Carnaval

Mi sobrina y yo acudimos a un baile de disfraces al que no estabamos invitados

CARNAVAL

Nunca había tenido a mi cuñada Yolanda como un objetivo sexual, aunque es una mujer muy hermosa de piernas largas, delgada, pero con las curvas precisas, culo prominente y tetas redondas y tiesas, muy guapa, siempre me he comportado con ella de una forma fría y distante en lo que respecta al aspecto sexual, aunque siempre me ha llamado la atención su gran atractivo, me lo he impuesto como inaccesible. Al contrario que  mi sobrina, Victoria hija de Yolanda, que a pesar de su juventud actúa  conmigo de una manera provocativa y seductora, cosa que evito por encima de todo, aunque a veces resulta inevitable entrar en su juego picante pero inocente a la vez.

Un fin de semana fuimos a pasarlo en su casa mi mujer Viki i yo, como lo hacíamos muchas veces para hacerles compañía a las dos, cuando su marido salía de viaje de negocios, cosa que hacia muy a menudo. El sábado por la noche era carnaval y mi cuñada convenció a mi mujer para ir a la fiesta de disfraces que daban unos amigos que tiene en la ciudad. Les dije que yo también quería ir pero Yolanda  insistió que era para ir solas.

Aquello me mosqueó enormemente, pero accedí a quedarme cuidando de mi pequeña sobrina. Al cabo de un rato de arreglos, salieron las dos con sus  disfraces colocados, estaban impresionantes. Viki, mi mujer disfrazada de gatita, con su rabo y todo que sobresalía de una minifalda que apenas tapaba el culo, un corsé con las tetas casi al aire, medias de color negro y una máscara con bigotes de gata y todo, zapatos de tacón alto, hacía tiempo que no veía a mi esposa tan erótica como ahora. Le dije

-          ¿Vais un poco provocativas, no te parece?

- Es que es una fiesta de disfraces eróticos (contestó mi mujer)

-          Para mí no te vistes así, cariño! (respondí con cara de lástima)

- Cuando volvamos te compensaré

Me quedé relativamente tranquilo, pero con un sentimiento receloso, como si me fuesen a poner los cuernos o algo así.

Después salió mi cuñada, vestida de caperucita, con falda muy corta, medias rosa con ligueros y corsé asomando casi  los pezones, tacones altos también. Con prisas cogieron el bolso y después de darnos un beso se fueron rápidamente con el coche.

Me quedé con mi sobrina viendo la tele en el sofá, no había pasado un minuto y Victoria ya  estaba sentada encima de mis piernas, contándome historias de su escuela, a las que no podía casi atender, pendiente de apartarme de ella, mientras la tenía cada vez mas encima.

Victoria es una adolescente bellísima, pelo largo lacio, piernas largas como su madre y con todas las curvas necesarias a pesar de de su juventud.  Una tentación que yo intentaba evitar a toda costa, hasta que ella se enfadó, se sentó a mi lado y cruzando los brazos dijo

-          ¡En esa fiesta acaban haciéndolo todos con todos!

-          ¿Pero qué dices niña?

Victoria me explicó,  que su madre iba muchas veces con su padre a fiestas con esos amigos y que ella lo sabía de buena fuente. Añadió

- ¿Por qué no hacemos una cosa?, nos ponemos dos disfraces, nos vamos al chaletdonde hacen la fiesta y vemos que hacen.

Después de negarme varias veces, accedí a la demanda de mi perversa sobrinita. Victoria sacó dos disfraces de un ropero y nos los pusimos, a mí me tocó uno de cura con una máscara de cerdito, y ella se puso uno de monja con falda de vuelo cortísima, medias blancas y una máscara de veneciana llena de dorados, estaba para comérsela, pero le dije

-          ¿No te has pasado un poco de provocativa?

- Tío, es una fiesta erótica, los disfraces han de ser provocativos, ah y ponte este calzoncillo.

Me dio un calzoncillo tanga, negro a juego con el disfraz, le hice caso y me lo puse.

