió y me miró.

—     Puede ayudarme Marcelo o Laurita, lo único que me importa es que seas vos hijo.

Salió casi a la carrera rumbo a los equipos por que el Charleta ya estaba esperándolo sobre el escenario para comenzar con el concurso.

—     ¿Ahora estás tranquila hermanita?

—     Si— No pude contenerme y comenzaron a caer lágrimas por mis mejillas. Automáticamente Luli me abrazó.

—     Luli… ¿Que te dijimos? Por favor— Le pidió La Alta, con una dulzura casi desconocida en ella.

—     No puedo verla así.

—     Vamos Luli, no le pasa nada, solo está emocionada, ya se va a reponer.

—     Está bien Luli, ya se me pasa. Como dijo ella.

—     ¡Yo te voy a abrazar y besar todo lo que quiera!

—     Seguro. Pueden hacer lo que quieran, pero avisen si van a estar así todo el tiempo. Porque no podemos participar con ustedes besuqueándose. Nos borramos del concurso y listo— Amenazó La Alta, que había perdido su dulzura.

—     ¡No se borra nadie! Luli, yo también tengo muchas ganas de besarte y abrazarte, pero también quiero que participemos, vinimos juntas y seguiremos juntas. Por favor Luli.

—     Si chicas. Tienen razón. Prometo no hacerlo más hasta que terminemos de presentarnos.

—     Gracias Luli. Chicas, controlemos. ¿Todas tenemos nuestras lanzas? Chiqui. ¿Vos tenés lista la soga?— Organizó mi hermana.

—     Sí, acá está.

—     Chiqui. ¿Me das la soga por favor? Yo quiero atarla cuando llegue el momento, y subirla al escenario después— Pidió Luli.

—     Si podés. ¿Cierto chicas? Estaba segura que pedirías eso— Dijo mi hermana.

Chiquita le dio la soga a Luli y ella la agarró con una gran sonrisa.

—     A ver que más… papá tiene la música… ¿Todas tienen bien los trajes?… Si alguna quiere ir al baño, es el momento— Continuó controlando mi hermana.

—     Ni loca voy a ese baño mugriento. Además hay una fila larguísima. ¡Prefiero ir al pasto!—Exclamó Mary.

—     ¿Querés ir al baño Mary?

—     No.

—     Necesito ensayar como atarla. No quiero hacerlo mal a último momento— Dijo Luli.

—     ¡Seguro que querés atarla!… Pero es una buena idea probar antes— Respondió La Alta.

—     Tenemos que buscar un lugar donde nadie nos vea hacerlo, vamos Laurita— Luli dijo esto y me arrastró con ella.

—     Vamos todas atrás del escenario, ahí estará bien. Y desde ahí podremos asomarnos para ver qué pasa y por si nos llaman— Siempre práctica mi hermana.

Luli puso cara de contrariada mientras caminamos hacia ese lugar. Al llegar ya se le había pasado, y comenzó a jugar con la soga y conmigo.

—     No te emociones Luli, acordate lo que hablamos— Dijo La Alta al observarla.

—     Sí, ya lo sé, no te preocupes.

—     Chiqui, vos quédate donde puedas ver a Irene, por si nos llama— Continuó organizando mi hermana.

Entretanto había comenzado el concurso, se escuchaban los anuncios, música, aplausos, risas. Desde donde estábamos no podíamos ver a causa del telón. Chiqui si veía, se reía y aplaudía. Al verla, Mary no pudo resistir la tentación y se le unió. Una a una fueron yendo junto a Chiqui para poder observar lo que ocurría. En poco tiempo Luli y yo quedamos solas. Ella seguía probando como atarme. Cuando notó que estábamos solas me dio un besito en los labios.

—     Me gusta tenerte atada, hermosa. Pero me gustaría más si estuviéramos totalmente solas.

—     A mí también me gustaría.

—     ¿Qué te gustaría? ¿Qué te ate o atarme?

—     Las dos cosas, estoy aprendiendo de vos a ser perversita— Mientras charlábamos ella seguía intentando nuevas formas de atarme, distraídos en eso no vimos que la Alta había vuelto.

—     Yo las voy a atar a las dos. Y después las voy a cagar a patadas si no se tranquilizan un poco.

—     No pasa nada. Solo charlábamos, creo que ya encontré la forma, que te parece Alta, estará bien así, no quiero que le apriete o le haga mal, pero tampoco que se le salga cuando se mueva.

—     ¡Vos no sabés nada de nudos Luli! Deja que yo la ate, no te la voy a quitar. Solo te muestro como se hace.

—     Está bien. Pero tené cuidado, no quiero que le pase nada.

—     Yo tampoco quiero eso—  La Alta en un momento me rodeó con la soga varias veces, la cruzó, no entendí bien como, hizo un nudo y quedé firmemente inmovilizada de la cintura para arriba, pero cómoda.

—     Está bien sujeta, no se le va a salir, pero no está apretada. ¿Estás cómoda linda?

—     Si, está perfecto así, puedo caminar y creo que no se afloja. ¡Pero cuando tenga que morirme me voy a dar un golpe si no puedo usar los brazos para atajarme!

—     Entonces tenemos que ver cómo hacemos que caigas sin golpearte— Opinó Luli.

—     Hacemos como que la obligamos a arrodillarse y después la matamos, puesta de rodillas parecerá que suplica por su vida, es más teatral, y cuando le clavemos las lanzas solo tiene que acostarse, no se va a golpear— La Alta solucionó el problema.

—      Probemos.

Me agarraron entre las dos, me zamarrearon un poco y luego hicieron lo planeado, Luli tironeó de la soga que habían dejado suelta para arrastrarme y con una mano me empujo la cabeza hacia abajo, Alta se puso detrás de mí, me agarro de los brazos, simulo que me obligaba a ponerme de rodillas pero en realidad me ayudó a hacerlo.

—     Salió bastante bien, pero cuando se pone de rodillas, se le levanta el vestido y se le ve todo el trasero— Mientras lo decía, La Alta, me acomodó el vestido y al hacerlo aprovechó para acariciarme la cola. Me sentí sorprendida.

—     ¡Qué hacés! No te hagas la viva. ¡Ella es mía!

—     Perdón, es tan linda que no pude evitarlo. Es toda tuya, no te preocupes que no voy a intentar quitártela, ya te lo dije. A mí también me gusta mucho desde que la vi como Laura, las escuche cuando hablaban y me dio ganas de atarlas yo a las dos. Sé que estoy mal. Me pasó sin querer.

—     ¡Ay Laura, parece que sos irresistible! No te preocupes Alta, yo sé lo que es volverse loca por ella.

—     Mejor también me voy a mirar el concurso y las dejo solas. Ya viste bien como se hace con la soga.

—     Mejor quédate, no quiero que te vayas así.

No podía creer lo que pasaba. Luli se acercó y me dio otro besito sobre los labios.

—     Mi amor. ¿La dejas que se saque las ganas?— Me dijo bajito.

No pude responder. Alta no solo era más alta, también tenía un cuerpo más atractivo, más desarrollado, con curvas y unos pequeños pechos.

—     Ya te dije que haría lo que me pidieras, vos decidís Luli.

—     Te la presto solo un ratito— Le dijo Luli y La Alta no perdió tiempo, se acercó, me abrazó y comenzó a besarme, no fue tan dominante como Luli, me dejó devolver el beso, nuestras lenguas se cruzaron, mientras sentía como me acariciaba el trasero, yo no podía responder sus caricias porque seguía atada. Repentinamente Luli, nos separó.

—     ¡Así no! Ella necesita que la protejan, quiere sentirse segura, hay que dominarla. Se hace así, yo te muestro como se hace.

Me abrazó y me besó a su manera, dominante, mientras me apretaba toda. Luego se separó de mí y le hizo una seña a Alta para que probara. Alta hizo lo mismo, me penetró con su lengua sin dejar que yo respondiera, pero en vez de abrazarme como Luli, me agarró de las nalgas y me las apretó, luego sentí como recorría mi rayita con sus largos dedos hasta que se detuvo justo en mi ano. Y apretó un poco. Me hizo estremecer. Luego se retiró. Yo quedé temblando y hubiera caído al piso si ellas no me sujetan.

—     ¡Parece que le tocaste el punto débil!— Exclamó Luli entusiasmada.

—     Sabía que le gustaría.

—     ¡Es muy golosa!

—     ¡Si, me encanta que sea así!

Me abrazaron entre las dos, me besaron una por vez, pero esta vez suavecito, mientras me acariciaban. Sentía los dos cuerpos pegados al mío, creí que me moría, tuve un espasmo y nuevamente mojé mi ropa interior.

—     ¡Ay nena! ¿No podés aguantarte?

—     Bueno Luli, aguantó bastante. No la retes.

—     ¡Cómo quieren que me aguante! ¿Y ahora qué hago? Mojé mis bikinis. ¿Cómo voy a subir al escenario así?— Luli y Alta se miraron.

—     Vos primera, yo vigilo— Luli me desconcertó. Alta se puso de rodillas, me bajo las bikinis y comenzó a lamerme, limpiándome con esmero.

—                ¡Dejá algo para mí, no seas egoísta, yo te la presté!— Alta se retiró y Luli tomó su lugar, lamía y lamía. Yo estaba en otro mundo. Finalmente Luli volvió las bikinis a su sitio y se puso de pié.

—     Lista amorcito, ya la tenés bien limpita. Con este calor los bikinis en un rato estarán secos, solo tendrás un poquito de perfume, pero es rico.

