Carnavales 2013: desvirgada en el bosque
La tomé en mis brazos, y me la llevé sin que protestase a la parte posterior de la furgoneta, en la que entre los géneros del negocio al que me dedico, tengo doblado un pequeño colchón para ocasiones como esta...
CARNAVALES 2013: DESVIRGADA EN EL BOSQUE
Al pasar por el bosque a medio camino entre la discoteca de la costa y el pueblo en el que vive, le dije a Lorena, la guapa chavala que conocía de haber bailado alguna vez con ella y que me acababa de ligar en la fiesta de Carnaval:
-¿Te apetece otra cerveza?
La adolescente me dijo que ya estaba bastante mareada, pero que bueno, que cuando llegase a casa sus papás estarían durmiendo, ya eran las dos de la madrugada, y se iría directamente a la cama, para nada se enterarían.
Doblé a mi derecha entrando por un camino que lleva al remanso del río en el que nos solemos bañar en verano, y por el que sabía que por allí nadie pasaría a esas horas, a no ser alguna otra parejita buscando un lugar para follar, como yo, claro. Paré en un remanso que queda al margen del camino, totalmente solitario casi dentro ya del bosque. Saqué dos cervezas de la neverita de la furgoneta y le pasé una a ella. Empezó a beberla mientras me miraba sonriendo.
Mientras lo hacía, le hablé de cosas para distraerla, como si sabía dónde llevaba este camino –pues claro que lo sabía, también se bañaba allí en el verano con sus amigas-, que si tenía ya algún noviete –fijo, en serio, me dijo que no- , en fin, darle conversación con muchas cosas que mientras esperaba que la bebida produjera el efecto deseado, estar tranquila y confiada conmigo.
Al cabo de unos diez minutos, noté que ya estaba llegando el momento ideal para tirármela. Bostezaba. Se le cerraban los ojos. Para no despertar sospechas de mis intenciones, bajé del automóvil, y le dije que iba a orinar en un árbol mientras ella terminaba la cerveza. Y la vi mirarme, mientras me adentraba en un sendero del bosque.
Pasados unos minutos, volví y allí estaba ella, casi totalmente dormida. La tomé en mis brazos, y me la llevé sin que protestase a la parte posterior de la furgoneta, en la que entre los géneros del negocio al que me dedico, tengo doblado un pequeño colchón para ocasiones como esta. Lo extendí apartando las cajas. La tendí a lo largo de él y me puse a acariciarla mientras me miraba sonriendo como si no se diese cuenta de lo que yo iba a hacer con ella. Era deliciosa. Sus tetas se dejaban ver por debajo de su blusa. Le bajé los muy ajustados tejanos y vi sus magníficos muslos, asomando su braguita tanga negra. Le quité por completo los pantalones. Yo me quité el jersey de lana, la camisa, la camiseta, me bajé los vaqueros y el slip, quedándome completamente desnudo. Bueno, sí, me dejé puestos los calcetines. No hacía frío, mientras circulábamos había puesto la calefacción de la furgoneta a tope y estábamos bien calentitos. Incluso, al parar el motor, con la humedad del bosque, se habían empañado las ventanillas.
Después, tomé su tanga por las cintitas laterales y se lo quité. Abrí su blusa, y le saqué su sostén, también de color negro. Quedaron a mi vista sus dos tetas deliciosas y bajando la cabeza, me puse a lamerlas, besarlas, morderlas, mientras la adolescente gemía y se agitaba nerviosa. Mientras lo hacía, con una de mis manos, acaricié su pubis, llegando a la entrada de la vagina e introduciéndole muy suavemente mi dedo índice, hacia su interior. Ella instintivamente se abrazó a mi cuerpo, tan desnudo como el de ella, y dejó que la besase y tocase en todos los rincones de su cuerpo que me apetecieron. Pareció volverse loca de placer cuando empecé a lamerle el sexo y acariciarle el clítoris con mi lengua. Su vagina olía maravillosamente, igual que toda la piel de su cuerpo, impregnada de un perfume juvenil de amor que creo haber reconocido. No era la primera muchacha que me había follado que utilizaba esa fragancia.
Era una cosa maravillosa, sentir ese delicioso cuerpo de una adolescente que suponía virgen totalmente entregado a mí. Mi pene estaba totalmente agitado, bramaba por entrar en esas carnes que me esperaban desde que ella nació... Mi dedo entraba y salía de aquella vagina sin estrenar. Lo introduje hasta que llegar a tocar la delicada membrana de su himen, comprobando que no me había equivocado al suponerla virgen, pero no quise romperla con el dedo, claro. Quería que ese privilegio fuera un trofeo más de mi pene guerrero.
Me coloqué en medio de sus muslos. Con mi mano libre, pues la otra sujetaba su culo, tomé mi pene y lo llevé a la abertura de la vagina. El contacto fue como un relámpago potentísimo para mí. Sentí la tibia carne de su sexo rodeándome la punta del pene. Y empujé delicadamente, para no hacerle daño. A cada movimiento, lograba entrar un centímetro más. Ella, al mismo tiempo despierta y ausente, se quejaba, pero me dejaba hacerle todo lo que yo quería. .