Llegamos al chalet a tiempo y nos metimos dentro, había luz tenue pero suficiente para poder verlo todo, cogimos unas copas con bebidas suaves y empezamos a seguir el juego. Allí todo el mundo bailaba, al son de la música, menos una mujer  disfrazada de leona que sentada en el sofá con las piernas abiertas, mostraba sus atributos a todo el mundo,  acariciándose el sexo desinhibida, mientras todo el mundo seguía bailando sir hacerle caso.

Empezamos a bailar los dos para disimular y pronto detectamos a mi mujer y su hermana, con sus disfraces de gatita y de caperucita, bailaban con todos los que se les acercaban.

Al cabo de un buen rato cambió la música, que se hizo más lenta y empezó el desmadre,  en el salón donde estábamos las parejas empezaron a acoplarse,  abrazándose y bailando apretados, a sobarse unos a otros, empezaron a salir los sexos al aire,   uno que parecía el anfitrión empezó a poner en fila de hombres, invitándolos a sacar sus penes, todos firmes con las manos detrás y a las mujeres las hizo arrodillar en otra fila delante de ellos, les dijo con voz potente:

- ¡A Chupar!

Me di cuenta que todas las máscaras cubrían la cara y las mejillas pero dejaban libre la boca y la barbilla, cosa que no impedía la felación, ni los besos  sin tener que quitársela.

Todas las mujeres  de la fila empezaron a chupar los penes sin tocarlos con la mano, solo moviendo la cabeza, primero lamiendo los capullos y a continuación agarrándolos con las bocas, chupándolos, al cabo de unos minutos de mamada,  el anfitrión gritó

-          ¡Cambio ¡

Las mujeres soltaron los penes de la boca y los hombres corrieron un sitio a la derecha, mientras ellas empezaron a chupar de nuevo las pollas erectas de los hombres.  Mi sobrina y yo permanecíamos en una esquina de la habitación,  impresionados, inmóviles ante la sorpresa, aunque yo ya tenía el pene totalmente armado, en eso el anfitrión gritó.

- Vosotros dos, poneros en la fila, venga

Como avergonzados nos pusimos a una punta de la fila,  me levanté la sotana sacando el pene tieso del tanga, Victoria se arrodilló y acercando sus labios a mi glande lo lamió, le pasó la lengua desde la punta bajando hasta los testículos  volviendo a subir hasta el glande y poniéndoselo en la boca, empezó a chuparlo como un chupa-chups, moviendo la cabeza adelante y hacia atrás y sorbiéndolo con la lengua alrededor del glande. Casi me corrí,  de no ser porque el anfitrión volvió a llamar al cambio de pareja. Al principio nos resistimos los dos al cambio pero fue inútil, todo el mundo seguía el juego, empujando al de al lado. Corrimos un puesto hacia la derecha y me tocó una mujer disfrazada de conejita. Nada más ponerme delante me engancho el pene con la boca empezando a mamar de mi glande con maestría y con mucha más experiencia, una mamada profesional, aunque la de Victoria había sido más jugosa i  apasionada.

No pude dejar de mirar a mi sobrina que mamaba del pene del hombre que estaba a mi lado. La mire de arriba abajo, arrodillada en el suelo con el culo salido hacia afuera y las manos atrás, concentrada en el pene de su pareja. Estuve a punto de apartarme y sacarla de allí con un cachete, pero me pudo la excitación de verla chupando y el gusto que me daba la boca de la señora que sorbía mi glande.

Antes que el Anfitrión diera la orden de cambio, el hombre que tenía el pene en la boca de Victoria, dio un grito entrecortado y apartándose un poco, sacó el pene al tiempo que manaba de la punta, una serie de chorros seguidos de semen que untaron toda la máscara de Victoria, que lejos de apartarse, volvió a atrapar el pene aún chorreando y se lo puso en boca de nuevo para recoger las últimas gotas de leche que soltaba el sexo del hombre.  Casi exploté de ver aquello, pero entonces, me vino un pensamiento sobre lo que podía estar haciendo mi mujer en la habitación contigua, que me cortó momentáneamente  y pude salir de la fila, agarré a mi sobrina y me la lleve a la habitación de al lado.