—     ¡Ahora quiero mi turno!— Exclamé.

—     No, amorcito, vos sos mía, y hacés lo que yo diga. No te olvides.

—     ¡Sos mala! Las dos se sacaron las ganas. ¡Yo quiero tocarlas a ustedes!

—     Bueno. Pero solo porque yo te lo permito, que te quede claro. ¡Alta! Vení por favor— Alta estaba cerca y vino al escucharla.

—     Ella quiere tocarte, desatala y déjala que se saque el gusto, si querés.

—     No hay problema Lulita— Me desató y se quedó parada delante de mí. Era un poco más alta que yo. Me acerqué, apoye mis labios en los suyos y con suavidad la abracé, ella no respondió.

—     Así no me gusta, no quiero que lo hagas por obligación.

—     Nadie me obliga, me gusta así, quiero sentir como me besás y me tocás toda— Volví a besarla, y comencé a recorrerla con mis manos, primero su espalda, la traje hacia mí y pude sentir sus pechos, luego fui bajando, metí mi mano bajo su vestido y le acaricié la cola, hice lo mismo que ella, fui recorriendo su rayita hasta que encontré su agujerito y presioné en ese lugar, ella se estremeció. La seguí besando unos momentos mientras la sentía temblar. Quité mis manos de su trasero y la tome del cuello y metí mi lengua en su boca, ella me dejó hacer, la recorrí toda. Mientras fui buscando su pubis con una mano y comencé a acariciarlo, ella se estremecía cada vez más, comencé a darle mordisquitos en el cuello y con la otra mano volví a su culito. Ella se estremeció con más fuerza, dio un par de jadeos y supe como tenían un orgasmo las mujeres. Volví a besarla y abrazarla muy fuerte. Estuve así hasta que Luli nos separó.

—     ¡Aprendés rápido nena! La dejaste de cama a la pobre.

—     Me gustó mucho lo que me hiciste Laurita. ¡Gracias Luli!— Dijo La Alta en cuanto se recuperó.

—     Para eso somos amigas, las amigas comparten todo. Laurita. ¡Te falta hacer algo amor!— Me puse de rodillas frente a la Alta, le baje su bikini que era color rosa, y comencé a lamer, sentí su gusto de mujer, lamí lo mejor que pude, por todas partes, pero noté que cuando lamía un lugar específico ella volvía a estremecerse, así que seguí lamiendo en ese justo lugar. Me tomó de los cabellos, comenzó a jadear y tuvo otro orgasmo, luego me hizo poner de pie y nos volvimos a besar y abrazar, solo que esta vez Luli también estaba abrazada y besando.

Repentinamente nos volvió al mundo la voz de mi hermana.

—     ¡Parece que es contagioso! ¿Qué hacen? ¡Ahora son tres! ¿Porque no suben al escenario y repiten el show para todos? Seguro ganan por afano.

Nos separamos y vimos al resto de las indias mirándonos, La Alta se acomodó rápidamente la bombacha que le había quedado baja.

—     ¿Y si en lugar de nosotras venía otra persona? ¡Paren un poco la mano chicas!

—     Bueno. Pero es cosa nuestra después de todo.

—     ¿De nuevo con lo mismo Luli? Ya mismo voy y cancelo nuestra presentación— Dijo mi hermana.

—     Ahora vos sos la egoísta. Una cosa no tiene que ver con la otra. Podemos actuar aunque hallamos estado… jugando— Le dije tratando de evitar la ruptura.

—     ¿Qué dicen chicas? ¿Nos presentamos o no?— Mi hermana preguntó al resto de las indias. Ellas  ni lo pensaron.

—     Yo quiero actuar, Luli tiene razón, ellas pueden hacer lo que quieran, mientras bailen y actúen como lo planeamos— Dijo Chiquita.

—     Yo también actúo, me gusta tener amigas tan divertidas— Dijo Mary sonriendo.

—     Yo también, y si hubiera sabido…

—     ¿Cómo? Les dije. ¡Es contagioso!— Exclamó mi hermana, derrotada pero asomando una sonrisa.

—     Si no fuera contagioso no habría gente en el mundo— Sentencié como para completas su distensión. Todas comenzaron a reír menos ella.

—     No me causa gracia hermanita. ¿Luli ya sabés como hacer el nudo? ¿O ni eso pudieron hacer?—.

—     Si lo sé, te muestro si querés. También sabemos cómo matarla sin que se mate de verdad de un golpe.

—     Si, mostranos. ¡Pero solo el nudo y la caída! No necesitamos ver nada más.

Luli me ató, luego simuló que me arrastraba por la fuerza, yo puse cara de miedo, luego se acercó La Alta, las dos tenían sus lanzas, las dejaron caer y realizaron la maniobra de ponerme de rodillas con tirón de pelo incluido, mientras yo las miraba con cara de cachorrita, tomaron sus lanzas, hicieron que me las clavaban y me tiré al piso.

—     Estuvo bastante bien, solo que cuando se pone de rodillas se le ve todo el trasero— Dijo mi hermana.

—     Eso no lo pudimos solucionar, y por ese detalle comenzamos a…  — Comenzó a explicar Luli, pero mi hermanita no la dejó terminar.

—     Basta, no quiero saber más. Que vamos a hacer con ese “detalle”, ya es bastante que suba con ese vestido transparente y si muestra el trasero la van a querer violar arriba del escenario. ¡Y a nosotras nos matan nuestros padres!

—     Si ella no tiene problema en mostrarlo que lo haga y listo— Respondió Luli con naturalidad.

—     ¡Vos estás loca! ¿También querés ver que la violen? ¿No te alcanzó con lo que ya hicieron?

—     No exageres Laura, solo es una actuación, es como una bailarina, podría ser una odalisca, una vedette o una corista, y mostrar el trasero, y no por eso la violarían. Además el bikini es negro y parece una malla, no muestra mucho.

—     A mí me parece que muestra demasiado. Tiene doce años y además es… bueno… tiene doce años.

—     Vos sos mi hermana, y te agradezco que quieras protegerme. Pero vos misma me animaste a que llegara a esta situación. Eso también te lo agradezco. Yo no tengo problema en que me vean el trasero. Como tampoco me importó si aparecía alguien mientras estábamos… jugando… las tres. Quiero disfrutar todo lo que pueda, como vos querías cuando llegamos. Pero también necesito que vuelvas a estar alegre y feliz.

—     Comienzo a sentir arrepentimiento por haberte empujado hasta acá.

—     Laura, a la verdadera Laura le digo, ella es tu hermana y es normal que sientas un poco de celos, siempre fue “tuyo” solamente y ahora es “ella”, y para peor otras la deseamos y ella a nosotras, eso obviamente no podés ni compartirlo, ni tampoco evitarlo. Tratá de entenderla por favor,  dejala seguir su camino. Vos continuarás acompañándola y cuidándola, quizás más que antes, y se van a seguir queriendo, como hermanas que son, pero las dos tienen necesidad de vivir experiencias que no se suelen compartir entre hermanas.

—     Que haga como ella quiera. Como siempre decimos: vinimos juntas y seguiremos juntas. Ya aclaré mi posición, y me haré cargo de lo que pase ante mamá y papá, porque yo comencé con este quilombo— Me acerqué a ella y la abracé. En voz baja le dije:

—     Gracias, no vas a estar sola nunca, si hay problemas vamos a enfrentarlos juntas hasta el fin— Luego me separé de ella, noté que me miraba con ojos lacrimosos.

—     Y no te preocupes Anahí. ¡No te vas a contagiar! Vos naciste vacunada— Dije como para distenderla. Todas, incluso ella rieron.

Mientras hablábamos Luli me había desatado. Nos dirigimos a un sitio desde donde podíamos ver el concurso, en esos momentos una pareja, con la ropa invertida, bailaban un tango.

—     ¿Te gustaría que bailáramos como ellos?— Me preguntó bajito Luli.

—     Si supiera bailar me gustaría, aunque me gustaría más si las dos bailamos vestidas como chicas.

—     Es muy sensual ese baile, tendríamos que aprender.

—     Parece bastante complicado.

—     Ya me imagino de que hablan y yo también quiero bailar con ustedes— Intervino La Alta que se había mantenido todo ese tiempo a nuestro lado.

—     Estamos pensando que nos gustaría, pero ninguna de las dos sabemos bailar tango— Le dijo Luli.

—     No se bailar, y punto. Nada de nada— Aclaré.

—     Yo si se bailar tango, mi abuelo me enseñó, él y mi abuela siempre bailaron y van a las milongas. Les puedo enseñar, no es tan complicado como parece, por lo menos lo básico— Nos propuso La Alta.

—     ¿En serio nos podés enseñar? ¿Y cuánto tardamos en aprender?— Preguntó entusiasmada Luli.

—     Solo es cuestión de animarse, mirás un poco a otras parejas, y después seguís a tu maestro, lo que tarden es cuestión de talento y las ganas que pongan.

—     Mi amor. Esta noche habrá una orquesta que toca tango. ¿Cierto?

—     Sí, pero ni lo pienses. Si querés podemos aprender con discos, en otro momento y lugar.

—     ¡Lauritaaaa!

—     Sí, sí, ya lo sé. Haré todo lo que me pidas.

—     Alta. ¿Nos vas a enseñar un poquito cuando toque esa orquesta?

—     Si, seguro.

—     ¿Aunque somos tres chicas? ¿Podemos bailar igual así?