El roce de mi pene con las calientes paredes del interior de su vientre era enloquecedor y, finalmente, no pudiendo aguantar más, empujé con más fuerza, y noté el momento en que su himen se desgarraba y la adolescente gritaba y clavaba sus uñas en mi espalda. Y ya desvirgada, mi pene se abrió camino profundamente hacia el interior de su sexo. Ella gimió de dolor, pero ello no le hizo moverse ni rebelarse, seguía como paralizada debajo de mi cuerpo que ahora la aplastaba sacudiéndola violentamente moviéndome adelante y atrás cada vez con más energía y velocidad, de manera que yo empecé a gemir y jadear más que ella... El ir y venir, era enloquecedor. A cada embestida, llegaba más adentro de Lorena y mi pubis pegaba contra la entrada a su vagina. Sentía que la punta de mi pene llegaba ya a las partes más profundas de su sexo...
Entraba y salía cada vez más rápido. Quería llenarle el vientre con mi semen… La agarré las nalgas y la empujé violentamente contra mí, para llegar cada vez más adentro... Quería traspasarla, quería meterme dentro de ella. El contacto de las paredes de su vagina con mi pene me hacía gozar como nunca. Y ya no pudiendo aguantar más, y empujando con todas mis fuerzas dentro de ella, exploté volviéndome loco y solté todo mi semen dentro de su sexo.
-¡Aaaaaaaaaahhhhhggggggg... Toma, putita...!!! Mi leche es toda tuya...!!!! Para ti... Me voy, me voy!!!!.. Aaaaaaahhhhhhhhhgggggggg... Uuuhhhhhmmmm!
Ya con mi esperma en su interior, saqué lentamente el pene de su vagina. Me lo miré con una pequeña linterna y vi en él los restos de semen mezclados con la sangre de su virginidad. Y subiéndome sobre ella, acerqué mi pene a su boca y abriéndosela, se lo introduje sin que ella se resistiese y comencé a moverme para dejar en su boca los restos de mi semen con su sangre. Luego empecé a prepararla para dejarla en su casa.
Limpie su vientre de los restos de semen y sangre que allí quedaban, para luego ponerle el tanga y acabar de vestirla poco a poco. Después la tomé de nuevo en mis brazos y la llevé al asiento delantero, donde estaba antes de me la llevase atrás a desvirgarla.
Me fui de nuevo a mear en un árbol –sentí el frío y la humedad de la noche en el bosque- satisfecho y exhausto por la follada increíble que le había hecho a Lorena. Cuando volví ella estaba recuperándose pero continuaba mareada, cansada, sudada, despeinada y fatigada. Y, sin embargo, aún la encontré más bella al pensar que acababa de ser mía, que la había desvirgado y follado como un perro salido.
-Estoy cansada y mareada, quiero ir a casa… -atinó a decir
Y añadió:
-Aún no sé tu nombre, tus amigos te llaman Pulpo…
-Bueno –contesté yo- A mí me gusta Pulpo, pero si quieres nena, mi nombre es Mario…
-Me hace daño, Mario, me has follado porque he bebido demasiado… Me has desvirgado…
-¡Así parece, y lo he pasado muy bien… ! -le respondí-
-Te has aprovechado…
- Mira, no, nena, por ahí no… Ya eres mayorcita, no un bebé, y a las discotecas se va a ligar, no a jugar a muñecas, no jodas, que no eres tan tonta como no saber lo que queremos los tíos… Cuando estábamos bailando bien te gustaba que te apretase el culo y te tocase las tetas… Y cuando tus amigas se han marchado y te has quedado conmigo, ya sabías que sólo podías volver al pueblo si yo te llevaba en mi furgoneta.
Lorena me miró, llorando y asintiendo en silencio, Sabía que yo tenía razón, que no me había quedado con ella para ir a rezar los dos juntitos a la capilla de la ermita de la montaña, obviamente…
-Ya debemos irnos, es bastante tarde, y no te vayan a reñir tus papás si se despiertan y ven la hora a la que llegas!
Puse en marcha la furgoneta y saliendo de aquel bosque, nos dirigimos hacia la casa del pueblo en el que vive para dejarla allí.
¿Te sientes bien? -le pregunté cuando estábamos en la puerta.
.¡Ufff! –me contestó, con las lágrimas bajándole todavía por la mejilla- Me duele el vientre y estoy muy cansada… Me has hecho daño, Mario…
- Bueno, -contesté- tranquila… Siempre os pasa a las chicas la primera vez… Además, sabes nena, es normal porque tengo el pene bastante grande y grueso… Ya se te pasará… Cuando llegues a casa te tomas un paracetamol o un ibuprofeno, ya sabes, una ducha, a dormir y como nueva cuando te despiertes…
Cuando Lorena bajaba del coche e iba a entrar a su casa, le dije:
-¿Mañana te paso a buscar a las tres de la tarde? Iremos a una fiesta que un amigo hace en su piso de la ciudad…
Me sonrió y me hizo un gesto con la mano de que estaba de acuerdo. Y entró en su casa…
Perfecto. La iría a buscar y me la volvería a follar toda la tarde. Y parte de la noche. En un hotel de sexo que cobra 30 euros por alquilarte una habitación todo el día. Algo caro, pero la nena se lo merece, está muy buena.
Y ya será suficiente, en eso soy como una araña, ya le habré sacado todo el jugo de placer a su cuerpo, y no le volveré a dar cita. Hay muchas chavalas, muchos cuerpos por conocer, muchas vírgenes que están pidiendo a gritos que las desfloren… Y a mi me encanta hacerlo… Espero que esta nena tenga suerte y no quede embarazada, odio ponerme condón para follarme estas jovencitas y me encanta ver mi semen escapándose de su sexo... Bueno, si tiene un bebé, le pasará lo mismo que a Laurita, la jovencita del colegio de monjas de la riera que me follé hace dos años, que su bebé no es tan blanco como ella ni tan negro como yo…
Febrero 2013