Nada más entrar nos encontramos otra fila de mujeres, entre las que se encontraba, mi “gatita” y a mi cuñada  “caperucita”,  apoyadas con los codos sobre una larga mesa,  con  con el culo en pompa y las faldas levantadas mostrando sus minúsculas bragas aun puestas,  a la otra parte de la habitación, otra fila de hombres esperaban,  meneándose los penes erectos y atentos.

En este caso, la que actuaba era la anfitriona de la casa arreglando las filas, entonces ordenó.

- ¡Bragas fuera!

Las mujeres respondieron bajándose las bragas toda la vez, y quedándose inmóviles con el culo al aire, la mujer volvió a ordenar

- ¡Abrir los culos!

Todas a la vez, apoyando los pechos en la mesa, se agarraron los glúteos con la mano abriendo la raja del culo y mostrando los chochos abiertos a la fila de hombres, que seguían moviendo sus penes. Conocí a mi mujer, aparte de por el disfraz, por la raja abierta, rosada rodeada de pelos negros rizados y bien rasurado, pero mi mirada no tardó en dirigirse hacia el culo de mi cuñada, era espectacular, era la primera vez que la veía sin bragas, con el culo en pompa y la raja extremadamente abierta, se veía toda la almeja húmeda con un agujero negro en el centro pidiendo ser penetrado.  La anfitriona volvió gritar

- ¡Adelante, restregar las pollas!

Los hombres dieron unos pasos adelante y apoyando los glandes en las rajas, empezaron a restregar las pollas arriba y abajo desde la entrada de la vagina hasta el agujero del culo, untándolos con los jugos vaginales de las mujeres. Casi me muero al ver aquel sátiro con su pene amoratado, restregándolo en la entrada de la vagina de mi mujer, untándolo con sus jugos vaginales. Cuando grito la jefa

- ¡A follar!

Los hombres empezaron a clavar su pollas en las mujeres, no podía dejar de mirar a mi mujer,  que con el coño abierto, recibiendo el mástil de ese hombre, que empujaba lentamente su pene, clavándoselo hasta el fondo, mientras ella empujaba hacia atrás para acoplar mejor la polla en el interior de su vaina. Aquello me turbó y estuve a punto de romper la baraja, pero estaba muy excitado y empecé a tomarle gusto a la situación.

A su lado, mi  cuñada Yolanda con el vestido de Caperucita recibía las embestidas de otro sátiro, que bombeaba en su vagina, lentamente pero con intensidad. Aunque estaba celoso porque alguien se follaba a mi mujer delante de mis ojos, sentía un deseo muy fuerte de follarme a mi cuñada, tanto que pensé en apartar que hombre para sustituirlo. En eso mi sobrina que estaba a mi lado observando la acción, me levantó la sotana y me puso la mano sobre mi pene, agarrándolo me dijo.

- ¡no padezcas tío, Clávamelo tú a mí!

Se fue hacia una esquina de la mesa que quedaba libre y recostándose se quitó la braguita, abrió su joven chochito, rosado y esperó que fuera hacia ella. Me acerqué como hipnotizado, con el pene en la mano buscando aquella flor, apoye el glande en la jugosa rajita y empujé despacito, para saborear al máximo el roce de mi polla en la aterciopelada vagina virginal. La hundí  hasta tocar con los testículos su pubis, la agarré de las caderas y bombeé lentamente,  le puse una mano por delante, bajando hacia su sexo, busque entre sus piernas hasta llegar a la rajita y mojando mis dedos en ella, empecé a buscar su clítoris, lo froté con el dedo untado suavemente mientras la follaba, ella empezó a jadear cada vez mas fuerte hasta que apretó las piernas y empujando su culo hacia atrás se corrió, una serie de espasmos apretaban y soltaban rítmicamente mi polla en el interior de su vagina. Mi pene estaba a rebosar de leche y no podía aguantar más, me aparté rápidamente para no descargar  y Victoria se quedó inmóvil sobre la mesa con el culo al aire, en ese preciso instante se llamó al cambio y me fui directo hacia mi cuñada, que permanecía  recostada,  me miró i como si me conociera me dijo