—     ¿Cuál es el problema? Mi abuelo me contó que cuando era joven practicaban entre hombres antes de bailar con las mujeres, seguro que las chicas también practicaban entre ellas. Nosotras vamos a hacer lo mismo.

—     Practicaban dijiste. Eso se hace en privado— Le hice notar.

—     Las chicas no sé dónde practicarían, pero algunos hombres bailaban entre ellos mientras otros bailaban con mujeres. Y a nadie le parecía raro. También me contó que había chicas que cobraban por bailar, solo por bailar, no por otra cosa… a tanto por canción.

—     Parece que ustedes tres estuvieran solas. ¿Podemos juntarnos todas por favor?— Mary nos interrumpió.

—     Si, chicas, no nos separemos nuevamente— Pidió mi hermana.

No habíamos advertido que nos habíamos separado del resto, rápidamente volvimos a juntarnos. Ya la pareja inversa de tango terminaba su presentación y la gente aplaudió bastante, aunque también se escucharon algunos silbidos y groserías.

—     Parece que les fue bien, aunque también hubo a quien no le gustaron, y no es que bailaran mal— Comentó Rubia.

—     Siempre hay algunos silbidos y palabrotas, así suba una nena vestida de hada— Respondí.

—     Sí, yo una vez subí con disfraz de princesa y también algunos me silbaron. ¡A esos nada les viene bien!— Confirmó Chiquita.

—     Los que se presenten después nuestro tendrán la ventaja de que todos esos van a estar cansados de silbarnos y putearnos— Opiné.

—     ¡Y los que aplaudan también se van a cansar de aplaudirnos!— Dijo como reprendiéndome Luli.

—     Seguro los vamos a dejar con la boca abierta— Dijo La Alta.

—     Eso es seguro. Pero que aplaudan por el baile es otro tema— Le dije.

—     Basta amorcito. Vamos a estar bien si estamos juntas, aunque nos silben o insulten. ¡Vinimos a divertirnos y un montón de tarados no nos arruinará la noche!

—     Si “amorcito”. Estaremos bien— Dijo mi hermana con sarcasmo.

Entre tanto había subido una pequeña odalisca, me pareció que era muy simpática y bailaba bastante bien a pesar de tener solo unos cuatro o cinco años.

—     ¡Miren esa es mi hermana! Hace poquito que va a la profesora de danza y miren como se mueve. A ella no la van a silbar. ¡No pueden ser tan malos!— Chiquita no había terminado la frase  cuando comenzó primero un silbido y luego otros lo siguieron. Obviamente les parecía aburrido el baile de la niñita.

—     No le des importancia Chiqui. Es como dijimos antes, son capaces de insultar a un bebé si sube al escenario. ¡Solo quieren minas sin ropa!— Trató de tranquilizarla mi hermana.

—     No falta mucho para que tengan algo parecido— Dije.

—     No somos minas Amor, somos chicas y bastante chicas todavía, no es lo que quieren esos babosos.

—     ¿Te parece que no? ¿Ya viste como nos miran? No creo que se hagan problema por la edad. Por eso nos dijeron que tengamos tanto cuidado y no estemos solas.

—     Sí, lo sé, solo quiero tranquilizarte un poco.

—     Ya no me preocupa que me miren, ni tampoco subir al escenario ante todos, siempre que lo haga junto a ustedes.

—     Ya sabés que será así. Nosotras tampoco nos animaríamos a subir solas. ¿Cierto chicas?— La Alta también quería tranquilizarme. Todas asintieron.

Observé a las indias, estaban radiantes de felicidad, también parecían algo desafiantes con esa pintura en la cara, y sobre todo por las lanzas.

Aparecieron las otras chicas: la enfermera, la brujita, y las dos damas antiguas, ahora acompañadas por dos caballeros de levita y galera. Las damas estaban muy arregladitas y bonitas, los caballeros en cambio, me parecieron algo ridículos, se habían pintado bigotes y barba, eso no les quedaba muy bien.

—     Hola chicas. ¿Todo bien?— Saludó la brujita, esa pregunta me sonó a curiosidad.

—     Sí, todo perfecto. ¿Y ustedes?— La Alta devolvió la pelota.

—     Ya está por llegar el turno de subir de “Románticos de Ayer”. Así se pusieron los chicos y ellas para participar.

—     ¿Laura como andás? Parece que estás mejor, y te cambiaste de ropa… ¿Vas a subir así?— Preguntó la enfermera mientras me radiografiaba con los ojos.

—     Sí, por suerte está mejor y va a subir con nosotras. Decidimos que subimos todas juntas, o no sube ninguna— Dijo Rubia terminante.

—      Ya sabemos… bueno todos saben que son muy unidas… Lo digo por que andan siempre juntas— Respondió la enfermera con evidente doble sentido.

—     Así somos nosotras. Si todos lo saben es mejor para nosotras— Esta vez eraRubia la que estaba juntando presión.

Afortunadamente en ese momento terminó la mini odalisca y anunciaron el turno de Los Románticos, así que la pelea quedó postergada y todos prestamos atención a las dos parejas. Subieron y comenzó el vals, bailaban bastante lindo. Al ver el comienzo de la presentación noté algo y le pegue un tirón en la mano a mi salvaje enamorada.

—     ¿Qué pasa amor?

—     Necesito decirles algo importante a todas. Y no puedo hablar, se supone— Le dije disimuladamente en el oído.

—     ¡Chicas! Ya casi nos toca a nosotras, vamos un momento a prepararnos atrás del escenario. ¡Enseguida volvemos amigas!— Todas asintieron y nos fuimos. Las otras chicas se quedaron observando a sus compañeras.

—     Es muy importante que no hagamos como ellos, las parejas, que subieron y se quedaron esperando hasta que sonó su música. Tenemos que esperar que nuestro tema suene unos momentos, diez o quince segundos, después recién subimos, así creamos suspenso y van a estar más atentos para vernos. Además queda ridículo estar paradas ahí arriba esperando sin hacer nada— Dije y todas asintieron.

—     ¿Quién subirá primera?— Preguntó mi hermana al grupo.

—     Yo. Porque la llevo a ella tirando de las soga, ustedes tienen que entrar bailando a su alrededor— Dijo Luli.

—     Que suspenso puede haber, si estamos todas vestidas hace rato, ya todos nos vieron, además vos estarás atada como matambre esperando al pié de la escalera, nos van a ver antes que subamos— Opinó Rubia.

—     Solo los que estén cerca de la escalera, que son casi todos participantes, podrán vernos antes de subir, esos mismos evitarán que el resto de la gente nos vea. Luli, vos te quedás al pié de la escalera, cuando te doy un tirón de la soga, empezás a subir, sin apuro, y nosotras te seguimos. ¡Por fin voy a tirar de algo que no sea tu mano! ¡Amorcito, es broma, es broma!— Las otras rieron, Luli me miró con algo de furia contenida. Me soltó la mano. Volvimos con las otras chicas. Mientras caminábamos, le acaricié disimuladamente la cola y luego tomé su mano, ella me miró sonriendo nuevamente.

—     Se perdieron casi todo el baile, ya están terminando. Espero que no les hagan lo mismo que a la nena. ¡Algunos son muy maleducados!— Dijo la brujita al vernos regresar. Nosotras nos miramos.

—     No te preocupes, siempre lo hacen. Nada les viene bien a esos estúpidos— Respondió Rubia, aparentemente estaba tranquila.

—     No se fijan que todos los participantes trabajaron, ensayaron, prepararon sus trajes, y tienen tantas ilusiones de ganar. ¡No pueden hacer eso! ¡Yo los sacaría a patadas del club!— Dijo bastante ofuscada la enfermerita.

—     Lamentablemente no pueden sacarlos a todos. Igualmente no tiene que importarnos, cuando los chicos bajen no digan nada sobre los silbidos, solo elogien lo lindo que estuvo su baile y que mucha gente los aplaudió, eso es lo que necesitan en ese momento— Dijo acertadamente La Alta mientras nos miraba con cara de cómplice.

—     Vos tenés razón, haremos eso que dijiste, gracias— Respondió la enfermera.

Las parejas terminaron, mientras saludaban se escuchó un fuerte aplauso, acompañado de los infaltables silbidos y el resto. Bajaron radiantes y jadeando por el calor y el esfuerzo. Todas aplaudimos a rabiar, en cuando pudimos los rodeamos sin dejar de aplaudir y gritar. Se acercó la persona que organizaba la entrada de los participantes.

—     ¡Chicas! Por favor dejen libre la escalera. ¡Así no pueden subir los siguientes!— Todo el grupo se hizo a un lado, vi subir un gaucho con un bombo, mientras nosotras seguíamos felicitando a los bailarines.

—     ¿Ustedes son Laura y Las Indias?— Preguntó el organizador.

—     ¿Se nota mucho?— Respondió agresiva La Alta.

—     Les faltan dos turnos, cuando termine el gaucho, sube una bailarina española y después ustedes, prepárense— Respondió el organizador mientras miraba algo airado a La Alta.

—     Entendido. ¡Vamos atrás chicas, hay que prepararse!— Respondió La Alta, mientras el organizador ya se perdía caminando entre la multitud de participantes ubicados en derredor del escenario. Justo en ese momento apareció el Indio y su comitiva.

—      Hola… ¿Laurita? ¡Qué suerte que te curaste! ¡Qué lindo “disfraz” tenés ahora! ¡Estás hecha toda una trolita!

—     ¡Dejala tranquila! ¡Salgan de acá maleducados! Ya tenemos que prepararnos y no tenemos tiempo para sus boludeces— Respondió enfurecida Luli.