- Venga padre, fólleme usted

Sin decirle nada la inserté en su chochito, entró de un golpe, favorecido por lo mojada que tenía la vagina y mi polla untada aún de los jugos de la de su hija. La follé, intentando saborear aquel codiciado chochito, empujando hasta golpear contra sus glúteos, repitiendo una y otra vez las embestidas, frotando mi pene en las paredes interiores  de aquella caliente vagina que ella apretaba como si se tratara de un guante.  Pero Justo a la derecha tenia a mi mujer que jadeaba mientras otro hombre se la follaba, al cabo de unas embestidas,  el tío gritó como un animal i empujó contra el culo de mi mujer metiéndosela hasta el fondo, se quedó inmóvil, sin respiración. Se notaba que estaba inyectando su leche en el fondo de su vagina, así estuvo unos cinco segundos,  entonces la sacó  y agarrándosela con la mano le derramó los últimos chorros sobre el culo,  aquello hizo frenar mis embestidas momentáneamente al chocho de mi cuñada, que se movía ella sola contra mi manubrio, deslizando su culo adelante y atrás, follando mi pene.

La fila empezaba a descomponerse, mi mujer se apartó y se sentó en el sofá, donde ya había más gente con los sexos chorreando.  En la fila, otro tío se corría sobre las tetas de otra mujer y el tío de la izquierda que follaba a mi sobrina se corrió también sacando el pene y derramando un chorro tras otro de leche  sobre su culo primero y por el suelo después. Mi esperma presionaba ya todos los conductos entre mis testículos y la punta del glande, pensé en soltar aquella leche, cuando mi cuñada  se apartó y me dijo

- ¡Ven, acuéstate en el suelo¡

Le hice caso y me tumbé bocarriba con el mástil tieso, pero a  ella se puso delante de mi cabeza con un pié a cada lado y se agachó abriéndose la raja se acuclilló y me la puso justo en la boca, empecé a chupar aquel mejillón sabroso,  pasé la lengua a lo largo de la raja hasta llegar al clítoris y lo lamí como un caramelo. Aquel botón se hizo más grande y duro, como un garbanzo, mientras los jugos vaginales cada vez eran más abundantes. Le aparté las manos y las sustituí por las mías abriendo aquel agujero y chupando mas y mas.  Entonces mi sobrina se acercó a mi sexo y se arrodilló entre mis piernas, agarrando mi pene se lo puso en la boca, lo chupó y lo soltó bajando con la lengua por el tronco hacia los testículos, los lamió y bajó con su lengua buscando mas abajo la entrada del ano, le aplicó la punta de la lengua a la entrada de mi pequeño agujero, mientras yo reflexivamente apreté cerrando la puerta, pero ella siguió hurgando hasta meter un trozo de lengua en el interior, imprimiendo un movimiento rítmico, sacó la lengua y  con un dedo comenzó a hurgar  en el ano mojado por su saliva, entonces volvió a ponerse el glande en la boca sorbiéndolo.

Mi cuñada movía y restregaba su chocho contra mi boca buscando el máximo contacto untándome toda  la cara con sus flujos, busque con mi dedo su ano, moje en sus jugos y metí el dedo lentamente en su agujero mientras mi lengua jugaba con su clítoris, entonces  se quedó quieta y jadeó varias veces, mientras los esfínteres de su pequeño agujero empezaron a contraerse rítmicamente, apretando mi dedo que tenia calvado, corriéndose largamente.  Entonces el gatillo de mi pene se aflojó, dejando subir el esperma desde los vasos seminales hacia la punta, soltando  a presión, un chorro largo de lechada que fue a la garganta de mi sobrinita, mientras mi ano apretaba también su dedito.  Mi Cuñada en pleno orgasmo también, se levantó rápidamente y apartando a mi sobrina del pene, se colocó encima y abriéndose el chocho con los dedos,  se acercó a la punta de mi polla, mientras otro chorro de leche golpeó en la boca abierta de su vagina, se agacho y empaló rápidamente en él,  mientras mi pene soltaba largos chorros de leche en el interior de su gruta, golpeando ruidosamente contra el fondo de su vagina, con unos espasmos acompasados con los de su sexo.

Nos quedamos inmóviles, acoplados  mientras se apagaban los orgasmos, con los sexos chorreando, tendidos en el suelo, al cabo de un rato mi cuñada se levantó, me besó en los labios, topando con las máscaras y se fue hacia el lavabo. Entonces mi sobrina dijo

- ¡Tío, deberíamos de irnos ya a casa¡

-          Tienes razón, ¡vámonos!

Nos levantamos del suelo y mire a mi alrededor,  aún estaba la casa llena de parejas retozando entremezcladas unas con otras, tíos corriéndose, derramando sus lechadas por los cuerpos.

En el sofá de enfrente  estaba sentado el sátiro, con las piernas abiertas  y la mano moviendo su pene tieso, perecía recuperado de la corrida,  justo a su lado, mi gatita también con las piernas abiertas  masajeando su clítoris.  En ese momento justo se levantó mi mujer, se le puso delante y le colocó una rodilla a cada lado de las caderas, de cara al sátiro, con el culo levantado hacia nosotros, colocó su raja sobre el glande y restregándoselo lo introdujo lentamente en su vaina, empezó a levantar el culo y a bajarlo clavándose el mango en su interior en cada una de las embestidas. El rabo del disfraz de gatita bailaba de lado a lado de su culo acorde con el ritmo de sus embestidas, tapando y destapando el espectáculo del acoplamiento del pene y la vagina.

Mi sobrina y yo estábamos abobados mirando, mi mujer se giró i nos vio, entonces con un gesto de lujuria agarró con una mano el rabo apartándolo, de forma que se pudiese ver el espectáculo al completo. El pene resbalaba hacia el interior y salía al exterior del chocho de mi mujer, acoplándose totalmente a su tamaño. Mi pene se recuperó rápidamente ante la función, armándose otra vez.

Me acerqué hipnotizado, para mirar mejor como entraba la polla de aquel cabrón en la vagina de mi santa esposa, pero era ella la que movía el culo arriba y abajo atrapando su herramienta, entonces sin pensármelo, agarre mi pene con la mano y lo dirigí al culo de mi mujer que paró de moverse para facilitar mi trabajo, unté mi glande en los jugos vaginales que rezumaban del pene del sátiro y lo apliqué en el agujerito de su ano, apretando suavemente, hasta que entro un poquito, esperé un poco y balanceando lentamente introduje todo el glande en su interior. Ella permanecía aún quieta esperando mi clavada, empujé suavemente y se la metí hasta el fondo, empecé a follármela  por el culo mientras ella volvió a moverse follándose al tiempo a los dos penes.  Imprimí poco a poco mas ritmo, bombeando cada vez mas fuerte su culo, en eso el sátiro gritó y empujó hacia arriba, levantando a mi mujer con la embestida, al tiempo que soltaba su leche otra vez en la vagina de mi mujer, el hombre empujó dos o tres veces,  con  los espasmos de la corrida, mi mujer empezó a correrse también, las contracciones de sus esfínteres me apretaban rítmicamente mi pene en su culo, ella echó su culo atrás huyendo de la corrida del sátiro y liberó su pene que se quedó entre sus piernas pegado a su coño y a mis testículos, soltando mas chorros de esperma que me untaron mis huevos, pero no me aparté, tenía la intención de correrme en su culo, follarla en sus partes mas humillantes como castigo y llenarle el culo de leche.  En eso mi sobrina Victoria, que me adivinó la intención, se me acercó y me tiró del brazo, diciendo

- ¡Tío, déjalo ya y vámonos, por favor¡

Lo comprendí y me desclavé de mi mujer, dejándola sobre el sátiro, rendida con el chocho chorreando sobre el tío que la había follado, cogido de la mano de mi sobrina nos fuimos rápidamente hacia casa con el coche. Mientras yo conducía Victoria, me acariciaba el sexo por encima de la sotana, manteniéndome erecto el pene todo el viaje, aunque no dijimos nada, ninguno de los dos.