—     ¡Vos callate porque te voy a cagar a patadas petisa trola y encima tortillera!— Cuando lo escuché me olvidé de ser una señorita, sentí una furia como nunca antes, y sin pensarlo me abalancé sobre el Indio.

El también avanzó hacía mí, pero no llegue a tocarlo, sentí que me sujetaban por la espalda y no pude avanzar más, traté de zafarme, pero no pude.

—     ¡Tranquilo Mar… tranquila Laura! No vale la pena. ¿No ves que busca arruinarles la noche? No le sigas el juego— Esa vos a mi espalda me sonó muy conocida.

—     ¡Sí, quedate quieta, nosotros nos encargamos!— A pesar de que yo seguía enfurecida luchando por zafarme, pude reconocer sus voces, eran dos de mis amigos. En el acto la furia fue reemplazada por sorpresa cuando vi que el Indio se detenía en seco, con cara de asustado.

—     ¡Tomátelas pelotudo! ¡Andá a joder a otra parte! ¡La concha de tu madre!— Esa era la inconfundible voz de La Alta enfurecida.

Vi que mientras gritaba lo amenazaba con su lanza, que aunque tenía punta de cartón, era una caña y podría resultar un arma muy efectiva. Las otras indias la imitaron. El indio comenzó a retroceder, no solo amenazado por las lanzas. Ellos eran solo cuatro, nosotros muchos más con el agregado de las otras chicas y mis amigos. A la carrera llegaron los dos porteros y tomaron al Indio de los brazos, él se sacudía pero ellos eran mucho más altos y fuertes.

—     Basta Indio, se terminó. ¡Te vas a tu casa para que se te pase la mamúa!— Le dijo uno de los porteros, mientras lo sujetaba con fuerza. Eso volvió a enfurecer al Indio.

—     ¡Dejame, la puta que te parió! ¡Tengo que romperle la cara a ese puto!— Entre los dos porteros comenzaron a arrastrarlo hacia la puerta, cuando él se resistía le daban un golpe.

—     Sabés que te pasa pelotudo. El… o ella, puto o no se está pasando la noche con un montón de chicas hermosas, y vos solo estuviste molestando y chupando. Te vas ya mismo ¡Y te aseguro que si volvés te vas a arrepentir de haber nacido!— Alcanzamos a escuchar los gritos mientras se alejaban. Sus compinches me miraron un momento y después se fueron con la cabeza baja.

—     ¿Luli estás bien?— Mientas lo decía nos abrazamos.

—     Si amor, no pasó nada, no podemos dejar que nos arruine la noche.

—     Lo voy a matar en cuanto lo encuentre. ¡Te insultó!

—     Tranquila, no pasa nada, es solo otro imbécil— Cuando sentí que ella estaba bien recién pude bajar un poco la guardia y mirar al resto del grupo defensor, estaban las otras chicas, que eran cuatro, más sus dos parejas de baile, y mis cuatro amigos, mas nosotras siete. En total diecisiete contra cuatro, sin contar con las lanzas, hubiera sido una masacre para el Indio y los suyos.

—     ¡Chicos gracias, llegaron justo!— Exclamé.

—     No es nada. ¡Para eso estamos los amigos!— Se me vino un aluvión de ideas juntas a la cabeza, ellos seguían considerándome su amigo a pesar de saber todo. Y no solo ellos, parecía que todos lo sabían.

—     Sí. ¡Gracias! Pero… ¿De donde salieron ustedes tan a tiempo? No los vimos casi en toda la noche, menos por acá cerca— Preguntó mi hermana extrañada.

—     Nos llegó un chisme… Y nos pareció algo disparatado, lo digo sin querer ofender… Paula. Pero después, pensando un poco, nos pareció sospechoso que Marcelo no nos avisara que no vendría, que Laura estuviera muda y sin disfraz, y la prima guaraní que tampoco hablaba, todo a la vez fue demasiado sospechoso… así que decidimos investigar como venía la mano. Los buscamos un rato y los encontramos justo que estabas atrás del escenario… jugando a la soga con las chicas… digamos.

—     Si, jugabas a la soga con mi hermana…— Confirmó el hermano de La Alta, vi cómo ella se sonrojaba, algo realmente raro.

—     Entendimos lo que pasa, y no quisimos interrumpir… el juego y por eso nos fuimos. Pero enseguida nos dimos cuenta que era inevitable que hubiera problemas con ustedes así vestidas, con Laura sobre todo. Así que decidimos quedarnos cerca y atentos a lo que pasara, para poder dar una manito. Y tuvimos razón.

—     ¡Gracias nuevamente! También sabíamos que tendríamos problemas, pero no pensamos que estando entre tanta gente se atrevieran a molestarnos tan descaradamente— Me acerqué y lo abracé, pero como dos chicos.

—     ¡eh! ¡Marc… Laura! Que nos mira todo el mundo.

—     Disculpala, está muy susceptible esta noche— Dijo mi hermana.

—     Si… entiendo… no es para menos— Me separé de él, Luli me volvió a tomar la mano.

—     Chicos, les presento a mi novia. Bueno, ya la conocen, y además es tu hermana. ¡Pero ahora se las presento como novia!— Luli era hermana menor de otro de mis amigos.

—     Sí chicos. ¡Somos novias ahora!— Confirmó Luli radiante por poder decirlo a los cuatro vientos.

—     ¡Cuántas sorpresas tiene esta noche! ¡Las felicito, que lindas! Y… Laurita… ¿Vamos a seguir siendo amigos o solo vas a tener amigas?— Preguntó el hermano de Luli.

—     ¡Cómo se te ocurre! ¡Siempre seremos amigos!

—     Esto me confunde. ¿Sos mi amigo o mi amiga ahora?— Preguntó otro de los chicos.

—     Es lo mismo, solo hay una letra de diferencia, cuando sea Laura… o bueno, cuando esté vestida de chica es tu amiga y cuando esté de chico, es tu amigo, es fácil— Aclaró mi hermana, como siempre práctica y rápida.

—     Eso, como amiga o amigo, soy la misma persona.

—     Por supuesto. Y… ¿Mi hermana también es tu novia?— Pregunto el hermano de La Alta que nos había visto jugando… Se complicaba la situación. Pero nos salvó la campana.

—     No te preocupes por eso ahora hermanito, si querés después te explico. ¡Ya está la española en el escenario y nosotras tenemos que apurarnos!— Noté que La Alta usaba su carácter dominante con su hermano mayor.

Fuimos a la carrera detrás del escenario. Todas y todos, una verdadera estampida. Luli tenía la soga colgada en el cuello como si fuera un collar, se la quitó y me ató en un momento. Mientras todas nos revisábamos mutuamente los trajes.

—     ¡Laurita está toda despeinada!— Avisó alarmada Chiquita.

—     No importa, mejor, así parece más prisionera— Dijo mi hermana.

—     Ah… por eso la ataron. ¡Es su prisionera!— Dijo el hermano de Luli.

—     Sí. ¡Vamos chicas que ya nos están anunciando!— Ordenó La Alta.

Efectivamente se escuchaba clarito al Charleta: “Y ahora el participante número dieciocho… Bueno el grupo participante que todos esperábamos… ¡“Laura y Las Indias”! Luego de anunciarnos bajó del escenario, y al momento comenzaron a sonar los tambores d nuestro tema. Nosotras llegamos al pié de las escalera y tomamos nuestras posiciones justo a tiempo.

—     Vamos chicas, ya está sonando la música. ¡La gente espera!— Nos apuró el organizador.

—     Ya vamos, un momento más por favor— Le dijo La Alta.

Le pegue el tirón de soga a Luli y comenzamos a subir, las indias gritando, moviéndose como salvajes y agitando las lanzas, yo con la cabeza baja y como tratando de zafarme. En cuanto estuvimos arriba notamos que se hizo un silencio total, solo escuchaba los tambores y los gritos de las indias. Me corrió un escalofrío. Entre los gritos y los tambores escuché a mi hermana que nos decía:

—     Tranquilas, vamos bien, sigamos así.

Mientras hacía que me resistía las miré de reojo y estaban realmente espectaculares y hermosas, saltaban y se movían como poseídas por algún demonio, pero mantenían el ritmo de los tambores y en conjunto parecía que hubieran preparado una coreografía, transpiraban a mares, en cambio a mí me corría un sudor frío. Luli se acercó, simulando amenazarme con su lanza, me empujó, mientras me decía bajito:

—     Te sale perfecto ¡Pareces realmente muerta de miedo!

—     ¡Es miedo de verdad!

Se alejó nuevamente y siguieron su danza salvaje, de vez en cuando me amenazaban con las lanzas y yo hacía que las evadía. Llegó la parte de la canción convenida para el sacrificio. Luli se me acercó, puso su cara tan cerca de la mía que casi nos tocábamos los labios, me miraba fijamente, pero no tenía esos ojos cautivadores, era una mirada muy agresiva, me asustó más todavía verla así. Me agarró del pelo y tiró mi cabeza haca atrás, simultáneamente sentí como La Alta me tomaba los brazos y entre ambas me pusieron de rodillas. En ese momento no pensé si se veía o no mi trasero. Luli se arrodilló delante de mí y volvió a acercar su cara, mientras hacía muecas y me miraba a los ojos, me dijo:

—     Miren que lindo culito… ¡Y es todo mío!

Luego se puso de pié, dieron un par de vueltas, y de repente gritaron al unísono, me pincharon con sus lanzas, me deje caer, simulé un par de espasmos y me hice la muerta, dejé los ojos y la boca entreabiertos, pensé sacar la lengua, pero me pareció demasiado exagerado. Ellas se pusieron de rodillas a mí alrededor, simulando que hacían loas a un supuesto dios, y terminaron todas de rodillas con las cabezas en el piso y los brazos extendidos hacia mí. Noté que en esa posición todas las bombachitas estarían a la vista. Como sabía que ahora me estaban tapando casi completamente, dije en voz baja, para que solo ellas escucharan:

—     ¡Pajeros miren cuantos culitos lindos!

Pude notar como trataban de contener la risa, pero ninguna movió un pelo. Repentinamente sonó el último golpe de tambor. Hubo un instante de silencio que me pareció eterno. Y luego estallaron los aplausos, con su acompañamiento de silbidos y gritos, me pareció que sonaba todo mucho más fuerte que con los participantes anteriores.

—     Listo chicas. ¡Arriba todas… saludemos!— Grito mi hermana.

Nos pusimos todas de pié, Luli y La Alta me ayudaron, saludamos, los aplausos seguían, así que tuvimos que repetir el saludo tres veces, hasta que subió el Charleta.

—     ¡Impresionante chicas!... ¡Gracias “Laura y Las Indias”!... Ahora es el turno de…

Nosotras enfilamos hacia la escalera.

—     ¡Ayuden a Laura o se va a matar!— Escuche que gritaba mi hermana, entre todo el batifondo que reinaba. Luli y Alta se habían anticipado, así que bajamos sin problemas.

Las vi radiantes y felices a todas, abajo nos esperaban las otras chicas y mis amigos que se nos vinieron encima en cuanto estuvimos a su alcance. Nos apretaban, aplaudían, gritaban, no podía entender lo que decían. Vi que La Alta lloraba, Chiquita y mi hermana también. Luli, también con lágrimas en la cara, me agarró la cara y me dio uno de sus besos especiales… cuando terminó con mi boca, le dije:

—     ¡Soltame de una vez! ¡No puedo respirar!— Y seguí tratando de recuperar el aliento.

—     Si, sí. ¡Perdoname amor!— Ella me liberó un momento pero enseguida volvió a abrazarme, lloraba a moco tendido en mi hombro.

Nuevamente el coordinador tuvo que corrernos de ese lugar. Poco a poco se fueron calmando, Luli seguía pegada a mí, pero ya no lloraba. La primera en poder hablar fue Mary.

—     ¿Qué les pareció?— Me pareció una pregunta superflua y solo logró que todos comenzaran nuevamente a hablar a la vez, era muy obvio que les había gustado nuestra presentación.

—     ¿Qué me decís ahora Laurita?— Me preguntó provocadora mi hermana, la miré y estaba realmente radiante, muy hermosa.

Otra vez todo el griterío. Volvió el coordinador.

—     Chicos por favor tranquilícense un poco, los otros también tienen que actuar.

Al oírlo miré hacia la gente y vi que casi todos en lugar de mirar al escenario nos estaban mirando a nosotras.

—     ¡Mejor vamos atrás!— Dije al ver lo que ocurría.

Cuando estuvimos atrás del escenario, y un poco más tranquilos, comenzamos a intercambiar opiniones y sensaciones, todas queríamos contar nuestra experiencia y conocer la del resto. Pensé que ese cotorreo era exactamente igual al que escuche en la habitación de mi hermana. Me pareció que habían transcurrido siglos desde ese momento.

—     Chicos… a los amigos de Marce… y de Laurita les digo. ¿Prefieren a Marcelo o a Laurita?— Obviamente Luli ya estaba totalmente normal.

—     ¡Luli! ¿Por qué?— Le dije.

—     Es lo mismo, ya lo dijimos. Solo tengo una preguntita…— Dijo el hermano de La Alta. Se me vino abajo la estantería. Esa podía ser una pregunta muy peligrosa para mí.

—     Dale preguntá sin miedo. ¿Qué querés saber?— Dijo Luli, lanzada al abismo como siempre.

—     ¿Alguna tiene una faldita para prestarme?— Nuevamente sonó una carcajada general incontrolable. Me bajó la presión varios puntos.

Arrancamos juntos rumbo a la mesa, vi a mi madre y su amiga charlando animadamente con las vecinas, reían y gesticulaban. Cuando llegamos todas queríamos hablar a la vez y ellas nos miraban asombradas.

—     ¡Paren un poquito chicas, tranquilas!— Trató de poner orden mi madre. Nos callamos todas.

—     Las vimos, no pudimos llegar muy cerca, pero las vimos… muy bien, vimos todo como todos... Como dijo el Charleta, fue “impresionante”. ¡Quedamos con la boca abierta! ¡Seguro ganan!— Dijo mamá.

—     Hubo varios que fueron muy buenos. No sé si ganaremos— Dijo mi hermana mientras miraba hacia las parejas de bailarines, como para tratar de suavizar el golpe.

—     No Anahí… o Laura. Ustedes los mataron, sobre todo la nueva Laurita… y sus traseros, con eso seguro ganan. ¡La diferencia en los aplausos fue enorme!— Dijo la brujita.

—     No seas mala, nosotras no nos presentamos para ganar, y menos todavía mostramos nada para ganar, solo lo hicimos porque nos pareció divertido, solo estábamos jugando, no quisimos sacar ventaja para nada— Trató de aclarar La Alta. Pensé que no lograría convencer a nadie.

—     Además los ganadores los elije el jurado, no los aplausos. Hay muchas mujeres en el jurado, y mi papá también es jurado, no creo que a ellos les resulten tan atractivos nuestros… bailes. Y como dijo Alta no lo hicimos para ganar— Trató de ayudar mi hermana, aunque me pareció que solo logró embarrar más la cancha.

—     Señora, estoy muerta de sed. ¿Me convida un poco de gaseosa por favor?— Me pareció que Mary había sido la más piola, cortó de raíz el tema.

—     Por supuesto, ni preguntes eso, todos sírvanse. ¡Deben estar muertos de sed también!— Mi madre agarró la pelota al vuelo.

Nos servimos y compartimos lo que había con el grupo de brujita y mis amigos. Mi madre previsora había comprado más bebida. Estábamos todas sentadas menos mis amigos, que permanecían de pié detrás nuestro.

—     Chicos. ¿Porque no traen unas sillas de otra mesa y se sientan también?— Preguntó mi madre.

—     No, gracias señora, estamos bien así.

—     Parecen guardaespaldas parados así atrás de las chicas— Insistió mamá.

—     Bueno señora, en realidad, somos algo parecido…

—     ¿Qué? ¿Pasó algo? ¿Porque tienen que cuidarlas? ¿Están todas bien?

Tuvimos que contarle el incidente con el Indio. Todas hablamos a la vez, pero finalmente ella pudo entender lo ocurrido.

—     Estuvieron muy bien chicos. Pero en este momento no es necesario cuidarlas tanto, no creo que pase nada ahora.

—     Nunca se sabe señora, con tantas chicas lindas juntas. No queremos que les pase nada a ninguna de nuestras amigas o hermanas.

—     Como quieran— Mi madre se dio por vencida con ese tema.

—     ¡Chicas! ¿Así que ahora tienen guardaespaldas?— Preguntó muy divertida Estela.

—     Son amigos. Es mejor tener amigos como ellos que guardaespaldas— Dijo La Alta.

—     Cierto— Respondió Estela, mientras miraba alternativamente a los chicos y a nosotras, como tratando de establecer relaciones.

Mi madre me hizo señas para que me acercara a ella, intercambié asientos con Estela, por supuesto Luli me siguió y consiguió una silla a mi lado.

—     En un rato, cuando terminen con los premios del concurso, tu padre va a necesitar ayuda. ¿Vas a ir?

—     Si ma, ya se lo prometí.

—     ¿Y quién irá? ¿Marce o Laurita?— Sentí un apretón de mano, como estaba prestando atención a mi madre, me hizo sobresaltar. Mi madre lo advirtió.

—     Luli, estoy segura que la querés mucho a Laurita. ¿Pero si vuelve Marce que vas a hacer?— Dijo mi madre, mientras la miraba como para ver su reacción.

—     Señora, ya me gustaba mucho Marce antes de conocer a Laurita, ella solo me hizo decidir dar el gran paso. Le aseguro que amo a Marce, a Laurita o como quiera llamarse o vestirse en el futuro.

—     Esta noche, a pesar de que hubo algún incidente, está resultando muy divertida para ustedes, pero tienen que pensar que no siempre va a ser así. No quiero arruinarles la fiesta, solo quiero que no los tome por sorpresa.

—     Ma, entendemos perfectamente a que te referís. Se que mi vida cambió para siempre. Cuando sea Marce, siempre voy a ser el raro, los discriminadores nunca van a olvidar que fui chica, aunque nunca más vuelvan a verme vestida como ahora. Y si decido ser chica siempre, o a veces, también voy a tener ese tipo de problemas, así que en cualquiera de los dos casos es lo mismo.

—     Y… ¿Entonces quién ayudará a tu padre? Pregunto por qué si será Marce ya tenés que ir a cambiarte— Nuevo apretón.

—     Siento que tengo que seguir siendo Laura, por lo menos esta noche. Además no puedo cambiarme hasta que termine el concurso, si tenemos la suerte de aparecer en los primeros puestos, las chicas cuentan conmigo para ir a buscar el premio, y nos dijeron que hasta puede ser que tengamos que repetir la presentación. No les puedo fallar a las chicas, ni a papá.