Llegamos a casa, cada uno fue a su dormitorio a quitarse el disfraz y a ducharse, me di una ducha caliente y el manubrio se mantenía tieso aún, pensando en todo lo que había pasado, me metí en la cama, con las piernas abiertas,  agarré mi pene con la intención de descargar aquello con una paja y en eso entro mi sobrina.

- ¿Puedo pasar, tío?

-          Tu madre y Viki no tardarán mucho en volver (contesté)

Pero ella entro en mi dormitorio, sin hacer caso de lo que le dije, se levantó el pequeño camisón,  se me echó encima acostándose sobre mí, abriendo las piernas se colocó mi pene entre las piernas a lo largo de su rajita, pero sin clavárselo, con las bragas puestas. Juntando las piernas empezó a mover el culo, restregando su sexo contra el mío, bajo su mano y apartó el hilo de su tanga a un lado y en un movimiento del cuerpo se alojó mi pene a lo largo de la raja húmeda, resbalando contra ella, por el vaivén de su culo contra mí, entonces levantó sus caderas, elevando el culo y con la mano empujó el pene hacia el agujero de su vagina. Volvió a bajarlo y se lo tragó todo de una embestida larga y lenta. Nos mantuvimos acoplados, inmóviles unos segundos y ella impaciente empezó un movimiento de vaivén con las caderas, subiendo y bajando el culo, tragándose toda mi verga en cada uno de los movimientos de sube baja combinados con movimientos de rotación de la cadera, cada vez mas rápido.

Mis testículos estaban llenos de esperma a rebosar, la empujé apartándola de encima y la agarré con las dos manos por la cintura, le di la vuelta, la coloqué sobre la almohada,  como un perrito, con el culo levantado,  y me coloqué en cuclillas apuntando mi glande a la rajita, lo restregué abriéndola y agachándome un poco le inserté toda la verga en su interior, mientras ella arqueaba su espalda para levantar mas su culo, ella estaba muy excitada, tanto que con mi bombeo empezó a correrse,  jadeando al tiempo que no pude mas y solté un chorro fuerte de leche que golpeó lo mas profundo de sus entrañas, empujamos los dos, una adelante y el otro hacia atrás para aumentar la superficie de contacto en la corrida, agarrándola de las caderas la levanté en una segunda embestida soltando dos chorros mas de esperma, me aparté y sacando el pene de su vagina,  le coloque el glande en la entrada del ano, apreté un poquito  y solté otro chorro de semen embadurnando el orificio, entonces empuje hasta meter el glande en su interior y allí le solté cuatro o cinco chorros de semen espeso que se introdujo totalmente en su culo, así nos mantuvimos hasta que se terminaron los espasmos de mi pene y de su vagina, entonces saque el glande y de su culo salió un chorro largo de leche  que resbaló por la raja de su chochitos hasta que fue a parar sobre las sábanas de mi cama.

Ella se quedó con su precioso  culo levantado chorreando, no pude aguantarme y acerqué mi boca a su ano y lo chupé, limpiándolo de esperma, subí y bajé mi lengua a lo largo de la rajita, hasta que la dejé totalmente limpia.

Victoria se fue a su cama y me acosté a dormir, al cabo de una hora llegaran mi mujer y mi cuñada, cuchicheando para no despertarme, pero las oí. Mi mujer se ducho y se metió en la cama a mi lado, entonces le dije

-          ¿No me dijiste que me compensarías, cuando vinieses?

- Estoy muy cansada, mañana te compensaré, me he divertido mucho.

Entonces se dio la vuelta y se tapó con la sábana, con tan mala suerte que se untó la cara con el esperma que rezumó del chochito de Victoria.

Mi mujer dio un salto y dijo

- ¿Esto qué es?, parece semen, ¡qué asco¡

-          Puede ser, me he tenido que masturbar esperándote y se habrá derramado alguna gota por la sábana. Yo no he tenido tanta suerte como tú, de poder salir a divertirte

Ella calló se dio la vuelta y me agarro con cariño. Cuando se durmió, levanté y cloqué en una percha de su armario ropero mi traje de cura.