—     Veo que ya decidiste y tenés clara la situación. Que los dos tienen clara la situación.

—     Quédese tranquila, que aunque a mí me gusta más Laurita, también lo quiero a Marce, vamos a seguir juntos, pase lo que pase.

—     Luli, son chicos todavía. Aunque si todo lo que me contaron es cierto son bastante precoces... Tienen que disfrutar el presente y no preocuparse mucho por el futuro. Ya van a aprender que no hay que pensar que algo durará para siempre, y cuando lleguen los problemas, cosa que siempre sucede, tratar de solucionarlos juntos. ¨Lo peor que pueden hacer es empecinarse en seguir con una relación que no funciona, solo los haría sufrir a los… a las dos. No crean que quiero asustarlas, es como dije, solo quiero que estén preparados para lo que pase y evitarles sufrimiento sin necesidad.

—     Gracias ma, las dos sabemos que papá y vos solo quieren lo mejor para nosotras.

—     Creo que al concurso le falta un rato todavía, ninguna comió nada en toda la noche, todavía tienen tiempo de ir a buscar un sándwich o lo que quieran comer. Acá solo tenemos estas papas fritas, que no son suficientes para toda esta banda que tienen.

—     ¡Yo quiero papas!— Dijo mi hermana, que obviamente había estado muy atenta a toda la conversación.

Todas querían papas, en un momento las desaparecieron.

—     Nosotros podemos ir a comprar. Así ustedes pueden ir rápido al escenario si es necesario— Ofreció el hermano de Luli. Me pareció que el también escuchó atentamente.

—     Gracias chicos. ¿Chicas que quieren comer?— Preguntó mi madre al grupo.

A coro las chicas respondieron: ¡Más papitas! Los chicos se fueron a comprar, mientras nosotras seguimos charlando con mi madre y Estela, el ambiente parecía mucho más distendido que al inicio de la noche.

Al rato los chicos volvieron con varios paquetes de papas y algunas gaseosas. Todos los presentes comieron y tomaron. Pensé que era buena idea no comer nada pesado, aunque no tuviéramos que repetir la presentación, todavía me quedaba un buen tiempo de actividad ayudando a mi padre.

Finalmente anunciaron que habían terminado las presentaciones, y que el jurado estaba deliberando para determinar los triunfadores. Que habría un primero, un segundo y un tercer puestos, luego enumeraron los premios correspondientes. Mientras el jurado deliberaba, el Charleta, además de recordar que compren las rifas y toda la perorata respectiva, dijo que luego de finalizada la entrega de premios habría una tanda de baile con discos mientras se preparaba la “Destacada Orquesta del Maestro…” que nos deleitaría con sus tangos y milongas, noté que las chicas apenas prestaban atención, solo les interesaba conocer el resultado del concurso. En cambio personalmente solo me importó el hecho de que en cuanto terminaran con el concurso tenía que estar disponible para mi padre.

—  Mami, creo que mejor voy yendo para el escenario, quiero que papá me vea y sepa que estoy lista. Luli vos hacé como quieras, aunque supongo que vas a venir.

—  ¡Chicasss! Nos vamos. Laura tiene que ir al escenario a trabajar— Gritó Luli en cuanto me escuchó. Todas reaccionaron inmediatamente, abandonaron las papas y sus sillas, sin esperar que yo haga lo mismo.

—  Hasta luego ma, como ves, esta noche no voy a estar sola ni un segundo. Cumplimos lo que nos pediste. ¡Siempre juntas!

—  No me contaron exactamente eso… Pero… ¡Muy bien! ¡Sigan divirtiéndose chicas!— Obviamente ya sabía todo lo ocurrido en detalle.

—  ¡No se olviden los guardaespaldas!— Nos gritó Estela sonriendo.

Los “guardaespaldas” no necesitaban que les dijeran que nos siguieran. Todos juntos fuimos caminando hasta el escenario, como de frente y costado estaba atestado de gente esperando el resultado el concurso, fuimos directamente detrás del telón. Mi padre estaba deliberando con los otros miembros del jurado, me asomé, esperé que me viera, y le hice saber que ya estaba lista para cuando me necesitara, de paso sabría que había venido como Laurita, por si se arrepentía de lo dicho al respecto.

Dos de las chicas se acercaron al que organizaba a los participantes y le avisaron que estábamos cerca, también avisaron que estaban con nosotros las dos parejas que bailaron el vals. Al rato los miembros del jurado formaron una fila de frente al público y uno se acercó al Charleta y le entregó un papelito, todo muy ceremonioso. El anunciador se tomó su tiempo para leerlo y crear suspenso. Anunció primero al tercer puesto, eran los bailarines de tango de ropa cruzada, los invitó a subir al escenario, el segundo lugar fue para las dos parejas antiguas, las chicas comenzaron a gritar, y los cuatro bailarines también subieron. Luego de dar vueltas un rato, anunció el primer puesto. Para decepción de las indias, que aunque no lo reconocieran estaban ilusionadas con ganar, la triunfadora fue la odalisquita, que subió al escenario junto a su madre, ambas llorando de la emoción, se escucharon muchos aplausos y también silbidos, se escucharon algunos gritos de ¡Las Indias! Las Indias!!!”.

—  Bueno, aunque no ganamos nada, por lo menos tenemos hinchada— Dijo decepcionada mi hermana.

—  Mejor no conocer a la hinchada— Acotó La Alta.

—  Si mejor— Confirmó el hermano de Luli.

—  Chicas. Obviamente no vamos a tener que repetir, así que si quieren vallan a la mesa o donde  les guste, mi papá me va a llamar en un momento y tengo que ir al escenario. Ahí no me puede pasar nada, además va a estar mi padre arriba preparando todo para la orquesta, así que no hace falta que me cuiden por un rato.

—  No nos vamos a ir, vinimos juntas…— Comenzó con el lema grupal La Alta.

—  Bueno chicas, como quieran, pero se van a aburrir.

—  Yo no me aburriré Voy a subir a pasar música con vos— Dijo Luli muy decidida.

—  Si querés subir no creo que haya problema, pero me vas a tener que soltar la mano. ¡La voy a necesitar para hacer el trabajo!

—  Bueno, no te preocupes por eso, cuando llegue el momento te suelto mi amor.

—  Luli, no seas tan pesada, déjala respirar un poco— Dijo mi hermana.

—  Si a ella no le gustara la soltaría, pero sé que le gusta tenerme siempre… ¡A mano!

—  No peleen chicas, no me molesta que estemos así, pero no puedo manejar los equipos con ella pegada. Después seguiremos tan juntos como hasta ahora.

—  ¡Son dos babosas! Hagan lo que se les cante.

—  ¿Chicas, ustedes que van a hacer? Se van a quedar acá todo el rato, por lo menos pueden ir a la pista, desde ahí nos podemos ver perfectamente, y bailar un rato, si es que la música que pongo les gusta.

—  Ya veremos que hacer, no te preocupes por eso— Me respondió La Alta.

Mi padre se asomó y me indicó que subiera. Fui hasta la escalera y subí, obviamente con Luli a mi lado, en cuanto nos vieron comenzaron a gritar, silbar, y aplaudir. Estaba decidida a que nada entorpeciera lo que tenía decidido hacer, así, que aunque me impresionó que me recibieran de esa forma, no presté demasiada atención. Fui directo con mi padre que estaba junto a los equipos, en uno de los laterales del escenario.

—  ¡Parece que te saludan, Laurita!— Dijo mi papá mientras miraba alternativamente a Luli y a mí.

—  No te preocupes pa, yo vine para ayudarte con la música y eso haré, aunque aplaudan y griten todo lo que quieran. Luli quiso venir también. ¿Hay problema en que se quede? No va a molestar para nada— Mientras hablaba comenzó una segunda ola de gritos y aplausos, me pareció era más fuerte que la anterior.

—  No hay ningún problema que se queden, ni Luli, ni las otras chicas.

—  ¿Qué otras?— Me di media vuelta y vi que todas las indias y las chicas del grupo de la brujita habían subido detrás nuestro, mis amigos estaban subiendo la escalera también, estaban todos arriba del escenario.

—  ¿Qué hacen chicos? ¿Cómo podrá mi papá preparar todo con ustedes acá arriba?

—  No te preocupes… hija, puedo preparar todo igual. Dale, dedícate a lo que viniste a hacer, buscá algún disco y que empiece el baile, la gente se está impacientando.

—  ¿Que pongo pa, que clase de música?— Para los más jóvenes aclaro que en esa época los dj no tenían tanta libertad como ahora, el repertorio y su distribución durante la noche era bastante rígido, solo variaba de acuerdo al lugar o al tipo de evento de que se tratara.

—  Ya que el escenario está lleno de chicos y chicas poné música moderna. Esa vos la conocés bien.

Rápidamente busque entre los discos y separé algunos, en cuanto los vi, supe como comenzar la tanda, puse el disco, busque el inicio del tema, y lo solté a todo volumen, no presté mucha atención a la reacción de la gente, ya estaba preparando el siguiente tema. Mi padre me interrumpió.

—  Abrile el micrófono al Charlatán, quiere anunciar algo.

—  Que plomo. ¡Justo cuando arranco con la tanda de baile!— Conecté el micrófono, y miré para ver que hacía la gente, la pista estaba colmada, algunos estaban bailando y otros gritando o aplaudiendo, cuando vieron al Charlatán con el micrófono le prestaron atención.

—  Como pueden ver tenemos un show fuera de programa. ¡Saludemos a Laura y SUS Indias!— Me tomó por sorpresa lo que dijo gritando entusiasmado.

Apenas terminó de decirlo todos comenzaron a aplaudir. Las chicas me miraban tan sorprendidas como yo. Estaba acostumbrada a la dinámica de ese trabajo, así que sin pensarlo, automáticamente, en cuanto el Charlatán termino la frase, solté el segundo tema a todo volumen. Miré a MIS indias y sin dudarlo les grité.

—  ¡Bailen Indias!

Las chicas empezaron a bailar, esta vez en forma normal, enseguida se les unió el grupo de la brujita y uno de mis amigos, los otros tardaron un momento, pero también se acercaron a las chicas y se sumaron al grupo danzante. En la pista también todos bailaban, aplaudían y gritaban.

Dejé de prestar atención al baile y prepare el siguiente tema, como había dicho mi padre, conocía muy bien ese tipo de música y los temas que estaban de onda, como solíamos decir. Así que no me costaba trabajo seleccionarlos, a su momento hice el enganche, todos seguían bailando.

De repente siento que Luli me tira del vestido suavemente, me había olvidado del vestido, bikinis y todo eso, solo estaba concentrado en la música y los bailarines, pero ella me los hizo recordar. Al contrario de lo que esperaba, me causó placer y alegría estar en esa situación.

—  ¡Tenés que bailar vos también amor!— Me gritó en el oído, para que pudiera escucharla.

—  Andá a bailar vos si querés, yo no puedo, tengo que poner la música, ya te dije que  no se hacerlo ni me gusta.

—  No seas tonta, movete un poco, seguime, están todos pendientes de lo que hagas, sos la estrella, dame ese gusto amor, movete un poquito con ritmo. ¡No es difícil!— Tenía esa mirada irresistible, además me gustó como sonó cuando dijo “sos la estrella”, cedí y comencé a moverme un poquito, tratando de llevar el ritmo, mientras sacaba un disco, colocaba otro en el plato, me coloqué un momento los auriculares para buscar el empalme, solté el disco, cambié de plato en el mezclador y arrancó el siguiente tema, cuando me quité los auriculares escuche que todos cantaban, gritaban y hacían palmas mientras bailaban, el tema era muy movido y conocido, todos lo seguían, las chicas se veían felices revoleando sus vestidos bolsa en el escenario, la enfermera, la brujita, las dos damas y sus parejas, y mis amigos, todos bailaban. Me miraban, su alegría era contagiosa. Verlos así me parecieron lo más hermoso que había visto en mi vida.

—  Viste tonta, te adoran. Seguí así, vas mejorando— Ella bailaba a mi lado. Mientras trataba de seguir el ritmo, vi que mi padre dejó un momento los cables que estaba acomodando entre los chicos, y se acercó.

—  Increíble hija, esta noche sí que los tenés en el bolsillo. ¡Nunca los vi tan enganchados! Ni a vos tampoco. Dale que hoy la estrella sos vos no los artistas que contrataron— Otra vez me había dicho hija, y la misma frase sobre la estrella. Me estaba gustando la idea, no quería distraerme y meter la pata con la música así que decidí no pensar en eso, ni en la ropa, me repeti que solo debía ocuparme de la música los bailarines. Separé más discos, fui enganchando los mejores temas, pasaron varios y todos seguían totalmente copados, los tenía realmente enganchados, como había dicho mi padre.

—  ¿Vistes que no era tan difícil?— Cuando la escuché, primero no supe a qué se refería, pero luego noté que me movía mucho más, meneaba el trasero mientras tocaba perillas y discos… Estaba bailando sin darme cuenta, el movimiento me salía automáticamente. No lo podía creer.

—  ¡Soy la novia de una estrella! Me encanta como movés el trasero. ¡Los tenés locos a todos, y no solo por la música!— Volvió a gritar en mi oído.

—  No estoy sola acá arriba, están todas ustedes, y las otras chicas y chicos, son todas lindas. ¡Hay mucho para mirar en el escenario!

—  Si, nosotras estamos, pero vos sos LA Estrella. Ya lo dijo clarito el Charleta “Laura y SUS Indias”, somos TUS indias.

—  Estamos todas acá, yo ni siquiera soy Laura de verdad, en realidad la que se merece ser la estrella es la verdadera Laura, ella hizo lo necesario para que llegáramos a este momento.

—  Ella lo sabe y lo está disfrutando. Lo hizo por vos mi amor— Decidí dejar ese asunto para otro momento, tuve miedo de que si prestaba más atención a mi baile, mi ropa y las chicas podría arruinar el encanto, pensé que vivía un momento mágico. Mejor seguía pensando en mi trabajo de dj.

La tanda duró unos 30 minutos, todo el tiempo bailaron a pleno, en la pista y en el escenario. Mi padre se acercó y me dijo que ya había llegado la orquesta y que no podían retrasarse. Que tendría que cortar la música.

Sabía perfectamente que no podía simplemente bajar el volumen y el ritmo para que fueran dejando la pista, habrían silbado e insultado por horas, lo pensé un momento, y aunque no me gustaba para nada la idea, no encontré otra solución. Agarré un micrófono, baje un poco la música y me tiré a la pileta:

—  ¡HOLAAA GENTEEE!

—  ¡HOLAAAA!— Respondieron como una sola voz gigantesca.

—  ¡GRACIAS POR LA BIENVENIDAAA! ¿LES GUSTÓ LA MÚSICAAA?

—  ¡SIII!

—  ¿Y LAS BAILARINAAAAS?

—  ¡SIII!

—  ¡QUE BUENOOO! ¡PERO LAMENTABLEMENTE TENEMOS QUE CORTAR EL BAILE! ¡YA VIENE LA ORQUESTA! ¡UN TEMA MÁS Y CORTAMOS! ¡MAS TARDE VOLVEMOS!

—  ¡NOOO!

—  ¡MAS TARDE SEGUIMOS! ¡ESTAMOS TODAS MUERTAS DE CANSANCIO ACÁ ARRIBAAAA! ¡LA ORQUESTA YA ESTÁ LISTAAA!

—  ¡NOOO!— Silbidos, aplausos, gritos, volví a subir la música, enseguida cambié el tema, puse el mejor que tenía.

—  ¡ÚUUL TIII MOOO TEEE MAAA! ¡HASTA LUEGO GENTEEE DEL CLUUUB!— Y volví a subir al máximo el volumen tratando de tapar el griterío general. Paulatinamente se fueron calmando y siguieron bailando. Cuando estaba finalizando el tema salude nuevamente.

—  ¡EN UN RATITO VOLVEMOS!— Y corté la música de un golpe, al momento habló el Charleta.

—  ¡Gracias Laura, gracias Indias!— Todo era un mar de aplausos y gritos, las chicas vinieron y se amontonaron todas apretujadas contra mí, estábamos todas bastante asustadas a esa altura de los hechos. No podía evitar que corrieran lágrimas de emoción por mi cara, pero no lloraba, al contrario, tenía una sonrisa tan enorme como las que veía en las caras de mis indias.

—  ¡Paren un poco chicas! ¡Van a tirar la mesa con los equipos!— Tuve que gritar para que me escucharan.

—  ¡Vamos chicos! Bajen rápido antes que se pudra todo— Nos ordenó a los gritos mi papá.

Hicimos caso inmediatamente, bajamos, todo era un pandemonio, se escuchaba: ¡Otra! ¡Otra! ¡Laura! ¡Indias!, todo mezclado, el Charleta trataba de calmarlos, pero apenas se lo escuchaba. Los dos porteros y algunos hombres más estaban esperándonos abajo, nos llevaron rápidamente a la oficina y cerraron la puerta. Todo el grupo quedó adentro. Nos mirábamos asombradas entre nosotras. Creo que ninguna podía creer lo ocurido hacía unos instantes.

—  ¡Chicas! No me miren así por favor— No me respondieron, ni dejaron de mirarme.

—  ¡Tampoco puedo creer lo que hicimos!— Dije tratando de que reaccionaran.

—  Lo que hiciste. ¡Vos lo hiciste hermanito!

—  No Lau,  todas y todos. Yo puse la música si, pero ustedes bailaron como locas. Y lo más importante es que me llevaron ahí, sin ustedes no hubiera hecho nada chicas.

—  Basta de tirar rosas, Laurita los dio vuelta a todos, nosotros ayudamos, pero ella dirigió el circo, y te quieren a vos. Nosotras somos “Tus” Indias, y por lo menos yo, estoy feliz de poder serlo— Dijo La Alta.

—  No, somos “Laura y Las… o Sus Indias”, Laura es ella, mi hermana, no yo. Ella armó todo esto y nos hizo llegar hasta acá, nos empujó y siguió empujando cada vez que fue necesario, ella es la verdadera estrella, aunque la gente de afuera no lo sepa.

—  Yo me llamaré Laura, pero “Laura La Estrella” sos vos, las Indias somos TUS Indias, y la gente es TU Gente. Eso no me molesta, al contrario, me encanta que lo hallas logrado y poder participar en todo esto.

En eso entró el presidente del club, seguido de otras personas, entre ellas mi madre y Estela.

—  Increíble los que hiciste… Marce o Laura… como sea. Y ustedes también chicas y chicos. Nadie se lo esperaba, afuera están todos esperando y pidiendo que vuelvan. La orquesta no quería tocar porque la gente no paraba de gritar, al final el Charleta logró calmarlos y los pobres músicos pudieron presentarse. Pero en cuanto terminen, van a tener que volver ustedes o nos queman el club. Enseguida les traerán bebidas y algo para comer, deben estar cansados.

—  Sí, estamos muertas, gracias señor— La Alta fue la primera en reaccionar.

—  Chicas, no tengo palabras. Se me salía el corazón del pecho cuando las veía ahí arriba. ¡Cuando te veía tan feliz Marce! Sabía que necesitabas un cambio en tu vida, y que esta noche era adecuada. Pero… ¡Nunca pensé que vería semejante destape! ¡Me diste una enorme alegría!

—  Ma, no es para tanto. Solo puse música como siempre, solo que esta vez era Laurita no Marce quien lo hacía.

—  Eras vos, no importa si te decimos Marce o Laura o que ropa uses, eras vos. ¡Sos vos!

—  Bueno, como quieran, no se olviden que todos estaban atentos a lo que haría, gracias a todo lo que pasó antes, durante la noche y el concurso, y eso no lo hice yo sola, fuimos todas. Y sobre todo Laura, fue ella la que genero todo— Casi no podía seguir hablando, parte por la emoción y parte porque me estaba relajando paulatinamente y se me acababa la batería, piensen que también había gastado un par de cartuchos esa noche.

—  Llegaron las bebidas, aprovechen ahora, porque en un rato tienen que volver al escenario. Esta noche quedará en el recuerdo del barrio, se los aseguro, gracias chicos— Dijo el Presidente, se notaba que también estaba emocionado.

Hicimos lo que nos dijo, tomamos y comimos, después las chicas comenzaron a arreglarse unas a otras, mi madre me ayudó, me peinó, me limpió la cara y me repuso el maquillaje. Luli miraba de reojo lo que hacía mamá, pero se contuvo y no dijo ni hizo nada. En cuanto estuve lista, se volvió a pegar a mí.

—  Te daría un chupón que te dejaría sin aire, pero no quiero arruinar tu maquillaje, tu mamá trabajo mucho, estás más hermosa más que antes. Se ve que tiene experiencia y sabe lo que hace— Dijo Luli mientras me examinaba.

—  Vos también estas más linda ahora que te sacaste la pintura de india y se te puede ver la cara.

—  Todas nos lavamos la pintura de indias, así que ahora van a poder ver que hay dos Lauras casi idénticas en el escenario. Solo que una es la estrella y la otra está vestida de india.

—  Mejor, que conozcan a la verdadera autora de todo.

—  No lo sé, me parece que van a pensar que es solo otra jugarreta nuestra.

—  No te preocupes amor, esta vez yo soluciono el problema.

—  ¿Qué vas a hacer? Ya no hay tiempo para que te cambies vos o ella. Además como Marcelo no te van a querer.

—  No quiero hacer eso, tranquila. Vamos a ver a las chicas— El resto de las chicas también se había quitado la pintura de india y estaban arregladas como señoritas que eran, solo seguían luciendo los vestidos-bolsa.

—  ¿Estás lista Laurita?— Preguntó mi hermana.

—  Sí. ¿Y vos, Laurita?— Todas las indias y mi madre rieron.

—  ¿Ahora vas a seguir siendo Anahí o vas a ser Laura?— Pregunté.

—  Anahí volvió a Paraguay. Ya todos saben que vos sos Marcelo. Así que no veo porque me preguntás eso.

—  Solo quería confirmarlo. Yo no puedo ser Marcelo así vestida, tampoco puede haber dos Lauras, como dijimos antes. ¿O sí?

—   Bueno, vos sos Marce, así te decimos casi todos, y ese apelativo sirve para ambos sexos— Dijo mi madre.

—  Sí. Creo que no tengo otra opción, es unisex. Aunque me gustaría tener un nombre realmente femenino.

—  Podés ponerte el nombre que quieras mi amor— Intervino Luli.

—  Creo que no hay tiempo para eso, mejor que por esta noche sea Marce. Después, con tiempo, podrá pensar un nombre que le guste— Le respondió mi mamá, se ve que el asunto de cambiarme el nombre no le caía muy bien.

—   Como siempre tenés razón ma— Dije para terminar con el asunto.

Luego de pensar un momento agregué:

—  Pero el grupo se sigue llamando “Laura y Las Indias”, que así nos sigan presentando Presidente, es un reconocimiento a la autora intelectual de todo esto, mi hermana.

Llegó un muchacho para avisar que ya estaba terminando la orquesta y que el Charleta y mi padre querían saber si volveríamos al escenario y cuando.

—  ¿Chicas que hacemos?— Les pregunté a mis indias. En ese momento sentí realmente que todas eras mis indias, incluida mi hermana, en ese momento no lo pensé pero creo que tuve algún sentimiento algo incestuoso.

—  Decidí vos. Son la jefa, nosotras te seguimos hasta el mismísimo infierno— Dijo La Alta y el resto movió la cabeza apoyando la moción.

—  ¿Todas se sienten bien como para repetir lo del baile? Insistí para asegurarme de que realmente quisieran repetir la jugada. Nuevamente todas estuvieron de acuerdo.

—  Decile a mi papá y al Charleta que en 10 minutos estamos en el escenario. Y que seguimos siendo “Laura y SUS Indias”— Le dijo mi hermana al mensajero.

Todas volvimos a controlar nuestra apariencia y un par de minutos después salimos rumbo al escenario. Mi hermana estuvo acertada al decir 10 minutos. El recorrido al escenario sería de unos 30 metros, pero casi no podíamos avanzar. En cuanto salimos de la oficina vimos que había muchos chicos y chicas esperándonos afuera. Todo el camino mis amigos y los dos porteros tuvieron que abrirnos paso entre nuestros flamantes admiradores.

Las chicas me miraban y yo a ellas, todos con cara de incrédulos. Ninguno esperaba semejante reacción. Algunos trataban de tocarnos. Pensé que podían romper alguno de los vestidos-bolsa que no eran muy resistentes y ya habían sufrido durante esa noche. Recordé que debajo del papel solo había muy poca tela y mucha piel. No podía cuidarlas a todas a la vez, pero por lo menos a Luli si podía defenderla, ya que para variar estaba agarrada a mí como garrapata. Solté mi mano de la suya. Me miró con sorpresa. Luego la tomé de la cintura con las dos manos y la hice caminar delante de mí, bien pegaditas.

—  ¿Qué pasa amor?

—  No quiero que te toquen o te rompan el vestido. Están muy brutos ahora.

—  Gracias por cuidarme. ¿Y las otras chicas?

—  Se tienen que cuidar entre ellas, no puedo cuidarlas a todas a la vez.

Miré a las otras. Ellas vieron lo que hice con Luli y ya nos estaban copiando, se pusieron en parejas, como eran cinco, sobraba una, esa fue justamente mi hermana y en el acto mi madre se le pegó. Las cuatro parejas así formadas seguimos camino tan juntas que casi no podíamos caminar. Estela, mis amigos, las otras chicas y chicos disfrazados y los porteros nos rodeaban haciendo cordón, pero por momentos los empujaban y se nos venían encima. Finalmente logramos llegar detrás del escenario. Habían formado una especie de corral en ese lugar y el público no podía entrar, ahí estuvimos tranquilas.

—  ¿Todo bien?— Pregunto mi padre asomándose por el telón.

—  Creo que sí— Respondió mi madre.

Noté que estábamos en el mismo lugar donde hacía un par de horas había… jugado a la soga con Luli y La Alta. Nuevamente me pareció que el tiempo corría a distinta velocidad de lo normal esa noche.

—  En este lugar hace poco estuvimos jugando solitas nosotras y La Alta. Ahora parece otro mundo— Le dije en el oído a Luli.

—  Es otro mundo amor. Tengo ganas de subir y repetir lo que hicimos con el baile, aunque también me gustaría poder estar sola con vos y quizás con ella.

—  Una cosa por vez Luli, ahora tenemos que cumplir con la gente que espera. Nosotras nos metimos en esta situación y nos tenemos que hacer cargo.

—  ¡Aunque no estemos solas no me importa!— Esta vez vi llegar esa llama a sus ojos. Luli se puso en puntas de pie, me agarró de la cintura y comenzó a besarme a su violenta manera. La abracé fuerte. Ni siquiera se privó de acariciarme la cola, incluso sentí que me levantaba un poco el vestido, que ya de por si era bastante corto. Mi pene intentaba escapar desesperadamente— La Alta inmediatamente nos abrazó a los dos, diciendo suavemente en nuestros oídos que nos quería tapar para que no nos vieran.

—  Luli, mi amor, Alta... ¡Por favor! ¡Me voy a mojar de nuevo! Y enfrente de mi mamá y de todo el mundo. ¡Tranquilas chicas por favor!— Les dije, casi les rogué, cuando Luli me dejó libre la boca para que pudiera respirar.

—  Listo, listo, quédate tranquila que me saqué las ganas… por un ratito. No aguantaba más el deseo de besar a mi chica hermosa. ¡Es tu culpa por ser como sos!

—  ¡Ay Luli! Me vas a dejar hecha una pasa de uva. Sos peor que una vampira.

—  ¡Sí, eso soy! Si pudiera te comería toda, toda, toda.

—  ¡Yo me las voy a comer a las dos!— Agregó sin el menor pudor La Alta.

—  ¡No sé si excitarme o tenerles miedo!

—  Las dos cosas. ¡Tontita hermosa!— Me dijo mi hermana que había escuchado todo perfectamente.

Escuché el chan chan típico del final de un tango entre aplausos, silbidos y gritos. La orquesta había terminado.


Y como dijo Porky: ¡Estototo es totodo amigos!... Por ahora.